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El porno, el opio del pueblo

Exijamos a nuestros gobernantes que hagan algo. 
Prohibamos el acceso a estas armas de destrucción masiva de las mentes 
y los espíritus hasta los 16 años como mínimo.



Detención de dos personas por pornografía infantil (Archivo) Policía Nacional

Venga, dejad de poner mensajes afirmando que os produce vómitos leer que un padre se follaba a su bebé y luego la ofertaba a otros pervertidos, el desalmado. Venga, dejemos de extrañarnos de que los niños violen a niñas. Venga, dejemos de mirar la luna porque el dedo que la señala es un dedo poderoso que cuando no señala se emboza los dólares y los euros en el bolsillo. Venga, señalad a los curas pederastas y violadores pero olvidad a los oligarcas de la degradación de las mujeres, de los cuerpos, de la sexualidad humana y de las psiques. 

Me da igual que me llaméis monja, lo que me llevo puesto solo yo –y otros– lo sabemos.

Reflexionad. Jamás en la historia la corrupción moral había habitado en la sede de la inocencia como ahora. Vale, indignaos al leer corrupción y moral, incluso inocencia si no sabéis lo que es, pero no dejéis de pensar en cómo abonáis los intereses de los capitalistas desalmados que han convertido algo tan rico y tan inspirador como es la sexualidad humana en un mercado de puercos inmundos en los que las personas ya no son sino cuerpos sumidos en la abyección y utilizados como receptáculos –¿consentidos, no consentidos?– de las miserias con las que se adormece a la población y se enturbia y se pervierte y se condena a vuestros hijos. 

Es el opio del pueblo, amigos. ¿Quién soporta ya la putrefacción sólo a base de fútbol? Es el opio del pueblo, que campa en sustitución de la religión y de ese Dios que matamos. Soy atea. No me vengan con monsergas. Soy atea a conciencia, la que tiene el que racionalmente ha renunciado al falso refugio de la idea de Dios. Pero también soy humanista y no puedo sino constatar cómo se está asesinando a generaciones enteras bajo la consigna de una falsa libertad liberal que lucra a los de siempre. 

Es lindo volver a casa y adormecer el trabajo de mierda, el jefe de mierda, la vida sin objeto ni horizonte, y hacerte una paja que te deja como nuevo y que te hace sentirte empoderado. En muchos casos hasta gratis. ¿Por qué te darían gratis algo? Piensa, piensa. Me da un poco igual cómo ahogues tus miserias o cómo te empoderes o cómo sobrevivas. A fin de cuentas eres un adulto y yo no creo en la redención. Los niños y, sobre todo, las niñas. Pobrecitas, mías. ¿No resulta revelador que no les envidiemos? ¿No es sintomático que todo y toda boomer en el fondo de su almita crea que su niñez y su adolescencia y su juventud fueron mejores? No será porque no hayamos follado. Era otra cosa. ¿Quién les ha privado a ellos de esa otra cosa que todos sabemos mejor?

Menores violando a menores. Distópico. Un grupo tras otro. Nueve, doce, catorce años. ¿Cuándo pasó esto? No se dejen engañar, nunca hasta ahora. Padres violando bebés, un mercado para la peor ignominia. Pedófilos. ¿Cuándo a estos niveles? Que no sólo nos estremezca que nos impela a pensar. No es la primera vez que escribo que ese nivel de destrucción de la psique no tiene remedio. ¡Pobres niños lanzados al abismo más brutal sin haber disfrutado de la idealización previa! ¡Pobres niñas y mujeres que tendrán que vivir junto a seres deformados hasta los límites de su propia naturaleza!

No es progresista ni de izquierdas defender que una industria pueda quebrar de esta forma lo que nos es más querido. No puede serlo. Entre la estigmatización vergonzosa del sexo que hacía la religión y la porquera humana en la que sumen a los más pequeños hay un territorio de descubrimiento y de avance y de amor y de conocimiento que luego puede llevar a las mayores sofisticaciones del erotismo e incluso del libertinaje, en su acepción francesa; pero después, cuando uno está formado, cuando uno es dueño de su placer, no haciendo que nuestros pequeños estallen como vasijas de cristal sometidas a un fuego que no entienden. Son daños sin retorno. Asúmanlo. 

No vale con que muestren sus ganas de vomitar en las redes. No vale. Hagamos algo. Exijamos a nuestros gobernantes que hagan algo. Bloqueemos el acceso. Totalmente. Padres y madres, vigilen y supervisen e invadan los móviles de sus hijos, si es que no queda otro remedio y los tienen. Prohibamos el acceso a estas armas de destrucción masiva de las mentes y los espíritus hasta los 16 años como mínimo. No sé, hagamos algo. Investiguemos a la llamada “industria del sexo”. ¿De dónde ha salido ese hombre de 25 años capaz de violar a un bebé de ocho meses que además es carne de su carne? ¿Y esos menores que se turnan para violar a una niña que dócilmente se ha citado con el chico que le gusta? ¿De dónde sale esa tolerancia de las adolescentes a algo que resulta horrible para sus sueños? 

No sé si el porno empodera –bueno, sí lo sé, envilece, pero estoy dispuesta a aceptar que los adultos elijan– pero estoy segura de que proteger a los niños y, además, impedir que generaciones enteras de mujeres sufran la degradación absoluta a la que se ha encaminado a sus potenciales compañeros es una lucha feminista que es preciso dar ahora y en este lugar. Sucede que a mí no me da miedo decir la verdad. Ni me importa que me llamen moralista ni monja, lo vivido me lo llevo ya. 

Los estamos destruyendo. Asumidlo. El porno es el actual opio del pueblo y, desde luego, es más perjudicial que la genuina religión a la que apuntaba Marx. ¿Cómo uno puede ser progresista y no reconocerlo? No tengo hijos ni nietos, muchos de vosotros, sí. Los están destruyendo. No hay batalla que merezca más la pena ser librada. Aunque te quedes solo.       

Rebajar la edad penal no solucionará la violencia sexual entre adolescentes. Entrevista a Carme Guil, magistrada.

“Endurecer el Código Penal nunca resuelve los problemas sociales”.
Rebajar la edad penal no solucionará la violencia sexual entre adolescentes 
y apuesta por la educación: “La alfabetización sexual es esencial”

Entrevista a Carme Guil, magistrada y Experta en justicia restaurativa. 

Guil preside la sección española del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación.
Guil preside la sección española del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación. XAVIER JUBIERRE

En tiempos de populismo punitivo, la visión humanista de la Justicia de la magistrada de la Audiencia de Barcelona Carme Guil supone nadar a contracorriente. Experta en justicia restaurativa y especialista en menores, esta experimentada jueza repasa en esta entrevista los métodos alternativos al proceso penal, al tiempo que advierte contra la tentación de intentar solventar problemas sociales como la violencia sexual a golpe de Código Penal.

Preside la sección española del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación (GEMME). ¿Está poco extendido este sistema en nuestro país en comparación con los países de nuestro entorno?

En asuntos civiles y mercantiles tenemos una ley de mediación desde el año 2012, pero no ha evolucionado. La ciudadanía no tiene el debido conocimiento de la institución de la mediación. Persiste la cultura del litigio y la interposición de demandas, lo que nos lleva a no tener en cuenta otras opciones. 

Pero hay otras opciones.

Las opciones son tanto la mediación como otros métodos alternativos de resolución de controversias, o adecuados como decía la ley de eficiencia procesal que se ha quedado en un cajón. Son los sistemas alternativos al litigio. Estamos acostumbrados a que sea siempre otro el que decida por nosotros. En cualquier tipo de conflicto –familiar, vecinal, laboral– hay muchas posibilidades de que las partes se sienten a dialogar y sean capaces de solucionar ellas mismas el conflicto. Solo hay que acudir a la vía judicial cuando la intervención del juez es necesaria, no en todos los casos. 

Una de estas formas alternativas es la Justicia restaurativa. ¿Cómo la definiría?

Son todos aquellos sistemas en los que participan tanto la víctima como los implicados en el delito para intentar reparar el daño causado y alcanzar, si se puede, un acuerdo. Se busca trabajar tanto la responsabilización como la reparación del delito.

¿Qué se le ofrece a la víctima en este tipo de procesos?

Un espacio de escucha activa y atención, que no quiere decir terapéutico, pero se pregunta a la víctima qué quiere y qué necesita. Es algo que debe decirse muy claro: las víctimas confían en el sistema penal, pero es un coto muy cerrado donde los objetivos son otros a la escucha.

¿Un proceso restaurativo puede transcurrir al mismo tiempo que uno penal?

La justicia restaurativa debe ser un proceso paralelo al penal. En algún momento pueden encontrarse, si se alcanza un acuerdo o hay una reparación efectiva, pero muchas veces transcurren paralelamente sin interaccionar. En ocasiones es en la fase de ejecución de la sentencia, ya celebrado el juicio y sustentados los recursos, donde hay la posibilidad de encuentro más claro porque la víctima necesita tiempo y el espacio restaurativo debe empezar cuando la víctima lo desee. 

No todo pasa por un encuentro entre víctima y victimario. Un ejemplo reciente de justicia restaurativa, plasmado en la película ‘Maixabel’ [que narra los encuentros entre Maixable Lasa, viuda del político socialista Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en 2000, y dos de los terroristas que cometieron el atentado], sí incluye encuentros, pero no todos los procesos restaurativos pasan por un encuentro. Hay otras fórmulas muy útiles para las víctimas.

¿Por ejemplo?

Están los círculos de sentencia, los círculos de diálogo o también las conferencias. Los círculos son espacios restaurativos en los que participan otras personas, aparte de la víctima y el victimario, como familiares o grupos de apoyo. Se organizan encuentros que permiten la escucha activa y que la persona que ha cometido el delito se responsabilice y entienda los efectos de su conducta y el daño que causa a la sociedad.

También hay experiencias que quieren reflejar que es la sociedad en conjunto, además de las víctimas concretas, la que se ve afectada por un tipo de delitos, como por ejemplo los que van contra la seguridad vial. En este círculo participaron miembros de los Mossos d'Esquadra, yo como jueza, un corredor del París-Dakar, un bombero y un accidentado grave con lesiones medulares a consecuencia de un accidente de tráfico. Las conferencias están muy extendidas en países como Nueva Zelanda.

¿En España, en cambio, la cultura del punitivismo está demasiado extendida?

Absolutamente extendida. Lo digo con toda la convicción: el proceso penal no soluciona ningún problema. El proceso penal no puede solucionar toda la violencia que hay en la sociedad, la de género o la violencia sexual. El proceso penal se limita a juzgar unos hechos y a una persona con unas normas muy tasadas y con un sistema de garantías fruto de muchos años de evolución de los derechos humanos.

El punitivismo es una especie de varita mágica que cree que cuando se introduce un artículo en el Código Penal se va a solucionar un problema o que se activa cuando la sociedad reclama para una persona una pena ejemplarizante, como si fuera a suponer un cambio significativo. Todos los partidos políticos de este país, tanto de izquierdas como de derechas, han practicado el punitivismo.

Tanto la izquierda como la derecha han practicado el punitivismo

Los últimos datos de la Generalitat muestran que pasar mucho tiempo en la cárcel no funciona.

El ingreso en prisión, si es simplemente una privación de libertad, no produce ningún efecto en la persona. Cuando acabe la pena de prisión, tendremos a una persona mucho más aislada de lo que entró y probablemente mucho más problemática. El punitivismo es un error y la sociedad debe darse cuenta de que los cambios se producirán con la asistencia social o con la educación, no con muchos años de cárcel.

¿Al proceso penal se acaba trasladando la falta de diálogo que muchas veces tenemos como sociedad, lo que lleva a buscar únicamente el castigo?

Efectivamente. Parece que no pasa nada si una persona no va a la cárcel, o que el sistema fracase si hay una sentencia absolutoria, y no es así. Los medios de comunicación fomentan en muchas ocasiones esta visión y que la sociedad tenga integrado que la única solución es el castigo y, de entre todas las penas, la pena de prisión, y eso es completamente falso. Por altas que sean las penas de prisión no bajan los delitos. 

Un fenómeno criminógeno no depende de la pena prevista en el Código Penal. En España hemos ampliado las penas hasta la prisión permanente revisable y no hemos conseguido que deje de haber ciertos tipos de asesinatos. Esto es especialmente problemático porque, en comparación con los Estados de nuestro entorno europeo, somos un país extremadamente seguro, donde el número de delitos graves –asesinatos, violaciones– es más bajo. Hay que luchar contra los clichés y las demandas tan punitivistas que llevan a pensar que la única respuesta es el castigo y la pena de prisión. 

¿Fue una oportunidad perdida la pasada legislatura no derogar la prisión permanente revisable? 

La prisión permanente revisable partía del populismo punitivo y, en la práctica, se ha aplicado de forma muy puntual porque realmente tenemos muy pocos casos que tengan la gravedad para justificarla. Lo que no hemos visto hasta ahora es la ejecución de esa pena. La ejecución de una prisión permanente revisable, que en sí misma es indeterminada, genera muchos problemas, y los vamos a ver de aquí a un tiempo cuando los condenados ya lleven mucho tiempo en prisión. España ya tenía y tiene algunas de las penas de prisión más largas de Europa. ¿Hacía falta la prisión permanente?

Hablaba de que los medios en muchas ocasiones fomentan el punitivismo. ¿La clase política también?

Llevamos más de 45 reformas del Código Penal en democracia, muy continuas y de mucha profundidad. En la pasada legislatura se reformó varias veces el Código Penal, pero sin una idea de conjunto, sin tener en cuenta aspectos que desde el punto de vista de la técnica legislativa son indispensables porque, a la hora de interpretar la ley que tenemos que aplicar, a los jueces nos generan muchos problemas. El Código Penal tiene contradicciones entre artículos y contiene descripciones farragosas y a veces interminables de los tipos penales, que parece que quieren integrar todos los verbos posibles. 

Una de las últimas reformas legislativas, la ley del ‘solo sí es sí’, reitera el veto a la mediación en estos casos. ¿Está de acuerdo? 

La ley del ‘solo sí es sí’ perpetúa el veto a la mediación introducido en la ley contra la violencia de género de 2004 al prohibir la mediación y conciliación. Pero la justicia restaurativa no es una mediación ni una conciliación, es algo diferente. No pasa por un acuerdo, un encuentro o una negociación. La justicia restaurativa trata de encajar las necesidades de la víctima en un espacio distinto. 

Decirle a una mujer que no puede ser escuchada ni hablar porque la ley prohíbe la mediación creo que es una grave limitación al derecho de ejercitar como ella quiera sus derechos. Esta limitación de la ley incide en un error que ha sido puesto de manifiesto por muchos operadores, no solamente penalistas, sino de fuera del proceso penal, por muchas personas que están trabajando con víctimas de violencia sexual. En la justicia restaurativa creemos que la víctima tiene derecho a hablar y a ser escuchada. Y esto también lo dice el estatuto para todas las víctimas. ¿Por qué limitarlo con las víctimas de violencia de género o de violencia sexual? 

La otra pata de la polémica de esta ley fue las rebajas de penas. ¿Se exageraron los efectos de esas rebajas? ¿Cómo lo percibieron desde dentro de la judicatura?

Hubo una utilización de la reforma con un sesgo claramente intencionado para dar una visión de que la ley producía unos efectos que van precisamente en contra del punitivismo. Los medios de comunicación lo acentuaron claramente al exigir al Consejo General del Poder Judicial y a los Tribunales Superiores de Justicia cuántas revisiones de condena había. Pero la noticia no era que se hubiera revisado una pena, sino solo que se había revisado a la baja. 

Se ha hecho muchísimo daño con este tema. Primero a las víctimas, pero también al sistema penal, porque se ha puesto en tela de juicio de una forma absolutamente superficial el trabajo de los jueces. Los años de privación de libertad de una persona, el derecho fundamental a la libertad y los derechos de las víctimas son cuestiones muy serias y se ha hablado de ellas como si fuera un mercadeo en el que simplemente lo importante era si había un año más o un año menos de condena. 

Los efectos que una pena de prisión tiene en una persona no son para hablar tan a la ligera. Pensar que una persona va a pasar de estar condenada a diez años a ‘solo’ siete… ¿Cómo que ‘solo’ siete? ¿Qué se ha hecho en estos siete años? ¿Esta persona ha tenido algún cambio? ¿Hay riesgo, cuando salga, de que haya otras víctimas? Esto es lo que hay que contemplar, no tanto si son seis meses o dos años menos de condena. Políticamente se hizo un muy mal uso de esta polémica y se defendió muy mal una ley que tiene cosas muy buenas porque incide en el origen del problema de la violencia sexual.

La violencia sexual en la adolescencia ha existido siempre, 
pero ahora se denuncia más

¿La reforma de la reforma de la ley les ha comportado más problemas a la hora de aplicarla y revisar las penas?

Hemos tenido varias revisiones y hemos hecho una interpretación, que en algunos casos está pendiente de recurso porque la Fiscalía no lo ha compartido y en otros las defensas no lo han compartido. El Tribunal Supremo ya ha marcado la línea jurisprudencial. Estamos aplicando la reforma de la reforma, como no puede ser de otra manera, con las dificultades propias de la precipitación legislativa. Esta necesidad periódica de cambiar el Código Penal, para hacerlo luego a la ligera y con deficiencias técnicas, es algo que deberíamos reflexionar como sociedad y los políticos en particular.

En las últimas semanas se ha hablado mucho de agresiones sexuales con menores implicados, tanto víctimas como acusados. Con su experiencia como magistrada y exfiscal especialista en menores, ¿ha notado un aumento de este tipo de casos en los últimos años?

La violencia sexual en la adolescencia ha existido siempre, pero lo que sí hemos notado es que se denuncia más. En la adolescencia existen muchos riesgos de que los comportamientos superen la línea porque es una etapa de asunción de riesgos, de descubrimiento y de crearse una identidad propia. Está bien que se denuncie más porque así los poderes públicos pueden intervenir en algo que antes se quedaba solo en la esfera privada. La víctima antes se quedaba incluso sola, y no había posibilidad de ayudarla.

Siempre ha habido mucha violencia sexual, y continuarán saliendo casos. La cifra negra de víctimas menores, niños, niñas y adolescentes se da sobre todo dentro del núcleo familiar. Son los casos que los especialistas nos dicen que son más numerosos y más desconocidos porque es difícil que salgan del entorno familiar.

Es decir, que los casos de violaciones múltiples en la calle que crean más alarma social son mucho más excepcionales que los abusos en el ámbito familiar.

Sí, son casos muy excepcionales. Los adolescentes tienen un comportamiento grupal y gregario. Esto les lleva a hacer cosas que solos, a lo mejor, no harían, ya sea un robo con violencia o una agresión sexual. Es importante entender este tipo de comportamientos, que no justificarlos. Hay que intervenir con estos adolescentes, pero si solo intervenimos con la respuesta penal y el castigo, aunque sean menores, no va a ser suficiente. Rebajando la edad penal de los menores o aumentando el tiempo de duración de las medidas de internamiento no conseguiremos luchar contra la violencia sexual.

Hay que educar, la alfabetización sexual es lo esencial. Tenemos a niños y niñas que están aprendiendo con la pornografía y se comportan en las relaciones sexuales en base a los modelos aprendidos con la pornografía. Esto es un riesgo porque la pornografía tiene un sesgo claramente machista y basado en el supremacismo del hombre y en una mujer sumisa que disfruta con la dominación. Si nosotros no enseñamos a los chicos y a las chicas cómo hay que relacionarse con el otro y que las relaciones afectivo-sexuales no pasan por la dominación, no vamos a solucionar el problema. ¿Cambiamos el Código Penal o nos tomamos en serio la educación sexual?

Si decía que el proceso penal no soluciona los problemas, imagino que aumentar las penas tampoco.

Endurecer el Código Penal nunca resuelve los problemas sociales. No vamos a solucionar el problema de la violencia sexual ni aumentando las penas ni internando más tiempo a los adolescentes. Este camino no tiene un buen resultado.

Invertimos mucho más en el castigo que en ayudas para las víctimas

¿Los políticos prefieren cambiar el Código Penal porque es más barato que destinar recursos a la educación y a los servicios sociales?

El punitivismo parece que sale gratis, pero la pena de prisión tiene un altísimo coste. No solo para la persona que va a prisión, que normalmente pierde su trabajo o incluso su entorno familiar, sino que socialmente tiene un coste elevadísimo. En algunos países se han llegado a disminuir las penas de prisión por un tema de coste: el sistema basado solamente en pasar mucho tiempo en la cárcel se convirtió en insostenible. 

Por otro lado, sabemos que hay medidas penales alternativas a la cárcel que funcionan muy bien, y debemos potenciarlas. Invertir mucho en prisiones supone un coste elevado a cambio de frutos muy reducidos. En cambio, las medidas penales alternativas que no pasan solo por el punitivismo permiten invertir socialmente, educativamente y en ayudas a las víctimas. Todavía invertimos mucho más en el castigo que en ayudas para las víctimas. ¿Les hemos preguntado a ellas qué preferirían? Yo creo intuir la respuesta.

¿Esa tentación por el populismo punitivo también afecta a la izquierda?

El populismo punitivo ha sido incorporado por todos los partidos políticos, independientemente de si son de izquierdas o de derechas. Puede parecer que el populismo punitivo tiene que estar más ligado a regímenes dictatoriales, pero no es así. Ocurre en todo el mundo y en otras democracias además de la española. Parece que la única obsesión es más y más prisión e incorporar más conductas al Código Penal.

El Derecho Penal tiene que ser la última intervención. Hay otras posibilidades, como sanciones administrativas o la justicia restaurativa. ¿Por qué no aplicamos más la justicia restaurativa en los delitos leves? ¿Qué sentido tiene que dos vecinos que se han peleado y se han dado un par de empujones vayan a un juez para que les diga que efectivamente se han dado un par de empujones y les ponga una multa a cada uno? ¿Qué efecto tiene esa multa en la relación entre ambos y en toda la comunidad de vecinos? Se debería invertir más en espacios de diálogo para intentar solucionar los conflictos de base, lo que permitiría evitar nuevos conflictos y las escaladas de conflicto que son muy frecuentes en determinados ámbitos.

¿No se pone suficiente énfasis en las medidas penales alternativas al encarcelamiento?

Hace falta más proyección de este tipo de medidas. En Catalunya, donde este tipo de medidas alternativas se habían trabajado mucho, hay un retraso importante en su avance al que hay que poner solución. Y en el resto de comunidades la dotación económica sigue siendo muy baja.

Pensemos en una pena corta de prisión, que son las más habituales por ejemplo en los delitos contra la seguridad vial. Este tipo de delitos han llevado a la cárcel a muchísima gente con penas cortas, a veces por no poder pagar una multa. En una pena corta de prisión, las posibilidades de trabajar con esa persona para evitar que reincida son muy restrictivas. Por lo tanto, es mucho mejor una pena alternativa o una forma alternativa de cumplimiento como es la suspensión de la pena de prisión. El problema es que todavía se vende que si se suspende la pena de prisión, los condenados quedan impunes. Y no es así

La prevalencia de la violencia contra los niños en los primeros años: hallazgos de un revisión sistemática


Pedagogía Participativa Segura e Inclusiva (SIPP) 
SEMINARIO WEB, Inglés, En línea.
Jueves 07 de septiembre de 2023,
15:00 - 16:00 hora del Pacífico.



Más información e inscripciones:    

La primera infancia es un período crítico para todos los niños  , importante para los derechos de los niños pequeños aquí y ahora, para sus futuros resultados educativos, económicos y de salud y, en última instancia, para su florecimiento social. Al localizar y sintetizar sistemáticamente  evidencia de investigaciones sobre la prevalencia de la violencia contra los niños en los primeros años  (es decir, cinco años y menos), esta revisión sistemática tiene como objetivo comprender la magnitud de la violencia contra los niños en los primeros años para contribuir a la evidencia. basado en  cómo crear entornos de aprendizaje seguros e inclusivos  para este grupo de edad.

Participantes:

Deborah Fry , profesora, directora de datos, Childlight – Instituto Global de Seguridad Infantil, Escuela de Educación y Deporte Moray House, Universidad de Edimburgo

Mengyao Lu , investigador, Childlight – Instituto Global de Seguridad Infantil, Escuela de Educación y Deporte Moray House, Universidad de Edimburgo




Cancelación del Artista y su arte por el "bochorno", el silencio y la complicidad con las violaciones y la prostitución infantiles de hace 120 años, ahora al Museo del Pardo.

El Museo Prado adquiere por 110.000 euros 'El sátiro', 
el cuadro del “pintor inmoral” Antonio Fillol.
"El Sátirofue retirada de la Exposición Nacional por su inmoralidad.
Ese pintor, que  fue cancelado por pintar a finales del XIX 
esta rueda de reconocimiento de una niña violada, 
entra ahora, 120 años después, en la pinacoteca nacional 
para una “reparación artística”,
lo que nos sirve para reflexionar sobre los mecanismos de poder 
que ocultan la barbarie de antes y de ahora contra la infancia y la adolescencia.


Ofende la decencia y el decoro”, decían los entendidos de 1906.
El autor, según dijo, se limitó a pintar “una de esas brutalidades que de tiempo en tiempo realiza la bestia que el hombre lleva dentro, para excretarla”.
Tras esta persecución no solo artística, el cuadro desapareció de la exposición y quedó en manos del pintor, que lo enrolló y lo dejó olvidado en alguna dependencia de la casa familiar de Castellón, durante más de un siglo.


Un abuelo arropa a su nieta, de unos diez años, en una rueda de reconocimiento de su presunto violador en los calabozos de las Torres de los Serranos, Valencia.
La niña, que debía señalar al violador de entre los cuatro sospechosos,
hace el gesto de cubrirse la cara con las manos.
Parece atemorizada al encontrarse de nuevo con su agresor, y es el abuelo el que indica
.

'El sátiro' de Antonio Fillol: Emilio Naranjo / EFE

El Museo del Prado ha adquirido julio 2023 el cuadro titulado El sátiro (1906), del pintor valenciano Antonio Fillol (1870-1930). El Patronato dio luz verde a la compra por 110.000 euros tras al informe favorable de Javier Barón, responsable en la institución de la pintura del siglo XIX. El conservador ha entendido esta pieza como capital para comprender el clima político y social del momento.

El monumental lienzo ha permanecido en poder de los descendientes durante estos casi 120 años, aunque se exponía en una sala del Museo de Bellas Artes de Valencia, que lo mantenía en calidad de depósito. Los familiares de Fillol consideran la entrada del cuadro en la colección del Prado “una reparación histórica”, asegura su bisnieto y portavoz Ignacio Gómez Juan. En 2020 la familia facilitó el préstamo de la imagen para la exposición de Invitadas, comisariada por Carlos G Navarro.

El lienzo ya ha sido enviado por la institución valenciana a Madrid y será restaurado en los próximos días por los especialistas del Prado. La intención de la pinacoteca nacional es presentarlo en mayo, dentro de la exposición temporal Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910), la cita más importante de la próxima temporada en el Museo del Prado y comisariada por Javier Barón. Una vez terminada la muestra, en septiembre, el museo pasará a exhibir El sátiro en sala permanente, donde también puede verse desde 2022 La bestia humana (1897), del mismo autor.

Cancelado durante un siglo
La compra de este cuadro no es baladí. En 1906, cuando el pintor valenciano presentó El sátiro a la Exposición Nacional, fue declarado “pintor inmoral” por el jurado, que retiró el cuadro de la vista pública. La sentencia de los académicos contra la pintura resulta llamativa: “Ofende la decencia y el decoro”. El artista se había atrevido a llevar a la pintura las noticias que encontraba leyendo periódicos. 
En la escena presentó a un abuelo que arropa a su nieta, de unos diez años, en una rueda de reconocimiento, en los calabozos de las Torres de los Serranos, en Valencia. La niña, que debía señalar al violador de entre los cuatro sospechosos, hace el gesto de cubrirse la cara con las manos. Parece atemorizada al encontrare de nuevo con su agresor y es el abuelo el que indica. Los académicos del arte lo censuraron y rechazaron.

Años después, el propio pintor escribió en su descargo que la obra no era inmoral, que se limitó a pintar “una de esas brutalidades que de tiempo en tiempo realiza la bestia que el hombre lleva dentro, para excretarla”. El cuadro desapareció de la exposición y quedó en manos del pintor, que lo enrolló y lo dejó olvidado en alguna dependencia de la casa familiar de Castellón, durante más de un siglo.

El que fuera uno de los pintores más progresistas del siglo XIX ha arrastrado el estigma hasta el siglo XXI. En 2022 el Prado cambió su parecer respecto a otro de los cuadros de Fillol, La bestia humana. Llevaba enterrado en los almacenes 125 años. “La pintura deja de ser un campo de representación neutral para convertirse en manos de Fillol en un arma de beligerancia y denuncia de la hipocresía social”, puede leerse en la web del Museo del Prado. Esta pintura política y social, que no salió ganando con la desaparición del Casón del Buen Retiro como centro de exposiciones, poco a poco recupera presencia. El Prado rectifica una línea editorial que había mantenido al margen de las salas del siglo XIX estos cuadros desarrollados intensamente en el cambio de siglo.

Un pintor contemporáneo
Como El sátiro unos años después, este cuadro recibió en 1897 el reproche del jurado de la Exposición Nacional. Fillol no había cumplido los 30 años y se encerró dos años a pintarlo. En sus propias palabras, lo hizo “con más afán que nunca”. “Rodeado de lienzos y libros, me pasé una larguísima temporada sin que nada ni nadie distrajera mi atención... Y convencido de que el arte no debe ser un simple juego de nuestras facultades representativas, sino la expresión de la vida, me lancé al palenque en la exposición de 1897 con La bestia humana que fue recibida en los primeros momentos poco menos que a pedradas”, escribió Fillol en sus memorias, en 1913. Ese mismo año Joaquín Sorolla disparó una de sus últimas balas sociales y presentó el mismo tema que Fillol, con Trata de blancas. Mucho más taimado que La bestia de Fillol.

El jurado de la Exposición Nacional concedió a Fillol una preciada segunda medalla, pero le retiraron el premio en metálico del galardón. Reconocían que era un cuadro extraordinario de un pintor técnicamente insuperable, pero atendía un tema que debía ser cancelado. Mostraba la explotación sexual de las mujeres prostituidas. Fillol había retratado su sociedad y el búnker ideológico que lo censuró amplió el retrato que el artista había realizado. “¡Pobre venganza de los altos contra un modesto pintor de las tristezas sociales!”, escribió el artista sobre la sanción.

Ni gota costumbrista
En pleno estallido naturalista, Antonio Fillol se desmarcó de la tradición valenciana de los paisajes, de las playas y de las estampas bucólicas de las pequeñas rutinas burguesas. Con La bestia humana, primero, y El sátiro, después, hizo de la pintura una gran pancarta que rompió con el silencio que alimentaba un sistema que denigraba y violaba a las mujeres.

La familia de Fillol interrumpió ese silencio, cómplice con las violaciones y la prostitución, el día que depositaron El sátiro en el Museo de Bellas Artes de Valencia, en 2015. La institución se hizo cargo del estado de conservación y lo recuperó, después de permanecer en un rollo durante más de un siglo. Pero el centro tampoco exponía de manera regular, hasta que en 2020 el lienzo formó parte de la exposición de Invitadas.

David Gimilio, conservador del Museo de Bellas Artes de Valencia, ha explicado que en la pintura de Fillol no hay señas costumbristas y empatiza con la población actual y sus problemas. Sin embargo, está pendiente una investigación en profundidad de la obra y vida del artista. De hecho, la familia mantiene en su poder una gran parte de los trabajos y bocetos y, como indican, ha recibido ofertas por El sátiro. Ninguna de ellas del Museo de Bellas Artes de Valencia, que de esta manera se ve en la obligación de desprenderse de un cuadro muy importante.

El Courbet valenciano
La dirección del Museo del Prado apuesta por un pintor con un legado molesto, que hasta hoy tenía un futuro incierto. Fillol no encontró en sus coetáneos ninguna referencia a los casos más sangrantes que denigraron la sociedad de finales del siglo XIX. Fue una rara avis entre los pintores de la cotidianidad, que no renunció nunca a lo más impopular, la verdad.

“La crudeza y la radicalidad de algunos de sus temas establecen un vivo contraste con el naturalismo edulcorado y sentimental que prácticamente desarrollaron la mayoría de los artistas españoles de su tiempo. En este sentido, creemos que si en pintura puede hablarse con propiedad de un radicalismo naturalista más o menos afín o equivalente al que se desarrolla en el terreno literario, pocos pintores podrían asumirlo mejor que Fillol. Aunque estamos en otro tiempo y otro contexto, hemos de señalar que Fillol, por la crudeza provocativa de una parte de sus obras, podría considerarse como el Courbet valenciano de fin de siglo”, escribieron Francisco Javier Pérez Rojas y José Luis Alcaide en el catálogo de la exposición dedicada al pintor en 2015, en una sala del Ayuntamiento de Valencia.
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Construyendo un modelo de prevención de la Violencia Contra La Infancia a nivel local. Webinar 13 de julio.

 
Ciudades Amigas de la Infancia,
UNICEF,
Webinar 13 de julio.
Hora: 12:00.


Compartir los hallazgos de la fase de análisis del proyecto de prevención de Ciudades Amigas de la Infancia de UNICEF España: dificultades con las que se encuentran los gobiernos locales, recursos y oportunidades.
“𝐿𝒶 𝓋𝒾𝑜𝓁𝑒𝓃𝒸𝒾𝒶 𝑜𝒸𝓊𝓇𝓇𝑒 𝑒𝓃 𝓁𝑜𝓈 𝑒𝓃𝓉𝑜𝓇𝓃𝑜𝓈 𝓂á𝓈 𝒸𝑜𝓉𝒾𝒹𝒾𝒶𝓃𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝓃𝒾ñ𝑜𝓈, 𝓃𝒾ñ𝒶𝓈 𝓎 𝒶𝒹𝑜𝓁𝑒𝓈𝒸𝑒𝓃𝓉𝑒𝓈, 𝓎 𝓂𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝓋𝑒𝒸𝑒𝓈 𝒶 𝓂𝒶𝓃𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝓆𝓊𝒾𝑒𝓃𝑒𝓈 𝒹𝑒𝒷𝑒𝓃 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇𝓁𝑒𝓈.”
Esta afirmación, recogida en el Informe mundial sobre la violencia contra la infancia presentado ante la Asamblea General de Naciones Unidas en 2006, describe una situación de la que no son ajenas ni Europa ni España...

"Shame, de Justice Initiative": exposición fotográfica frente a la pederastia.

La exposición fotográfica del italiano Simone Padovani recoge un centenar de testimonios de supervivientes de maltrato y violencia sexual en la infancia con el objetivo de que la Unión Europea tome medidas eficaces ante esta lacra: 100 retratos, 100 historias, la vergüenza colectiva frente a la pederastia: “Fue como un hachazo, no me dejaba vivir”. 
 Documenta las injusticias...., dan ahora voz a las víctimas. 
Fotografías y testimonios de víctimas en la exposición "Shame". Juan Cuatrecasas

«SHAME» es una exposición fotográfica que muestra varias víctimas de abusos infantiles que comparten sus historias.
En los últimos meses se han recogido en toda Europa los retratos de casi 100 víctimas de abusos a menores. Nunca antes se había captado de este modo la dimensión del problema.

23 junio - 21 julio 2023
Espacio O_LUMEN
c/ Claudio Coello, 141, Madrid

Como proyecto de Justice Initiative, en los últimos meses se han recogido en toda Europa los retratos de casi 100 víctimas de abusos a menores. Nunca antes se había captado de este modo la dimensión del problema. Son fotos y vídeos del galardonado fotógrafo Simone Padovani que documentan las injusticias y dan ahora voz a las víctimas. 

  Simone Padovani es un reportero gráfico afincado en Italia que trabaja para agencias internacionales como Getty Images y Universal Pictures. Sus imágenes se han publicado en importantes medios internacionales como The New York Times, National Geographic, The Guardian, Der Spiegel y Focus, entre otras.  

La exposición Shame European Stories, que muestra varias de esas víctimas de abusos infantiles que comparten sus historias. 

La exposición se está llevando a cabo de forma itinerante en toda Europa y cuenta con el patrocinio del Consejo de Europa.

El espacio O_LUMEN, proyecto de los dominicos inaugurado en 2018, termina con esta exposición la temporada 2022/2023 al encuentro de las demandas de profundidad, sentido y belleza y al diálogo con nuevos artistas, personas interesadas en el arte y reivindicación de los derechos humanos. 

La inauguración tuvo lugar el viernes 23 de junio de 2023 a las 19:30h. Entre otras personalidades, asistirán: el Defensor del Pueblo, el Arzobispo electo de Madrid, el Prior Provincial de los dominicos de la Provincia de Hispania y el Presidente de Infancia Robada. En el acto intervendrán también seis supervivientes y activistas. 


 

Primer laboratorio social para acabar con la violencia hacia la infancia, EDUCO

 La violencia hacia la infancia, protagonista del Laboratorio Social de Educo

EDUCO.


EDUCO ha organizado un Laboratorio social con el que quiere generar herramientas para responder a diferentes formas de violencia hacia la infancia.

El primer laboratorio social contra la violencia hacia los niños, niñas y adolescente en el sistema educativo de España para crear proyectos originales e innovadores que permitan dar respuesta a una lacra como es la violencia en las aulas.

“Alrededor del 25% de los niños y niñas sufren acoso escolar. España se ha convertido en unos de los países europeos con más casos de bullying. 
Pero la violencia va más allá. Los casos de maltrato dentro del ámbito familiar o los abusos sexuales existen. Es evidente que tenemos un grave problema y que a pesar de los avances que se han hecho los últimos años, aún queda mucho camino por recorrer. 
Por eso desde Educo quieren promover la innovación social, pensar soluciones alternativas para abordar la violencia hacia la infancia en el ámbito educativo desde un punto de vista novedoso, pero también eficaz y que tengan un impacto social claro y medible. Detectar la violencia dentro y fuera de las aulas, construir espacios en los que niños y niñas se sientan protegidos y fomentar el buen trato”, explica nuestra directora general Pilar Orenes. 

La voz de los niños, niñas y adolescentes también estará presente 

La violencia hacia la infancia es una de las grandes desconocidas de las estadísticas. A pesar de que ha generado la redacción y aprobación de la Ley orgánica de protección a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, a pesar de las investigaciones de los últimos años en relación a la violencia sexual en instituciones religiosas, educativas o deportivas desde hace décadas, a pesar de la existencia de teléfonos de atención a víctimas o de la existencia de un Observatorio Estatal de la Convivencia dependiente del Ministerio de Educación, cuando hay que pisar tierra, conocer los datos y tomar medidas, parece faltar cierta respuesta.

Esta es una de las finalidades del Laboratorio social que ha organizado Educo en colaboración con Porticus y que comenzó sus primeros pasos el pasado mes de marzo. Tiene la intención de reunir a personalidades de diferentes ámbitos sociales y profesionales para trabajar sobre las formas de la violencia hacia la infancia. Durante el año que está prevista su duración habrá un total de cuatro sesiones de las que se espera poder generar algunas herramientas para diferentes formas de violencia que puedan ser implementadas para poder luchar contra esta lamentable situación.

“Alrededor del 25% de los niños y niñas sufren acoso escolar”, en palabras de Pilar Orenes, directora general de Educo. “Es evidente que tenemos un grave problema y que a pesar de los avances que se han hecho los últimos años, aún queda mucho camino por recorrer”, explica. De ahí el interés de la organización de poner en marcha el Laboratorio.

Precisamente, hoy se reúne la Comisión Permanente del Observatorio Estatal de la Convivencia del Ministerio de Educación y FP. En los primeros día de mayor se reunirá su Pleno, y entonces se tratarán, entre otros temas, cuestiones relativas a un estudio que se ha realizado en el marco de sus obligaciones. Poco se sabe de dicho estudio, más allá de algún dato como que se ha elaborado con 15.000 estudiantes de primaria y que lo ha realizado personal de la Universidad de Alcalá de Henares.

El Laboratorio social está formado por una veintena de profesionales de diferentes ámbitos como el educativo, el legislativo, de entidades sociales o del tercer sector. Entre ellas se encuentra Clara Martínez, vicerrectora de la Universidad Pontificia de Comillas y una de las personas que participó en la elaboración de la Lopivi...

La única manera de acabar con la violencia hacia niños, niñas y adolescentes es que todos y todas nos responsabilicemos de la misma. Por eso es importante compartir el conocimiento y la experiencia desde los distintos ámbitos implicados, y es lo que haremos en este laboratorio social. Lo que todos y todas queremos es que la nuestra sea una sociedad más justa y equitativa y cuanto antes trabajemos en ello, antes lo conseguiremos. En este espacio de colaboración se crearán conjuntamente proyectos piloto que puedan implantarse de manera eficaz y tengan resultados tangibles en escuelas e institutos.   

Casi la mitad de las víctimas de delitos sexuales son personas menores

Según un informe del Ministerio del Interior de 2021,  casi la mitad de las víctimas de delitos sexuales son personas menores. Sin embargo, en menor medida, niños y adolescentes se encuentran también del otro lado: pueden ser quienes cometen la violación.

Mientras en Uruguay  el 78% de las víctimas de delitos sexuales son también personas menores de edad, según un relevamiento de la Fiscalía en base a las condenas ejecutadas en los últimos 5 años.
Mariela Solari, de la Unidad de Víctimas de Fiscalía, indicó que el 80% de las víctimas son mujeres y el 78% niñas, adolescentes y mujeres menores de 18 años.
En cuanto a los condenados, la relación es inversa. El 96% son hombres y mayores de 18 años, y se centra principalmente entre los 25 y 55 años.

En Cataluña se han conocido varios casos recientes. Los Mossos d’Esquadra detuvieron e identificaron en febrero a cinco menores por su presunta participación en un asalto en grupo a una niña de 11 años en un centro comercial. Asimismo, otros cinco menores están siendo investigados por otra agresión sexual en su colegio y un adolescente está acusado de violar a una niña en su casa. En los dos primeros, algunos de los implicados tienen menos de 14 años, por lo que no se les pueden imputar delitos.

La cercanía de los hechos, sin relación entre ellos, eleva la percepción de que son solo tres manifestaciones extremas de una violencia sexual que —nos dicen los expertos— está "demasiado" presente en su educación a través de la pornografía. Analizamos con ellos las aristas de este problema social: ¿qué dicen los datos?, ¿cómo se actúa cuando el agresor es menor de 14 años?, ¿cómo prevenir estos delitos y sus consecuencias para las víctimas?

Pornografía y más concienciación detrás del incremento de casos

La preocupación emana de los datos oficiales. La Fiscalía advierte del "progresivo e importante incremento de los delitos contra la libertad sexual" en el apartado dedicado a la responsabilidad penal de los menores de su última memoria. Así, en 2021, se incoaron 2.625 procedimientos por estos motivos, 964 más que en 2020 y 691 más que en 2019.

La misma tendencia se revela cuando ampliamos la foto y observamos los datos sin corte de edad: los delitos sexuales se disparan un 30% entre 2019 y 2022, de acuerdo con un informe del Ministerio del Interior, que lo relaciona "en parte" con las políticas de concienciación que se traducen en una mayor disposición a denunciar los hechos, así como en el cambio en la ley en 2015 que elevó de trece a dieciséis años la edad para prestar consentimiento en las relaciones sexuales.

No es la única explicación al incremento que ofrecen las fuentes consultadas por RTVE.es. Una palabra que se repite en todas las versiones: pornografía. "Esta mañana he estado en un centro educativo y siempre hacemos una lluvia de ideas de lo que significa la sexualidad. Me ha sorprendido muchísimo que en todos los grupos de 1º de la ESO aparecían de forma constante palabras y referencias a cosas que han escuchado en el porno", ilustra Raquel Hurtado, subdirectora y portavoz de SEDRA-Federación de Planificación Familiar, sobre su última sesión de educación sexual con niños de 11 y 12 años.

Este consumo "fácil y constante" de contenidos pornográficos, según la Fundación ANAR, es lo que normaliza que se trate a una mujer como a un objeto o de forma violenta, igual que ven a menudo en los vídeos accesibles en un par de clics. En ellos, de acuerdo con Hurtado, es habitual que se transgredan los límites de la otra persona durante el encuentro sexual, algo que se entiende entonces como deseable y muy masculino.

En este sentido, la fiscal de menores de Granada señala en la memoria la "contradicción" que supone que la difusión de contenidos sexuales esté regulada en los medios de comunicación tradicionales, pero no exista ningún protocolo para impedir el acceso de menores a estas webs.

"Puede estar dándose cierta banalización de la sexualidad entre los menores", coincide Carlos Benedicto Duque, doctor en Psicología clínica, legal y de la salud y coordinador técnico de centros en la asociación GINSO, que señala otras fuentes de exposición a esos "modelos desviados", como la música, las redes sociales…: "Están demasiado expuestos y su nivel de madurez no va a acorde a lo que están escuchando o viendo en una pantalla".

No solo violaciones

Esto no solo repercute en el aumento de agresiones sexuales con fuerza física, como las vistas recientemente en Cataluña. El 14% de las chicas menores de 20 años afirman que se han sentido presionadas para actividades de tipo sexual en las que no querían participar, según se desprende de una encuesta publicada en 2021 por el Ministerio de Igualdad, que concluye que un 6,4% del total de las participantes en el estudio reconocen haber sufrido violencia sexual.

Sucede desde edades muy tempranas y habitualmente por parte de hombres de su ámbito cercano. "En nuestro día a día vemos que todavía se denuncia poco, hay mucha reticencia", puntualiza Sonsoles Bartolomé, responsable jurídica de la Fundación Anar. Esta entidad desveló en un estudio hace dos años que un 29% de los agresores sexuales a menores tenía también menos de 18 años al perpetrar la agresión, una cifra que se acercaba al 40% cuando las víctimas tenían entre 13 y 15 años. Precisamente para esas edades, el estudio de Igualdad también señala que es cuando se produce el pico de agresiones.

"Podría deberse a nuevas formas de violencia asociadas al abuso sexual presentes especialmente en la primera adolescencia (…) De hecho, en el caso del sexting y la pornografía, el agresor menor de edad predomina sobre el mayor de edad", reflexiona la investigación de ANAR.

En cualquier caso, el rango de agresiones sexuales es amplio y el perfil de los agresores, muy heterogéneo, según describe el doctor en psicología Carlos Benedicto, que ha investigado este tipo de criminalidad juvenil: desde quienes tienen un comportamiento antisocial, baja tolerancia a la frustración y abusan de otros iguales o mayores que ellos, hasta quienes se caracterizan por mayor soledad, falta de autoestima e incapacidad social y eligen víctimas aún menores.

Entre todos ellos, el experto llama la atención sobre los agresores sexuales que actúan en grupo, puesto que algunos estudios internacionales consideran que pueden representar un 20-30% del total de las agresiones sexuales perpetradas por menores. "La dinámica está influenciada por procesos grupales que son muy relevantes a estas edades. Se diluye la responsabilidad y el grupo se cohesiona en torno a un acto delictivo, se idealiza", señala Benedicto.

Educación sexual para niños y niñas, protocolos para el profesorado

Pero el derecho penal, advierte ANAR, debería ser solo la última vía. La solución necesaria a este problema social pasa por educación sexual desde la infancia para "revertir" la narrativa machista y violenta presente en la pornografía, pero también por la formación del profesorado para detectar y actuar ante posibles conflictos. "La educación sexual de los niños es incorrecta", ha afirmado Eduardo Esteban, fiscal de Sala Coordinador de Menores, en RNE. 

"Incluso cuando son más pequeñas, hay cuestiones que podemos trabajar que tienen que ver con identificar mis límites, lo que me gusta, lo que no, y con ayudarles a no sobrepasar los límites del resto de personas", expone también Raquel Hurtado, quien habitualmente imparte talleres en colegios e institutos con SEDRA-Federación de Planificación Familiar. Pero con dos horas al curso, opina ella, no es suficiente para impulsar un cambio.

Hurtado pide también herramientas y protocolos para que los profesores no se sientan como "llaneros solitarios" al encontrarse con situaciones de acoso o, incluso, agresión sexual entre sus alumnos. En esa situación, ANAR anima a llamar a líneas de orientación como la suya (+34 600505152) o la de la Unión Europea (116111, gestionada por las comunidades autónomas) para informarse. "La formación de los profesionales que están en el entorno de los menores de edad es esencial para la prevención", zanja Bartolomé.