HDIA, Hablando de Infancia y Adolescencia: Blog GSIA con información y reflexión sobre la realidad que viven millones de niñas, niños y adolescentes en el mundo.
El seminario está dirigido a abogados especialistas en extranjería, asilo e
infancia, y será retransmitido también porstreaming.
Estas dos Observaciones Generales conjuntas del Comité de los Derechos del
Niño y del Comité de Protección de los Derechos de todos los Trabajadores
Migrantes y de sus familiares han sido adoptadas recientemente, y ofrecen
indicaciones muy precisas para interpretar las dos Convenciones Internacionales
en el ámbito de la infancia y las migraciones internacionales.
Día: 16 de febrero
Lugar:Consejo General de la
Abogacía Española
Paseo de Recoletos, 13
Hora:09:45-13.30
Adjunto encontrarán el programa del acto.
La entrada es libre, pero el aforo es limitado. Por ello, se ruega confirmación en
el correo electrónico sensibilizacion@unicef.es antes del 12 de febrero.
El acto puede seguirse por streaming en el siguiente enlace.
Adjuntamos el texto de las dos Observaciones Generales (una en castellano y
otra en inglés). La versión en castellano de una de las Observaciones está aún
pendiente de publicación. Os la haremos llegar en los próximos días si
facilitáis vuestros correos electrónicos.
Nos resultaría muy útil contar por adelantado con cuestiones
precisas o sugerencias temáticas que os resulten de especial
relevancia para el debate con el Profesor Morlachetti.
Podéis hacérnoslas
llegar al correo electrónicosensibilizacion@unicef.eshasta
el 12 de febrero.
con las dos niñas, Laia Artigas (7) y Paula Blanco (4),
y su emocionante resultado
Mónica Zas Marco
Eldiario.es
Cultura y Tecnología
Hablamos
con Carla Simón y la directora de cásting sobre las anécdotas,
cómo
rodar sin guiones y con mucha paciencia, para conseguir un Verano 1993
Carla Simón, directora de 'Verano 1993', junto a Laia Artigas Lucía Faraig
Hace tiempo que los menores de 16 años no pueden optar al Goya. La medida, tomada en 2011 tras el éxito de Pa Negre,
fue acogida con gusto en la industria por proteger a los niños de los
compromisos monetarios y promocionales que muchas veces implica ganar el
cabezón de bronce.
También era una forma de no caer
en los errores del pasado y por los que muchos niños prodigio acabaron
en el vertedero de los juguetes rotos.
Aún así, hay interpretaciones de los más pequeños que si
no es un premio, bien se merecerían todo el reconocimiento. Esto es lo
que ha ocurrido en la última edición con Verano 1993, la película que le ha reportado tres premios Goya a Carla Simón
y a sus dos protagonistas adultos. Aunque Bruna Cusí y David Verdaguer
realizan un trabajo veraz como pareja, el alma de este debut lo
representan las dos niñas: Laia Artigas, como Frida, y la pequeña Paula
Blanco, como Lola.
La película es conmovedora por el
drama que presenta y la cotidianidad con la que lo hace, pero es aún más
impresionante por la solvencia de las pequeñas en pantalla. No hay
nadie que salga de la sala de cine sin preguntarse cómo consiguen crear
esos sentimientos en una niña de siete años y en otra de tres y medio.
La respuesta no es la magia, sino mucho trabajo y paciencia detrás de
las cámaras que por fin ha sido recompensado en un palmarés.
Este martes, los premios Yago han anunciado como ganadores en la categoría de categoría no reconocida, al equipo de Verano 1993 por su trabajo con Laia y Paula. Desde el cásting, con Mireia Juárez a la cabeza, hasta las acting coach
y pedagogas, Laura Tajada y Laia Ricard, o la misma Carla Simón y
sus actores principales. Todos ellos han hecho una labor hercúlea e
invisible para que las dos menores entrasen de lleno pero con infinita
ternura en el mundo de Verano 1993.
David Verdaguer junto a las dos pequeñas
actrices de 'Verano 1993'Lucía Faraig
¿Hablaron con Laia de la muerte?
¿Cómo conseguían enseñar el guion a la pequeña, que lleva pañal y aún no
lee? ¿Cuántas horas trabajaron? ¿Por qué el resultado es tan natural?
Estos interrogantes que abordan al espectador, se vuelven más valiosos
cuando Carla Simón los desvela. O cuando Mireia Juárez cuenta los trucos
del cásting.
"Para el
personaje de Frida, la niña tenía que ser más urbanita, pero el de Lola
es de campo. Pertenece a esas familias que se marcharon de Badalona a
las afueras en los noventa", cuenta Juárez. Se desplazaron por Cataluña y
fueron colgando carteles en los colegios y las escuelas de teatro, ya
que la directora quería niñas que no hubiesen actuado previamente.
Lo que pocos saben es que tuvieron que convocar una segunda ronda de cástings
porque no encontraban a sus Frida y Lola definitivas. "Les hacíamos
mentir. La mentira es muy útil en las pruebas para ver si pueden entrar
en el juego con profundidad y creerse lo que hacen. Muchos niños juegan,
pero hay muy pocos que lo hagan con esa convicción", dice Carla Simón.
"Laia [Artigas], de hecho, fue de las últimas niñas que vimos".
Aunque no sea políticamente correcto admitirlo, la directora no sintió
el famoso flechazo "es ella" con la pequeña protagonista. "Creo que está
muy idealizado", ríe recordando la difícil decisión. "Laia tenía algo
especial. Esa mirada que te despierta un deseo de filmar y seguirla con
la cámara, como te tiene que ocurrir con todos tus actores", recuerda
Simón. No le costó darse cuenta de que no se había equivocado.
Los piojos de la confianza
Antes de comenzar a rodar, la directora estuvo dos meses organizando
reuniones con las niñas y el resto del plantel. Un día, Laia con Bruna
Cusí. Al siguiente, con la pequeña Paula y Verdaguer. "El resultado, que
se puede ver en los vídeos del making of, parece una precuela de Verano 1993", dice la directora.
"Imaginábamos momentos que podrían haber pasado antes de lo que ocurre
en la película, hasta el momento en el que Esteban le cuenta a Marga que
su hermana les quiere dejar a Frida. O cuando Frida sabe que su madre
ha muerto y que se va a vivir con sus tíos", enumera. Pero el trabajo no
fue completamente sobre el guion de la película (que las niñas nunca
leyeron), sino también a través de situaciones cotidianas como ir a la
compra, jugar en la piscina o incluso quitar piojos a las niñas.
Bruna Cusí y Paula Blanco, actrices de 'Verano 1993' Lucía Faraig
"Bruna [Cusí], que interpreta a la
tía de Frida y la madre de Lola, estuvo toda una tarde quitando piojos a
Laia y Paula. No puedo imaginar nada más íntimo", dice una divertida
Simón. "Yo ni siquiera sabía si iba a servir para algo. Los del equipo
debían pensar que estaba como una cabra, sacando piojos a las niñas,
pero se notó al llegar al set", asegura convencida.
Cuando tocó desplazarse a La Garrotxa para rodar en un tiempo récord, el
equipo ya se sentía como una familia. Ese entrenamiento previo fue
necesario para rodar con las pequeñas en las menores tomas posibles, ya
que solo podían estar seis horas en las localizaciones y dos por las
noches (de 10 a 12). "Sin embargo, siempre surge algo que no te esperas:
como que a Paula le aterrorizan los gigantes y cabezudos y que a Laia
no le entusiasma el agua", confiesa la realizadora, que tuvo que
invertir horas en ayudar a las niñas a enfrentarse a sus miedos.
"No fue necesario hablar de la muerte"
"Lo que más me preguntan es cómo abordamos el tema de la muerte", dice Carla Simón sobre el quid
de la película. "Lo cierto es no hablamos de muerte con las niñas, al
menos no a esos niveles, porque no hizo falta. El lenguaje de los niños
(enfados, risas, tristeza) es tan básico que queda muy creíble", asegura
la directora.
Laia Artigas afortunadamente no ha
sufrido la pérdida de un ser querido como su álter ego, Frida, o como la
misma Simón, así que tuvieron que encontrar la forma de tocar su propia
fibra sensible. " A ella se le murió una mascota y le
dio mucha pena, así que hablar de eso, o de otras cosas que no son la
muerte, unido a su imaginación brutal, la metía en seguida en el estado
de ánimo", desvela. Aunque esta técnica no funcionó igual de bien en la
escena final, y a la vez la más simbólica.
"Lo
probamos todo. Historias tristes, canciones tristes...y no funcionaba
nada. Me planteé incluso eliminar esa escena, pero al final descubrimos
que su talón de Aquiles era la frustración. Si yo le decía que no lo
estaba haciendo bien, le generaba un mosqueo tal que lloraba. Me decía,
dime que no lo hago bien y lloro. Y así fue", admite Simón.
La otra escena que la cineasta
recuerda como la más complicada fue en la que Frida se maquilla, finge
que fuma y habla imitando a su madre. "Aquí había unas líneas de guion
muy claras sobre expresiones que yo había sacado de las cartas de mi
madre. 'Enrróllate', 'estoy cantidad de cansada'. Opté por hacer yo de
su mamá y actuar así, fumar, maquillarme, hablar de esa manera, y luego
en el set le dije que me imitase", cuenta. Como dice Carla, lo
importante no es hacerle sentir un huracán de emociones a la niña, sino
al espectador. Y eso Laia Artigas lo consigue de Goya.
"Los valores de los premios son pésimos"
Laia, de siete, y Paula, de cuatro, no son conscientes del alcance
emocional de la historia, pero ¿algún día verán la película y entenderán
el mensaje poderoso que ayudaron a generar en el espectador? "Paula no
sé de lo que se va a acordar. De hecho, tuvimos una entrevista en verano
y ella le decía al periodista que se ahogó de verdad. Yo le decía que
no, pero ella se había visto en la pantalla y estaba del todo
convencida", cuenta Simón entre risas.
"Laia, aunque
la ha visto muchas veces, no puede entender muy profundo. Son muy
pequeñas", concluye. En su opinión, cuanta menos consciencia tengan de
la industria por el momento, mejor. Por eso está totalmente a favor de
que, siendo tan jóvenes, no aspiren a ningún premio por Verano 1993.
"Los valores educativos que transmiten los premios son pésimos.
Competencia y ostentación. Me parece que un niño ya se lo encontrará en
la vida y no hay necesidad de que lo viva ahora", una opinión que la
directora comparte hacia las exhaustivas promociones que a veces tienen
que soportar los niños.
"Veo a los niños de
Hollywood, que hacen una promoción bestial, y me horroriza cómo se
sientan en una silla y contestan las preguntas. Parecen adultos de
repente. Yo no tengo miedo que las niñas [de Verano 1993]
terminen siendo juguetes rotos, porque nuestra industria es mucho más
pequeña y nuestra película también. En parte estoy segura de que no se
han enterado de lo que ha pasado", se tranquiliza.
Verano 1993
ha creado la receta del éxito para evitar que eso pase: generar un
ambiente cómodo y familiar para las pequeñas, entrenar la paciencia a
todos los niveles, e incluso despiojar si fuera necesario. Un compromiso
por parte de los adultos para que los prodigios de hoy no se conviertan
en los talentos desperdiciados del mañana.
Este
encuentro estatal, que tiene lugar cada dos años, tiene como objetivos
el intercambio de experiencias entre los niños, niñas y adolescentes que
forman parte de consejos de participación locales, el trabajo colectivo
para consensuar propuestas entorno a las cuestiones que ellos mismos
han propuesto y hacer sostenible el trabajo más allá de ese fin de
semana.
En este encuentro estatal, los niños, niñas y adolescentes
elaboran, a partir de sus reflexiones, un Manifiesto conjunto que se
presenta antes sus autoridades locales y los órganos regionales y
estatales competentes. Además, y desde la pasada edición, dicho
Manifiesto se traslada a la Comisión de Derechos Infancia y Adolescencia del Congreso de los Diputados
con el objetivo de que sus voces sean escuchadas y tenidas en cuenta en
el diseño de políticas públicas sobre cuestiones que les afectan.
En el Cuarto Encuentro Estatal
que tuvo lugar en Santander y en el que participaron 194 representantes
de cerca de 1.200 chicos y chicas se propuso la creación de un grupo
impulsor estatal para representarles y ser el canal de coordinación para
el diseño de la metodología y las propuestas de trabajo de cara al
Quinto Encuentro Estatal de Participación Infantil y Adolescente. Este
Grupo Impulsor, compuesto por 20 representantes de grupos de
participación de 10 comunidades autónomas, se reunió el pasado noviembre
en El Escorial para planificar el Quinto Encuentro y las temáticas que
conformarán la metodología de trabajo, que este año serán: educación,
igualdad de género, protección, identidades y diversidad, redes sociales
y ciberbullying, cambio climático, y modelo de cuidados.
El hilo
conductor de este Quinto Encuentro será la construcción del puzle de
nuestros derechos, con diferentes piezas formadas a partir de las
temáticas de trabajo propuestas. Para ello, se ha elaborado una guía metodológica que
plantea una serie de actividades con las que trabajar previamente las
temáticas con el fin de llevar al Quinto Encuentro las propuestas a
consensuar con el resto del consejos. Durante este fin de semana del
encuentro, y con la pieza que cada consejo aporte, construiremos entre
todos y todas este ¡gran puzle de los derechos!
En el desarrollo
de todo este proceso, tanto con el grupo impulsor como en la elaboración
de materiales para el encuentro, contamos con el apoyo de la Asociación Los Glayus
, que también serán dinamizadores del fin de semana del Encuentro. La
asociación cuenta con una gran experiencia en el ámbito de la
participación infantil y adolescente, principalmente en el desarrollo de
la región de Asturias; pero también impulsando procesos en otras
regiones así como colaborando en el desarrollo de programas como es el
caso de este Quinto Encuentro.
El proceso de inscripción tendrá lugar del 7 al 28 de febrero, y puedes acceder pinchando aquí. En esta primera fase, es solo necesaria la inscripción del órgano de participación.
Toda la información del Quinto Encuentro Estatal de Consejos de Participación Infantil y Adolescente se encuentra en www.consejosinfancia.es.
Un documental francés pone los deberes frente al espejo
‘La hora de los deberes’ es fruto de cuatro años de grabaciones del cineasta francés Ludovic Vieuille y su hijo ante el reto diario de hacer los trabajos de la escuela. Durante todo el mes de febrero se proyectará en salas de toda España.
"Mi hijo siempre ha tenido una escolaridad muy complicada.
Es un chico movido, demasiado vivaz y alegre para estarse tranquilo y concentrado durante horas, mientras se sienta tras una mesa en clase. Su madre y yo pasábamos muchas horas con él haciendo los deberes, intentando recuperar aquellas horas de atención perdidas, y a mí me gustaba, pero a la vez había algo de doloroso, tanto ante la angustia del posible fracaso escolar como por el regreso a mi misma niñez de estudiante disperso que detestaba la escuela y detestaba los deberes”.
Lo explica el cineasta francés Ludovic Vieuille y de aquí nace La hora de los deberes, un documental íntimo y autobiográfico que está contribuyendo a que muchos maestros de este país se estén replanteando la cuestión de los deberes.
Se titula La hora de los deberes y dura exactamente una hora, porque más o menos es el tiempo que padre e hijo dedicaban diariamente a esta tarea, pero de hecho este título es una adaptación libre del original, Deux cancres, que quiere decir algo así como dos malos estudiantes. Dos trastos.
El documental muestra la desesperación de ambos a la hora de hacer los deberes, sobre todo tipo de materias, a menudo con enunciados de difícil comprensión incluso para las persones adultas. La desmotivación del niño, la paciencia del padre, una hora diaria de frustración compartida. El festival Docs Barcelona lo ha seleccionado como documental del mes, el pasado jueves se estrenó en el cine Aribau Club de Barcelona y durante todo febrero se podrá ver en varias salas de toda España.
“Sin saber mucho por qué, un día me puse a filmarnos mientras hacíamos los deberes, después seguí, y así durante cuatro años, y de aquí ha surgido el film”, explica Vieuille al Diario de la Educación. El film se estrenó en febrero de 2016, y poco en poco fue pasando de visionados en sedes asociativas a salas pequeñas y de ahí a salas más grandes, hasta recibir algunos premios en festivales y, según explica el director, en breve se proyectará en un gran cine de París.
Muchas familias se ven reflejadas, comenta el director, porque hay muchos niños como su hijo Angelo. “Es un film que suscita muchas emociones, ves algunos espectadores riendo, cosa que personalmente me choca, otros llorando al final, como si este film nos devolviera al alumno que fuimos”, explica. Más de un maestro le ha expresado que revisaría sus métodos después de ver el film, pero Vieuille duda de que realmente lo lleguen a hacer. Y las proyecciones con debate incluido siguen dos años después. La semana que viene tiene un pase organizado por una escuela universitaria de formación de profesores al cual asistirán alrededor de 600 futuros docentes.
Angelo ahora cursa 3ª de ESO (3ème Collège), y comenta Vieuille que por primera vez en su vida parece que el curso le está yendo bastante bien. Y cuando lo dice cruza los dedos. Vienen de muchos años de malas experiencias. De hecho, el último curso que todavía sale en la cinta fue tan nefasto que decidieron dejar el instituto para intentar una escolaridad en casa, con enseñanza a distancia, pero aquello fue aún peor. “Un fracaso total”, explica el director. Este aislamiento, sin embargo, provocó que Angelo quisiera volver al sistema tradicional, ha repetido curso y parece que lo cogido con más ganas.
“La presión es enorme”
“En Francia se ponen demasiados deberes –comenta Vieuille–, tanto en primaria como en secundaria. En primaria en teoría son pocos, pero en realidad las maestras dan muchos, diciendo que no son obligatorios. Pero lo más paradójico es que cuando los maestros no lo hacen son los padres quienes los reclaman, porque les da miedo que sus hijos no trabajen lo suficiente. Vivimos en un mundo muy competitivo, y todo el mundo se pone una gran presión encima para trabajar al máximo; la presión de los deberes y de las notas en Francia es enorme, y todo esto deja muy poco tiempo para disfrutar de actividades culturales, o deportivas o incluso para aburrirse un poco”.
Aunque hacia el final del film el narrador, que es él, pone en entredicho que todas las horas dedicadas a hacer tantos y tantos deberes hayan servido de nada, Vieuille no echa la culpa al profesorado. “Los profesores hacen el que pueden, como los padres”, afirma. En su opinión, el problema es de cariz político: “Los currículums están tan cargados que los tiempos lectivos son insuficientes para dar todos los programas. Y el sistema educativo está más preocupado de evidenciar las debilidades del alumno que de resaltar sus progresos. La escuela no está pensada porque los niños progresen, sino para que en el futuro sean ciudadanos productivos; es triste, pero creo que es así de simple”.
Disciplina positiva, educación
respetuosa, crianza con apego... Desde diferentes corrientes educativas o
de crianza crece el consenso en apostar por una educación alejada de
imposiciones, coacciones, chantajes, gritos o castigos.
Van quedando
atrás el "si no te lo cenas te lo desayunas", el "porque lo digo yo" y,
por supuesto, la zapatilla voladora. Pero en un día a día marcado muchas
veces por las prisas y el estrés surgen las dudas. Sabemos lo que no
deberíamos hacer, pero, ¿conocemos las alternativas frente al conflicto?
Varios niños jugando.
Todos los expertos consultados afirman que nunca se debe ignorar o abandonar a un niño ante una pataleta ni hacerle sentir rechazado o castigarle
A pesar de este ideal, de la Hoz cree que no hay que
tener miedo a hablar de límites y, llegado el caso, de sanciones
"entendidas siempre como la consecuencia de un acto o comportamiento
inadecuado". Lo importante es, recalca, que no se recurra nunca a ellas
como primera opción ni con el ánimo de hacer sufrir sino únicamente de
manera puntual, razonada y muy definida y acotada en el tiempo para
responder a una conducta o acción concreta que es importante cambiar,
teniendo en cuenta siempre además el perfil del niño. "Los niños
necesitan unos límites que tienen que ver con que vivimos en una
sociedad en la que hay que tener en cuenta a los demás", afirma.
En este sentido, Alberto Soler, psicólogo autor del libro Hijos y Padres Felices y del videoblog Píldoras de psicología,
se refiere a los premios y castigos como fenómenos que forman parte de
la naturaleza y, desde ese punto de vista inevitables –una sonrisa como
refuerzo positivo, un enfado ante una mala conducta–. Ahora bien,
prefiere hablar de las consecuencias concretas agradables o
desagradables que se derivan naturalmente de una acción –si no comes
tendrás hambre– o que un adulto propone desde la lógica –si pintas la
pared, tendrás que ayudar a limpiarla–, no como castigo, sino como
aprendizaje.
Por ejemplo, ante conductas muchas veces
tildadas de "retadoras" como tirar o romper cosas, lo más adecuado en
su opinión sería transmitir cuáles son las consecuencias insistiendo en
mensajes como: "Lo que se tira se recoge y lo que se rompe se arregla o
se repone", siempre desde la naturalidad y teniendo en cuenta la edad y
capacidad de comprensión del niño. En todo caso, como aclara Soler, "el
objetivo no será nunca la revancha o que pague por lo que ha hecho, sino que aprenda progresivamente a asumir las consecuencias de sus actos".
Por su parte, aunque cree que los límites son necesarios en aspectos
como la seguridad, la salud o el bienestar de los niños y adolescentes,
Tania García, directora de Edurespeta y autora de Guía para madres y padres imperfectos que entienden que sus hijos también lo son,
cree que en demasiadas ocasiones estos se confunden con los castigos, o
se utilizan las consecuencias como "castigos encubiertos". Es tajante. Para ella una educación respetuosa pasa por asumir que "si
no vamos por ahí imponiendo consecuencias a nuestras parejas, a
nuestros amigos o hermanos por sus acciones, a nuestros hijos tampoco
deberíamos imponérselas".
Conexión y acompañamiento emocional
Aunque en materia de educación cada receta tenga sus propios
ingredientes, hay uno en el que tanto García como Soler y De la Hoz,
ponen especial énfasis: la necesidad de acompañar emocionalmente a los
niños en las situaciones de crisis. Las rabietas son un buen ejemplo.
Todos afirman que nunca se debe ignorar o abandonar a un niño ante una pataleta ni hacerle sentir rechazado o castigarle.
Se trataría, más bien, de intentar estar presentes física y
emocionalmente en el proceso, ofrecerles cariño y consuelo en la medida
que lo acepten para que lleguen a un estado más receptivo y calmado
desde el que entender o poder abordar lo ocurrido. Intentar, como afirma Soler, "que se sientan comprendidos y aceptados y, más allá o a pesar de su comportamiento concreto, transmitir el mensaje de que desaprobamos su conducta en este momento, pero les seguimos queriendo y aceptando".
Para Tania García "cuando
mejor acompañes emocionalmente, más amor profeses en ese momento y más
paciencia tengas antes se les va a pasar", y critica que muchas veces
ante las típicas rabietas o pataletas de los niños, "los padres estamos
más pendientes de lo que opinan los demás que de lo que necesita el
niño".
Con todo esto tiene mucho que ver la empatía.
También con entender que los niños tienen sus propias necesidades,
preferencias y derechos, incluido el de negarse a algo o enfadarse y,
más allá de eso, como afirma De la Hoz, asumir "que muchas veces, aunque
nos empeñemos, no vamos a conseguir lo que pretendemos o que hay cosas
que no van a cambiar por mucho que insistamos". Se trata, de alguna
manera, de elegir las guerras que libramos como padres o educadores y no
extralimitar, sobreproteger ni decir todo el rato a los niños lo que
tienen que hacer ni hacerlo por ellos.
Para De la
Hoz, "estamos en una época de pautas y de modelos educativos y parece
que siempre que el niño hace algo hay que darle una respuesta positiva o
negativa, pero estar todo el día encima del niño no es bueno, y puede
ser contraproducente porque, entre otras cosas, se acostumbrará a que
cada cosa que haga tenga que tener la respuesta de otra persona".
En un sentido similar, Soler se refiere a las malas contestaciones: "En
la mayoría de casos es más útil la extinción que el castigo; ignorar
estas respuestas -nunca al niño- hace que tiendan a disminuir en
intensidad. Cuando las castigamos y cuanta más importancia les damos,
más cumplen el objetivo inicial, que suele ser llamar la atención; el
castigo, de hecho, puede incrementar esas respuestas actuando en
realidad como recompensa".
Desde dónde actuamos los mayores
Más allá de las acciones concretas que llevemos a cabo como educadores,
el tono y el lenguaje desde el que lo hacemos no son algo anecdótico ni
superfluo. Mantener la calma y el cariño incluso cuando estamos
sancionando una conducta es fundamental. Se trata de mantener activos el
respeto y la amabilidad en la medida de lo posible, de no perder la
calma y entender, como dice García, "que como mejor aprenden los niños
es con el ejemplo y que no podemos exigir algo que no somos capaces de
hacer".
En este sentido, todos coinciden, por
ejemplo, en que las conductas violentas no deben ser ignoradas y en la
importancia de transmitir que la violencia nunca puede ser una respuesta
válida; pero, para que el mensaje llegue, es fundamental no caer en
actitudes violentas como apartar a nuestro hijo de un manotazo si pega a
otro niño o gritarle... En opinión de García "a veces se nos olvida ser
amables con nuestros hijos" y otras, que sus rabietas o sus respuestas
no son algo personal sino "el reflejo de una necesidad por resolver".
Sea como sea, si no encontramos la respuesta, siempre podemos volver a
la pregunta inicial. Es precisamente lo que muchas veces en las escuelas
de padres se propone plantear a los más pequeños ante una conducta
inadecuada: ¿De cuántas otras formas crees que puedes hacerlo? Se trata
de conseguir que sea el niño el que, a través de sus propios
razonamiento y el acompañamiento y refuerzo de los padres o educadores,
genere alternativas positivas que sustituyan a la conducta a evitar. "El
problema muchas veces es que nos centramos en una conducta concreta o
en que el niño haga lo que queremos y nos olvidamos de generar
alternativas desde su punto de vista", que es lo que realmente sería
efectivo y valioso a largo plazo, concluye De la Hoz.
La mutilación genital femenina (MGF) comprende todos los procedimientos consistentes en alterar o dañar los órganos genitales femeninos por razones que nada tienen que ver con decisiones médicas, y es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas.
Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada y constituye una forma extrema de discriminación contra mujeres y niñas. La práctica viola sus derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometidas a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
Para abandonar la práctica de la mutilación genital femenina, es necesario realizar esfuerzos sistemáticos y coordinados que involucren a las comunidades enteras, que se enfoquen en los derechos humanos y en la igualdad de género. Estos esfuerzos deben hacer hincapié en el diálogo social y en el empoderamiento de las comunidades para actuar colectivamente y poner fin a la práctica. También deben atenderse las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres y niñas que sufren sus consecuencias.
El UNFPA y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), han liderado conjuntamente el mayor programa a escala mundial para acelerar la eliminación de la mutilación genital femenina. El programa se centra actualmente en 17 países de África y también es compatible con las iniciativas regionales y globales.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) colabora con gobiernos, socios y otras agencias de la ONU para hacer lograr varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (en particular, el Objetivo 3 sobre la salud, el 4 sobre la educación y el 5 sobre la igualdad de género) y contribuye en diversas formas para lograr muchos de los demás objetivos.
La celebración de este Día también forma parte de la «Iniciativa Spotlight», un proyecto conjunto de las Naciones Unidas y la Unión Europea para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y la niñas. En concreto, se ocupa de la violencia sexual y de género, que incluye la mutilación genital femenina, en el África subsahariana.
Datos relevantes
.- A nivel mundial, se calcula que hay al menos 200 millones de niñas y mujeres mutiladas.
.- En la actualidad, cada año se le mutilan los genitales a tres millones de niñas.
44 millones de niñas menores de 14 años han sufrido la ablación, principalmente en Gambia (un 56%), Mauritania (54%) e Indonesia, donde alrededor de la mitad de las niñas de 11 años han padecido esta práctica.
.- Los países con la prevalencia más alta entre mujeres y niñas entre 15 y 49 años son Somalia (58%), Guinea (97%) y Djibouti (93%).
.- Si la tendencia actual continúa, para 2030 aproximadamente 86 millones de niñas en todo el mundo sufrirán algún tipo de mutilación genital.
.- La mutilación genital femenina se practica en niñas en algún momento de sus vidas entre la infancia y la adolescencia.
.- La mutilación genital femenina es causa de hemorragias graves y otros problemas de salud tales como quistes, infecciones e infertilidad, así como complicaciones en el parto y un mayor riesgo de muerte de recién nacidos.
.- La mutilación genital femenina es una violación de los derechos humanos de las niñas y las mujeres.
.- Establecidos en 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen la erradicación de la mutilación genital femenina antes del 2030 en el Objetivo 5, dedicado a la igualdad de género - Meta 5.3: Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
.- Varias organizaciones intergubernamentales —entre otras, la Unión Africana, la Unión Europea y la Organización de Cooperación Islámica— y tres resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas han pedido la eliminación de la mutilación genital femenina.
Resolución aprobada por la Asamblea General el 20 de diciembre de 2012 A/RES/67/146 : Intensificación de los esfuerzos mundiales para
la eliminación de la mutilación genital femenina
Resolución aprobada por la Asamblea General en de diciembre de 2014 A/RES/69/150 : Intensificación de los esfuerzos mundiales para
la eliminación de la mutilación genital femenina. Proyecto de resolución A/69/481 DR IV
En las últimas semanas en los medios de comunicación han vuelvo a saltar las alarmas por motivo de los videojuegos, principalmente por las posibilidades que tienen los usuarios y usuarias de engancharse. Las autoridades internacionales empiezan a considerarlo un problema mental grave, pero también levantan la voz personas acreditadas que insisten en las posibilidades que tienen estos productos para, por ejemplo, desarrollar terapias. Todas estas cuestiones se insertan en un debate mayor sobre la adicción a las tecnologías y las consecuencias derivadas de ello.
La semana pasada un menor de 14 años clavó una cuchilla a su madre al quedarse sin internet. Este suceso no es algo aislado, los casos de las adicciones a las nuevas tecnologías y sus consecuencias han “dejado de ser raros”; hace un par de años un menor dio una paliza a su madre por quitarle el ordenador y sin buscar mucho podemos seguir encontrando más casos. Según un artículo de El País en este momento la adicción a los videojuegos se consolida como un problema mental que afecta a nueve de cada 100 usuarios. El perfil de la persona adicta apunta a personas con una edad media de 20 años, pocas competencias sociales y dificultad para persistir en sus objetivos.
. ¿Hasta qué punto podemos considerar la generalización de este problema? Según explica Susana Jiménez, psicóloga clínica del Hospital de Bellvitge, en el mismo artículo de El País, las consultas por videojuegos han crecido desde 2004 un 2%. De los 3.500 casos que tratan de pacientes con adicciones comportamentales, el 5% corresponden a personas con adicciones a videojuegos, especialmente a los online, de rol, masivos y multijugador.
En este libro las autoras indagan sobre los efectos objetivos y los significados subjetivos que poseen el inicio laboral temprano y su permanencia en él durante la infancia y la adolescencia.
La investigación comienza partir de la indagación sobre las experiencias educativo-laborales relatadas por adolescentes y jóvenes y reflexiona sobre los efectos a largo plazo que se presentan en esos sujetos una vez que llegan a la adultez.
“Han cambiado las ciudades, el hábitat donde viven, las formas de ir al colegio -antes se iba andando y ahora en coche-, el ocio… Todo es un nuevo marco que hace que las personas también hayan cambiado”.
Sin embargo, una cosa queda clara: los niños siguen siendo niños, con las mismas características básicas a nivel de desarrollo, aprendizaje y evolución que antes.
Las tecnologías también han supuesto un paso de gigante en los últimos años. Lo abrumador de esta realidad ha preocupado a los padres.
Un miedo a las redes que la socióloga considera excesivo. “Muchos padres siguen con la idea más antigua del contacto cara a cara y hay una cierta reticencia a decir que están enganchados al móvil“. Sin embargo, Marta Domínguez defiende que las relaciones cara a cara no han desaparecido, y les da una gran importancia.
“Una cosa no suple la otra”. Ejemplifica, para demostrarlo, con el mundo empresarial: pese a que estamos más conectados globalmente, el cara a cara no se pierde. “Cada vez es más importante el centro de las ciudades para que se reúnan las personas, alguien coge un avión para ir a ver, expresamente, a otra persona lejana…”.
Cree que ocurre igual en la infancia, y que el móvil en la actualidad equivale a las horas de uso del teléfono fijo en el pasado, con la salvedad de que antes esta vía de comunicación era mucho más cara. “No hay que tener miedo, con un buen uso son formas de comunicación complementarias”.
Pese a ello, considera que este uso debe establecerse dentro de unos límites, y pone en la ausencia de estos el foco del problema, pero pide a los padres que no se sientan culpables. “Son un resultado de un sistema económico y productivo que nos vuelve locos a todos”.
Cuestión de tiempo
Niños en familia/Joaquín Ruiz/nr
El ritmo laboral obliga a los padres a ocupar el tiempo en que no pueden estar con sus hijos con distintas actividades extraescolares, algo que Marta Domínguez considera contraproducente. “La salud pasa por estar en contacto con uno mismo, con conocer sus necesidades, sus particularidades, y yo creo que estamos desconectados, que hacemos niños desconectados”.
Además, recomienda elegir estas actividades en coordinación con ellos, preguntarles qué les apetece hacer. “Vamos a pararnos un momento a ver qué necesitan, qué quieren… Observa, habla, escucha”.
La socióloga también enfatiza en la importancia de la educación emocional y en valores, dado que las emociones están muy ligadas al aprendizaje.
Esta formación en valores cobra relevancia en el mundo actual, donde priman los méritos, los títulos, la competitividad y ser el número uno en el ámbito que corresponda. Un sistema del que los niños son producto. “Si se trata de desarrollar las potencialidades de cada uno, personalmente creo que ser el número uno no es una condición para ello”.
La situación económica familiar también adquiere relevancia en el desarrollo del niño. Algunos crecen a mayor velocidad porque se ven obligados a adquirir una serie de responsabilidades antes que el resto de las personas de su edad.
“Un ejemplo de esto son los hijos de inmigrantes, cuyos padres no pueden cuidar de ellos porque están cuidando a los hijos de esas clases altas que tienen que hacer esa vida independiente”. No obstante, también existe el ejemplo contrario: “Hijos de familias con mejor situación económica a los que les eligen la vida que han de hacer, algo que deja muy poca cabida a la responsabilidad”.
Marta Domínguez destaca que los niños son muy permeables y muy abiertos. “Yo creo que la responsabilidad es nuestra, que serán lo que les ayudemos a ser. La responsabilidad es nuestra”.