Fotograma de Los 400 golpes |
Tú sí que no vales.
Shaun Murphy, The Good Doctor.
The Good Doctor forma parte de uno los tipos de series que más ha triunfado en televisión: los dramas médicos. Los que peinamos canas nos acordamos de «Marcus Welby, Doctor en Medicina», un médico empático y cariñoso de los que se sentaban al borde de la cama; las que tienen canas y las que no se acuerdan de «Urgencias» que convirtió en objeto de deseo a George Clooney, perdón, al Dr. Doug Ross. La serie fue creada por el novelista y médico Michael Crichton y se emitió durante quince temporadas, lo que la convirtió en la serie médica en horario estelar de más larga duración en la historia de la televisión. Luego vinieron House, Anatomía de Gray, New Amsterdam y muchas más. Ahora tenemos The Good Doctor, protagonizada por un médico peculiar, Shaun Murphy.
Shaun Murphy es un cirujano que combina la condición del espectro del autismo y el llamado síndrome del savant, aquellos autistas que destacan por tener alguna habilidad concreta muy superior a la de la población general. Las habilidades destacadas de Murphy son una memoria casi fotográfica y su capacidad para darse cuenta de detalles aparentemente nimios o de cambios muy sutiles en el estado de sus pacientes.
La serie presenta a su protagonista como un autista funcional, con una gran capacidad profesional y con dificultades en su vida personal. Forma parte de un grupo creciente de personajes de ficción con autismo, entre los que están Walter Hill en «Joyful Noise», Billy en la nueva película de los Power Rangers, Jane en «Jane Wants a Boyfriend», Sheldon Cooper en «The Big Bang Theory», la Dra. Virginia Dixon en «Anatomía de Grey»,Sam Gardener, el adolescente con autismo de alto funcionamiento que protagoniza la serie de Nextflix «Atypical» y luego actores en «Sherlock», «Bones», «Criminal Minds», «The IT Crowd» y otros.
Hay que pensar en todas estas producciones como buenas noticias, ya que favorecen el conocimiento del autismo y mejoran la sensibilización social. Por otro lado, el deseo de ser «políticamente correctos» implica el riesgo de no mostrar la realidad de las personas autistas, sino una versión edulcorada, en la que lo que la pantalla muestra es mucho más deseable que el mundo en el que vivimos. El autismo es tan diverso que es preocupante cuando piensas que no hay nadie como el personaje que te muestran en la televisión.
Hay muchas cosas de Murphy que encajan en la experiencia diaria de muchas personas con autismo: tiene dificultad para las relaciones sociales, en particular para tener amigos o pareja; a pesar de su clara bondad no le resulta fácil ponerse en los zapatos de los demás y ver una situación desde la perspectiva del otro; puede ser víctima de errores, agravios o maltratos porque sus peculiaridades no son comprendidas; a menudo no establece contacto visual; puede parecer poco empático pues no le resulta fácil mentir u ocultar sus pensamientos y alguna persona se puede ofender porque le ven indiferente o cruel porque es incapaz de engañar y tiene dificultades para el contacto físico. Otros detalles veraces son, por ejemplo, unos recuerdos de su infancia en los que quería jugar al fútbol, pero los otros niños lo acosan o incluso lo golpean -se calcula que un 70% de los niños con TEA sufre acoso escolar- o la presencia de estereotipias, estímulos y movimientos repetitivos que el protagonista utiliza para calmarse cuando se siente abrumado. Otra característica que muchas personas con TEA reconocerán son sus intentos para aprender estrategias de los «normales» e intentar mejorar sus relaciones sociales. Por último vemos también, y es algo que personas con autismo dicen de sí mismos, que el protagonista afronta los problemas de distintas maneras: intenta evadirlos, se hiperfocaliza en ellos o a veces da un tajante sí o no, sin dar una explicación.
Las críticas a la serie incluyen aquellos aspectos que pueden dar una imagen irreal del autismo: la más evidente es que muchas personas con autismo tienen problemas para encontrar un trabajo y más uno con alta responsabilidad como puede ser un cirujano en un hospital de prestigio. Pero. ¿por qué no? Una segunda crítica es que los padres de Shaun eran muy abusivos física y psicológicamente, por lo que su hermano y él se escaparon de casa. En realidad la gran mayoría de las familias con autismo se vuelcan en su hijo con TEA y el índice de divorcios es menor que en la población general. Otro aspecto discutible es volver a la imagen del autista savant pues puede sugerir que la sociedad solo se beneficia cuando los autistas tienen habilidades especiales. Se calcula que el número de autistas con un perfil savant, una habilidad extraordinaria, es del 30%, pero pocos de ellos la sacan partido en la vida diaria. Si nos pidiesen habilidades excepcionales a la población general ¿cuántos quedarían?
El impulso entre los creadores neurotípicos de pintar a los personajes autistas en extremos caricaturescos -como una cáscara vacía o demasiado sabio para encajar- refleja muchas teorías populares y ahora obsoletas sobre el autismo. Quizá puede ser mucho pedir, pero me gustaría que Murphy estuviera a gusto en su autismo, que no nos lo presenten como un «normal estropeado» sino como alguien magníficamente diferente; que no fuera un savant, que no tuviera capacidades especiales o que no fueran de utilidad, porque es lo que sucede en la mayoría de las personas con autismo y la gente espera a veces que sean como fenómenos de feria y no es así; que le quieran por cómo es y no a pesar de cómo es; que vaya avanzando en su carrera profesional y en su vida personal porque es joven y tiene todo el futuro por delante; que tenga caricias y buen sexo, que es algo que sienta fenomenal; que no tenga que demostrar todos los días que es capaz de hacer bien su trabajo porque no escudriñan así a ningún otro médico del hospital y, finalmente, que nadie se aproveche de él ni le hagan daño. En resumen, me gustaría que le trataran como hay que tratar a todo el mundo, también a usted, también a mí.
Para leer más:
- Gerber B (2021) You Don’t Have to Be a Superhero. Vulture 17 de febrero. https://www.vulture.com/article/autism-spectrum-adult-characters-tv-analysis.html
- Magro K (2018) My review of ‘The Good Doctor’ as an adult with autism. https://www.autismspeaks.org/blog/my-review-good-doctor-adult-autism
"Segregación escolar una cuestión de Derechos Humanos y Justicia Social" , Coloquio
Familias de clase media se unen para llevar a sus hijos a los colegios gueto que nadie quiere.
Madres valientes, familias coherentes de la escuela Muntanya del Drac (Manresa): son María, Anna, Sara y Georgina... F.Albert Garci. |
Las transferencias monetarias no contributivas:
Niños de alta demanda: Queremos niños estándar, pero no!, todos los niños son diferentes, como nosotros los adultos.
Mikel Casal |
Cuando nació Leyre, su madre se las prometía muy felices. Los mellizos tenían cinco años –«la etapa de pañales, purés y noches en vela estaba más que pasada»–, ya no eran padres primerizos –«con todo lo que supone de agobios y preocupaciones añadidas– y, además, esta vez solo era una. «¡Qué podía salir mal!». En defintiva, estaba «absolutamente convencida» de que la disfrutaría «más y mejor» que a sus hermanos. «Elegí un nombre alegre, porque una amiga me dijo que la tercera sería la alegría de la casa. Y vaya si lo fue. La alegría y unas cuantas cosas más», confiesa la madre de esta pequeña 'drama queen' de siete años, la psicóloga infantil Úrsula Perona.
"De la escuela inclusiva a una escuela exclusiva...". Conferencia de Francesco Tonucci.
El Anteproyecto de Ley maestra de libertad de elección educativa del Gobierno Ayaso supone una violación del derecho a la educación inclusiva.
En todo caso, la denuncia que quiero subrayar aquí es el ataque frontal que se hace al derecho a la educación intentando dar carácter legal al envenenado lema de educación inclusiva sí, especial también y, de esta manera, cambiar el sentido de lo que significa la educación inclusiva, lo que necesariamente contamina toda la ley. Así -y aunque la misma idea se repite en diferentes partes del texto legislativo-, en el artículo 13 del anteproyecto se regula sobre el falso presupuesto de que la educación inclusiva se puede realizar "en centros de educación especial o en unidades de educación especial en centros ordinarios" o "en un centro ordinario y un centro de educación especial, de manera combinada".
Hablar, como se hace en el Anteproyecto de inclusión educativa para regular un sistema opuesto a la misma, supone querer sacar provecho de la legitimidad que ahora tiene dicho término -fruto de la lucha, que tantos sufrimientos humanos ha costado y sigue costando- para, cambiándole completamente su significado, perpetuar un sistema que precisamente supone una sistemática y grave violación del derecho a la educación inclusiva.
El derecho a la educación, entendido como educación inclusiva, es el derecho humano que todos y cada uno de los niños tiene, sin distinción alguna -independientemente, pues, del sexo, etnia, condición económica, discapacidad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social- a educarse, en igualdad de condiciones con los demás, en el mismo sistema de educación general, garantizándose la adaptación del sistema educativo a las diversas necesidades, capacidades, potencialidades y preferencias educativas de cada niño, de modo que todos puedan desarrollar sus diferentes personalidades, aptitudes y capacidades, hasta el máximo de sus posibilidades y formarse en el máximo respeto por los derechos humanos.
La inclusión nunca se puede conseguir, pues, con la segregación o la integración, ya que son modelos educativos radicalmente opuestos, como explícitamente ha dicho reiteradamente el Comité de Naciones Unidas de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Así, en el párrafo 11 de la Observación General Nº 4, sobre el derecho a la educación inclusiva, se subraya que "El Comité destaca la importancia de reconocer las diferencias entre exclusión, segregación, integración e inclusión. […] La segregación tiene lugar cuando la educación de los alumnos con discapacidad se imparte en entornos separados diseñados o utilizados para responder a una deficiencia concreta o a varias deficiencias, apartándolos de los alumnos sin discapacidad. La integración es el proceso por el que las personas con discapacidad asisten a las instituciones de educación general, con el convencimiento de que pueden adaptarse a los requisitos normalizados de esas instituciones".
Y en el Informe de la investigación relacionada con España bajo el artículo 6 del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, el Comité vuelve a ser meridianamente claro, afirmando explícitamente en el párrafo 82 que "de conformidad con su jurisprudencia y su observación general núm. 4 (2016), el Comité recuerda que un sistema inclusivo basado en el derecho a la no discriminación e igualdad de oportunidades, requiere la abolición del sistema separado de educación para estudiantes con discapacidad".
Por eso, el Comité concluía dicho Informe denunciando que en España se viola grave y sistemáticamente el derecho a la educación inclusiva. Más claro no se puede ser, pero en el Anteproyecto se quiere tergiversar el significado de la educación inclusiva para seguir manteniendo un sistema injusto y antijurídico, que viola grave y sistemáticamente el derecho a la educación. Impidamos tanto la aprobación de esta ley cuanto el malintencionado y sumamente dañino intento de manipulación que del término educación inclusiva se pretende hacer.
* Ignacio Campoy Cervera: Profesor Titular de Filosofía del Derecho Universidad Carlos III de Madrid y especialista en derechos de los niños.
Atención Temprana, otra más de las brechas de la infancia en España.
Las diferencias entre CC.AA. y clases sociales determinan la posibilidad de recibir tratamiento de atención primaria. THINKSTOCK |
“Educación inclusiva en la primera infancia”.
A pesar de las ventajas conocidas y la apuesta de los sistemas educativos de muchos países por potenciar la inclusión, en las edades más tempranas, las comprendidas entre los 0 y los 6 años, no es una práctica tan generalizada.
Ante el nacimiento de un hijo con discapacidad, las familias se ven envueltas en un sistema sanitario que dista mucho del modelo educativo inclusivo. El modelo médico que sigue imperando en muchos países incita a las familias a buscar muchas horas de terapia y tratamientos rehabilitadores que difícilmente se pueden compaginar con la asistencia a un centro educativo.
Al mismo tiempo, los centros educativos de la primera infancia no suelen tener los apoyos necesarios para dar respuesta al alumnado con necesidades especiales respecto a las que los docentes no se sienten capacitados para atender de manera óptima.
Es por ello que, en muchas ocasiones, lejos de pensar en ofrecer las intervenciones necesarias a los niños en el centro educativo, las familias se ven obligadas a renunciar a la escolarización en estas etapas para que sus hijos reciban los tratamientos adecuados en centros especializados.
En contra de esa realidad, las prácticas basadas en la evidencia promulgan que el mejor tratamiento para los niños son las estrategias de intervención que se ofrecen dentro de sus actividades diarias, en la casa o el centro educativo. Ese cambio de enfoque supone que un momento como el del almuerzo sea el espacio idóneo para potenciar el desarrollo motor y de la deglución, o que el momento del juego al aire libre sea un espacio en el que trabajar la motricidad, el equilibrio, las relaciones sociales o la adaptación a los estímulos, etc.
Parece una paradoja hablar de inclusión y que los niños con discapacidad pasen horas en terapias individualizadas fuera del aula. Necesitamos un cambio de creencias en el que el aula de educación infantil sea el espacio idóneo para el aprendizaje de todos los niños, tengan o no necesidades educativas especiales.
Al hablar de educación inclusiva no podemos conformarnos sólo con el número de niños con discapacidad que están matriculados en las aulas, se requiere que los niños convivan en el mismo espacio durante la jornada escolar, ofreciendo igualdad de oportunidades para la participación, lo cual les permita aprender en igualdad de condiciones.
Los niños necesitan tener parte activa en el aprendizaje y para ello es necesario que las aulas tengan a los profesionales con la formación y el tiempo para ofrecer lo mejor a cada niño.
A modo de ejemplo, en España nos encontramos con una normativa que establece que un docente debe atender a 20 niños de 2 a 3 años. Las ratios actuales en muchos países, no permiten la educación inclusiva de la que estamos hablando. Es por ello que, ante la angustia de muchos docentes por no poder dar respuesta a los niños con discapacidad, incitan a las familias a buscar cada vez más terapias externas y tratamientos individualizados que privan al niño de convivir con sus iguales.
Si bien hace décadas que se viene hablando de estos conceptos y sus limitaciones, no siempre se ha realizado un proceso de implementación eficaz de prácticas recomendadas basadas en la evidencia, y eso hace complejo que sea una realidad en todos los países.
Los sistemas educativos deben diseñar planes de implementación de prácticas inclusivas en la primera infancia, contando con la participación de docentes, directivos, políticos, familias y otros agentes implicados como el ámbito sanitario.
Es necesario contar con una infraestructura personal y también económica. La formación de los profesionales requiere de un acompañamiento directo y del manejo de situaciones reales en las que ofrecer oportunidades para comprobar in situ las ventajas de la inclusión en las primeras etapas. Los profesores deben comprender que la inclusión no es sinónimo de que todos los niños tengan que hacer lo mismo y si no, mejor que estén fuera en terapias.
La inclusión supone reconocer al otro en igualdad de condiciones
y darle la oportunidad de participar según sus posibilidades.
*Margarita Cañadas, directora del Centro de Educación Infantil y Atención Temprana L´ Alquería de la Universidad Católica de Valencia de España.