Diploma en "Políticas de Infancia y Adolescencia. Retos actuales", Curso UCM. Últimas plazas.

 


ABIERTO EL PLAZO DE INSCRIPCIÓN.
CURSO UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
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DIPLOMA DE POLÍTICAS DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA:
Retos actuales

OBJETIVOS


La finalidad del
 Diploma en Políticas de Infancia y Adolescencia. Retos actuales es proporcionar un conocimiento multidisciplinar acerca de la posición y el papel de los niños, niñas y adolescentes en el mundo actual. 

Se basa en la consideración de los mismos como actores sociales, y promueve la comprensión de sus derechos y de las políticas dirigidas a su bienestar, así como de los desafíos a los que ambos se enfrentan.


DIRECCIÓN
 
Dª Begoña Leyra Fatou. D. Kepa Paul Larrañaga Martínez.


CONSEJO ACADÉMICO

Dª Lourdes Gaitán Muñoz. D. Manfred Liebel. Dª Marta Domínguez Pérez.


PROGRAMA
 
  1. Perspectivas teóricas en los estudios de infancia
  • Un cambio de mirada: la sociología y los estudios de infancia
  • Infancia y sociedad: Enfoques teóricos y metodológicos
  • Calidad de vida y bienestar subjetivo en la infancia
  • Análisis y evaluación del bienestar subjetivo en la infancia
  1. Políticas y derechos de niños y niñas
  • Bienestar social y políticas de infancia
  • Los derechos de la infancia en el marco de las Naciones Unidas
  • Los estudios (críticos) de los derechos de infancia
  1. Los derechos de ciudadanía en la infancia
  • Ciudadanía en la infancia. Diversidad y no discriminación
  • Derechos de ciudadanía y participación en la infancia
  1. Retos actuales globales y locales
  • La infancia y la adolescencia desde una perspectiva de género
  • La pobreza de los niños, niñas y adolescentes
  • Los niños como actores en los procesos migratorios
  • La multiculturalidad en el sistema educativo
  • El derecho a la ciudad (segregación/inclusión en los espacios públicos)
  • La infancia como agente en la sociedad digital
 
Duración: Del 20 de abril al 16 de junio de 2022

Horario: Miércoles y jueves de cada semana, de 17,00 a 20,00 (hora España)

Créditos ECTS: 15 (60 horas)

Precio: 600 euros

Becas: 4 Becas parciales a estudiantes preinscritos en el título

Perfil del alumnado:
- Jóvenes graduados/as en el campo de las ciencias sociales interesados/as en especializarse en el campo de los derechos y para la infancia y la adolescencia.
-Profesionales de los campos educativo, social, sanitario o jurídico, interesados en sumar nuevos conocimientos sobre la realidad de los niños, niñas y adolescentes de hoy.


Modalidad: Online (sincrónica)

Informaciónhttps://www.ucm.es/eg//diploma-politicas-de-infancia-y-adolescencia-retos-actuales  

Inscripciónhttps://www.ucm.es/estudios/2021-22/diploma-PoliTinfayAdo2201

Más información: politicasinfancia@ucm.es

Contacto: Kepa Paul Larrañaga. Tfno.: +34 630 043 816

¿Qué permite hacer la ley a los adolescentes menores de edad que son maduros?,

El Derecho exige diferentes edades para realizar eficazmente actos jurídicos y reconoce la validez de algunas decisiones y actuaciones de las personas menores de edad.

Shutterstock / VH-studio

El Derecho emplea la edad para determinar quién puede ejercer derechos y cumplir obligaciones. La más relevante es la mayoría de edad (
artículo 12 de la Constitución y artículo 240 del Código civil): a partir de los 18 años la persona se considera autónoma y plenamente capaz de decidir, obrar y responsabilizarse de las consecuencias jurídicas de sus actos.

Antes de que los haya cumplido, el Derecho presume que el menor carece en general de esa capacidad, al menos completamente, y adopta medidas de protección y complemento como la patria potestad o la tutela.

La frontera de los 18 años no es un límite natural ni arbitrario, pues se relaciona con el desarrollo cognitivo, emocional y social. Sí es, en cambio, un límite convencional, y ello explica que el Derecho exija diferentes edades para realizar eficazmente actos jurídicos y reconozca la validez de algunas decisiones y actuaciones de las personas menores de edad.

Por consiguiente, ni la edad es un criterio categórico, ni la minoría de edad equivale a incapacidad, como analizamos en profundidad en la investigación “El menor maduro. Cinco aproximaciones a un perfil poliédrico”, publicada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD. Las categorías del menor emancipado y del menor maduro introducen una excepción al criterio cronológico de la edad y lo reemplazan por la madurez, un criterio prudencial y más flexible: existen distintos grados de madurez, en función de cada persona, acto y circunstancia.

El menor emancipado y el menor maduro

La emancipación (artículo 239 y siguientes del Código Civil) es un supuesto de capacidad autónoma del menor de edad por concesión de los progenitores o la autoridad judicial. Desaparecen la patria potestad y la representación y administración parentales y el menor mayor de 16 años emancipado puede regir su persona y bienes como si fuera mayor, aunque con limitaciones en asuntos patrimoniales.

En cuanto al menor maduro, el ordenamiento jurídico español no lo define ni regula con carácter general, pero sí reconoce validez a sus decisiones y actuaciones y limita el alcance de la representación.

La actuación de los menores en lo personal

En la esfera de actuación autónoma del menor sobresalen los denominados derechos personalísimos, estrechamente ligados al ámbito íntimo y privado (artículo 162.1º del Código Civil). El menor maduro tiene capacidad para decidir sobre sus opciones religiosas y políticas, las publicaciones de sus trabajos, obras intelectuales o fotografías, sus datos de carácter personal (artículo 7 Ley orgánica 3/2018, de 5 de diciembre) o sobre su intimidad y su imagen (artículo 3 Ley orgánica 1/1982, de 5 de mayo). Asimismo, puede tomar decisiones autónomas sobre su sexualidad, vida y salud (art. 9 Ley 41/2002, de 14 de noviembre), aunque no sobre determinados tratamientos –por ejemplo, reproducción humana asistida– y solo de forma limitada en casos de grave riesgo para su vida o salud.

Por otra parte, no ha de olvidarse que la actuación de la persona menor de edad tiene consecuencias tanto en el ámbito civil como en el ámbito penal, y que cabe exigir responsabilidad a las personas mayores de 14 años y menores de 18 por la comisión de hechos tipificados como delitos o faltas en el Código penal o las leyes penales especiales (artículo 1 Ley orgánica 5/2000, de 12 de enero).

El ámbito patrimonial

En la esfera patrimonial el menor maduro (artículo 1263 del Código Civil) puede realizar de forma cotidiana y válida contratos corrientes y no demasiado onerosos, adquirir bienes de consumo –comida, libros, tecnología– y acceder a los transportes públicos y a lugares de recreo y ocio. No puede, por el contrario, adquirir lo que se considere excepcional o suponga una carga económica relevante –por ejemplo, una motocicleta–.

También se reconoce su capacidad para celebrar contratos que le obliguen a prestaciones personales: contratos de trabajo, anuncios publicitarios, fotografías para agencias, participación en programas o concursos televisivos, etc. En estos casos, el menor con madurez de juicio debe prestar siempre su consentimiento con carácter previo, y por ello la validez del acto de representación queda subordinada al previo consentimiento del menor.

Además, desde los 14 años el menor puede otorgar testamento –salvo el escrito y firmado a mano–, y desde los 16 años puede trabajar con permiso de sus padres (arts. 6 y siguientes del Estatuto de los trabajadores), administrar los bienes adquiridos con una actividad que genere beneficio, ceder los derechos de explotación derivados de la propiedad intelectual, y emanciparse y vivir de forma independiente (e incluso casarse, si está emancipado: artículo 46 del Código Civil), con autorización de sus padres o tutores.

El tratamiento jurídico del menor maduro expresa la evolución del Derecho hacia criterios más flexibles y una mayor garantía de la libertad y los derechos de las personas menores de edad, perfilando el ejercicio de su representación de acuerdo con el interés superior del menor, favoreciendo el desarrollo de su personalidad e identidad y teniendo en cuenta sus deseos, preferencias y opiniones.

*Catedrático de Filosofía del Derecho, Universidade da Coruña 

"Infancia y Pandemia: Perspectivas presentes, retos futuros. XVIII Seminario: Miércoles de COIDESO.


XVIII SEMINARIO MIÉRCOLES CON COIDESO: 
INFANCIA Y PANDEMIA: PERSPECTIVAS PRESENTES, RETOS FUTUROS.

Miércoles 6 de abril a las 18:00-20:00h/ 
Wednesday, Abril 6   at 18:00 p.m. (Central Europe) 

PRESENCIAL Aula de Grados, Facultad de Educación. 
Retransmisión también  en YOUTUBE.

* Al inscribirse a este seminario usted esta dando su consentimiento para que en cualquier momento el seminario pueda grabarse. 
*By registering for this seminar you are giving your consent for the seminar to be recorded and broadcasted at any time.



¡Que nada ni nadie os arruine el día!. Blog de LIJ "Donde viven los monstruos".

 Román Belmonte,
Blog LIJ "Donde Viven Los Monstruos". 


Miércoles (16/02/22), ecuador de la semana laboral. Un día estupendo para cabrearse como si no hubiera un mañana. Gracias a los alumnos, la profesora de inglés, la soberbia e incompetencia familiar, un colega incoherente, los políticos… Cualquiera puede ser el detonante de un ataque de cólera inusitado. Pero de verdad, ¿merece la pena pasar el día malencarado?


No es que yo sufra un síncope cada vez que alguien me tuerce el carro, pero sí reconozco que hay personas en este mundo que me sacan de mis casillas. Y no precisamente porque me contesten de mala manera o me gasten bromas pesadas. Tiene más que ver con los desprecios, las faltas de consideración o la obcecación.
Que nieguen la evidencia, que solo se acuerden de ti cuando les interesa o que sean incapaces de corresponderte como mereces, son gestos que me sacan de quicio. Será porque yo, aunque malhablado, sin formas y nada condescendiente, intento actuar con bastante autocrítica, dentro de una lógica y siempre intento ponerme en lugar del otro. No soy partidario del egocentrismo, el egoísmo y los intereses varios.


Si bien es cierto que antes me condenaba como un demonio, últimamente estoy empezando a gestionar este tipo de situaciones desde la ignorancia y la indiferencia. A veces trae más cuenta mirar hacia otro lado que enseñar las garras. Hacer lo que me apetezca y que todo me resbale. No se puede estar todo el santo día mosqueado con gente que a duras penas te demuestra el poco talento del que dispone.


A veces uno no puede evitar que lo saquen de sus casillas, sobre todo si tienes el resorte un poco flojo, pero hay que intentarlo y minimizar las ocasiones. Si te pareces al payaso que sale disparado de la caja sorpresa, si se te tuerce el morro a la mínima de cambio, el libro de hoy, es tu libro. Y teniendo en cuenta que Shinsuke Yoshitake es un maestro a la hora de quitarle hierro a cualquier asunto para darle la vuelta a la tortilla a cuenta de mucho humor, no te lo puedes perder.
En la misma línea que otros títulos de esta colección, ¡No soy un monstruo! (Libros del Zorro Rojo) se centra en los múltiples enfados de una protagonista cuyos nervios se ven alterados por cualquiera. Los compañeros de colegio, los requerimientos maternos, el vecindario. Cualquiera es capaz de enfurecerla y ella no puede evitar pensar en cómo les devolvería la pelota (programar un robot para que les congele la barriga o entrenar una abeja para que les pique, son dos ideas maravillosas). También nos cuenta los métodos que ha desarrollado para paliar esos ataques de ira y sus investigaciones respecto a los de otras personas. La conclusión es evidente: hay un monstruo que quiere hacerle la vida imposible. ¿Logrará vencerlo? ¿De qué manera?


Lleno de simpatía y desde una perspectiva bastante sui generis, el autor japonés vuelve a hacer de las suyas con un álbum donde viñetas y croquis, guiños, metáforas y toques surrealistas constituyen los recursos narrativos para un pequeño manual que divierte y hace pensar a partes iguales sobre la sencillez-complejidad humanas, esa dualidad tan hermosa y a la vez tan detestable.
Un último consejo: ¡No dejen que nadie les arruine el miércoles!

Contar la guerra y literatura infantil (no es tan sencillo).


Rosa Blanca. Roberto Innocenti
Los días posteriores al inicio de la guerra rusa contra Ucrania, aparecieron de inmediato numerosas listas de libros infantiles "para" y "sobre". Me recordó a lo que ocurre en las tiendas de chinos cuando llueve y ponen los paraguas en el escaparate. Estas listas parecían ofrecer su mercancía a mediadores ansiosos por explicar lo inexplicable. En esas listas se mezclaba de todo: libros sobre la Segunda Guerra Mundial, libros más filosóficos en contra de la guerra en general, memorias y testimonios, y ficciones de todo tipo ambientadas en diferentes guerras del mundo. En la mayoría de los casos las listas se limitaban a libros álbum. ¿Hay alguien por aquí que recuerde haber leído Cuando Hitler robó el conejo rosa? Incluso en alguna de esas listas, informaban que "no existen aún los libros que aborden la invasión rusa de Ucrania". Libros que "aborden". Todo esto me recuerda a ese libro de Los hombres me cuentan cosas, deberíamos escribir uno que dijera "Los libros me cuentan cosas". Reducir la guerra, cualquier guerra, a un puñado de libros para dar la lección, o contar algún pedacito de lo que es una guerra me parece un contrasentido.  Es mucho más complicado.




En el libro de Margaret Macmillan La guerra. Cómo nos han marcado los conflictos habla mucho de lo complejo del asunto. La guerra está relacionada con la economía, la diplomacia y la política. Por dar un dato, el presupuesto militar de Estados Unidos era de 750.000 millones en 2020. Tal vez hay que empezar por esto ¿hay algún libro álbum por ahí sobre esta cuestión? La historia escrita del mundo es, básicamente, una historia de la guerra. Vivimos en fronteras creadas por guerras, la ley que rige nuestras sociedades se creó para vigilar y al aceptar esa coerción admitimos que la naturaleza humana tiene un lado oscuro que debe ser coaccionado con el temor a una fuerza superior. Y no olvidemos que los ejecutivos de las grandes empresas suelen tener un libro en la mesilla: El arte de la guerra, nuestras ciudades están llenas de nombres y estatuas conmemorativas y visitamos con mucho gusto pueblos amurallados. Nos fascinan las películas con héroes militares, vemos obras de arte en los museos que nos lo recuerdan y el videojuego más popular en Estados Unidos, Call of Duty, transcurre en la Segunda Guerra Mundial. Yo misma estuve la semana pasada en una estupenda exposición organizada por una fundación que lleva el nombre del patrocinador del golpe franquista. 

Presentar libros que recojan la memoria de pasado no solo es necesario sino inevitable pero mi pregunta aquí es ¿Qué libros? ¿Qué cuentan los libros destinados a la infancia?.  Encontramos en estas listas muchos libros sobre las migraciones y exilios pero ¿hay alguien en España que esté leyendo los libros de nuestros exiliados? Hace casi 20 años hice una selección de cuentos de autores españoles exiliados: no encontró lugar y sigue en el cajón de los olvidos. Antoniorrobles, Magda Donato, José Moreno Villa, Herminio Almendros, Manuel Abril, María Teresa León... Elena Fortún (hoy disponible en ediciones para adultos), ¿Quién lee hoy el Pinocho de Bartolozzi? ¿Leen los mediadores a estos autores para llevar un pedazo del pasado a nuestros niños de hoy? Parece más fácil encontrar un libro de alguna guerra lejana. Las nuestras, se guardan bajo la alfombra. Los niños mexicanos leerán más sobre la guerra en Siria que sobre sus propias guerras, y niñas españolas habrán leído las peripecias de un niño somalí en un campo de refugiados de Kenia y no sabrán que en la cuneta del pueblo de sus abuelos reposan huesos de los que nadie les cuenta nada. 

Estuve mirando en catálogos de editoriales y bases de datos: el 90% de los libros que aparecen con la etiqueta de "guerra" se refieren a novelas. Y novelas de este tipo: "El príncipe de los caballos es una historia de valentía y voluntad para vencer a pesar de todos los obstáculos". Otro dice: "Cuando al estallar la Primera Guerra Mundial, el padre de Albert vende su caballo al ejército británico, el chico promete ir al frente y recuperar a Joey"

La mayoría de los libros infantiles que tienen como tema la guerra pueden clasificarse en cuatro categorías:

Informativos: un porcentaje muy pequeño que incluye títulos como: 20 batallas que cambiaron el mundo, Vikingos, o Manual para espías. Una cantidad mínima, orientada al sensacionalismo y a aspectos de la guerra que dejan a un lado cuestiones humanas y sociales. 

Pseudofilosóficos: Aquellos que hablan de la guerra en un sentido metafórico explicando enseguida que está mal. Libros que no contienen preguntas y sí respuestas sin matices que rehúyen los interrogantes acerca de lo que significa ser humanos. 

Memorias y autobiografías: Un género que estaría incluido en los informativos, pero lo pongo por separado por el valor del testimonio directo, al que suelen tener poco acceso los lectores de hoy en día. Sin embargo, libros con los diarios de Anna Frank están en colecciones de adultos, y no sé si las memorias de Roald Dahl, Volando solo, se leen más como una historia de aventuras que algo como la guerra. 

Ficción: Estarían en la categoría de novela histórica y por lo general son obras con voluntad didáctica y ambición pedagógica. Es un género que resulta muy atractivo para escritores vinculados con, por ejemplo, editoriales escolares donde se recomiendan estos libros porque vienen muy bien para "trabajar" muchas cuestiones, desde geografía, historia, lo social, etc. Estas novelas incluyen un joven que se suele convertir en un héroe por algo que ha hecho. A veces descubre un secreto familiar y la gran historia se reduce a una historia menor con unos cuantos personajes que acaban en lugares comunes. Al utilizar estrategias de seducción lectora como aventuras, un misterio, o un protagonista de la edad de los lectores, se aniquila la posibilidad de intervenir en el pasado. Quiero decir: no es posible transformar el presente por medio de la rememoración del pasado pues es un simple decorado que no permite a los lectores llegar a la conclusión de que el presente es la realización del pasado, en especial, los vencedores. Quienes escriben estos libros son adultos que no han vivido directamente los hechos, tampoco son historiadores, únicamente se ponen a la labor de trasladar a los lectores para que puedan ver "en directo" ciertos hechos. Creo que estos libros promueven la idea de que el pasado se reduce a una contemplación en la cual no nos podemos reconocer. Lo ocurrido con el pasado no tiene nada que ver con el tiempo actual, solo son fragmentos inconexos, parciales, sin ningún compromiso político. La mayoría evitan incluso una idea conflictiva del presente. 


Si tuviera que recomendar algo para esta época, sería la lectura de los cuentos que Miguel Hernández escribió durante la cárcel a su hijo Manolillo, o leería cualquier relato de los recopilados por Svletana Alexiévich en su libro Últimos testigos. Los niños de la Segunda Guerra Mundial . Abro al azar el libro, y encuentro el testimonio de Vera Tashkina que tenía diez años:

Antes de llegar la guerra yo ya había llorado mucho... Mi padre había muerto. Mi madre se quedó sola con siete hijos. Éramos muy pobres. La vida era difícil. Pero después, durante la guerra, aquello nos parecía una bonanza, aquella vida de antes, en tiempos de paz. (...) Comíamos... agua... Llegaba la hora de comer y mamá ponía encima de la mesa una cazuela llena de agua hervida. Nos llenábamos los platos. Por la noche. La cena. Otra cazuela de agua hervida aparecía encima de la mesa. Agua transparente, en invierno no había nada con que adornarla. Ni siquiera hierba.  

La censura en la Literatura Infantil y Juvenil. Unos apuntes. Día Int. del Libro Infantil y Juvenil, 2 de Abril.

 

Corren tiempos difíciles en los que las ideologías y los ismos se abren paso. Prejuicios, demagogias e intereses flotan en el aire, por lo que ha llegado la hora de hablar de un tema que, a pesar de estar estrechamente relacionado con la política y la sociedad, nos atañe a todos, más todavía a los que sugerimos lecturas y literatura. Es el momento de hablar de censura.
Aunque se figura un tema bastante escabroso en el que es difícil ser imparcial y ortodoxo, aquí les traigo una serie de apuntes sobre ciertos aspectos relacionados con esta, que bien pueden abrir nuevas ventanas desde donde mirar la realidad o simplemente exponer desde mi punto de vista puntos tratados por otros, quedando abiertos todos ellos a sus comentarios y aportaciones.


Ha sido uno de los libros más censurado alrededor del mundo por ser una obra perturbadora que incita al desequilibrio mental y las tendencias homicidas.

Todos somos censores

Antes de meterme en harina con un tema que suscita interés y polémica, he querido abrir esta caja de Pandora parafraseando las palabras de Perry Nodelman en su artículo homónimo que les recomiendo a manos llenas y que pueden leer aquí.
De acuerdo con Nodelman, la censura en los libros para niños no es llevada a cabo de manera exclusiva por agentes gubernamentales que adornan su brazo con la cruz gamada o la hoz y el martillo, no. Censores somos todos (o podemos serlos, dejemos la duda en el aire). Sólo basta ser humano, tener una educación determinada, unas preferencias o pertenecer a un grupo social concreto, y por tanto, desechar otras ideas por el mero hecho de ser diferentes.
Por ello y a pesar de la libertad que todos nos presuponemos, debemos interiorizar que cualquiera, desde la bibliotecaria de su barrio, pasando por el librero, el maestro de sus hijos, ustedes o yo mismo, somos censores. Censuramos a nuestra madre para que no vaya cascando las miserias familiares, censuramos a nuestros hijos a la hora de elegir libros infantiles, censuramos al vecino cuando apunta alguna inconveniencia, o al locutor de radio de turno por no poner entera la canción que nos gusta.
Pero, ¿por qué censuramos? Por el mero hecho de ser humanos y adscribirnos a unas normas, estereotipos y razón social, nos pasamos el día con la censura a cuestas sin darnos cuenta. Son las diferencias en cuanto a ideas y estereotipos las que condicionan la censura. Lo que James Moffett define como “agnosis”, el deseo de no saber, esa cualidad del adulto que se hace más patente cuando de él depende el hecho de seleccionar libros para los niños  y que deben mostrar la realidad que más le conviene. Si a ello añadimos que la literatura infantil es un territorio frágil, indefenso ante el control de los adultos, la cosa es mucho más llamativa y afianza más el concepto de que la infancia es una etapa a rebosar de oprimidos, en este caso niños, menospreciados por razones de edad (y otras muchas cosas).


Fue censurado en los Emiratos Árabes por incitar a la brujería. En Tejas (EE.UU.) y Toronto (Canadá) hubo quien fue a los tribunales para que se eliminara de sus páginas la batalla contra los Muggles.

El individuo y la sociedad. La censura individual y la censura colectiva

Aunque todos somos censores según lo dicho, debemos hablar de la censura desde dos perspectivas, las que se refieren a las dos realidades de nuestra condición, la personal y la social. Generalmente el ser humano tiende a comportarse de manera diferente cuando está solo y cuando se encuentra acompañado. Las relaciones que el hombre establece con sus iguales pueden modificar las ideas y conductas que este tenga cuando se encuentra sólo, incluidas las preferencias sobre la literatura infantil.
No me pregunten sobre las bases antropológicas que llevan a esta situación pues las desconozco. Lo único que he apuntado durante mis numerosas charlas y encuentros sobre libros para niños es que las personas modifican sus preferencias en torno a los libros dependiendo de las opiniones vertidas por los demás, de los prejuicios que surjan en el momento y los estereotipos de moda en el instante. Esa socialización de la ideas a la que apelaba Foucault se hace más palpable cuando hablamos de censura.
Es por esto que me atrevo a definir dos grupos de censura, aquella que realiza el individuo por sí mismo, con sus preconcepiones y su experiencia, cuando se encuentra solo ante un libro, y aquella que lleva a cabo el mismo individuo cuando se halla en un grupo de personas.


En 1931 fue censurado en Hunan, China, porque en esta obra  los animales hablaban, algo inadmisible ya que ponía a los animales al mismo nivel del hombre.

La censura gubernamental e institucional: el poder traducido

Desde España solemos mirar la censura hacia cierta dirección ya que todavía hacen mella en nuestra sociedad los cuarenta años de dictadura franquista, algo que también ha sucedido en países como Italia, Alemania o Chile en los que las dictaduras de derechas han ejercido una opresión ideológica más que palpable. Pero, ¿es la censura exclusiva de los gobiernos conservadores? El NO debe ser rotundo pues existen casos de territorios gobernados por regímenes comunistas en los que la censura literaria es el pan de cada día, algo que se puede constatar en lugares como China, Rusia, Corea del Norte, Cuba o Venezuela.
Seguramente también estén pensando que la censura es patrimonio de los totalitarismos, pero un servidor sigue negándolo ya que existen democracias de dilatada trayectoria como los Estados Unidos, Francia o Inglaterra en las que también hay ejemplos de censura literaria. Más bien podríamos aclarar que en los totalitarismos (unas veces despóticos, otras no tanto) la visibilidad de estos instrumentos censores ha sido mayor y ha alcanzado identidad como daño colateral a unas acciones mucho más deleznables y como instrumento propagandístico que ha rodeado la relación entre oprimidos y opresores.
Resumiendo, la censura gubernamental o institucional es un medio de poder que se pone en práctica en mayor o menor medida dependiendo del interés de quien ostenta dicha hegemonía, proceda esta de siglas diferentes, religiones varopintas o sindicatos de cualquier índole. Si desean definiciones más académicas les remito a este artículo de Raquel Merino Álvarez o a este otro de Roberto Martínez Mateo.


Este libro fue censurado en Dakota del Norte (EE.UU.) por contener "imágenes perturbadoras". Asimismo muchos sectores polemizaron porque incitaba a los niños a la desobediencia y violencia. Incluso se llegó de decir que alguno de sus poemas "glorifican a Satanás, el suicidio, el canibalismo o la pura pereza"

Cada época, cada sociedad, tiene sus propios tabúes, llámense erotismo, sexismo, nacionalismo, progresismo, o maltrato animal. Unos demonios que el poder y sus medios utilizan a su antojo para contentar a sus partidarios, menospreciar a sus detractores y capar ideológicamente a todos (no sea que la líen). Es así como la censura se balancea sobre un finísimo hilo que, unas veces nos deja caer a un lado y otras, al otro; algo que el hecho histórico constata de manera fehaciente.
Como hay poco espacio y no tengo tiempo para enumerar todos los libros infantiles que han sido censurados en diferentes países y sociedades a lo largo del tiempo, les invito a echar un vistazo a las imágenes que acompañan estos apuntes (todos ellos han sido censurados en diferentes lugares del planeta) y a tres títulos que recogen innumerables ejemplos de libros infantiles que se han visto afectados por las censuras gubernamentales e institucionales: Prohibido leer. La censura en la literatura infantil yjuvenil contemporánea (edición de Pedro C. Cerrillo y César Ortiz Torremocha, 2016, Ediciones UCLM), Literaturas y Poder. La censuras en la LIJ (Angel Luis Luján y César Sánchez Ortiz, 2016, Ediciones UCLM), y Niños, niggers, Muggles. Sobre literatura infantil y censura de Elisa Corona Aguilar (2012, Deléatur).


Este libro fue acusado de "minar la autoridad paterna" o "incitar a los niños a huir de casa y vengarse de los adultos", mensajes frecuentes en las obras de Dahl.

El espectáculo de la censura: medios de comunicación y redes sociales

Cuando hablamos de medios de comunicación y redes sociales seguro que nos vienen a la cabeza todo tipo de opiniones. Medios de poder, altavoces y micrófonos intervenidos, amarillismo, modas, demagogia y un largo etcétera de cuestiones poco deseables son las que despiertan la prensa escrita, la digital, la televisión o la radio. Todas manipulan la información y la traducen a su antojo. La 1, la CNN, Al Jazeera o TV3, da igual que estén de un lado o de otro: muy pocas veces ostentan independencia (a no ser que sean minoritarias... y ni aún así...).
Lo más inesperado viene cuando tenemos que hablar de redes sociales, unas que se suponen plurales y populares, también se adscriben a movimientos y partidismos, por ejemplo léanse Twitter o Linkedin, una de corte progresista y otra más conservadora, en las que sus usuarios vomitan todo tipo de ideas e improperios incendiarios.
Por otro lado todos estos medios de masas tienen papeles fundamentales en la censura que pueden reunirse en dos claras tendencias, o bien promueven la censura, o bien aúpan lo censurado. Todo ello con salvedades y grises, claro está.
Sobre los mecanismos censores me limitaré a remitirles a los paripés propagandísticos de las diversas facciones que intervienen en cualquier conflicto político y que incluso han provocado en ocasiones la modificación de la intención de voto de unos y otros.. No hay más que decir.


Este libro de Dahl fue censurado en Colorado (EE.UU.) por presentar una "pobre filosofía de vida". Asimismo los entrañables Oompaloompas fuero percibidos como una ofensa hacia los afroamericanos.

Sobre lo de la promoción, hay más chicha que embutir... Desde los comienzos de la literatura infantil ha existido la censura, y curiosamente y muy a pesar de los adultos censores, la popularidad de estas obras ha crecido entre los niños, su éxito ha subido como la espuma y se han vendido millones de ejemplares de obras como las de Roald Dahl.
Por todos es sabido (incluidos medios de comunicación y gurús de las redes sociales) que en este mundo capitalista donde el escándalo vende, estar en el candelero da una mayor visibilidad a las obras literarias, es decir, conlleva una publicidad la mayoría de las veces gratuita que tiene sus consecuencias en la adquisición del producto por parte del consumidor, más todavía cuando los padres y maestros (opresores en este caso) están implicados en ello.
Campañas de prestigio basadas en la censura (esto es de traca) y ejercida desde ciertos sectores de la opinión pública se han convertido en una herramienta de doble filo para el consumo literario, y son comparables con las maniobras publicitarias de sagas como Crepúsculo o Los juegos del hambre. ¡No todo tenía que ser negativo en esto de la censura!
“Censura y polémica, victimismo y negocio” ¿Quién se atreve a escribir este libro? 


Esta obra fue censurada en dos ocasiones en Estados Unidos en las décadas de los años 30 y 60. En los 30 se relacionó con la brujería y el esoterismo y en la de los 60 por constituir una metáfora del comunismo.

Nuevas formas de censura colectiva. El buenismo, las minorías y lo políticamente correcto.

Siguiendo con el hilo del epígrafe anterior continuo con la tormenta que desató hace dos veranos el libro 75 consejos para sobrevivir en el colegio de María Frisa. Yo estaba haciendo de las mías por las playas españolas y preferí mantenerme un poco al margen (¡Tampoco voy a estar en todos los fregaos!) aunque seguí con detenimiento todos los comentarios que se vertían sobre la innecesaria polémica. Unos hablaban de autopromoción, otros de literatura ofensiva, y algún otro de victimismo. Eso sí, en el fondo, todos se referían a lo mismo: censura.
Lo que más me llamó la atención de esta polémica fue que era bastante paradójico que un libro que pretendía ser humorístico (N.B.: Lo siento por todos aquellos que blandieron la espada subversiva de la LIJ o que citaron a Barrie o Sendak para justificar este libro. Me pareció un exceso), se tornara incómodo.
Algo por el estilo sucede con Twain y Huckleberry Finn, con esa parte de la comunidad afroamericana que ha censurado este libro por considerar que Jim recibe por parte de Huck un trato ofensivo y vejatorio (la palabra con connotaciones despectivas “nigger” se lee una y otra vez en esta obra), y que no deja de ser un personaje elaborado a base de los clichés racistas de la época. Me parece extremista y descabellado que lo realmente interesante de un libro tan excepcional sean las formas y no que Huck deje a un lado sus prejuicios de blanco supremacista y reconozca a Jim como un verdadero amigo, un compañero de viaje a pesar del color de su piel.


Como ya dije en este otro post, la dictadura de la piel fina ha cambiado la percepción que tenemos del mundo. Lo políticamente correcto nos aboca a un ejercicio censor que tiene que ver con lo preestablecido más que con nosotros mismos. Todo ello nos conduce a unas de esas paradojas modernas sobre las censuras. La doble moral, los dobles raseros, lo desvirtuada que se siente la sociedad con el ser y el parecer y que nos lleva a una perdida de sentido crítico por culpa de la imposición política, de los discursos morales erróneos.
No somos censores por nuestros propios prejuicios, sino que los somos porque otros se empeñan en censurar aquello que podría ser censurado y de paso lapidar a un tercero que probablemente se ha censurado a sí mismo como producto de otros prejuicios e intentaba ser crítico en primera instancia... Nota: Si no se lían con este trabalenguas, les animo a leer los juegos de palabras que con más razón que un santo Perry Nodelman apuntó en este otro artículo que tiene mucho que decir sobre censura y objetividad.


Fue censurado en muchos países por considerar que trataba temas de corrupción política, los sentimientos anti-belicistas y poner sobre la mesa el debate de la colonización. Por esta razón muchos lo camuflaron como libro de viajes.

Libreros, bibliotecarios, influencers... ¿literatura infantil realmente libre?

A veces me pregunto si el papel de blogueros, booktubers, bookstagramers, libreros, bibliotecarios y otros monstruos es esencial para que lo diverso se mantenga en la LIJ. No he tratado pocas veces este asunto en post como este o este otro, pero dejando a un lado las cuitas de los enteraos en libros infantiles, sí me atrevo a añadir que, a juzgar por las recomendaciones de final de año tan socorridas a la hora de recomendar libros, no parece que la cosa sea muy plural ya que existen muchas coincidencias entre unos criterios y otros.
La cosa cambia cuando los seguimos, nos siguen con más detenimiento y observamos que muchos de ellos, de nosotros, saltamos con algún título sobre el que nadie se había percatado. Es ahí cuando la censura colectiva se hace menos evidente y me atrevo a pensar que muchos son, somos necesarios, sobre todo porque diluimos el llamado sesgo y abrimos más puertas que las que cerramos. Seguramente yo esté harto de libros sobre emociones, compendios comportamentales y obras edulcoras, mientras que otra colega se pirre por este tipo de títulos. Todos están presentes y el público puede ojearlos y decidir, según su propio criterio, cuáles censura y cuáles no.


Libro censurado hoy en día en Estados Unidos por hacer alusiones a familias con progenitores homosexuales, el matrimonio igualitario y la adopción por parte de estas parejas.

Un lugar aparte merecen los enfrentamientos o guerras personales sobre el criterio de este booktuber o esta bloguera, sobre este o aquel libro. Es tal la fuerza que tienen algunos influencers que son capaces de denostar y degradar un libro que en principio parecía honesto a las cotas literarias más bajas. Como ejemplos me gustaría citar El monstruo de los colores de Anna Llenas y Por cuatro esquinitas de nada de Jerôme Ruillier. Aunque en principio son dos libros que nacían de una idea honesta, sin mucha pretensión, y con cierto fundamento artístico -que es lo que se les presupone a los álbumes-, la desvinculación de estos libros de la esfera literaria por parte de educadores y padres para llevarlas a un terreno más didáctico y pedagógico, ha supuesto un encasillamiento de los mismos dentro de los llamados “libros de valores”, unos que muchos especialistas y críticos aborrecen por desmarcarse de sus criterios y cánones. Se establece así un prejuicio que impide ver la obra de una manera global para pasar a ser censurado por quienes deberían ser abiertos y plurales.


Los puntos sobre las íes o la censura escolar

Aunque clásicamente la escuela ha sido la institución más criticada por ejercer la censura en lo que a la literatura infantil se refiere, algo que se desprende en obras como el Aprender a leer de Bruno Bettelheim y Karen Zelan, o el Como una novela de Pennac, tan aplaudidas desde los ámbitos más liberales del fomento lector, creo que es una acusación bastante extrema por dos causas principales.



Hasta 200 libros infantiles fueron retirados en 2019 de una biblioteca escolar de Cataluña por ser considerados "tóxicos" y "reproducir patrones sexistas". Entre ellos estaban cuentos tradicionales como La Cenicienta o Caperucita roja.

En primer lugar la escuela es una institución dependiente del estado, es decir, una extensión del poder y que por tanto sigue las directrices que desde los diferentes gobiernos se dispensan. A pesar de que a los docentes se nos presupone una libertad de cátedra, existen numerosas formas de control gubernamental, administrativo y jurídico, como leyes, decretos y órdenes que nos dicen qué tenemos que enseñar y qué deben saber nuestros alumnos. Seguramente a todos ustedes se les ocurrirán ejemplos de doctrina, bulos históricos y contenidos modificados o simplemente borrados de muchos libros, un intervencionismo que huele cuando nos ponemos a indagar en libros de texto o acudimos a las aulas de nuestras escuelas, institutos o universidades.


Libro censurado en muchos lugares de Estados Unidos hoy día por presentar a una niña transgénero, lo que incitaría a conductas impropias e impuras.

En segundo lugar también hay que hablar de las presiones sociales que la Escuela sufre por parte de otras instituciones o grupos sociales, entre las que cabe apuntar a las asociaciones de familiares de alumnos (en nuestro país conocidas como AMPAS) y a progenitores que, a título individual, denuncian las selecciones literarias que muchos maestros realizan para sus alumnos. 
Desde Roald Dahl hasta el Donde viven los monstruos que da título a este espacio, han sido señalados como obras que incitan a comportamientos poco deseables, a la rebelión y subversión de los niños y Dios-sabe-qué más cosas deleznables. Les conmino a que visiten el lugar que la ALA (American Librarian Association) llamó Frequently Challenged Books y construyó hace mucho tiempo para hacer visibles aquellos libros “prohibidos” o “peligrosos” y llamar así la atención sobre la censura que pervive en muchas instituciones, sobre todo las educativas.



Fue censurado en los Estados Unidos desde la década de los años 70 hasta bien entrado el siglo XXI por grupos feministas y educadores por presentar situaciones poco deseables, como niños sentados en la taza del water, adultos alcohólicos o fumadores.

Este tira y afloja que gobiernos y progenitores ejercen sobre la Escuela fomenta una censura institucional derivada del miedo, ese que coarta muchas veces a los docentes en la realización de actividades que puedan derivar en temas escabrosos y pongan en duda su profesionalidad como enseñantes. 
No obstante y para que no me tachen de corporativismo he de reconocer que en la Escuela al igual que en cualquier otra institución existe la opción personal de censurar aquello que no se atiene a la corrección esperada (N.B.: Estoy harto de que censuren mis pantalones cortos en verano mientras mis compañeras lucen piernas gracias a hermosos vestidos. Todo ello amenizado con cuarenta grados centígrados)


Este libro sigue encabezando la lista de libros censurables en Estados Unidos por su lenguaje ofensivo, racista y obsceno.

Editores, autores y autocensura

¿Por qué muchos autores de literatura juvenil edulcoran sus obras para hacerlas más comerciales? ¿Por qué existe cierta ausencia de personajes malvados en los cuentos infantiles actuales? ¿Por qué se ha desterrado al mal y los villanos de las historias dirigidas a los niños? ¿Por qué los cuentos populares no son aptos para las nuevas generaciones de niños pero sí para todas las anteriores? Sencillamente porque la compra-venta del producto cultural será más difícil a tenor de la censura.
Ciñéndome al estricto proceso creativo y de edición (dejo a un lado las modas, las tendencias, las denominaciones que buscan encasillar lecturas, las clasificaciones por edades que dirigen la industria editorial o las traducciones como mecanismo censor), hablaré del fino tul con el que se viste la autocensura. Bordado de palabras como “objetividad”, “criticismo”, “provocación”, “lirismo”, “compromiso”, “privilegio”, “humor”, “juego” o “poesía”... ¿Relativas? ¿Absolutas? ¿Necesarias? Todo depende del equilibrio que los creadores impriman a la obra y del prisma con el que se miren, algo que, a mi juicio depende del receptor final, el lector, que no necesita arengas ni disculpas, sino un poco de honestidad. ¿Libre, libertino o libertario? Es simplemente un extraño columpio sobre el que descansa la retórica. ¡Que más da!


Censurado en EE.UU. por contener un lenguaje ofensivo y vulgar, así como por poner en entredicho el llamado sueño americano.

Mientras que en nuestro país la censura gubernamental deja un poco de lado la literatura infantil, la industria editorial es la encargada de poner freno a diferentes publicaciones que pueden “tentar” a niños y jóvenes, que pueden “ofender” a padres y profesores, y que pueden “poner en peligro” el orden social.
No son pocos los autores que han denunciado el trato censor que muchas editoriales dan a sus creaciones, más si cabe cuando entran en juego aquellos grupos editoriales en los que la Iglesia (católica en nuestro caso, protestante en otros) y otras religiones meten mano. Todo empieza con palabras como “aborto”, “cocaína”, “puta”, “felación” o “cabrón”. Aunque son palabras que abundan en los pasillos de cualquier colegio o instituto, están mal vistas en la Literatura, no sólo por malsonantes, sino porque pesan. La disección de una sola palabra puede tener cientos de connotaciones, y si está inmersa en un contexto más amplio, miles.
A pesar de que muchos autores necesiten comer, hay que darse cuenta de que si se autocensuran, estarán provocando el fallecimiento prematuro de su arte y, sobre todo, que se desencadene la autocensura de otros, los mismos que leen sus libros con la esperanza de hallar algo de libertad, de pensamiento crítico y poder identificar sus experiencias personales con las de alguien más. Algo que poco tiene que ver con el arte incendiario y venenoso que usan muchos para abrirse hueco entre los lectores, porque esa realidad que a menudo se confunde con lo subversivo nada tiene que ver con Cortázar ni con el excelso capítulo 68 de Rayuela.


Este es uno de los libros más cuestionado en Estados Unidos hoy día por incitar al satanismo y la violencia y poseer un lenguaje ofensivo.

Luke, soy tu padre.” Familia y censura

En los tiempos que corren donde el superpaternalismo, la hiperalfabetización o el sobreproteccionismo son algunos de los pilares que sostienen la educación familiar, la censura es un arma más que fehaciente para construir hijos adecuados, intentos de niños modélicos. Chavales de proporciones aúreas que con estereotipos y prejuicios muy marcados se enfrentan a las miserias del mundo, a personajes infumables, a jetas y pillos, arribistas y trepas, mafiosos, asesinos, violentos y malhechores. También a encrucijadas inimaginables, diferencias lingüísticas, sociales, de raza, sexo o religión, es decir, al cúmulo de circunstancias que forma cualquier vida.
Por todo esto, cuando una madre, un padre o un hermano censura, está capando una elección que, al fin y al cabo, es en lo que consiste la supervivencia. Sin embargo, la tónica general es la de establecer pautas y comportamientos afines a los progenitores de tal manera que inculcar prevalezca sobre educar, es decir, la censura como herramienta de instrucción familiar.
Lo que nos quedaría por dilucidar es si la censura es positiva o negativa en dicho proceso. ¿Obligar a leer es censura? ¿Por qué es bueno leer? ¿El hecho de que tu leas te capacita para saber que va a ser bueno para mí? ¿Leer obras que tu detestes me hace peor persona? Generalmente, cuando un hijo disiente del modus operandi de sus progenitores y toma un camino diferente suele tener problemas en el seno familiar ya que, en cierto modo, reta a la autoridad familiar. Si a ello añadimos sentimientos y emociones, el enfrentamiento está servido. Y la censura se eleva a N.


Fue censurado en Argentina durante la dictadura militar de Videla por alentar a los niños a una "ilimitada fantasía".

Yo, censor

Cuando cojo un libro entre las manos y leo ciertas palabras, empiezo a retorcerme en el sillón y, aunque no suelo abandonar la lectura (“Soy fuerte, soy valiente. Soy fuerte, soy valiente”), me da por pensar que otros se recitarán lo mismo mientras me leen a mi, censor de tres al cuarto.
Aunque ustedes piensen que soy hombre de pocos filtros y menos pelos en la lengua, les confieso que yo también me censuro, y no pocas veces. Todo empezó cuando en una ocasión una mujer muy sabia (de más, diría yo) me dijo que la gente no estaba preparada para oír lo que tenía que decir. Me quedé callado y seguí dándole vueltas al jabón (es otra de mis aficiones, para enjuagarme de vez en cuando el cerebro, no sea que se llene de mugre). Y aquí sigo, pensando más de lo que escribo (¿Para qué? ¿Para que me censuren una vez más? Basta).
Y mientras estoy en esas del victimismo, veo pasar a un chico de unos veinte años, largo y seco como un ajo. Viste un top gastado, roquis azules, plataformas rosas y, como capa, nuestra bandera rojigualda. Los gitanillos de mi barrio se arrancan por el gran Peret. Una lo llama para que haga como que baila. Cuánta guasa... Me sonrío. Casi una carcajada. Y convengo conmigo mismo que lo mejor que podemos hacer contra la censura es tomarnos la vida con cierta ligereza. Y que si no lo hacemos, no hay de qué preocuparse: de hedonistas y bizarros está el mundo lleno.  


Toda la obra de Sendak es controvertida, prueba de ello es que las imágenes que abren y cierran estos apuntes pertenecen a dos obras censuradas en Estados Unidos. La cocina de noche fue censurada por presentar aun niño totalmente desnudo, mientras que Donde viven los monstruos fue tachado de promover la incorrección política e incitar a la brujería y la invocación de sucesos sobrenaturales.