1. Todo sucede en el bosque.
También el mar y el desierto son montes llenos de cortezas. Grandes ballenas y cuervos atraviesan espesuras buscando huecos en los árboles. Y un par de niños se extravían de noche. Uno emprende un viaje por un río. Una se encuentra con un lobo, una madrastra, un hombre de hojalata, un conejo.
El niño y la niña que se pierden pero encuentran historias. Las historias como linternas. Linternas y bosques. Literaturas y mundos. Para que haya una vez.
Este es un blog personal que habla de lobos, dragones y viajes de 80 días. Un blog para recorrer caminos largos y cortos, amarillos, llenos de migas, escondidos tras las puertas de un ropero o al volar a la segunda estrella a la derecha. Una página para alumbrar ciertas secciones del inmenso bosque de la literatura infantil y juvenil (que crece y crece como habichuela), con una mirada crítica, y para compartir la fascinación por las historias que son leídas por primera vez: cuando se empieza a leer, cuando se sigue leyendo. Libros, autores, ideas y personajes que inspiran, confrontan, intrigan, sorprenden, que detonan el vocabulario de la imaginación y el pensamiento crítico.
Todo comienza en el bosque, de noche, con una linterna. Bienvenidos y bienvenidas.
2. Periodismo cultural, crítica literaria y mediación lectora son, para mí, complementarios. Incluso, quizá, diferentes formas de responder a un mismo tipo de preocupación o compromiso social y artístico.
El periodista observa, cuestiona e investiga para informar sobre ciertos temas, traducidos en hechos; quiere acercarlos a la gente porque cree relevante que se conozcan e intenta hacerlo desde muchas perspectivas, busca ser objetivo o asume la subjetividad como un valor en lo que comunica. Es una suerte de mediador y crítico.
El crítico literario lee y cuestiona, selecciona y contrasta, señala un pasado, propone continuidades y rupturas en una tradición, esboza tendencias, vanguardias, para analizar más profundamente la creación literaria; pero también quiere llegar a alguien, formar a otros lectores críticos, dialogar con la propia literatura y con un lector modelo. Tiene algo de periodista y mediador.
El mediador, en nuestro campo, lee, selecciona y difunde con una mirada sensible a un lector particular, comprometido socialmente. Traduce sus experiencias de lecturas en nuevas experiencias de lectura, en encuentros, hace pequeñas historias con las historias (adapta, juega, conecta, entrecruza a partir del libro). Es una suerte de periodista y crítico.
Quizá el rigor en el análisis y la investigación, que comparten desde hace tiempo la crítica y el periodismo, sea el aspecto que más pueda aportar a la profesionalización del fomento a la lectura. Ambos se escriben, y ese tránsito del pensamiento a la palabra escrita implica cierta pausa, una relectura permanente de lo leído y observado, de lo interior y exterior; balance, autorreflexión, corrección y edición sobre la marcha, ejercicios que no siempre tienen lugar en la mediación.
El fomento a la lectura, y esto sí la diferencia de las otras dos, está más volcado a la acción que a la reflexión sobre la acción. Es, en el mejor sentido, activismo. Requiere mucha participación y más participantes, por eso acepta entre sus filas a personas de cualquier formación, es más incluyente e indulgente, promueve espacios más abiertos, se adapta a la vida que le toque (al libro y al espacio que haya), porque tal vez sólo tenga esa oportunidad, ofrece una recompensa inmediata (el placer del intercambio con los lectores) y casi siempre opera como voluntariado.
Muchas de estas cualidades pueden ser también defectos cuando pensamos en la profesionalización. El entusiasmo repentino, toda esa apertura, la visión a corto plazo y la falta de remuneración a veces banalizan la práctica: el libro que sea, un ratito nomás (aunque sea 20 minutos al día), no importa si no hay continuidad ni registro, porque está bien visto, para cumplir un objetivo institucional… (Y aquí este tipo de mediación encuentra eco con una manera de editar libros para niños, niñas y jóvenes, pero esa es otra historia.)
Al final, el periodismo y la crítica pueden reforzar la revisión atenta y actualizada de la creación artística, de la literatura, entre mediadores de lectura, y dar pie a la reflexión y al estudio sobre su práctica. Las buenas intenciones bien meditadas y encauzadas significan y sirven más y llegan más lejos.
Aportar a esa formación y mirada crítica, pero también compartir el entusiasmo por la lectura, la literatura y los libros es uno de los principales objetivos de este blog. Convocar a lectores con alma de periodistas, investigadores, creadores, críticos y mediadores.
3. En 2008, cuando entré a trabajar al periódico Reforma, descubrí el mundo de los libros para niños, niñas y jóvenes, y fue un flechazo; muy pronto empecé a reseñar novedades, entrevistar a autores y reportear eventos vinculados a la literatura infantil.
Reforma contaba con un semanario infantil bastante único: Gente Chiquita, que tenía muchísimos lectores (un tiraje de unos 150 mil ejemplares cada sábado) y daba especial importancia al arte y a la lectura crítica (desde el semanario se convocaban concursos anuales de dibujo y cuento e incluso había un consejo editorial infantil que sesionaba mensualmente para criticar y sugerir contenidos).
En 2012, decidí que formalizaría el flechazo y renuncié al periódico para hacer un máster en libros y literatura infantil y juvenil. Seguí colaborando de manera externa con el diario, lo hice hasta el año pasado, pero cada vez se fueron limitando más las secciones en las que me interesaba escribir. De hecho, poco después de irme, los directivos del periódico cancelaron Gente Chiquita (en realidad fue transformándose en otras secciones y hoy es una revista mensual llamada Genial, pero su alcance y operación cambiaron drásticamente).
Como ya no tenía dónde escribir con regularidad sobre el tema decidí abrir un espacio propio. Esto conectaba con un antiguo deseo de independencia laboral y con mi propia tesis de licenciatura, que era una defensa de los medios alternativos o ciudadanos en la forma de una revista de arte y naturaleza (tesis, por cierto, dirigida por el querido y admirado Ignacio Padilla). Además, en 2013, había terminado ya el máster y me sentía con más herramientas para lanzar un blog así: de periodismo especializado en literatura infantil y juvenil. No había visto ninguna propuesta mexicana de este tipo todavía y sin duda crecía el público al que podía interesarle. De forma que el 4 de enero de 2014 lo lancé. Y aquí sigo.