Los derechos de niños, niñas y adolescentes en el entorno digital. Monográfico de la Revista Sociedad e Infancias, Vol. 6 Núm. 2 (2022).
¿Cómo afecta el horario al rendimiento de los estudiantes?
Estudios y limitaciones
Para comenzar, conviene subrayar que los estudios que se han realizado hasta la fecha para determinar qué tipo de jornada favorece en mayor medida el rendimiento académico son escasos y presentan una serie de limitaciones metodológicas que dificultan extraer una respuesta concluyente.
Por ejemplo, no siempre es posible aislar el efecto del tipo de jornada del de otras variables, como el tipo de centro escolar o las características del alumnado.
Con esto presente, los resultados disponibles en España no apuntan a una superioridad de la jornada escolar continua sobre la partida y sugieren más bien que la jornada partida promueve en mayor medida el rendimiento académico.
Francisco José Morales Yago, Universidad Nacional de Educación a Distancia
Arturo Galán, Universidad Nacional de Educación a Distancia (ESPAÑA)
Ramón Pérez Juste, Universidad Nacional de Educación a Distancia (España)
DOI: https://doi.org/10.5209/RCED.55335
Ciclos atencionales
En contraste con lo anterior, sí existen abundantes estudios sobre cómo se distribuyen los ciclos atencionales de los escolares a lo largo de la jornada escolar.
Para responder a esta pregunta, la atención se mide en diferentes momentos del día con, por ejemplo, tareas de discriminación visual, en las que los estudiantes tienen que localizar en un tiempo limitado letras, números o símbolos concretos dentro de una cadena.
Por etapas, los resultados muestran que:
En el alumnado de infantil hay un aumento de la atención durante la mañana que pasa a reducirse durante la tarde.
En el alumnado de primaria, el pico de mayor atención comienza a trasladarse a la tarde.
Y en el alumnado de etapas superiores de primaria los mayores niveles de atención se desplazan claramente hacia la tarde, mientras que se mantienen especialmente bajos durante las primeras horas de mañana.
En términos generales, se podría decir que el alumnado experimenta un pico atencional hasta media mañana y otro más o menos pronunciado a lo largo de tarde. Precisamente por ello, la jornada escolar partida, que se distribuye en dos períodos lectivos (uno matinal y otro vespertino), se adapta mejor a la curva de atención de los escolares que la jornada continua.
Adolescentes: un caso especial
El caso de los adolescentes merece una consideración especial. Por una parte, conviene subrayar que en la etapa secundaria del sistema educativo español predomina la jornada escolar continua.
A eso se suma el hecho de que la media de horas de clase que pasan los adolescentes dentro del aula en España es significativamente superior a la media de la OCDE, cuestión que no se ve reflejada en las pruebas de evaluación externas, como PISA.
El resultado es que los adolescentes arrancan la jornada muy pronto por la mañana para cubrir todas las sesiones de aprendizaje diarias estipuladas.
Cambio en los patrones de sueño
Ahora bien, existen pruebas sólidas de que esta población se caracteriza por unos patrones de sueño diferentes a la población preadolescente o adulta. Concretamente, los jóvenes de estas edades están más activos y en alerta a medida que se acerca la noche; se inclinan por retrasar el momento de acostarse y experimentan, en consecuencia, una clara somnolencia a primeras horas de la mañana.
¿Cuál es el resultado de esta desconexión entre el horario escolar y los ciclos de sueño de los adolescentes? Que reciben buena parte de las clases en un claro estado de sopor; por cierto, confundido a menudo con un clima de concentración elevado por el silencio que impera en el aula en horas tempranas de la mañana.
De hecho, numerosos estudios han puesto de relieve cómo comenzar la jornada escolar a primera hora de la mañana se traduce, a efectos prácticos, en una privación del sueño en esas edades. Y esto tiene consecuencias no deseables como, por ejemplo, la aparición de problemas conductuales, la falta de atención, un rendimiento académico inferior o un número mayor de accidentes o lesiones.
Empezar más tarde
Una solución planteada en numerosas ocasiones desde la comunidad científica pasa por modificar la hora de comienzo de la jornada escolar.
La toma de decisiones en materia educativa es compleja e implica siempre múltiples factores. Aunque aún falta más investigación en este campo, sería muy recomendable tomar en consideración las pruebas disponibles sobre la distribución de las sesiones de aprendizaje a lo largo del día y su relación con el rendimiento académico y bienestar de los escolares.
*Marta Ferrero González: Docente, investigadora y vicedecana de investigación y transferencia en la Facultad de Formación del Profesorado y Educación, Universidad Autónoma de Madrid
Hablando de Infancia y Adolescencia, HDIA: Especial Jornada GSIA 2022; Revista GSIA diciembre 2022.
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Revista "Derechos y Realidades". nº 10/22. DNI Costa Rica.
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La mayoría de fallecidos en las movilizaciones sociales por la crisis política de Perú son adolescentes y jóvenes.
Esta serie de hechos inusitados, veloces y definitivos provocó que, poco a poco, la gente se volcara a las calles. Los manifestantes reclaman en su mayoría el adelanto de elecciones, la disolución del Congreso y la renuncia de la presidenta. Dina Boluarte ya presentó un proyecto de ley para adelantar las elecciones, pero el Congreso aún no llega a un acuerdo sobre los tiempos. Mientras tanto, las movilizaciones persisten.
Hasta las 6:41 p.m. del viernes 16 de diciembre, según la Defensoría del Pueblo, la vorágine de rabia y violencia había dejado 17 fallecidos en los enfrentamientos de los manifestantes con los efectivos de la Policía y las Fuerzas Armadas. Otras cinco víctimas, detalló la institución, murieron en accidentes de tránsito y hechos vinculados a los bloqueos de carreteras.
Sin embargo, en las horas posteriores, las direcciones regionales de Salud de Junín y de Ayacucho informaron sobre otras tres personas fallecidas en los enfrentamientos. Dos de esos casos corresponden a Junín, y uno a Ayacucho. En otras palabras, hasta el cierre de este artículo, se contabilizaban 20 decesos producto de los enfrentamientos en las protestas.
Todos los fallecidos son civiles. La mayoría pertenecen a regiones del sur andino, con altos niveles de pobreza monetaria. Allí, la represión policial y militar ha arremetido con mayor fuerza.
Durante las marchas se han reportado también daños y ataques a la propiedad privada, la infraestructura de entidades públicas y medios, por parte de algunos grupos. Hay también alrededor de 140 policías heridos.
Ayacucho, uno de los departamentos más asolados en la época del conflicto armado interno, reúne el mayor número de muertes directas: nueve. Hay seis fallecidos más en Apurímac, tierra del pueblo chanka y con una gran cantidad de comunidades quechuas. Tres muertes más en Junín, una en La Libertad y otra en Arequipa.
Crédito: OjoPúblico / Miguel Gutiérrez. |
La presidente Dina Boluarte ha visitado a algunos policías heridos. Pero en el caso de los fallecidos ha expresado sus condolencias a través de un tuit y mensajes públicos. El último viernes, estuvo en una ceremonia de graduación en la Escuela Militar de Chorrillos, en Lima, donde dijo que la Policía y las Fuerzas Armadas tenían instrucciones claras para “salvaguardar la integridad y los derechos humanos de los manifestantes”.
Sin embargo, tras los primeros fallecimientos en Ayacucho, la Defensoría del Pueblo instó al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas a que “cese de inmediato del uso de armas de fuego y del uso de bombas lacrimógenas lanzadas desde helicóptero...
Memorial de 6 de ellos.
El niño y el hombre de la casa
D.A.Q.
15 años
Tenía solo 15 años, pero D.A.Q. ya sabía vivir la vida de los hombres grandes. En su casa, un pequeño cuarto alquilado en Huayhuaca ―un centro poblado en la provincia de Andahuaylas, en la región de Apurímac―, el adolescente era quien mantenía a su madre y a sus dos hermanos menores. “Tenía planes para nosotros ―dice Esther, su hermana de 17 años―. Apoyarnos, ante todo”.
El estudiante de tercero de secundaria llevaba la doble vida de los niños trabajadores. Por un lado, iba a clases en el colegio Simón Bolívar y, por el otro, salía a trabajar a las chacras de la zona o en alguna obra de construcción.
A PESAR DE SU PRECIPITADA E IMPUESTA MADUREZ, D.A.Q. ERA, TODAVÍA, UN NIÑO".
El joven tenía, literalmente, proyectos inmensos para su futuro. Dice su hermana Esther que soñaba con trabajar con maquinaria pesada. “También quería tener una casa muy grande”, recuerda. A veces pensaba en volverse policía, por qué no.
A pesar de su precipitada e impuesta madurez, D.A.Q. era, todavía, un niño. Le gustaba que su madre, una ama de casa y ocasional vendedora de anticuchos, le engría y le cocine arroz chaufa con huevo frito. Uno de sus pasatiempos favoritos era el Free Fire, un videojuego de acción y aventura, que, por momentos, lo entretenía hasta olvidar sus obligadas tareas como precoz hombre de la casa.
Michelle, cuñado y amigo de D.A.Q., dice que fue con él a las manifestaciones en el Aeropuerto de Andahuaylas y que asistieron solo por curiosidad. Era la primera vez que se sumaban a alguna protesta. Había pasado poco más de media hora desde su llegada, cuando D.A.Q. recibió el impacto. Según Michelle, su cuñado le dijo “ayúdame, hermano” y, minutos después, falleció.
Un delantero visionario
Beckham Quispe Garfias
18 años
Como buen amante del fútbol y admirador de sus grandes figuras, su padre le puso como nombre Beckhan Romario (en honor, por supuesto, al mediocampista inglés y superestrella David Beckham y al delantero carioca Romario de Souza Faria). Tal vez por eso, o quizá solo por coincidencia, Beckhan Romario Quispe Garfias heredó la pasión incontrolable por el balón.
Empezó su carrera deportiva a los seis años. A partir de entonces, el joven oriundo de la comunidad de Yanayacu, en la provincia de Andahuaylas, jugó en distintos clubes locales, hasta convertirse en una estrella del fútbol en Apurímac. Alianza de Lliupapuquio, La Victoria y Los Chankas son algunos de los equipos por los cuales desfiló el delantero Quispe Garfias.
COMO UN BUEN VISIONARIO DE LAS JUGADAS GANADORAS, BECKHAN TRATÓ DE IMPONER SUS REGLAS EN LA CANCHA".
Su familia era numerosa y de escasos recursos económicos: un padre agricultor de papas, ollucos, ocas; una madre vendedora de choclos; seis hermanos. “Quizá por los bajos recursos mi hermano no ha llegado más allá en el fútbol, porque tenía mucho futuro”, dice Raquel Quispe Garfias, su hermana mayor, de 23 años.
La joven recuerda que Beckhan, quien cursaba el cuarto año de secundaria, suplía la escasez a punta de talento: con tal de que juegue con ellos, eran los propios clubes los que le daban los chimpunes y la ropa deportiva.
Además, estaba formando un equipo de fútbol amateur, Red Lyon. “Él no era un ‘piraña’ o un delincuente, él era dueño de su equipo de fútbol”, dice Raquel. Como un buen visionario de las jugadas ganadoras, trató de imponer sus reglas en la cancha.
Beckhan Romario había ido a protestar al aeropuerto de Andahuaylas, el 11 de diciembre. Su hermana Raquel desea que su pedido de justicia llegue a la mayor cantidad de personas posibles. “Para Perú solo vale Lima, no las provincias”, dice y reclama que han matado a la gente de su pueblo “como si fueran animales”.
El médico de la familia
Wilfredo Lizarme Barboza
18 años
Wilfredo Lizarme Barboza era la esperanza de sus padres, dos agricultores del centro poblado Ccacce, en Andahuaylas. Como era un buen alumno, al terminar la primaria lo enviaron hacia Abancay, la capital de la región Apurímac, donde ingresó a un colegio que también era un seminario de sacerdotes. Con mucho esfuerzo, la familia reunía los 200 soles de la mensualidad.
Tras culminar la secundaria, Wilfredo continuó firme en sus planes académicos. Volvió a Andahuaylas y se matriculó en una academia preuniversitaria. “Su sueño era ser médico”, dice Luis Lizarme Barboza, su hermano mayor.
“SU SUEÑO ERA SER MÉDICO”, DICE LUIS LIZARME BARBOZA, SU HERMANO MAYOR.
Para cubrir los gastos de sus estudios, Wilfredo y Luis salían a la plaza de la ciudad a buscar trabajo. Allí, cuando tenían suerte, los recogían los dueños de sembríos o construcciones que necesitaban peones para la jornada. De cierto modo, Wilfredo estaba practicando la disciplina, la minuciosidad y el esfuerzo que necesitaría para la medicina en las labores físicas de la ciudad y el campo.
A pesar de sus obligaciones con los estudios y su familia, guardaba algo de dinero para sus vanidades juveniles. Le gustaba coleccionar zapatillas de distintos modelos y colores. Dice el hermano mayor que ha dejado unos tres o cuatro pares nuevos, que jamás podrá usar. Sin embargo, Luis quiere recordar a Wilfredo con la humildad que siempre conservó: calzando sus ojotas de caucho y trabajando hombro a hombro en las chacras.
Luis Lizarme Barbonza cuenta que su hermano murió el segundo día que salió a marchar. Era 12 de diciembre, en el aeropuerto de Andahuaylas. Llevaba una pancarta que decía “Cierren el Congreso”. “El segundo día, más bonito lo había dibujado”, recuerda. Pide ayuda para que su familia de escasos recursos económicos, conformada por sus dos padres y ocho hermanos, pueda salir adelante.
Un estudiante religioso
Cristian Rojas Vásquez
19 años
Cristian Rojas Vásquez ansiaba ser policía. Se había preparado muy bien, pero no pasó la evaluación por su estatura. Noemí Rojas Vasquez recuerda que su hermano menor se puso muy triste, pero la familia lo animó para que estudie otra cosa. Por eso, se matriculó en un instituto de Andahuaylas, en Apurímac, para estudiar Farmacia. Apenas había terminado el primer ciclo.
Noemí cree que su hermano no se dejaba vencer tan fácil ante las adversidades por sus fieles creencias cristianas. “Él siempre nos animaba, a mí me decía ‘no hay que rendirse’”, cuenta su hermana. Recuerda al joven tocando canciones evangélicas en su teclado y entonando alabanzas. Para Noemí, su hermano era el más estudioso y cariñoso.
PARA NOEMÍ, SU HERMANO ERA EL MÁS ESTUDIOSO Y CARIÑOSO".
Para su amigo Filio Hurtado Omonte, Cristian era un chico hábil y, sobre todo, responsable. “Estaba en el camino de Dios”, dice. Trabajaba los fines de semana para traer dinero a la casa, pero su principal meta era terminar de estudiar.
En el centro poblado de Ancatira, su padre ―un agricultor de papas, ollucos y cebada―, su madre ―ama de casa―, sus cinco hermanos y sus amigos aún no creen en su irreversible partida.
Cristian Rojas Vásquez fue herido el 10 de diciembre. Su amigo, Filio Hurtado Omonte, dice que habían ido juntos a las protestas en el aeropuerto de Andahuaylas, pero en algún momento se separaron. En ese lapso a Cristian le cayó una bomba lacrimógena en la cabeza. Por la gravedad de su lesión, fue trasladado al Hospital Guillermo Díaz de la Vega, en Abancay, donde aguantó con vida cuatro días.
El cantante intrépido y sentimental
Carlos Huamán Cabrera
26 años
Carlos Huamán Cabrera era una persona intrépida. A sus cortos 26 años, su espíritu aventurero ya lo había llevado a tomar decisiones importantes que cambiaron su vida. Cuando apenas era un adolescente de 16 ―en su natal distrito de Bagua Grande, en la región Amazonas― se acercó al director de una orquesta musical, mientras esta grababa un videoclip en medio de una plaza, y le ofreció ser uno de los vocalistas.
“Me dijo que siempre había practicado lo que es canto, pero no había una orquesta que le diera la oportunidad ―recuerda Jesusito Vásquez, director de Ilusión Sensual, el grupo de cumbia amazónica que le abrió las puertas desde entonces―. Tenía una voz fina”.
Con esa suave y sentida voz, Huamán Cabrera fue el célebre intérprete de los éxitos Solterito y Parrandero, Mi linda guambrita o Tu recuerdo de amor. De hecho, esta última canción fue la que conquistó a Leydi Campos: ella era una fan de Ilusión Sensual, él era el famoso vocalista. Cuando se conocieron se gustaron y, pronto, se quisieron. Hace siete años tuvieron un hijo.
CON ESA SUAVE VOZ, FUE EL CÉLEBRE INTÉRPRETE DE LOS ÉXITOS SOLTERITO Y PARRANDERO O MI LINDA GUAMBRITA".
Fue esa intrepidez suya, y también el amor por los demás, la que llevó a Carlos Huamán Cabrera a buscar un mejor futuro para su familia. Durante la pandemia viajó solo desde Amazonas hacia Lima: necesitaba otro empleo, ganar más dinero para los suyos. En la capital trabajó como repartidor de pollos en una avícola. Leydi Campos, recuerda a su “amor”, su “vida”, su “viejo”, su “bebé” como un esposo y un padre que lo entregaba todo.
Hace medio año, su arrojo habitual le marcó nuevos rumbos: La Libertad. En la provincia de Virú consiguió un puesto como empleado de una empresa agroexportadora. Gracias a ese esfuerzo había logrado construir una pequeña casa de madera en el centro poblado El Ron.
Huamán Cabrera había prometido volver allí para Navidad. Su mujer, en medio de su reciente e increíble duelo, por momentos siente como si nada hubiera pasado. Como si solo faltaran pocos días para reunirse con su amor de la voz sentimental.
Hasta ahora, Leydi Campos no entiende bien lo que pasó con su marido. Dice que el 11 de diciembre, ella y Carlos conversaron por chat todo el día. Alrededor de las 9:00 p.m. él le escribió contándole que estaba en las protestas. “¿Para qué, pues, te has ido?” le preguntó ella. Nunca obtuvo respuesta. Antes de las 5:00 a.m. recibió una llamada del celular de su esposo, pero habló un hombre diciéndole que Carlos había muerto.
Un danzante inagotable
Clemer Rojas García
22 años
Clemer Rojas García comenzó a bailar desde muy niño, porque en su casa ―en la provincia de Huamanga, en la región andina de Ayacucho― a todos les gustaba hacerlo. Ya de adolescente, se unió a la comparsa Los Huaraqueros de Quinua. Con ellos, salía en cada carnaval ayacuchano a bailar danzas tradicionales por las calles y las plazas de su ciudad.
CLEMER TENÍA PLANEADA SU RUTINA DIARIA COMO UNA COREOGRAFÍA ARMONIOSA".
Era uno de los bailarines líderes, recuerda su padre, Reider Rojas Jaúregui. “Mi hijo era una persona alegre y muy activa”, dice. Clemer era quien animaba a más jóvenes a unirse a Los Huaraqueros de Quinua y organizaba al grupo. En los concursos de comparsas, muchas veces quedaron en primer lugar. “Siempre hemos salido campeones con nuestras costumbres”, recuerda Reider sobre los triunfos artísticos de su primogénito.
Clemer tenía planeada su rutina diaria como una coreografía armoniosa. Por las mañanas, estudiaba Mecánica Automotriz en el instituto Senati. Por las tarde, trabajaba con su padre en Rojas Rojitas, un carwash que era el negocio familiar. El joven solía gastarle bromas a su padre, a su madre y a su hermano menor. Reider Rojas Jáuregui admiraba cómo, en medio del trajín, el bailarín incansable siempre podía ser un “palomilla”.
Su padre dice que nadie en la familia sabía que Clemer había ido a protestar al Aeropuerto de Ayacucho. Recuerda que, cuando salió de la casa, el joven le dijo que iba a darle el encuentro a su mamá en el mercado donde ella trabaja. Cuando vio por las noticias los disturbios en el aeropuerto, se preocupó por su hijo y lo llamó a su celular. Contestó un hombre que le dijo “al joven le ha caído una bala, ya se lo llevaron, yo me he encontrado su celular”. Reiner indica que Clemer tenía un proyectil en el pecho que dañó mortalmente su riñón y su hígado.