“Tramados estéticos y pedagógicos”: 25º Congreso IRSCL2021.
Pornografía y adolescencia: la otra pandemia.
La sensación de aislamiento, ansiedad, tristeza, aburrimiento, soledad y desesperación causada por el Covid-19 ha dejado una huella importante en los seres humanos de nuestra generación. Una nueva etapa para la que no estábamos preparados, y donde nuestros mecanismos de resiliencia y afrontamiento han tenido que sacar todo su armamento para mantenernos a flote.
Mientras tanto la industria de la pornografía aprovechaba el efecto
virus para esparcir y contagiar su material sexual explícito a más
rincones, más hogares y más adolescentes. Utilizando estrategias de
marketing asociadas a bienes sociales o benéficos, como: “Si ves este
vídeo porno salvarás a las abejas de la extinción” o publicando de forma
gratuita algunos de sus contenidos Premium, como si fuera un regalo a
la sociedad, un consuelo a la tristeza para los que sobrevivían a los
días más duros de la pandemia.El Mundo.
Fue así como el consumo de pornografía se convirtió en una fuente de alivio o refugio para muchas personas que pasaban horas y horas en casa matando el tiempo. Un alivio fugaz y efímero, cortoplacista, que no alcanzaba a ver más allá del placer instantáneo, algo, desgraciadamente, muy común en los seres humanos. Según un estudio publicado tras el primer confinamiento en la Journal of Behavioral Addictions el consumo de pornografía se vio incrementado a nivel mundial en un 11% durante el mes de marzo de 2020.
De esta manera muchos adolescentes, encerrados en casa y con un acceso ilimitado a internet, donde padres y madres hacían malabares para conciliar la vida laboral, personal y familiar, se iniciaron en un consumo cada vez más rutinario de la pornografía.
“En la pandemia empecé con el porno, antes no lo veía de forma habitual, pero la soledad me llevó a consumirlo cada vez más. Ahora necesito más cantidad y porno más intenso cada vez. Creo que me estoy enganchando y no soy capaz de dejarlo” (Raúl 17 años)
Estas palabras las relataba el primer adolescente que atendí de forma presencial después del confinamiento, me entristeció, y me hizo pensar sobre los paralelismos que la pornografía y un virus tan letal como el Covid-19 tienen: el efecto contagio y el deterioro de la salud.
El efecto contagio
Una industria que ha conquistado de forma totalitaria el internet, donde podemos encontrar más de 750 millones de webs pornográficas, 230 millones de apps pornográficas descargadas cada año y más de 219.000 vídeos vistos por minutos. Su capacidad de esparcirse es realmente potente.
Tanto es así que, en España según el último informe publicado por la Universidad de las Islas Baleares, el 62,5% de los adolescentes entre 13 y 17 años ha visto pornografía en algún momento de su vida, con una edad media para el inicio de contacto entre los 9-11 años, adelantándose incluso a los 8 años en algunos casos.
Además a nivel internacional el 37,7% de los varones y el 19,3% de las mujeres son usuarios de riesgos, porque presentan una mayor probabilidad de desarrollar una adicción a la pornografía, un porcentaje que debería preocuparnos.
El deterioro de la salud
No seamos alarmistas, el porno no mata, pero sí puede convertirse en una crisis, una crisis de salud pública que ya se ha declarado en otros países del mundo, como EEUU. La pornografía puede generar adicción y otras consecuencias perjudiciales, deteriorando la vida sexual, académica, personal, familiar o social de los adolescentes.
Según estudios recientes, la pornografía puede alterar la visión que los hombres tienen en las mujeres en los más jóvenes generando una visión más machista, misógina y objetificante del sexo, favoreciendo los estereotipos de género. También diversos estudios argumentan que el consumo repetido de pornografía puede fomentar el desarrollo conductas sexuales de riesgo, aumentando las promiscuidad, el número de parejas sexuales y favorecer el contagio de enfermedades de transmisión sexual.
El reciente informe de Save The Children alerta sobre como el consumo de pornografía puede afectar a la satisfacción sexual de los adolescentes, donde el 36,8% no distingue entre la realidad o la ficción y entre el 14,4%-35,3% de los adolescentes consumen más pornografía de la que les gustaría.
¿Cuándo se convierte en un problema?
“Los niños pobres postergan sus necesidades para no sumar estrés a sus familias”.
–Los niños pobres minimizan sus propias necesidades. Prefieren sufrir de dolor de pies antes que quejarse porque las zapatillas les quedan chicas para no sumar más estrés a sus padres, a la familia –dice la psicóloga y jefa de desarrollo de la Dirección Social del Hogar de Cristo, Claudine Litvak (40), que participa de la investigación “Nacer y Crecer en Pobreza en Chile”.
Su juicio es coincidente con el de la dirigente vecinal y reportera comunitaria de Bajos de Mena, Melyna Montes, cuando nos comentó lo que más le había conmovido en las ollas comunes que han proliferado en esa zona de Puente Alto como en todo el país junto con la pandemia. Dijo: “Ver a un niño de cuatro años comerse sólo la mitad de un yogurt y reservar el resto para su hermano, ver esa conciencia de la situación familiar en un chiquito tan pequeño, me partió el alma”.
Claudine abunda en el punto: "Hay niños que se saltan comidas porque saben que no hay más o que si ellos comen, sus padres no lo harán, y empiezan a pasar de largo. Así, sus necesidades empiezan a ser inadvertidas, a volverse invisibles, lo que resulta muy tóxico a nivel cerebral para ellos. Son cuestiones muy dolorosas, que dejan una profunda huella".
Ahora, la psicóloga de la Universidad Diego Portales, doctora en estudios políticos y sociales de la Universidad de Bristol, madre de tres hijos, es la vocera de una campaña que buscar sensibilizar a los adultos sobre la situación de más de 900 mil niños y adolescentes que viven en situación de pobreza multidimensional en Chile; de más de 700 mil que no tienen una cama propia, una mesa para hacer sus tareas, porque el hacinamiento es su paisaje personal; de los 416.622 menores de 10 años que sufren de mal nutrición; de los casi 187 mil que estaban fuera del sistema escolar antes de la pandemia y de los cerca de 220 mil que deben trabajar para subsistir. “Cuentos para Despertar”, se llama la campaña patrocinada por el Centro Iberoamericano de Derechos del Niño, Colunga, Unicef, Núcleo Milenio para el Curso de la Vida y la Vulnerabilidad y Hogar de Cristo. Y hace un paralelo entre los clásicos cuentos infantiles que se les leen a los niños para dormir, aunque aquí el propósito en sensibilizar a los adultos. “Blanca y sus 7 herman@s” es uno de esos cuentos y alude al hacinamiento, a la falta de una casa digna.
-Contar con una vivienda adecuadamente aislada y calefaccionada, con servicios sanitarios, con los muebles necesarios, con una cantidad de espacio acorde a la cantidad de personas que la habitan, son algunos de “los desde” de esta dimensión del bienestar –explica Claudine Litvak. Y luego se pregunta: ¿Qué implicancias tiene para un niño habitar en una casa y en un barrio que no cumple con esos estándares mínimos? Muchísimas, partamos con que dificulta el acceso regular a servicios de salud de calidad; sigamos con que reduce la oferta de establecimientos educacionales accesibles, aumentando el riesgo de asistir a uno de mala calidad. También limita las posibilidades laborales de los padres, obligándolos a tener largos tiempos de traslado de la casa al trabajo, con todas las implicancias que esto tiene para sus posibilidades de cuidar a los hijos y acompañarlos en su trayectoria escolar. Las viviendas hacinadas o de mala calidad impiden un buen sueño con consecuencias tanto para la salud como para el desempeño académico. Un barrio segregado y periférico no ofrece acceso a parques y espacios públicos seguros, además muchas veces se enfrentan problemas de contaminación, de violencia y delincuencia –enumera y podría seguir con una verdadera letanía de impactos negativos, pero el resultado es uno y claro: el efecto corrosivo de la pobreza sobre los niños en las sociedades prósperas. “Nacer y crecer en pobreza o Vulnerabilidad en Chile”, el estudio del que es parte la psicóloga se centra en vivienda y barrio, trabajo e ingreso de los padres y salud y educación, será presentado en septiembre próximo y espera hacer partícipes a una treintena de jóvenes que nacieron y crecieron en condiciones de pobreza y/o vulnerabilidad para que desarrollen el relato retrospectivo de sus vidas y luego prioricen cuáles fueron sus carencias más significativas.
–¿Cuál es la diferencia entre ser pobre y ser vulnerable?
-Pueden ser cinco mil pesos de mayor ingreso para que quedes en situación de vulnerabilidad y no de pobreza. Hay un límite, que está cercano a los 450 mil pesos para una familia de cuatro, donde se ubica la línea de la pobreza, si el grupo familiar está sobre ella es vulnerable, no pobre. Los números son engañosos, porque cualquiera se da cuenta de que la situación de precariedad de ambos grupos es la misma. En Chile, ciertamente en materia de pobreza estamos mejor que hace 30 años, pero aún nos falta mucho para tener un sistema de protección social sólido que ayude a las familias que viven con ingresos totales de menos de 500 mil pesos, cifra que tampoco es la panacea. La media de los ingresos es muy baja en el país y la pandemia ha develado muchas cosas, como el sinfín de deudas y otras dificultades que enfrentan las familias para llegar a fin de mes.
Claudine obtuvo su doctorado en Inglaterra a partir de una investigación en terreno con 20 mujeres jefas de hogar de La Pintana. “Madres solteras viviendo en pobreza en Chile: Escuchando sus voces”, fue el título, por eso tiene conocimiento para analizar el duro golpe que ha significado para ese grupo la imposibilidad de generar recursos a causa de la pandemia.
-Falta mucho para que el Estado se ponga en los zapatos de esas mujeres que son las únicas responsables de sus hijos. Las transferencias de ayuda están llenas de condiciones y son de montos bajísimos, el marco de las políticas públicas es muy poco comprensivo de las realidades de las personas. Existe mucha esperanza en que el proceso constituyente y el texto constitucional resultante considere estas cuestiones y construya las políticas públicas con las personas que van a ser sus destinatarias......
Seguir leyendo el artículo......
* Claudine Litvak Cooper: Sicóloga de la Universidad Diego Portales, doctora en estudios políticos y sociales de la Universidad de Bristol, lidiando con la crianza de tres hijos y el trabajo como jefa del área de desarrollo del Hogar de Cristo, logró obtener su grado académico en Inglaterra.
¿Qué series ven los adolescentes en Netflix? ¿De qué tratan estas series? ¿Hablan de sexo? ¿De drogas? ¿De consumo de alcohol?.
Con la llegada de plataformas como HBO, Amazon Prime Video o YouTube, entre otras, hemos podido observar cómo las formas, aparatos y espacios de consumo mediático se han diversificado y modificado. El consumo se ha desplazado del salón de la casa a otros espacios más íntimos como las habitaciones e, incluso, el baño.
También a espacios públicos. De hecho, no es difícil encontrar adolescentes viendo una serie en el metro o visionando vídeos de YouTube con sus amigos mientras comparten tiempo en un parque.
Por su parte, el televisor se ha visto reemplazado por otros dispositivos, como el móvil o el portátil, y otras plataformas. La pequeña pantalla del móvil no es un obstáculo para los y las adolescentes y, a cambio, les permite un consumo individual y personalizado, a través de las plataformas de vídeo bajo demanda (ya hablaremos en otro momento de algoritmos y de la importancia del usuario).
El tránsito a la vida adulta y la representación
Todos estos cambios, de alguna manera, generan incertidumbre y preguntas, como las expuestas anteriormente, entre los padres y las madres.
De nuevo, ¿qué ven hijos e hijas en las plataformas de vídeo? En su último libro, Joan Ferrés señala que “las pantallas, como los espejos, sólo tienen valor en cuanto reflejan a la persona que interacciona con ellas”. Es decir, solo tienen sentido para el interlocutor cuando éste se ve representado en ellas.
Es lógico, por lo tanto, pensar que los y las adolescentes buscan productos juveniles que les hablen sobre ellos mismos y esto implica, necesariamente, hablarles del tránsito a la vida adulta y de la búsqueda del ‘yo’.
Se trata de series, películas y vídeos donde se ven reflejadas las primeras experiencias en el ámbito amoroso y sexual, pero también las relaciones con los amigos y con los padres, el consumo de alcohol y otras sustancias, el uso de las redes sociales, etc. Así que, respondiendo a las preguntas que iniciaban este artículo: sí, estas series hablan de sexo, de drogas y, también, de mucho más…
El papel que estas series tienen para los y las adolescentes es importante. Se trata de productos juveniles protagonizados por personajes adolescentes que presentan intereses y preocupaciones de los y las jóvenes. Por lo tanto, conocer los productos audiovisuales que ven significa, también, conocerlos a ellos y ellas, entender un poco más sus preocupaciones y sus mundos.
Por este motivo puede resultar interesante ser partícipes de estas experiencias. Tal vez sea difícil, pero sería interesante superar los consumos mediáticos individualizados e intentar promover una experiencia de visionado colectiva (padres y madres con hijos e hijas, por ejemplo). Esto nos puede ayudar a acercarnos al mundo adolescente y a sus inquietudes, a través de debates y conversaciones que despierten las narrativas de las propias series. Y, si no, como mínimo, servirá para compartir tiempo de entretenimiento en familia.
"16 AND RECOVERING", concurso de microrrelatos para autores con edades entre los 15 y los 29 años.
Fad lanza el concurso de relatos
"16 AND RECOVERING"
en colaboración con MTV SPAIN
¡Queremos enviarle un mensaje de esperanza a las personas que están atravesando un bache en el camino! Buscamos historias, reales o de ficción, en las que se reflejen problemas relacionados con los consumos de drogas y/o la salud mental y se visibilicen formas para abordarlos y superarlos.
¡El ganador/a conseguirá un pack de merchandising MTV compuesto por gorra, camiseta y tote bag!
- Pueden participar jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.
- La extensión máxima de los relatos es de 500 palabras.
- El plazo para participar finaliza el 31 de enero de 2021.
- Los y las participantes deberán seguir los perfiles en Instagram de @fadjuventud y @mtvspain.
- Y comentar una de las publicaciones sobre el concurso mencionando a dos amigos.
- Un jurado compuesto por Fad y MTV Spain valorará los relatos.
¡Comparte y difunde en este ENLACE!
Real Decreto-ley 1/2021, de 19 de enero, de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica.
Entre ellas, en la Agenda del Consumidor se destacan las siguientes: la necesidad de garantizar tanto la asequibilidad de los productos, bienes y servicios, como la disponibilidad de un información clara, accesible y fácil de manejar sobre ellos; la adopción de un enfoque justo y no discriminatorio en la transformación digital; la educación permanente, la sensibilización y la formación, especialmente a niños, niñas y menores de edad; o la protección frente a prácticas discriminatorias por razón de género...
Asimismo, entre las dificultades que impiden el desarrollo en condiciones de igualdad en las relaciones de consumo por cuestiones de género, la violencia de género y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual han de ser contempladas en razón de su especial incidencia. La violencia de género sitúa a las mujeres en riesgo de exclusión social, frustrando sus posibilidades de inserción en el mundo laboral o sus expectativas de independencia económica, todo ello como consecuencia del control que ejerce el agresor sobre las víctimas mujeres. Según datos de la Cruz Roja, el 84 % de las mujeres víctimas de violencia de género están en riesgo de pobreza y exclusión social, lo que afecta de una forma directa a sus relaciones de consumo.
Adicionalmente, y en el ámbito de la cuestión de género, se encuentran las familias monoparentales. Estos colectivos, encabezados por mujeres en un 81 % de los casos, afrontan necesidades que los sitúan en una posición de desigualdad en las relaciones de consumo. El 46,8 % de estos hogares se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social y tienen una tasa de pobreza infantil quince veces superior a la media. Asimismo, las mujeres que encabezan estos hogares han de enfrentarse a situaciones de empleabilidad inestables, debido a las escasas posibilidades de conciliación que ofrecen las empresas, lo que provoca que muchas de ellas se puedan encontrar en situación de desempleo o de trabajo en situación irregular dada su condición.
También se debe prestar especial atención a la situación de los niños, niñas y adolescentes que, de acuerdo con el INE, suponen el 17,6 % del total de la población, siendo los menores de 16 años el colectivo más afectado por el riesgo de pobreza relativa según la encuesta de condiciones de vida. En sus relaciones de consumo, los niños, niñas y adolescentes, por ejemplo, presentan una mayor sensibilidad a la publicidad y a las prácticas comerciales agresivas, disponen de menor capacidad para reconocer el peligro, pueden sentirse atraídos por la apariencia de productos que entrañen riesgos para su salud o seguridad, o pueden presentar mayor sensibilidad frente a la toxicidad de determinadas sustancias químicas. Requieren, como la Nueva Agenda del Consumidor advierte, medidas de educación permanente, formación y sensibilización...."
Se modifica el artículo 1 bis introducido en el Real Decreto-ley 37/2020, de 22 de diciembre, de medidas urgentes para hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social y económica en el ámbito de la vivienda y en materia de transportes, con objeto de dar cobertura a las situaciones en las que los procedimientos de desahucio y lanzamiento afecten a personas económicamente vulnerables sin alternativa habitacional, incluso en las causas penales en las que el lanzamiento afecte a personas que carezcan de título para habitar una vivienda....
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Consumidores vulnerables, veto a algunos desahucios y etiquetado, todo en un nuevo Decreto Ley
La norma crea esa figura para dar paso a posibles reformas que protejan a estas personas y modifica las condiciones para que un juez pueda frenar el desahucio de personas en situación de extrema necesidad aunque no tengan contrato de alquiler o hayan ocupado la vivienda.
La norma crea, en consonancia con las directrices europeas, la figura de la persona consumidora vulnerable, un concepto variable (puede considerarse que se es por edad, conocimientos, ingresos, acceso a la información…) que se define como una persona en especial indefensión en relaciones concretas de consumo que le impide ejercer sus derechos en igualdad.
Y, ¿la creación de ese concepto, qué significa? Abre la puerta a que las administraciones, como ya pasa en algunos sectores (como, por ejemplo, la protección ante desahucios o el bono social) utilicen ese concepto para establecer niveles de protección más exigentes para esas personas. Esa especial atención se podrá recoger, según el Decreto Ley publicado hoy, en futuros reglamentos sectoriales.
Pero no es un concepto 100% nuevo. La Ley General de Derechos de los Consumidores y Usuarios, que es la que modifica, ya enumeraba, entre los derechos de los consumidores, “la protección de sus derechos mediante procedimientos eficaces, en especial ante situaciones de inferioridad, subordinación e indefensión”.
Lo que sí marca la modificación son obligaciones para las empresas tanto en la información previa a un contrato como en sus ofertas, que deben ser, añade, “claras, comprensibles, veraces” y estar en formatos accesibles, especialmente de cara a estas personas vulnerables. También deberán tenerlas en cuenta de cara al etiquetado de sus productos.
Además, añade la obligación general de incluir en la etiqueta, además de toda la información obligatoria hasta ahora, instrucciones para una correcta gestión de los residuos.
Las administraciones, por su parte, deberán poner en marcha políticas públicas destinadas a la protección de estas personas consumidoras vulnerables y prestar especial atención a sectores en los que abunden (por su complejidad, por ejemplo, como pasa con los servicios financieros) en sus programas de formación del consumidor, también en aquellos que están obligadas a emitir en las teles y radios públicas.
Además, el Decreto Ley añade entre los sectores que podrán ser objeto de reglas más estrictas, junto a los servicios financieros y los bienes inmuebles, a los servicios de telecomunicaciones y energía. Y habla de esas personas consumidoras vulnerables o la complejidad de ciertos sectores como una de las razones que permiten que una administración haga controles de mercado para evaluar la calidad de productos y servicios.
Modificaciones al veto a los desahucios
Aunque se contó de pasada y sin entrar en detalles en la rueda de prensa de ayer martes tras el Consejo de Ministros, el Decreto Ley también modifica las condiciones para que se suspendan los desahucios en el caso concreto de personas sin contrato de alquiler o título similar, ya sea porque se cedieron sin papeles o porque fueron ocupadas.
El Decreto Ley que en diciembre prorrogó la suspensión temporal durante el estado de alarma de los desahucios de personas vulnerables (que no superen cierto nivel de ingresos y no tengan otro lugar donde vivir) añadió también un nuevo supuesto: casas habitadas sin contrato de alquiler, ya sea porque se han cedido sin papeles o porque han sido ocupadas. Pero, eso sí, en este caso concreto las condiciones son mucho más exigentes y solo se permite que permanezcan en la vivienda, si lo decide un juez, en casos extremos.
Así, además de no alcanzar esos ingresos mínimos y no tener otro lugar al que ir, para que un juez pueda frenar temporalmente el desahucio tienen que ser familias con algún miembro dependiente, víctima de violencia de género o menores a cargo. Y solo lo podrá hacer en caso de que el propietario sea una empresa o un gran tenedor (más de diez inmuebles) y vivan allí desde antes de la entrada en vigor, en diciembre de 2020, de ese Decreto Ley.
Pero hay más condiciones. Lo que hace la norma publicada hoy es modificar algunas de las ellas. Así, hasta ahora, no se podía frenar el desahucio si la entrada o permanencia era consecuencia de un delito. El Decreto que entra en vigor mañana permite que se pueda suspender también en caso de que se trate de un procedimiento penal (no solo civil) y aunque se haya cometido un delito (por ejemplo, de usurpación), siempre que no haya habido intimidación o violencia sobre otras personas.
Por otro lado, sigue estando prohibido suspender el desahucio si la vivienda es la vivienda habitual o segunda residencia de otras personas, pero a partir de ahora también si pasa eso y el inmueble es propiedad de una empresa (hasta ahora solo se aplicaba esta norma a casas propiedad de personas físicas).
Con todo esto, el juez tendrá en cuenta si es un caso de extrema necesidad y si han cooperado con las administraciones públicas para encontrar una solución antes de decidir si paraliza el desahucio o no. Pero la lista de condiciones que se deben cumplir para que pueda paralizar un desahucio sin papeles, y solo hasta el fin del estado de alarma, es larga:
Condiciones que se deben cumplir para que un juez pueda paralizar temporalmente un desahucio en casos de no tener contrato de alquiler
- Personas vulnerables (condiciones iguales que para la paralización del resto de desahucios):
- Que el responsable de pagar el alquiler se quede en paro, le hayan aplicado un ERTE, haya reducido su jornada por motivo de cuidados (en caso de ser empresario) o haya sufrido otras circunstancias similares que supongan una “pérdida sustancial de ingresos”.
- Que los ingresos de la unidad familiar no superen, en el mes anterior a la solicitud: tres veces el IPREM (1.613,52 euros). Cuatro veces en caso de que la familia cuente con algún miembro con discapacidad, dependiente o incapacitado. Cinco veces si el deudor es discapacitado físico de al menos un 65%, o mental de un 33%, o en casos de enfermedad grave que no le permita trabajar, ya sea a la persona que paga la renta o a su cuidador. Estas cantidades se incrementarán 0,1 veces el IPREM por cada mayor de 65 años y por cada hijo (0,15 veces en familias monoparentales).
- Que el pago del alquiler y los suministros básicos (electricidad, gas, gasoil para calefacción, agua corriente, telecomunicaciones y pago de la comunidad) supongan el 35% o más de los ingresos netos de la unidad familiar.
- Que la vivienda sea propiedad de una empresa o entidad o de un gran tenedor (más de 10 inmuebles).
- Que no sea residencia habitual de ninguna persona, ni segunda residencia, independientemente de quién sea el propietario (hasta hoy, este punto solo afectaba a casas propiedad de empresas, no de personas).
- Tienen que ser familias con algún miembro dependiente, víctima de violencia de género o menores a cargo.
- Haber entrado a la vivienda, que debe ser vivienda habitual, antes del 23 de diciembre de 2020.
- Que estén en un proceso civil o penal iniciado por su propietario para recuperar la casa.
- Que en la entrada o permanencia no haya habido intimidación o violencia sobre las personas.
- Que no se realicen actividades ilícitas en el interior.
- Que hayan cooperado con las administraciones para encontrar una solución.
- Si se cumple todo lo anterior, que el juez decida que es un caso de extrema necesidad.
Hablando de Infancia y Adolescencia: HDIA Revista GSIA. Mes Enero 2021.
En este número, la sección Escaparate GSIA se dedica al #CovidUnder19: La vida durante Coronavirus, Derechos de niños y niñas durante la pandemia por Coronavirus: puntos de vista y experiencia de la niñez.
No te lo pierdas.
Acceso a números anteriores de
También en la web puedes encontrar Documentación relativa a la infancia y la adolescencia: artículos, documentación, investigaciones, estudios, legislación, etc.
Justicia juvenil. Informe OIA 2020
La situación de Cañada en Hoy por Hoy, y Pronunciamiento de Defensa de Niños y Niñas Internacional, España.
a Rocío García, responsable territorial de la FSG en Madrid,
para conocer la situación que se vive en la Cañada Real tras los cortes de electricidad en la zona.
La Sociología de la Infancia y los Desafíos de la Pandemia por COVID-19. Convocatoria CI-17 FES, Congreso Andaluz Sociología.
Reunión intercongresual CI-17
FES (Sociología de la Infancia)
LA SOCIOLOGÍA DE LA
INFANCIA Y LOS DESAFÍOS DE LA PANDEMIA POR COVID-19
Viernes, 22
de enero de 2021. De 18:20 a 20:20 horas
Abierto a miembros del
CI17 de la FES y otros congresistas y personas interesadas
Programa
1 - Plan de trabajo y actividades desarrolladas
por el
Comité. Novedades y eventos próximos.
Lourdes Gaitán. Presidenta del Comité
2 - La mirada sociológica
ante la pandemia y su repercusión en la vida
de niñas, niños y adolescentes (“sociología
de urgencia” en el confinamiento).
Iván Rodríguez, Lucía del
Moral, Elisabet Marco y Daniel Gabaldón. Equipo directivo del Comité
3 - Coloquio: iniciativas
en el campo de la investigación y la
intervención.
Todas las personas que asistan podrán presentar sus iniciativas
La juventud como chivo expiatorio.
Para desarrollar una estrategia de contención del virus eficaz,
es necesario dejar de lado la visión adultocéntrica
e incorporar a los jóvenes a las decisiones de política pública.
La respuesta: las y los jóvenes.
Por eso, plantear que las juventudes están en las fiestas clandestinas o aglomerados en playas, ríos y centros de veraneo es ver sólo una parte del guion y ocultar película. Ante el aumento sostenido de contagios y muertes por el virus se ha instalado un debate acerca de la responsabilidad de las juventudes, a partir de una nota publicada en el Dipló por José Natanson (1), donde llamaba la atención sobre el riesgo de cargar las tintas sobre los jóvenes, respondida por un artículo de Daniel Feierstein (2).
En esta nota sostengo que culpabilización de las juventudes ante el alza de la pandemia no responde a evidencias, sino más bien a un discurso contraproducente que no contribuye a evitar contagios o a promover políticas de cuidado y prevención. ¿A qué se debe este discurso acusatorio hacia los jóvenes?.
Culpables
Una de las causas que dan cuenta de este fenómeno es la falta de escucha hacia las voces juveniles, la ausencia de una mirada generacional en los discursos mediáticos y las políticas públicas y el predominio de una perspectiva adultocéntrica, que produce las juventudes a imagen y semejanza de lo que los adultos esperan que los jóvenes sean.
No se trata, como sugiere correctamente Feierstein, de pensar los jóvenes versus los adultos. Lo necesario, coincidiendo con Natanson, es incorporar la perspectiva generacional, escuchar, reconocer y visibilizar a las juventudes y sus diversas prácticas en tiempos de pandemia. Generar empatía, diálogo y comprensión, más que acusaciones morales, culpabilización y solo punición.
Estamos de acuerdo con Feierstein en que tenemos que entender los comportamientos juveniles dentro de una dinámica social más amplia. Las conductas de desaprensión, los discursos que critican o llaman a no cumplir las medidas sanitarias dispuestas por los gobiernos y quienes muchas veces no dan el ejemplo son dirigentes adultos y no las juventudes. Las y los jóvenes se producen y son producidos como expresión y parte de lógicas sociales más amplias y es por eso que depositar en ellos las causas de todos los males y usarlos como chivo expiatorio provoca rechazo y reacciones negativas por parte de los propios jóvenes, cuyos comportamientos supuestamente se busca cambiar.
Junto con las niñas y los niños, las y los jóvenes son quizá el sector social menos considerado en la pandemia. Como parte de una omisión más general que se arrastra desde hace años, la mirada juvenil estuvo ausente de las políticas públicas impulsadas para mitigar o contrarrestar el avance del virus.
Los jóvenes encararon la virtualización de la educación como pudieron, la mayoría vieron precarizadas sus vidas y sus condiciones laborales, muchos de los que habitan los barrios populares fueron criminalizados y perseguidos por fuerzas de seguridad. También protagonizaron las estrategias comunitarias y populares de cuidado y protección. Pero esto se invisibiliza enfocando sólo en las juventudes de sectores medios y medios altos urbanos que se aglomeran en las playas y los ríos y que concurren a las llamadas fiestas clandestinas.
La dimensión afectiva, vincular, de sociabilidad y encuentro es poco considerada en este debate. Fue subvalorada en los últimos meses y lo sigue siendo. Por un lado, la pandemia mostró una ambivalencia. Potenció las relaciones y comunicaciones a través de los espacios digitales (principalmente habitados por jóvenes). Al mismo tiempo, esta expansión del mundo digital mostró la necesidad de los encuentros presenciales. Lo virtual no es suficiente si de emociones y sociabilidad juveniles se trata. El encuentro corporal, cercano, sigue siendo fundamental, potente y valorado por las y los jóvenes.
Así las cosas, ¿qué previsiones se tomaron para incorporar las prácticas juveniles de esparcimiento, ocio y tiempo libre en la planificación de la temporada de verano en pandemia? Se hizo hincapié en los protocolos para los lugares de alojamiento, para el transporte o para el ingreso a las localidades. Pero, una vez más, la mirada generacional estuvo ausente a la hora de pensar qué harían las juventudes, protagonistas del verano, para encontrarse y celebrar.
La prohibición, la punición y las restricciones (necesarias para mitigar la pandemia) prevalecieron, sin pensar en alternativas que las complementen. Si hay cosas prohibidas, ¿qué es lo que se habilita? ¿Cuál es la posibilidad, lo que se ofrece como opción, lo que sí se puede hacer?.
Recreación responsable
Una idea concreta que aún es posible implementar: crear una mesa de trabajo con organizaciones y referentes juveniles para pensar alternativas que hagan posible la recreación y el disfrute del tiempo libre en el verano sin generar situaciones de descuido y riesgo. Es decir, convocar a las juventudes, escucharlas, reconocerlas, dialogar. Prevenir y prever, más que actuar luego de que los descuidos se produjeron.
Esta dimensión de interlocución y argumentación es fundamental, porque la evidencia muestra que solo apelar a una responsabilidad con el prójimo y con las personas mayores desde un discurso adultocéntrico no genera los efectos buscados. No se trata de justificar o resignarse a la irresponsabilidad social. Pero es necesario que las y los jóvenes comprendan la importancia del cuidado individual y social y sean convocados a pensar juntos las alternativas concretas para lograrlo.
Las dimensiones sociales y colectivas son fundamentales en estos esfuerzos. El relajamiento de los cuidados en las últimas semanas muestra, además del cansancio de grupos cada vez más amplios de la población, que el discurso de la responsabilidad individual tiene sus límites: se agota. Y que es necesario enfatizar un mensaje de prevención y cuidado social, colectivo, comunitario. No exigirles a las juventudes comportamientos que otros grupos sociales son incapaces de tener. Buscar a los jóvenes como aliados de estas iniciativas y no construirles como chivos expiatorios de los males sociales es un camino a explorar.
Por otra parte, sabemos que el aumento de los casos en los últimos días no se debe a las aglomeraciones juveniles o solo a la nocturnidad. Es más bien un efecto de discursos y prácticas sociales habilitadas desde las políticas públicas. Con bares repletos, transportes públicos sobreocupados y empleadores forzando a los trabajadores a regresar a la presencialidad, ¿el rebrote es causado por las juventudes? Ya se sabe que los contagios crecen en lugares cerrados poco ventilados. Quizá los gobiernos deberían preocuparse más por evitar estos comportamientos, promover el teletrabajo (para que haya producción con menos circulación) e incentivar una gastronomía estival únicamente al aire libre, que por culpabilizar a las juventudes.
Desde ya, para tomar medidas efectivas de mitigación de la pandemia hacen falta políticas públicas activas que promuevan los cuidados sociales y compensen la inevitable retracción de la actividad económica. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Ayuda al Trabajo y la Producción (ATP) fueron medidas acertadas en ese sentido; millones de jóvenes los recibieron. Su interrupción atenta contra las posibilidades de protección colectiva de los sectores que más la necesitan y que menos posibilidades tienen de encontrar alternativas al trabajo presencial.
Como señalamos en un reciente documento elaborado por el Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes (3), es preciso implementar políticas públicas de prevención y promoción más eficaces, integrales, transversales, situadas y singularizadas, que incluyan las voces juveniles con un mensaje que focalice en las medidas necesarias para el cuidado y las alternativas permitidas ante las restricciones y no tanto en el castigo y la culpa. Es con y desde las juventudes -y no en su contra- que podremos afrontar más afectivamente la actual coyuntura de rebrote y proyectar un mundo mejor en la pospandemia.
1. https://www.eldiplo.org/notas-web/que-hacer-con-los-jovenes-irresponsables/
2. https://www.eldiplo.org/notas-web/apostar-a-nuestra-mejor-version/
3. “Ante la responsabilización de les jóvenes por la nueva ola de contagios”, comunicado del GEPoJu (IIGG-UBA): https://www.facebook.com/gepojuiigg/