Montse García
divorcioconhijos.es
Dentro
del contexto de un divorcio o una separación complicada, el conflicto
de lealtades es uno de los fenómenos que, junto con la parentificación y
la alienación parental explica las actitudes de los niños en las
relaciones con sus padres, según dice J. De la Torre Laso en su artículo
“Relaciones padres-hijos en separaciones conflictivas”.
El conflicto de lealtades lo describió
inicialmente Borzomengy-Nagy en 1973 y consiste en que la lealtad del
menor hacia uno de sus padres implica deslealtad hacia el otro.
Así, cuando un divorcio o separación es
conflictivo, este concepto tendría que ver con la idea de las actitudes
que tienen ciertos progenitores para intentar convencer a sus hijos,
formando alianzas con ellos, para intentar eliminar cualquier posible
conexión con el otro progenitor.
Hay diferentes formas en las que un progenitor puede “inducir” a los menores a tener este conflicto de lealtades, algunas son:
- Los adultos transmiten al menor peticiones o expectativas diferentes y a menudo contrapuestas señalando que si se hace caso al uno se traiciona al otro y viceversa. Prácticamente los obligan a elegir entre uno u otro.
- Puede producirse ante situaciones en las que los padres, aunque no explicitan mensajes inadecuados, tampoco ayudan a los menores a manejar sus miedos, ambivalencias y sentimientos que tienen en las situaciones que se generan en un divorcio conflictivo.
- Otra forma es cuando alguno de los padres intenta que su hijo-a manifieste su opinión ante un Juez para que éste determine con quién debe vivir el menor.
- Frecuentemente los niños pueden verse en la coyuntura de tener que agradar al progenitor que le está preguntando algo sobre lo que ha hablado o hecho con el otro. En estos casos es posible que el menor, al objeto de preservar su unión, conteste únicamente lo que el padre-madre que le pregunta quiere escuchar, con independencia de cual haya sido la realidad.
En todas estas situaciones los hijos se
ven obligados a ser juzgadores de uno de sus progenitores, cuando sin
embargo en la mayoría de los casos los hijos quieren al padre y a la
madre y quisieran seguir manteniendo relaciones con ambos.
En todos los casos los padres deberían
de plantearse si es justo poner a sus hijos en esta tesitura, los hijos
en la mayoría de los casos no tienen que ver con los problemas que
tienen sus padres entre ellos, ¿por qué entonces se les obliga a que
elijan entre uno u otro?
Sería interesante que los padres sean
conscientes de que ante un conflicto de lealtades sus hijos se
convierten en prisioneros de un sistema de intereses que les perjudica.
Si deciden aceptar aquello que un progenitor les dice, se convierten en
cómplices de una alianza contra el otro, pero si se niegan a formar
parte de esta alianza entonces hacen daño al progenitor que se la
propone. Por tanto, hagan lo que hagan siempre hacen daño a alguno de
sus padres.
Un método de defensa que adoptan contra
esta situación es desdoblarse, por lo que cuando están con un progenitor
se convierten en una persona y piensan de una forma, mientras que
cuando están con el otro progenitor, piensan y actúan de otro modo.
¿De verdad pensamos que esto es lo más saludable y justo para los hijos?
Montse García
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