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Fuimos a un centro de detención para niños y niñas en la frontera de Estados Unidos. Lo que vimos fue lamentable.

Estos abusos inadmisibles contra niños y niñas 
no son lo que Estados Unidos debería estar promoviendo.

HUMAN RIGHTS WATCH.


Privacidad de los niños en la era de las redes sociales.


Los padres ahora dan forma a la identidad digital de sus hijos mucho 
antes de que estos jóvenes abran su primer correo electrónico.
El uso compartido es el marco para hacerlo en los contextos de los derechos, 
la privacidad y la salud pública de los niños.

Stacey B. Steinberg,


A través de compartir, o compartir en línea sobre las imágenes y la crianza de los hijos, los padres ahora dan forma a la identidad digital de sus hijos mucho antes de que estos jóvenes abran su primer correo electrónico. Las revelaciones que los padres hacen en línea seguramente seguirán a sus hijos hasta la edad adulta. De hecho, las redes sociales y los blogs han cambiado drásticamente el panorama que enfrentan los niños de hoy en día a medida que crecen.



Los niños tienen un interés en la privacidad. Sin embargo, los derechos de los padres a controlar la crianza de sus hijos y los derechos de los padres a la libertad de expresión pueden prevalecer sobre este interés. Cuando los padres comparten información sobre sus hijos en línea, lo hacen sin el consentimiento de sus hijos. Estos padres actúan como guardianes de la información personal de sus hijos y como narradores de las historias personales de sus hijos. Este doble papel de los padres en la identidad en línea de sus hijos les brinda poca protección a medida que su identidad en línea evoluciona. Existe un conflicto de intereses ya que los niños podrían algún día resentirse de las revelaciones hechas por sus padres años antes.

Este artículo es el primero en ofrecer un análisis legal profundo del conflicto inherente entre el derecho de los padres a compartir en línea y el interés de un niño en la privacidad. Considera si los niños tienen el derecho legal o moral de controlar su propia huella digital y analiza el conflicto único y novedoso en el corazón de la participación de los padres en la era digital. El artículo explora posibles soluciones legales para este problema y ofrece un conjunto de mejores prácticas para que los padres las consideren cuando comparten información sobre niños en línea. Concluye al proporcionar un modelo de reforma basado en la salud pública y centrado en el niño que protege el interés de un niño en la privacidad, al tiempo que reconoce el derecho de los padres a compartir en línea......

Conclusión
Becky, Johnny y Emily, los niños mencionados en la Introducción de este artículo, probablemente algún día aprenderán sobre las revelaciones en línea de sus padres. 
En ese momento, cada uno formará una opinión sobre la huella digital creada sobre ellos durante su infancia. A diferencia de las revelaciones hechas por terceros, las personas responsables de compartir la información de los niños son las mismas personas encargadas de proteger la privacidad de los niños: los padres. Estos niños pueden tener argumentos legales que podrían ofrecerles protección de la privacidad de las revelaciones en línea de sus padres, pero también es posible que un modelo de salud pública les ofrezca protección incluso mejor respetando la autonomía familiar. De manera similar a las decisiones en línea que los niños tomarán un día por su propia cuenta, la información digital tiene el potencial de seguirlos durante toda la vida. Este artículo alienta a los académicos, responsables políticos y padres a reconsiderar las formas en que la sociedad ve la infancia y la privacidad en la era digital. Al explorar el uso compartido, este artículo proporciona el marco para hacerlo en los contextos de los derechos, la privacidad y la salud pública de los niños y madura el hecho de ser un tema poco investigado y listo para una discusión más a fondo.

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NO SUBA ESA FOTO DE SU HIJO.

Tres de cada cuatro menores de dos años tienen fotos en Internet. 
¿Deberíamos frenar esta costumbre?.

Carmen Pérez-Lanzac

fotos internet
Un menor muestra sus emociones.  Getty Images.


Nuestras redes están llenas de imágenes de niños haciendo monerías. En verano, su sobrexposición aumenta más si cabe. Cada imagen es compartida —sin consentimiento alguno—  por el padre, la madre o algún familiar o amigo para orgullo de quien comparte y disfrute de sus conocidos. Se reciben likes y alguna alabanza que lleva a reincidir. Así ha  
sido durante varios años sin que nadie se planteara las consecuencias. Hasta que, acompañando al resquemor creciente hacia las redes sociales, una duda ha empezado a extenderse: ¿acaso hacemos mal subiendo a Internet imágenes de niños?

Tres de cada cuatro menores de dos años tienen fotos online, según un estudio de la empresa de seguridad en Internet AVG con datos de ciudadanos de 10 países (Estados Unidos, Canadá, Alemania, el Reino Unido, Francia, España, Italia, Australia, Nueva Zelanda y Japón). La emoción ante la paternidad es una de las causas de esta pulsión, la versión actualizada de las imágenes que se guardaban en la cartera. De media, los progenitores de niños menores de 6 años suben 2,1 informaciones a la semana sobre estos, según un estudio con información de 1.300 padres estadounidenses de la aplicación Local Babysitter. Entre los 6 y los 13, hay un descenso: 1,9 informaciones por semana. Cuando el menor cumple 14 años, el ímpetu se reduce a menos de una vez a la semana (0,8). En España, los padres son los más preocupados, según AVG, por las consecuencias futuras en la vida de sus hijos de la cantidad de información online que proporcionan sobre estos (valoran su grado de preocupación en un 3,9 sobre 5). Esta preocupación posiblemente se habrá visto reforzada tras saber que Mark Zuckerberg —el hombre que más ha hecho porque compartamos como compartimos — cree que el futuro, en lugar de abierto, como sostenía hasta ahora, será privado.


Mientras que el sector de la comunicación se ve obligado a proteger la identidad de los menores que salen en su  s páginas, la publicación masiva de imágenes sin filtro de niños en las redes ha convertido la protección en una ironía. El fenómeno es tal que ha dado origen a un nuevo término: sharenting, la suma de share (compartir) y parenting (crianza). En 2015 dos holandeses lanzaron al mercado la marca Koppie Koppie, una tienda online de tazas con fotos de niños cogidas de la Red para señalar el problema. Pero la primera persona que escribió un estudio detallado sobre este extendido fenómeno fue la abogada Stacey Steinberg, que en 2016 publicó el informe Sharenting, la privacidad de los niños en la era de las redes sociales. Esta profesora de Derecho de la Universidad de Florida, EE UU, y madre, estudió en profundidad las implicaciones de esta costumbre planetaria en marcha desde hace más de una década. Los padres son, por un lado, “los veladores de la información personal de sus hijos y, por otro, los narradores de la vida de estos”, escribe Steinberg. Al narrar, compartimos información sobre los hijos a la vez que les privamos del derecho a hacerlo ellos mismos en sus propios términos. Y eso es una fuente potencial de daño a la que hemos prestado poca atención.

Los riesgos a los que se ven sometidos los menores son varios. Para empezar, ponemos más fácil su localización física a criminales o pervertidos. Pero hay además otros peligros de origen digital. Si alguien captura una imagen o un vídeo de un menor, puede simular que sufre algún tipo de peligro y reclamar un rescate. También puede suplantar su identidad en las redes, como ya le ha sucedido a varias influencers. Si, además, al anunciar el nacimiento de un bebé añadimos la fecha (cosa que hacen no pocos padres), podríamos estar propiciando el robo de su identidad. Por no hablar del ciberbullying que quizá causamos al subir una foto ridícula de nuestro hijo (se calcula que en 2018 lo habían sufrido el 59% de los menores, según Pew Research).

Pero hay otra consecuencia más obvia que tampoco solemos tener en cuenta: la opinión del menor. Un 58% de los padres estadounidenses que comparten fotos creen que subirlas sin el consentimiento expreso de sus hijos es correcto, según la empresa de seguridad McAfee. Y un 40% cree que la foto podría llegar a avergonzar al menor, pero que no le importará o que acabará superándolo. Sin embargo, lo que se está comprobando es precisamente lo contrario: que a muchos sí les disgusta el uso que sus padres hacen de su imagen. Valga de ejemplo lo que le dijo la hija de la actriz Gwyneth Paltrow cuando esta subió una imagen de ambas en la que la menor llevaba unas gafas de esquí que cubrían su rostro: “Mamá, ya lo hemos hablado. No puedes publicar fotos mías sin mi consentimiento”, se quejaba Apple. A lo que Paltrow respondía: “¡Pero si ni siquiera se te ve la cara!”.
¿Deberíamos pedir entonces permiso a nuestros hijos cada vez que subamos una foto de ellos? De esto trataba el debate que mantuvieron el pasado mes de octubre varias influencers españolas —Lidia Bedman, mujer de Santiago Abascal, líder de Vox, o Jennifer Ortiz, entre otras—, madres y famosas que, además, reciben dinero por exhibir y exhibirse. Ortiz resumía el dilema durante el debate de la siguiente forma: “El día de mañana, cuando mi hijo me pregunte sobre las fotos que subí de él, le diré: ‘Hijo, lo hice quizá desde mi egoísmo, pensando que eran fotos bonitas y que no te iban a hacer daño. Entonces, en ese momento le pediré perdón y le daré una tarjeta [de crédito] con su dinero”.

Poco a poco van trascendiendo casos puntuales llegados a los tribunales de menores que denuncian a sus padres en Italia, Francia o Estados Unidos. En Francia, las autoridades pueden imponer multas de hasta 45.000 euros más un año de prisión por publicar fotos íntimas de los hijos sin su permiso. “En España no conozco ningún caso aún”, afirma Samuel Parra, abogado especializado en temas tecnológicos. “Lo más habitual es que un padre denuncie al otro por subir fotos sin su consentimiento como le ha sucedido a Bisbal, que denunció a su exmujer, Elena Tablada, por subir a las redes imágenes de la hija de ambos. Si el padre denunciado no retira las fotos, ahí vienen los problemas”.

“Hay una realidad”, opina Laura Baena, publicista y creadora de la web Malasmadres. “Las fotos de menores lo petan. ¿Subimos las imágenes porque nos tocan la parte emocional o realmente estamos mercantilizando a los niños?”.

¿Podemos esperar que las propias redes pongan freno a nuestra locuacidad? Nathan Freitas, del Berkman Klein Center for Internet & Society, un centro de investigación sobre tecnología dependiente de la Universidad de Harvard, cree que sería naif esperarlo: “No les resultaría nada difícil crear un botón muy grande y claro que dijera: ‘Compartir SOLO con mi familia directa’. Pero si eso supone recolectar menos dinero, vayamos olvidándonos de ello”. Y los tribunales ¿podrían poner freno a los padres? Lo habitual es que sean reticentes a priorizar el derecho a la privacidad de los menores ante su propia familia. Se supone que los padres son los mejores guardianes de la privacidad de sus hijos y cuando no lo son, los jueces generalmente aceptan que los padres hacen lo mejor para estos.

Stacey cierra su texto con varias recomendaciones a los padres interesados en proteger a sus hijos: que se familiaricen con las políticas de privacidad de las redes en las que suben fotos. Que fijen alertas que les avisen cuando el nombre de su hijo salga en algún resultado de búsqueda en Google. Que antes de contar algo se planteen no revelar la identidad del menor. Que no den pistas sobre los lugares que visita. Que pidan permiso a estos antes de compartir una información sobre ellos. Que no suban nunca una foto de estos con poca ropa. Y la última: que consideren si esa información que están valorando compartir puede tener algún efecto en el bienestar y en el desarrollo psicológico del pequeño.

Los derechos de los niños y niñas migrantes no acompañados en la frontera sur española, Informe UNICEF.

UNICEF Comité Español acaba de lanzar el informe Los derechos de los niños y niñas migrantes no acompañados en la frontera sur española , resultado de la investigación que ha llevado a cabo en Melilla, Ceuta y Andalucía para conocer de primera mano la situación de estos niños y niñas. Un ámbito que ha sido calificado como “urgente” por el Comité de los Derechos del Niño en sus recomendaciones a España.


UNICEF ha tenido la ocasión de escuchar directamente las voces de las niñas y niños que están en los centros y también de los que han salido y viven en la calle, ha analizado las normativas y los testimonios de todos los actores implicados: policías, entidades autonómicas de tutela, autoridades estatales en los ámbitos de infancia y migración, personal de los centros, fiscales, jueces, Defensorías del Pueblo, ONG y agencias de Naciones Unidas, para mostrar una imagen lo más completa posible de la realidad de estos niños y niñas.

El informe muestra los principales retos, lagunas y logros del sistema de protección y de otros procedimientos relacionados con la atención de estos niños y niñas, con el fin de identificar las respuestas adecuadas a los compromisos asumidos por España, así como aportar propuestas que contribuyan en la búsqueda de soluciones.


Descargue el informe


 





Los derechos de los pueblos indígenas: Presentación de la Revista Tiempo de Paz.


Los derechos de los pueblos indígenas
Presentación del nº 131 de la revista Tiempo de Paz, Los derechos de los pueblos indígenas, con las intervenciones de Francisca Sauquillo, Carlos Fernández Liesa, Daniel Oliva Martínez y Martín Rivero Illa, el 22 de abril a las 12:00 horas en la Secretaría General Iberoamericana, Madrid.

Imprescindible confirmación de asistencia en mpdl@mpdl.org hasta el 21 de abril.

10 películas para trabajar la diversidad sexual en el aula.

¡Todos somos diferentes y únicos!.

Por Tiching.
Hablar de diversidad sexual en el aula es necesario hoy en día. Las personas tienen el derecho de vivir libremente su orientación sexual y su identidad de género y expresarla sin temor. Por ello, desde las aulas debemos fomentar actitudes de respeto, de empatía y tolerancia para que todo aquel que no sea heterosexual se clasifique como “diferente”. ¡Todos somos diferentes y únicos!.

La adolescencia es una etapa en la que los cuerpos empiezan a desarrollarse y a cambiar, asimismo, se despierta la curiosidad sexual, lo que conlleva a las primera experiencias sexuales. Por ello, es imprescindible que antes y durante estos años se trabaje la diversidad sexual con ahínco.
El cine puede ser un recurso genial para captar la atención del alumnado y el interés por la temática y, a partir de aquí, debatir y reflexionar tanto individual como colectivamente. ¡De las muchas filmografías que existen sobre diversidad sexual, hemos realizado una selección que creemos puede ser muy útil para visualizar en el aula! ¿Te animas a descubrirlas?

10 películas para trabajar la diversidad sexual:

  • Llámame por tu nombre (Call me by your name): Una película ambientada en los años 80, cuando la homosexualidad se consideraba un escándalo, cuenta la historia de amor entre dos chicos que, a pesar de sus reticencias, darán sentido y forma a sus sentimientos. Esta emotiva historia está basada en la novela de André Aciman por lo que puede trabajarse también mediante la lectura.
  • Girl: Lara, una niña de 15 años, quiere cumplir su sueño de ser bailarina. No obstante, ella nació siendo un niño y, tanto los prejuicios de los más como sus propias dificultades ante la disciplina, se vuelven un obstáculo difícil de afrontar y de superar. Esta filmografía puede ser un gran recurso para trabajar el concepto de la transexualidad.
  • La vida de Adèle: Esta película se sumerge en el despertar sexual de dos jóvenes de instituto que construyen su relación amorosa bajo la incomprensión y la intolerancia del entorno que les rodea, desde la familia hasta los amigos. Con este recurso se podría debatir acerca de los prejuicios y opresiones que viven las personas por su orientación sexual.
  • XXY: En esta película, Álex, una adolescente intersexual, nos llevará a conocer cómo vive su secreto y cómo reacciona la gente a su alrededor. Con esta filmografía los adolescentes podrán conocer una realidad que quizá hasta ahora no conocían y hablar abiertamente sobre la intersexualidad. ¡Pueden salir preguntas y reflexiones muy interesantes!
  • Con amor, Simon: Simon es homosexual pero tiene miedo y no sabe cómo decirlo a su círculo más cercano. El protagonista durante todo el film irá relatando sus sentimientos y su experiencia personal. Una gran película para trabajar el respeto, la empatía hacia el colectivo LGTBI, la construcción de la identidad sexual, etc. ¡Quizá más de un alumno o alumna se siente identificado y se animan a expresar abiertamente su orientación sexual!
  • Tomboy: Laure es una niña transgénero de 10 años que, tras mudarse a un nuevo barrio, aprovecha su aspecto físico para hacerse pasar por un chico, Michael. Con esta película se pueden trabajar la construcción de la identidad de género, los estereotipos, la discriminación y la homofobia, las relaciones intrapersonales, la orientación sexual, etc. ¡Es perfecta para hacer un debate con los primeros cursos de la ESO!
  • Carol: Nueva York, principios de los años 50. Therese y Carol, dos mujeres que nada entienden de las prohibiciones sociales y el conservadurismo de la época, empezarán una historia de amor y cariño que pondrá en riesgo sus infelices vidas. Una buena película para reflexionar sobre cómo ha cambiado la concepción de la homosexualidad a lo largo de los años.
  • Azul y no tan rosa: Una película muy completa que hará reflexionar a los alumnos y alumnas sobre la diversidad sexual, la violencia doméstica y la identidad intrapersonal, haciendo aflorar valores como el respeto, la tolerancia y la aceptación de uno mismo y los otros.
  • La chica danesa: Esta es una historia real basada en un matrimonio de artistas daneses. La vida de esta pareja da un giro cuando el marido comienza a posar como modelo femenina para su mujer. Los retratos resultan ser un éxito y la mujer anima a su marido a posar repetidamente. Lo que comienza como un juego, finalmente acaba en una experiencia de transexualidad.
  • Wonder Woman y el profesor Marston: ¿Se pueden querer a dos personas a la vez? ¿Qué es ser normal? ¡En esta película, donde se cuenta una relación poliamorosa conformada por dos mujeres y un hombre, nos enseña que cada uno debe vivir su sexualidad y sus relaciones como considere siempre y cuando haya conformidad y respeto! Un recurso genial para crear un debate interesante sobre lo que es correcto, sobre la moral, las opresiones, la bisexualidad, el feminismo…
La diversidad sexual es un tema que debe trabajarse a partir de ciertas edades, pero eso no quiere decir que no se puedan “normalizar” todas las orientaciones sexuales y las identidades de género mediante los recursos que presentamos día a día en el aula. In a hearbeat es un cortometraje que puede visualizarse con los niños y niñas de primaria para reflexionar acerca de las relaciones afectivas entre dos personas del mismo sexo.
Si te interesa esta temática, y quieres adentrarte e investigar más, puedes acceder a FELGTB, donde podrás encontrar vídeos, documentos, noticias, enlaces, etc. sobre la diversidad sexual.

Niñez migrante en México, entre la violencia institucional y social.


Para dimensionar la importancia del tema migratorio, el docente detalló que según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas en 2013 había en América 61 millones 617 mil 229 personas migrantes, y de éstas, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos detuvo en ese mismo año a 21 mil 537 niños, niñas y adolescentes (de entre 8 y 14 años de edad), la mayoría provenientes de Centroamérica, principalmente Honduras, El Salvador y Guatemala.

Esos miles de niñas y niños requieren de asistencia. La primera, no criminalizarlos, pues se ha visto que en México y en otros países de tránsito y destino de migrantes se les criminaliza en ciertas comunidades, que los discriminan y “los consideran delincuentes, aunque no cometan un delito, simplemente porque son extraños”. 
Desafortunadamente, en México y en muchos países de la región es invisibilizada la realidad de los niños migrantes, que es un tema de la agenda humanitaria del mundo entero, particularmente de América Latina.

La Infancia en las Américas
Por eso, para poner la mirada en la infancia migrante, se publicó el libro La Infancia en las Américas. Violencia, vulnerabilidad y derechos humanos, tema que forma parte de una línea de trabajo del Departamento de Derecho de la IBERO, desde una perspectiva práctica de la niñez migrante. 

Escrita por cuatro alumnos de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, la obra tiene un enfoque teórico y una metodología que permiten ahondar en cuáles son los lineamientos de justicia que requiere la protección de los derechos de la infancia, de: integridad personal, unificación familiar, derecho a la alimentación y derecho a la educación.

La publicación está dirigida a estudiantes de derecho de licenciatura y posgrado, particularmente de derechos humanos; a las organizaciones de la sociedad civil, que en México han desnudado muchas de las violaciones que han sufrido las ciudadanías migrantes, particularmente los niños (as); y tomadores de decisiones de política pública, porque ellos están detrás de su creación en el ámbito de la niñez.

El libro es una especie de manual, de “caja de herramientas de derechos humanos”, que en cada capítulo tiene un marco teórico sustentada en una robusta estadística y numeralia. 

Con La Infancia en las Américas. Violencia, vulnerabilidad y derechos humanos, la Universidad Iberoamericana Ciudad de México cumple con la meta de tener incidencia social, al utilizar la investigación profesional y académica en la solución de problemas, y al vincular a los estudiantes de posgrado en la elaboración de proyectos de sus profesores. 

El texto, que se vende en México en formato impreso y electrónico, fue publicado por Tirant lo Blanch, editorial que asegura su difusión en Latinoamérica, Iberoamérica e incluso en Europa.

Una empresa catalana ofrece bebés a la carta utilizando un método que en España es ilegal:





 la contratación de un vientre de alquiler en otro país.


"El pack VIP de una agencia ofrece un bebé 
al módico precio de 86.000 euros", Nuria González.

Campaña de la Asociación "Son nuestros hijos"
que utiliza este lema del movimiento feminista 
para defender la "gestación subrogada".


La abogada especialista en Derechos Humamos Nuria González López cuenta en A vivir que una agencia de Barcelona que “ofrece servicios de gestación subrogada vende esta práctica como un mecanismo que permite quitarle los derechos a una persona que los tiene para dárselo a otra”.

Nuria se hizo pasar por una potencial clienta que busca ser madre alquilando el vientre de otra mujer. Así descubrió sus métodos de trabajo. “Esta agencia trabaja con todos los países del mundo donde esta práctica está regulada pero lo habitual es que prioricen aquellos donde la legislación es más laxa. No obstante, los clientes suelen buscar bebés con rasgos caucásicos así que España trabaja sobre todo con Rusia y Ucrania”. 

A ella llegaron a ofrecerle un pack VIP por 86.000 euros. El dinero que finalmente recibiría la gestante sería entre 10.000 y 12.000 euros.

Esta no es la única empresa que ofrece este servicio en España. “Es fácil encontrar en la red agencias similares. Es grave que vendan una práctica que en España ha sido declarada ilegal por el Tribunal Supremo y lo es también que aparezcan registradas en el registro mercantil como empresas de servicios inmobiliarios. Esto significa que comenten delitos fiscales que nadie está controlando”.




Si quieres saber más sobre los países a los que recurren los españoles para contratar vientres de alquiler, cómo es el proceso y el debate que existe sobre su legalidad y las críticas a esta práctica dentro del movimiento feminista, puedes escuchar este diálogo en el que participan Antonio Vila-Coro, vicepresidente de la plataforma "Son nuestros hijos" y padre de una niña por gestación subrogada, Alicia Miyares, portavoz de 'No somos vasijas', Silvia, madre de una niña por gestación subrogada en Estados Unidos, y María Eugenia Rodríguez Palop, jurista de la Universidad Carlos III de Madrid.


Amnistía sostiene que el robo de bebés no prescribe.

Periodistas en Español.


Amnistía Internacional ha publicado un comunicado de preocupación por el hecho de que una sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid y conocida el pasado 8 de octubre, sobre un caso de los llamados ‘bebés robados, pese a considerar acreditada la comisión del delito de detención ilegal por la sustracción de Inés Madrigal cuando apenas tenía unos días de vida, ha establecido que la acción penal ha prescrito.

“Lamentamos la interpretación errónea que hace la Audiencia Provincial sobre la prescripción en este caso, considerando que la mayoría de edad automáticamente acaba con los efectos de la sustracción ilegal. Como han señalado algunos organismos de la Organización de las Naciones Unidas, como el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas, los efectos de este tipo de delitos sólo cesan cuando se descubre la verdad sobre la identidad y se garantiza a las víctimas la posibilidad legal y real de restablecer su verdadera identidad y, en su caso, los lazos familiares. Extremos que en el presente caso no se han garantizado aún”, asegura Daniel Canales, investigador de Amnistía Internacional en España.

Por su parte, la Fiscalía General del Estado, que ya ha anunciado su voluntad de recurrir esta sentencia, estableció, en una Circular del año 2012, que en este tipo de casos los plazos de prescripción no deberían comenzar a correr hasta el momento en que la persona conozca su verdadera identidad, entendiendo que mientras tanto el delito sigue desplegando todos sus efectos, con independencia de que haya alcanzado la mayoría de edad.

Amnistía Internacional ha manifestado ya con anterioridad cómo las investigaciones efectuadas en España no han dado resultados satisfactorios, abordando estos casos como aislados, descartando desde un primer momento la posibilidad de que tales delitos pudieran responder a una trama generalizada a nivel nacional, y desoyendo de esta forma recomendaciones de mecanismos de Naciones Unidas. Es de señalar que de las al menos 2074 diligencias de investigación iniciadas por la Fiscalía desde el año 2011, éste es el primer caso que ha llegado a juicio.

La organización ya trasladó al Parlamento la necesidad de implementar medidas destinadas a la búsqueda e identificación de personas víctimas del ‘robo de bebés’, entre otras, adoptando un instrumento integral de coordinación y canalización de búsqueda, y una base de datos centralizada, que integre muestras genéticas de todos los casos que hayan sido denunciados y de las víctimas y familiares que así lo deseen.
Monjas, curas y médicos aparecen implicados en informes sobre casos de bebés robados en España durante la dictadura de Francisco Franco
Monjas, curas y médicos aparecen implicados en informes sobre casos de bebés robados en España durante la dictadura de Francisco Franco
Bebés robados en España

La denominación de ‘bebés robados’ se empezó a utilizar en el contexto español para referirse a los niños y niñas que fueron objeto de secuestro, tráfico de menores y adopciones ilegales durante la Guerra Civil y la postguerra. En un Auto del Juzgado de Instrucción nº5 de la Audiencia Nacional, de 18 de noviembre de 2008, se señala que tan sólo entre 1937 y 1950 se podrían haber dado más de 30 000 casos “en un sistema de desaparición de menores hijos de madres republicanas bajo la cobertura de una aparente legalidad”.

Las denuncias por casos de bebés robados, con un patrón parecido de actuación y aprovechándose de la misma estructura creada en la posguerra, se prolongaron durante todo el franquismo y los primeros años de democracia. Esta acción criminal habría perdurado, ya desvinculada de intereses políticos y movida por intereses económicos, a través de la estructura ya conformada por las instituciones nacidas del régimen franquista.

Muchas de las personas que han sido víctimas de este tipo de delitos fueron registradas con información falsa y sus datos personales fueron también alterados. Esto les impide en gran medida encontrar a su familia de origen y conocer su verdadera identidad. Además, la familia de origen no puede ejercer recursos legales para restablecer la identidad biológica de esta persona y los lazos familiares con ella para acabar con esta situación.

Cuando los menores extranjeros no son el problema.

Itziar Gómez Fernández.

¿Tenemos un problema con los menas
Lo tenemos. 
Y no uno, sino muchos. 
Pero los medios se están equivocando al identificarlo.


Colapso, emergencia social, desbordamiento, avalancha. Son las palabras que se repiten en las últimas semanas en la prensa generalista al tratar la cuestión de la llegada, acogida y atención a los menores extranjeros no acompañados (menas) que llegan a nuestro país por la frontera sur; que lo es de España y lo es también de Europa, con todo lo que ello supone. 

Y si el recurso a este tipo de expresiones, cuando se habla de movimientos migratorios de personas adultas, exige la mayor prudencia para evitar las reacciones xenófobas de indeseables efectos, cuánta más prudencia debiera exigirse cuando se refieren a niños, niñas y adolescentes que están, por imperativo legal, bajo la tutela y protección de nuestro Estado.

Ahora bien, la necesaria prudencia no supone obviar un problema, que sin duda existe en España cuando hablamos de gestionar los flujos migratorios de menores. Un problema que no es nuevo y que tiene un alcance mucho más complejo que el que se ve reflejado en las noticias. 

Si debiera sintetizar en 1.000 palabras lo que pasa en España con los menas, resaltaría lo siguiente:

1. El flujo de menores que migran solos ha aumentado en los últimos años. Cierto. Las cifras de la Memoria de la Fiscalía del año 2017 ponen de manifiesto que se ha incrementado el número de menores llegados en patera a nuestras costas, como lo ha hecho también el número de menores que pasan la frontera terrestre de Ceuta y Melilla.  
Pero las cifras no lo dicen todo. Por ejemplo, cuando nos cuentan que el 97,05% de los migrantes menores son varones, nos indican que las niñas, que también migran, son invisibles porque circulan en el submundo de la trata de seres humanos. De ellas, simplemente, no se ocupan los medios porque no están durmiendo en los pasillos de los centros de menores. Eso significa que las cifras pueden ser mayores, como también podrían aumentar si todos los menores con documentación acreditativa de su edad fueran considerados como tales y no fueran declarados mayores por la Fiscalía de Extranjería, que los saca de este modo de la estadística y, simultáneamente, de los sistemas de protección.

Ahora bien, las cifras de llegadas, que son de primera acogida o de atención de urgencia, no se corresponden con las de presencia en España, ni con las cifras de atención efectiva tendente a la integración en territorio nacional. Muchos de esos menores pasan a otros países europeos. Muchos se pierden, porque una vez que salen de los centros o de los pisos donde se les atiende, y dejan de dar señales de vida durante seis meses, se les da de baja del sistema de protección (artículo 172 de la Ley Orgánica 1/1996). Por tanto, el análisis de las cifras de la avalancha exige una mirada más crítica y pausada, que no debe perder de vista el origen mayoritario de esos menores, que es Marruecos, con quien España está condenada a entenderse a la hora de formular una política razonable de control de fronteras que, sin duda alguna, debe incluir en la ecuación la ordenación de los movimientos transfronterizos de niños y niñas. Pensar en un sistema ordenado de visados de estudios, por ejemplo, o en un refuerzo de la cooperación al desarrollo con especial atención a los niños y los adolescentes podrían ser las vías.

2. Hoy se habla de desbordamiento porque se han reducido drásticamente las plazas de primera acogida, perdiéndose la capacidad de reacción de las administraciones públicas ante situaciones de incremento de llegadas. A esto se une el hecho de que los centros de primera acogida debieran ser centros de derivación rápida (una vez determinada la situación de desamparo del menor y asumida su tutela por la Administración autonómica) hacia recursos específicos en que haya menos niños, donde se les pueda atender adecuadamente y responder a sus necesidades; por ejemplo, de acceso a la educación (artículo 27 de la Constitución Española) y a la asistencia sanitaria (art. 43 de la CE).
Esa derivación no se está dando con la celeridad que debiera, de un lado porque se demora innecesariamente la declaración de desamparo (con el cuestionamiento sistemático de la documentación de los menores) y, de otro, porque también se han reducido los recursos de atención a la integración. En síntesis, hoy se da un problema evidente de cuello de botella. El colapso, en parte, lo ha generado la propia Administración por una gestión ineficiente y por una falta patente de diálogo y colaboración entre las comunidades autónomas, que son las que tienen atribuida la tutela de los menas una vez se declara su situación de desamparo. El caso de las 13 menores trasladadas de Palencia a Melilla es un ejemplo paradigmático de gestión que, superada la calificación de ineficiencia, llega a la consideración de absurdo, si se tiene en cuenta que Melilla es uno de los enclaves que protagoniza ese problema de colapso.

3. Existe un problema con los ‘menas’ en los centros de protección de la infancia de las CCAA. Cierto también, pero no es un problema nuevo. Denuncias relacionadas con las condiciones de aislamiento, hacinamiento, maltrato psicológico y físico por parte del personal de los centros de Madrid, Cataluña, o Melilla se han hecho públicas por distintas organizaciones de atención a la infancia y han sido llevadas hasta el Defensor del Pueblo, la Fiscalía y, en ocasiones, incluso al Juzgado sin que exista condena alguna. Los denunciantes también se pierden, se van. El funcionamiento interno de los centros es tan abierto para los niños (salen cuando quieren) como opaco para la ciudadanía. No son públicos (si es que existen) protocolos de actuación en caso de maltrato o agresiones por parte de los propios chicos o de los vigilantes o educadores; no hay sistemas de prevención, detección temprana o denuncia frente a situaciones de violencia; no existe adecuada orientación educativa; en muchas ocasiones no se tramita la documentación a la que los menores tienen derecho. Sencillamente, los chicos (y algunas chicas, muy pocas) se quedan varados en esos centros, lo que explica en parte el abandono de los mismos.

4. El Estado y las comunidades autónomas incurren en una falta de respeto, excesivamente frecuente, hacia los derechos legales y constitucionales de los menores. Más allá del déficit asistencial, vinculado a la falta de recursos, existen problemas de índole sistémica muy enraizados y a los que resulta imprescindible hacer frente. A ellos se hacía referencia en el análisis Menores extranjeros en la frontera de los derechos humanos. Existen fallos graves en el procedimiento de determinación de la edad de los menores, sobre todo cuando el mismo se aplica a menores documentados, obviando la presunción de minoría edad que debiera primar en cualquier supuesto de duda; las dificultades de acceso a la jurisdicción son evidentes y se manifiestan desde el momento en que no existe un recurso jurisdiccional directo contra los decretos de determinación de la edad; el derecho a ser oído, y a que la preservación del interés superior del menor sea la ratio decisoria principal, pasa a un segundo plano desde el momento en que los intereses de quien representa al menor (la Administración) suelen contraponerse a los del niño; los retrasos en el acceso a la documentación de los menores generan barreras infranqueables de acceso al mundo laboral, a la solicitud de nacionalidad, a la regularización de su situación una vez alcanzan la mayoría de edad, de modo que las garantías legales no se corresponden con garantías reales en un alto porcentaje de supuestos.
Buena parte de estas cuestiones están pendientes de ser valoradas por el Comité de Derechos del Niño de la ONU, que ha decretado la adopción de medidas cautelares en una serie de asuntos sin que el Estado español, responsable de la aplicación de la Convención de Derechos del Niño, tratado de obligado cumplimiento desde que integró el ordenamiento nacional (artículo 96 de la Constitución), las haya asumido ni ejecutado. Vendría a ser la guinda del pastel.

¿Tenemos un problema con los menas? Lo tenemos. Y no uno, sino muchos. Pero los medios se están equivocando al identificarlo. Y ello hace un flaco favor a los niños y a las administraciones que no asumen su grado de responsabilidad y que, por tanto, no se colocan en el camino adecuado para resolverlos.

Malditos bastardos.

Sin embargo, o además, la convocatoria de esta Conferencia es un buen momento para hacer otra invitación: la de reflexionar sobre cuál es la situación de los menores extranjeros no acompañados dentro y fuera de los centros. No es una realidad nueva, lo de los MENA viene de los años 90. Así que, ya tenemos perspectiva suficiente como para evaluar si las políticas migratorias sobre niños y adolescentes extranjeros no acompañados han sido eficaces. Y si no lo han sido, analizar hasta qué punto ha podido afectar que estás políticas hayan sido lideradas por los ministerios de Interior y de Trabajo, en vez de por el ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social como parece que ahora podría llegar a pasar por el protagonismo que está cogiendo en el tema, por primera vez, Carmen Montón.
Puestos a reflexionar, sería bueno que un grupo de expertos que se crea esto de los derechos, evaluase cómo está siendo la intervención socio educativa para definir cómo debería llegar a ser. Quienes hemos trabajado con chavales en situaciones vulnerables, sabemos que nuestro sistema de protección no se ha adaptado a situaciones extremas que requieren un alto grado de cualificación y especialización no solo del personal, sino del dispositivo y lo más importante, del proyecto educativo. No solo por las situaciones que puedan plantear los chavales extranjeros no acompañados sino también por otras también dramáticas como las de las niñas víctimas de la trata o las de chavales que sufren abusos sexuales por parte de alguno de sus progenitores. Los centros de protección a día de hoy, si están desbordados no es por los problemas y conflictos que plantean los chavales sino por la falta de recursos, apoyos, motivación y herramientas para abordar esas situaciones límites, que si las plantean es de lo más normal, porque por algo están donde están, porque necesitan ordenar su mundo emocional, el de los apegos, los límites, la autoestima y sentido vital.

No creo que sea mucho pedir que más allá de repartir niños y adolescentes extranjeros no acompañados por toda España, haya intervenciones de calidad y respuestas acordes a los derechos que todos los niños, niñas y adolescentes tienen reconocidos sin distinción. Incluso quien sabe si es momento para empezar a exigir responsabilidad civil y penal por las vulneraciones de derechos que se están dando y son reflejadas en diferentes informes del Defensor del Pueblo y otras organizaciones. Si las administraciones públicas asumen la tutela de estos y otros chavales en situación de desprotección, debe existir una supervisión independiente que informe sobre cómo su actividad está repercutiendo en el bienestar del menor. Por tanto, el camino que se empiece a recorrer a partir de esta Conferencia no puede ser desde la emergencia y la necesidad de las CCAA que ‘sufren’ el problema, desde su propio interés. La respuesta ha de ser integral y velar por otro interés, el superior del menor. Si son niños además de inmigrantes, es imprescindible hacer valer sus derechos como tales.

Es verdad que, además, hay un tema de fondo que va más allá del problema migratorio. En nuestro país existe un gravísimo déficit a la hora de establecer criterios de calidad que garanticen las respuestas socio educativa que se ofrecen desde los centros de protección de menores. No existe de forma uniforme, sino más bien de modo excepcional, un enfoque de trabajo que parta del respeto de cuatro principios rectores clave en materia de protección: el derecho a que sea el interés superior la consideración primordial a la hora de tomar cualquier decisión que afecte a su vida; el derecho a que sea oído y escuchado; el derecho a vivir en un entorno familiar que le brinde cuidados acordes a su edad y madurez, y el derecho a no sufrir violencia. “El éxito de los recursos de protección ( decía el director de un centro en una investigación de Espirales para UNICEF), no se va a medir por la capacidad de control sino por generar espacios protectores, cálidos y contenedores de las emociones de los niños, niñas y adolescentes”.
Si a las deficiencias del sistema de protección le sumamos la alarma, el victimismo y el racismo con que algunos responsables políticos despliegan su retórica hostil hacia los mal llamados MENAS en los puntos calientes de la Frontera Sur y la ineficacia de la figura del Fiscal de Menor para velar por los intereses de estos niños y adolescentes, nos encontramos con situaciones en las que se les abandona completamente y hay una total impunidad hacia quienes, dentro de la sociedad, tienden a abusar, aprovecharse y utilizar a los niños para fines y propósitos que dañan su integridad física y emocional, que ejerce violencia sobre ellos.

A quien le extrañe por qué un chaval prefiere dormir en la calle, en unas escolleras o en un parque en vez de sobre el colchón de un centro de protección, le invito a que repase la prensa local de ciudades como Melilla que, junto con Ceuta, es la principal puerta de entrada de muchos de estos chavales que (efectivamente) luego van a parar a los centros de Andalucía. Quizá en estos espacios de comunicación masiva encuentre algunas respuestas al ver como determinados políticos (principalmente del PP) pueden llegar a crear un estado de opinión hostil que criminaliza a los mal llamados MENA y los expulsa de sociedades de por sí complejas, empobrecidas, muy desiguales y completamente olvidadas por el resto de España.

Fue el presidente de Melilla, Juan José Imbroda, el que llegó a decir que aquellos (por los MENAS) eran hijos de Marruecos y que, solo por eso, no había obligación de hacerse cargo de ellos. Cuando ser niño, extranjero y no estar acompañado significa para un responsable político no merecer ningún esfuerzo institucional, creo que deberíamos plantarnos y decirle a ese tipo de líder que no se merece otra oportunidad. Más allá del reparto equitativo, de los problemas de espacio y de la carencia de recursos económicos, hay una responsabilidad moral y otra legal: atender a los niños, niñas y adolescentes como menores de edad. Sean nuestros o bastardos tienen derechos innegociables e irrenunciables, como cualquier hijo de vecino, también el marroquí.