La censura en la Literatura Infantil y Juvenil. Unos apuntes. Día Int. del Libro Infantil y Juvenil, 2 de Abril.

 

Corren tiempos difíciles en los que las ideologías y los ismos se abren paso. Prejuicios, demagogias e intereses flotan en el aire, por lo que ha llegado la hora de hablar de un tema que, a pesar de estar estrechamente relacionado con la política y la sociedad, nos atañe a todos, más todavía a los que sugerimos lecturas y literatura. Es el momento de hablar de censura.
Aunque se figura un tema bastante escabroso en el que es difícil ser imparcial y ortodoxo, aquí les traigo una serie de apuntes sobre ciertos aspectos relacionados con esta, que bien pueden abrir nuevas ventanas desde donde mirar la realidad o simplemente exponer desde mi punto de vista puntos tratados por otros, quedando abiertos todos ellos a sus comentarios y aportaciones.


Ha sido uno de los libros más censurado alrededor del mundo por ser una obra perturbadora que incita al desequilibrio mental y las tendencias homicidas.

Todos somos censores

Antes de meterme en harina con un tema que suscita interés y polémica, he querido abrir esta caja de Pandora parafraseando las palabras de Perry Nodelman en su artículo homónimo que les recomiendo a manos llenas y que pueden leer aquí.
De acuerdo con Nodelman, la censura en los libros para niños no es llevada a cabo de manera exclusiva por agentes gubernamentales que adornan su brazo con la cruz gamada o la hoz y el martillo, no. Censores somos todos (o podemos serlos, dejemos la duda en el aire). Sólo basta ser humano, tener una educación determinada, unas preferencias o pertenecer a un grupo social concreto, y por tanto, desechar otras ideas por el mero hecho de ser diferentes.
Por ello y a pesar de la libertad que todos nos presuponemos, debemos interiorizar que cualquiera, desde la bibliotecaria de su barrio, pasando por el librero, el maestro de sus hijos, ustedes o yo mismo, somos censores. Censuramos a nuestra madre para que no vaya cascando las miserias familiares, censuramos a nuestros hijos a la hora de elegir libros infantiles, censuramos al vecino cuando apunta alguna inconveniencia, o al locutor de radio de turno por no poner entera la canción que nos gusta.
Pero, ¿por qué censuramos? Por el mero hecho de ser humanos y adscribirnos a unas normas, estereotipos y razón social, nos pasamos el día con la censura a cuestas sin darnos cuenta. Son las diferencias en cuanto a ideas y estereotipos las que condicionan la censura. Lo que James Moffett define como “agnosis”, el deseo de no saber, esa cualidad del adulto que se hace más patente cuando de él depende el hecho de seleccionar libros para los niños  y que deben mostrar la realidad que más le conviene. Si a ello añadimos que la literatura infantil es un territorio frágil, indefenso ante el control de los adultos, la cosa es mucho más llamativa y afianza más el concepto de que la infancia es una etapa a rebosar de oprimidos, en este caso niños, menospreciados por razones de edad (y otras muchas cosas).


Fue censurado en los Emiratos Árabes por incitar a la brujería. En Tejas (EE.UU.) y Toronto (Canadá) hubo quien fue a los tribunales para que se eliminara de sus páginas la batalla contra los Muggles.

El individuo y la sociedad. La censura individual y la censura colectiva

Aunque todos somos censores según lo dicho, debemos hablar de la censura desde dos perspectivas, las que se refieren a las dos realidades de nuestra condición, la personal y la social. Generalmente el ser humano tiende a comportarse de manera diferente cuando está solo y cuando se encuentra acompañado. Las relaciones que el hombre establece con sus iguales pueden modificar las ideas y conductas que este tenga cuando se encuentra sólo, incluidas las preferencias sobre la literatura infantil.
No me pregunten sobre las bases antropológicas que llevan a esta situación pues las desconozco. Lo único que he apuntado durante mis numerosas charlas y encuentros sobre libros para niños es que las personas modifican sus preferencias en torno a los libros dependiendo de las opiniones vertidas por los demás, de los prejuicios que surjan en el momento y los estereotipos de moda en el instante. Esa socialización de la ideas a la que apelaba Foucault se hace más palpable cuando hablamos de censura.
Es por esto que me atrevo a definir dos grupos de censura, aquella que realiza el individuo por sí mismo, con sus preconcepiones y su experiencia, cuando se encuentra solo ante un libro, y aquella que lleva a cabo el mismo individuo cuando se halla en un grupo de personas.


En 1931 fue censurado en Hunan, China, porque en esta obra  los animales hablaban, algo inadmisible ya que ponía a los animales al mismo nivel del hombre.

La censura gubernamental e institucional: el poder traducido

Desde España solemos mirar la censura hacia cierta dirección ya que todavía hacen mella en nuestra sociedad los cuarenta años de dictadura franquista, algo que también ha sucedido en países como Italia, Alemania o Chile en los que las dictaduras de derechas han ejercido una opresión ideológica más que palpable. Pero, ¿es la censura exclusiva de los gobiernos conservadores? El NO debe ser rotundo pues existen casos de territorios gobernados por regímenes comunistas en los que la censura literaria es el pan de cada día, algo que se puede constatar en lugares como China, Rusia, Corea del Norte, Cuba o Venezuela.
Seguramente también estén pensando que la censura es patrimonio de los totalitarismos, pero un servidor sigue negándolo ya que existen democracias de dilatada trayectoria como los Estados Unidos, Francia o Inglaterra en las que también hay ejemplos de censura literaria. Más bien podríamos aclarar que en los totalitarismos (unas veces despóticos, otras no tanto) la visibilidad de estos instrumentos censores ha sido mayor y ha alcanzado identidad como daño colateral a unas acciones mucho más deleznables y como instrumento propagandístico que ha rodeado la relación entre oprimidos y opresores.
Resumiendo, la censura gubernamental o institucional es un medio de poder que se pone en práctica en mayor o menor medida dependiendo del interés de quien ostenta dicha hegemonía, proceda esta de siglas diferentes, religiones varopintas o sindicatos de cualquier índole. Si desean definiciones más académicas les remito a este artículo de Raquel Merino Álvarez o a este otro de Roberto Martínez Mateo.


Este libro fue censurado en Dakota del Norte (EE.UU.) por contener "imágenes perturbadoras". Asimismo muchos sectores polemizaron porque incitaba a los niños a la desobediencia y violencia. Incluso se llegó de decir que alguno de sus poemas "glorifican a Satanás, el suicidio, el canibalismo o la pura pereza"

Cada época, cada sociedad, tiene sus propios tabúes, llámense erotismo, sexismo, nacionalismo, progresismo, o maltrato animal. Unos demonios que el poder y sus medios utilizan a su antojo para contentar a sus partidarios, menospreciar a sus detractores y capar ideológicamente a todos (no sea que la líen). Es así como la censura se balancea sobre un finísimo hilo que, unas veces nos deja caer a un lado y otras, al otro; algo que el hecho histórico constata de manera fehaciente.
Como hay poco espacio y no tengo tiempo para enumerar todos los libros infantiles que han sido censurados en diferentes países y sociedades a lo largo del tiempo, les invito a echar un vistazo a las imágenes que acompañan estos apuntes (todos ellos han sido censurados en diferentes lugares del planeta) y a tres títulos que recogen innumerables ejemplos de libros infantiles que se han visto afectados por las censuras gubernamentales e institucionales: Prohibido leer. La censura en la literatura infantil yjuvenil contemporánea (edición de Pedro C. Cerrillo y César Ortiz Torremocha, 2016, Ediciones UCLM), Literaturas y Poder. La censuras en la LIJ (Angel Luis Luján y César Sánchez Ortiz, 2016, Ediciones UCLM), y Niños, niggers, Muggles. Sobre literatura infantil y censura de Elisa Corona Aguilar (2012, Deléatur).


Este libro fue acusado de "minar la autoridad paterna" o "incitar a los niños a huir de casa y vengarse de los adultos", mensajes frecuentes en las obras de Dahl.

El espectáculo de la censura: medios de comunicación y redes sociales

Cuando hablamos de medios de comunicación y redes sociales seguro que nos vienen a la cabeza todo tipo de opiniones. Medios de poder, altavoces y micrófonos intervenidos, amarillismo, modas, demagogia y un largo etcétera de cuestiones poco deseables son las que despiertan la prensa escrita, la digital, la televisión o la radio. Todas manipulan la información y la traducen a su antojo. La 1, la CNN, Al Jazeera o TV3, da igual que estén de un lado o de otro: muy pocas veces ostentan independencia (a no ser que sean minoritarias... y ni aún así...).
Lo más inesperado viene cuando tenemos que hablar de redes sociales, unas que se suponen plurales y populares, también se adscriben a movimientos y partidismos, por ejemplo léanse Twitter o Linkedin, una de corte progresista y otra más conservadora, en las que sus usuarios vomitan todo tipo de ideas e improperios incendiarios.
Por otro lado todos estos medios de masas tienen papeles fundamentales en la censura que pueden reunirse en dos claras tendencias, o bien promueven la censura, o bien aúpan lo censurado. Todo ello con salvedades y grises, claro está.
Sobre los mecanismos censores me limitaré a remitirles a los paripés propagandísticos de las diversas facciones que intervienen en cualquier conflicto político y que incluso han provocado en ocasiones la modificación de la intención de voto de unos y otros.. No hay más que decir.


Este libro de Dahl fue censurado en Colorado (EE.UU.) por presentar una "pobre filosofía de vida". Asimismo los entrañables Oompaloompas fuero percibidos como una ofensa hacia los afroamericanos.

Sobre lo de la promoción, hay más chicha que embutir... Desde los comienzos de la literatura infantil ha existido la censura, y curiosamente y muy a pesar de los adultos censores, la popularidad de estas obras ha crecido entre los niños, su éxito ha subido como la espuma y se han vendido millones de ejemplares de obras como las de Roald Dahl.
Por todos es sabido (incluidos medios de comunicación y gurús de las redes sociales) que en este mundo capitalista donde el escándalo vende, estar en el candelero da una mayor visibilidad a las obras literarias, es decir, conlleva una publicidad la mayoría de las veces gratuita que tiene sus consecuencias en la adquisición del producto por parte del consumidor, más todavía cuando los padres y maestros (opresores en este caso) están implicados en ello.
Campañas de prestigio basadas en la censura (esto es de traca) y ejercida desde ciertos sectores de la opinión pública se han convertido en una herramienta de doble filo para el consumo literario, y son comparables con las maniobras publicitarias de sagas como Crepúsculo o Los juegos del hambre. ¡No todo tenía que ser negativo en esto de la censura!
“Censura y polémica, victimismo y negocio” ¿Quién se atreve a escribir este libro? 


Esta obra fue censurada en dos ocasiones en Estados Unidos en las décadas de los años 30 y 60. En los 30 se relacionó con la brujería y el esoterismo y en la de los 60 por constituir una metáfora del comunismo.

Nuevas formas de censura colectiva. El buenismo, las minorías y lo políticamente correcto.

Siguiendo con el hilo del epígrafe anterior continuo con la tormenta que desató hace dos veranos el libro 75 consejos para sobrevivir en el colegio de María Frisa. Yo estaba haciendo de las mías por las playas españolas y preferí mantenerme un poco al margen (¡Tampoco voy a estar en todos los fregaos!) aunque seguí con detenimiento todos los comentarios que se vertían sobre la innecesaria polémica. Unos hablaban de autopromoción, otros de literatura ofensiva, y algún otro de victimismo. Eso sí, en el fondo, todos se referían a lo mismo: censura.
Lo que más me llamó la atención de esta polémica fue que era bastante paradójico que un libro que pretendía ser humorístico (N.B.: Lo siento por todos aquellos que blandieron la espada subversiva de la LIJ o que citaron a Barrie o Sendak para justificar este libro. Me pareció un exceso), se tornara incómodo.
Algo por el estilo sucede con Twain y Huckleberry Finn, con esa parte de la comunidad afroamericana que ha censurado este libro por considerar que Jim recibe por parte de Huck un trato ofensivo y vejatorio (la palabra con connotaciones despectivas “nigger” se lee una y otra vez en esta obra), y que no deja de ser un personaje elaborado a base de los clichés racistas de la época. Me parece extremista y descabellado que lo realmente interesante de un libro tan excepcional sean las formas y no que Huck deje a un lado sus prejuicios de blanco supremacista y reconozca a Jim como un verdadero amigo, un compañero de viaje a pesar del color de su piel.


Como ya dije en este otro post, la dictadura de la piel fina ha cambiado la percepción que tenemos del mundo. Lo políticamente correcto nos aboca a un ejercicio censor que tiene que ver con lo preestablecido más que con nosotros mismos. Todo ello nos conduce a unas de esas paradojas modernas sobre las censuras. La doble moral, los dobles raseros, lo desvirtuada que se siente la sociedad con el ser y el parecer y que nos lleva a una perdida de sentido crítico por culpa de la imposición política, de los discursos morales erróneos.
No somos censores por nuestros propios prejuicios, sino que los somos porque otros se empeñan en censurar aquello que podría ser censurado y de paso lapidar a un tercero que probablemente se ha censurado a sí mismo como producto de otros prejuicios e intentaba ser crítico en primera instancia... Nota: Si no se lían con este trabalenguas, les animo a leer los juegos de palabras que con más razón que un santo Perry Nodelman apuntó en este otro artículo que tiene mucho que decir sobre censura y objetividad.


Fue censurado en muchos países por considerar que trataba temas de corrupción política, los sentimientos anti-belicistas y poner sobre la mesa el debate de la colonización. Por esta razón muchos lo camuflaron como libro de viajes.

Libreros, bibliotecarios, influencers... ¿literatura infantil realmente libre?

A veces me pregunto si el papel de blogueros, booktubers, bookstagramers, libreros, bibliotecarios y otros monstruos es esencial para que lo diverso se mantenga en la LIJ. No he tratado pocas veces este asunto en post como este o este otro, pero dejando a un lado las cuitas de los enteraos en libros infantiles, sí me atrevo a añadir que, a juzgar por las recomendaciones de final de año tan socorridas a la hora de recomendar libros, no parece que la cosa sea muy plural ya que existen muchas coincidencias entre unos criterios y otros.
La cosa cambia cuando los seguimos, nos siguen con más detenimiento y observamos que muchos de ellos, de nosotros, saltamos con algún título sobre el que nadie se había percatado. Es ahí cuando la censura colectiva se hace menos evidente y me atrevo a pensar que muchos son, somos necesarios, sobre todo porque diluimos el llamado sesgo y abrimos más puertas que las que cerramos. Seguramente yo esté harto de libros sobre emociones, compendios comportamentales y obras edulcoras, mientras que otra colega se pirre por este tipo de títulos. Todos están presentes y el público puede ojearlos y decidir, según su propio criterio, cuáles censura y cuáles no.


Libro censurado hoy en día en Estados Unidos por hacer alusiones a familias con progenitores homosexuales, el matrimonio igualitario y la adopción por parte de estas parejas.

Un lugar aparte merecen los enfrentamientos o guerras personales sobre el criterio de este booktuber o esta bloguera, sobre este o aquel libro. Es tal la fuerza que tienen algunos influencers que son capaces de denostar y degradar un libro que en principio parecía honesto a las cotas literarias más bajas. Como ejemplos me gustaría citar El monstruo de los colores de Anna Llenas y Por cuatro esquinitas de nada de Jerôme Ruillier. Aunque en principio son dos libros que nacían de una idea honesta, sin mucha pretensión, y con cierto fundamento artístico -que es lo que se les presupone a los álbumes-, la desvinculación de estos libros de la esfera literaria por parte de educadores y padres para llevarlas a un terreno más didáctico y pedagógico, ha supuesto un encasillamiento de los mismos dentro de los llamados “libros de valores”, unos que muchos especialistas y críticos aborrecen por desmarcarse de sus criterios y cánones. Se establece así un prejuicio que impide ver la obra de una manera global para pasar a ser censurado por quienes deberían ser abiertos y plurales.


Los puntos sobre las íes o la censura escolar

Aunque clásicamente la escuela ha sido la institución más criticada por ejercer la censura en lo que a la literatura infantil se refiere, algo que se desprende en obras como el Aprender a leer de Bruno Bettelheim y Karen Zelan, o el Como una novela de Pennac, tan aplaudidas desde los ámbitos más liberales del fomento lector, creo que es una acusación bastante extrema por dos causas principales.



Hasta 200 libros infantiles fueron retirados en 2019 de una biblioteca escolar de Cataluña por ser considerados "tóxicos" y "reproducir patrones sexistas". Entre ellos estaban cuentos tradicionales como La Cenicienta o Caperucita roja.

En primer lugar la escuela es una institución dependiente del estado, es decir, una extensión del poder y que por tanto sigue las directrices que desde los diferentes gobiernos se dispensan. A pesar de que a los docentes se nos presupone una libertad de cátedra, existen numerosas formas de control gubernamental, administrativo y jurídico, como leyes, decretos y órdenes que nos dicen qué tenemos que enseñar y qué deben saber nuestros alumnos. Seguramente a todos ustedes se les ocurrirán ejemplos de doctrina, bulos históricos y contenidos modificados o simplemente borrados de muchos libros, un intervencionismo que huele cuando nos ponemos a indagar en libros de texto o acudimos a las aulas de nuestras escuelas, institutos o universidades.


Libro censurado en muchos lugares de Estados Unidos hoy día por presentar a una niña transgénero, lo que incitaría a conductas impropias e impuras.

En segundo lugar también hay que hablar de las presiones sociales que la Escuela sufre por parte de otras instituciones o grupos sociales, entre las que cabe apuntar a las asociaciones de familiares de alumnos (en nuestro país conocidas como AMPAS) y a progenitores que, a título individual, denuncian las selecciones literarias que muchos maestros realizan para sus alumnos. 
Desde Roald Dahl hasta el Donde viven los monstruos que da título a este espacio, han sido señalados como obras que incitan a comportamientos poco deseables, a la rebelión y subversión de los niños y Dios-sabe-qué más cosas deleznables. Les conmino a que visiten el lugar que la ALA (American Librarian Association) llamó Frequently Challenged Books y construyó hace mucho tiempo para hacer visibles aquellos libros “prohibidos” o “peligrosos” y llamar así la atención sobre la censura que pervive en muchas instituciones, sobre todo las educativas.



Fue censurado en los Estados Unidos desde la década de los años 70 hasta bien entrado el siglo XXI por grupos feministas y educadores por presentar situaciones poco deseables, como niños sentados en la taza del water, adultos alcohólicos o fumadores.

Este tira y afloja que gobiernos y progenitores ejercen sobre la Escuela fomenta una censura institucional derivada del miedo, ese que coarta muchas veces a los docentes en la realización de actividades que puedan derivar en temas escabrosos y pongan en duda su profesionalidad como enseñantes. 
No obstante y para que no me tachen de corporativismo he de reconocer que en la Escuela al igual que en cualquier otra institución existe la opción personal de censurar aquello que no se atiene a la corrección esperada (N.B.: Estoy harto de que censuren mis pantalones cortos en verano mientras mis compañeras lucen piernas gracias a hermosos vestidos. Todo ello amenizado con cuarenta grados centígrados)


Este libro sigue encabezando la lista de libros censurables en Estados Unidos por su lenguaje ofensivo, racista y obsceno.

Editores, autores y autocensura

¿Por qué muchos autores de literatura juvenil edulcoran sus obras para hacerlas más comerciales? ¿Por qué existe cierta ausencia de personajes malvados en los cuentos infantiles actuales? ¿Por qué se ha desterrado al mal y los villanos de las historias dirigidas a los niños? ¿Por qué los cuentos populares no son aptos para las nuevas generaciones de niños pero sí para todas las anteriores? Sencillamente porque la compra-venta del producto cultural será más difícil a tenor de la censura.
Ciñéndome al estricto proceso creativo y de edición (dejo a un lado las modas, las tendencias, las denominaciones que buscan encasillar lecturas, las clasificaciones por edades que dirigen la industria editorial o las traducciones como mecanismo censor), hablaré del fino tul con el que se viste la autocensura. Bordado de palabras como “objetividad”, “criticismo”, “provocación”, “lirismo”, “compromiso”, “privilegio”, “humor”, “juego” o “poesía”... ¿Relativas? ¿Absolutas? ¿Necesarias? Todo depende del equilibrio que los creadores impriman a la obra y del prisma con el que se miren, algo que, a mi juicio depende del receptor final, el lector, que no necesita arengas ni disculpas, sino un poco de honestidad. ¿Libre, libertino o libertario? Es simplemente un extraño columpio sobre el que descansa la retórica. ¡Que más da!


Censurado en EE.UU. por contener un lenguaje ofensivo y vulgar, así como por poner en entredicho el llamado sueño americano.

Mientras que en nuestro país la censura gubernamental deja un poco de lado la literatura infantil, la industria editorial es la encargada de poner freno a diferentes publicaciones que pueden “tentar” a niños y jóvenes, que pueden “ofender” a padres y profesores, y que pueden “poner en peligro” el orden social.
No son pocos los autores que han denunciado el trato censor que muchas editoriales dan a sus creaciones, más si cabe cuando entran en juego aquellos grupos editoriales en los que la Iglesia (católica en nuestro caso, protestante en otros) y otras religiones meten mano. Todo empieza con palabras como “aborto”, “cocaína”, “puta”, “felación” o “cabrón”. Aunque son palabras que abundan en los pasillos de cualquier colegio o instituto, están mal vistas en la Literatura, no sólo por malsonantes, sino porque pesan. La disección de una sola palabra puede tener cientos de connotaciones, y si está inmersa en un contexto más amplio, miles.
A pesar de que muchos autores necesiten comer, hay que darse cuenta de que si se autocensuran, estarán provocando el fallecimiento prematuro de su arte y, sobre todo, que se desencadene la autocensura de otros, los mismos que leen sus libros con la esperanza de hallar algo de libertad, de pensamiento crítico y poder identificar sus experiencias personales con las de alguien más. Algo que poco tiene que ver con el arte incendiario y venenoso que usan muchos para abrirse hueco entre los lectores, porque esa realidad que a menudo se confunde con lo subversivo nada tiene que ver con Cortázar ni con el excelso capítulo 68 de Rayuela.


Este es uno de los libros más cuestionado en Estados Unidos hoy día por incitar al satanismo y la violencia y poseer un lenguaje ofensivo.

Luke, soy tu padre.” Familia y censura

En los tiempos que corren donde el superpaternalismo, la hiperalfabetización o el sobreproteccionismo son algunos de los pilares que sostienen la educación familiar, la censura es un arma más que fehaciente para construir hijos adecuados, intentos de niños modélicos. Chavales de proporciones aúreas que con estereotipos y prejuicios muy marcados se enfrentan a las miserias del mundo, a personajes infumables, a jetas y pillos, arribistas y trepas, mafiosos, asesinos, violentos y malhechores. También a encrucijadas inimaginables, diferencias lingüísticas, sociales, de raza, sexo o religión, es decir, al cúmulo de circunstancias que forma cualquier vida.
Por todo esto, cuando una madre, un padre o un hermano censura, está capando una elección que, al fin y al cabo, es en lo que consiste la supervivencia. Sin embargo, la tónica general es la de establecer pautas y comportamientos afines a los progenitores de tal manera que inculcar prevalezca sobre educar, es decir, la censura como herramienta de instrucción familiar.
Lo que nos quedaría por dilucidar es si la censura es positiva o negativa en dicho proceso. ¿Obligar a leer es censura? ¿Por qué es bueno leer? ¿El hecho de que tu leas te capacita para saber que va a ser bueno para mí? ¿Leer obras que tu detestes me hace peor persona? Generalmente, cuando un hijo disiente del modus operandi de sus progenitores y toma un camino diferente suele tener problemas en el seno familiar ya que, en cierto modo, reta a la autoridad familiar. Si a ello añadimos sentimientos y emociones, el enfrentamiento está servido. Y la censura se eleva a N.


Fue censurado en Argentina durante la dictadura militar de Videla por alentar a los niños a una "ilimitada fantasía".

Yo, censor

Cuando cojo un libro entre las manos y leo ciertas palabras, empiezo a retorcerme en el sillón y, aunque no suelo abandonar la lectura (“Soy fuerte, soy valiente. Soy fuerte, soy valiente”), me da por pensar que otros se recitarán lo mismo mientras me leen a mi, censor de tres al cuarto.
Aunque ustedes piensen que soy hombre de pocos filtros y menos pelos en la lengua, les confieso que yo también me censuro, y no pocas veces. Todo empezó cuando en una ocasión una mujer muy sabia (de más, diría yo) me dijo que la gente no estaba preparada para oír lo que tenía que decir. Me quedé callado y seguí dándole vueltas al jabón (es otra de mis aficiones, para enjuagarme de vez en cuando el cerebro, no sea que se llene de mugre). Y aquí sigo, pensando más de lo que escribo (¿Para qué? ¿Para que me censuren una vez más? Basta).
Y mientras estoy en esas del victimismo, veo pasar a un chico de unos veinte años, largo y seco como un ajo. Viste un top gastado, roquis azules, plataformas rosas y, como capa, nuestra bandera rojigualda. Los gitanillos de mi barrio se arrancan por el gran Peret. Una lo llama para que haga como que baila. Cuánta guasa... Me sonrío. Casi una carcajada. Y convengo conmigo mismo que lo mejor que podemos hacer contra la censura es tomarnos la vida con cierta ligereza. Y que si no lo hacemos, no hay de qué preocuparse: de hedonistas y bizarros está el mundo lleno.  


Toda la obra de Sendak es controvertida, prueba de ello es que las imágenes que abren y cierran estos apuntes pertenecen a dos obras censuradas en Estados Unidos. La cocina de noche fue censurada por presentar aun niño totalmente desnudo, mientras que Donde viven los monstruos fue tachado de promover la incorrección política e incitar a la brujería y la invocación de sucesos sobrenaturales.

Derechos de niñas, niños y adolescentes y el medio ambiente. Webinares, DNI Costa Rica.

 

Para participar:

1º Plataforma Webex: 4 de abril 2022 de 8h00 a 10h00 am (hora COSTA RICA)

https://dnicostarica.webex.com/dnicostaricaes/j.php?MTID=mcbeccec3ae8e477882de08df62f0dabf

2º Plataforma Webex: 5 de abril 2022 de 1h00 a 3h00 pm (hora COSTA RICA)
https://dnicostarica.webex.com/dnicostaricaes/j.php?MTID=md13ee96f168dad7c01ac77a13e59701c


"Las historias son alas que nos ayudan a remontar el vuelo cada día": Día Internacional del Libro Infantil 2022, 2 de abril.

Desde 1967, el
 2 de abril, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil con el fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.

Cada año, una sección nacional del IBBY tiene la oportunidad de ser la patrocinadora internacional del Día del Libro Infantil y selecciona un escritor representativo y a un reconocido ilustrador de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y el cartel que se distribuye por todo el mundo, y se promueva la celebración en las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc.

Este año le corresponde a la sección de Canadá, que difunde el mensaje del escritor Richard Van Camp (con el título de «Las historias son alas que nos ayudan a remontar vuelo cada día»), ilustrado por Julie Flett. Un homenaje al poder de los libros infantiles para expandir nuestros horizontes, encender nuestra imaginación y fomentar la comprensión.

Richard Van Camp es un escritor «Tlicho» (una nación índígena canadiense), autor de 26 libros, muchos de ellos dirigidos al público infantil. En 2015, recibió el R. Ross Arnett Award for Children’s Literature por su libro Little You. Su novela gráfica A Blanket of Butterflies fue nominada al Premio Eisner. En 2021, también obtuvo el CODE Burt Award for First Nations, Inuit and Métis Young Adult Literature con la obra Moccasin Square Gardens. En la primera colección de álbum ilustrado indígena de IBBY Canadá encontramos dos títulos suyos: A Man Called Raven y What is the Most Beautiful Thing You Know About Horses?, ambos ilustrados por George Littlechild, así como dos libros para bebés: Welcome Song for Baby: A Lullaby for Newborns y Little You, ilustrados por Julie Flett.

Julie Flett, la ilustradora del cartel, pertenece también a un pueblo indígena de Canadá (Cree-Métis). Ha recibido numerosos premios por su trabajo, como  el Governor General’s Award, el TD Canadian Children’s Literature Award, el Lieutenant Governor’s Award for Literary Excellence, y el American Indian Library Association Award. Es autora de numerosos libros, entre ellos Birdsong, que fue galardonado con las distinciones American Indian Youth Literature Honor Book y Boston Globe-Horn Book Honor. Varios de sus libros, entre ellos Little You, escrito por Richard Van Camp, han formado parte de las colecciones Indigenous Picture Book (en 2019 y 2021), que presentan los mejores libros ilustrados de creadores indígenas.

A continuación te ofrecemos la traducción del mensaje de Richard Van Camp realizada por Marcela Mangarelli:

Las historias son alas que nos ayudan a remontar el vuelo cada día

Leer es libertad. Leer es respirar.
Leer te permite ver nuestro mundo con ojos diferentes y te invita a habitar mundos que nunca querrás dejar.
Leer permite a tu espíritu soñar.
Dicen que los libros son amigos para toda la vida y estoy de acuerdo.
La plenitud de tu universo solo crece cuando lees.
Las historias son alas que nos ayudan a remontar el vuelo cada día, por lo tanto busca libros que le hablen a tu espíritu, a tu corazón, a tu mente.
Las historias son medicina. Curan. Reconfortan. Inspiran. Enseñan.
Benditos sean los narradores, y los lectores, y los oyentes. Benditos sean los libros. Ellos son la medicina para un mundo mejor, más luminoso.
Mahsi cho. Muchas gracias

En la web del IBBY puedes leer el mensaje original en inglés, y también puedes descargar el cartel en tamaño A3 y el folleto con información adicional sobre el autor y el ilustrador.


Fuente Revista Babar


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El arte rupestre hecho por niños/niñas demuestra el papel importante que tenían entre sus comunidades.

Encuentran arte rupestre hecho por niños hace más de 20 mil años en España
Las cuevas fueron los primeros lienzos en los que los seres humanos plasmaron su visión del mundo a través de imágenes de animales y personas. Es el llamado arte rupestre, desperdigado por muchas zonas del mundo. De manera reciente, un grupo de investigadores encontró en diferentes cuevas de España muestras de arte rupestre hecho por niños de entre 2 a 12 años de edad.

Las cuevas donde se hallaron estas muestras pictóricas se ubican en Fuente de Salín, Castillo, La Garma, Maltravieso, en Extremadura, y Fuente del Trucho, en Huesca. Los responsables del hallazgo y de determinar que la autoría de este arte es de origen infantil fueron Investigadores del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) y de la Universidad de Cambridge.

Los resultados se dieron a conocer en un estudio publicado en Journal of Archaeological Science que puedes leer en este enlace.

arte rupestre hecho por niños
Investigadores llevan a cabo labores de morfometría tradicional para determinar las edades de las manos encontradas en las cuevas de España. Imagen: Journal of Archaeological Science

Los niños también creaban

Del total de las 150 manos halladas en las ya mencionadas cuevas, un 20 a 25% fueron realizadas por niños de hasta 12 años con la ayuda de adultos. Se cree que estas representaciones fueron realizadas con la ayuda de una especie de aerógrafo primitivo hecho con dos huesos de ave en un ángulo de 90 grados. El artista soplaba para que el pigmento pudiera salir disparado y quedar plasmado sobre la superficie.

La mayoría de las manos son rojas y negras, y para ello se usaron materiales como ocres, hematites o manganeso. Para determinar las edades de los individuos que realizaron estas imágenes, los investigadores las compararon con muestras actuales de 600 individuos con ayuda de morfometría tradicional.

Los niños tenían una gran importancia en las comunidades prehistóricas

Verónica Fernández-Navarro, líder del estudio, asegura que el hecho de que los niños pequeños fueran tomados en cuenta para plasmar su anatomía en los muros es una muestra de la importancia que tenían para las comunidades.

Ejemplo de ello es una cueva de Francia donde se encontró una mano de un niño de unos tres meses plasmada en los muros.

«Está al fondo de la cueva, en un lugar de muy difícil acceso. Si llegaron hasta allí con el pequeño para soplarle la mano sería por algo», indica Fernández-Navarro.

Para la investigadora, este hecho demuestra que estas comunidades no eran jerárquicas ni cerradas sino que todos los individuos tenían una importancia notable.

«La mayoría de las manos están en lugares visibles y vinculadas a grupos grandes. Podían ser algún tipo de elemento cohesionador», señala.

Por qué los hombres prehistóricos hicieron arte en las cuevas

por qué el ser humano pintaba en las cuevas
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Algunos estudiosos afirman que los humanos prehistóricos pintaban, dibujaban o grababan por motivos estrictamente estéticos. Por otro lado, también es muy probable que haya una intensión espiritual, pues cada comunidad tenía una especie de animal tótem que guiaba y cuidaba a estos grupos humanos.

Durante miles de años y en áreas geográficas muy diversas de Europa, las comunidades representaron con frecuencia a animales como renos, bisontes y caballos. Aunque cierto arte rupestre parece dejar de lado esta veneración hacia los animales para mostrar algo más terrenal: las escenas de cacería.

Los investigadores Abbé Breuil (1877-1961) y Henri Begouën (1863-1956) desarrollaron la hipótesis de «magia premonitoria», la cual sugiere que los hombres prehistóricos dibujaban escenas de caza para “atraer la buena suerte” al momento de conseguir alimento.

Otros estudiosos como Jean Clottes y David Lewis-Williams pensaban que las figuras rupestres representaban visiones obtenidas durante estados de trance producidos por el sueño o la inhalación de sustancias contenidas en los materiales que se usaban para pintar como el carbón o el ocre.

Lo cierto es que hay una necesidad natural del ser humano, desde tiempos ancestrales hasta la actualidad, por conectarse a través del arte con su entorno para intentar dar un significado a aquello que no puede ser expresado con palabras.

Violencia de género en la juventud. Las mil caras de la violencia machista en la población joven.

Coordinadoras Jiménez Díaz, Mª Jesús y López Ruiz, Clara.
ISBN: 0211-4364

La violencia machista es un mal endémico que afecta a todas las mujeres, cualquiera que sea su condición, origen o circunstancias. Su presencia en la sociedad del siglo XXI la ha convertido en la principal preocupación de la Cuarta Ola del Feminismo actual, y su erradicación en el objetivo central de las feministas. Esta violencia incide especialmente en las adolescentes y jóvenes, y en los últimos tiempos -de la mano de las nuevas tecnologías- ha tomado nuevas formas a las que ellas se ven especialmente expuestas: las nuevas caras de la violencia machista. Internet se ha revelado al mismo tiempo como un espacio de protesta y manifestación de las mujeres pero también como un medio para ejercer esas nuevas violencias.

En este sentido resulta imprescindible revolucionar por completo las relaciones patriarcales de género para generar una conciencia social de identificación y rechazo de los patrones machistas y crear y aceptar nuevos tipos de género y de relación afectivo-sexual, diversos y siempre igualitarios. Este hecho incide especialmente en la necesidad de promover las llamadas “nuevas masculinidades” junto con las nuevas identidades promovidas desde colectivos LGTBI+. Y para ello las y los jóvenes son sus mejores aliados, en la reflexión y en la práctica de un nuevo modelo de géneros y relaciones.

Para ello hay que seguir investigando y publicando estudios sobre mujeres jóvenes y en especial sobre las formas de violencia a las que se enfrentan, haciendo propuestas para su eliminación a través de la educación y el compromiso para una sociedad justa, igualitaria y libre de violencias machistas.

¿Qué es TikTok y por qué triunfa entre las personas menores?

La mayoría de los adolescentes y preadolescentes quieren estar en TikTok, la red social que ya acumula más de 500 millones de descargas. Para muchos es una de las primeras razones para querer un móvil, junto con escribir mensajes a sus amigos y tener un perfil de Instagram. ¿Quieres conocer esta aplicación a fondo?.


La aplicación de TikTok ha sido diseñada como una red social, donde los usuarios/as comparten vídeos editados. Les permite seguir sus perfiles favoritos, indicar los vídeos que les gustan y enviar comentarios, como en cualquier otra red social. Y como en las demás, también se utilizan hashtag (palabras clave) para viralizar los vídeos creados, pudiendo llegar a tener millones de visualizaciones.

¿Por qué les gusta tanto TikTok?

Como ya ha ocurrido con otras redes sociales y aplicaciones, los menores han establecido su propia manera de usar TikTok, y han convertido la plataforma en un territorio principalmente juvenil. La mayoría aprovechan las herramientas que ofrece esta app para publicar vídeos acompañados de su música favorita, en los que realizan coreografías frente a la cámara. Pero también hacen vídeos con un toque de humor, imitaciones con pequeñas grabaciones de audio que extraen de programas de televisión, o graban bromas con amigos o familiares. En algunas ocasiones, se graban a sí mismos explicando sus pensamientos o reflexiones.

Son vídeos cortos, a menudo solo unos segundos, que se graban desde el móvil y se editan desde la misma aplicación. Se pueden combinar con la música y añadirles multitud de filtros y efectos. Así pues, los menores no necesitan más que un móvil con cámara y conexión a Internet para compartir sus creaciones.

Al tener una estructura de red social, crean retos y modas que se viralizan rápidamente. Por ejemplo, repitiendo una misma coreografía o reto en sus vídeos, animando a otros usuarios/as a reproducir la idea. TikTok tiene además una función específica para hacer ‘dúos’: vídeos que combinan los videos de dos o más usuarios distintos, en los que reproducen el vídeo del otro usuario o reaccionan ante este. Es una forma más de ‘responder’ ante las creaciones de otros usuarios, ganando popularidad.

El reclamo habitual de estas aplicaciones sociales no es muy diferente de cualquier otra moda adolescente: “quiero estar en TikTok porque la gente de mi edad está ahí”. Es un espacio más en el que relacionarse y conocer gente, donde además participan personas de referencia para ellos. Podemos encontrar famosos del mundo musical, de la televisión o el cine, así como influencers que han conseguido reconocimiento gracias a TikTok, YouTube o Instagram.

¿La clave para que les enganche?

Debemos recordar que las redes sociales están diseñadas para gustar. Filtros que consiguen que los vídeos se vean atractivos, una oportunidad de entretenimiento sin límites y, por encima de todo, un mecanismo para expresar el reconocimiento social. Cada like o seguidor que consiguen les proporciona un refuerzo, les genera un sentimiento de satisfacción y les anima a seguir con su actividad en la red.

 

Foto perfil TikTok
Foto perfil TikTokFoto perfil TikTok

¿Es apropiada para los chavales y chavalas?

Si nos atenemos a la legalidad, la aplicación recomienda que los usuarios/as tengan al menos 13 años. Pero en España, según el RGPD para poder registrarse, sin necesidad de consentimiento paterno, los menores han de contar con al menos 14 años de edad. Como ocurre en casi todas las redes sociales, es sencillo variar la edad para saltar este filtro a la hora de crear su perfil. Por ello, es importante que los adultos sean conscientes de si el menor pretende utilizar TikTok y le transmitan la necesidad de contar con su permiso.

Este tipo de aplicaciones conllevan algunos riesgos para niños/as y adolescentes por el simple hecho de ser redes sociales:

  • Pérdida de privacidad: los menores no siempre son conscientes de la importancia de proteger su información personal, y fácilmente pueden mostrar en sus vídeos más de lo que quisieran. Una vez que comparten un vídeo, cualquier persona puede verlo o incluso descargarlo y difundirlo a través de otras aplicaciones.
  • Contacto con desconocidos: este tipo de aplicaciones son un espacio en el que pueden relacionarse y conocer gente, comunicándose a través de comentarios o mensajes privados. Sin embargo, cualquiera puede crear un perfil falso y atractivo para llamar la atención de un menor.
  • Contenido inapropiado: las publicaciones y la presión social pueden favorecer la promoción de actitudes sexistas y/o peligrosas para la salud, así como el fomento de modelos de referencia inalcanzables. Por ejemplo, vídeos en los que los adolescentes aparecen saltando por encima de coches en marcha, o coreografías musicales con cierta connotación sexual. Además, es común que algunos usuarios/as utilicen un lenguaje inadecuado en los comentarios o videos.
  • Uso excesivo: la aplicación permite pasar de un vídeo a otro indefinidamente, y los usuarios más activos actualizan con publicaciones diarias, lo que supone cierta presión para sus seguidores si quieren ‘estar al día’. Por otra parte, crear los vídeos requiere dedicar tiempo para ensayar, varias grabaciones y tiempo para editar la publicación hasta conseguir la calidad deseada.
  • Ciberacoso: en TikTok es posible recibir comentarios públicos y privados, y las críticas entre adolescentes pueden ser crueles o desmedidas. Un vídeo que reciba decenas o cientos de comentarios de este tipo puede resultar perjudicial para su autoestima y su desarrollo emocional. En casos extremos, los acosadores pueden publicar vídeos humillantes sobre otras personas, en los que se burle o ridiculice a los protagonistas.

Pero como cualquier red social, TikTok también ofrece aspectos positivos si se utiliza con responsabilidad. Sin duda favorece la creatividad y las habilidades artísticas con la creación de publicaciones de interpretación o baile, y muchos perfiles en esta red fomentan actitudes saludables como el deporte, la música y la diversidad cultural. Asimismo, es un medio de ocio más en el que pueden relacionarse entre iguales, conocer personas con las que compartir sus aficiones e inquietudes, y expresar sus sentimientos e ideas.

Recomendaciones para las familias

Seguramente podemos anticiparnos, mientras empiezan a insistir en que les gustaría hacerse una cuenta de TikTok, y tomar algunas medidas antes de descargarla. Es importante valorar la madurez del menor y esperar el momento adecuado. Además, siempre es útil y positivo para los menores promover hábitos de uso seguro de Internet antes de que comiencen a usar este tipo de redes sociales.

A la hora de empezar a utilizarla, es necesario configurar la aplicación y adaptar los ajustes de privacidad para el tipo de uso que queremos que realice el menor. En primer lugar, debemos valorar la posibilidad de establecer la cuenta como privada, de manera que solo las personas que acepte como seguidores puedan ver sus publicaciones, si es necesario restringir los comentarios, o si es preferible evitar la personalización de anuncios en esta plataforma, entre otras opciones.

El primer juzgado para niños víctimas de violencia: “Contar una cosa que te hace sentir mal es un superpoder”.

Una experiencia piloto en Las Palmas de Gran Canaria utiliza todos los recursos 
para que el proceso no cause aún más daño a los niños y adolescentes.
... aquí son “niñocéntricos”...


El equipo del juzgado, con el juez Tomás Luis Martín sentado en el centro,
el jueves en Las Palmas de Gran Canaria.

El televisor muestra un primer plano de Sol, llamémosla con este nombre. Acaba de contar que un hombre le hizo “eso” hace unos años. Con “eso” quiere decir que la violó. Ahora tiene 13 y sus mejillas rojas revelan que la tensión bulle por dentro al recordarlo. Habla calmada. Está en una habitación junto al juez Tomás Luis Martín y sabe que la están grabando. Hace un momento le ha explicado que las reglas las pone ella. “Si estás cansada, dímelo. Si tienes hambre, te traemos algo. Si te quieres quitar los zapatos, te los quitas. Nosotros nos acomodamos a ti”. En otra sala miran la pantalla los abogados, el fiscal, el investigado. Esta es una prueba preconstituida, realizada durante la fase de instrucción, y tiene como fin que Sol no tenga que volver a contar en un juicio lo que le sucedió. Hace apenas media hora estaba jugando con su madre y con el propio Martín. Cuando termina la prueba, practica un rato con unas gafas de realidad virtual. “Yo no me voy sin probarlo, que lo vi en TikTok”, dice muy risueña. Este es el juzgado de los niños.

El suelo del pasillo es de césped artificial, igual que el de la estancia que alberga la pizarra que ocupa toda una pared. Una figura de Mr. Potato saluda sobre la mesa de la psicóloga forense; y en la sala donde los críos esperan a que comience su exploración ―así se llaman sus declaraciones―, hay juegos, puzles, un televisor donde ver dibujos animados. Los niños pueden correr por allí, tumbarse en el suelo si quieren. El Juzgado de Instrucción 3 de Las Palmas de Gran Canaria es el primero especializado en violencia contra la infancia y la adolescencia en España, un proyecto piloto autorizado por el Consejo General del Poder Judicial, que se puso en marcha el 1 de octubre, con una duración de dos años.

Aquí todo comparte el mismo objetivo, desde los muebles hasta el protocolo con el que se atiende a los niños: darles un buen trato, acompañarlos y reducir la ansiedad. Que la experiencia no suponga un nuevo trauma, y para ello todos tienen algo grabado a fuego: estos asuntos tienen prioridad alfa, los plazos no pueden eternizarse. Tres niñas pasan la mañana de un miércoles por aquí. Sol es la primera.

Unos días antes recibe la citación, que no es una carta al uso, sino un cuento, Hoy vamos al juzgado. “Contar una cosa que te hace sentir mal es un superpoder”, se lee. Está dirigido a niños de 7 a 12 años, el equipo ya está trabajando en uno para adolescentes. A las 9.14, en el control de seguridad avisan de que la niña ha llegado, acompañada de su madre. Dos agentes del grupo adscrito de la Policía Judicial de Las Palmas de Gran Canaria bajan a recogerla. Las instalaciones están en la Ciudad de la Justicia, inaugurada en 2014.

Hay dos circuitos, por la puerta principal de la torre cuatro ha llegado el investigado. Por otra, en el lado opuesto y media hora más tarde, entra la menor. Imposible que se crucen. Los agentes, siempre de paisano, llevan las placas bien visibles, hablan con los niños, procuran distraerlos. “El trayecto hasta el ascensor dura unos 50 segundos, no pasan los arcos de seguridad, no se cruzan con detenidos”, explica el oficial jefe Alberto Pulido.

Una vez en la quinta planta, llega el mundo de los pequeños. A Sol la recibe la letrada de la administración de justicia, Ana Sola, quien le regala una mochila con una libreta y lápices de colores con la mascota del juzgado, Togui, una figura que diseñó uno de los funcionarios mucho antes de que este piloto fuera una realidad. Porque este proyecto que se materializa ahora empezó a forjarse hace mucho.

Martín hizo su primera prueba preconstituida en 1999, con una cámara de vídeo que compró él mismo con una forense, con el fin de que la declaración durante el proceso de instrucción fuera suficiente y no hiciera falta repetirla en un juicio, algo traumático para muchos menores. De hecho, la ley de protección de la infancia frente a la violencia aprobada el año pasado la instaura para los de menos de 14 años. El juez muestra fotos en su móvil tomadas hace ya nueve años, cuando sacaban juguetes, peluches y colgaban algún póster en las paredes en la sala en la que los exploraban.


La mascota 'Togui', en una imagen cedida por el juzgado.
NACHO DE LA PEÑA
Por ello, cuando en junio de 2020 el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de la ley de infancia, que da el mandato de crear juzgados especializados, Martín reunió a su equipo. Son 10 funcionarios, además de Sola y él. “Les conté el proyecto. Dijeron que sí”. Aquí siguen tratando otros asuntos, pero los de violencia contra la infancia se priorizan. Ana Sola cuenta que se ponen “en una carpeta distinta, se señalan las declaraciones con un lápiz verde”. El juzgado tiene su propio lenguaje.

Antes de la exploración de Sol, el juez ha entrado en la sala de estancia a presentarse. En aquel momento la niña no lo dice, pero piensa en lo alto que es, lo confesará luego entre risas, cuando todo haya acabado. “Esto es un jarro de agua fría, helada, pero hay que seguir adelante”, responde su madre cuando Martín le pregunta cómo se encuentran. Minutos después, están los tres haciendo un concurso de dibujo en la pizarra. La victoria de la madre de Sol es aplastante.

A las 10.14, la niña entra en la sala de exploración, donde hay luz natural y una pared forrada con un vinilo que parece un bosque, con colores claros. El juez guarda los juegos en un armario, por si algún niño se bloquease y tuviera que recurrir a ellos durante la propia prueba. No es una sala Gesell con un espejo detrás del cual se sientan investigado, fiscal y abogados. Son dos salas totalmente separadas.

“De la verdad también forma parte: no lo sé, no me acuerdo”
“Nosotros jugamos solo en una parte del terreno, la de la verdad”, le explica Martín a Sol al empezar. “La cuestión es qué es la verdad. No es lo que tú crees que yo quiero escuchar. De la verdad también forma parte: no lo sé, no me acuerdo, recuerdo esta parte, pero esta otra la tengo confusa”. Así empieza una charla que durará 45 minutos, en los que la niña recuerda lo que ocurrió el día en que todo cambió para ella.

Primero hablan de las vacaciones, de las Navidades. Y después entran en detalle. La letrada de la administración de justicia comprueba que todo funciona correctamente en la otra sala, la de observación, estructurada como una sala de vistas tradicional. Un técnico está atento: si la niña o el juez mueven la silla, abre el plano, si está contando lo que le ocurrió, activa el zoom.

“Es difícil contarlo”, le dice el juez a Sol. Cuando ya llevan un buen rato hablando, le comenta que va a comprobar que la grabación es correcta y enseguida vuelve. En realidad pregunta a los abogados y al fiscal si tienen preguntas y regresa a la sala. “Esto es como nadar en una piscina”, le cuenta a la niña, “nos sumergimos para bucear y salimos a coger aire, para luego poder volver a hundirnos”. Así vuelve a indagar en lo que pasó aquel día que ella solo querría olvidar.

El lenguaje se adapta a cada menor. “Hemos hecho pruebas preconstituidas a niños menores de tres años”, recuerda Martín. A una pequeña de nueve, vestida de rosa y que habla bajito y mirando hacia el suelo, el juez le propone hacer un juego. Que imagine dos fuentes, una de su color favorito, el azul, y otra del que menos le gusta, el amarillo. Al finalizar la charla, la azul tiene que estar llena de piedritas azules, las de la verdad, y la amarilla no puede tener ninguna piedrita amarilla, las de la mentira. A eso se compromete ella, y así asegura que ha sido al final de la exploración, en la que ha relatado las “cosas malas” que le hizo un hombre.

En la otra sala, el investigado por exhibicionismo la escucha. El trabajo del juez también es tomarle declaración a él, y a posibles testigos. Pero todos los niños que intervengan en el proceso pasarán por la zona pensada para ellos, para alejarlos todo lo posible del ambiente del juzgado.

Desde que se puso en marcha, han ingresado más de 150 asuntos que tienen que ver con violencia contra la infancia, todos los que se han producido en Las Palmas de Gran Canaria y las localidades de Santa Brígida y San Mateo. La mayoría, por maltrato y delitos sexuales. Lo peor de la sociedad se encierra en las carpetas que se guardan en el archivo. “Son casos muy penosos, en muchas ocasiones la población es ajena o no es consciente del dolor de los niños en el ámbito familiar, donde muchas veces se produce maltrato o abusos, donde deberían estar más protegidos, y, en los casos que vemos aquí, donde están más en peligro”, afirma el fiscal adscrito al juzgado, Luis Leopoldo Estévez Sánchez.

Especialización, agilidad y otra mirada centrada siempre en el niño.
Tres conceptos se repiten entre los profesionales que engrasan el engranaje del juzgado:
 Especialización.   Agilidad.   Otra mirada, centrada siempre en el niño. 
En octubre se creó una unidad de valoración integral, formada de momento por una psicóloga y dos médicas forenses, trabajadoras del Instituto de Medicina Legal. Eva Bajo y Cintia Vasconcellos son las médicas. “Han aceptado estar de guardia gratis los 365 días del año. Si un niño va al hospital y hay que valorarlo de urgencia, acude una de ellas. Si se les cita para un reconocimiento, también se encargan ellas”, cuenta el juez.

Bajo explica que el reconocimiento “comienza con un kit, unos puzles, unas figuras”. “Requiere una buena preparación. Antes estábamos pensando más en la prueba forense. Pretendemos no solo no victimizar al menor, sino que sea el inicio de su proceso de recuperación”, apunta. Vasconcellos puntualiza, además, que no solo se centran en una lesión concreta que deban evaluar, sino que valoran toda su historia clínica. “Podemos solicitar lo que queramos, vía juzgado, incluso estudiar su expediente académico, por si vemos algo que coincida con alguna lesión”. Están pendientes de recibir material con el que poder grabar, en alta definición, sus reconocimientos. “Cuatro ojos ven más que dos, así podrán revisionarse y adjuntarse al informe”, señalan las dos.

Ambas trabajan con Mónica Rincón, la psicóloga forense. Mantienen reuniones e incluso exploraciones conjuntas. Vasconcellos asegura que una gran diferencia con otros juzgados es “el tiempo en la asistencia, porque un menor tiene una espera de tres o cuatro meses” hasta el reconocimiento por parte del médico forense. “Aquí, una semana o dos”. La psicóloga insiste en esta idea y dice que en su campo la situación es aún peor. “La dilación en la atención es un factor de victimización superimportante del paso de los niños por los juzgados. Pueden haber pasado años hasta la primera valoración del psicólogo, la del daño psíquico, por ejemplo. El informe de credibilidad, que puede tardar dos años, aquí se intenta que esté en un mes”, apunta.

La visión “adultocéntrica” del sistema judicial.
Rincón indica que el sistema de justicia funciona con una visión “adultocéntrica”, pero que aquí son “niñocéntricos”. Se rompe la cabeza para lograr que una menor con discapacidad que no habla pueda expresarse. Fue capaz de señalar en dibujos las lesiones que sufrió y atribuírselas a la persona investigada. “Estamos tratando de conseguir cosas que en otros juzgados serían impensables”.

La psicopedagoga Zaira Santana,con gafas de realidad virtual frente a la pizarra
Normalmente, son los psicólogos forenses quienes realizan las pruebas preconstituidas, pero Martín se ha formado para ello, así que en este juzgado la mayoría las hace él. Rincón las examina todas, y se encarga de hacer peritajes. “Si la recogida de información se hace bien, si se presenta una prueba sólida, puede generar que el caso derive en una condena”, expone la psicóloga.

La psicopedagoga Zaira Santana, con las gafas de realidad virtual frente a la pizarra, en el juzgado especializado en violencia contra la infancia, en Las Palmas de Gran Canaria. 
La psicopedagoga Zaira Santana, con las gafas de realidad virtual frente a la pizarra, en el juzgado especializado en violencia contra la infancia, en Las Palmas de Gran Canaria.

La viceconsejera de Justicia del Gobierno canario, Carla Vallejo, apunta que el objetivo es lograr algo “que se consigue poco: que la justicia sea eficaz y sea ágil”. Cree que debería haber una jurisdicción especializada y que el éxito del proyecto sería que la experiencia se replicara en otros juzgados. Su puesta en marcha ha costado unos 287.000 euros, entre el acondicionamiento de espacios, estudios y trabajos técnicos. Parte de los fondos provienen del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, cuenta Vallejo.

El proyecto sigue creciendo y ya han comenzado las obras de la casa de la infancia en el Instituto de Medicina Legal, que tendrá una entrada independiente y será una zona exclusiva para los niños, para evitar que pisen los juzgados. Cuando esté en marcha, todo se trasladará allí.

Mientras ese momento llega, su experiencia en el juzgado es ya muy distinta, en gran parte, reconoce el juez, gracias al trabajo de la ingeniera del edificio, Eva Ortiz, “la conseguidora”, quien ha hecho realidad la estructura que Martín tenía en mente. “Trabajamos con una ecuación metida en la cabeza: cuanto mejor trato das a la víctima, cuanto más reduces su estrés, mejor es el testimonio y menor es la impunidad. Esto no está demostrado científicamente y estamos empeñados en lograrlo”, sostiene el juez.

Cuanto mejor trato das a la víctima, cuanto más reduces su estrés, mejor es el testimonio y menor es la impunidad, Tomás Luis Martín, juez.

Para ello, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria está realizando un estudio. Ya tienen algún dato sobre la mesa. “El peor de nuestros tiempos es cinco o seis meses inferior a la media de los mejores tiempos en el resto de juzgados de la provincia”, apunta Martín, quien dice que tardan hasta hacer una prueba preconstituida, de media, entre 12 y 14 días desde que les llega el caso. Los resultados definitivos llegarán a final de año.

La psicopedagoga Zaira Santana, incorporada al proyecto con fondos de la Fundación Mapfre, participa en este análisis y está presente cada día en que hay pruebas preconstituidas. Ella es la responsable de que los espacios “se adecúen a la arquitectura de la víctima”, para reducir la ansiedad de los niños y de sus acompañantes. “Nunca se nos ha bloqueado un niño”, dice Martín. Los ritmos los marcan ellos, no hay prisa.

Pasadas las once de la mañana, Sol ya ha terminado. Santana la acompaña a la sala de descompresión, como la llaman aquí. Los armarios blancos se camuflan con las puertas, también blancas, y hay una mesa en el centro. La niña se pelea con las gafas de realidad virtual, las que la psicopedagoga ha prestado hasta que tengan las suyas propias en el juzgado. Al fin consigue ponerlas en marcha y empieza a mover los brazos y a jugar.

Quizás Sol quiera declarar en el juicio, si los profesionales que la están evaluando consideran que es bueno para ella. Pero ya no está obligada a hacerlo, puede continuar con su vida. A las doce, salen por la puerta del juzgado, con un libro que ha escogido de la biblioteca, Las aventuras del joven Lupin, bajo el brazo. En menos de tres horas ha acabado todo.