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¿Son las ciudades actuales entornos adecuados para los niños?.


Pedagogos, sociólogos y arquitectos ven urgente un replanteamiento de las urbes 
 para que dejen de ser esos lugares inhóspitos,
 y vuelvan a ser de la ciudadanía. Una ciudadanía inclusiva y plural.


El País.
Una niña con mascarilla en una céntrica, Pamplona. EP.

Dice Francesco Tonucci, psicopedagogo de referencia internacional y gran activista de la protección de la infancia, que la ciudad es ahora como el bosque de nuestros cuentos: un lugar sucio y gris al que tememos. La ciudad es difícil para todos. Lo es para los adultos, pero también para los mayores, para las personas con necesidades especiales y, obviamente, para los niños. Lo sabemos los que tenemos hijos y encontramos las ciudades como territorios inhóspitos en los que el paseo, el juego y la estancia no tienen cabida en sus calles. Todo está compartimentado y estructurado, todo gira en torno a la movilidad, pero incluso esa movilidad es muy determinada: el carro no cabe entre los coches ni puedes acceder con él a muchas estaciones de metro, los niños han perdido su autonomía, el tráfico y los edificios han fagocitado la espontaneidad del juego. La economía manda.


Pedagogos, sociólogos y arquitectos ven urgente un replanteamiento de las ciudades para que dejen de ser esos lugares inhóspitos y vuelvan a ser de la ciudadanía. Una ciudadanía inclusiva y plural que tenga en cuenta a los niños, niñas y adolescentes. Sobre ello versó el encuentro intergeneracional Ciudad y ciudadanía de la infancia y la adolescencia en el COVID, organizado por el Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia (GSIA) el pasado 26 de junio. A través de esta jornada, que contó con la participación de Tonucci y de un grupo de jóvenes de la ESO y Bachillerato, se buscaba poner el foco en la necesidad de negociar los espacios de convivencia en la ciudad entre los distintos ciudadanos que se mueven en ella –incluidos los niños y adolescentes–, pero también en la necesidad de incorporar en la escuela la visión de los estudiantes como ciudadanos de pleno derecho.

Para Lourdes Gaitán, socia fundadora del GSIA y secretaria del Comité Científico de Sociología de la Infancia de la FES, hoy las ciudades se han vuelto cada vez más segregadas, “son ciudades más para pasar que para estar”, y aboga porque el movimiento favorable a una mayor presencia de los niños en la calle se inscriba en el movimiento de transformar las ciudades a través de la humanización: “Hacer las calles más humanas pasa por algunas cosas que ya se han empezado a hacer en algunas ciudades: más zonas peatonales, uso de otro tipo de vehículos menos agresivos que los coches y medidas para reducir la contaminación. Esto último le preocupa mucho a los niños y a los jóvenes, como hemos visto en la pasada cumbre sobre el clima. Los niños son muy activos y muy sensibles a las cuestiones del medioambiente, por eso hay que escucharles”.

El parque como elemento segregador

El confinamiento ha hecho (aún) más visibles las ciudades como jaulas. En ellas, algunos puntos de desfogue (los parques infantiles, las áreas de entrenamiento, las áreas caninas) que, similares a las ruedas del hámster, posibilitan algo de movimiento extra. ¿Dónde llevamos a los niños para que liberen su energía? Al parque, esos recintos que Lourdes Gaitán define como “corralitos” para separar espacios de convivencia: los niños pequeños dentro (los que juegan), los adultos fuera (los que vigilan y marcan los tiempos). 

Para Virginia Navarro, arquitecta y cofundadora de cuartocreciente arquitectura, un proyecto creado con el objetivo de mejorar los principales espacios en los que se desarrolla la infancia (casa, escuela y ciudad), los parques infantiles y también los patios escolares son espacios muy pobremente diseñados: “Estos espacios solo incluyen un tipo de juego: en el parque infantil es un tipo de juego repetitivo (subir, bajar, columpiarse, balancearse) y en los patios escolares son juegos reglados, materializados en canchas de deporte y juegos con balón. Además, recogen un rango de edad muy limitado, dejando fuera a los niños más mayores y adolescentes”.

En esto último insiste también Gaitán, quien ve en estos espacios más que lugares para un esparcimiento seguro, espacios para la segregación, ya que no incluyen ni a todas las edades ni la variedad de juegos y actividades que necesita la infancia: “Las plazas y los parques sin barreras son espacios que comparten varias generaciones. Cuando segmentamos y vallamos los parques, se produce la segregación de las personas que frecuentan estos lugares en función del grupo de edad al que pertenecen. El parque, como espacio público de uso compartido, debería ser un espacio de aprendizaje y convivencia, pero si intervenimos en ese espacio rompemos ese ecosistema”. Recuerda la socióloga cómo la imaginación de los niños supera con creces la del adulto que diseña estos espacios: “En los parques los niños suplen la falta de imaginación de los adultos cuando desbordan los límites y reutilizan a su manera el espacio; por ejemplo, usando botellas de agua como portería para jugar con el balón”.

Tampoco existen alternativas fuera de estos espacios. Según Virginia Navarro, la pérdida de juego en las calles de la ciudad supone, por primera vez en toda la historia de la humanidad y especialmente en los países desarrollados, que no existe en la infancia el juego libre no supervisado. Esto significa, según la experta, que “en ningún momento” el niño socializa y juega sin estar sometido a la mirada adulta. “Esta falta de autonomía es una pérdida sin precedentes. Su origen se sitúa en los años 90 y se fue incrementando con rapidez en años sucesivos, lo que ha demostrado que tiene consecuencias a nivel físico (incremento de la obesidad, miopía, falta de vitamina D), emocional (poca frecuencia de relación entre iguales, ansiedad, tristeza, mala autogestión de las emociones y falta de concentración) y en el aprendizaje (pierden la oportunidad de sacar provecho de materiales ocasionales como piedras, hierba, tierra; de tomar posesión del espacio; o de asumir riesgos razonables, entre otros)”, afirma.

Las ciudades también educan. El pedagogo Loris Malaguzzi consideraba el entorno físico como un “tercer profesor” después del maestro y los otros niños. Tal y como están planteadas las ciudades hoy, y teniendo en cuenta la cuestión de los parques infantiles y la desaparición del juego de las calles, ¿qué están aprendiendo los niños y niñas de ellas? Según la arquitecta Virginia Navarro “aprenden que la ciudad pertenece al adulto y al coche, que su acogida solo se da en parques específicos y que es peligrosa e inhóspita”. Además, añade que cuando los espacios públicos mejores de la ciudad (históricos) están ocupados de terrazas y turistas, “también perciben lo público como un espacio que puede dedicarse principalmente al consumo, algo que se potencia cuando sus principales salidas públicas son a centros comerciales”.

Una ciudad centrada en las necesidades de todos

Una ciudad adecuada para niños y niñas es una ciudad que es buena para todos", dice Tonucci en La città dei bambini. Almudena de Benito, arquitecta y fundadora del proyecto Chiquitectos, considera que actualmente en las ciudades no solo nos hemos olvidado de la infancia, sino también de las mujeres y de la tercera edad. “La ciudad fue pensada para un modelo productivo y remunerado, vinculado tradicionalmente a lo masculino; diseñada para un hombre trabajador de mediana edad que se mueve en coche. Un hecho que se aprecia claramente en la velocidad a la que los peatones cruzamos las calles anchas en los semáforos (como la Castellana, en Madrid); un reto imposible para una persona anciana, dependiente, o para los niños y niñas”. Señala también que, aunque en algunos países europeos como Austria, han surgido desde los años 70 propuestas del llamado “urbanismo con perspectiva de género”, en España esto es algo más reciente. “Este tipo de planificación pretende priorizar las tareas del cuidado -asociadas a las mujeres- frente a la movilidad lineal trabajo-casa. Es decir, las ciudades se diseñan desde el ámbito reproductivo y de los cuidados, sin olvidar el trabajo productivo. Creo que esta es la clave, construir una ciudad centrada en las necesidades de todas las personas que la habitan y que priorice el encuentro frente al consumo, de ahí la importancia del espacio público como lugar de socialización. Plazas para estar, sin necesidad de consumir, que se convierten también en espacios lúdicos. Entender la ciudad como un gran campo de juego no solo beneficia a la infancia”, explica.

¿Cómo debería ser una ciudad para que incluyera las necesidades de todos?.
Para responder a esta pregunta, Virginia Navarro considera interesante contar con el ejemplo de Pontevedra, una ciudad de más de 50.000 habitantes, en la que se transformó completamente la movilidad urbana, lo que ha repercutido en beneficios en la infancia, pero también en el resto de la ciudadanía. “El tráfico no solo es un problema de las grandes ciudades: en 1996 Pontevedra triplicaba la intensidad de tráfico del centro de Madrid. Los principios de actuación, que iniciaron la transformación en 1999, son absolutamente vigentes para incluir a la infancia en nuestras ciudades: todos los espacios públicos urbanos deben poder ser usados por todos los vecinos y vecinas sin distinción de capacidades, edad o estatus socioeconómico para actividades diversas; la movilidad peatonal es la forma más natural y básica de desplazarse por la ciudad, y ningún otro tipo de movilidad puede sustituirla ni debe desplazarla; la ciudad debe tener una alta calidad ambiental con niveles más reducidos de contaminación aérea y acústica; la ciudad debe ser un espacio sin violencia, libre de prácticas que generen peligro o sensación de peligro”.
Esto se tradujo, según la arquitecta, en una serie de actuaciones concretas, pensando siempre en la ciudad en su conjunto. “Se redujo drásticamente el tráfico, se limitó la velocidad a 30 km/h, se eliminaron espacios de aparcamiento en las calles saturadas (cuando existe la percepción de que se puede circular y estacionar aumenta el tráfico), se ampliaron las calles hasta darle el mismo espacio al coche que al peatón, se eliminaron barreras arquitectónicas y se crearon caminos escolares seguros para favorecer la autonomía de los niños. Todo ello ha contribuido a crear una ciudad amable con la infancia, que ha llenado sus calles y sus plazas”. A esto se añade como principio de diseño la presencia de naturaleza, no como algo decorativo, sino como elementos que propician beneficios a nivel físico, psicológico y ambiental.


Todo esto exige, como se ha visto en el caso de Pontevedra, la reconstrucción de un tipo totalmente diferente de ciudad que no todas las ciudades están dispuestas a asumir. ¿Utopía o realidad? Almudena de Benito no considera imposible modificar cosas como la creación de una red de espacios verdes accesible a pie, la restricción del tráfico o la peatonalización de algunas calles. “Son pequeñas medidas que no suponen una gran inversión en infraestructuras y que contribuyen a construir una ciudad más amable y abierta”, cuenta. Por su parte, Virginia Navarro tiene claro que aunque no todas las estructuras físicas urbanas permiten generar entornos igual de amables, es posible una importante transformación si existe “una férrea voluntad política”. Y es urgente, porque según la ONU uno de los grandes desafíos de nuestro siglo será la vida de las ciudades, ya que 7 de cada 10 personas vivirán en una ciudad en 2050. “¿No empieza a ser una absoluta necesidad plantearnos las ciudades como ecosistemas sostenibles para todos?”, plantea la arquitecta.

Niños de corral:

¿Por qué es importante la libertad de un niño para viajar y jugar sin supervisión?.
Una disminución en la actividad física de los niños no es una tendencia nueva. 

Negin Riazi*, 

El Informe de ParticipACTION 2020 recientemente publicado reveló  que los niños canadienses obtuvieron una puntuación  D + por "actividad física diaria",  una F por "juego activo"  y una D- por "transporte activo". 

Solo el 39% de los niños y jóvenes canadienses alcanzan los niveles recomendados de actividad física.
COVID-19 ha resultado en grandes interrupciones de la vida cotidiana, incluyendo el cierre de escuelas, parques infantiles y parques, que también han limitado el lugar donde los niños pueden jugar, estar activos y estar en la naturaleza, escriben Negin Riazi , Universidad de Columbia Británica y Guy Faulkner , Universidad de Columbia Británica. .

Movilidad de los niños

Estudiamos la movilidad independiente de los niños: la libertad del niño para viajar y jugar en su vecindario sin la supervisión de un adulto . Durante la pandemia, la movilidad independiente de los niños puede ser más esencial que nunca.
La movilidad independiente brinda a los niños muchas oportunidades para experimentar su entorno. Los niños con la libertad de viajar independientemente son más activos físicamente . Sin embargo, la movilidad independiente también proporciona una variedad de beneficios para la salud mental y el desarrollo, incluida una evaluación de riesgos mejorada, una mayor confianza en sí mismo y mejores habilidades de orientación.
La oportunidad de viajar solo o con amigos les permite a los niños desarrollar mejores habilidades para tomar decisiones. Obtienen la competencia para navegar en su entorno de manera segura y reaccionar de manera apropiada ante incidentes inesperados como perderse. Los padres que permiten la movilidad independiente de sus hijos les están dando confianza para navegar por el mundo por su cuenta.
En la pandemia actual, la movilidad independiente puede ayudar a los niños a obtener acceso al mundo exterior. Con muchos padres trabajando desde casa, el tiempo al aire libre de los niños puede estar inextricablemente vinculado a cuando los padres tienen tiempo para realizar actividades físicas al aire libre después del trabajo o entre reuniones.

Diferentes cantidades de espacio, movilidad.

No todos los niños tienen acceso a un patio trasero en casa y pueden tener oportunidades limitadas para mantenerse activos. Los niños con movilidad independiente tienen más oportunidades de mantenerse activos caminando o en bicicleta (patinando, patinando o patinando) a varios lugares cercanos a la casa, como el parque local, el patio de la escuela o arriba y abajo de la cuadra del vecindario.
Nuestra investigación destaca que no todos los niños tienen la misma cantidad de movilidad independiente . Por ejemplo, descubrimos en una encuesta a unos 1,700 padres en Vancouver, Ottawa y Trois-Rivières, Que., Que la propiedad del automóvil tuvo influencias negativas en la movilidad independiente de los niños. También el idioma hablado en casa además del inglés o el francés. El idioma que se habla en el hogar puede reflejar normas sociales y culturales, que pueden afectar la movilidad independiente al influir en la toma de decisiones de los padres.
Otra investigación ha señalado que la movilidad independiente a veces es mayor en los barrios socioeconómicos más bajos debido a las diferencias en las normas sociales y los estilos de crianza . La forma en que se puede apoyar la movilidad independiente para los niños con discapacidad es menos segura sin una infraestructura adecuada.

Menor riesgo de COVID-19 al aire libre

Nuestra comprensión de COVID-19 está cambiando rápidamente y la incertidumbre sobre el riesgo para nuestros hijos es estresante. Columbia Británica ahora ha entrado en la Fase 2 de su plan de reinicio y uno de los resultados es la reapertura de parques, playas y parques infantiles.
La Canadian Pediatric Society señala en un informe del 29 de abril que " el principal factor de riesgo para adquirir la infección por COVID-19 en la infancia es la exposición en el hogar ", o contraerla en viviendas compartidas. Es menos riesgoso estar afuera que adentro si se mantiene el distanciamiento físico.
Para apoyar el distanciamiento físico, las ciudades de todo el mundo están reasignando el espacio vial para caminar y andar en bicicleta , abriendo espacios verdes e iniciando zonas libres de automóviles .
En Vancouver , el ayuntamiento votó recientemente para reasignar un mínimo del 11 por ciento de las carreteras de la ciudad al " espacio público centrado en las personas ".
En algunos lugares, los entornos locales pueden estar haciendo un mejor trabajo que otros para aliviar las preocupaciones de seguridad de los padres sobre dejar que sus hijos salgan y jueguen.

Construyendo la movilidad independiente de los niños

Aquí hay siete pasos que puede seguir para ayudar a su hijo y a todos los niños a desarrollar su movilidad independiente.
Obtenga más información sobre nuestra investigación a través de nuestro documental, Running Free . Dicho a través de los ojos de tres familias, explora el concepto de movilidad independiente de los niños, los beneficios de la movilidad independiente para la salud física y mental. Desafía a los espectadores a considerar soluciones para disminuir los niveles de movilidad independiente.
Conozca las restricciones de COVID-19 en su área. Converse con su hijo sobre cómo estar afuera de manera segura sin dejar de seguir las pautas de distanciamiento físico e higiene, tales como: no contacto físico con otros; permanecer a dos metros de distancia; use una máscara cuando vaya a las tiendas; lávate las manos regularmente.
Participe con sus hijos y su comunidad para discutir y abordar las barreras a la movilidad de los niños. ¿Cómo sus hijos, y todos los niños en su comunidad, experimentan movilidad? Conozca y apoye la promoción y planificación para comunidades más inclusivas que apoyen equitativamente la libertad de movimiento y juego de todos los niños.
Empezar temprano. Mientras más tiempo pase su hijo en el vecindario con usted, más familiarizado estará con las calles, los vecinos y el medio ambiente. Con usted, su hijo puede aprender a cruzar la calle de manera segura, andar en bicicleta y superar situaciones inesperadas. Mientras esté fuera, hable con su hijo sobre lo que harían si se perdieran y cómo pedir ayuda o encontrar el camino.
Conozca a su hijo Cada niño es diferente en términos de madurez, confianza y dónde viven. No hay una edad específica en la que un niño debe tener movilidad independiente. Los padres y los niños deben entablar conversaciones para determinar cuándo un niño está listo para explorar su vecindario sin la escolta de los padres y ayudar a su hijo a desarrollar las habilidades para hacerlo de manera segura.
Desarrolle familiaridad con su vecindario. Es beneficioso conocer a sus vecinos, qué lugares están cerca, como espacios verdes, parques infantiles o tiendas, y a quién puede pedir ayuda su hijo si lo necesita. ¿Hay una tienda en la esquina donde un niño que está listo podría enorgullecerse de practicar medidas adecuadas de higiene, uso de máscaras y distanciamiento físico, y hacer un viaje corto para recoger un artículo?
Pruebas de carrera. Una vez que usted y su hijo hayan establecido su disposición, ¡es hora de realizar pruebas! Comience con pequeños pasos. Camine o vaya en bicicleta con su hijo: ayuda a todos a familiarizarse con el vecindario y los lugares de interés. Practique llegar a varios destinos con su hijo abriendo el camino y cruzando la carretera donde sea más seguro. Una vez familiarizado con el vecindario, su hijo puede practicar cómo llegar a varios lugares solo o con sus hermanos, el perro de la familia, con un teléfono celular (o un walkie-talkie) o con un amigo físicamente distante.
Cuando los niños están afuera, " se mueven más, se sientan menos y juegan más" , interactúan con el entorno y aplican su creatividad. Todo esto es beneficioso para su estado físico, salud mental y desarrollo social. Apoyar a los niños para que sean móviles de manera independiente puede ser una solución importante para proteger la salud y el bienestar de los niños.La conversación
*Negin Riazi , PhD Candidato en KinesiologíaUniversidad de Columbia Británica y Guy Faulkner , Presidente de Salud Pública Aplicada y Profesor, Escuela de Kinesiología, Facultad de Educación, Universidad de Columbia Británica
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el artículo original .

Ciudad y Ciudadanía en la Infancia y la Adolescencia en el COVID. 2º Encuentro Intergeneracional en la red: GSIA Lab.

La Asociación GSIA Convoca:

Ciudad y ciudadanía de la infancia y la adolescencia en el COVID

Ponentes:
  • Francesco Tonucci (Pensador, psicopedagogo y dibujante italiano)
  • Lourdes Gaitán (Socióloga de la infancia. GSIA)
  • Ariadna Folch (Estudiante de 5ª de EPO. Escuela Pública "Arenal de Llevant")
  • María Ángeles Díaz (Estudiante de 1ª bachillerato – Scout de Madrid)
  • Alejandro Yera (Estudiantes de ESO - “Montando el Local”)
  • Jano Mosier Linse  (Estudiante de ESO)
 
Modera Mavi Villatoro (Periodista, directora de Mammaproof.org y miembro de GSIA)
Cuándo: Viernes, 26 de junio de 2020
Horario: de 17.00 a 18.30 horas
Dónde: Plataforma ZOOM
Inscripción gratuita
INSCRÍBETE AQUí
“Hoy, los niños y los jóvenes son ciudadanos globales, poderosos agentes de cambio y la próxima generación de cuidadores, científicos y médicos. Cualquier crisis presenta la oportunidad de ayudarles a aprender, cultivar la compasión y aumentar su resiliencia, al tiempo que construyen una comunidad más segura y solidaria”.
UNICEF/OMS/CRUZ ROJA

El término ciudadanía tiene su origen en el de ciudad, ya que eran los habitantes de la ciudad, los ciudadanos, quienes detentaban la condición de ciudadanía en la antigua Grecia. Después, la unidad política pasó a ser el Estado, y así la noción general más común de ciudadanía se refiere a ser miembro de un país, nación o Estado. Sin embargo en el mundo globalizado estos límites se ven desbordados. Así la condición de ciudadanía se concibe hoy como la de ser miembro de una comunidad en la cual uno vive la propia vida, lo que implica la pertenencia y la participación en esa comunidad.

En el camino hacia una definición de ciudadanía inclusiva y plural es necesario tener en cuenta a los niños, niñas y adolescentes. Ellas y ellos deben ser reconocidos como personas capaces de participar en las decisiones que afectan a sus vidas. La pandemia provocada por la Covid-19 ha alterado el discurrir normal de nuestra organización social en múltiples dimensiones.

En este segundo Encuentro Intergeneracional organizado por GSIA buscamos poner el foco en dos de estas dimensiones:
  • La necesidad de negociar los espacios de convivencia en la ciudad entre los distintos ciudadanos que se mueven en ella, incluidos los niños.
     
  • La necesidad de incorporar en la escuela la visión de los y las estudiantes como ciudadanos, como personas que participan en asuntos de interés para su comunidad,  porque sin su complicidad, su colaboración y sus ideas, es difícil que el proyecto para la nueva época salga adelante.
 Colabora: 
                 Ilustración: HI LITTLE!                           para #thekindcity                         







La crisis económica del COVID-19 empujará a millones de niños al trabajo infantil.

Si no se toman medidas de protección social, factores como el cierre de escuelas, 
la muerte de padres y madres, la reducción de remesas, 
la falta de trabajo en general y el aumento de las labores informales, 
 dejarán a millones de niños en el mundo expuestos a la explotación, 
la trata de personas, y el trabajo forzado. 

La crisis del coronavirus podría empujar a millones de niños más al trabajo infantil, y paralizar el progreso de 20 años para eliminar este flagelo, advierte un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Desde el año 2000, se ha logrado sacar del trabajo a unos 94 millones de niños,  pero esas ganancias están ahora en riesgo por la pandemia. Según las agencias, aquellos que ya sufren esta explotación podrían estar trabajando más horas o en peores condiciones, y otros más podrían ser forzados a soportar trabajos terribles, con un daño significativo a su salud y seguridad.
Esto ocurriría principalmente debido al aumento de la pobreza, lo que empuja a los hogares a recurrir a todos los medios disponibles para sobrevivir. Según el informe, cuando la pobreza aumenta un 1%, el trabajo infantil aumenta un 0,7% en algunos países.
Cuando la pobreza aumenta un 1%, el trabajo infantil aumenta un 0,7% en algunos países.
"En tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias, a medida que aumenta la pobreza, las escuelas cierran y la disponibilidad de servicios sociales disminuye, más niños son empujados a la fuerza laboral”, asegura la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
Según el informe, los grupos más vulnerables, como las personas que trabajan en la economía informal y los migrantes, sufrirán la mayor parte de la recesión económica, el aumento de la informalidad y el desempleo, la caída general en los niveles de vida, las crisis de salud y los sistemas de protección social insuficientes, entre otras presiones.

           

UNICEF/Eyas El Baba: Un niño de 13 años en Palestina recoge escombros cerca de la ciudad de Gaza para transportarlos en burro al mercado y venderlos.

La caída de la calidad de vida

En crisis anteriores que impulsaron la caída de los niveles de vida, muchos países de bajos y medianos ingresos vieron cambios drásticos en el progreso en la reducción del trabajo infantil y la inscripción de niños en la escuela.
Un estudio en Côte d'Ivoire sobre la caída de los precios del cacao en la crisis económica de 1990 encontró que una caída del 10% en los ingresos condujo a una disminución de más del 3% en las matrículas escolares, y un aumento de más del 5% en los niños trabajando.
Según el informe, la evidencia de las recesiones económicas en América Latina apunta a impactos más débiles o incluso marginalmente positivos, especialmente cuando existen medidas de protección social adecuadas.
Durante la crisis cafetera en América Central de 2000 a 2001, por ejemplo, varios países de la subregión fueron testigos de avances en las tasas de matriculación en la escuela primaria y un ligero descenso en el trabajo infantil. Los programas de asistencia social desempeñaron un papel importante en la protección del bienestar de los hogares. Los hogares en las zonas cafeteras con programas de asistencia social podrían proteger mejor los gastos del hogar y la asistencia escolar de los niños en comparación con aquellos en las zonas cafeteras sin dichos programas.
© UNICEF/Kamuran Feyizoglu: Un niño turco trabajando en el campo. El 70% del trabajo infantil ocurre en la agricultura. 

Empleo a la baja

Las horas de trabajo globales cayeron en el primer trimestre de 2020 en un 4,5% estimado en comparación con el último trimestre de 2019. Esto suma aproximadamente 130 millones de empleos a tiempo completo, suponiendo una semana laboral de 48 horas. Se espera que las horas de trabajo globales en el segundo trimestre sean 10,5% más bajas, equivalentes a 305 millones de empleos a tiempo completo.
Menos oportunidades de empleo y salarios más bajos pueden llevar a las personas a un trabajo informal o de explotación, lo que puede reducir aún más los salarios y, a su vez, contribuir al trabajo infantil. En comparación con los adultos, es más probable que los niños acepten trabajo por menos salario y en condiciones vulnerables. Las empresas pueden reclutar niños deliberadamente para reducir costos y aumentar las ganancias.
Y es que los niños son a menudo la mano de obra más disponible en los hogares. Por ejemplo, el desempleo de los padres debido a las crisis económicas en Brasil ha llevado a los niños a intervenir para proporcionar apoyo temporal. Se han documentado efectos similares en Guatemala, India, México y Estados Unidos. República de Tanzania.
Una forma de ayuda financiera para las familias es reducir los costos escolares, afirma el informe. Esta fue una parte importante de cómo los hogares afrontaron la Gran Recesión en El Salvador, con familias que cambiaron la asistencia de escuelas privadas a públicas dentro de un año escolar para reducir los gastos en educación.
También cuando las familias no pueden encontrar trabajo y se quedan sin opciones de sustento, incluso en el hogar, los niños pueden ser enviados lejos, lo que los hace vulnerables a la explotación. Consecuencias similares pueden resultar si los miembros de la familia se mudan o se separan. Los niños abandonados o solos están aún menos protegidos y son más vulnerables a las peores formas de trabajo. Después del terremoto de 2015 en Nepal, por ejemplo, el colapso de los mecanismos de protección públicos y privados impulsó el aumento de niños víctimas de la trata de personas. 

UNICEF/ Nyani Quarmyne: Niños trabajando en una instalación informal de procesamiento de oro en Ghana. El trabajo infantil es algo común, debido a la pobreza.

El crecimiento del trabajo informal

Las crisis económicas pasadas han impulsado el crecimiento del empleo informal, ya que los despedidos del trabajo formal buscan cualquier fuente alternativa de ingresos.  
Como está bien documentado, el trabajo infantil prevalece principalmente en la economía informal, donde los niños pueden intervenir fácilmente como trabajadores no calificados. Por lo tanto, las amenazas a los derechos de los niños de un sector informal ampliado no deben subestimarse. Un mayor empleo informal junto con dificultades económicas podría empujar a muchos niños fuera de la escuela y al mercado laboral.
Además, según los expertos, algunos hogares comenzarán nuevas empresas para hacer frente a la pérdida de empleo y el desplazamiento económico, lo que puede provocar más trabajo infantil. La evidencia reciente de Malawi, Filipinas y Zambia destaca cómo cuando la producción crece dentro de los hogares, el trabajo infantil aumenta.

La reducción en las remesas

La desaceleración económica mundial seguramente reducirá las remesas nacionales e internacionales que proceden principalmente de la Unión Europea y los Estados Unidos. Según el informe, en el pasado, se ha demostrado que las remesas internacionales reducen el trabajo infantil en los países pobres.
Cuando los migrantes remiten menos ingresos, las familias sufren. Los estudios de la Gran Recesión encontraron que redujo considerablemente las remesas de los Estados Unidos a México. Las familias que experimentaron una disminución tenían más probabilidades de tener hijos en el trabajo infantil.  Además, Los estudios de la crisis financiera asiática indicaron que las remesas respaldaban a las empresas familiares al tiempo que sostenían la escolarización y la protección contra el trabajo infantil.
Además, los retornos forzados de trabajadores migrantes en algunos países han resultado en niños y familias varados en las fronteras o confinados en centros de cuarentena. En Nepal, el cierre de algunos hornos de ladrillos, junto con la falta de transporte, han impedido que unas 12.000 personas, incluidos 2000 niños, regresen a sus aldeas de origen.
Banco Mundial/Ghullam Abbas Farzami: Niños agricultores trabajan en la provincia de Balkh, en Afganistán.

Una crisis de crédito

Una crisis crediticia reduce la inversión, incluso en la escolarización, lo que puede producir más trabajo infantil, una progresión evidente, por ejemplo, en Sudáfrica. A nivel familiar, una contracción del crédito puede generar que las tarifas escolares sean menos accesibles, lo que mantiene a los niños fuera de la escuela, y puede aumentar el trabajo infantil.
Además, cuando el crédito formal e informal no está disponible, los hogares pueden recurrir a formas más desesperadas para acceder al crédito, como el trabajo en condiciones de servidumbre. Esta ha sido una estrategia común en la historia reciente, y la crisis de COVID-19 podría empeorarla aún más.
Ya existe evidencia anecdótica de trabajo infantil en condiciones de servidumbre asociado con la pandemia, asegura el informe. El riesgo de que los prestamistas abusivos exploten a los niños puede aumentar especialmente una vez que se levanten las medidas de cierre y se reanuden las actividades normales.

Menos comercio internacional

A nivel mundial, el comercio internacional se ha derrumbado, con expectativas de que la depresión persista como lo hizo después de la crisis financiera de 2008. La pandemia provocó una caída del 3 por ciento en los valores del comercio mundial en el primer trimestre de 2020. Se prevé que la desaceleración se acelere en el segundo trimestre. Las previsiones recientes muestran una disminución del 27%.
Dada la estrecha tensión de las cadenas de suministro mundiales, las medidas para detener la propagación del virus, como el cierre de fronteras, el transporte y las empresas, han suprimido las exportaciones e importaciones mundiales y han reducido la producción. Tales cambios pueden influir en el nivel de vida de los pobres al inflar los precios al tiempo que se reducen los ingresos del trabajo y los activos familiares. Una disminución en el comercio que disminuye el nivel de vida empeorará el trabajo infantil, advierte el informe.
Banco Mundial/Arne Hoel: Una joven estudia a distancia en Túnez.

Las escuelas cerradas: otro factor de riesgo

De acuerdo con las agencias, la evidencia indica cada vez más que el trabajo infantil está aumentando a medida que las escuelas cierran durante la pandemia. El cierre temporal de los centros educativos está afectando actualmente a más de mil millones de estudiantes en más de 130 países. Incluso cuando se reinician las clases, algunos padres ya no pueden permitirse enviar a sus hijos a la escuela.
Los expertos advierten que esto causa que más niños se vean obligados a hacer trabajos peligrosos o sean explotados.  Además, las desigualdades de género pueden hacerse más agudas, con las niñas particularmente vulnerables a la explotación en la agricultura y el trabajo doméstico.
Después del tsunami de Indonesia, solo las familias más ricas y educadas pudieron hacer frente y mantener a sus hijos saludables y en la escuela.
La evidencia sobre el trabajo infantil aumenta a medida que las escuelas cierran durante el cierre global que está aumentando gradualmente. En Malawi, por ejemplo, el Gobierno cerró las escuelas para evitar la propagación del virus. Incapaces de aprender, los niños pronto terminaron con otras tareas. Las agencias citan el testimonio de un niño en ese país: "Muchos padres en mi vecindario se han aprovechado de las" vacaciones "para enviar a los niños a la ciudad a vender frutas y verduras".
OPS: Una mujer y su hija en un hospital de Colombia durante la pandemia de COVID-19.

La muerte de los padres

El creciente número de muertes por COVID-19 es seguido por el creciente número de niños que se quedan sin uno o ambos padres, así como otros cuidadores, como los abuelos. Los niños privados de cuidado familiar son particularmente vulnerables al trabajo infantil, la trata y otras formas de explotación.
La evidencia de crisis anteriores sugiere que cuando los sistemas de salud no cuentan con recursos suficientes y faltan mecanismos de protección social, es muy probable que las familias experimenten crisis de salud severas. Muchos trabajadores, especialmente aquellos en el sector informal, no tienen más remedio que continuar trabajando, lo que aumenta su riesgo de enfermarse. Los hogares pueden enfrentar costos de salud catastróficos exacerbados por la pérdida de un proveedor de la familia o un receptor de pensiones. El trabajo infantil se convierte en una estrategia de supervivencia. Las niñas en particular pueden asumir un papel más importante en el cuidado de los miembros del hogar que se enferman.
Cuando los miembros adultos del hogar se enferman o mueren, no es inusual que los niños asuman su trabajo. En sociedades con roles de género tradicionales, la muerte paterna puede llevar a los niños a buscar trabajo, incluidas las peores formas de trabajo infantil, fuera del hogar. 
Un estudio reciente en Mali documentó cómo la enfermedad de las mujeres en la familia hace que los niños asuman ciertas tareas. Aun cuando el trabajo de los niños y el de sus madres generalmente están estrechamente entrelazados, las madres a menudo también juegan un papel de supervisión para asegurarse de que los niños continúen en la escuela.
Además, la evidencia anecdótica de diferentes países revela que, dado que las personas piensan que los niños no se ven afectados por COVID-19, se les pone a trabajar en lugar de los adultos. Cuidan a los familiares enfermos y hacen compras y otras actividades que implican romper la cuarentena. También complementan el ingreso familiar cuando los adultos no pueden trabajar, especialmente porque pueden saltarse o evitar el toque de queda, ya que son menos visibles y es menos probable que la policía los atrape.

PNUD Uruguay/Pablo La Ros: Una niña estudiando con una computadora portátil proporcionada por la Fundación OLPC (una computadora portátil por niño). Montevideo, Uruguay

Recomendaciones

“Al imaginar el mundo después del COVID-19, debemos asegurarnos de que los niños y sus familias tengan las herramientas que necesitan para enfrentar tormentas similares en el futuro. La educación de calidad, los servicios de protección social y las mejores oportunidades económicas pueden cambiar las reglas del juego”, agregó la jefa de UNICEF.
El director de la Organización Internacional del Trabajo recalcó también que la protección social es vital para estos tiempos de crisis.
“La integración de las preocupaciones sobre el trabajo infantil en políticas más amplias de educación, protección social, justicia, mercados laborales y derechos humanos y laborales internacionales hace una diferencia crítica”, aseguró Guy Rider.
El informe propone una serie de medidas para contrarrestar la amenaza del aumento del trabajo infantil, entre ellas:
  • una protección social más integral
  • un acceso más fácil al crédito para los hogares pobres
  • la promoción del trabajo decente para adultos
  • medidas para que los niños vuelvan a la escuela, incluida la eliminación de cuotas escolares
  • más recursos para inspecciones laborales y cumplimiento de la ley.
 La OIT y el UNICEF están desarrollando un modelo de simulación para analizar el impacto del COVID-19 en el trabajo infantil a nivel mundial. Se publicarán nuevas estimaciones mundiales sobre el trabajo infantil en 2021.
La Organización Internacional del Trabajo  lanzó el "Día Mundial contra el Trabajo Infantil" en 2002 para concienciar acerca de la magnitud de este problema y aunar esfuerzos para erradicarlo.
El Día Mundial este  2020 se centra en el impacto de la crisis en la explotación laboral de la infancia y hace un llamamiento a los países y organizaciones para proteger a los más vulnerables durante la gestión y recuperación de esta crisis.