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Pablo comenzó a tomar conciencia de los problemas ambientales desde los consejos locales de infancia y adolescencia de su ciudad (Granada). Ana aprendió sobre el cambio climático de forma teórica y comenzó a verlo de cerca a través del voluntariado. En el grupo La Liga por la Tierra, Erika llegó a la conclusión de que el tema medioambiental preocupa mucho a la juventud. Amnah tuvo la oportunidad de asistir a la COP27 celebrada en Sharm el-Sheikh (Egipto) en 2022.
Como ellos, miles de niños, niñas y adolescentes han tomado conciencia y se involucran en las acciones contra el cambio climático: el desafío medioambiental afecta al futuro de todos y todas y no quieren quedar fuera de la toma de decisiones.
Algunos han compartido en un seminario online celebrado el pasado 6 de julio sus experiencias y activismo: desde encuentros locales e internacionales hasta su actividad en sensibilización e información adaptada a la infancia.
La infancia en las negociaciones
Las Conferencias de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) son encuentros anuales donde generalmente no se cede altavoz a la infancia. “Han sido espacios muy técnicos durante muchos años, donde solo iban funcionarios de ministerios a negociar sus emisiones de carbono”, cuenta Pablo Morente Acale, responsable de Cambio climático y Cooperación al Desarrollo del Consejo de la Juventud de España. Sin embargo, “el cambio climático afecta a nuestro futuro y al futuro de generaciones, no puede ser que todas las decisiones se tomen en un sitio súper lejano y súper técnico sin mucha transparencia”.
Lucía, del Grupo asesor de UNICEF España, coincide: “Es muy importante que se tome en cuenta lo que la infancia tiene que decir, se está negociando nuestro futuro y deberíamos ser parte de esas negociaciones”.
“El cambio climático afecta a nuestro futuro, no puede ser que todas las decisiones se tomen en un sitio súper técnico y sin mucha transparencia”
Por eso, la juventud empezó a salir a la calle de forma masiva (“la COP celebrada en Madrid fue la primera vez que este espacio fue visible para la sociedad”, dice Pablo). Después, niños y niñas comenzaron a ir a estas cumbres internacionales como observadores.
El siguiente paso, para Pablo, es que la infancia y adolescencia estén en las negociaciones sobre clima, donde se están tomándose las decisiones. “Para eso tienes que ser parte de la delegación de tu gobierno”, dice. “Y necesitamos que el lenguaje se traduzca para que los tecnicismos lleguen a la sociedad”.
Críticos con la COP27
Francisco Vera, joven activista de UNICEF España, ha participado en actos como la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial o la Conferencia de los Jóvenes Defensores de Derechos Humanos en Viena, y promueve la conciencia ambiental desde la campaña Guardianes de la Vida.
Coincide con Pablo en que los niños y niñas no deben estar en estos espacios solamente “para la foto”, sino dentro de las negociaciones climáticas. Algo que él consiguió en la COP27 de 2022: “Logré intervenir en una de las negociaciones, la de balance global. Fue un gran avance. Los menores de 18 años no pueden hablar en las negociaciones, eso es limitante”, cuenta.
El logro que destaca de la cumbre fue la creación de un fondo financiamiento climático: “Se hizo hincapié en cómo los países deben financiar las pérdidas y daños. Pero hizo falta concretizar”.
Ana y Amnah también estuvieron en la COP27. Ana, de Plan Internacional, destaca la existencia de un pabellón para la juventud: “Se habilitaron espacios para que nosotras hablásemos. Pero no sé hasta qué punto se llegó a implementar lo que dijimos, si se incluyó en las políticas”, dice. “Por ese lado sentí que cojeaba un poco”.
“Lo más bonito fue representar a un grupo de gente”, recuerda Amnah, del Grupo asesor de UNICEF España. Pero se muestra crítica con la organización: “Egipto no es para nada un país donde estén impulsando la transición ecológica. Es contradictorio que se celebre ahí la COP. ¡El pabellón de Emiratos parecía una nave espacial! Todo eso requiere un gran consumo eléctrico”.
“Las próximas COP deberían ser mucho más ambiciosas respecto a combustibles fósiles”, opina Ana, que cree que se debería enfocar no en “crecer verde” sino en el concepto de decrecimiento.
“Hay que estar presente para seguir exigiendo y haciendo esfuerzos, que podamos ver que los combustibles fósiles no son el futuro”
Respecto a la COP28, que tendrá lugar en 2023, Francisco critica que se celebre en Dubái, cuyo presidente lo es también de la industria de petróleo del país: “Uno de los objetivos de las organizaciones internacionales es precisamente el cambio de uso de combustibles fósiles a energías limpias. Que quien esté presidiendo esta cumbre sea una persona que lo más lógico es que defienda sus intereses (que el combustible fósil siga adelante) es una cosa grave”.
Señala, aún así, que hay que estar presente “para seguir exigiendo y haciendo esfuerzos, que podamos ver que los combustibles fósiles no son el futuro. Hay que hacer una transición energética justa”.
Información y educación como herramientas de cambio
Una parte importante del trabajo de estos chicos y chicas es aproximar la información medioambiental a sus pares de forma adaptada. “No hay una educación como tal a nivel de cambio climático y sostenibilidad en institutos”, dice Lucía. Ella hace talleres de educación medioambiental con niños y niñas; Amna comparte información sobre los ODS de forma amigable; Jordi, desde la campaña Youth for change de Plan Internacional, elabora documentos y campañas relacionadas con activismo juvenil.
“Tenemos un problema, no sabemos comunicar las oportunidades a los jóvenes. Esas oportunidades de participar en foros existen”, dice Jordi. Cree que la infancia y juventud tienen un doble rol activista: es capaz de movilizarse y generar un cierto cambio, como Greta Thunberg, pero también hacer activismo desde el papel de consumidores.
Los chicos y chicas del seminario comparten algunas de las dificultades en el camino del activismo medioambiental. Amnah reconoce que a veces cuesta que se les tome en serio por su edad: “De ahí viene que no se nos dote de recursos, al no confiar en nosotros. Yo esto lo he vivido a nivel local: hemos tenido ideas de talleres, cosas que hacer, y se nos dice, no sabemos cómo vais a gestionarlo. No nos dan la oportunidad”.
“Jóvenes y adolescentes nos enfrentamos a un discurso derrotista y catastrofista. Pero no está todo perdido”
Otro obstáculo es la ecoansiedad que sufren muchos niños, niñas y adolescentes, que puede llevar al desánimo: “Jóvenes y adolescentes nos enfrentamos a un discurso derrotista y catastrofista”, advierte Ana. “Muchos dicen, qué más da, para lo que voy a hacer yo, para qué hacerlo”, coincide Lucía. Ana anima a actuar contra el discurso de que no hay nada que hacer: “No está todo perdido, hay que intentar dar un discurso positivo porque si no la gente se queda paralizada”.
¿Cómo incentivar a que los más jóvenes se involucren? “Eso se logra por una parte con educación climática y medioambiental”, dice Francisco. “Desde la escuela y los colegios. Que los niños puedan participar en sus municipios y sus localidades, puedan incidir en los problemas que hay en su entorno. Que el colegio sea un apoyo”. Y opina que el acceso a la información de los niños y niñas es algo importante. “Yo creo que si les damos un panorama general a los niños (por medio de talleres, espacios pedagógicos…), ya saben cómo actuar. Es la mejor manera de hacer, con la educación”.