Queridos amigos y amigas:
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Los deberes, lejos de fomentar el desarrollo integral de la persona, son la herencia dañina de un método pedagógico obsoleto que está basado en la memorización y en la repetición de los contenidos. Se pretende encubrir la ineficiencia de dicho modelo educativo con una sobreacumulación de tareas a realizar sin supervisión docente directa, cuyo fin es derivar la responsabilidad de dicha ineficiencia al alumnado y sus familias.
La presión institucional que se provoca con estas tareas provoca una ampliación real de la jornada escolar del alumnado, que llega a límites inaceptables. En ocasiones, la jornada llega a superar las 60 horas semanales. Ello provoca que alumnos y alumnas vivan su proceso educativo como una película continua que les deja habitualmente sin posibilidad de descanso real y les desmotiva para implicarse en un proceso de aprendizaje que les ilusione.
Estas tareas, y las consecuencias que supone no realizarlas, hacen que el tiempo familiar se supedite a su realización, alterando e impactando en el modo de comunicación familiar, generando consigo tensiones e influyendo negativamente en el tiempo libre y de ocio familiar. El Tribunal Constitucional puso límites ya a la presión institucional de los deberes, estableciendo que “el tiempo situado fuera del horario escolar pertenece a los padres y es indisponible para la escuela”. Los deberes son, por tanto, una injerencia en la vida familiar que se produce por una errónea aplicación de una libertad de cátedra mal entendida.
Existen factores como la cantidad de tiempo, los recursos económicos disponibles o la cualificación del conocimiento académico de los padres y madres que influyen directamente en la realización de los deberes. Se conforma así un “currículum oculto” para los alumnos y las alumnas que nada tiene ver con su capacidad o su interés y que provoca, de manera objetiva, la desigualdad entre el alumnado.
Aquellas familias que no disponen de tiempo, no tienen la formación necesaria o no poseen la capacidad de transmitir dichos conocimientos, se ven ante la tesitura de tener que elegir entre que sus hijos e hijas se enfrenten en solitario a esta barrera educativa o costear clases particulares o academias, para intentar evitar las sanciones que producen en el seno de las instituciones escolares si los deberes no son realizados correctamente. Estas sanciones, como son por ejemplo la bajada de notas o los castigos sin recreo, hacen que el propio sistema educativo genere desigualdades.
El aprendizaje integral conlleva el respeto al tiempo libre del niño o de la niña. En este sentido, atendiendo a una visión de la educación centrada en el desarrollo de las personas, el artículo 31 de los Derechos del Niño establece que “los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad (…) en condiciones de igualdad”.
La reflexión de Tonucci tiene poco de opinión personal. Así lo demuestran los resultados del programa Hablan los niños y niñas: el bienestar subjetivo de la infancia en Barcelona, coordinado por el Institut Infància y Adolescència del área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Barcelona. Con base en los resultados de una encuesta en la que participaron 4.000 niños y niñas de entre 10 y 12 años de la ciudad, se elaboró y se dio a conocer un documento que recogía 11 demandas y 115 propuestas de actuación importantes.
Las dos primeras demandas eran
“tener más tiempo para disfrutar con su familia” y
“menos tiempo de estudios y más tiempo libre para jugar y estar con amigos y amigas”.
Estas demandas coinciden con la percepción sobre el tiempo libre que se observó en los niños, niñas y adolescentes del distrito Fuencarral–El Pardo del Ayuntamiento de Madrid.
Según los resultados de un informe elaborado por el Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia (GSIA), un 46% de menores decía no estar de acuerdo con la afirmación de que tienen suficiente tiempo libre, un porcentaje que se dispara hasta casi el 75% en el caso de los adolescentes.
Niños juegan en un parque. T. M. BARWICK (GETTY I.) |
afirma Beatriz Migues Pouy, vocal de Comunicación de la Asociación GSIA, que considera que en esta falta de tiempo libre confluyen dos factores primordiales. Por un lado, la idea del tiempo productivo, que hace que los adultos consideren erróneamente el tiempo de ocio en la infancia como un tiempo no-productivo. Por otro, la falta de disposición de espacio, especialmente en las grandes ciudades, para la realización de actividades de ocio y tiempo libre no dirigido.
“Antes los niños nos pasábamos el día en el cole preguntándonos qué íbamos a hacer por las tardes. Ahora son los padres los que se preguntan qué van a hacer con sus hijos por las tardes”, afirmaba Tonucci en su ponencia, haciendo hincapié en esta idea de la falta de espacios. Las respuestas a esa pregunta son limitadas: parque o extraescolares. Y las extraescolares, a diferencia del tiempo libre, siempre tienen ese aura de tiempo productivo.
Más aún, en un contexto marcado, según Kepa Paul Larrañaga (Asociación GSIA), sociólogo e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, “por la obsesión adulta por la sobreformación” de los niños y niñas, una situación que según el experto se acentúa más si cabe en los estratos sociales más favorecidos, donde los niños pasan más tiempo haciendo deberes y actividades extraescolares.
“Las extraescolares, en muchos casos, buscan rellenar los baches de la educación formal, además de constituir la canalización de los miedos adultos respecto a que sus hijos e hijas no estén adecuadamente preparados para las futuras necesidades del mercado laboral”, expone Kepa Paul Larrañaga, que destaca que la educación formal no tendría que ser una carrera de fondo para ver quién llega mejor preparado al mercado laboral. “Por lo menos los niños y niñas no tendrían que vivirlo de esa manera, ni sus padres transmitírselo”, añade.
En ese sentido, recuerda que el documento La comparación internacional para la mejora escolar: PISA para Centros Educativos destaca a Finlandia como “un excelente ejemplo de un sistema educativo con éxito” que parte de un objetivo: que todos los niños encuentren en el centro educativo de su barrio lo suficiente y necesario para cubrir sus necesidades y las expectativas de sus padres. Sin necesidad de extraescolares.
Consecuencias de la falta de tiempo libre
Para Beatriz Migues Pouy existe una consecuencia directa de la ausencia de tiempo libre de los niños y las niñas: “No cumplir con uno de los derechos fundamentales de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas: el derecho al juego y, por tanto, al tiempo libre. Y no cumplir tampoco con el Interés Superior del Niño si estos ni tan siquiera participan en la toma de decisiones con los adultos para gestionar el tiempo personal o el que comparten con sus progenitores”, reflexiona la experta, que lamenta que el espacio-tiempo de la infancia esté colonizado por los adultos, obviando así el derecho de los niños a disfrutar y decidir sobre el mismo: “Sería muy importante preguntarse de qué manera los niños eligen qué tipo de actividades extraescolares quieren realizar y cuántas”.
Pero el impacto de la falta de tiempo libre va mucho más allá de los derechos y también tiene un reflejo a nivel psicológico. Así lo mantiene la psicóloga Sara Tarrés, miembro del Grupo de Trabajo en Inteligencia Emocional del Colegio Oficial de la Psicología de Catalunya y autora de Mis emociones al descubierto. Guía y cuaderno emocional para trabajar en familia, que considera que jugar de forma libre —y si puede ser al aire libre, mejor— debería ser la principal actividad de la infancia, porque jugar, sostiene, “permite aprender de los errores, de las caídas, de los golpes, de la pandilla de amigos, de las risas, de las riñas, del ir y venir, del hacer y deshacer, del entretenerse y de aburrirse en mayúsculas”. Al no disponer de tiempo para ese juego libre, sin embargo, y al invertirse este en actividades estructuradas, organizadas, dirigidas y supervisadas siempre por un adulto, “el desarrollo de determinadas habilidades y capacidades físicas, intelectuales y emocionales se ve afectado”.
Según Tarrés, a corto plazo, la falta de tiempo libre y de juego se traduce en un aumento de la irritabilidad por cansancio, falta de iniciativa y dificultad para la organización del tiempo de forma autónoma. “Poco a poco vamos viendo como estos niños se vuelven más dependientes, inseguros, con dificultades para saber qué les gusta y cuáles son sus intereses reales, propios, más allá de los que los padres y madres les insuflan, porque siempre tienen un adulto que les organiza, gestiona y resuelve cualquier cuestión, incluido el juego y su tiempo libre”, reflexiona.
A largo plazo, añade, la ausencia de tiempo libre se puede traducir en la aparición de problemas de ansiedad y depresión ante cualquier pequeña dificultad o adversidad. “Nos encontramos frente a niños y adolescentes que no han podido desplegar sus habilidades sociales ni emocionales porque ya había quién lo hacía y pensaba todo por ellos, padres y madres que desde el amor —y creyendo hacer lo mejor por sus hijos— les llenaron el tiempo de actividades privándoles de la libertad de experimentar y aprender por ellos mismos”, concluye.
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Ahondó en esa idea diciendo que el profundo impacto de la pandemia del COVID-19, los efectos cada vez mayores del cambio climático y las repercusiones de la crisis alimentaria, energética y financiera derivada de la guerra contra Ucrania han sido los tres principales problemas.
A eso añadió, el hecho de que “la polarización dentro de los Estados y entre ellos ha alcanzado niveles extraordinarios y el multilateralismo está bajo presión”.
Pero de entre todos los asuntos, señaló el cambio climático como el mayor desafío para todos en este momento.
“Los fenómenos meteorológicos extremos de los últimos meses han vuelto a poner de manifiesto, de forma contundente, la necesidad de actuar urgentemente para proteger nuestro planeta para las generaciones actuales y futuras. Satisfacer esta necesidad es el mayor reto en materia de derechos humanos de esta época, y todos los Estados tienen la obligación de trabajar juntos en este sentido, y de cumplir con lo prometido, para aplicar plenamente el derecho a un medio ambiente sano”, aseguró Michelle Bachelet.
Para la alta funcionaria, cuyo último día como Alta Comisaria será el 31 de agosto, “la respuesta a la triple crisis planetaria de la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad debe centrarse en los derechos humanos, incluidos los derechos a la participación, al acceso a la información y a la justicia, y abordando el impacto desproporcionado de los daños ambientales en los más marginados y desfavorecidos”.
En este sentido, dijo sentirse orgullosa del esfuerzo y del fuerte apoyo que su Oficina ha brindado a la cuestión medioambiental y que ha culminado con el reciente reconocimiento al derecho universal a un medio ambiente sano y limpio por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas
“En EEUU, el homeschooling suele blindar a los padres abusivos de cualquier control y el resultado es el sufrimiento infantil. También habilita a los padres a enseñar a sus hijos ideologías extremas sin ninguna objeción”, dijo a openDemocracy la estadounidense Jerusha Lofland, ex estudiante domiciliaria y sobreviviente de castigos corporales.
Lofland no está en contra del homeschooling. Ella misma lo practicó con su prole. Hay situaciones “en las que el homeschooling puede servir al interés superior del niño”, dijo. Pero “las criaturas educadas en sus casas corren más riesgo cuando están aisladas de sus coetáneos y de otros adultos responsables”, agregó.
En un blog donde postea memorias críticas de su crianza en una familia de homeschooling estrictamente religiosa, Lofland escribió: “Las criaturas más chicas eran azotadas casi todos los días por infracciones tan nimias como no rezar antes de la comida. Yo era una mujer en desarrollo de 13 años cuando recibí mis últimos azotes, tendida sobre el regazo de mi padre y vestida con una falda de lana que había heredado del guardarropas de mi madre. Como de costumbre, el castigo (golpes con una cuchara de madera) fue por mi ‘actitud’ ante una tarea asignada”.
Las referencias a los instrumentos de castigo –varas, paletas y en especial cucharas de madera– son frecuentes en los libros estadounidenses sobre ‘disciplina bíblica’ y ocupan un lugar en la cultura popular estadounidense.
Homeschooling's Invisible Children (HIC) es una base de datos pública en línea que documenta casos de abuso y negligencia infantil en entornos de educación en el hogar. HIC es un proyecto de la Coalición para la Educación Responsable en el Hogar (CRHE). En esta página encontrará información sobre cómo navegar por HIC, que incluye:
Nota de contenido: Esta base de datos incluye descripciones de violencia severa infligida a niños, incluidos abuso y negligencia, violencia sexual, tortura y asesinato, así como menciones de suicidio y violencia doméstica. En la base de datos también se incluyen fotos de víctimas y perpetradores de violencia.
Antedentes del proyecto
Si bien la educación en el hogar puede ser beneficiosa cuando la practican educadores en el hogar responsables, también ofrece a los cuidadores abusivos una herramienta poderosa para ocultar y escalar su abuso, lo que se traduce en resultados extremadamente dañinos o fatales para los niños. Las historias catalogadas aquí representan algunos de los casos más extremos de abuso infantil que se han documentado desde la década de 1980. Con base en parte en los datos recopilados para este proyecto, CRHE cree que las soluciones políticas básicas y de sentido común evitarían muchos de estos daños y salvaguardarían el derecho de los niños educados en el hogar a la atención necesaria para su bienestar, seguridad física y mental y respeto. por su dignidad humana.
Métodos de proyecto
El proyecto HIC cataloga casos de abuso criminal y negligencia de niños educados en el hogar con el objetivo de identificar temas para desarrollar políticas de prevención basadas en evidencia. Los casos se extraen de fuentes públicas, como informes de los medios, documentos legales y sitios web. Definimos la educación en el hogar de manera inclusiva, que abarca a todos los niños cuyos cuidadores afirman estar dirigiendo su educación en el hogar. Muchos casos incluyen los nombres y fotografías de sobrevivientes adultos que han decidido presentarse y contar sus historias.
Buscar en la base de datos
Se puede buscar en nuestra base de datos y se actualiza con frecuencia a medida que surgen nuevos casos. Además del campo de búsqueda en la barra lateral derecha, también puede buscar en la base de datos usando los siguientes parámetros:
Como complemento a la base de datos principal, también incluimos catálogos separados de lo siguiente:
Visite estas páginas para obtener más información.
Hallazgos del proyecto
Hemos identificado numerosos temas en el abuso de niños educados en el hogar que lo diferencian cualitativamente del abuso de niños que asisten a la escuela. Nuestra investigación sugiere que los niños educados en el hogar tienen un mayor riesgo de morir por abuso infantil que los niños que asisten a la escuela.
Tu puedes hacer la diferencia
Su apoyo a CRHE financia proyectos como HIC para ayudar a #MakeHomeschoolSafe y proteger a los niños educados en el hogar. ¡ Tome acción o haga un regalo a CRHE hoy!