El ocio infantil en la Comunidad de Madrid, Estudio



Estudio del Ocio Infantil  en la Comunidad de Madrid


 

Directora: Lourdes Gaitán Muñoz  

Equipo de Investigación:    Ana Bárcenas Viñas
                                       Marta Domínguez Pérez
                                       Begoña Leyra Fatou

 
Transcripciones: Isabel López de la Usada 







Estudio sobre el ocio infantil 
en la Comunidad de Madrid
Resumen ejecutivo

Introducción
El concepto de ocio está definido en el diccionario con dos acepciones: la primera se refiere a la cesación del trabajo o la actividad y la segunda a la diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio. ¿Sabemos en realidad qué significado otorgan los niños al ocio, siendo que todo su tiempo está dedicado a explorar y aprender, a la vez que todo su empeño se dirige a jugar y divertirse? Aproximarnos a conocer esto ha sido la finalidad principal de esta investigación.
Aunque centrada en los niños, en esta investigación se ha pretendido evitar la presentación del mundo de los niños como un mundo aparte. Los niños viven en el mundo de hoy, y están sometidos a las mismas presiones que el resto de las personas adultas. Sus rutinas diarias, que incluyen tanto el tiempo de trabajo (escolar) como el de no trabajo (tiempo libre o de ocio) guardan relación con los valores predominantes en la sociedad en la que viven, y así podremos ver que se les induce a completar su currículo escolar con actividades extraescolares, que tienen (mayor o menor) acceso al entretenimiento que ofrece la industria del ocio y que, como en el caso de los adultos, ocio y consumo se encuentran en muchas ocasiones unidos en sus prácticas de tiempo libre. Esto está lejos de representar que los niños y niñas no sepan encontrar entretenimiento en las cosas menos costosas. Todo lo contrario, ellos cuentan con una herramienta barata y que emplean a discreción: la imaginación creativa.
El orden de presentación de los temas en este informe arranca con una breve introducción a la historia, el concepto y la sociología del ocio, así como a la consideración del ocio infantil dentro de la sociología de la infancia. Se explica a continuación la metodología aplicada en este estudio, de carácter inductivo y basada en la grounded theory o teoría fundamentada, que se considera apropiada para abordar un aspecto del conocimiento sociológico poco explorado hasta el momento, cual es el de la posición de los niños en relación al ocio. Después se presentan, primero, las opiniones que sostienen los niños y niñas con respecto a su tiempo libre y, a continuación, la visión de los adultos en la que se apoyan sus orientaciones para el ocio. Se intenta por fin hacer una aproximación a una teoría del ocio infantil y se termina con un conjunto de conclusiones de las que se espera que aporten luz y sugerencias para nuevas exploraciones en este campo.

El ocio de los niños ¿paradoja o realidad?
Si históricamente el ocio se concibe y se estudia como opuesto al trabajo, y a los niños no se les reconoce como trabajadores, hablar del ocio de los niños sería una contradicción, una paradoja. Sin embargo, se puede ver que el ocio pensado por y para los niños guarda gran semejanza con el ocio pensado, diseñado y practicado para y por los adultos. La diferencia (y se trata de una diferencia fundamental) está en que el margen de libertad en la decisión y la elección del destino que se da al tiempo de ocio es muy reducido en los niños, ya que siempre está inducido, e incluso impuesto por los adultos.
El ocio es un fenómeno cultural e histórico y se manifiesta de distinta manera respondiendo al estilo de cada época. Según está bien estudiado, la Grecia clásica aportó el concepto del ocio creador, mientras en Roma la idea del ocio se opone a la del negocio –el trabajo- teniendo aquel un papel de descanso regenerador. En la época caballeresca el ocio era ostentación, mientras el puritanismo rechazaba la ociosidad improductiva. Con la llegada de la revolución industrial apareció la necesidad de sustraer tiempo al trabajo. Posteriormente, al evolucionar la sociedad de producción hacia una sociedad de consumo, ese ocio sustraído se fue llenando. El tiempo libre y el ocio, acaban adquiriendo en nuestras sociedades desarrolladas una notable autonomía respecto del trabajo y de cualquier otra instancia social. Se convierten en fun­damento de valores que penetran y transforman otras esferas de la vida cotidiana. El ocio, en definitiva, es un factor de cambio y de evolución social que puede provocar modificaciones en ámbitos como la vida fa­miliar, el trabajo, la participación política y cultural, o la vida religiosa.
Esta evolución afecta sensiblemente al mundo infantil. En las sociedades avanzadas los niños se encuentran entre el no hacer nada y la híper ocupación del tiempo de ocio institucionalizado, que es el dedicado a actividades extraescolares, a lo que hay que añadir la fuerte influencia de los avances tecnológicos en el consumo infantil del tiempo de ocio (Munné, 1992).
Pese a su importancia, así como el juego infantil ha ocupado un gran espacio en los estudios sociales, especialmente en los de corte psicológico, el tema del ocio y tiempo libre de los niños no ha recibido una atención específica. De alguna manera es como si funcionara una asociación mental entre juego y niño y no-trabajo y adulto. Incluso los nuevos estudios de sociología de la infancia, que tienen como rasgos característicos la consideración de los niños como actores y de la infancia como fenómeno social, no han tratado más que de pasada y superficialmente este tema del ocio infantil.
El estudio internacional Childhood as a Social Phenomenon, llevado a cabo en dieciséis países en torno a 1990, incluía el tema del leisure time entre los que deberían ser estudiados en cada lugar. Sin embargo, la mayoría de los informes nacionales no pasaron de constatar la existencia de instituciones y de actividades dedicadas al ocio de los niños. En su resumen final de este proyecto, Jens Qvortrup (1990) habla de las actividades extraescolares de los niños (que en ese momento realizaban aproximadamente el 50% de los niños en los países participantes) como una “espontaneidad programada”, lo que es en sí un término contradictorio, y considera que “voluntario” es un término muy dudoso para las actividades organizadas de los niños fuera del colegio.  El tiempo verdaderamente libre para los niños es el que queda después de cumplidas todas sus obligaciones, y esto aparece como una categoría residual de las actividades de los niños. Otra observación interesante que ofrece este autor se refiere a Noruega, donde se constata la existencia de un tiempo libre autoorganizado de los niños con sus pares en el medio rural y entre las clases trabajadoras, y de una vida organizada externamente entre los hijos de las educadas clases medias urbanas. Considera el autor que esta diferencia está hablando de un cambio histórico fundamental en la infancia.

El objeto de estudio: aproximación al conocimiento del ocio infantil
El objetivo de este estudio requiere un método inductivo mediante el cual a partir del discurso de los niños, padres y prescriptores, se pueda conocer su concepto el ocio.  Así no se parte de hipótesis previas para orientar el estudio, las dinámicas de los grupos de discusión o las entrevistas, o que se apliquen al discurso emitido, sino que sucede al contrario, y es que a partir de lo que ellos cuentan, se deducen los resultados.    
La metodología aplicada tiene por objetivo recoger la diversidad de situaciones y contextos infantiles en el ámbito de la comunidad de Madrid y elaborar así una tipología de espacios donde localizar las unidades de análisis finales, que sean representativas de la diversidad.
Así se ha decidido investigar el discurso de los niños acerca del ocio para lo que se recurre al colectivo de niños primeramente y en segundo termino, al de los padres y los prescriptores implicados en su vida cotidiana.  Es decir, por un lado el discurso de los padres como agentes intervinientes en las decisiones sobre ocio y tiempo libre de la vida de los niños y por otro, el de los prescriptores considerados como los que diseñan sus posibilidades de ocio desde distintos ámbitos de actuación (publico-privado, escolar-extraescolar, etc.). Para ello, hay que considerar las diferencias en los discursos sobre el ocio según una tipología de espacios y niños en función de tres variables:
1.-la mayor o menor presencia de niños en la zona,
2.-las diferencias en el hábitat de residencia y
3.-las diferencias socioeconómicas.  
Zonas sociodemográficas según ámbito territorial y nivel de presencia de niños
Nivel de presencia de niños
Ámbito territorial
BAJA PRESENCIA DE NIÑOS
ALTA PRESENCIA DE NIÑOS
AMBITO Madrid capital
TIPO 2 (Madrid centro)
TIPO 3 (Zona Norte de Madrid municipio)
AMBITO área  metropolitana

TIPO 4 (Municipios de carreteras del noroeste al este y algunos del sur-alrededor de Aranjuez). 
AMBITO de pequeños municipios (resto)
TIPO 1 (pequeños municipios)


Mapa 1.  Presencia relativa de niños en cada una de las secciones censales de la Comunidad de Madrid 2010


FUENTE: elaboración propia a partir de datos del padrón 2010

Cruzando las tres variables mencionadas más arriba con la variable de edad, obtenemos la siguiente tabla de distribución de los grupos de niños participantes:
Distribución de grupos de niños por edades y ámbitos socio urbanísticos

5-7 años
8-10 años
11-13 años
RURAL

1 AMBITO RURAL
1 AMBITO RURAL
CENTRO
1 CENTRO
1 CENTR0

NORTE MADRID
1 CENTRO NORTE MADRID


SURESTE MADRID


1 CENTRO SURESTE M
PERIFERIA NO
1 PERIFERIA NOROESTE
1 PERIFERIA NOROESTE
1 PERIFERIA NOROESTE
PERIFERIA SE
1 PERIFERIA SURESTE
1 PERIFERIA SURESTE
1 PERIFERIA SURESTE

Los grupos de discusión de adultos fueron 6, uno por cada una de las zonas geográficas. La selección de la muestra de adultos prescriptores no respondió a criterios geográficos sino a ámbitos de responsabilidad (sector público, privado o asociaciones).
La técnica utilizada con los grupos de niños y niñas ha sido la entrevista grupal que es una técnica de investigación adecuada para estudiar los procesos de construcción del mundo social que se produce en la infancia. Es una técnica que resulta recomendable en la medida en que respeta el mismo contexto en el que se desarrolla su vida cotidiana, esto es el de sus grupos de pares Rodríguez (2006: 71).
Se quería acceder a los niños en su propio lenguaje y modo de expresión, sin superponer a éste el lenguaje y el pensamiento adulto del investigador. No se ha pretendido cuantificar el número de niños o niñas, o el porcentaje de ellos que realiza tales o cuales actividades en su tiempo de ocio, sino escuchar cómo contaban la idea y las experiencias propias de tiempo libre y las de “otros niños y niñas como ellos”.
Dice Alfonso Ortí (1989) que, en el análisis de la realidad social, nos encontramos con Hechos (acciones humanas o acontecimientos) y con Discursos (relatos que hacen los individuos y grupos). Continúa diciendo este autor que, para ser explicados, los hechos sociales se registran, correlacionan, cuantifican y estructuran. Mientras, los discursos para ser comprendidos se interpretan y se analizan, bien a partir de cualquier texto, o bien mediante la producción de los discursos en situaciones de comunicación controladas (entrevistas abiertas, discusiones de grupo).
En nuestro caso, la producción de discursos se ha buscado a través de la entrevista grupal con niños y niñas, del grupo de discusión con padres y madres y de la entrevista en profundidad con adultos implicados en la planificación, diseño y desarrollo de productos de ocio infantil.
Por último hay que señalar que en este estudio se ha pretendido dar el mayor protagonismo a los niños mismos, no sólo como dadores de información, sino, en la medida en que ellos mismos se han interesado, en cada una de las fases del proceso investigativo. En esta línea hemos contado con un Equipo junior de investigación compuesto por 6 niñas y niños de 11 años, a quienes se propuso que dieran su opinión sobre las preguntas y que valoraran los instrumentos que se pensaban utilizar. La experiencia les resultó tan satisfactoria que pidieron participar más. De este modo se preparó una pequeña batería de preguntas con respuesta abierta que debían aplicar a niños y niñas de su colegio, en las horas del recreo, respondiendo a una muestra pautada que se les había dado. La tercera fase de su participación consistió en el análisis de las respuestas obtenidas.
Los objetivos de la investigación eran los siguientes:
-      El concepto que tienen los niños sobre el juego, el ocio o el tiempo libre. Y asimismo el concepto que sostienen los adultos, sus madres y padres, con quienes a menudo los comparten.
-      Cómo utilizan los recursos de ocio y tiempo libre y cómo les gustaría utilizarlos. Y cuál es también esta visión en los padres.
-      Quién decide dicho uso, cuándo, cómo y en qué temas, reglas y pactos latentes o explícitos entre padres e hijos.
-      Qué diferencias existen entre niños o niñas:
o   En cuanto a sexo y edad.
o   En cuanto al tiempo y espacio.
o   En lo que se refiere a valores expresados o denotados.
o   Según clase social de pertenencia.

El tiempo de los niños es “su” tiempo
En nuestros contactos con los niños y niñas que componen la muestra de este estudio les explicábamos el planteamiento general de la investigación y lo que esperábamos de ellos, como de los demás niños madrileños con los que nos estábamos entrevistando, y asimismo lo que deseábamos conocer, que se concretaba en tres objetivos  generales, a saber: ¿cuál es el concepto de ocio que comparten los niños y niñas? ¿cómo lo usan, esto es, qué hacen, dónde, cómo y con quién? ¿quién decide lo que hacen los niños en su tiempo de ocio? A partir de ahí comenzaban las conversaciones cuyos resultados pasamos a exponer a continuación.
El término “ocio” no forma parte del lenguaje cotidiano de los niños (ni tampoco de muchos adultos, excepción hecha de quienes se dedican, por motivos profesionales, a promoverlo, difundirlo o comercializarlo). Esto no significa que los niños y las niñas carezcan de una noción bastante precisa de su significado y, sobre todo, de las dimensiones que alcanza en sus propias vidas. Incluso los niños más pequeños, aunque desconozcan el término, esto no les impide deslindar lo que es de lo que no es ocio. El término “tiempo libre” es de por sí más claro, o al menos, más autoexplicativo y los niños captan su sentido rápidamente.
En general, los niños y niñas participantes en el estudio parecen compartir dos o tres criterios básicos sobre lo que es el ocio (o el tiempo libre) y a partir de ahí clasifican las actividades de su vida diaria, en ocio o no ocio. Del mismo modo, a partir de una definición general de lo que “es” ocio, establecen matices, o señalan condiciones del contexto que pueden hacer que algo que aparentemente es ocio, deje de serlo y, a la inversa, que algo que “por definición” no es ocio, pueda convertirse en algo merecedor de ser incluido en esta categoría. Pasemos pues a conocer cuáles son esos criterios, tal como los expresan los niños y niñas entrevistados.
El ocio, para los niños, es el tiempo libre del que disponen cuando han terminado o han dejado hechas todas sus obligaciones que son, fundamentalmente las que se refieren al trabajo escolar (asistencia al colegio y realización de los deberes o tareas en casa). Las condiciones para que ese tiempo de no-trabajo sea verdaderamente libre y de ocio son, para ellos:

-      Que sea activo.
-      Que sea voluntario.
-      Que sea libre.
-      Que sea divertido.
Lo que hacen los niños en su tiempo libre
La palabra que surge de forma más espontánea entre los niños y niñas cuando les proponemos hablar de lo que tanto ellos como los demás chavales de su edad hacen en su tiempo libre es JUGAR. Jugar a…, jugar con…, jugar en…, el juego como actividad preferida ocupa el mayor espacio en la vida diaria de los más pequeños (5 a 7 años) pero también en los medianos de nuestra muestra (8 a 10 años) y solo empieza a decaer entre los preadolescentes (11 a 13) para dejar paso al ESTAR CON los amigos, principalmente.
Las actividades que niños y niñas realizan se han podido clasificar en cuatro tipos:
  • Actividades sedentarias
Hemos clasificado como tales las que comportan una baja proporción de actividad física. Entre ellas se encuentran las que tendrían un carácter cultural o artístico (ir al cine, al teatro, dibujar, pintar, leer, escuchar música o interpretar con un instrumento musical) las que comportan el manejo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (videojuegos, chats, Internet) o la televisión, y las contemplativas (descansar, no hacer nada o dormir), todo ello además de las que consisten, sencillamente, en jugar, a juegos existentes (como los juegos de mesa) o inventados, solos o, mejor, en compañía.
  • Actividades movidas
El puesto principal, en el grupo de actividades que representan ejercicio físico o movimiento, lo ocupan los deportes. Por un lado, el deporte es identificado, sin ningún género de dudas, como actividad propia del tiempo libre. Por otro, los niños hablan de su propia dedicación al deporte en múltiples modalidades. Después hay otra actividad preferida en la que no se observan diferencias por sexo, clase social y apenas tampoco por edad, que es la de jugar al aire libre, en el parque, en la plaza o en cualquier otro espacio abierto. Se juega a la pelota, al escondite, al pilla-pilla, a la comba, en el columpio, o a otros juegos diversos inventados por niños y niñas mismos.
  • Actividades relacionales
En sus conversaciones en los grupos, los niños y niñas participantes en el estudio han identificado el tiempo libre como un tiempo propicio para relacionarse con otras personas y asimismo para ser disfrutado en compañía. La compañía preferida según ellos, es la de la familia y, después, la de los amigos. De esta manera, expresan sin dudarlo que hablar con tu padre es tiempo libre, o bien que, antes que tener actividades extraescolares, les gusta estar en casa, con mi hermano, mi padre y mi madre, o pasar tiempo con los abuelos que son muy divertidos, a la vez que recuerdan que mi tío una vez me llevó en moto o que una vez con mi prima inventé un juego. Los amigos son los compañeros de juego para los más pequeños, se “juega con” ellos. Más adelante, “estar con” los amigos hablando, comprando chuches, comiendo pipas, se convierte en una actividad de ocio en sí misma.
  • Actividades colaborativas
En su tiempo libre los niños también colaboran en la realización de tareas domésticas o en la atención de los niños más pequeños o en el cuidado de los animales. Así lo han referido, tanto algunas niñas y niños participantes en los grupos.
Tiempos de ocio
Los tiempos de ocio para los niños están claramente diferenciados en tres bloques: el de los días de diario, el de los fines de semana y el de las vacaciones. La identificación de estas etapas con el ocio, el tiempo libre o la diversión va disminuyendo en intensidad cuando se pasa de las últimas a los segundos y de estos a los días de entre semana.
Espacios para el ocio
Dado que para los niños y niñas el ocio o tiempo libre es una actividad voluntaria, libre, divertida y activa, casi se podría decir que resulta ubicuo, es decir, que los niños serían capaces de disfrutar del ocio en cualquier lugar, siempre que lo que hagan reúna esas condiciones básicas. Sin embargo, las características físicas del entorno en el que vivan y en el que se desarrolle, sobre todo, su vida cotidiana, van a tener una gran influencia en el tipo de ocio del que disfruten.
Decisiones sobre el ocio
Las niñas y niños participantes en este estudio coincidían en opinar que una de las condiciones para que una actividad sea considerada como ocio es que no esté obligada o impuesta. La cuestión entonces era saber en que marco de libertad de elección se estaban manejando, cómo pensaban que se toman las decisiones y cómo creían que deberían tomarse.
Se entiende que el del ocio y tiempo libre es un ámbito que los adultos consideran menos trascendental que otros que atañen a cuestiones fundamentales, como podrían ser los relativos a la salud o a la educación. Un ámbito que, además, está destinado a que los niños disfruten, con unas actividades que, en ocasiones, cuestan dinero, por todo lo cual no resulta superfluo tratar de asegurarse el éxito dejando que los niños expresen sus gustos respecto a las mismas. Todo ello convierte el tema del uso del ocio y tiempo libre en un campo privilegiado para la negociación.
A través de sus intervenciones en los grupos y de sus respuestas a las entrevistas individuales se observa que los niños se decantan hacia tres grupos de opiniones: a) que deciden los padres; b) que deciden ellos mismos y c) que deciden a medias. Lo que importa aquí no es saber cuántos sostienen cada una de las opiniones, sino cómo la explican o cómo justifican la respectiva situación y asimismo, cómo indica esto el tipo de relaciones (de más a menos democráticas o compartidas) que se dan dentro de las familias.

El discurso adulto sobre el ocio de los niños
Los mismos tres temas generales que se les plantearon a los niños y niñas fueron los que se propusieron a las madres y padres participantes en los grupos y asimismo a quienes fueron entrevistados en su calidad de personas que actúan como responsables de la organización de actividades de ocio y tiempo libre para los niños, desde distintos ámbitos y niveles de responsabilidad. Estos fueron, por lo tanto: qué es el ocio infantil, cómo se utiliza y quién decide acerca del mismo.
Los discursos producidos en las situaciones grupales o en las entrevistas tienen algunos puntos en común, mientras que difieren en otros. Dichos discursos confluyen en que ambos hablan como adultos que miran hacia los niños con la mejor voluntad de conseguir proporcionarles lo mejor para ellos, si bien, desde su propio punto de vista. Y precisamente el punto de vista es lo que marca la diferencia entre unos y otros, así como también las que se dan dentro del respectivo grupo.
El punto de vista de los padres se muestra más próximo al de los niños, aparece con cierta frecuencia autocrítico y desde luego cargado con la responsabilidad de responder a lo que (entienden) que socialmente se espera de ellos como padres, así como con la tensión de ajustarse bien al modelo de madre o padre que ellos mismos, o su entorno social, consideran el adecuado. Y aquí es donde aparecen las diferencias internas en este grupo, donde se ponen de manifiesto los distintos estilos de parentalidad que los diferentes participantes en los grupos sostienen.
Los prescriptores, a veces, hablan también como padres, pero en este caso tratando de generalizar lo que es bueno para los niños a partir de su propia experiencia. Como adultos tienen claro dónde se encuentra el poder en las relaciones con los niños. Desde esas dos seguridades, reforzadas por su saber especializado (de carácter profesional o basado en la experiencia) diseñan proyectos de ocio y tiempo libre para los niños y niñas que se llevan a cabo en distintos ambientes, desde los programas municipales dedicados a la infancia, a los que promueven las asociaciones de madres y padres o los propios centros educativos; desde los que tienen una finalidad eminentemente lúdica, a los que combinan lo lúdico con lo educativo o los que tienen por finalidad la prevención de situaciones de riesgo social.
El discurso de los padres (mejor decir, de las madres) está muy polarizado en torno al qué hacer para llenar el tiempo libre de los niños. Esto llega a ser una obsesión, como algunos de ellos reconocen. De este modo, después de hacer una aproximación al concepto de ocio en general y a lo que éste significa en particular cuando se refiere a los niños, todos los grupos se dedican a comentar sus estrategias, sus dificultades, o las facilidades que encuentran para lograr su objetivo. Aparecen, atravesando el discurso, todo un conjunto de referencias a las relaciones entre padres e hijos en torno al uso que unos y otros quieren, pueden o deben hacer de su tiempo libre, tema que se convierte en un extraordinario campo para la negociación entre ambos. Un campo donde aflora la autonomía (tolerada, reprimida o estimulada por los adultos y reclamada paulatinamente por los niños) así como los sentimientos, las racionalizaciones de los padres y los procesos de ajuste entre los intereses de unos y otros, los cuales quedan reflejados en todo lo que se refiere a la toma de decisiones sobre la utilización de su tiempo libre por parte de los niños.
El discurso de los prescriptores resulta ser ciertamente prescriptivo, en el sentido de que, a partir del diagnóstico particular que hacen sobre lo que entienden como realidad presente del ocio infantil, formulan sus ideas de lo deseable o adecuado para los niños en su tiempo de ocio y lo ponen en práctica a través de programas propios.


6. Hacia una teoría del ocio infantil
El concepto de ocio que manifiestan las niñas y niños participantes en el estudio no difiere mucho de la que, durante años, ha sido la definición más aceptada de ocio:
«El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera totalmente voluntaria, sea para descansar, sea para divertirse, sea para desarrollar su información o su formación desintere­sada, su participación social voluntaria, tras haberse libe­rado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales» Dumazedier (1967)
Incluso incorporan, como lo demuestran sus menciones a actividades colaboradoras en la familia, las teorías más recientes sobre un ocio humanista, colaborador, dedicado voluntariamente al bienestar de los demás.
Los principales condicionantes para disfrutar de su tiempo de ocio emanan, por un lado de una circunstancia que es común con el resto de las personas, esto es, del tiempo, del tiempo suyo y del de sus padres. También del espacio, o de los espacios para el ocio disponibles, accesibles, tanto desde el punto de vista físico (cercanos y sin barreras) como económico y también seguros. Pero, por otro lado, las niñas y niños se encuentran con condicionantes que son específicos y van aparejados a su condición de personas menores de edad y limitan su autonomía. El miedo, como factor que se alimenta en el imaginario colectivo y pesa en la conciencia de sus padres, quienes les consideran, por un lado, confiables, mientras que, por otro, temen el peligro o la sanción social si no se muestran suficientemente responsables.
Aunque el ámbito del uso del tiempo libre se presta al establecimiento de relaciones de intercambio, en las que cada uno pueda negociar con los demás la manera de disfrutar del ocio en común y, desde luego, el modo de emplear el suyo propio, lo cierto es que los niños cuentan poco en la toma de decisiones. Incluso en los estilos familiares más abiertos, los niños y niñas más que decidir “eligen” entre las dos o tres opciones que se les ofrecen (como si les dijeran: “¿carne o pescado?”, aunque, claro, siempre es mejor que cuando les dicen “esto son lentejas” –figuradamente-). Y eligen solamente en asuntos relativamente triviales relativos a su ocio individual ya que, ni en las conversaciones de los niños, ni en las de los padres, ha aparecido ninguna muestra de que los niños participen en decisiones para disfrutar el ocio en familia (alternativa vivamente defendida por algunas madres y algunos prescriptores).




En lo que se refiere al contenido del ocio, hay quizá más convergencias que divergencias entre padres e hijos. Unos y otros coinciden por aproximación en el concepto de ocio de los niños, unos y otros le otorgan la mayor importancia al juego y aquí, hay que decirlo, no solo a que jueguen los niños sino también a “jugar con los niños”. Ambos son muy conscientes de la segmentación del ocio, el que esté troceado en tiempos muy concretos y tasados, y de los efectos segregantes por clase social que puede llegar a producir. Y asimismo coinciden en el gusto por el mismo tipo de espacios: aquellos que evocan mayor libertad de movimientos, sea el “pueblo”, el parque, o la urbanización. Las grandes infraestructuras de ocio también gustan a los niños y niñas, y se deduce que no tienen rechazo de los padres, salvo por el precio, por lo que unos y otros se refieren a visitarlos como acontecimientos extraordinarios.
Coincidencias padres/hijos
Divergencias
  • Concepto de ocio
  • Jugar
  • Segmentación y segregación
  • Espacios preferidos
  • Significados de las “maquinitas”
  • Significado de las extraescolares
  • Significado de lo relacional

Con respecto al ordenador y los videojuegos e incluso con el uso del móvil por parte de las niñas y niños se produce una auténtica “brecha generacional”. Y esto es así no tanto por la diferente habilidad que tienen los pequeños y los mayores en el manejo de las tecnologías, sino por el distinto significado que otorgan a las mismas. Para las niñas y niños el ordenador y los videojuegos son el “superjuguete” de su tiempo, lo de ahora, lo normal. Para los adultos son artefactos hasta cierto punto extraños (es normal que, hablando de los mismos se diga, por ejemplo, “la play esa”) y que desde luego escapan de su control, en cuanto que no forman parte de la experiencia o el conocimiento que, como adultos, piensan que pueden y deben enseñar a los más jóvenes. Esta falta de control real tratan de paliarla con control “físico” haciendo uso de su poder, es decir, controlando el tiempo (otra vez el tiempo) de uso del aparato.
Las actividades extraescolares, desde la perspectiva de los padres, son una oportunidad de aumentar el capital cultural de sus hijas e hijos, y también una manera de conseguir la conciliación entre sus obligaciones laborales y familiares. Para los niños son o un entretenimiento o una imposición, dependiendo de que las identifiquen como una actividad obligada, o no.
Por último, lo relacional tiene un gran significado para los niños y niñas. No solo la relación con los amigos, que, según avanzan en edad, parece que termina ocupándolo todo, sino también la relación con sus padres y con otros familiares. Respecto a estos últimos, es especialmente notable la emoción con la que hablan de sus abuelos los niños extranjeros, aunque también algunos españoles. Y en relación a las madres y los padres, muchas veces se pone de manifiesto lo que les gusta hacer cosas con ellos, jugar con ellos y pasar ratos en su compañía. Un cumpleaños, una visita al zoo, una excursión, un cine, puede recordarse especialmente porque se realizó en compañía del padre o la madre.
La falta de participación de los niños en la toma de decisiones en asuntos que competen a su ocio también se observa en el nivel de las instituciones o entidades destinadas a la promoción y desarrollo del ocio infantil. Entre ellas se han podido distinguir tres modelos, que no son “tipos puros” sino esquemas de planteamiento que pueden ser más dominantes o menos, según las circunstancias:
a)    Enfoque centrado en los niños: con finalidad integral, relacional y lúdica.
b)    Enfoque preventivo: el ocio como herramienta para acercarse a los niños y como herramienta también reeducadora.
c)    Enfoque comercial o de servicios: prevalece lo lúdico, está segmentado según clase social y “comprende” la necesidad de los padres de conciliación.
Terminamos con este tema porque la participación parece estar en la base de una forma de tratar a los niños más centrada en ellos mismos y en sus propios intereses, que saben identificar bien por sí mismos, sin los conflictos sobre su “superior interés” que suelen mostrar los adultos.


7. Conclusiones

.-  El estudio ofrece una imagen  de los  niños alejada de los clichés convencionales con las que se acostumbra a pensar en ellos.
.- Viven en la sociedad de consumo, pero no es consumir lo que más les interesa, sino divertirse y relacionarse.
.- Por ese camino acceden al conocimiento de aquellas cosas del mundo que les rodea que les interesan y les resultan atractivas.
.- Separan claramente obligación de ocio, lo que hace que su relación con las actividades extraescolares sea conflictiva.
.- Saben divertirse, y para hacerlo utilizan tanto lo nuevo (tecnologías) como lo viejo (juegos tradicionales) además de su imaginación creativa.
.- Se encuentran fuertemente limitados para poder disfrutar de su ocio en su tiempo libre:
·         Por los “deberes”, las obligaciones escolares, que les persiguen desde su más temprana edad.
·         Por las limitaciones de tiempo que tienen sus padres.
·         Por la presión social para convertir toda actividad suya “presente” en beneficio “futuro”.
.-  Muestran una notable homogeneidad en sus gustos, independientemente del espacio en que viven y la clase social de referencia.
.- Las diferencias están en aquello de lo que llegan a disfrutar, donde la distinta capacidad económica de sus padres, o la existencia o ausencia de recursos públicos de ocio se hacen muy patentes.
.- Las niñas y niños cuentan poco en las decisiones sobre su tiempo libre. A menudo sus verdaderos gustos son ignorados por unos padres bien intencionados que intentan a la vez aproximarse a ellos y cumplir con el papel que socialmente se atribuye a los padres y por unos adultos empeñados en “conducirlos” por el camino que a ellos les parece más adecuado y conforme a las normas.

Referencias
Dumazedier, J. (1967)Towards a Society of Leisure. New York: Free Press.
Munné, F. y Codina, N. (1992) “Algunos aspectos del impacto tecnológico del consumo infantil del ocio”, en Anuario de Psicología 53, 114-125.
Ortí , A. (1989) “La apertura y el enfoque cualitativo o estructural: la entrevista abierta y la discusión”, en M. García Ferrando et al. El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación. Madrid: Alianza Universidad.
Qvortrup, J. (1990) Childhood as a Social Phenomenon- An Introduction to a Series of National Reports. Viena: European Centre.
Rodríguez, I. (2006) “Redefiniendo el trabajo metodológico cualitativo con niños: el uso de la entrevista de grupo aplicada al estudio de la tecnología”, en Empiria, Nº 12, 65-88.