realizado para el Instituto Micropolix de Estudios de Ocio Infantil,
por el GSIA, Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia
Directora: Lourdes Gaitán Muñoz
Equipo de Investigación: Ana Bárcenas Viñas
Marta Domínguez Pérez
Begoña Leyra Fatou
Marta Domínguez Pérez
Begoña Leyra Fatou
Transcripciones: Isabel López de la Usada
Estudio sobre el ocio
infantil
en la Comunidad de Madrid
Resumen ejecutivo
Introducción
El concepto de
ocio está definido en el diccionario con dos acepciones: la primera se refiere
a la cesación del trabajo o la actividad y la segunda a la diversión u
ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio. ¿Sabemos en realidad qué
significado otorgan los niños al ocio, siendo que todo su tiempo está dedicado
a explorar y aprender, a la vez que todo su empeño se dirige a jugar y
divertirse? Aproximarnos a conocer esto ha sido la finalidad principal de esta
investigación.
Aunque centrada en los niños, en esta investigación se ha pretendido
evitar la presentación del mundo de los niños como un mundo aparte. Los niños
viven en el mundo de hoy, y están sometidos a las mismas presiones que el resto
de las personas adultas. Sus rutinas diarias, que incluyen tanto el tiempo de
trabajo (escolar) como el de no trabajo (tiempo libre o de ocio) guardan
relación con los valores predominantes en la sociedad en la que viven, y así
podremos ver que se les induce a completar su currículo escolar con actividades
extraescolares, que tienen (mayor o menor) acceso al entretenimiento que ofrece
la industria del ocio y que, como en el caso de los adultos, ocio y consumo se
encuentran en muchas ocasiones unidos en sus prácticas de tiempo libre. Esto
está lejos de representar que los niños y niñas no sepan encontrar
entretenimiento en las cosas menos costosas. Todo lo contrario, ellos cuentan
con una herramienta barata y que emplean a discreción: la imaginación creativa.
El orden de presentación de los temas en este
informe arranca con una breve introducción a la historia, el concepto y la
sociología del ocio, así como a la consideración del ocio infantil dentro de la
sociología de la infancia. Se explica a continuación la metodología aplicada en
este estudio, de carácter inductivo y basada en la grounded theory o teoría fundamentada, que se considera apropiada
para abordar un aspecto del conocimiento sociológico poco explorado hasta el
momento, cual es el de la posición de los niños en relación al ocio. Después se
presentan, primero, las opiniones que sostienen los niños y niñas con respecto
a su tiempo libre y, a continuación,
la visión de los adultos en la que se apoyan sus orientaciones para el ocio. Se
intenta por fin hacer una aproximación a una teoría del ocio infantil y se
termina con un conjunto de conclusiones de las que se espera que aporten luz y
sugerencias para nuevas exploraciones en este campo.
El ocio de los niños ¿paradoja o realidad?
Si históricamente el ocio se concibe y se estudia
como opuesto al trabajo, y a los niños no se les reconoce como trabajadores,
hablar del ocio de los niños sería una contradicción, una paradoja. Sin
embargo, se puede ver que el ocio pensado por y para los niños guarda gran
semejanza con el ocio pensado, diseñado y practicado para y por los adultos. La
diferencia (y se trata de una diferencia fundamental) está en que el margen de
libertad en la decisión y la elección del destino que se da al tiempo de ocio
es muy reducido en los niños, ya que siempre está inducido, e incluso impuesto
por los adultos.
El ocio es un fenómeno cultural e histórico y se
manifiesta de distinta manera respondiendo al estilo de cada época. Según está
bien estudiado, la Grecia clásica aportó el concepto del ocio creador, mientras
en Roma la idea del ocio se opone a la del negocio –el trabajo- teniendo aquel
un papel de descanso regenerador. En la época caballeresca el ocio era
ostentación, mientras el puritanismo rechazaba la ociosidad improductiva. Con
la llegada de la revolución industrial apareció la necesidad de sustraer tiempo
al trabajo. Posteriormente, al evolucionar la sociedad de producción hacia una
sociedad de consumo, ese ocio sustraído se fue llenando. El tiempo libre y el ocio, acaban adquiriendo en nuestras sociedades desarrolladas
una notable autonomía respecto del trabajo y de cualquier otra instancia
social. Se convierten en fundamento de valores que penetran y transforman
otras esferas de la vida cotidiana. El ocio, en definitiva, es un factor de
cambio y de evolución social que puede provocar modificaciones en ámbitos como
la vida familiar, el trabajo, la participación política y cultural, o la vida
religiosa.
Esta evolución afecta sensiblemente al mundo
infantil. En las sociedades avanzadas los niños se encuentran entre el no hacer
nada y la híper ocupación del tiempo de ocio institucionalizado, que es el
dedicado a actividades extraescolares, a lo que hay que añadir la fuerte
influencia de los avances tecnológicos en el consumo infantil del tiempo de
ocio (Munné, 1992).
Pese a su importancia, así como el juego infantil
ha ocupado un gran espacio en los estudios sociales, especialmente en los de
corte psicológico, el tema del ocio y tiempo libre de los niños no ha recibido
una atención específica. De alguna manera es como si funcionara una asociación
mental entre juego y niño y no-trabajo y adulto. Incluso los nuevos estudios de
sociología de la infancia, que tienen como rasgos característicos la
consideración de los niños como actores y de la infancia como fenómeno social,
no han tratado más que de pasada y superficialmente este tema del ocio
infantil.
El estudio internacional Childhood as a Social Phenomenon, llevado a cabo en dieciséis países
en torno a 1990, incluía el tema del leisure
time entre los que deberían ser estudiados en cada lugar. Sin embargo, la
mayoría de los informes nacionales no pasaron de constatar la existencia de
instituciones y de actividades dedicadas al ocio de los niños. En su resumen
final de este proyecto, Jens Qvortrup (1990) habla de las actividades
extraescolares de los niños (que en ese momento realizaban aproximadamente el
50% de los niños en los países participantes) como una “espontaneidad
programada”, lo que es en sí un término contradictorio, y considera que
“voluntario” es un término muy dudoso para las actividades organizadas de los
niños fuera del colegio. El tiempo
verdaderamente libre para los niños es el que queda después de cumplidas todas
sus obligaciones, y esto aparece como una categoría residual de las actividades
de los niños. Otra observación interesante que ofrece este autor se refiere a
Noruega, donde se constata la existencia de un tiempo libre autoorganizado de
los niños con sus pares en el medio rural y entre las clases trabajadoras, y de
una vida organizada externamente entre los hijos de las educadas clases medias
urbanas. Considera el autor que esta diferencia está hablando de un cambio
histórico fundamental en la infancia.
El objeto de estudio: aproximación al
conocimiento del ocio infantil
El objetivo de
este estudio requiere un método
inductivo mediante el cual a partir del discurso de los niños, padres y
prescriptores, se pueda conocer su concepto el ocio. Así no se parte de hipótesis previas para
orientar el estudio, las dinámicas de los grupos de discusión o las entrevistas,
o que se apliquen al discurso emitido, sino que sucede al contrario, y es que a
partir de lo que ellos cuentan, se deducen los resultados.
La metodología
aplicada tiene por objetivo recoger la
diversidad de situaciones y contextos infantiles en el ámbito de la
comunidad de Madrid y elaborar así una tipología de espacios donde localizar
las unidades de análisis finales, que sean representativas de la diversidad.
Así se ha
decidido investigar el discurso de los niños acerca del ocio para lo que se
recurre al colectivo de niños primeramente y en segundo termino, al de los
padres y los prescriptores implicados en su vida cotidiana. Es decir, por un lado el discurso de los
padres como agentes intervinientes en las decisiones sobre ocio y tiempo libre
de la vida de los niños y por otro, el de los prescriptores considerados como
los que diseñan sus posibilidades de ocio desde distintos ámbitos de actuación
(publico-privado, escolar-extraescolar, etc.). Para ello, hay que considerar
las diferencias en los discursos sobre el ocio según una tipología de espacios
y niños en función de tres variables:
1.-la
mayor o menor presencia de niños en la
zona,
2.-las
diferencias en el hábitat de residencia y
3.-las diferencias
socioeconómicas.
Zonas
sociodemográficas según ámbito territorial y nivel de presencia de niños
Nivel de
presencia de niños
|
||
Ámbito
territorial
|
BAJA
PRESENCIA DE NIÑOS
|
ALTA
PRESENCIA DE NIÑOS
|
AMBITO
Madrid capital
|
TIPO
2 (Madrid centro)
|
TIPO
3 (Zona Norte de Madrid municipio)
|
AMBITO
área metropolitana
|
TIPO
4 (Municipios de carreteras del noroeste al este y algunos del sur-alrededor
de Aranjuez).
|
|
AMBITO
de pequeños municipios (resto)
|
TIPO
1 (pequeños municipios)
|
Mapa
1. Presencia relativa de niños en cada
una de las secciones censales de la Comunidad de Madrid 2010
FUENTE:
elaboración propia a partir de datos del padrón 2010
Cruzando
las tres variables mencionadas más arriba con la variable de edad, obtenemos la
siguiente tabla de distribución de los grupos de niños participantes:
Distribución de grupos de niños por edades y
ámbitos socio urbanísticos
|
|||
5-7 años
|
8-10 años
|
11-13 años
|
|
RURAL
|
1 AMBITO RURAL
|
1 AMBITO RURAL
|
|
CENTRO
|
1 CENTRO
|
1 CENTR0
|
|
NORTE
MADRID
|
1
CENTRO NORTE MADRID
|
||
SURESTE
MADRID
|
1 CENTRO
SURESTE M
|
||
PERIFERIA
NO
|
1 PERIFERIA NOROESTE
|
1
PERIFERIA NOROESTE
|
1 PERIFERIA NOROESTE
|
PERIFERIA
SE
|
1 PERIFERIA SURESTE
|
1 PERIFERIA SURESTE
|
1 PERIFERIA SURESTE
|
Los grupos de discusión de adultos fueron 6, uno
por cada una de las zonas geográficas. La selección de la muestra de adultos
prescriptores no respondió a criterios geográficos sino a ámbitos de
responsabilidad (sector público, privado o asociaciones).
La técnica utilizada con los grupos de niños y niñas
ha sido la entrevista grupal que es una técnica de investigación adecuada para
estudiar los procesos de construcción del mundo social que se produce en la
infancia. Es una técnica que resulta recomendable en la medida en que respeta
el mismo contexto en el que se desarrolla su vida cotidiana, esto es el de sus
grupos de pares Rodríguez (2006: 71).
Se quería acceder a los niños en su propio lenguaje
y modo de expresión, sin superponer a éste el lenguaje y el pensamiento adulto
del investigador. No se ha pretendido cuantificar el número de niños o niñas, o
el porcentaje de ellos que realiza tales o cuales actividades en su tiempo de
ocio, sino escuchar cómo contaban la idea
y las experiencias propias de tiempo libre y las de “otros niños y niñas como
ellos”.
Dice Alfonso Ortí (1989) que, en el análisis de la
realidad social, nos encontramos con Hechos
(acciones humanas o acontecimientos) y con Discursos (relatos que hacen los individuos y grupos). Continúa
diciendo este autor que, para ser explicados, los hechos sociales se registran,
correlacionan, cuantifican y estructuran. Mientras, los discursos para ser comprendidos se interpretan y se analizan, bien
a partir de cualquier texto, o bien mediante la producción de los discursos en
situaciones de comunicación controladas (entrevistas abiertas, discusiones de
grupo).
En nuestro caso, la producción de discursos se ha
buscado a través de la entrevista grupal con niños y niñas, del grupo de
discusión con padres y madres y de la entrevista en profundidad con adultos
implicados en la planificación, diseño y desarrollo de productos de ocio
infantil.
Por último hay que señalar que en
este estudio se ha pretendido dar el mayor protagonismo a los niños mismos, no
sólo como dadores de información, sino, en la medida en que ellos mismos se han
interesado, en cada una de las fases del proceso investigativo. En esta línea hemos contado con un Equipo junior de investigación compuesto
por 6 niñas y niños de 11 años, a quienes se propuso que dieran su opinión
sobre las preguntas y que valoraran los instrumentos que se pensaban utilizar.
La experiencia les resultó tan satisfactoria que pidieron participar más. De
este modo se preparó una pequeña batería de preguntas con respuesta abierta que
debían aplicar a niños y niñas de su colegio, en las horas del recreo,
respondiendo a una muestra pautada que se les había dado. La tercera fase de su
participación consistió en el análisis de las respuestas obtenidas.
Los objetivos de la investigación eran los
siguientes:
-
El concepto que tienen los niños sobre
el juego, el ocio o el tiempo libre. Y asimismo el concepto que sostienen los
adultos, sus madres y padres, con quienes a menudo los comparten.
-
Cómo utilizan los recursos de ocio y
tiempo libre y cómo les gustaría utilizarlos. Y cuál es también esta visión en
los padres.
-
Quién decide dicho uso, cuándo, cómo y
en qué temas, reglas y pactos latentes o explícitos entre padres e hijos.
-
Qué diferencias existen entre niños o
niñas:
o
En cuanto a sexo y edad.
o
En cuanto al tiempo y espacio.
o
En lo que se refiere a valores
expresados o denotados.
o
Según clase social de pertenencia.
El tiempo de los niños es “su” tiempo
En nuestros contactos con los niños y niñas que
componen la muestra de este estudio les explicábamos el planteamiento general
de la investigación y lo que esperábamos de ellos, como de los demás niños
madrileños con los que nos estábamos entrevistando, y asimismo lo que
deseábamos conocer, que se concretaba en tres objetivos generales, a saber: ¿cuál es el concepto de
ocio que comparten los niños y niñas? ¿cómo lo usan, esto es, qué hacen, dónde,
cómo y con quién? ¿quién decide lo que hacen los niños en su tiempo de ocio? A
partir de ahí comenzaban las conversaciones cuyos resultados pasamos a exponer
a continuación.
El término “ocio” no forma parte del lenguaje
cotidiano de los niños (ni tampoco de muchos adultos, excepción hecha de
quienes se dedican, por motivos profesionales, a promoverlo, difundirlo o
comercializarlo). Esto no significa que los niños y las niñas carezcan de una
noción bastante precisa de su significado y, sobre todo, de las dimensiones que
alcanza en sus propias vidas. Incluso los niños más pequeños, aunque
desconozcan el término, esto no les impide deslindar lo que es de lo que no es
ocio. El término “tiempo libre” es de por sí más claro, o al menos, más
autoexplicativo y los niños captan su sentido rápidamente.
En general, los niños y niñas participantes en el
estudio parecen compartir dos o tres criterios básicos sobre lo que es el ocio
(o el tiempo libre) y a partir de ahí clasifican las actividades de su vida
diaria, en ocio o no ocio. Del mismo modo, a partir de una definición general
de lo que “es” ocio, establecen matices, o señalan condiciones del contexto que
pueden hacer que algo que aparentemente es ocio, deje de serlo y, a la inversa,
que algo que “por definición” no es ocio, pueda convertirse en algo merecedor
de ser incluido en esta categoría. Pasemos pues a conocer cuáles son esos
criterios, tal como los expresan los niños y niñas entrevistados.
El ocio, para los niños, es el tiempo libre del que
disponen cuando han terminado o han dejado hechas todas sus obligaciones que
son, fundamentalmente las que se refieren al trabajo escolar (asistencia al
colegio y realización de los deberes o tareas en casa). Las condiciones para
que ese tiempo de no-trabajo sea verdaderamente libre y de ocio son, para
ellos:
- Que sea activo.
- Que sea voluntario.
- Que sea libre.
- Que sea divertido.
Lo que hacen los niños en su tiempo libre
La palabra que surge
de forma más espontánea entre los niños y niñas cuando les proponemos hablar de
lo que tanto ellos como los demás chavales de su edad hacen en su tiempo libre
es JUGAR. Jugar a…, jugar con…, jugar en…, el juego como actividad preferida ocupa
el mayor espacio en la vida diaria de los más pequeños (5 a 7 años) pero también en los
medianos de nuestra muestra (8 a
10 años) y solo empieza a decaer entre los preadolescentes (11 a 13) para dejar paso al
ESTAR CON los amigos, principalmente.
Las actividades que
niños y niñas realizan se han podido clasificar en cuatro tipos:
- Actividades sedentarias
Hemos clasificado
como tales las que comportan una baja proporción de actividad física. Entre
ellas se encuentran las que tendrían un carácter cultural o artístico (ir al
cine, al teatro, dibujar, pintar, leer, escuchar música o interpretar con un
instrumento musical) las que comportan el manejo de las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación (videojuegos, chats, Internet) o la
televisión, y las contemplativas (descansar, no hacer nada o dormir), todo ello
además de las que consisten, sencillamente, en jugar, a juegos existentes (como
los juegos de mesa) o inventados, solos o, mejor, en compañía.
- Actividades movidas
El puesto
principal, en el grupo de actividades que representan ejercicio físico o
movimiento, lo ocupan los deportes. Por un lado, el deporte es identificado,
sin ningún género de dudas, como actividad propia del tiempo libre. Por otro,
los niños hablan de su propia dedicación al deporte en múltiples modalidades.
Después hay otra actividad preferida en la que no se observan diferencias por
sexo, clase social y apenas tampoco por edad, que es la de jugar al aire libre,
en el parque, en la plaza o en cualquier otro espacio abierto. Se juega a la
pelota, al escondite, al pilla-pilla, a la comba, en el columpio, o a otros
juegos diversos inventados por niños y niñas mismos.
- Actividades relacionales
En sus
conversaciones en los grupos, los niños y niñas participantes en el estudio han
identificado el tiempo libre como un tiempo propicio para relacionarse con
otras personas y asimismo para ser disfrutado en compañía. La compañía
preferida según ellos, es la de la familia y, después, la de los amigos. De
esta manera, expresan sin dudarlo que hablar
con tu padre es tiempo libre, o bien que, antes que tener actividades
extraescolares, les gusta estar en casa,
con mi hermano, mi padre y mi madre, o pasar tiempo con los abuelos que son muy divertidos, a la vez que
recuerdan que mi tío una vez me llevó en
moto o que una vez con mi prima
inventé un juego. Los amigos son los compañeros de juego para los más
pequeños, se “juega con” ellos. Más adelante, “estar con” los amigos hablando, comprando chuches, comiendo pipas,
se convierte en una actividad de ocio en sí misma.
- Actividades colaborativas
En su tiempo
libre los niños también colaboran en la realización de tareas domésticas o en
la atención de los niños más pequeños o en el cuidado de los animales. Así lo
han referido, tanto algunas niñas y niños participantes en los grupos.
Tiempos
de ocio
Los tiempos de
ocio para los niños están claramente diferenciados en tres bloques: el de los
días de diario, el de los fines de semana y el de las vacaciones. La
identificación de estas etapas con el ocio, el tiempo libre o la diversión va
disminuyendo en intensidad cuando se pasa de las últimas a los segundos y de
estos a los días de entre semana.
Espacios
para el ocio
Dado que para
los niños y niñas el ocio o tiempo libre es una actividad voluntaria, libre, divertida
y activa, casi se podría decir que resulta ubicuo, es decir, que los niños
serían capaces de disfrutar del ocio en cualquier lugar, siempre que lo que
hagan reúna esas condiciones básicas. Sin embargo, las características físicas
del entorno en el que vivan y en el que se desarrolle, sobre todo, su vida
cotidiana, van a tener una gran influencia en el tipo de ocio del que
disfruten.
Decisiones
sobre el ocio
Las niñas y
niños participantes en este estudio coincidían en opinar que una de las
condiciones para que una actividad sea considerada como ocio es que no esté
obligada o impuesta. La cuestión entonces era saber en que marco de libertad de
elección se estaban manejando, cómo pensaban que se toman las decisiones y cómo
creían que deberían tomarse.
Se entiende
que el del ocio y tiempo libre es un ámbito que los adultos consideran menos
trascendental que otros que atañen a cuestiones fundamentales, como podrían ser
los relativos a la salud o a la educación. Un ámbito que, además, está
destinado a que los niños disfruten, con unas actividades que, en ocasiones,
cuestan dinero, por todo lo cual no resulta superfluo tratar de asegurarse el
éxito dejando que los niños expresen sus gustos respecto a las mismas. Todo
ello convierte el tema del uso del ocio y tiempo libre en un campo privilegiado
para la negociación.
A través de
sus intervenciones en los grupos y de sus respuestas a las entrevistas
individuales se observa que los niños se decantan hacia tres grupos de
opiniones: a) que deciden los padres; b) que deciden ellos mismos y c) que
deciden a medias. Lo que importa aquí no es saber cuántos sostienen cada una de
las opiniones, sino cómo la explican o cómo justifican la respectiva situación
y asimismo, cómo indica esto el tipo de relaciones (de más a menos democráticas
o compartidas) que se dan dentro de las familias.
El discurso adulto sobre el ocio de
los niños
Los mismos tres temas generales que se les
plantearon a los niños y niñas fueron los que se propusieron a las madres y
padres participantes en los grupos y asimismo a quienes fueron entrevistados en
su calidad de personas que actúan como responsables de la organización de
actividades de ocio y tiempo libre para los niños, desde distintos ámbitos y
niveles de responsabilidad. Estos fueron, por lo tanto: qué es el ocio
infantil, cómo se utiliza y quién decide acerca del mismo.
Los discursos producidos en las situaciones grupales
o en las entrevistas tienen algunos puntos en común, mientras que difieren en
otros. Dichos discursos confluyen en que ambos hablan como adultos que miran
hacia los niños con la mejor voluntad de conseguir proporcionarles lo mejor
para ellos, si bien, desde su propio punto de vista. Y precisamente el punto de
vista es lo que marca la diferencia entre unos y otros, así como también las
que se dan dentro del respectivo grupo.
El punto de vista de los padres se muestra más
próximo al de los niños, aparece con cierta frecuencia autocrítico y desde
luego cargado con la responsabilidad de responder a lo que (entienden) que
socialmente se espera de ellos como padres, así como con la tensión de
ajustarse bien al modelo de madre o padre que ellos mismos, o su entorno
social, consideran el adecuado. Y aquí es donde aparecen las diferencias
internas en este grupo, donde se ponen de manifiesto los distintos estilos de
parentalidad que los diferentes participantes en los grupos sostienen.
Los prescriptores, a veces, hablan también como
padres, pero en este caso tratando de generalizar lo que es bueno para los
niños a partir de su propia experiencia. Como adultos tienen claro dónde se
encuentra el poder en las relaciones con los niños. Desde esas dos seguridades,
reforzadas por su saber especializado (de carácter profesional o basado en la
experiencia) diseñan proyectos de ocio y tiempo libre para los niños y niñas
que se llevan a cabo en distintos ambientes, desde los programas municipales
dedicados a la infancia, a los que promueven las asociaciones de madres y
padres o los propios centros educativos; desde los que tienen una finalidad eminentemente
lúdica, a los que combinan lo lúdico con lo educativo o los que tienen por
finalidad la prevención de situaciones de riesgo social.
El discurso de los padres (mejor decir, de las
madres) está muy polarizado en torno al qué hacer para llenar el tiempo libre de los niños. Esto llega a ser una
obsesión, como algunos de ellos reconocen. De este modo, después de hacer una
aproximación al concepto de ocio en general y a lo que éste significa en
particular cuando se refiere a los niños, todos los grupos se dedican a
comentar sus estrategias, sus dificultades, o las facilidades que encuentran
para lograr su objetivo. Aparecen, atravesando el discurso, todo un conjunto de
referencias a las relaciones entre padres e hijos en torno al uso que unos y
otros quieren, pueden o deben hacer de su tiempo libre, tema que se convierte
en un extraordinario campo para la negociación entre ambos. Un campo donde
aflora la autonomía (tolerada, reprimida o estimulada por los adultos y
reclamada paulatinamente por los niños) así como los sentimientos, las
racionalizaciones de los padres y los procesos de ajuste entre los intereses de
unos y otros, los cuales quedan reflejados en todo lo que se refiere a la toma
de decisiones sobre la utilización de su tiempo libre por parte de los niños.
El discurso de los prescriptores resulta ser
ciertamente prescriptivo, en el
sentido de que, a partir del diagnóstico particular que hacen sobre lo que
entienden como realidad presente del ocio infantil, formulan sus ideas de lo
deseable o adecuado para los niños en su tiempo de ocio y lo ponen en práctica
a través de programas propios.
6. Hacia una teoría del ocio infantil
El concepto de
ocio que manifiestan las niñas y niños participantes en el estudio no difiere
mucho de la que, durante años, ha sido la definición más aceptada de ocio:
«El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el
individuo puede entregarse de manera totalmente voluntaria, sea para descansar,
sea para divertirse, sea para desarrollar su información o su formación desinteresada,
su participación social voluntaria, tras haberse liberado de sus obligaciones
profesionales, familiares y sociales» Dumazedier (1967)
Incluso incorporan, como lo demuestran sus menciones a actividades
colaboradoras en la familia, las teorías más recientes sobre un ocio humanista,
colaborador, dedicado voluntariamente al bienestar de los demás.
Los principales condicionantes para disfrutar de su tiempo de ocio
emanan, por un lado de una circunstancia que es común con el resto de las
personas, esto es, del tiempo, del tiempo suyo y del de sus padres. También del
espacio, o de los espacios para el ocio disponibles, accesibles, tanto desde el
punto de vista físico (cercanos y sin barreras) como económico y también
seguros. Pero, por otro lado, las niñas y niños se encuentran con
condicionantes que son específicos y van aparejados a su condición de personas
menores de edad y limitan su autonomía. El miedo, como factor que se alimenta
en el imaginario colectivo y pesa en la conciencia de sus padres, quienes les
consideran, por un lado, confiables, mientras que, por otro, temen el peligro o
la sanción social si no se muestran suficientemente responsables.
Aunque el ámbito del uso del tiempo libre se presta al establecimiento
de relaciones de intercambio, en las que cada uno pueda negociar con los demás
la manera de disfrutar del ocio en común y, desde luego, el modo de emplear el
suyo propio, lo cierto es que los niños cuentan poco en la toma de decisiones.
Incluso en los estilos familiares más abiertos, los niños y niñas más que
decidir “eligen” entre las dos o tres opciones que se les ofrecen (como si les
dijeran: “¿carne o pescado?”, aunque, claro, siempre es mejor que cuando les
dicen “esto son lentejas” –figuradamente-). Y eligen solamente en asuntos
relativamente triviales relativos a su ocio individual ya que, ni en las
conversaciones de los niños, ni en las de los padres, ha aparecido ninguna
muestra de que los niños participen en decisiones para disfrutar el ocio en
familia (alternativa vivamente defendida por algunas madres y algunos
prescriptores).
En lo que se refiere al contenido del ocio, hay quizá más convergencias
que divergencias entre padres e hijos. Unos y otros coinciden por aproximación
en el concepto de ocio de los niños, unos y otros le otorgan la mayor
importancia al juego y aquí, hay que decirlo, no solo a que jueguen los niños
sino también a “jugar con los niños”. Ambos son muy conscientes de la
segmentación del ocio, el que esté troceado en tiempos muy concretos y tasados,
y de los efectos segregantes por clase social que puede llegar a producir. Y
asimismo coinciden en el gusto por el mismo tipo de espacios: aquellos que
evocan mayor libertad de movimientos, sea el “pueblo”, el parque, o la urbanización.
Las grandes infraestructuras de ocio también gustan a los niños y niñas, y se
deduce que no tienen rechazo de los padres, salvo por el precio, por lo que
unos y otros se refieren a visitarlos como acontecimientos extraordinarios.
Coincidencias
padres/hijos
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Divergencias
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Con respecto al ordenador y los videojuegos e incluso con el uso del
móvil por parte de las niñas y niños se produce una auténtica “brecha
generacional”. Y esto es así no tanto por la diferente habilidad que tienen los
pequeños y los mayores en el manejo de las tecnologías, sino por el distinto
significado que otorgan a las mismas. Para las niñas y niños el ordenador y los
videojuegos son el “superjuguete” de su tiempo, lo de ahora, lo normal. Para
los adultos son artefactos hasta cierto punto extraños (es normal que, hablando
de los mismos se diga, por ejemplo, “la play esa”) y que desde luego escapan de
su control, en cuanto que no forman parte de la experiencia o el conocimiento
que, como adultos, piensan que pueden y deben enseñar a los más jóvenes. Esta
falta de control real tratan de paliarla con control “físico” haciendo uso de
su poder, es decir, controlando el tiempo (otra vez el tiempo) de uso del
aparato.
Las actividades extraescolares, desde la perspectiva de los padres, son
una oportunidad de aumentar el capital cultural de sus hijas e hijos, y también
una manera de conseguir la conciliación entre sus obligaciones laborales y
familiares. Para los niños son o un entretenimiento o una imposición,
dependiendo de que las identifiquen como una actividad obligada, o no.
Por último, lo relacional tiene un gran significado para los niños y
niñas. No solo la relación con los amigos, que, según avanzan en edad, parece
que termina ocupándolo todo, sino también la relación con sus padres y con
otros familiares. Respecto a estos últimos, es especialmente notable la emoción
con la que hablan de sus abuelos los niños extranjeros, aunque también algunos
españoles. Y en relación a las madres y los padres, muchas veces se pone de
manifiesto lo que les gusta hacer cosas con ellos, jugar con ellos y pasar
ratos en su compañía. Un cumpleaños, una visita al zoo, una excursión, un cine,
puede recordarse especialmente porque se realizó en compañía del padre o la
madre.
La falta de participación de los niños en la toma de decisiones en
asuntos que competen a su ocio también se observa en el
nivel de las instituciones o entidades destinadas a la promoción y desarrollo
del ocio infantil. Entre ellas se han podido distinguir tres modelos, que no
son “tipos puros” sino esquemas de planteamiento que pueden ser más dominantes
o menos, según las circunstancias:
a)
Enfoque
centrado en los niños: con finalidad integral, relacional y lúdica.
b)
Enfoque
preventivo: el ocio como herramienta para acercarse a los niños y como
herramienta también reeducadora.
c)
Enfoque
comercial o de servicios: prevalece lo lúdico, está segmentado según clase
social y “comprende” la necesidad de los padres de conciliación.
Terminamos con este tema porque la participación parece estar en la base
de una forma de tratar a los niños más centrada en ellos mismos y en sus
propios intereses, que saben identificar bien por sí mismos, sin los conflictos
sobre su “superior interés” que suelen mostrar los adultos.
7. Conclusiones
.- El estudio ofrece una
imagen de los niños alejada de los clichés convencionales
con las que se acostumbra a pensar en ellos.
.- Viven en la sociedad de
consumo, pero no es consumir lo que más les interesa, sino divertirse y
relacionarse.
.- Por ese camino acceden al
conocimiento de aquellas cosas del mundo que les rodea que les interesan y les
resultan atractivas.
.- Separan claramente
obligación de ocio, lo que hace que su relación con las actividades
extraescolares sea conflictiva.
.- Saben divertirse, y para
hacerlo utilizan tanto lo nuevo (tecnologías) como lo viejo (juegos
tradicionales) además de su imaginación creativa.
.- Se encuentran fuertemente
limitados para poder disfrutar de su ocio en su tiempo libre:
·
Por los “deberes”, las obligaciones escolares,
que les persiguen desde su más temprana edad.
·
Por las limitaciones de tiempo que tienen sus
padres.
·
Por la presión social para convertir toda
actividad suya “presente” en beneficio “futuro”.
.- Muestran una notable
homogeneidad en sus gustos, independientemente del espacio en que viven y la
clase social de referencia.
.- Las diferencias están en
aquello de lo que llegan a disfrutar, donde la distinta capacidad económica de
sus padres, o la existencia o ausencia de recursos públicos de ocio se hacen
muy patentes.
.- Las niñas y niños cuentan
poco en las decisiones sobre su tiempo libre. A menudo sus verdaderos gustos
son ignorados por unos padres bien intencionados que intentan a la vez
aproximarse a ellos y cumplir con el papel que socialmente se atribuye a los
padres y por unos adultos empeñados en “conducirlos” por el camino que a ellos
les parece más adecuado y conforme a las normas.
Referencias
Dumazedier, J. (1967)Towards a Society of Leisure. New York:
Free Press.
Munné, F. y Codina, N. (1992) “Algunos aspectos del
impacto tecnológico del consumo infantil del ocio”, en Anuario de Psicología 53, 114-125.
Ortí , A. (1989) “La apertura y el enfoque
cualitativo o estructural: la entrevista abierta y la discusión”, en M. García
Ferrando et al. El análisis de la
realidad social. Métodos y técnicas de investigación. Madrid: Alianza
Universidad.
Qvortrup, J. (1990) Childhood as a Social Phenomenon- An
Introduction to a Series of National Reports. Viena: European Centre.
Rodríguez, I. (2006)
“Redefiniendo el trabajo metodológico cualitativo con niños: el uso de la
entrevista de grupo aplicada al estudio de la tecnología”, en Empiria, Nº 12, 65-88.
El estudio tiene tres cuestiones muy importantes de fundamento:
ResponderEliminar1. Es la primera investigación que se realiza sobre el ocio de los niños en la Comunidad de Madrid
2. La investigación destaca por seguir una metodología cualitativa dónde ha primado profundizar en las percepciones de los niños y niñas frente a sacar datos estadísticos.
3. La investigación ha sido pionera por contar con un equipo de investigación Junior (niños y niñas de 8 a 13 años que han participado en todas las fases del estudio –incluida la presencia en la presentación de las conclusiones-)
Una vez analizado cabe destacar varios puntos significativos:
1. Los resultados arrojan una imagen de los niños alejada de los clichés convencionales.
2. Las condiciones que debe reunir el ocio para los niños son:
• Activo
• Voluntario
• Libre
• Divertido
3. Atendiendo a criterios como la clase social, el sexo o el lugar donde viven se ha comprobado que hay una gran homogeneidad en los gustos:
• Buscan jugar por encima de todo, divertirse.
• Pasar el tiempo con la familia, seguido de los amigos.
• Disfrutan tanto con juegos tradicionales como con el uso de las nuevas tecnologías (hay un momento para cada cosa)
Por último, destacar que la edad es la variable que más diferencias presenta en cuanto a gustos y preferencias ya que los pre-adolecentes coinciden en darle más importancia al “estar con..” los amigos frente a “jugar”, pero que, en todas las edades los niños, siguen valorando mucho el tiempo compartido con los padres.
Comentario de Luis A. de Haro, del Instituto Micropolix de Estudios del Ocio Educativo Infantil, https://www.institutomicropolix.com/