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El alma del juego.

Hacía tiempo que pensaba que teníamos que ir un paso más allá de los poderes del JUEGO (en mayúsculas), que tanto me habéis oído compartir. 
Ciertamente, para que los poderes del juego aparezcan, es necesario que el alma del juego se haga presente. Y, demasiado a menudo, los juegos se conciben como “recursos”, “herramientas”, “técnicas”, etc; y más allá de eso... 
El alma del juego es, sobre todo, revolucionaria, porque nos hace personas libres y apasionadas.

"El alma del Juego" es el título de mi última conferencia, que presenté en el acto inaugural del Festival del Juego del Pirineo. Hacía tiempo que pensaba que teníamos que ir un paso más allá de los poderes del JUEGO (en mayúsculas), que tanto me habéis oído compartir. Ciertamente, para que los poderes del juego aparezcan, es necesario que el alma del juego se haga presente. Y, demasiado a menudo, los juegos se conciben como “recursos”, “herramientas”, “técnicas”, etc. que aplicamos para conseguir algo, ya sea significar el aprendizaje, abrir la mente a ideas más creativas o crear confianza con las demás personas. ¡Qué más da! Para que todo esto ocurra, debemos invocar el alma del juego.

J. Botermans, en el Libro de los Juegos, publicado en 1989, nos dice: “Cada día, en cada momento, se juega en los cuatro rincones del mundo. Los juegos constituyen una de las raras actividades humanas que consiguen trascender las monumentales barreras sociales, culturales, lingüísticas, políticas y geográficas que separan los diferentes pueblos de la tierra”. Y lo consiguen cuando las personas que juegan lo hacen libremente, lo disfrutan y no esperan del juego otra cosa que el propio placer de jugar. Este espíritu lúdico que hace posible el juego, lo define muy bien Johan Huizinga en Homo ludens, escrito en 1938, cuando nos dice: “El juego es una acción libre ejecutada “como si” y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno”.

Sin libertad, disfrute y ausencia de beneficio material, no hay alma, no hay juego. En otras palabras: cuando nos sentimos obligados a jugar, o no disfrutamos de los juegos que se nos proponen, o cuando buscamos obtener algún tipo de beneficio, como se hace, por ejemplo, en lo que llamamos juegos de apuestas, el alma del juego desaparece, y, con ella, el juego.

Me gusta mucho la distinción que hace entre juego y juegos Martine Mauriras-Bousquet en su artículo “Un Appétit de vivre” (‘Un oasis de dicha’), publicado en 1991 en la revista El Correo de la UNESCO. Nos dice así: “Los juegos son instituciones sociales, invenciones, fragmentos del juego. Son la forma concreta y visible con la que los pueblos, la sociedad y las culturas expresan su forma de jugar”. Sin embargo, “el juego es una actitud existencial, una manera concreta de abordar la vida, que se puede aplicar a todo sin corresponder específicamente a nada. ¡Puras ganas de vivir!”.

Para mí, el alma del juego es, sin duda, esa actitud lúdica; la que da vida a cualquier actividad o vivencia y la convierte en juego. Porque, como dice Mauriras-Bousquet, ningún juego, ni ningún juguete instituido garantiza el juego en sí mismo. Porque el juego está dentro de la persona que juega y no en el objeto o la acción. Es nuestra actitud la que convierte la acción en juego y nos insufla el alma.

A menudo he escrito sobre la actitud lúdica, y aquí encontraréis muchas explicaciones y reflexiones sobre el tema. Simplemente, a modo de resumen, podría decir que, para hacer crecer esta alma del juego, no pueden faltar la libertad y la confianza, que refuerzan la ausencia de juicio, el margen de error y la mente abierta, que aporta humor y cierta dosis de transgresión. Pero sobre todo necesitamos la ausencia de beneficio, porque el alma del juego solo es posible si entendemos el juego como un fin en sí mismo y no como un medio para conseguir algo. Nos lo dice Heidegger en Der Satz vom Grund (‘El principio del fundamento’): “¿Por qué juega el niño al que Heráclito atribuye el juego del mundo? Juega porque juega. El porqué desaparece en el juego. El juego no tiene porque. Juega mientras juega”.

¡Sublime! Y nada contradictorio con los poderes del juego, porque estos beneficios aparecen justo cuando no los buscas. Simplemente se dan de forma natural y espontánea y son capaces de formarnos, conformarnos e incluso transformarnos, porque nos enseñan a disfrutar de las pequeñas cosas y a amar la vida tal como viene. Es decir, a amar nuestra vida, miserias y pandemias incluidas, y no la vida que la sociedad y la publicidad nos presentan como deseable.

El alma del juego es, sobre todo, revolucionaria, porque nos hace personas libres y apasionadas. Nos hace perder el miedo y nos permite abrazar las incertidumbres y entender los errores como parte de la partida de la vida. Porque crea vínculos poderosos y provoca emociones, clave en el crecimiento personal y colectivo. Y, sobre todo, porque nos convierte en personas capaces de lanzarnos a conquistas épicas como la de transformar el mundo, sin esperar más a cambio que el placer de intentarlo.

¿Os sumáis a la partida?

Jugar en la calle para salvar el planeta. Jugar en entornos naturales debería ser un derecho de la infancia.

Hoy la infancia tiene menos oportunidades de conectar con la naturaleza que las que tuvieron otras generaciones. Una tendencia que es necesario revertir por su salud y la del planeta.la naturaleza no es un lujo estético para urbanitas sino un factor indispensable para nuestro bienestar.

DAVID F. SABADELL

Trepar a los árboles, bañarse en ríos, recoger piedras o comer moras parecen actividades propias de la infancia
Sin embargo, cada vez está más lejos de la realidad. Hoy en día, los niños y niñas pasan menos tiempo del recomendado al aire libre y su contacto con el medio natural es, a menudo, escaso. La recomendación de jugar más de una hora al día en espacios abiertos no la cumplen el 82 % de los y las niñas españolas y ello a pesar de que es importante para su desarrollo físico, mental y social. Durante el confinamiento de 2020 los más pequeños estuvieron semanas sin poder salir a la calle y en muchas ciudades los parques infantiles estuvieron cerrados durante meses. En el medio rural, donde parece que las cosas deben ser diferentes, la ausencia de servicios públicos obliga a pasar bastante tiempo al día en un autobús o un coche para poder llegar al colegio.
Los tiempos han cambiado y el vínculo que nos une a la naturaleza parece estar más roto que nunca. Esto afecta especialmente a las generaciones más jóvenes. En 2005 el periodista y escritor, Richard Louv, publicaba el libro “Los últimos niños en el bosque” en el que introducía el concepto “Trastorno por déficit de naturaleza” y reivindicaba la necesidad de recuperar el contacto directo con el medio natural para garantizar un mejor desarrollo social, emocional y físico de las niñas y niños. Este autor ha estudiado la ruptura generacional con el medio natural, de manera que las más jóvenes han ido perdiendo la cercanía que las generaciones mayores tuvieron en su infancia con la naturaleza.
Que hayamos llegado a este punto tiene que ver con varias cuestiones, pero sin duda es reflejo de un sistema de valores que nos ha hecho creer que podemos vivir de espaldas a ella. Parece, como señala Louv, que jugar en la naturaleza es improductivo. La relación disfuncional que tenemos con el medio ambiente también la investiga Lucy Jones en su libro “Perdiendo el Edén”. Esta autora británica nos recuerda que la naturaleza no es un lujo estético para urbanitas sino un factor indispensable para nuestro bienestar. Como no podía ser de otra manera, la infancia ocupa una parte importante del libro.
La ausencia de vínculo con el medio natural tiene repercusiones sobre nuestras vidas y afecta de manera importante en la infancia. La relación con la naturaleza y el juego al aire libre en las etapas tempranas de la vida facilitan el desarrollo y el aprendizaje. El juego creativo se estimula más en las zonas verdes y es beneficioso para el crecimiento emocional, social y psicológico. También se ha relacionado el contacto con el medio natural con la reducción de los niveles de estrés y el aumento de la confianza. Y teniendo en cuenta lo sedentario que es nuestro modo de vida actual salir al campo implica una actividad física muy beneficiosa. 
Además, Jones plantea que de la misma manera que pasar tiempo al aire libre sirve para que niñas y niños fomenten sus relaciones sociales, como miembros de su comunidad, también es necesario para que tomen consciencia de que forman parte de una comunidad más grande: la Tierra. Y esto, en su opinión, es una cuestión de salud pública porque es necesario conocer y amar la naturaleza, entender nuestra ecodependencia, para poder protegerla.
No es tan fácil crecer al aire libre
Sin embargo, salir a jugar a la calle (y no digamos al campo) resulta bastante complicado. En el diseño de las ciudades (donde vive la mayoría de la población) se ha prestado muy poca atención a las necesidades de las más pequeñas. Teniendo en cuenta que el 80 % del espacio público de la ciudad está destinado a los coches (aparcados o en movimiento) y que las ciudades de nuestro entorno están diseñadas para facilitar el tráfico a motor, resulta fácil comprender por qué la ciudad no está diseñada para la infancia. De la misma manera, también es fácil entender que hayan surgido movimientos como la “revuelta escolar” para reclamar espacios más saludables y vivibles. 
La OMS recomienda que en las ciudades haya entre 10 y 15 m2 de espacio verde por habitante y que estén a menos de 300 metros de distancia de su hogar. El Instituto de Salud Global de Barcelona ha realizado una clasificación en la que analiza la disponibilidad de zonas verdes en diferentes ciudades europeas. Su estudio arroja la conclusión de que el 62 por ciento de las personas de los lugares estudiados viven en sitios con menos acceso a zonas verdes que lo que recomienda la OMS. Además, como señala Jones en su libro, las personas que viven en zonas con bajos ingresos tienen aún menos posibilidades de acceder a zonas verdes, más aún si es necesario desplazarse para ello.
Las escuelas no están preparadas para hacer frente a esta necesidad de naturaleza. Cuanto más edad se tiene, más tiempo de estudio se pasa dentro del aula (las clases en el exterior son excepcionales o directamente inexistentes) y hay que dedicar más tiempo a las tareas escolares. Si pienso en los colegios de la ciudad en la que vivo, a todos se puede llegar en coche hasta la entrada y unos cuantos están situados junto a vías con mucho tráfico. En sus patios apenas hay árboles y, desde luego, el patio escolar es de cemento. El Real Decreto 132/2010 que recoge los requisitos mínimos que deben cumplir los centros escolares sólo establece que cuenten con un patio de recreo, sin necesidad alguna de que cuente con zonas verdes. Es evidente que no es lo mismo jugar en un espacio verde que en uno árido. Más, cuando en muchos casos, el tiempo de recreo es el único rato al día que muchos menores pasan al aire libre.
Lucy Jones duda en su libro de si nuestra sociedad está decidida a impedir que los niños jueguen en la naturaleza al aire libre. Una afirmación devastadora en tiempos de crisis ambiental y que se traduce no solo en la pérdida de experiencias sino también de conocimiento. El analfabetismo ecológico, fruto de la desconexión con la naturaleza, recuerda Jones, hace aún más peligrosas las consecuencias derivadas de la pérdida de biodiversidad y de la crisis climática.  
Es difícil proteger algo que ni conoces, ni amas y menos aún cuando se educa en la idea de que la naturaleza es ajena, sucia, peligrosa. Richard Louv reflexiona en su libro sobre la idea de que las generaciones más jóvenes son más conscientes de los problemas globales que amenazan a nuestro planeta, como la pérdida de biodiversidad o la crisis climática, pero han perdido intimidad y experiencias directas en el medio natural. Justo al contrario que las generaciones mayores (como la suya) que pasaron su infancia jugando al aire libre, pero no eran conscientes de la conexión global. Así quizá no sea tan casual, que muchas de las activistas y ecologistas adultas lo sean por “inspiración temprana”, llamadas a proteger lo que amaron de peques.
Jugar en entornos naturales debería ser un derecho de la infancia
Se hace necesario facilitar poder jugar más en espacios verdes al aire libre y aumentar el conocimiento de nuestro entorno. Naciones Unidas establece que una de sus Objetivos del Milenio sea proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos, ya que ofrecen “oportunidades para mejorar la salud y la calidad de vida de todos los habitantes de las ciudades”. Existen iniciativas que Lucy Jones narra en su libro, como es el caso de Suecia, que ha puesto en marcha iniciativas para el juego al aire libre con el objeto de que se recupere el “juego simbólico y la recuperación contemplativa”. Otro ejemplo que muestra como hay un interés por recuperar los espacios de juego naturales son las escuelas de bosque en Reino Unido, dedicadas a aprender y jugar en un área natural. Las reglas del juego que cuenta Jones en su experiencia en una de ellas: “Nada de pelear con palos. Nada de niños por un lado, niñas por otro. Sed amables y considerados. No os metáis en la boca nada que no sepáis qué es”.
Una de las niñas entrevistadas por Richard Louv para su libro, Lorie, reclama: “Tendríamos que tener los mismos derechos que tenían los adultos cuando eran pequeños”. Las oportunidades de conectar con la naturaleza son mucho menores para los y las niñas de hoy en día que lo que era hace unas décadas. Así que es necesario encontrar maneras de que puedan volver a disfrutar de los juegos en el exterior, investigar y estar en el campo, y hacerlo de forma autónoma.
Esto pasa por rediseñar las ciudades, en las que las zonas verdes no sean un trozo de césped, sino un espacio seguro y saludable en el que recuperar la conexión con la naturaleza independientemente del lugar en que vivas o la renta disponible. Pero no solo hay que recuperar los espacios, sino también el momento. Es necesario facilitar los tiempos de juego al aire libre, como una parte vital del desarrollo infantil, concediéndoles la importancia que merecen y ocupando su momento dentro de sus actividades diarias, incluso en la escuela.

Por una Navidad sin sexismo en los juguetes.

No hay ninguna duda de que el juego es el principal vehículo de aprendizaje en la infancia.

Por Clara Font,
Habla Clara
https://hablaclara.com/.
A través de Mamma Proof.org.
Si pensamos en una tienda de juguetes o en su catálogo navideño posiblemente nos venga a la cabeza la imagen de las páginas dividas en rosa y azul. Estas categorías definen las habilidades e intereses según el género de la criatura. Todo el mundo tiene claro que las muñecas, cocinitas y maquillaje se atribuyen tradicionalmente a las niñas y que los vehículos, construcciones y armas son más típicos de niños. 

Esta división entraña dos principales problemas. El primero es que limita el potencial de cada criatura. Si al peque le dejamos que experimente solo con un tipo de juguetes, no va a poder aprender otras habilidades que también son útiles para la vida. ¿Queremos que nuestra hija tenga nociones mínimas de bricolaje? ¿Queremos que nuestro hijo sepa cocinar y limpiar su casa cuando viva solo? Si la respuesta es sí, podemos ofrecerles juegos para que se familiaricen con estas tareas desde la infancia. 
El segundo gran problema es que los juguetes “de niña y de niño” reproducen los estereotipos de género que sostienen la desigualdad. Los datos siguen indicando que los hombres ostentan la mayor parte de los cargos de poder y las mujeres son las que mayoritariamente se dedican a las tareas de cuidado. 

Como familias tenemos una tremenda oportunidad para revertir la desigualdad a través de la crianza. Es nuestra responsabilidad cuestionar el modelo sexista e ir tomando consciencia de las repercusiones que tiene a nivel global, así como del gran aporte que brindamos educando para una sociedad más igualitaria. 

Como familias y como sociedad estamos educando constantemente a niñas y niños de forma distinta y ya a los 3 años son plenamente conscientes de cómo es y se comporta un niño o una niña: cómo viste y lleva el pelo, qué deportes practica, cuáles son sus referentes en los dibujos animados, qué emociones le son permitidas y qué expectativas hay para su futuro. 

Aunque dentro de casa tratemos de educar en igualdad, muchas de estas lógicas están interiorizadas y requieren un trabajo personal de autoobservación para cuestionarlas. Además, el entorno se va a encargar de hacerle llegar este mensaje por múltiples vías. 

Los regalos de navidad son una buena manera de empezar a cuestionar los estereotipos
Si planeas un regalo para tu sobrino, la hija de tu amiga o tus propios peques, puedes tener en cuenta las siguientes propuestas para celebrar una navidad libre de estereotipos. 

1. Sondear qué quieren de regalo
El primer paso es preguntar a nuestra criatura para saber qué le gusta, cuáles son sus intereses y deseos. En el caso de bebés, tendemos más poder de decisión, pero a medida que crezcan, cada vez harán más uso de su voz para expresar las propias elecciones.

Hay que ser conscientes de que este deseo se construye basándose en muchos factores: sus habilidades y experiencias, lo que está de moda en la escuela, los personajes de los dibujos animados que ve, los anuncios de la televisión, ese juguete con el que se divirtió tanto en casa de su primo… Y que, por lo tanto, podemos también influir en el abanico de opciones que baraje. Ofrecerle variedad, siempre dentro de las posibilidades de cada familia, es una buena manera de ampliar los horizontes.

Puede que nuestra hija nos pida unicornios y nuestro hijo superhéroes. O puede que sea al revés. No es cuestión de castigar sus elecciones o deseos, más bien de respetarlos y ofrecer también otras alternativas que puedan despertar su interés. 

2. Buscar dónde conseguir el regalo
Afortunadamente, hoy en día existen múltiples alternativas a esos pasillos de juguetes bicolor. Muchas jugueterías han dejado de clasificar por género y nos ofrecen propuestas neutras, con variedad de colores y sin marcar el género de la persona que va a jugar con ellas. Buena muestra de ello es el catálogo navideño de mammaproof  dónde hay una curada selección de tiendas e ideas que nos ayudarán a flexibilizar los estereotipos y a sacar las etiquetas a los juguetes. Además, estas jugueterías cuentan con criterios de sostenibilidad, fundamental en esta época de desmedido consumismo. 

3. Transmitir valores
Para que el mensaje de los regalos sin estereotipos llegue más lejos se puede compartir con la familia y amistades. Contarles cuál es nuestra filosofía a la hora de regalar y cuáles son los intereses actuales de nuestro peque puede ayudar a evitar los pongo en formato infantil. 

No significa que nuestro entorno tenga que entender o adoptar nuestra visión, pero puede servir para tener conversaciones interesantes en la sobremesa de navidad. Al fin y al cabo, la educación por la igualdad o el respeto por el medio ambiente son ejes centrales de la sociedad que queremos construir. 

De la misma manera, si nuestra cría le pide a papá Noel un arma, como una pistola, podemos reflexionar con ella sobre lo que representa y hacerle partícipe de los valores que para nuestra familia son importantes. 

4. Pensar en las habilidades
Una buena manera de cambiar el paradigma de los juguetes estereotipados por género es pensar ¿qué quiero que aprendan?: los instrumentos fomentan las habilidades musicales, las manualidades potencian la motricidad fina y la sensibilidad artística, los disfraces ayudan a que vuele la imaginación, los cuentos y los muñecos fortalecen la empatía y los deportes desarrollan la motricidad gruesa, por poner algunos ejemplos.

Los estereotipos de género no desaparecerán de la noche a la mañana, están presentes en nuestro día a día y es un trabajo a largo plazo detectarlos, cuestionarlos y flexibilizarlos en la crianza. Pero el camino está hecho de pequeños pasos, construyamos esta navidad con más consciencia y un poco menos de estereotipos. 

( * ) Todas las fotos han sido cedidas por Habla Clara 
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Escola i família, petits i grans, junts pels drets dels infants

Per conèixer els teus drets, fes Memory!

El Joc del Memory dels Drets de l'Infant és una versió lúdica del contingut de la Convenció sobre els Drets de l’Infant per tal que, tot jugant, es puguin entendre i aprendre per tenir-los sempre presents. Està format per 16 cartes, de les què s'ha de trobar la parella. Cada parella es refereix a un dret de l'infant. 

Està disponible en PDF per imprimir en català, espanyol i anglès

Aquí tens les instruccions i la interpretació de cadascuna de les cartes en catalàespanyol i anglès.

També disposeu d'una aplicació per a Android. El Memory UNICEF consisteix en trobar la parella de cada carta amb un temps determinat i esbrinar el significat de les 16 cartes que conté el joc. El joc evoluciona a través dels 16 nivells en els quals es van coneixent i explicant d’una manera entretinguda.

Conceptes clau: drets de la infància, drets humans

Dirigido a: Educació Infantil, Primària, ESO, Batxillerat

Disponible en PDF: 

Edita: UNICEF Catalunya

Més informació de la CDI
 

Fullet
Fullet

Fullet sobre els drets de la infància

Llibret
Llibret

Llibret sobre els drets de la infància


Càpsules audiovisuals inspirades en el joc del Memory dels Drets de l’Infant
Aquestes càpsules audiovisuals han estat creades per infants i joves de diferents escoles de primària i un institut de Barcelona que han participat en el programa Una escola amb drets. Els curts prenen com a referència el joc del Memory dels Drets de l’Infant, dissenyat per UNICEF Comitè Catalunya, un joc que s’ha fet servir durant els tallers de sensibilització als centres per donar a conèixer els drets dels infants.

Descarrega la fitxa tècnica dels vídeos


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Campeonato europeo de ciberseguridad, Selección Española

European Cyber Security Challenge#ECSCTeamSpain.




¿Qué es el campeonato European Cyber Security Challenge?

La competición, European Cyber Security Challenge (ECSC), es una iniciativa de la Agencia de la Unión Europea para la Seguridad de las Redes y la Información (ENISA), en la que participan un grupo de países europeos organizadores de competiciones nacionales de ciberseguridad.

Se trata del mayor campeonato técnico a nivel europeo en materia de ciberseguridad, en el que compiten los mejores jóvenes talentos de los diferentes países participantes, seleccionados a través de sus diferentes competiciones nacionales. Así, INCIBE organiza anualmente una competición específica para la confeccionar el equipo nacional.

En 2016 y 2017, la selección española fue la vencedora de esta competición, convirtiéndose en referencia en materia de ciberseguridad.

Asimismo, la edición de 2017 que tuvo lugar en Málaga (España), fue organizada por INCIBE y contó con una gran participación de selecciones nacionales.

Objetivos

Desde la primera edición de la competición se han perseguido unos objetivos claros y compartidos por los distintos países miembros. De manera resumida son:

  • Identificar talento en materia de ciberseguridad, contribuyendo a paliar la falta de profesionales cualificados que sufre el sector y conectando a jóvenes de alto potencial con actores del sector de la ciberseguridad.
  • Poner la ciberseguridad al servicio de la sociedad, potenciando el conocimiento en materias técnicas y resaltando la importancia estratégica para la sociedad.
  • Promover las relaciones amistosas y de cooperación entre asistentes: participantes, empresas y representantes de cada país.
  • Atraer a una audiencia más amplia y aumentar el nivel de concienciación sobre la necesidad de tener más eventos técnicos de este tipo.

La competición es promovida por la Comisión Europea y, en un sentido más amplio, se enmarca dentro del contexto general de la Estrategia de Ciberseguridad de la UE y la Directiva NIS, que junto con la Agenda Europea de Seguridad proporcionan el marco estratégico general para las iniciativas de la UE sobre ciberseguridad y ciberdelito.

En este marco, la identificación de talento en la materia es importante para el desarrollo de capacidades en ciberseguridad. Por ello, estas competiciones nacionales y europea sirven para incentivar, detectar, formar y potenciar a los mejores jóvenes talentos de cada país.


Esta es la Selección Española, conoce a estos jóvenes talentos, acceso.


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¿Cuál es la posición de los países ricos en el cuidado de los niños? .

Una clasificación de las políticas nacionales de cuidado infantil en países ricos-
Este informe de UNICEF Innocenti revela que el cuidado de los niños es inaccesible 
para muchos padres en los países más ricos del mundo.

Gromada, Anna ; Richardson, Dominic.


El cuidado infantil accesible, asequible y de calidad ayuda a los padres a volver al trabajo después de la licencia por paternidad, mejora el desarrollo social y cognitivo de los niños y promueve una sociedad más equitativa de género. Sin embargo, a pesar de sus muchos beneficios, el informe de UNICEF Innocenti revela que el cuidado de los niños es inaccesible para muchos padres en los países más ricos del mundo.

Este informe clasifica a los países de ingresos altos en función de sus políticas nacionales de permisos parentales y de atención infantil. Los países con mejores resultados combinan la asequibilidad con la calidad del cuidado infantil organizado, al tiempo que ofrecen licencias largas y bien remuneradas tanto a las madres como a los padres.

"Deporte, Educación y Convivencia: Protección de la Infancia y la Adolescencia", curso postgrado UPV/EHU..


el nuevo curso del posgrado universitario
Deporte, Educación y Convivencia: Protección de la infancia y la adolescencia”.

CALENDAR: Octubre 2021  /  Mayo 2022


PLAZAS OFERTADAS: 30
MODALIDAD Semipresencial
IDIOMA Castellano
Nº CRÉDITOS: 20 Créditos ECTS
PRECIO ORIENTATIVO: 600 €
LUGAR DE IMPARTICIÓN: Fac. Educación Bilbao-Instalaciones Athletic Club
RESPONSABLE: Facultad de Educación de Bilbao
CONTACTO: mariadelmar.boillos@ehu.eus   /   946017564

El objetivo de este título es formar a profesionales del deporte, deporte escolar y federado desde un enfoque innovador, inclusivo y atendiendo a unos valores de convivencia que fomenten el desarrollo integral de las personas. El deporte se entiende como fuente de aprendizaje y socialización y como una oportunidad para trasmitir valores y hábitos saludables a las personas menores.


Competencias:

  • Conocer el marco legislativo relativo a la protección de la infancia y la adolescencia y vincularlo al ámbito deportivo.
  • Reconocer buenas prácticas en la protección del menor e identificar intervenciones con carácter preventivo.
  • Ser capaz de diseñar, desarrollar y evaluar los procesos formativos que tienen lugar en los entrenamientos y disponer de las herramientas para la resolución de conflictos antes, durante y después de la formación.
  • Desarrollar espacios de aprendizaje que garanticen la igualdad de derechos y oportunidades desde una especial atención a la educación en valores, la equidad y el nivel emocional.
  • Identificar el deporte escolar y federado como una herramienta para el desarrollo de las habilidades sociales y críticas, y el servicio a la ciudadanía.
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Día Internacional del Derecho de los Niños y Niñas a Jugar, 28 de Mayo

Jugar es un derecho de los niños, 
fundamentalmente porque la vida infantil no puede concebirse sin el juego. 
Jugar es síntoma de salud. El juego es esencial, por encima de cualquier otra actividad 
para que los niños alcancen metas sociales, emocionales e intelectuales en su desarrollo, 
así como para ayudarles a gestionar el estrés y adaptarse mejor a distintas circunstancias.



¡Jugar es una actividad muy seria: un derecho de los niños! Y una necesidad de los adultos
Jugar es un derecho de los niños, fundamentalmente porque la vida infantil no puede concebirse sin el juego. Jugar es síntoma de salud, como nos dice la Academia Americana de Pediatría: “el juego es esencial, por encima de cualquier otra actividad para que los niños alcancen metas sociales, emocionales e intelectuales en su desarrollo, así como para ayudarles a gestionar el estrés y adaptarse mejor a distintas circunstancias”.

No es de extrañar, pues, que la Asamblea de las Naciones Unidas aprobara, el 20 de noviembre de 1959, la Declaración de los Derechos de los Nuños, donde ser recoge el Derecho a Jugar. Ni que, en 1989, lo reiterara en la Convención de los Derechos de los Niños, concretamente en el artículo 31. Pero este año no lo voy a transcribir, porque ya lo he hecho muchas veces y estoy segura de que lo conocéis. Sin embargo, sí que quiero transcribir el texto en el que en 2013, la Comisión de los Derechos de los Niños de Naciones Unidas, en su Observación General nº 17, nos define qué entiende por jugar. Y dice lo siguiente:

Por juego infantil se entiende todo comportamiento, actividad o proceso iniciado, controlado y estructurado por los propios niños; tiene lugar dondequiera y cuando quiera que se dé la oportunidad. Las personas que cuidan a los niños pueden contribuir a crear entornos propicios al juego, pero el juego mismo es voluntario, obedece a una motivación intrínseca y es un fin en sí mismo, no un medio para alcanzar un fin. El juego entraña el ejercicio de autonomía y de actividad física, mental o emocional, y puede adoptar infinitas formas, pudiendo desarrollarse en grupo o individualmente. (…) Las principales características del juego son la diversión, la incertidumbre, el desafío, la flexibilidad y la no productividad. (…) Aunque el juego se considera con frecuencia un elemento no esencial, el Comité reafirma que es una dimensión fundamental y vital del placer de la infancia, así como un componente indispensable del desarrollo físico, social, cognitivo, emocional y espiritual.

Una definición que deberíamos tener colgada en un lugar bien visible de nuestro día a día para no olvidar ningún detalle. Y esto es lo que hoy queremos recordar de una manera especial celebrando este Día Internacional del Juego, promovido desde el año 1998 por la ITLA (International Toy Library Association): «el hecho de celebrar conjuntamente el Día Internacional del Juego nos permite recordar a todo el mundo que jugar es un derecho de los niños —indispensable también en todas las etapas de la vida— y que los adultos: padres, madres, educadores, instituciones, administraciones, tenemos la responsabilidad de garantizar las condiciones necesarias para favorecer el juego». 

Durante toda esta semana somos muchas las organizaciones que nos sumamos a esta celebración. En la página web IPA SPAIN (International Play Association) encontraréis mucha información. Y, especialmente, el proyecto #SomosJuego (buscad de momento en Twitter) que hemos iniciado recientemente con Heike Freire para añadir una nueva acepción al diccionario sobre la definición de juego y jugar de la que os hablaré en un próximo post.

Sin duda alguna, garantizar el derecho a jugar es un compromiso de toda la sociedad. Si jugar es imprescindible para la salud de nuestros niños y estamos convencidos de que les ayuda a progresar y aprender del entorno cambiante en que viven, entonces está claro que deberíamos concentrar nuestra voluntad en estimular su capacidad de jugar y recuperar la nuestra. Para ello, resulta imprescindible priorizar el desarrollo de la actitud lúdica, la suya y la nuestra. Esta actitud tiene que ver con sentirnos libres en el presente y vivir las dificultades como retos, tomar decisiones, superar el miedo a equivocarnos, vivir la vida con pasión, abrazar la incertidumbre, tratar los objetos y las ideas de manera creativa y disfrutar de la belleza. Necesitamos despertar el deseo de… mirar, tocar, saber, reír, abrazar, explorar, pensar, imaginar, crear, preguntar, saber. Y por todo ello, habrá que reservar e imaginar tiempos y espacios para jugar, en las casas, pero también en las calles y plazas de manera que hacemos realidad ciudades verdaderamente jugables y jugadas.

Para ir haciendo boca, aquí os dejo dos podcasts grabados este mes de mayo con motivo del Día del Juego.
El primero es una conversación en clave feminista, divertida, llena de juego y muy personal, con Cati Hernández y Noemí Blanch. La encontraréis AQUÍ. Y si no conocéis su podcast PlayLikePanks, ya podéis suscribiros porque vale la pena.

El segundo es una iniciativa de Manel Vidal y su podcast, que encontraréis en Vullaprendre, exactamente en el número 17. Os recomiendo todo el podcast, pero si queréis ir directamente a la conversación, podéis trasladaros al minuto 26’ 30’’.Y, como la anterior, si sois apasionados del juego y la educación, no os perdáis este web y estos podcasts.

I Semana Iberoamericana de Protección y Buen Trato a la Infancia en el Deporte. ATERPE.

 El programa ATERPE del Athletic Club organiza una serie de actividades 
con motivo del Día Internacional contra el Maltrato Infantil.
El Athletic Club, por medio de su Programa de Protección a la Infancia ATERPE, ha organizado la I Semana Iberoamericana de Protección y Buen Trato a la Infancia en el Deporte, que tendrá lugar entre el lunes 26 y el viernes 30 de abril. Se trata de una serie de actividades de sensibilización, formación y debate organizadas con motivo de la celebración, el domingo 25 de abril, del Día Internacional contra el Maltrato Infantil.
 
Cualquier persona interesada en participar puede inscribirse AQUÍ
 
Entre las actividades programadas, destacan diferentes encuentros locales e internacionales con temas relacionados con la materia como, por ejemplo, los “Retos para la protección a la infancia y adolescencia en Iberoamérica” (online Webinar internacional), las “Plataformas de Trabajo en protección Infancia en deporte” (online Webinar estatal), y los “Retos para la protección a la infancia en Euskadi. El deporte como buena práctica” (online). 
 
El programa completo se puede descargar AQUÍ









Una ‘Revuelta Escolar’ pide calles abiertas y seguras en los colegios.

La iniciativa de las asociaciones de familias de alumnos y alumnas demanda el cierre al tráfico de calles colindantes a los colegios para garantizar entornos escolares seguros. 



Cada vez más estudios demuestran que los niños y niñas son especialmente vulnerables a la contaminación por partículas en el aire y a la acústica, así como a la falta de seguridad vial. Por eso muchas voces piden que estas calles escolares estén cerradas al tráfico para proteger a los alumnos y sus familias de estos peligros y, a la vez, convertir estos espacios en zonas  juego, socialización, conversación, puntos de encuentro, etc.

Calle cerrada al tráfico junto al colegio Miguel de Unamuno, en Madrid. Diana Moreno

Ante la falta de medidas ha surgido el movimiento Revuelta Escolar: una iniciativa de protesta por la cual cada 15 días miembros de Asociaciones de Familias de Alumnos (AFA), entidades vecinales, profesorado y los propios niños y niñas están realizando cortes de tráfico a la salida de los colegios para pedir que esos cortes se conviertan en medidas permanentes. Su objetivo es una mayor seguridad en los entornos escolares con la reducción o corte de tráfico y obligar a las autoridades a reflexionar y reaccionar.

El origen de la ‘revuelta’ 

Frente a un modelo urbanístico que da absoluta prioridad a los coches, la pandemia ha dejado claro la gran necesidad de ciudades más inclusivas, saludables, verdes, centradas en las personas y que cuenten con espacios públicos al aire libre que los niños y niñas puedan disfrutar. Ejemplos como el de Pontevedra, ciudad de casi 85.000 habitantes y en la que antes de la pandemia el 80% de los niños y niñas iban andando solos al colegio, y la mitad sin que una persona adulta los acompañe, resultan inspiradores y muestran que un modelo que da prioridad al peatón es posible.

En diciembre de 2020, unos padres y madres en Barcelona, preocupados por los datos de la polución en su ciudad, comenzaron a ofrecer charlas para sensibilizar sobre ese problema y crearon una web que informaba sobre los niveles de contaminación en los entornos escolares de la ciudad Condal. «Hicimos visible algo que no era visible: la polución. Las familias empezaron a cuestionarse: por qué la escuela está contaminada, cómo afecta a nuestra salud», explica Guille López, padre de dos niños, en un evento online sobre la iniciativa School Rebellion en el que participantes de varios países compartieron sus experiencias.

Así empezaron las protestas los viernes tras el cierre de escuela, hasta que decidieron unificarlas en un mismo día y hora. Una veintena de colegios barceloneses celebraron una protesta el 11 de diciembre a las 4.30h. «Al siguiente viernes el número de escuelas se multiplicó y se expandió a otras ciudades. El sexto viernes hubo 67 cierres de calles», cuenta López. Por medio de una página web se organizan y explican los pasos a dar para unirse a la iniciativa (que incluye un primer paso de notificar a la policía sobre el cierre de las calles), así como pósters y materiales para comunicar la acción. Es importante, añade, hacer sentir a las asociaciones que son parte de un movimiento.

Así, la Revuelta Escolar pasó de Barcelona a otras ciudades: Madrid, Bilbo, Girona, Sabadell, Badalona, Sant Cugat y Melilla. El pasado viernes 26 de febrero, en la sexta jornada consecutiva de protestas, fueron más de 75 centros movilizados en ocho ciudades. En Madrid, la ciudad europea con mayor mortalidad debido a la contaminación por tráfico, un total de quince centros escolares protagonizaron cortes de calles los pasados 25 y 26 de marzo. 

Pero no se trata de un movimiento exclusivo de España: en muchas otras ciudades hace años que se llevan a cabo protestas similares, orientadas a pedir la pacificación de los entornos escolares.

Un ejemplo es Bélgica donde, tras la publicación en 2018 de un estudio de Greenpeace sobre el efecto de la polución en los niños, un grupo de madres y padres hizo una reunión espontánea y decidió que había que hacer algo. «Dijimos, vamos a cerrar las calles, mandaremos una carta a todos los políticos para que acudan. No podemos aceptar esto», cuenta Anneka, una de las participantes. Entonces eran apenas 15 personas, pero al día siguiente hubo una manifestación masiva.

Ahora realizan acciones-protesta cada viernes, al terminar el colegio. «Cerramos las calles, servimos café, invitamos a los políticos a un café y a que escuchen lo que queremos. Organizamos todo tipo de actividades con los niños para mostrar qué sucede cuando no hay coches y utilizas el espacio público de otra forma». Cada viernes intentan hacer acciones creativas: transformar una parada de autobús en bar, tocar música, hacer juegos con burbujas de jabón… Participa un total de 278 colegios en diferentes ciudades de Bélgica.

En Londres, Jane Dutton, del colectivo Mums for Lungs, cuenta que ellas comenzaron con las acciones hace ya cuatro años, y que han tenido efecto: han logrado que se implanten medidas en 32 distritos de la capital británica, y un informe recientemente publicado por el Ayuntamiento de Londres ha demostrado que la iniciativa School Streets ha logrado una reducción del 23% del dióxido de nitrógeno durante el periodo escolar. “Creo que el COVID nos ha hecho un gran favor porque los distritos nunca se hubieran comprometido a hacer algo así antes», comenta Dutton.

«No queremos cerrar las calles, sino abrirlas a la gente»

En España, entre los centros que se ha sumado a esta iniciativa está el colegio Miguel de Unamuno, en Madrid: un centro al que asisten 900 alumnos y a cuyas puertas se reúnen cada mañana 1.300 personas entre niños, niñas y familiares. Las calles adyacentes tienen dos carriles que acogen cada mañana un volumen excesivo de tráfico: “Aunque las entradas están escalonadas hay mucha gente en aceras muy estrechas”, explican desde el colectivo Revuelta Escolar, con los riesgos que ello implica: hace una semana, cuentan desde la plataforma, una profesora resultó atropellada en un pie con un coche antes de empezar las clases. A eso se le suma, en tiempo de crisis sanitaria, la necesidad de mantener una distancia de seguridad, algo que puede resultar difícil.

Desde la Plataforma Revuelta Escolar han propuesto medidas a largo plazo de calmado de tráfico, de mejora peatonal del entorno escolar, por un entorno escolar más saludable: “Que se reduzca la velocidad, que pueda haber menos aparcamiento y más espacio para las personas… Que se entienda que esto no es una calle cualquiera”, explica Mateus, de Revuelta Escolar y padre de un alumno de ese centro. También solicitaron que transformaran el carril para aparcar en acera para peatones.

“El hecho de que no se pueda acceder en coche hasta la puerta también nos va a ayudar a evitar problemas de disciplina de las propias familias que terminan aparcando en doble fila, algo que genera congestión, problemas de ruido, humo… Se congestiona como si fuera una vía principal, y es una calle local”, añade Mateus.

Son medidas que en este centro se comenzaron a reivindicar antes de verano para garantizar una vuelta al cole segura, pero sin obtener respuesta. Cuando la ciudad de Barcelona acogió la primera manifestación de la Revuelta Escolar, decidieron unir fuerzas y recuperar sus demandas. Ahora, están a la espera de que el Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad estudie sus propuestas.

Aunque estas medidas son a largo plazo, de manera urgente han propuesto a la Junta Municipal un corte de tráfico de las dos calles adyacentes al centro durante los 40 minutos previos a las clases y los 40 minutos posteriores, con idea de que se convierta en una medida permanente. Mateus insiste en que no se trata de cerrar la calle: «Al revés, la abrimos: la calle está cerrada a las personas, solo abiertas para el tráfico motorizado. Reivindicamos abrirla para las familias”.

Participación de los niños, niñas y familias

La celebración de estos cierres de tráfico quincenales a las puertas de los colegios tiene un aspecto festivo: calles que habitualmente tienen tráfico ahora están cerradas, convertidas en lugar de encuentro con las necesarias medidas de seguridad, repletas de música y de charlas. Y por supuesto de niños y niñas “invadiendo” las calles, llenando el asfalto de dibujos de tiza, jugando al fútbol o a la comba. “Es un paisaje muy distinto a lo que vemos todos los días, que serían filas de coches y los niños y niñas aquí apretados en la acera”, describe Mateus.

Los eslóganes que llenan la calle en forma de pintada de tiza o carteles los han escrito los niños y niñas: “Queremos más zonas verdes”, “más bicis y menos coches”, “queremos jugar en la calle”, “menos contaminación”, etc. Es un hecho que las generaciones más jóvenes son las más afectadas y también las más concienciadas con los problemas medioambientales. Mateus reconoce que se ha tenido en cuenta a los alumnos en las reuniones quincenales, y que la iniciativa sirve además para reforzar las redes comunitarias: «La semana que no abrimos la calle estamos en el parque preparando el material, hacemos las pancartas, vamos hablando con las familias… Así también se va creando comunidad y cultura de barrio, y la gente del colegio se va conociendo”.

En Madrid, las movilizaciones han cosechado su primera victoria: el Ayuntamiento ha accedido a ampliar las aceras frente a uno de los centros escolares participantes, el colegio Asunción Rincón, en Chamberí. Pero la revuelta por unos entornos escolares seguros sigue adelante.