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SÉ LA CALMA… Ofrecer en nosotros mismos, lo que queremos para el niño.

Sé la calma en la tormenta de tu niño.
 Sé la brisa y la lluvia suave cuando sus emociones arden en fuego.
Sé la voz que invita al alivio,
no el grito que aumenta el susto y la desesperación.
Ilustración: Emiliano Ponzi
Un adulto alterado/descontrolado no será capaz de contener nunca un berrinche o pataleta,
pues para pedir calma, debemos ofrecerla primero.
El adulto eres tú,
y lo que tu hijo ve de ti es lo que hará.
Si ante una situación difícil, tú explotas,
él también explotará.
Si, por el contrario, respiras,
te acercas y buscas una solución,
lo que le das es un hermoso regalo
que se llevará de ejemplo para toda la vida.
Nuestro trabajo no es ni siquiera detener el llanto o la rabia, sino acompañar, estar, amar. 
Sé el tipo de persona que quisieras tener al lado cuando estás muy molesto, alguien que respete y valide lo que estás sintiendo, no que trate de cortarlo prepotentemente. 
Sé alguien empático y amoroso, alguien que tiene la seguridad de que, pronto, todo estará mejor”.
Autora: Naomi Toma/Revolución Crianza

La invitación del texto de Naomi nos confronta amablemente como educadores y como seres humanos.


Pablo Pérez Benedicto,

Personal coach | Instructor acreditado de MBSR,
IMTA Certified Mindfulness Teacher.


La exhortación a ser la calma es amable al señalar la dirección de avance, que no es otra que tomar la responsabilidad ante nuestra propia alteración y ofrecer en nosotros lo que queremos para el niño.

Nadie da lo que no tiene, así que la cuestión sería cómo adquiero calma. Trataré de ofrecer alguna ampliación de lo que ya Naomi anuncia al decir “Si, por el contrario, respiras, te acercas y buscas una solución…”

Si tenías alguna expectativa sobre recetas fáciles, esta publicación quizá te decepcione. Te puedo ofrecer un camino sencillo y por ello quizá difícil, aunque muy seguro y aplicable a cualquier situación desafiante
.
La calma es un estado natural, es decir, es algo que somos y por ello podemos conectarnos siempre que queramos. Sí, se que he dicho siempre, incluso en circunstancias muy desafiantes. De la misma manera que nuestra consciencia o las funciones vitales están disponibles cuando estamos ante un león, también nuestra calma.

Te daré unas indicaciones previas y en cuanto la situación lo permita, trata de llevar la atención a ti, a tu cuerpo, a las sensaciones corporales que están surgiendo en este momento. Puedes hacerlo incluso ahora que estás leyendo el artículo.

Primero observa el cuerpo en su conjunto, cómo está colocado, en qué postura está. No visualices, siente cómo está la globalidad, mira su posición y trata de notar las partes en contacto con otras partes de tu cuerpo o algunas superficies de apoyo, suelo, asiento…
Ahora podrías darte cuenta que hay una respiración natural y seguir con tu atención, por unas cuantas respiraciones, el ritmo lento o rápido, la duración larga o corta, las zonas que sientes el paso del aire entrando o saliendo…

La respiración te ayudará a la pausa y siempre que necesites tomar refugio puedes volver a ella haciéndote consciente de cómo es tu respiración y prestarle atención por unos instantes.

Ahora intenta reconocer las zonas que están más activas, aquellas que sientes claramente y que son más preminentes en tu conciencia. Quizá algunas sensaciones estén apareciendo en este momento relacionadas con la experiencia de agitación, inquietud, aprensión… Trata de identificarlas y por el momento darte cuenta que están ahí.

El siguiente paso sería aceptar que eso que te está ocurriendo es así. Esa sensación en la boca del estómago, como mariposas revoloteando… está aquí, y puedes transmitir a esa sensación el permiso para estar. Como ser humano, tú puedes estar teniendo en este momento esa sensación. Tómate el tiempo que necesites.

A continuación, trata de comunicar cariño y comprensión a esa zona. Hay una parte de ti en una situación vulnerable, tanto que aparecen esas sensaciones desagradables. Mira a ver cómo puedes transmitir a esa parte que la has notado y que estás aquí para lo que necesite. Puedes tener un gesto genuino hacia esa parte, llevar una mano sobre ella o abrazarla.

Intenta mantenerte ahí un tiempo, el que sea necesario. Puedes mirar dentro y seguir en contacto con la sensación, percibir los matices, notar si cambia, escuchar qué necesita o, quizá trae un mensaje o alguna preocupación. Valida aquello que traiga, tendrá motivos suficientes para ello.

Estar con atención y amabilidad es mucho. Si has podido dar tiempo, a buen seguro la calma habrá llegado. La circunstancia podrá persistir, pero la vivencia en este momento es diferente.
A veces, en ese estar cerca, con cariño y atención, se produce un despliegue de la sensación, la comunicación de un mensaje sobre el siguiente paso o alguna sugerencia para tu vida. Suelen ser comunicaciones muy fiables por emerger de un lugar genuino, tu cuerpo expresando su sabiduría.

Esta es una manera de regular tus emociones, adquirir y ser la calma. Se trata de estar presente con lo que hay en cada momento, con amabilidad y sin juicio. Es tomar contacto con el sufrimiento que hay en mí y ser un recurso compasivo hacia mí mismo. El comportamiento hacia tu niño vendrá por sí solo, sin pretenderlo, sin otra opción que poder ser calma, escucha y compasión.

La paz mundial se siembra en la infancia, sin violencia, 
sin agresiones, sin humillaciones, sin miedo” 
Álvaro Pallamares

«Queremos que los niños no sufran y eso, paradójicamente, les hace débiles».

Entrevista a Pepa Horno*.

¿Dónde están los límites y dónde hay ponerlos? 
He ahí la cuestión.
Ignacio Martín,
Fuente La contra:

Pepa Horno. - JAVIER BELVER
Pepa Horno. - JAVIER BELVER
Consultora en infancia, afectividad y protección, esta prestigiosa psicóloga se pasó ayer por Zaragoza para abordar los modos de construir vínculos sanos entre padres e hijos.

Lo hizo en un taller organizado por la Fundación Genes y Gentes en el centro Joaquín Roncal, que rebosó. ¿Dónde están los límites y dónde hay ponerlos? He ahí la cuestión.

—Se habla con ligereza de la importancia de construir vínculos con los niños, pero no es tan fácil lograrlos. ¿Cómo se alcanzan?
—La idea es crear un espacio de consciencia, un espacio donde las familias puedan sentarse, pararse y ser conscientes de todas esas cosas que hacemos sin darnos cuenta. El vínculo se genera a través de la vivencia. Cuando eres niño te levantas por la mañana y te encuentras el desayuno, la ropa preparada... Son cosas que das por hechas. Solo cuando eres padre te das cuenta de la cantidad de cosas que hay que hacer para que todo eso pase. Y es que el vínculo no se genera en la cabeza. Los niños no saben que les queremos, ellos se sienten queridos. Y se sienten queridos porque los cuidamos. El problema es que cuando vives una vida en la que no dispones de tiempo, toda esa vivencia sale dañada o incluso desaparece.

—¿No ve complicado entonces generar un vínculo?
—No. Aunque primero hay que expresar el afecto y no darlo por supuesto. Decirles a los niños que les queremos, abrazarlos, besarlos... Hasta ser pesados. En segundo lugar hay que pasar tiempo con ellos, encontrarlo. Por último, poner consciencia en los pequeños detalles, esas pequeñas cosas que dejamos ir por la vida acelerada que llevamos.

—¿Hay alguna estrategia que sirva como punto de partida?
—El punto de partida es el afecto. Pero hay que expresarlo para que se sienta. Los padres quieren a sus hijos, claro, pero tienen que demostrárselo, convertir ese afecto en evidencia, ya sea llamándolos cuando tienen un examen, yendo con ellos al cine, jugando, pintando... No hay que dar nada por hecho, sino expresarlo de forma cotidiana.

—¿Los padres de hoy en día están bien o mal preparados para educar a sus hijos?
—Las familias ahora son mucho más conscientes de la importancia de su rol y de lo que quieren para sus hijos. Pero al mismo tiempo han perdido algunas de las condiciones básicas para la crianza, como la red. Me refiero a que antes se criaba en comunidad, en una familia extensa, en el pueblo, en la calle... Los niños eran criados por mucha gente, hoy en día solo se cría en la familia nuclear. Además, tenemos la falta de tiempo y el nivel de exigencia en el que nos movemos. Eso hace que muchas veces perdamos la perspectiva. Hoy en día somos más conscientes de todo, pero eso también genera en ocasiones en algunas personas la sensación de culpa al darse cuenta de que no llegan. No es no quieran, es que no llegan.

—Se habla también de poner los límites a los niños. Pero cada uno tenemos los nuestros incluso dentro de una familia.
—No si se habla de límites de protección, de cuando un niño grita o pega. Hay límites que no se pueden cruzar, tampoco los padres. No se le puede decir a un hijo, por ejemplo: «Me avergüenzo de ti, te voy a dejar de querer si haces esto o cualquier día te mando a vivir con la abuela». Son frases que se dicen desde la desesperación, pero con una facilidad muy grande. Pero el vínculo no se puede cuestionar, y mucho menos hay que amenazar con abandonar.

—¿Y los límites educativos?
—Esos sí varían, en función de cada situación o de cada niño.

—¿Qué le parece aquello de una buena bofetada a tiempo...?
—Todavía hay personas que lo justifican, que creen que eliminar el castigo físico es dejar a los niños hacer lo que quieren, pero no tiene nada que ver. La gente justifica el castigo físico porque justifica a su familia, su propia historia.

—¿Viene a ser eso de ‘a mí me pegaban y mira qué bien he salido?
—Exactamente. Y más... «Esto es un gesto de amor». Las cosas están cambiando, pero hay gente que aún no entiende que esto es una cuestión de derechos humanos. Si a ti no te pega nadie como adulto por hacer mal tu trabajo, por ejemplo, por qué debe admitir eso en un niño.

—¿Por qué se repite entonces?
—Porque cuando uno educa recurre a los patrones que tiene, a los que conoce, que son mayoritariamente por los que ha sido educado. Es común escuchar: «Yo no haré con mis hijos lo que mis padres hicieron conmigo». Pero luego se encuentran soltando la misma frase que su madre le decía y de la misma manera. Es decir, ha recurrido a los referentes que tenía. No se trata de no imponer normas o límites, que todo eso hay que hacerlo. De lo que hablo es de no cruzar el límite de la violencia: de no insultar, de no pegar, de no humillar.

—¿También hay demasiada sobreprotección?
—Los mayores problemas tienen que ver con el miedo. 'No salgas no vaya a ser que..., no vayas a tal sitio, ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado...' Les sujetamos tanto que les impedimos la experiencia del fracaso, del dolor. Y son experiencias esenciales para educarse y constituirse como persona.

—¿Qué hacemos?
—Hay gente que, cuando se muere el hámster, compra otro mientras el niño está en el cole y lo mete en la jaula. Pero esa experiencia de la muerte es parte de la vida y los niños deben vivirla naturalmente poco a poco.

—¿Exceso de miedo entonces?
—Claro. Aparte de que nos pasamos la vida diciéndoles a los niños lo mal que está todo. Desde los medios de comunicación, sin ir más lejos, se transmite el mundo como un lugar temible. Los niños se quedan paralizados por ese exceso de miedo.

—A los adultos también nos obligan a ser felices.
—A los padres nos sale querer meter en una burbuja a nuestros hijos. Querríamos que no les pasara nada, que nunca sufrieran, pero eso, paradójicamente, les hace débiles. Hay que enseñarles la vida poco a poco tal y como es, aunque siempre sostenidos por nosotros, sabiendo que cuando se caigan tendrá un abrazo detrás. Que sepan que siempre tendrán alguien detrás.

—¿Hasta dónde llegamos para que no sufran?
—Incluso hemos pasado a celebrar cumpleaños a la totalidad. Hay que invitar a todos los niños de clase al cumpleaños, ¡no vaya a ser que alguien viva la experiencia de no ser invitado! Pero los niños deben aprender que pueden invitar o no, que pueden ser invitados o no... Y que eso no les hace mejores o peores.

—¿Qué valor tiene una risa?
—La fortaleza emocional se consigue cultivando el lado positivo de la vida. Hay que hacer que los niños se rían. Yo suelo aconsejar que si un día no has oído reír a tu hijo, que le hagas cosquillas antes de dormir. La risa alimenta la serotonina, que es uno de los neurotransmisores esenciales en el desarrollo del ser humano. Hacer fuerte a alguien pasa por cultivar su parte positiva. Por otro lado hay que sostenerle en el dolor. Ambas cosas forman parte de la vida. Una cosa es la alegría y otra la felicidad, que es una utopía. Pero la alegría es real, se vive cada día y puedes cultivarla. Aunque, claro, volvemos al principio: hay que estar presente en su vida.

Romper los prejuicios sobre los jóvenes.


"Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros". La cita se le atribuye a Sócrates, siglo quinto antes de cristo. 
Y hay otra supuestamente de Platón muy similar: "¿Qué les pasa a nuestros jóvenes? No respetan a sus mayores, desobedecen a sus padres, ignoran las leyes, su moralidad decae". Ambas frases son apócrifas. Ni Platón ni Sócrates dijeron nunca nada similar.
Cuando en eldiario.es decidimos dedicar una revista monográfica a los jóvenes, me acordé de esas citas, que un amigo una vez me contó. Me sonaron estupendas para ilustrar lo que me parecía una gran verdad: que las críticas que siempre recibe la juventud por parte de quienes ya no somos jóvenes no son una novedad; que son una constante universal, una queja permanente desde que existe la humanidad.
Antes de darlas por buenas —todo lo que suena tan redondo normalmente no es verdad— decidí contrastar ambas frases. Y así descubrí que son un bulo, que lleva casi un siglo dando tumbos por todo tipo de revistas y periódicos. En las últimas décadas, han aparecido en The Guardian, en Forbes, en The New York Times... Pero el verdadero autor —según Quote investigator, una estupenda web que rastrea citas falsas— nunca fue Sócrates ni Platón. Es Kenneth John Freeman: un anónimo estudiante de Cambridge que las escribió en 1907, en un trabajo académico. La primera atribución errónea a los filósofos griegos es de 1922. Y desde entonces se usan para argumentar que la crítica a los jóvenes responde a una simetría que lleva siglos siendo igual, como si fuera una maldición bíblica: dirás de tus hijos lo mismo que tus padres dijeron de ti.
No hay por tanto citas magistrales de la Grecia clásica para justificar que el discurso apocalíptico contra la juventud sea una constante histórica. Pero sí para argumentar que llevamos al menos un siglo de enorme brecha generacional. Porque los jóvenes siempre han sido la vanguardia de la sociedad y han roto con sus mayores. Pero en las últimas décadas, sin duda las transformaciones han sido más rápidas y profundas que en la antigüedad.

La historia se ha acelerado por los cambios tecnológicos. A mis abuelos les costó usar un cajero automático. Mis padres nunca han entendido por qué sigo con los videojuegos, a mi edad. Y yo me veo incapaz de escribir con el móvil a la velocidad con la que mi hijo lo hace ya. Tampoco le veo la gracia a los youtubers, ni a TikTok o Snapchat.
Es el signo de los tiempos, quiero pensar. Y todas las generaciones tienden a ser egocéntricas cuando se comparan con las demás: "Ninguna juventud fue mejor que la que yo viví", queremos pensar. A eso ayuda la memoria, que es un soporte defectuoso: borra lo malo y acentúa lo bueno. Por eso la nostalgia es, para la mercadotecnia, tan eficaz.

Despreciar cuanto se ignora, pensar que no hubo mejores jóvenes que nosotros, es un defecto muy extendido y que no se cura con la edad. Por eso hemos querido dedicar este monográfico a los jóvenes entre los 16 y 26 años. Es una generación sobre la que pesan más prejuicios que información. Se les tacha de machistas, cuando son la generación más feminista. De ninis, cuando son los más formados. De materialistas, cuando son las principales víctimas de la precariedad. Para combatir esos prejuicios hemos elaborado esta revista monográfica. Porque, al igual que con las citas falsas, conviene informarse antes de opinar.

Implementing children’s rights in a digital world.

Han pasado 30 años de la CDN, ahora es un mundo digital:
¡Cómo se implementan los Derechos del Niño en un mundo digital!.

Sonia Livingstone*,

El trigésimo aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño es un día para celebrar.  Desde 1989, la Convención ha promovido la importancia de los derechos del niño en los debates y acciones de derechos humanos, y ha promovido la importancia de los derechos humanos en los debates y acciones relacionadas con el bienestar infantil.

Pero este es ahora un mundo digital, y es oportuno preguntar: ¿cómo implementaremos los derechos de los niños en relación con el entorno digital? El entorno digital facilita la rápida difusión y la amplia red de información y comunicación de manera que se puede agregar y analizar a escala global, lo que puede ser beneficioso y perjudicial. Hoy en día, todas nuestras interacciones digitales generan datos que pueden ser compartidos, buscados, alterados o explotados por terceros, y las consecuencias pueden ser emocionantes o no deseadas, y a menudo son involuntarias e impredecibles.

Muchos Estados priorizan la innovación digital y el despliegue en sus planes nacionales de desarrollo económico. Cuanto más se integra la tecnología digital en la vida de los niños como parte de la infraestructura de las sociedades en las que viven, más importante es el entorno digital para la realización de la gama completa de los derechos del niño, incluidos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y sociales. derechos culturales, así como el derecho a la protección.

Pero la evidencia está acumulando la violación y el abuso de los derechos de los niños en un mundo digital, y surgen muchas preguntas:

    .- ¿Cómo debemos respetar los derechos de expresión y reunión de los niños ahora que la expresión (de los niños pero también de los adultos) se amplifica enormemente por las plataformas dominantes?
    .- El derecho a la protección enfrenta dificultades reales para lidiar con los problemas en línea, acoso cibernético, la propagación del odio racial y el fácil acceso a la pornografía extrema, entre otros; pero la magnitud del problema está superando a la aplicación de la ley. ¿Qué se puede hacer?
    .- El derecho a la privacidad, tradicionalmente concebido principalmente en relación con el círculo social del niño o el Estado, enfrenta nuevos desafíos ahora que es el modelo comercial dominante de Internet monetizar nuestras vidas cotidianas bajo la vigilancia del capitalismo. ¿Se puede proteger este derecho?
    .- ¿Cómo pueden los padres ser responsables de sus hijos en línea cuando están desconectados, cuando la vida digital de sus hijos, tan visible para los demás, incluidas las empresas, es tan invisible e inaccesible para ellos?
   .-  ¿Cómo pueden otros brindar un deber de cuidado a los niños cuando no tienen forma de saber quién es un niño en línea?..... Sigue leyendo, inglés.

*En el trigésimo aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, la profesora de la SEE, Sonia Livingstone, que ha sido parte del equipo que redactó el Comentario general del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño en relación con el entorno digital, reflexiona sobre la necesidad constante de abordar las violaciones y abusos de los derechos del niño en el mundo digital.

Mujer, joven, rica, asperger... ¿Por qué molesta tanto Greta Thunberg?



Si ha imaginado a Greta Thunberg pronunciando estas palabras en algún congreso sobre el clima, se equivoca. 

Este duro discurso fue pronunciado por la activista Severn Cullis-Suzuki, de entonces 12 años, durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil) de 1992. La joven canadiense, sin embargo, no sufrió las críticas que hoy recibe su homóloga sueca. Si no ha oído hablar de su intervención es porque, como mucho, fue ignorada.


Cierto es que Cullis-Suzuki, al contrario que Greta, vivía en un mundo sin internet. Aun así cabe preguntarse por qué la sueca cosecha, a sus 16 años, ataques feroces que superan a los recibidos por Al Gore hace más de un decenio. En el caso de Thunberg, muchas de las críticas van más allá de su discurso, llegan al terreno personal e incluso hacen diana en su condición de asperger. "La mascota internacional del alarmismo climático", "mentalmente inestable", "niña petulante" y "mesías profundamente perturbada" son solo algunos ejemplos.
Los principales sospechosos de tanta tirria son los negacionistas, que rechazan que el cambio climático tenga lugar o que sea debido a la acción del ser humano. Se trata de una postura con poco apoyo entre los españoles –que están entre los ciudadanos más preocupados por este tema–, pero con bastantes adeptos en países como Estados Unidos, Reino Unido y Noruega.

El perfil del negacionista: hombre y conservador

"Desquicia a los negacionistas, sobre todo hombres de EEUU, porque sus tácticas no funcionan con ella, que pasa de lo que dicen los demás", explica a SINC el divulgador ambiental Andreu Escrivà.
No son pocos los estudios y encuestas que han intentado trazar un "perfil del negacionista climático", que tiende a ser hombre y conservador. Esto ha llevado a algunos investigadores a analizar la posible relación entre negacionismo y misoginia. El sociólogo de la Universidad Chalmers (Suecia) Martin Hultman es uno de ellos.
"Hay tres grupos de negacionistas climáticos: CEO de industrias extractivas, políticos financiados por ellas y hombres conservadores", resume Hultman a SINC. "Cuando una mujer presenta resultados que implican que estos individuos, negocios, ideologías y estructuras necesitan cambiar, no es de extrañar que intenten matar al mensajero".
Hultman se refiere a un tipo de mentalidad que "no ve la naturaleza como algo vulnerable que puede ser destruido" sino como algo a explotar porque "el crecimiento económico es más importante que la supervivencia de la humanidad".
Las encuestas muestran, explica Hultman, que esta forma de pensar es más frecuente en hombres conservadores, que aceptan los argumentos negacionistas con mayor frecuencia. De hecho, un estudio de 2016 señaló que un motivo por el que ellos son menos respetuosos con el medioambiente es porque perciben su defensa como una actitud femenina.
"Muchos ven a Greta como una evangelizadora que te dice cómo tienes que vivir tú, un señor de 40 años de un país desarrollado, y no habla de China o India, que tienen un crecimiento brutal en emisiones de CO2", comenta Escrivà, que reflexiona: "¿De verdad pensamos que una adolescente tiene que dar todos los discursos para todas las cuestiones? Ya hace bastante con dar un toque de atención a los que vivimos en una sociedad occidental".

Adultos vs. niños

Negacionistas y misóginos aparte, Escrivà considera que los 16 años de Greta suponen un choque generacional que puede ser contraproducente para transmitir su mensaje. "Me parece positivo revindicar el futuro, pero se les dice a los mayores que son culpables, cuando hay mucha gente que no lo es, y eso te galvaniza contra el mensaje. Una cosa es que dé lecciones a un rapero que va en avión privado y otra, que le diga qué hacer a gente cuya vida ya es difícil".
La psicoterapeuta de la Universidad de Bath (Reino Unido) Caroline Hickman ha analizado por qué algunos adultos parecen rechazar a la juventud activista. "Muchos proyectan sus propios miedos y ansiedades en ella, y la rechazan de manera inconsciente como una forma de librarse de ellos", dice.
Considera que es un ejemplo de niños que se comportan como adultos y adultos que lo hacen como niños: "Estos ataques son rabietas infantiles de adultos que no tienen la madurez psicológica necesaria para contener sus respuestas emocionales. En cuanto a los que insultan a Greta, considera que "hacen bullying para intentar recuperar un poder que sienten que han perdido".

Publican en español los discursos de la activista adolescente Greta Thunberg
La activista adolescente Greta Thunberg EFE

En defensa de la neurodiversidad

"Parece una niña muy feliz", se burló el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a través de Twitter tras el discurso de Greta en la ONU. El político hacía caso omiso al hecho de que la joven activista se expresa de forma normal para una persona con síndrome de Asperger, quien respondió añadiendo dicha descripción a su perfil.
El neurobiólogo de la Universidad de Salamanca especializado en autismo José Ramón Alonso considera que uno de los motivos del rechazo a Greta puede ser nuestra falta de costumbre a ver pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) en la esfera pública.
"Son personas que tienen problemas para transmitir emociones con el lenguaje corporal y el tono de voz, y les cuesta mucho adaptarse a situaciones distintas", explica Alonso. "No estamos acostumbrados a que alguien tenga expresiones poco ajustadas a una situación, y es injusto que se lo pidamos a ella".
El investigador considera que su popularidad puede ser positiva para visibilizar no solo la crisis climática, sino también "la aportación que pueden hacer a nuestro mundo las personas con TEA". Esto siempre y cuando vaya acompañada de una "educación". "Si no, volveremos a la discriminación y los prejuicios, y a decirle a las familias que sus hijos están mal educados".
¿Puede ser el síndrome de Asperger, tal y como Greta afirma, un "superpoder" en la lucha contra el cambio climático? "Es verdad que [las personas asperger] se centran en un tema que para ellos es de importancia suma y a veces no saben transmitirlo o sacarle partido. Su atención a los detalles es clave, aunque luego tengan mayores dificultades en la interacción social".
A esto añade el hecho de que los demás adolescentes suelen estar "muy pendientes de las jerarquías". "[Los asperger] eso lo entienden menos y dicen las cosas con una crudeza y sinceridad que en muchos casos es un valor positivo".
En este sentido, parte de las críticas a Greta recaen en sus padres por permitir que una adolescente con síndrome de Asperger se convierta en activista. "Conozco a una madre que decía que su hijo iba a ser un 'autista moderno", dice Alonso, "en vez de recortar sus posibilidades".
Por todo ello defiende que debemos ser mejores con ellos y darles su espacio. "Hay personas diferentes y la solución no puede ser la talla única. Es responsabilidad nuestra hacerles un sitio, valorarlos y entenderlos.".

Una verdad incómoda

Por muchos factores que puedan contribuir al rechazo de Greta, solo sirven de excusa para repudiar su mensaje. Este aboga por cambios en nuestro modo de vida y en el propio sistema y, encima, con emergencia. "Dice que hay que ponerse las pilas y que cada uno debe hacer lo que pueda para frenar esto. Eso a mucha gente no le gusta porque nadie quiere cambiar sus hábitos", explica el catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira Serra.
"Cuando confrontas a la gente con decisiones reales que tiene al alcance de su mano para luchar contra el cambio climático, la incomodas muchísimo", dice Escrivà. "Me impactó cuando Greta fue a The Daily Show, dijo una parrafada muy bien dicha y el público empezó a aplaudir", recuerda. "Pensé que si fueran capaces de traducir sus palabras a un nivel de recorte de emisiones en su vida diaria no iban a aplaudir, y menos en Estados Unidos, que es el país con una mayor huella ecológica por persona".
Un estudio de 2017 exploró cómo las recomendaciones para reducir las emisiones suelen obviar las acciones más efectivas. "Reciclar, mantener la temperatura justa e instalar LED es lo que menos cuenta. Lo que más es la energía renovable, disminuir el consumo de carne y dejar el coche y el avión", explica el divulgador. "Son cosas que pican mucho más y la gente, cuando entiende eso, alucina".
"Aislar la casa y dejar el coche es complicado y no todos pueden, pero podemos demostrar a políticos y empresas que se han apuntado a patrocinar la COP25 que no les compramos sus productos si no cambian", dice Ruiz de Elvira. "Esto es un mensaje que les llega… ¡no veas cómo!", añade sobre los motivos por los que el mensaje de Greta "pincha" a tantos.

Greta Thunberg rechaza un premio medioambiental por inacción en crisis climática
Greta Thunberg durante una manifestación EFE

Cuidado con las soluciones mágicas

Escrivà tiene clara su principal crítica a Greta: "Perpetúa una cosmovisión en la que hay una solución mágica que los políticos no están aplicando, pero que podrían hacerlo si escucharan a los científicos".
El divulgador considera que presuponer que la actuación contra el cambio climático no despega por culpa de la falta de información es "muy simplista" y defiende que los políticos "llevan mucho tiempo escuchando a los científicos". Asegura que la inacción política "responde a intereses, cortoplacismo, inercias, miedo a asumir el coste político, dificultades para cambiar nuestro modo de vida y a que la ciudadanía no quiere".
"Estamos con Greta, pero externalizamos nuestro activismo ambiental a base de likes a ella y pensamos que con eso ya somos verdes". Esto "nos desapega de los cambios reales que debemos incorporar y promover, porque la acción debe ser colectiva, no solo de los políticos".
Escrivà lamenta que la joven activista no ejemplifique ese cambio de valores, ya que lleva a cabo acciones difícilmente imitables por el resto de la población, que no puede depender de que los Grimaldi le dejen un barco para ir desde Reino Unido a Nueva York, ni de que unos navegantes la lleven en catamarán desde Salt Ponds hasta Lisboa.
"El cambio real no es venir de cualquier forma a España. Es preguntarse: ¿necesito ir a Madrid? ¿No doy mejor ejemplo a mucha gente si voy a una reunión tan importante como la COP25 por videoconferencia?".
Por eso, teme que esa hiperperfección lleve a mucha gente, incapaz de prescindir de los plásticos o el coche de la noche a la mañana, a tirar la toalla. "Me importa más que el 80% de la población occidental reduzca un 50% el uso de plásticos o los vuelos que una pequeña élite del 5% lo haga todo bien, porque eso desmoraliza".
También teme que gritar "que viene el lobo" cause rechazo contra la causa cuando, en diez años, "no se haya acabado" el mundo. "Habrá más sequías, huracanes y alguna especie invasora más, pero no será Mad Max. En cuarenta años ya veremos".

El nuevo negacionismo es no hacer nada

"Chirría que una adolescente con una calidad de vida extraordinaria diga que le han robado el futuro. No nos han robado el futuro: nos han dejado un mundo destrozado, hay que reconstruirlo y exigir responsabilidades, pero a millones de niños les están robando el presente", asegura Escrivà. "No todo es cambio climático, el mundo es complejo y me parece peligroso cualquier mensaje que tienda a simplificarlo", añade en referencia a las empresas que se "suben al carro" de la sostenibilidad pero "no al de los derechos de los trabajadores".
La consecuencia de dichas soluciones mágicas y de, en palabras de Escrivà, pensar que las empresas son malas per se, es caer en el nuevo negacionismo: el negacionismo de soluciones. En otras palabras, no hacer nada hasta que lo hagan los gobiernos y las corporaciones. "Las cien empresas que producen el 70 % de los gases de efecto invernadero del mundo no lo hacen porque tengan un botón que emite CO2, sino porque fabrican el cemento y acero de tu casa y el petróleo de tu coche".
El problema, según el divulgador, es que "si todo el mundo espera a que alguien haga algo, entonces nadie hace nada". Considera que "siempre vamos a encontrar vías para autojustificarnos y no bajar nuestro consumo", y por eso "debemos darnos el menor número de excusas" para mantener la inacción. "Si en tu esquema mental tú eres el bueno y los otros los malos, para qué vas a hacer algo".
Por todo ello, Escrivà ve a Greta como un "ariete" que abre las puertas, pero que debe ir acompañado del resto del ejército para que sirva de algo. "Es un activador de la conversación, pero creo que ya ha jugado su papel".
Su mejor legado, afirma, "sería que dejáramos de hablar de lo que hace y hubiera una conversación más allá, de cómo nos afecta el cambio de paisaje, de si estamos dispuestos a dejar el avión y el coche". Todo eso, mientras apoyamos a las Gretas de nuestro alrededor.

"Los hijos utilizados en conflictos de divorcio tienen traumas psicológicos comparados a ser maltratados". #30añosCDN.

Entrevista a Jorge Barudy,  Experto en buen trato infantil y neuropsiquiatra. 

David Noriega.

"El derecho fundamental de un niño o una niña es ser bien tratado, 
no solo en el ámbito familiar, también en el institucional y en el social"
"Si uno de los ejes de la organización social fuera asegurar los buenos tratos a los niños y las niñas, 
tendríamos una sociedad menos violenta y con menos dificultades"
señala el neuropsiquiatra experto en buen trato infantil Jorge Barudy

Jorge Barudy, neuropsiquiatra, psiquiatra infantil
y terapeuta familiar especializado en buenos tratos en la infancia
En España se producen al año alrededor de 100.000 separaciones, divorcios o nulidades, que suponen un cambio sustancial en la vida de unos 75.000 niños y niñas. "Las separaciones, en sí mismas, no tienen porqué dañar a los hijos e hijas", explica el neuropsiquiatra y experto en buenos tratos en la infancia Jorge Barudy, que acaba de participar en un taller de UNAF sobre competencias parentales en familia con padres separados. Pero hay que saber cómo afrontarlas para minimizar el impacto en los más pequeños. Barudy es fundador de la ONG Asociación EXIL, centrada en la atención a víctimas de violaciones de los Derechos Humanos, y cofundador del Instituto de Formación e Investigación-acción sobre las Consecuencias de la Violencia y la Promoción a la Resilencia.

¿A qué se refiere cuando habla de maltrato infantil?
Todos los actos por acción o por omisión que no permiten el desarrollo sano de los niños. Agresiones físicas, sexuales o psicológicas, pero también todo tipo de negligencias, sobre todo la afectiva. También la utilización o cosificación de los niños en conflictos entre adultos, por ejemplo cuando son utilizados como rehenes después de una separación. Todo es maltrato. Si lo amplias más, no es solo intrafamiliar. Hablamos de maltrato institucional y socioeconómico. El concepto es muy amplio.

¿Considera que el Estado es garantista en cuanto a la protección a la infancia?
En España, y también en Europa, hay un avance en políticas de protección infantil pero, desgraciadamente, queda bastante por hacer. Los servicios de la administración que tienen la responsabilidad de asegurar la protección infantil carecen de los recursos económicos suficientes para tener más personal. Y hay un tema de formación: una cosa es lo que las investigaciones en el terreno de la neurociencia han demostrado y otra, lo que se hace en la práctica.

¿Qué ha demostrado la neurociencia?
Dejó muy claro que el bienestar infantil depende de la relación entre el material genético y las relaciones interpersonales. Las relaciones tempranas, hasta los tres años e incluso durante el embarazo, son muy importantes para organizar el funcionamiento sano de la mente. Esta idea implica una visión, una detección precoz de las condiciones adversas que acompañan al embarazo y los primeros años de vida, que es muy deficitaria en la mirada de los funcionarios. Todavía queda un vestigio, una creencia, de que los bebés no sufren o no se dan cuenta del sufrimiento. 

¿Qué consecuencias tiene lo que ocurre en esos primeros años?
Los traumas tempranos son un cimiento fundamental para explicar todos los trastornos mentales de los adultos. Hay una correlación importante. Por eso es importante la detección y la intervención temprana de niños, niñas y adolescentes. Y, al mismo tiempo, tenemos que insistir en que no existe una cultura en el mundo adulto sobre que la protección infantil es una tarea de toda la sociedad.

Si lo que ocurre durante los primeros tres años es determinante para el desarrollo como adultos, ¿no hay vuelta atrás?
El cerebro es uno de los órganos que tienen mayor plasticidad y capacidad de autoorganización. Si yo he sido víctima de maltrato durante los primeros años de vida y el resto de mi vida existe una política de protección o un modelo de intervención que mejore mis condiciones de vida y unas medidas de reparación terapéutica -lo que llamamos traumaterapia- y a los padres se les ofrecen programas en los que puedan pasar de una parentalidad maltratante a una bientratante, el impacto puede no ser determinante.

¿El maltrato es estructural?
La infancia es el grupo social más vulnerable y dependiente de los cuidados de los adultos, y aún así es el más vulnerado en relación al respeto de sus derechos. El derecho fundamental de un niño o una niña es ser bien trato, no solamente en el ámbito familiar, también en el institucional, como la escuela, y en el social, en el sentido de que la familia tenga las condiciones de vida que puedan asegurar los recursos materiales de vivienda, acceso a la salud y recursos para acompañar la crianza.

El mundo adulto tiene una deuda muy grande con sus propias crías. Hay autores, como el padre de la resiliencia, Boris Cyrulnik, a los que suscribo, que dicen que el modelo económico actual, basado en la ideología de mercado y la importancia del dinero y el consumo, es infanticida. Yo agrego: no solo desde el punto de vista físico, sino psicológico y social. Se prioriza el bienestar material y el ascenso en la escala social sobre la crianza y la natalidad. La infancia está en desventaja. Si a eso le sumas que la distribución de los recursos sigue siendo deficitaria en relación a las necesidades de los niños y las niñas para asegurar un desarrollo sano, se genera una gran desventaja.

Víctimas de maltratos en la infancia dicen, a veces ya como adultos, que cuando verbalizaban su situación traumática, no se les creía.
La infancia no está considerada aún como un sujeto legítimo que puede expresar su vivencia, aunque esta cuestione el mundo adulto. Ningún niño o niña, salvo si es manipulado por un adulto, va a decir algo para perjudicar al mundo adulto, que es su entorno protector. Esa desconfianza va en paralelo con lo que pasaba, y sigue pasando, con las mujeres. Hay una representación ideológica cultural y patriarcal en la que las mujeres tienen tendencia a mentir. Eso se puede extrapolar a la infancia, donde una parte de la cultura todavía sigue defendiendo la idea de que los niños fabulan, mienten y que, por lo tanto, no todo lo que dicen es verdad.

Eso ha ido mejorando gracias a que una parte de la sociedad acepta ya que el niño no solo dice la verdad a través de la palabra, sino con su comportamiento. Por ejemplo, el 100% de los niños o de los jóvenes infractores de ley tienen una historia de vida caracterizada por el maltrato. Cuando se mira solo la conducta se le califica como 'infractor de ley', pero no se le ve como consecuencia de una historia de maltrato en la que el sistema social, desde el punto de vista de protección, ha fallado. No quiere decir que no deban asumir sus responsabilidades, pero si uno de los ejes de la organización social fuera asegurar los buenos tratos a los niños y las niñas, estaríamos produciendo una sociedad menos violenta y con menos dificultades.

¿Los adultos tenemos relaciones interpersonales de buenos tratos en procesos de separación?
La explicación de porqué existe una separación implica un pensamiento que incorpora un conjunto enorme de factores. Cuando las personas tienen individualmente reconocida experiencia de maltrato en su historia de vida una parte de su mente está organizada por esos traumas derivados del maltrato y pueden reproducir esos comportamientos maltratantes en una relación conyugal. Por lo tanto, los problemas de pareja, y no poder armonizar una relación de buen trato, tiene que ver con la historia de vida de cada uno de los cónyuges. Eso no significa que con historias de vida bientratantes llegue un momento en el que se dan cuenta de que la pareja no funciona, pero si hay hijos van a llegar a un acuerdo para separarse como pareja, pero seguir haciendo lo mejor para aportar un contexto bientratante a sus hijos o hijas y, si no lo logran, van a pedir ayuda, donde es importantísimo el tema de la mediación.

¿Cómo afecta a los hijos?
Las separaciones, en sí mismas, no tienen porqué dañar a los hijos e hijas. Les hace sufrir, sobre todo al principio y si son muy pequeños, pero cuando son mayorcitos tienen más recursos para acomodarse o, incluso, encontrar alguna ventaja a tener dos modelos de crianza o dos ámbitos sociales. En los procesos de separación influyen muchos elementos, pero lo más importante es que a los padres y madres que hacen sufrir a los hijos les fallan las capacidades básicas. Si lo utilizan como instrumento para atacarse, no tienen la empatía para colocarse en lo que supone para un hijo escuchar a su madre o su padre hablar mal del otro y les generan una experiencia terriblemente traumática. Los hijos utilizados en conflictos de divorcio tienen traumas psicológicos comparados a ser maltratados directamente. Por eso es muy importante la prevención de la utilización de hijos e hijas en conflictos de divorcio y que las políticas de protección les incorporen como sujetos de protección.

Antes de un proceso de separación o cuando se inicia, ¿sabemos transmitir a los hijos e hijas lo que pasa? ¿es mejor hablar con ellos u ocultarles el conflicto?
La conclusión, hasta ahora, es que la verdad no manipulada es lo más sano. Un niño pequeño tiene capacidad de comprensión a partir de los cuatro añitos. Si tú le explicas que el papá y la mamá en muchas cosas no están de acuerdo y que las discusiones no tienen nada que ver con él, lo estás protegiendo. Eso es una intervención preventiva fundamental para evitar el fenómeno de la autoatribución: cuando no hay una explicación de lo que pasa entre los padres y las madres hay una tendencia psicológica a encontrarle un sentido atribuyéndose la causa.



Todo está en frente nuestro. #30añosCDN.

Ninguna persona experta podía prever que el llamado de un grupo de niñas, niños y adolescentes 
a “evadir” el pago del pasaje del metro -como una forma de protesta por su alza- 
iba a llevarnos a esto, a algo que todavía no sabemos muy bien qué es, 
porque aún tiene múltiples lecturas e interpretaciones.

Situación de Chile, 
y de la Infancia y Adolescencia chilenas, 
por nuestra socia Iskra Pavez Soto*, 
Asociación GSIA.

Ya se ha dicho hasta el cansancio que la crisis chilena no se venía venir, ninguna persona experta podía prever que el llamado de un grupo de niñas, niños y adolescentes a “evadir” el pago del pasaje del metro -como una forma de protesta por su alza- iba a llevarnos a esto, a algo que todavía no sabemos muy bien qué es, porque aún tiene múltiples lecturas e interpretaciones
Hay teorías de la conspiración que lanzan hipótesis respecto a que esta crisis fue planificada y financiada por grupos de ultraizquierda (comandados por China, Rusia, Cuba o Venezuela) o grupos de ultraderecha (Estados Unidos, Brasil). 
Otras voces dicen que esta generación millenial encendió la mecha de algo que venía fraguándose hacía años en lo más profundo de nuestra sociedad: una mezcla de malestar, injusticia, dolor, rabia, indignación por la desigualdad, aunque tuviéramos acceso al crédito y al consumo, había una herida que seguía sangrando y no cicatrizaba, por más bonos y celulares que tuviéramos.
Algunos intelectuales de nuestro país dicen que solo se trata de un puñado de millenials o centenialls rebeldes y desobedientes, una generación egocéntrica, narcisista, irresponsable y exigente que nació en democracia, creció con las marchas estudiantiles, oyendo a diario el discurso de los derechos y que le perdió el miedo a toda autoridad; incluso a los militares (lo que no ha impedido que igual hayan matado a personas chilenas e inmigrantes y que hayan vulnerado sus derechos cuando son detenidos). 
Este grupo de niñas, niños y adolescentes empezaron a jugar a ser héroes, anarquistas o terroristas, tal como lo habían visto en los videojuegos, películas de Hollywood o series de Netflix, lo cierto es que vestidos con sus uniformes escolares nos hicieron despertar. Una niñez y adolescencia que no tiene derecho a voto, pero sí responsabilidad penal y, quizás, prontamente (porque se acaba de aprobar una ley) toque de queda por edad…
Dicen otros intelectuales que estas protestas (como las marchas, los cacerolazos o inclusos los saqueos) son prácticas confusas de interpretar, porque representan a una masa de personas no organizadas, sin lideresas identificadas, es inorgánica, no tienen un petitorio claro, conocido y único, no se sabe bien contra qué se protesta: el sistema económico, la clase política, Piñera, una nueva Constitución, por obtener una tajada más grande de esta torta o todas las anteriores.
¿Estamos frente a una simple revuelta popular, catarsis colectiva o será una revolución que nos hará forjar un nuevo contrato social (que siempre es sexual) en esta comunidad imaginada llamada Chile?.
No lo vimos venir porque las señales eran pequeños detalles y como suele suceder en estos tiempos, apurados y cansados, nadie se fija en los detalles
Claro, sabíamos que más de la mitad de las niñas y los niños en Chile sufría algún tipo de maltrato intrafamiliar, según cifras de la UNICEF, pero la mortalidad infantil había bajado; también conocíamos el caso de niñas y niños de clases altas que desde los ¡tres años! tenían que asistir a clases de reforzamiento (tipo preuniversitario) por las tardes para entrenarse y así aprobar las pruebas de selección de ciertos colegios para obtener una educación privada de calidad, porque la educación pública agoniza hace años. Ciertamente, nos dolía ver que no podían respirar las niñas y los niños de Quintero y otras tantas “zonas de sacrificio” donde las empresas mineras o forestales producían, contaminaban y exportaban para mantener a Chile en los mejores rankings económicos internacionales. 
También nos entristecía ver que las niñas y los niños inmigrantes sufrían de bullying en las escuelas o que las niñas y los niños chilenos más vulnerabilizados se murieran en los centros paupérrimos del SENAME, que casi parecían cárceles. 
Getty Images BBC
Veíamos los rostros cansados de las madres trabajadoras de los malls o del retail, ganando menos que sus pares varones, viajando dos horas de ida y dos hora de vuelta en un sistema de transporte público malo y caro, donde a veces sufrían punteos o toqueteos (abusos sexuales). Veíamos que a las mujeres –incluso embarazadas- las mataban los maridos, los pololos, los ex o los amantes y algunos hombres anónimos se sentían con el derecho de matar a las lesbianas y nadie decía nada.
También las estadísticas mostraban que a las mujeres técnicas y profesionales no les alcanzaba el sueldo para llegar a fin de mes y cada vez más usaban la tarjeta de crédito para comprar ¡comida en el supermercado!. 
También se podían observar los cuerpos explotados de las mujeres inmigrantes que limpiaban los baños, barrían las calles, vendían superocho en las esquinas o trabajaban jornadas eternas como temporeras o “nanas” (empleadas domésticas). 
En ocasiones, las noticias mostraban que el hospital público San José colapsaba y sabíamos que las mujeres más pobres morían esperando una hora médica para operarse. Luego, se hablaba sobre los suicidios de algunas mujeres ancianas que habían criado hijas e hijos, nietas y nietos o que habían trabajado toda una vida y a cambio recibían una pensión que no les alcanzaba para comprar sus remedios, de no más de $120.000 (165 U$, aproximadamente) de parte de una empresa multimillonaria llamada AFP.
A veces en la radio alguien decía que el 50% de la población chilena ganaba menos de $400.000 mensuales (550 U$ aproximadamente), también se comentaba que iban a subir las cuentas de agua y luz, que teníamos que pagar un medidor inteligente, la gente reclamaba por los tag y la bencina, el costo de la vida subía otra vez, tal como decía Juan Luis Guerra. 
Al mismo tiempo, era una burla ver que los casos de corrupción política o de las Fuerzas Armadas, la evasión de impuestos o la colusión de las grandes empresas no iban a recibir ninguna sanción con penas de cárcel, solo clases de ética y la iglesia católica se revelaba pedófila hasta en sus más nobles pastores.

Las instituciones tradicionales, diría la sociología clásica, se desmoronaban y la sociedad: las personas, quedábamos huérfanas de autoridades legítimas, a merced de nuestras pulsiones, rabias, miedos y dolores más profundos, pero también con la libertad, autonomía y responsabilidad de reflexionar y decidir sobre nosotras mismas y nuestro destino. El Chile moderno que parecía un oasis, era solo un espejismo.
Es evidente que la mayoría de las demandas de esta revuelta aluden a la posibilidad de crear un verdadero Estado de Bienestar feminista en Chile, que promueva una sociedad justa, en el amplio sentido de ese concepto. Ya veremos, siguiendo los aportes de Esping-Andersen, cómo se proveerá dicho bienestar y qué agencias (estado, mercado y sociedad-familias) serán las encargadas y qué rol jugará cada actor, según sus intereses y los grupos de poder. 
Chile puede dar el salto, de verdad, si quiere medirse con la vara de los países OCDE o llamados desarrollados.

*Iskra Pavez Soto. Doctora en Sociología (Universitat Autónoma de Barcelona), Experta en Políticas Sociales de Infancia (Universidad Complutense de Madrid), Diplomada en Estudios de Género (Universidad de Chile) y Trabajadora Social (Universidad Tecnológica Metropolitana). 
Es integrante del GSIA: Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia de España (http://www.grupodeinfancia.org), del Research Committee Nº 25 “Language and Society” y Nº 53 “Sociology of Childhood” de la International Sociological Association (ISA) y del Grupo de Trabajo “Migración sur-sur: corredores, flujos y dinámicas” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Sus principales líneas de investigación son los estudios de infancias, procesos sociales y educación, estudios de género y generacionales, el feminismo, el poder y el cuerpo, violencia sexual, movilidades humanas y migraciones transnacionales, intervención social y políticas públicas.
http://www.ubo.cl/cie/proyectos-y-publicaciones/iskra-pavez-soto/