Ha salido el último nº de ¡La Leche!.
Ya la puedes comprar en ciertos lugares (cuáles?),
También te puedes suscribir.
Esto dicen ellos de sí mismos:
Esta revista no tiene por qué interesarte…
Nadie tiene derecho a decirte qué tiene que interesarte. A menudo los
adultos manipulamos a los niños. Cambiamos nuestro tono habitual de
voz, asumimos una falsa camaradería y empleamos expresiones como: “Que chuli”, “Esto es guay” o “Mira cómo mola” para tratar de despertar un entusiasmo donde, francamente, no lo hay ni lo puede haber.
Desde las espinacas a la lectura obligatoria, desde qué ropa queremos
que te pongas a la exigencia de que nos acompañes a un fastidiosísimo
recado, desde visitar un museo a… son muchas las ocasiones en las que
nosotros, los adultos, nos valemos de ese tono enrollado para imponer
nuestra voluntad sin que, por supuesto, parezca que lo hacemos.
Sin embargo, queremos ser honestos y claros
No sabemos si lo que publicamos en La leche te va a
interesar. Y eso por varias razones. En primer lugar, porque básicamente
tratamos temas poco habituales, raros, inusuales. Lo hacemos así porque
son estos asuntos los que nos apasionan. Estamos cansados de leer
siempre lo mismo, de escuchar decir las mismas cosas. Constatamos a
diario que, a pesar de que hay tantas cosas fascinantes por conocer,
parece que la escuela y sus libros sólo se preocupan por un puñado de
temas aburridísimos. Es más, llegan incluso a hacernos bostezar con algo
que en principio nos debería entusiasmar. No estamos de acuerdo con
ello.
En segundo lugar, nos hemos tomado muy en serio el abordar temas que a
muchos adultos les resulta incómodo tratar con los niños. No es fácil,
por ejemplo, hablar sobre la muerte, el sexo, la religión, los problemas
políticos, económicos o sociales… En parte, porque no todos pensamos
igual y muchas veces son asuntos que provocan discusiones apasionadas y
desencuentros. En parte, porque es posible que, aunque cueste creerlo,
los adultos no estamos tan seguros de nuestras opiniones como parecería
que lo estamos y cuando reflexionamos detenidamente descubrimos que
tenemos más dudas que respuestas. Muchos adultos se sienten inseguros
por ello y, como es normal, a muchos niños también les resulta difícil
abordar asuntos que incomodan a sus padres y maestros, plantear
libremente sus preguntas y desarrollar sus propios puntos de vista.
Entendemos que quizás no sea fácil hacerlo, pero estamos convencidos de
que con un lenguaje claro, siendo sinceros y valiéndonos de una pizca de
humor, podemos hablar con los niños de cualquier realidad por compleja y
difícil que sea.
Hay un tercer motivo por el cual pensamos que La leche puede
ser de tu interés y tiene que ver con el hecho de que antes que nada te
respetamos. Cargado de buenas intenciones, de enseñanzas importantes o
de camuflados propósitos comerciales, muchos adultos se dirigen a los
niños valiéndose de un tono simpaticón que a duras penas logra ocultar
su escaso interés por el mundo infantil. Buscan aleccionar, preparar o
vender antes que establecer un sincero espacio de comunicación. Creen
que tienen el derecho de imponerte sus intereses y para ello se valen de
los medios que tengan a su alcance. Ten la seguridad de que aquí nunca
te llamaremos amiguito, no perseguimos fines educativos ni
lucrativos y siempre que nos dirijamos a ti emplearemos un lenguaje
franco, claro y directo.
Habrá adultos que se empecinen en decir que La leche no es
una revista para niños. Seguramente porque no nos ajustamos a la idea
que ellos se han hecho de la infancia, ni al tono chillón que emplean
para hablar con vosotros, ni a su necesidad de dirigir y controlar lo
que sus hijos o alumnos deben pensar, hacer e imaginar.
En nuestras páginas no encontrarás imágenes ñoñas, historias con
moralejas ni objetivos didácticos. Hablamos de lo que nos apasiona y
buscamos transmitirlo de la forma más atractiva, nos esforzamos
especialmente en conseguir que nuestros artículos sean fáciles de leer y
alimenten las ganas de saber más, creemos que el diseño y las
ilustraciones de la revista aportan tanto como sus textos y disfrutamos
mucho concibiéndolas, creándolas y contemplándolas. Estamos convencidos,
en definitiva, de que los niños son inteligentes y nos dirigimos a
vosotros empleando un lenguaje respetuoso tanto con vuestra inteligencia
como con la nuestra.
¿Crees que hemos acertado?, ¿crees que nos hemos equivocado?
Escríbenos, estamos muy interesados en saber tu opinión.
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