Mostrando entradas con la etiqueta Muerte/Dolor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Muerte/Dolor. Mostrar todas las entradas

“Ya no quiero dormir, no soporto más pesadillas”. En Gaza hay cerca de un millón de niños. Su miedo es insoportable.

 Mahmoud Mushtaha, el joven periodista gazatí, cuenta el infierno en la Franja. 

Desde su precaria y peligrosa situación, Mushtaha nos ha hablado del terror y 

el sufrimiento que Israel está infligiendo a un millón de niños gazatíes

 que mueren bajo los misiles, la falta de comida y agua o las epidemias 

 que empiezan a aflorar por las pésimas condiciones de vida en la Franja.  

Muchos de ellos sufren trastornos psicológicos por los bombardeos. 

Save the Children advierte de que el 80% muestra signos de angustia emocional.


Mahmoud Mushtaha 

Ciudad de Gaza 

Crónicas desde el Infierno, CTXT.


Una niña palestina y su madre son rescatadas de los escombros, Khan Yunis, sur ciudad de Gaza. / Mohammed Zannoun


Mariam Jarada, de 14 años, expresa su miedo a dormir debido a las pesadillas. “El sonido de los aviones y los bombardeos me da pánico. Cada vez que intento dormir, me atenaza un miedo a que algo malo esté ocurriendo. He llegado a un punto en el que ya no quiero dormir; no soporto más pesadillas”.


En la Franja de Gaza viven alrededor de un millón de niños. Muchos menores y jóvenes nacidos aquí han estado expuestos a los bombardeos y ataques aéreos durante las cuatro guerras israelíes anteriores –en los años 2008, 2012, 2014 y 2021–, además de a varios ataques, y ahora vuelven a estarlo en 2023.


Cuando comenzaron los bombardeos en la ciudad de Gaza, la niña Dana Shamiya, de 11 años, escribió a bolígrafo una carta y la colocó bajo la almohada de su madre. El mensaje dice: “Todo es aterrador y da miedo. Ha sido mi cumpleaños y no he soplado las velas. No recibí regalos ni nada. Echo de menos a mi padre y a mis hermanos. Me siento como si estuviera ardiendo. Casi me vuelvo loca, Dios”.


Decenas de miles de niños sufren distintos síntomas psicológicos relacionados con el miedo a los bombardeos. Entre estos síntomas se encuentran la depresión, la ansiedad, los trastornos de conducta, las pérdidas de orina, la irritabilidad y un largo etcétera. “Dana expresó el miedo y la ansiedad que ella y el resto de mi familia estamos experimentando en Gaza a causa de los ataques aéreos y los cañones que no dejan de disparar”, explica Mohammed Shamiya, hermano de Dana.


Save the Children, organización internacional no gubernamental con sede en el Reino Unido, ha advertido de que las secuelas de la situación en Gaza seguirán afectando a los niños durante muchos años. La organización destaca que los niños de Gaza experimentan miedo persistente, privación del sueño y muestran signos de ansiedad como temblores continuos y micción involuntaria.


Además, Save the Children asegura que “no hay ningún niño a salvo en Gaza en estos momentos. Al menos 4.412 niños han muerto desde que comenzó el ataque israelí contra Gaza. Los niños que sobrevivan sufrirán secuelas mentales a largo plazo: ninguno ha salido ileso”.


En otro hogar, Bassem Al-Shawa, de 51 años, intenta calmar a su hija Marah, de nueve años y medio, al oír los bombardeos israelíes. Dice: “Cuando mi hija oye el sonido de cualquier explosión, empieza a gritar y a llorar y dice: ‘No quiero morir y quiero estar contigo’”.


“Varios días después del ataque israelí a Gaza, Marah cayó en un estado de miedo, mostrando síntomas preocupantes de deshidratación y una coloración amarillenta de la cara. Al principio atribuí su angustia al ruido constante de los ataques aéreos israelíes, pero las terribles circunstancias de los hospitales, desbordados por el gran número de víctimas, me impidieron buscar atención médica inmediata”, explicó Bassem.


Los niños de Gaza se enfrentan ahora no sólo a las crisis de pánico, sino también a una grave escasez de alimento


Y añadió: “A medida que pasaban las semanas, el estado de Marah se deterioró aún más. Hasta tres semanas después no conseguí llevarla al centro de salud más cercano, donde descubrimos que había desarrollado anemia debido a una grave desnutrición”. El miedo de Marah le había dificultado enormemente la ingesta de alimentos.


El psiquiatra Mohammad Abu Al-Sabah advirtió en las redes sociales de que los niños de la Franja de Gaza que han sufrido traumas importantes pueden correr el riesgo de desarrollar tendencias violentas. Explicó que las consecuencias psicológicas de esas experiencias traumáticas suelen manifestarse en forma de comportamientos perturbadores y agresivos. Las guerras, señaló, tienden a contribuir a una mayor prevalencia de la violencia entre los niños, ya sea en el entorno escolar o en sus hogares.


Según Abu Al-Sabah, una mayoría significativa de los niños de la Franja de Gaza se enfrentan a problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y trastornos del comportamiento, lo que subraya la urgente necesidad de apoyo e intervención en materia de salud mental.


“¿Qué culpa tiene esta niña de contraer la enfermedad junto con el miedo? Francamente, no sé cómo tratarla dadas las difíciles circunstancias vitales en las que vivimos. Siempre cuido de mi hija y le doy de comer lo mejor posible, pero en Gaza, la calamidad te llega tan hondo que no te lo esperas”, dijo Al-Sabah.


Según Save the Children, el 80% de los niños de Gaza muestran signos de angustia emocional debido a los continuos ataques. La ONU ha emitido repetidas advertencias de que Gaza puede convertirse pronto en un lugar inhabitable.


El impacto traumático de los continuos bombardeos israelíes en los niños de Gaza es desgarrador. Su miedo es insoportable. Además, los niños de Gaza se enfrentan ahora no sólo a las crisis de pánico, sino también a una grave escasez de alimentos, lo que hace surgir el alarmante espectro de la hambruna y de la catástrofe humanitaria que se cierne sobre la Franja.

¡Cómo afrontar el duelo con niños!.

 Los adultos morimos, pero también los niños y los bebés
Hablar de la muerte no es fácil en esta sociedad. 
El sistema lo reduce a algo privado, incómodo para los demás. 
Más aún cuando la muerte es de un niños. ¿Qué se permite y no en el duelo de  padres? 
¿Cómo se lo contamos a las niñas y niños que viven esa muerte de cerca?

Duelo perinatal.  Foto: Óscar Quintela


Hay un hecho que es irrefutable aunque muchas personas lo negarían: los niños, las niñas y los adolescentes mueren. No en la misma medida que las personas mayores o con las enfermedades que a día de hoy en Occidente son mortales, pero mueren. La negativa a verlo y la poca frecuencia hacen que cuando sucede, sea un hecho traumático, difícil de explicar e incluso difícil de aceptar. No solo para explicárselo a otros niños o niñas, si no para aceptarlo como adultos. De hecho, las enfermedades terminales de menores es el caso más claro de un deseo de exceso de tratamiento o de intentar por todos los medios que la vida no acabe, incluso cuando se sabe que ya no es posible. Una situación que conoce de cerca Miriam Mateos, enfermera oncológica pediátrica que lleva 21 años trabajando en un hospital de la Comunidad de Madrid. Ella explica que el cáncer es una enfermedad que permite calcular bien los tiempos con los menores, a diferencia de otras situaciones como la muerte súbita o un accidente de coche, por ejemplo. “Es raro que los niños no se curen, o que si no lo hacen, hay tiempo para hacerse a la idea”, comenta a El Salto esta enfermera cuyo trabajo se desenvuelve entre oncología, cuidados paliativos y otros pacientes crónicos.

En este punto, Miriam Mateos tiene la necesidad de puntualizar: “los cuidados paliativos están enfocados a dar vida. No a alargarla, sino a mejorarla”. Al igual que el tabú de la muerte sigue presente en la sociedad, cualquier tratamiento que esté en esa fase de la vida también lo está. Mucho más aún la eutanasia, pese a estar regulada, o el fallecimiento de niños. Una situación que se plasma en su día a día y aunque ella se siente respaldada y libre para contar su trabajo y sus experiencias en su círculo cercano, siempre tiene en cuenta delante de quién habla. “Mucha gente se mueve entre el tabú y lo morboso —explica—. Hay veces que te preguntas por qué tienen esa curiosidad. Depende mucho de quién esté a tu lado. Yo no oculto la muerte, ni a mis hijos ni a nadie, pero es verdad que en la sociedad occidental tendemos a ocultar la muerte y que no exista”.

“No oculto la muerte, ni a mis hijos ni a nadie, pero es verdad que en la sociedad occidental tendemos a ocultar la muerte y que no exista”

Por eso, cuando muere un menor el silencio se hace mayor. La enfermera explica que normalmente, cuando se sabe que hay un niño terminal solo recibe la visita de su círculo más cercano. Pero no ocurre así en otras culturas. Ella misma recuerda un último caso que ha vivido, el de un chico de 14 años de origen peruano. Su madre, su padre y sus dos hermanos estuvieron acompañándole más allá del último aliento. Mateos y sus compañeras ofrecen a los familiares acompañar y participar en las tareas para preparar el cuerpo, como parte de esa despedida. “Decidieron que mientras se le lavaba pusiéramos música que le gustaba a él, eligieron la camiseta que más le gustaba e incluso le pusieron una banda en la cabeza que le regaló un compañero de unidad de la misma edad, con quien congenió mucho y que había fallecido poco antes”, comenta la enfermera, que pese a su gran experiencia reconoce que “siempre es impactante, aunque lo hayas vivido más veces”.

De hecho, resalta que ningún duelo es igual. Ella, comentaba hace poco en una sesión con personal sanitario organizada por Luto en Colores, que en algunos casos los padres necesitan tiempo con el cuerpo de su hijo, otras hacerles fotos o cualquier cosa que les ayude a gestionar la situación. “Se les pregunta qué quieren, siempre, para que no se sientan juzgados”. Por ejemplo, comentaba, unos padres de un bebé recién nacido que no había superado los primeros días querían dar un paseo por el jardín del hospital. Nunca lo habían hecho con su bebé y nunca podrían hacerlo. Lo mismo que los familiares del chico que pusieron al rapero Bad Bunny mientras limpiaban el cuerpo ya sin vida de su hijo. Puede que resulte chocante para los de fuera, pero “es una necesidad que tienen los padres y familiares”. Para poder atenderles, cuenta la enfermera, se genera un sistema de equipo entre los profesionales de la unidad: desde mantener el contacto con los que ya conocen, a pedir refuerzo si la carga de trabajo o la situación del menor lo requiere, para que el sanitario que les acompañe pueda dedicarle la mayor atención posible. Lo mismo si deciden que la muerte sea en casa. “Se les forma, se les informa todo, para que ellos puedan estar. Si en el último momento se angustian, pueden volver al hospital sin problema”, explica.

Mateos, que trabajó antes en trasplantes y oncología de adultos, entiende que la gran diferencia entre la despedida de los mayores y de los menores es la familia. “En un niño la familia es muy importante, nunca mueren solos”. Aquí, Miriam recuerda lo mal que lo han pasado muchos de sus compañeros y compañeras en la pandemia, cuando el fallecimiento ocurría sin poder despedirse o contando solo con la compañía de un sanitario. “Conozco casos donde no han podido seguir ejerciendo después de eso”, comenta. Retomada la política habitual de las visitas, Miriam describe la actividad de las unidades pediátricas como un ambiente muy alejado de algo lúgubre: visitas de familiares, amigos, incluidos otros niños, las clases para que no pierdan escolarización y las actividades de entretenimiento que realizan muchas asociaciones. En concreto, Mateos destaca la labor de la Fundación Aladina, que hasta ayuda a muchas familias, entre otras cosas, a pagar el coste del entierro. Un gasto no esperado, insoportable para muchas familias, que llega en un momento de mucho dolor.

¿Cómo hablamos de la muerte con los niños?
La enfermera pediátrica reconoce que incluso en la unidad de cuidados paliativos la muerte puede seguir siendo tabú. “Incomoda tanto que cuando se muere un niño o una niña la unidad se enrarece”, explica y relata cómo la madre de otra paciente pidió que cambiaran a los familiares de ese niño de planta para ‘evitar el sufrimiento’ a su hija. Mateos sospecha que en cierto modo, quería evitarse a ella misma ese dolor. Por eso, concluye que en este punto salen dos tabúes: el de la muerte y el de contar la verdad a los menores. En su experiencia, el adulto está preocupado por lo que deja, mientras que los niños y niñas tienen otro código. “Uno me preguntó el otro día si podría besar a una chica porque estaba muy bajo de defensas -pone de ejemplo-. Ellos cuando se encuentran bien, siguen siendo niños igual. Los que los paran son los padres, son los que llevan la carga de la enfermedad”. Otro ejemplo: un niño que su mayor preocupación era entender si el linfoma que le habían dicho que tenía era cáncer, porque él sabía que con el cáncer se cae el pelo. “Un médico le explicó que sí, pero que luego vuelve a crecer y el chaval se quedó tranquilo”, recuerda.

Con los adolescentes la cosa cambia, más cuando los pacientes tienen la edad de los propios hijos de los sanitarios. “Siempre se habla con los adolescentes, si quieren que se hable con los padres o no, todo”, comenta la enfermera que relata un hecho concreto: “recuerdo una noche donde un chico estaba muy mal, él lo sabía y aunque los padres se turnaban, esa noche estaban los dos e intentaban salir uno fuera de la habitación aparentar normalidad. El niño nos dijo que él sabía que estaba muy mal, que no quería que sus padres supieran que él era consciente para que no sufrieran. Respetamos ambos deseos”. Lo mismo intentan hacer con la difícil decisión de muchos padres de qué hacer con los hermanos del paciente, cuando son pequeños. Les animan a que les visiten, que les cuenten y que les expliquen —dentro de la comprensión de su edad— qué está ocurriendo. Pero, ¿cuando fallece el niño de la cama de al lado? ¿O el hermano mayor? ¿O el bebé al que esperaban y no va a llegar nunca a casa?

La psicóloga, terapeuta Gestalt y acompañante de niños y niñas Ana Muñoz recuerda un caso cercano. Un niño de seis años falleció y en el colegio se decidió guardar un minuto de silencio. La madre de dos compañeros del centro pidió ayuda para saber cómo comunicarle el hecho a sus hijos, aunque no compartían aula con el fallecido. “Lo que le recomendé es transmitir la información sin mucho adorno, como lo que es: un niño se ha muerto y no va a volver al cole y dejar que ellos pregunten”. Ana Muñoz explica que igual que los y las menores no entendían para qué se guardaba el minuto de silencio porque es un símbolo en código de adultos, los hijos de esta madre preguntaron en su código. “Preguntaron, por ejemplo, ‘si le pincho ¿ya no le duele?’ o ‘entonces, ¿ya siempre será un niño, no crecerá?’”. También dijeron ‘menos mal que no era muy amigo mío’. “Esta última frase demuestra que eran perfectamente conscientes de que si eso le pasa a un amigo o amiga, les dolerá mucho”.

“Los menores saben gestionar mejor las pérdidas: tendríamos que escucharles más, aprender y no proyectar nuestra angustia en un exceso de preocupación antes sus duelos”.

Muñoz también destaca que cuando un niño o niña muere, para los demás menores supone un punto de inflexión. Seguramente la mayoría ha vivido o conocido la muerte de alguien mayor o algún adulto enfermo, pero al morir un niño o niña cambia esa percepción. “Rompe con todo el marco de los pequeños, porque piensan que ni ellos ni sus padres pueden morirse”. Aunque ella aconseja contar las cosas llanas, también advierte que no es necesario contar todos los detalles, pero sí estar disponible a que los niñas y niñas pregunten. “El o la adulta que les acompañe debe estar disponible para hablar con claridad”, explica Ana, en referencia a cuando las personas están sumidas en el dolor y le transmiten al niño o niña que es tabú lo que pregunta. En ese mismo sentido opina Silvia Melero, periodista y creadora de Luto en Colores. “Mi experiencia es que los menores saben gestionar mejor las pérdidas: tendríamos que escucharles más, aprender y no proyectar nuestra angustia en un exceso de preocupación antes sus duelos, que son bastante naturales”.

“Los niños cuyos papás o mamás han muerto y están en una clase en la que no hay otros niños que hayan muerto sus padres, se sienten diferentes. Aunque solo sea visible cuando no van a recogerle”, explica Paloma Rosado, autora del 'Poder del dolor'. Un ejemplo de herramienta que puede ayudar es la pulsera de los buenos recuerdos, una tira donde escriben algo positivo de la persona que han perdido. La mayoría son pensamientos de momentos o pequeños detalles que no volverán, explica y añade que “lo importante es recoger esas ideas y darles un espacio para ello”. La experta en duelo infantil resalta tres cosas importantes que necesitan los niños y niñas: saber que ellos no han tenido la culpa, que no es tabú hablar de lo que sienten y que no están solos. “Necesitan que les digan, con la voz y con el cuerpo, que alguien les diga 'siempre habrá un adulto que te va a cuidar'. Es muy importante”, precisa.

El (más aún) invisible luto perinatal.
Si al tabú de la muerte de los menores se le añade que ese niño o niña ha vivido pocas horas o días o incluso que ha fallecido poco antes de nacer, la incomprensión social se hace mayor aún. “Yo creo que la invisibilización del sufrimiento se da en todos los ámbitos: muerte, enfermedad, discapacidad, paro, migración forzosa… Nos cuesta hablar del dolor y nos cuesta escuchar a otro cuando sufre. La forma de abordarla es ponerla sobre la mesa como algo que ocurre en la vida. Las personas morimos pero también los niños y los bebés. Estos incluso antes de nacer”. El duelo por esta muerte se llama duelo perinatal y Pilar Gomez -Ulla está especializada en ello. “Lo que consideran algunas personas como infrecuente —continúa—, no lo es. Al final del embarazo pasa menos, pero si tenemos en cuenta todo el embarazo es más frecuente. Se considera que uno de cada cuatro embarazos terminan en pérdida. Puede ser al principio, incluso cuando el embarazo aún no está detectado, o al final”, explica la experta en duelo perinatal, creadora de la Red El Hueco de mi Vientre y colaboradora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. Ella aboga por entender que esta pérdida es igual a la muerte de cualquier ser querido y por ello, los padres, hermanos o hermanas o los abuelos de este bebé que ha muerto antes de nacer o al poco de nacer necesitan el mismo apoyo.

“Cuando la pérdida se produce en la etapa intrauterina no se inscriben como hijos en el Libro de Familia. Si tienen más de 180 días se inscriben en el legajo de abortos, antes como ‘feto de’ y ahora, ha cambiado la ley, se permite poner el nombre del bebé”, comenta la experta que reclama que “queremos que sí se puedan inscribirse como hijos porque ayuda en el tránsito en el duelo. Cuanto más pequeñito es el bebé, más cuesta hacer entender y que haya esa autorización del duelo”. Además de ayudar con el dolor, está el permiso de maternidad, que solo existe cuando el bebé con vida nace con las semanas de gestación que sea o bien, nace muerto pero tiene más de 180 días de gestación. “Por debajo de esto, ni la madre tiene prestación por baja maternal, ni el padre tiene permiso”. Gómez-Ulla aboga por la proporcionalidad de las bajas, ya que entiende que no será lo mismo unas semanas que casi el embarazo completo, pero tampoco considera “razonable” volver a trabajar al día siguiente de sufrir un aborto.

“Se debe nombrar la muerte, porque se da de forma natural, enseguida se van a encontrar con ella. Ya sea una flor que se muere, una hormiga que se pisa por accidente, la abuela de alguien. Es muy importante no negar la muerte y hacer ver que es irreversible”.

Lo mismo ocurre para el niño o la niña que no conocerán a su hermano fallecido. Gomez-Ulla, al igual que las demás expertas, coincide en hacerlo de forma clara: “Se debe nombrar la muerte, porque se da de forma natural, enseguida se van a encontrar con ella. Ya sea una flor que se muere, una hormiga que se pisa por accidente, la abuela de alguien. Es muy importante no negar la muerte y hacer ver que es irreversible”. Ella cuenta que si excluimos a los menores de los rituales de despedida o no les queremos exponer que estamos tristes, “estamos mandando el mensaje de que esto no se llora, esto no se expresa. Si el niño tiene dolor o añoranza, lo va a vivir solito”. Esta correcta gestión del duelo pasa por expresar emociones y aprender a querer de otra manera a quien ya no está. Nunca olvidar a quien se ha ido, recalca Pilar

"Incarcerated Childhood and the Politics of Unchilding" libro de la prof. Nadera Shalhoub-Kevorkian "invitada a renunciar" a su trabajo en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

 La prof. Nadera Shalhoub-Kevorkian, Lawrence D. Biele Cátedra de Derecho,  
ha firmado recientemente la carta, que más de 1.350 especialistas y estudiantes 
en asuntos de infancia y adolescencia de todo el mundo han firmado, 
como un llamamiento a todos los políticos, jefes de estado del mundo
para que paren las miles de muertes, asesinatos.... a los que se está sometiendo 
a la infancia y adolescencia palestinas.

Su trayectoria investigadora y docente se centra en trauma, crímenes de Estado y criminología, vigilancia, violencia de género, derecho y sociedad. 

Estudia el delito de feminicidio y otras formas de violencia de género, la violencia contra niños en zonas asoladas por conflictos, los delitos de abuso de poder en contextos coloniales, la vigilancia, la seguritización y el control social.

Por el hecho de firmar esa carta, la prof. Nadera Shalhoub-Kevorkian  ha sido "invitada a renunciar" a su trabajo en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Esa invitación 'solicitando' su renuncia representa un ataque atroz a la libertad académica y la democracia, y una desvergüenza que denota la falta de límites, cuando se pierden los referentes en los derechos humanos. 


Incarcerated Childhood and the Politics of Unchilding
Edit. Cambridge University Press (5 septiembre 2019).

¿Quién tiene derecho a una infancia segura y protegida?
La infancia encarcelada y la política del unchilding(sin hijos) profundiza la comprensión de los niños como capital político en manos de quienes están en el poder, involucrando críticamente las voces de los niños junto con material de archivo, histórico y etnográfico en Palestina. 

Al ofrecer el concepto de "no tener hijos", Shalhoub-Kevorkian expone el trabajo político de la violencia diseñada para crear, dirigir, gobernar, transformar y construir a los niños colonizados como otros peligrosos y racializados, permitiendo su desalojo del ámbito de la niñez misma. 

Al penetrar en los espacios íntimos cotidianos de los niños y, simultáneamente, en sus cuerpos y vidas, el unchilding funciona para habilitar una compleja maquinaria de violencia contra los niños palestinos: encarcelamiento, lesiones, pérdidas, traumas y ocupación política militarizada. 

Al mismo tiempo que el libro documenta las violaciones de los derechos de los niños y las consecuencias que esto tiene para su bienestar presente y futuro, traza la resistencia y el poder de los niños para interrumpir la violencia colonial, recuperando la infancia y, con ella, el futuro palestino.




Una de las más de 1.350 Investigadoras y Estudiantes de la Infancia, que pedimos un alto el fuego inmediato en Gaza, ha sido invitada dejar a la U. Hebrea de Jerusalén.

 Urgent actions - childhood in Gaza letter 
(Acciones urgentes: carta sobre la infancia en Gaza).

Profesora Nadera Shalhoub-Kevorkian
Como resultado de firmar nuestra carta, a nuestra excelente colega, la profesora Nadera Shalhoub-Kevorkian, se le pidió que renunciara a su puesto en la Universidad Hebrea de Jerusalén
.
 
La carta 'solicitando' su renuncia representa un ataque atroz a la libertad académica y la democracia y una negación del contenido de nuestra carta. 
Además, la 'carta de solicitud' circuló ampliamente e incluso fue tuiteada por los principales medios de comunicación, por ejemplo el Canal 12 y Kan, la emisora ​​pública de Israel. 
Como resultado de la carta, la profesora Nadera Shalhoub-Kevorkian se enfrenta ahora a una campaña de incitación e intimidación y, dado el clima actual, existe una amenaza real a su seguridad. Ejemplos de intimidación en Twitter: https://twitter.com/esd93350150/status/1718705460864299360 y https://twitter.com/DrorMalul/status/1718660979657990270 .

Para demostrar que respalda nuestra carta y al profesor Shalhoub-Kevorkian, considere adaptar el mensaje a continuación y enviarlo a: Asher Cohen (Presidente, hupres@savion.huji.ac.il ) y Tamir Sheafer (Rector, rector@savion.huji.ac.il ), Universidad Hebrea de Jerusalén.

.- Propuesta de Carta a Enviar a esos dos correos electrónicos

Dear Professors Cohen and Sheafer, 

I am writing to you as one of over 1000 signatories to the letter ‘Childhood researchers and students call for immediate ceasefire in Gaza’.  

I was shocked and dismayed to hear that you have asked Prof. Nadera Shalhoub-Kevorkian to step down from her post at the Hebrew University of Jerusalem as a result of signing our letter. I am also shocked by the claims you make as the basis for this request e.g., ‘The military operation that Israel is conducting these days, with the aim of defeating the murderous terrorist organization Hamas, does not come close to the definition of genocide, according to international law.’ 

I am a [fill in details about own post and expertise]. Based on my own expertise and my commitment to the well-being of children globally, I signed the letter against the unfolding genocide in Gaza and in support of an immediate ceasefire for the children and adults of Gaza. I stand behind the content and commitment to action in the letter.  

The historian and expert in modern genocide, Raz Segal, argues that what is happening in Gaza is a ‘a textbook case of genocide’. Further, over 800 lawyers and scholars internationally have called the indiscriminate bombing of Gaza including of schools, hospitals, media and aid workers; forcible transfers; use of white phosphorus in densely populated areas; deprivation of food, water, fuel, and communications systems; alongside dehumanizing treatment of Palestinians in Gaza as clear indications that a possible genocide is taking place in Gaza.  

Prof Shalhoub-Kevorkian is a globally renowned scholar of childhood, who has made extensive contributions to our understanding of children’s lives. Asking her to step down for bringing her expertise to bear on public debate violates democratic principles and goes against the values of an independent university sector.  

I urge you to immediately reconsider the decision to ask her to step down and urgently reconsider the concerns being raised by childhood and genocide experts from around the world. 

Sincerely, 

Name 

Affiliation 

----------------------


Childhood researchers and students call for immediate ceasefire in Gaza


27 de octubre 2023

A los Jefes de Estado, a las organizaciones mundiales,

La situación de las niñas y los niños palestinos en la Franja de Gaza es indiscutiblemente
crítica. Décadas de desplazamiento, asedio y ocupación han dejado como saldo:

1. Víctimas directas de la violencia: niños y niñas que han crecido siendo testigos y víctimas
directas de la violencia relativa a ataques aéreos, bombardeos y enfrentamientos armados.
Relativo a las víctimas directas también se han reportado casos del uso de interrogatorios con
apremios de diverso tipo. Esta exposición a la violencia ha causado traumas físicos y
psicológicos graves que difícilmente sanarán.

2. Falta de Acceso a Servicios Básicos: La Franja de Gaza enfrenta restricciones en el acceso a
servicios esenciales como atención médica, comida y agua potable debido al bloqueo israelí.
Estas restricciones atentan contra el derecho internacional y particularmente vulnera
derechos básicos consignados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño.

3. Miles de desplazados: Como consecuencia de los constantes desplazamientos, niños y niñas
palestinos se ven obligados a abandonar sus hogares debido a la violencia y los bombardeos,
lo que interrumpe el acceso a servicios de salud, educación, vivienda y estabilidad emocional.

4. Desnutrición y escasez de alimentos: El bloqueo y la limitación en la importación de
alimentos han llevado a una crisis de desnutrición y escasez de alimentos en Gaza, afectando
especialmente a los niños y niñas.

5. Acceso Limitado a la Educación: La educación de los niños palestinos en Gaza se ve afectada
por la falta de recursos, la destrucción de escuelas y la exposición constante a la violencia.
Muchos niños y niñas tienen dificultades para acceder a la educación.

6. Condiciones de Vivienda Precarias: Las condiciones de vivienda en Gaza son precarias, con
una alta densidad poblacional debido a las restricciones del desplazamiento y una
infraestructura dañada. Los niños a menudo viven en entornos inseguros y con falta de
servicios básicos.

7. La pérdida de sus vínculos: uno de los aspectos más traumatizantes y cuyos efectos son
incalculables son la pérdida de sus seres queridos, madre, padre, hermanos, hermanas,
abuelos, parientes, amigos, vecinos, etc. que siguen siendo asesinados diariamente por los
ataques israelíes. La desaparición de las figuras de afecto les dejan expuestos y aún más
vulnerables.

8. Futuro Incierto: Los niños en Gaza enfrentan un futuro incierto debido a la falta de
oportunidades y la persistente inestabilidad en la región. Muchos tienen dificultades para
acceder a una educación de calidad y perspectivas de empleo.

La población menor de 18 años en la región corresponde al 45%. A 20 días del conflicto han
sido asesinados más de 3000 niños y niñas, incluyendo menores de dos años, bajo el
bombardeo indiscriminado sobre civiles ejecutado por Israel, acción consignada por diversos
organismos internacionales de derechos humanos como crímenes de guerra.

Nosotros como investigadores y activistas por la niñez en distintas partes del mundo:
1.- Denunciamos la violencia sistemática de la que han sido víctimas los niños, niñas y
adolescentes por parte del Estado de Israel y la masacre que se encuentra en curso en esta
última agudización del conflicto.

2.- Exigimos la liberación de los niños, niñas y adolescentes que se encuentren secuestrados
por Hamas.

3.- Interpelamos a los distintos Jefes de Estado a ejecutar sanciones contra quienes han
vulnerado sistemáticamente los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

4.- Exigimos el cese al fuego inmediato e implementar medidas de urgencia como enviar
medicamentos, agua y alimentos a la población y la atención médica y psicológica en especial
a niños y niñas.



Invisibles: Historias de adolescentes que cometieron homicidio, Libro de Etty Kaufmann Kapparia.

Invisibles: Historias de adolescentes
que cometieron homicidio
Desde Costa Rica Etty Kaufmann Kapparia, la colega de nuestra socia Virginia Murillo H.,  ha ido recogiendo testimonios directos sobre hechos reales. 
El libro relata historias de vida de jóvenes en privación de libertad que cometieron homicidio durante su adolescencia. 
A través de los relatos la autora describe el mundo del que provienen estos y estas jóvenes y su experiencia en el encierro. 
Es un libro que busca comprender las raíces de la violencia y su impacto en la población adolescente. Una ficción necesaria, sensible y profunda.

Etty nos lo cuenta:
"Este libro se basa en entrevistas que hice a jóvenes que cometieron homicidio durante su adolescencia, la mayoría hombres (porque matan más los hombres que las mujeres).
A veces, mientras escuchaba sus historias, me imaginaba una vida distinta a la que me tocó: me imaginaba caminando por las calles de esos barrios, tal vez yendo con esos jóvenes a fumar crack o un puro de mariguana en una esquina, pero el azar me puso en otro lado, en circunstancias que me llevaron a convertirme en investigadora.
¿Qué investigo? Lo que no comprendo.
Por ejemplo, no entiendo cómo un adolescente de dieciséis años mata a otra persona. Quiero saber qué pasó entre el niño que fue y el adolescente que jaló el gatillo.
Así que entro a las cárceles y les pregunto. Ellos me hablan de sus vidas.
De esas conversaciones salen cientos de páginas y no quiero que queden en el disco duro de alguna computadora ni en un fólder de la gaveta de abajo del escritorio viejo. Quiero que lleguen a ustedes.
A veces es mi voz la que habla, a veces es la de ellos y ellas.
Les cuento mi versión de la versión que me dieron.
¿Qué parte es realidad y qué parte es ficción? Todo el libro es realidad y ficción al mismo tiempo.
Presento lo que armé.
Cargo, apunto, fuego".



Virginia Murillo Herrera nos comenta al respecto del libro y sus contenidos:
"...lo que denota es que actuar antes, en el momento preciso puede cambiar la vida de una persona y que son segundos para encaminarse por otro camino... Darle los apoyos desde temprana edad y recursos a los chicos y chicas, la afectividad y la contención necesaria, garantizarle sus derechos son fundamentales... 
A modo de comprender los contextos de realidad en que han vivido los chicos y chicas que han sido entrevistados y que se encontraban privados de libertad , puede ser muy ilustrador ver una película que ha hecho otro colega en Costa Rica Drew Irwin que se llama el "Pájaro de Fuego", trata sobre las comunidades urbano marginales, la presencia del narcotráfico, la ausencia del acompañamiento en la crianza y desintegración de las familias , el crimen organizado, las ausencias, las violencias y los "oportunistas" que aprovechan eso para captar a los chicos y chicas... La película es muy buena y una dura realidad en CR y en toda la región. 

 Tanto Drew como Etty están en un espacio que promovemos desde DNI con el Poder Judicial que sobre Adolescentes y Conflictividades".

SINOPSIS "Pájaro de Fuego"
Tony Martínez regresa del reformatorio a sus barrios marginales en San José, con la idea de bailar break dance y reintegrarse a la comunidad. Tony evita mezclarse con las pandillas locales, pero muy pronto se entera de que sus amigos están involucrados en el robo de una mercancía con droga. Junto a su mejor amigo, Chayote, Tony arma un plan para salvar las vidas de ambos y llevar justicia al barrio.

Comentario de María S. Molestina sobre el libro: Invisibles: Historias de adolescentes
que cometieron homicidio.
Una lectura necesaria
Estos relatos --cortos, directos y amenos, a pesar del tema tan crudo que tratan--, nos invitan a escuchar las voces de quienes no tienen voz. Etty Kaufmann nos acerca con ellos a una realidad a la que, de otro modo, la mayoría de personas no tenemos acceso.
En sus relatos, Etty no juzga, no mira esta realidad desde una posición de superioridad, nos la presenta desnuda. Con ello provoca una empatía real y muy humana, que nos invita a cuestionarnos... ¿qué estamos haciendo como sociedad con la niñez y adolescencia más vulnerable? ¿Por qué somos tan rápidos para juzgar a quienes no han tenido ni la posibilidad de empezar la vida en un ámbito amoroso? ¿Cómo podemos ayudar a cortar estos círculos viciosos que atrapan a tantas vidas?
Gracias Etty, una lectura necesaria, sin duda.

*Etty Kaufmann Kappari es psicoanalista, criminóloga y escritora de ensayos, cuentos e historias de vida.
Nació en el seno de una familia judía, bajo el cielo nublado de Lima un 4 de agosto de 1964. Su memoria infantil estuvo marcada por los sonidos de las bombas y los disparos, por la violencia militar que acechaba al Perú en esa época, situación que influyó decisivamente en su apuesta por estudiar los efectos de la violencia en la niñez y la adolescencia.
La autora combina el ejercicio de la clínica psicoanalítica con la docencia y la investigación.
Etty es socia fundadora de communitascr.com, una red de profesionales en psicología clínica y presidente de Signo Consultores en Psicología

México declara “crimen de Estado”, el caso de “los 43”, y ordena cientos de arrestos.

A lo largo de los años, los familiares de los estudiantes exigieron respuestas del Estado.
El ex procurador Murillo Karam aseguraba que ningún organismo del Estado había estado involucrado en el crimen.

El tema Ayotzinapa, la desaparición en 2014 de 43 estudiantes, sufrió un vuelco crucial en las últimas horas, con el arresto del ex procurador general, y de 64 militares y policías, a los que se acusa de haber permitido el secuestro y muerte de los jóvenes a manos del cártel del narcotráfico Guerreros Unidos. 
El gobierno prometió “no ocultar nada”.


El ex procurador general Jesús Murillo Karam fue arrestado en su casa de un exclusivo barrio de Ciudad de México por “desaparición forzada, tortura y delitos contra la administración de Justicia”, informó la Fiscalía General de la República (FGR) en un comunicado.

El ex titular de la extinta Procuraduría llegó ayer por la mañana al Reclusorio Norte de la capital mexicana, donde tendrá su primera audiencia ante un juez por su presunta participación en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Agentes de la FGR, acompañados con cuerpos de la Secretaría de Marina (Semar), realizaron su recorrido desde las instalaciones de la Fiscalía federal, en la colonia Tacubaya, hasta el penal preventivo varonil norte.

El ex funcionario durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) fue transportado en una camioneta color gris y escoltado por los vehículos de las fuerzas armadas.

Murillo Karam es el más alto ex funcionario detenido por la desaparición de los normalistas, ocurrida en el estado de Guerrero, en el sur del país. 

Horas después, la FGR informó las órdenes de arresto contra veinte militares y 44 policías, sin precisar su rango y actividad actual, además de otras 19, contra cinco funcionarios estatales y 14 miembros del cártel Guerreros Unidos, presuntos ejecutores del crimen.

El abogado de los familiares de “los 43”, Vidulfo Rosales, consideró la detención de Murillo Karam “un paso importante”, pero se mostró escéptico sobre eventuales revelaciones del ex procurador. “Lo que va a hacer el señor Murillo Karam es defenderse, entonces, no creo que quiera él aportar alguna información”, dijo Rosales a la cadena ForoTV.

Procurador durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), Murillo Karam llegó a ser un peso pesado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México 71 años ininterrumpidos hasta diciembre de 2000. El PRI aseguró que la detención “responde más a un tema político que de Justicia”.

La captura se produjo unas horas después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidiera “verdad” y castigo a los responsables de la desaparición de los alumnos, tras la publicación el jueves del reporte de una comisión gubernamental que investiga el caso desde 2019 y que lo consideró un “crimen de Estado”.

El documento sostiene que militares y funcionarios, por sus “acciones, omisiones o participación”, permitieron el secuestro y muerte de los estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa y seis personas más a manos del cártel del narcotráfico Guerreros Unidos.

El subsecretario de Derechos Humanos del Ministerio de Gobernación, Alejandro Encinas, reafirmó que en este suceso “concurrieron integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos y agentes de diversas instituciones del Estado mexicano” y descartó que las víctimas puedan estar vivas. “Todos los testimonios y evidencias acreditan que fueron arteramente ultimados y desaparecidos”, explicó. 

“Dar a conocer esta situación atroz, inhumana, y al mismo tiempo castigar a los responsables, ayuda para la no repetición. Que nunca más se den estos lamentables hechos”, afirmó López Obrador en Tijuana.

Fuerzas armadas. Previo a su difusión pública, el presidente escuchó el informe junto con las familias de las víctimas. “Les expresé mi dolor, mi tristeza”, comentó.

Los familiares someterán el documento a una valoración del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), creado por un acuerdo entre el gobierno de Peña Nieto y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), anunció Rosales.

La desaparición de los jóvenes se produjo entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, cuando se dirigían a la ciudad de Iguala, en el estado de Guerrero para abordar autobuses en los que pretendían viajar a Ciudad de México y participar en unas protestas.

Este episodio constituye una de las peores violaciones de derechos humanos en México, donde hay unos 100 mil desaparecidos, y generó fuerte condena internacional.

En presencia de los secretarios de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y de la Marina, José Rafael Ojeda, el presidente sostuvo que la participación de “malos servidores públicos” en los hechos de Ayotzinapa no supone el “mal funcionamiento de una institución”.

Más aun, consideró que las revelaciones de la comisión las fortalece, “si se hace el deslinde y se castiga a los responsables”.

Ir “a fondo”.  El informe menciona “responsabilidades claras de elementos” de las secretarías de la Defensa y la Marina destacados en el lugar de los hechos, pero advierte que se debe seguir investigando hasta dónde llegó esa participación.

“Por parte de nosotros lo que se garantiza es no ocultar nada, ofrecer toda la información y dar todas las facilidades para que se vaya al fondo”, prometió López Obrador, luego de que en marzo la comisión independiente acusara a las autoridades de negarse a entregar datos de inteligencia, necesarios para las pesquisas.

El GIEI sostiene que militares manipularon pruebas en un basurero donde fueron encontrados restos humanos, incluidos los de los tres únicos normalistas identificados hasta ahora.

Los hallazgos de ese grupo y la comisión gubernamental echan por tierra gran parte de la llamada “verdad histórica” planteada por el gobierno de Peña Nieto y presentada oficialmente por Murillo Karam, que no acreditó la responsabilidad de militares.

Según esa versión, los jóvenes fueron detenidos y entregados por policías locales a Guerreros Unidos al ser confundidos con miembros de una banda enemiga.

Tras ser baleados, sus restos fueron incinerados y arrojados al basurero de Cocula, según la misma tesis, rechazada por familiares, el gobierno de López Obrador y la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

 


‘F*** your thoughts and prayers’.

"Vivo en un país que ha normalizado que sus niños puedan ser asesinados a tiros en la escuela en la que los padres los dejamos cada mañana para proteger nuestro sacrosanto derecho a llevar armas".
Un joven de 18 años mata a 19 niños y dos adultos en una escuela de Texas. En 2022, ha habido 27 tiroteos en escuelas de Estados Unidos. 119 desde 2018. Unos 81 millones de personas, el 32% de los habitantes del país, posee al menos un arma.

Adolescentes se manifiestan por un cambio en la regulación de las armas en Florida, USA. Lorie Shaull

Hace un par de semanas, como hago todos los días, recogí a mis hijos en su colegio. Mientras íbamos hacia casa, desde el asiento trasero del coche, mi hija me contaba lo que habían hecho en clase. 

Y hoy, papi, tuvimos que ensayar cómo escondernos en una esquina de la clase por si venía un hombre malo. 

Casi sin pensar, mientras conducía, pregunté que qué. Que qué era eso de esconderse, de un hombre malo, que qué hombre malo, que de qué hablaba. Mi hijo, rápidamente, me sacó de dudas: 

–Un homeless (sic). Ms. C (su maestra) dice que a veces los homeless (vagabundo, persona sin hogar, repitió) pueden entrar en la escuela y que tenemos que escondernos. Pude sentir cómo me invadía una tremenda sensación de tristeza y angustia que, poco a poco, tornó en indignación y hasta cabreo. Solo acerté a decirle a mis hijos que no se preocuparan, que no pasaba nada, que solo era un juego y que, por supuesto, los homeless no entraban en las escuelas, que simplemente eran personas con menos suerte que nosotros. 

Y qué mierda, pensé. 

Lo dejé pasar. Ni se lo comenté a mi mujer. Lo cierto es que al cabo de media hora lo había olvidado. Pero ayer este episodio volvió a mi memoria y me golpeó de lleno, al poco de entrar por la puerta de casa, mientras mis hijos, que tienen seis años y están a punto de acabar primero de primaria, dejaban sus mochilas. El tiempo necesario para encender la televisión y volver a apagarla en el momento en el que me daba cuenta de lo que la pantalla estaba escupiendo. Porque uno es padre en EE.UU.; y porque para qué. Lo que hice fue darles la merienda mientras, en silencio, seguía los acontecimientos por el móvil. 

Mientras escribo estas líneas, la CNN reporta 19 niños y dos adultos –uno de ellos una maestra– muertos. El asesino, un chaval de 18 años, también abatido por un oficial del Cuerpo de Fronteras (Border Patrol), uno de los primeros agentes en llegar a la escuela primaria Robb Elementary School en la localidad de Uvalde, Texas, apenas a una hora de la línea divisoria que separa EE.UU. y México. Una de las informaciones que circulaba ayer a media tarde es que el asesino, antes de dirigirse al colegio, habría disparado contra su abuela y que esta luchaba por su vida en un hospital de San Antonio. Todas las de ayer eran informaciones cruzadas, todo podía cambiar en cuestión de horas, incluso de minutos. 

Si esperan leer aquí un sesudo análisis sobre el porqué, siento decirles que no lo van a encontrar en estas líneas. Ya les adelanto que es muy posible que en ninguna de las que lean hoy, mañana o en los días posteriores. En primer lugar porque no hay un solo porqué, sino muchos, de muy diversa índole y que, en el fondo, se resumen en que es lo que hay. Porque en el momento en el que escribo hay 19 niños de entre 7 y 9 años muertos. Dos adultos y un asesino de 18 años. Porque esto es inenarrable y, a la vez, es un día más en la oficina. La última vez que escribí sobre esto, hace años, con Sandy Hook, otro día en la oficina, el peor, dicen las estadísticas que cuentan niños, al menos hasta que se dé por cerrado el conteo de ayer, me prometí que nunca más volvería a escribir sobre matanzas escolares en EE.UU. Precisamente porque desde que soy padre ya no soy capaz de ver películas con niños, he seguido esta regla. Pero ayer decidí romper mi propia promesa. Y porque hoy soy padre solo puedo escribir desde las entrañas.

Ha habido 27 tiroteos en escuelas este año. 119 desde 2018, cuando Education Week comenzó a rastrear este tipo de incidentes. El mayor número de tiroteos, 34, ocurrió el año pasado. Hubo 10 tiroteos en 2020; 24 en 2019 y 2018. La lista es interminable. Tengo algunos de ellos recientes y otros no tanto. Por una razón u otra, varios los guardo clavados en la memoria: Oxford, Michigan, el año pasado; Santa Fe, Texas y Parkland, Florida, en 2018, Newtown, Connecticut, en 2012. O antes en el Virginia Tech de Blacksburg, Virginia, en 2007. Y por supuesto Columbine, Colorado, en 1999. 

En la escuela Sandy Hook de Newtown, 20 niños de entre seis y siete años, y seis adultos fueron asesinados a manos de otro joven de 20 años que acabó suicidándose. Recuerdo especialmente al entonces presidente Barack Obama conteniendo las lágrimas ante una nación a la que hablaba como padre, a duras penas como presidente. Su entonces vicepresidente y hoy máximo mandatario también habló ayer. Lo hizo bien. Joe Biden sabe que no hay dolor semejante al de perder a un hijo, tiene callo. Ante las cámaras apareció sereno. Se hizo la pregunta obvia: por qué estas cosas solo ocurren en EE.UU. La respuesta la sabemos todos, pero en Estados Unidos aprendemos a vivir haciendo como que no. Un americano es una persona que se dice inocente y bienintencionada que, sin embargo, le silba al viento para evitar unas respuestas que por alguna razón no puede pronunciar en alto. 

No hay forma de prevenir esto” dice la única nación del mundo en la que ocurre esto regularmente”, señalaba la publicación satírica The Onion hace unos años. 

Paso a resumirles lo que escucharemos en los próximos días –no muchos: estaba loco; no hay forma de prevenir esto (dice el único país [civilizado] del mundo en el que pasa esto, otra vez); las armas no matan, son las personas las que lo hacen, no se puede politizar la tragedia; la izquierda hace política con la tragedia; quieren quitarnos nuestra libertad.

Alrededor de un 32% de los habitantes de EE.UU. posee al menos un arma, unos 81 millones de personas

Lo cierto es que EE.UU. acumula un tercio de las armas de todo el mundo. Hay unos 400 millones de armas, 100 millones más que hace solo cuatro años. La realidad es que no todo el mundo tiene armas: alrededor de un 32% de los habitantes de EE.UU. posee al menos un arma, unos 81 millones de personas. Según Gallup, en un 44% de los hogares hay al menos un arma de fuego. El mayor problema es que, en realidad, hay una minoría de gente que tiene muchas armas, y muchas quiere decir, literalmente, muchas. Gente que está dispuesta a usarlas, especialmente si alguien –el gobierno– pretende arrebatárselas. La mayoría de estas armas están también muy concentradas: en Estados republicanos y zonas rurales. 

También se ofrecerán soluciones que irán en la línea de lo sugerido ayer por el fiscal general de Texas, Ken Paxton: maestros armados, más policía armada en las escuelas, más armas, en definitiva. Con los cuerpos de las víctimas todavía calientes, casi parecía culparlas. Por no haber tenido una pistola a mano con la que enfrentarse al asesino. Paxton no fue el único, le siguió el senador Ted Cruz. Hubo quien por televisión incluso propuso regalar a los niños “mantas antibalas” en lugar de “juguetes o videojuegos”. No sé muy bien qué decir más allá de lo apuntado unas líneas más arriba: es lo que hay. 

La célebre Asociación Nacional del Rifle (NRA) celebra este mismo viernes su convención anual en Texas. No pocos políticos republicanos participarán en la misma, entre ellos, Donald Trump, Ted Cruz y el propio gobernador de Texas, Greg Abbott, quien hace unos años declaró su enfado públicamente al conocer que California le había sobrepasado en número de nuevos compradores de armas. 

Todos, claro, ofrecieron a las víctimas la fórmula habitual: “Thoughts and prayers” (pensamientos, acompañamiento, y oraciones). 

Otros muchos hablaron por boca del legendario Steve Kerr, entrenador de los Golden State Warriors de la NBA, que ayer no quiso hablar de baloncesto y expresó su rabia y su vergüenza contra la mitad del Senado que se niega a pasar una ley federal que impondría mayores controles a la venta de armas semiautomáticas. 

Dicen que Sandy Hook en 2012 lo cambió todo. Y es cierto: Obama puso al frente a Biden para intentar arrancar del Capitolio una legislación federal encaminada, entre otras cosas, a neutralizar uno de los factores que une a todas estas matanzas: el fácil acceso a las armas semiautomáticas utilizadas, una y otra vez, por los perpetradores. El esfuerzo de la Casa Blanca descarriló. Como tantos otros, antes y después. 

La primera consecuencia de Sandy Hook fue el final del debate sobre el control de armas en EE.UU. Cero, se acabó. Legislaciones cada vez más laxas se han sucedido desde entonces en aquellos estados de mayoría republicana. En Texas, por ejemplo, cualquiera puede comprar un arma, solo necesita dos cosas: ser mayor de edad y dinero, dos requisitos que ayer confirmó haber cumplido a rajatabla el asesino de la escuela elemental de Robb. 

La segunda consecuencia de que veinte niños fueran asesinados un día cualquiera mientras estaban en la escuela donde sus padres los habían dejado como otra mañana cualquiera es que Sandy Hook normalizó la conspiración como argumentario político masivo: buena parte de la ultraderecha estadounidense –hoy dominante en el GOP–, con Alex Jones como punta de lanza, se dedicó a decir y a repetir que aquello nunca había sucedido. Que todo había sido un montaje, que no había niños muertos y que los padres destrozados eran actores. Una gran obra de teatro orquestada por un gobierno federal que solo buscaría acabar con el derecho de los estadounidenses a tener armas. Hoy hay al menos una congresista republicana que sigue manteniendo la conspiración como frontispicio de su quehacer político: Marjorie Taylor Greene, quien ayer mismo se aseguró sus primarias en su Georgia natal y aprovechó para dejar clara su única respuesta a lo sucedido en Uvalde: No necesitamos más control de armas, necesitamos regresar a Dios. 

En Texas, por ejemplo, cualquiera puede comprar un arma, solo necesita dos cosas: ser mayor de edad y dinero

A la Escuela Elemental de Robb asistían este curso 535 estudiantes entre primero y cuarto grado. Alrededor del 90% de los estudiantes son hispanos y alrededor del 81% son de clase trabajadora o directamente pobres, según datos del distrito escolar. El jueves iba a ser el último día de clase antes de las vacaciones de verano. Vivo en un país que ha normalizado que sus niños puedan ser asesinados a tiros en la escuela en la que los padres los dejamos cada mañana para proteger nuestro sacrosanto derecho a llevar armas. Mi mujer, profesora de instituto, va cada mañana a trabajar a un centro en Chicago al que los estudiantes entran tras pasar por arcos de seguridad. En el que todos los años realizan simulacros sobre qué hacer en caso de una situación con tirador activo en el recinto. En el que los docentes conocen una serie de expresiones clave que nunca querrían escuchar a través de los altavoces. En el que los estudiantes se ríen de sus propios comentarios morbosos –“todos apelotonados en esta esquina somos presa fácil”, “no creo que esa puerta aguante mucho”– porque el humor negro es una forma de distanciamiento. 

Alrededor del 90% de los estudiantes son hispanos en la Escuela Elemental de Robb, y el 81% son de clase trabajadora

No siempre fue así. Mi mujer recuerda que ella nunca hizo ese tipo de ejercicios en su época escolar, Columbine lo cambió todo. Ayer por la noche me contó que en la versión que mi hija le había dado a ella –es curioso, hasta ayer nunca habíamos hablado de este episodio– no había homeless, sino “un espía”. Luego me preguntó si mañana, por hoy, debíamos decirles algo a los niños, que seguro que algo les dirían en la escuela, de la misma forma que ni mi mujer ni yo hemos hablado de la guerra pero mis hijos saben que en Ucrania se mata y se muere. Iremos viendo, le dije después.

En Sandy Hook, recuerdo haber leído por algún lado, las autoridades reunieron a todos los padres en una estación de bomberos cercana a la escuela. Poco a poco, el grupo de progenitores iba disminuyendo en número hasta que, en un momento dado, alguien entró y dijo a los que quedaban que si todavía estaban allí era porque sus hijos se encontraban entre los muertos. Dicen que los gritos de dolor sirvieron a los periodistas concentrados en el exterior del parque de bomberos para confirmar que la identidad de las víctimas había sido comunicada a las familias. 

Mientras escribo no alcanzo a imaginar ser un padre que espera noticias. Poco antes de la medianoche de ayer, las noticias anunciaban que se habían comenzado a recoger muestras de ADN entre familiares para identificar a los críos. Imaginen ser uno de esos padres al que le han comunicado que su hijo está entre los muertos, pero todavía no ha podido ver el cuerpo puesto que la escuela seguía siendo lo que en el argot policial se llama una escena activa de un crimen, sede de una investigación en marcha, y en la que policía y forenses trataban de reconstruir lo sucedido segundo a segundo. 

Ahora imaginen ser uno de los padres que ayer por la noche sí pudo abrazar a su hija. Un niño o una niña de la misma escuela, puede que de la misma edad de los fallecidos, igual amigos. Imaginen ser ese padre que conoce al padre que desde ayer ya no tiene hijo al que abrazar, el mismo al que, como cada día, cada mañana, una más como cualquier otra, creía haber dejado a salvo en la escuela. 

A mí solo me sale decir:   f*** your thoughts and prayers
                                           'A la mierda tus pensamientos y oraciones'


*Diego E. Barros: Estudió Periodismo y Filología Hispánica. En su currículum pone que tiene un doctorado en Literatura Comparada. Es profesor de Literatura Comparada en Saint Xavier University, Chicago. 

Ucrania: Comité de la ONU insta a poner fin a los asesinatos de niños.

El Comité de Derechos del Niño de la ONU exigió hoy a la Federación Rusa 
que cese de inmediato su agresión y acciones militares 
y Cumplir con sus obligaciones de proteger a los niños de la violencia física y psicológica. 

Comunicado del Comité de la ONU para los Derechos Humanos,
GINEBRA (4 de marzo de 2022)
Acceso la comunicado

 
Con al menos 19 niños muertos y 31 heridos en los conflictos armados durante la invasión rusa de Ucrania en los últimos días, el Comité de Derechos del Niño de la ONU exigió hoy a la Federación Rusa que cese de inmediato su agresión y acciones militares y Cumplir con sus obligaciones de proteger a los niños de la violencia física y psicológica. 


El Comité emitió la siguiente declaración:

“Los niños en Ucrania actualmente están sujetos a sufrimientos y traumas extremos. Están siendo asesinados y heridos. Están separados de sus familias. Las casas están siendo destruidas. Su educación es interrumpida. Hay informes de ataques a escuelas, orfanatos y hospitales. Sus vidas y rutinas diarias han sido completamente destrozadas. Como consecuencia del ataque militar a Ucrania, los niños están expuestos a una violencia extrema y experimentan niveles insoportables de miedo y ansiedad.

La Convención sobre los Derechos del Niño consagra los derechos del niño a la vida, la supervivencia y el desarrollo y toda la gama de derechos al agua, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y la protección contra toda forma de violencia. Los niños tienen derecho a cuidados, asistencia y protección en todo momento. Lamentablemente, la historia ha demostrado muchas veces que los niños se encuentran entre los más afectados en situaciones de conflicto armado.

El Comité de los Derechos del Niño está profundamente preocupado por el hecho de que la agresión y el ataque militar de la Federación de Rusia en Ucrania están cometiendo graves violaciones de los derechos del niño en Ucrania, en violación de la Carta de las Naciones Unidas. Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, entre las 4 de la mañana del 24 de febrero y la medianoche del 3 de marzo se registraron la muerte de al menos 19 niños y 31 heridos. Los niños sufrirán consecuencias físicas, psicológicas, emocionales y traumáticas profundas y duraderas.

Como se destaca en el preámbulo del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados , la paz y la seguridad basadas en el pleno respeto de los propósitos y principios contenidos en la Carta y la observancia de los instrumentos de derechos humanos aplicables son indispensable para la plena protección de los niños, en particular durante los conflictos armados.

El Comité de los Derechos del Niño exige que la Federación Rusa cese de inmediato la agresión y las acciones militares contra Ucrania y que cumpla con sus obligaciones en virtud de la Convención propugnada por el Secretario General de las Naciones Unidas para hacer cumplir la Carta de las Naciones Unidas para proteger los derechos de los niños a el grado más alto y como la prioridad más alta.”

Sección de Medios de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ohchr-media@un.org


El Comité de los Derechos del Niño supervisa la adhesión de los Estados partes a la Convención sobre los Derechos del Niño y sus Protocolos facultativos sobre la participación de niños en los conflictos armados y sobre la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía . La Convención a la fecha cuenta con 196 Estados partes . El Comité está compuesto por 18 miembros que son expertos independientes en derechos humanos de todo el mundo, que actúan a título personal y no como representantes de los Estados partes. 

¿Y si enseñamos a gestionar el fracaso, la frustración y el éxito?.

Toda la enseñanza debería ser como la educación infantil.
Atribuyen al escritor Charles Dickens la siguiente sentencia: 
«Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender»
Sin embargo, los fracasos habitualmente se esconden porque suelen estigmatizar. 
Esta forma de actuar obedece a muchos factores, que van desde ser una cuestión cultural, 
a un rasgo de debilidad tanto individual como colectiva.
La escuela, en todas sus etapas, debe abordar con decisión la educación 
en la gestión del éxito y el fracaso personal, y de los escenarios de frustración y de egocentrismo. 
La familia, es decir, la sociedad, también


Sea cual sea el motivo para ocultar una situación de fracaso, lo importante es que actuando así no se consigue normalmente aprender nada de esa vivencia. Si volvemos a las citas, nadie podrá afirmar que desconoce esa de «el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra». Y esto casi siempre es consecuencia de no asumir el fracaso para poder aprender, reflexionando para ello con calma y sinceridad interna.

En la vida, nuestros jóvenes fracasarán muchas veces y lograrán el éxito en pocas, como le ha ocurrido a sus mayores. No obstante, orientamos la enseñanza a castigar el fracaso y le cerramos fácilmente las vías de progreso a quienes tropiezan en algún momento. Es consecuencia de un modelo basado en evaluaciones sumativas y no en modelos formativos. Se trata de acumular aprobados mucho más que de ayudar a descubrir las carencias que están detrás de cada «suspenso». Y con esta forma de enseñar no sólo desperdiciamos el gran potencial que tiene cada persona sino que engañamos a la inmensa mayoría porque acaban asumiendo que se trata de no fracasar y eso, obviamente, lleva aparejado que piensen que es mejor no hacer, no arriesgarse, no probar. Les enseñamos a autocensurarse.

Es más, en demasiadas ocasiones hemos escuchado como padres y madres mensajes de los docentes como “pregunta demasiado e interrumpe la clase”. Y seamos sinceros, tampoco son muchos los padres y madres que encajan con serenidad una sucesión de preguntas del tipo “y por qué…”. La primera ni se cuestiona, se suele responder de forma automática. Las siguientes pueden incluso parecer graciosas, pero pronto aparece el pensamiento de “no se callará” o de “a ver si encuentro la respuesta que lo calle”. Tarde o temprano sucederá el cierre brusco de la situación, enviando un mensaje al menor en el sentido de “preguntas demasiado”, es decir, que le decimos con nuestra actuación que debe preguntar menos si no quiere enfadarnos. Listo, círculo cerrado. Ese camino lleva a que deje de preguntar.

Toda la enseñanza debería ser como la educación infantil
Cuando me han preguntado sobre cómo pensaba que debía ser la enseñanza, siempre he respondido que como la educación infantil. Las más de las veces me han respondido que eso es imposible, confirmando con ello también lo que decía antes de la autocensura. Como es difícil cambiar el sistema, es más fácil decir que es imposible.

Recordarán que está demostrado -no es una opinión- que los primeros años de la vida son un periodo de aprendizaje constante. Es una etapa vital que marca el resto de nuestras vidas, y que se desarrolle en ambientes ricos de experiencias es imprescindible.

Sin entrar ahora en otras consideraciones, me interesa visibilizar cómo aprenden los bebés y los menores en sus primeros años. Utilizan la técnica del ensayo y el error, aprendiendo de este último siempre. No tienen miedo al fracaso porque no lo conocen, nadie les ha enseñado todavía a quedarse en quietud para no fracasar. Gracias a eso, nuestra especie ha evolucionado y evitado su desaparición. Recuerden, por ejemplo, a Edison y su célebre respuesta sobre el invento de la bombilla: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”.

Pero cuando vamos creciendo, nuestra sociedad se empeña en frenar esa ansia por aprender y estropea las oportunidades de aprendizaje de la inmensa mayoría. Les contamos a los y las estudiantes en la escuela, a nuestros hijos e hijas en la familia, que existe el fracaso, y que lo deben evitar para no ser objeto de señalamiento negativo. Es decir, fastidiamos el invento.

Fracasar es inevitable. Siempre habrá dos o más personas que piensen en la misma dirección, tengan iniciativas coincidentes, busquen las mismas salidas a las situaciones que vivan conjuntamente, pugnen por los mismos puestos en algún trabajo o experiencia vital, ansíen ocupar las mismas responsabilidades… Y solo habrá una persona “ganadora” en esa carrera por conseguir lo deseado. El resto fracasará, o eso pensará. Habrá quien se reponga rápido y quien no, pero seguro que no conseguir lo ansiado generará frustración en mayor o menor medida. Quien la sienta con fuerza se paralizará, e intentará evitar el volver a tomar cualquier decisión que le pueda conducir a un escenario de posible fracaso. Con carácter general enseñamos a evitar el fracaso en lugar de aprovecharlo, y además no preparamos para afrontar la frustración y superarla. No es que lo hagamos muy bien que se diga.

Debemos entonces estar haciéndolo bien con la gestión del éxito individual
Ya que ponemos tanto énfasis en que se logre el éxito individual y se esquive por todos los medios el fracaso -habría que definir muy bien qué se entiende por ambas cosas-, deberíamos ser una sociedad muy bien enfocada a educar para gestionar adecuadamente ese éxito. Pero resulta que tampoco ocurre esto. Cuando alguien “triunfa” en algo, pocos nos apresuramos simplemente a reconocerlo y felicitarlo. Siempre hay quien se dedica a sufrir envidia hacia la persona que ha triunfado -no sana en demasiadas ocasiones-, y también quien se afane en buscar razones que argumenten -sean ciertas o no- que su éxito se debe a la casualidad o la influencia de terceros que estaban interesados en que ello ocurriera. Esto último busca en el fondo justificar no haber sido la persona que aparezca como triunfadora, al seguir pensando en ser la verdadera merecedora del éxito ajeno, algo que se ha evitado injustamente según su parecer. Siempre he dicho que se debe distinguir entre argumentos y excusas.

La persona triunfadora estará muy contenta, obviamente, pero muchas veces no sabrá exactamente a qué se debe realmente su éxito. Casi nunca es una cuestión sencilla de descubrir, por no ser habitualmente una simple relación directa entre lo hecho y el resultado obtenido. En un éxito suelen influir múltiples factores y, si no se analizan bien, es improbable que el éxito pueda repetirse salvo por casualidad. Hagámonos, por ejemplo, una sencilla pregunta: cuando dos personas pugnan por ascender a un puesto de mayor responsabilidad, quien lo consigue ¿ha acertado más en su propósito que la persona rival, o ha sido ésta la que ha fallado más que la agraciada sin que ésta última haya sido especialmente brillante?

Atribuyen a Séneca la siguiente sentencia: «Una persona inteligente se repone pronto de un fracaso. Un mediocre jamás se recupera de su éxito.» Y les sonará más “de éxito también se muere”. Cuando apostamos por no analizar los éxitos obtenidos, lo hacemos a la vez también por aceptar una falsa sensación de inteligencia en muchas personas que son mediocres pero que, por razones que desconocen, obtuvieron éxito en alguna actuación que realizaron. Esa forma de actuar va generando “bombas de relojería” que tarde o temprano estallan, y no siempre de forma inocua. Es más, seguro que han escuchado -sobre todo en la política- eso de “si tienes un problema con alguien, patada para arriba y que el problema vaya para otro sitio”. Explicaría esto en parte la cantidad de mediocres que llegan a ocupar cargos de alta responsabilidad, por ejemplo en la política. Y de que no educamos bien para gestionar el éxito -sin salir del ejemplo de la política- es prueba lo sucedido con líderes que aparecieron como exitosos porque sus formaciones políticas alcanzaron niveles de respaldo que inicialmente nadie hubiera imaginado; algunos ya no están al frente de las mismas y sus partidos han bajado tan rápidamente como subieron a los altares. Siempre se ha dicho que lo difícil no es tanto llegar como mantenerse.

Cambiemos la situación a futuro
Nadie con algo de sentido común pensará que se puede reeducar a personas de mediana edad, supuestamente exitosas, que son mediocres tanto en su fuero interno como en su exposición pública. Piensan que sus habilidades les han llevado a estar en esa situación de éxito, sin pararse quizás a pensar -o a reconocer- que son los errores ajenos los que han podido causar que estén en esa posición. Pero lo que nadie debería dudar es que podemos hacer las cosas de otra forma para las siguientes generaciones, tanto para las que están ahora en los centros educativos como para las que lleguen en el futuro.

En mi opinión, debemos dar más protagonismo a la educación emocional y al análisis crítico de cuanto nos rodea. Solo con personas que tengan, como se suele decir, la cabeza bien amueblada, conseguiremos superar estos escenarios de mediocridad que nos invaden constantemente. Por ejemplo, cuando nos preguntamos cómo existen tantas personas dispuesta a creer en bulos, difundirlos, e incluso a generarlos personalmente, deberíamos asumir que hemos educado personas con carencias que les llevan a no saber analizar los mensajes que reciben.

Recuerden, les hemos enseñado a que preguntar -cuestionar- no es deseable. A que enfrentarse a probar cosas distintas a las que les ofrecemos es un camino que debe abandonarse. A que asuman lo que se les diga y guarden silencio.

La escuela, en todas sus etapas, debe abordar con decisión la educación en la gestión del éxito y el fracaso personal, y de los escenarios de frustración y de egocentrismo. La familia, es decir, la sociedad, también. No es una cuestión baladí. Generar personas bien formadas en el plano individual, además de ayudarlas a mejorar su transcurso vital, nos permite construir escenarios positivos hacia el bien común. Y necesitamos avanzar en esto último de forma decidida porque tenemos cada vez más una sociedad individualista, egoísta y despreocupada de los problemas ajenos. No estamos construyendo sociedad, sino burbujas artificiales de grupos e individuos aislados, muy manejables por quienes muevan los hilos, por su falta de análisis crítico y de resiliencia ante el posible fracaso.

Y esto debe cambiar. Hay que sacar a todo el mundo de su zona de confort, porque de lo contrario seguirán disfrutando de privilegios inmerecidos quienes simplemente los han heredado. Necesitamos personas con ideas propias, con capacidad para argumentarlas y defenderlas, con coraje para hacerlas realidad y cambiar la sociedad actual por otra en la que tanto nuestros aciertos como nuestros errores sean siempre oportunidades para aprender y crecer. Se trata de orientar todo el sistema social y educativo a educar con mayúsculas.

“…pero crecerás, te harás mayor, y tendrás tus ideas, las mías o las de tu padre, y te darás cuenta de que son mucho más de lo que parecen, de que son una manera de vivir, una manera de enamorarse, de entender el mundo, no tengas miedo de las ideas, Julio, porque los hombres sin ideas no son hombres del todo, los hombres sin ideas son muñecos, marionetas o algo peor, personas inmorales, sin dignidad, sin corazón…”, Almudena Grandes, El corazón helado.

COLABORA CON NOSOTROS.

GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.

Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.

¡AYÚDANOS A MANTENER Y AMPLIAR NUESTROS PROYECTOS!.

Dona a la Asociación GSIA desde aquí.

https://grupodeinfancia.org/donaciones/