Niño impregnado en su caca para evitar violación:

 Niño impregnado en su caca para evitar violación: 
testimonio impactó a agente ONU por Sename.
Yerko Roa,
Fuente BioBioChile.

Jorge Cardona, miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU, tiene claro cuál fue el testimonio que más lo impresionó de la situación de los menores bajo el cuidado del Estado de Chile: el de un exresidente de un centro de menores que le contó que se embadurnaba en sus propias heces para que los otros menores no lo violaran por las noches.

Max Pixel

El abogado español vino en enero a Chile a visitar cuatro centros que se consideran bajo la tutela del Estado: los Centros de Reparación Especializada de Administración Directa (Cread) de Playa Ancha y Galvarino en Santiago; y los centros de Organismos Colaboradores (OCAS) Aldea Cardenal Silva Henríquez en Punta Tralca y Pequeño Cottolengo en Santiago. En el país, además, se reunió con trabajadores, autoridades y exinternos de los centros. Finalmente esta semana se conoció el duro informe del Comité de Derechos del Niño.
El martes desde el Sename llamaron a Radio Bío Bío en Valparaíso para quejarse por el titular de la nota publicada ese día (“Tras nuevo informe de la ONU: la promesa incumplida del Estado de cerrar Cread Playa Ancha”).

En la ocasión, aseguraron que no era una promesa incumplida porque nunca se había comprometido una fecha.
Por ello BioBioChile se contactó con la ONU y con el abogado con residencia en Valencia, quien en esta entrevista exclusiva confirmó que el Estado incumplió su promesa de cerrar el Cread de Playa Ancha en abril. Además, criticó duramente el actuar del Estado chileno, que poco ha hecho, dice, para garantizar los derechos de estos menores.

En el informe mencionan, entre otros datos, que el 48,4% de los niños, niñas y adolescentes (NNA) bajo la tutela del Estado han sufrido violencia física o piscológica. ¿Le sorprendió encontrarse con estas cifras?

—Lo primero es que todos los datos que hay en el informe son datos proporcionados por el propio Estado, por organismos oficiales. En segundo lugar, hay muchos NNA que se encuentran bien cuidados, pero un gran número de ellos está en una situación dramática. Y sobre todo la estructura del sistema no favorece el respeto de los niños, niñas y adolescentes. Por eso el informe habla de la responsabilidad del Estado: las violaciones no sólo son graves, sino que son sistemáticas. Es algo que se produce con generalidad y que se produce no por casualidad, sino que porque el propio sistema favorece que así se produzca.

¿Cuál fue su reflexión respecto a estos hechos?

—Lo principal es que esta situación era conocida desde hace tiempo por el Estado, a través de distintos informes de sus propios órganos, y que no ha hecho nada para cambiarla o lo que ha hecho es muy poco. En ese sentido es especialmente llamativo que un Estado, del que no tengo ninguna duda que es democrático y de derecho, se haya olvidado de un grupo de sus ciudadanos, se haya olvidado de tal vez los ciudadanos que se encuentran en la situación de mayor vulnerabilidad de todo Chile. Porque han llegado a esas residencias porque han sido vulnerados ya antes en sus derechos. Es bastante sorprendente que el Estado, que está obligado a protegerlos, en lugar de hacerlo haya seguido violando sus derechos y además sabiendo que eso se producía no haya cambiado esa situación.

En los centros del Sename se ha acusado de golpes de funcionarios a menores, que se aplican llaves para contenerlos, que se los sobremedica.

—La formación que tiene el personal de trato directo no es una formación especializada, tienen los estudios básicos, y muchos de ellos carecen de formación de psicología y para el trato de niños que vienen de situaciones durísimas, donde pueden haber sufrido abuso sexual, que han sufrido malos tratos, que han estado en entornos desestructurados y que llegan ahí y se encuentran con un personal que no está formado para recibirlos. Además es un personal que se encuentra especialmente estresado ya que muchos de ellos doblan o triplican su horario de trabajo para cubrir cuando hay una baja de algún compañero. Entonces es una persona que está en una situación de tensión, sin formación y con 24 horas seguidas de atención a niños que traen todos esos problemas… Yo no los justifico, esas personas son culpables y deben ser juzgadas por lo que han realizado. Pero sí digo que el sistema ha ayudado a que esas personas violen los derechos, y que también es culpable el que ha puesto a esas personas en esas condiciones.

Considerando la situación de los centros, ¿a qué número de niños por hogar debe intentar llegar Chile?

—Lo ideal es que no haya ningún niño en ninguna residencia, lo ideal es que los niños vivan en familia, ya sea la suya biológica; cuando ello no sea posible en la familia amplia, con los abuelos, con los tíos; y cuando ello no es posible en familias de acogida. Es cierto que para atención especializada en casos realmente graves es bueno que haya algún centro pequeño donde haya especialistas que puedan atender, por el menor tiempo posible, a niños y niñas que traen traumas especiales, para que lo antes posible se encuentren en las condiciones de ser desviados, ya sea para retornar a su familia biológica, para ir a la familia amplia o para ir a una familia de acogida. Todo lo que no sea un entorno familiar es una violación del derecho del niño a su desarrollo holístico. Por lo tanto todas las residencias deberían de no existir.

Después de haber conocido los casos, ¿qué es lo que más hay, torturas o maltratos?

—Es que la tortura es algo muy concreto jurídicamente hablando, y se conocen casos de torturas. Normalmente lo que hay más es malos tratos. Y hay inclemencia y hay una especial violación, que también se da en los OCAS, que duele especialmente que es que también hay violencia entre iguales. Es decir, también hay niños y niñas que ejercen violencia contra otros niños y niñas, y el personal no tiene recursos de capacitación para poder intervenir e incluso en ocasiones lo fomenta como un medio de contención, un medio de dominio sobre los otros niños. Y eso es terrible.

¿Hay alguno de esos testimonios, de personas que pasaron por esa situación, que recuerde especialmente?

—Una de las cosas que más me impresionó de toda mi visita a Chile fue una conversación con una persona egresada de un centro. Su experiencia es que cuando él llegó al centro oía cómo entre los más mayores se iban repartiendo a los que entraban: “Este será para mí, este será para ti”. Y él por las noches se embadurnaba en sus propias heces para no ser violado por otros niños. Hay que imaginarse el sufrimiento de esa persona para ser capaz de embadurnarse en sus propias heces al acostarse en la cama para dar asco y no ser violado. Y pensar que ese niño había sido sacado de su familia porque se consideraba que corría peligro en su familia y había sido llevado a un centro de protección. Es terrible pensar que el Estado, y cuando hablo del Estado hablo de la sociedad chilena, acepta que esa situación se dé y no piensa que son hijos suyos los que están en esos centros. Porque los niños y niñas que se encuentran en los centros residenciales se encuentran bajo la tutela del Estado, y por lo tanto el Estado ejerce de padre de esos niños y niñas. Son sus hijos los que están sufriendo esas violaciones y ante los que no ha reaccionado, ha estado permitiendo que eso suceda y eso es terrible.

Cread de Playa Ancha

Usted visitó cuatro centros, pero la única solicitud urgente fue cerrar el Cread de Playa Ancha. ¿Por qué?

—El mismo día de mi llegada a Ginebra desde Chile pedí al comité que solicitara, y así se acordó por unanimidad, que se cerrara con carácter inmediato el Cread de Playa Ancha. Lo que vi fue una estructura física que en sí misma es una violación de derechos. Me encontré con un centro donde había niños y niñas que estaban encerrados en pequeños recintos con llave (las llamadas casas) y que no podían salir si no estaba el encargado o la encargada para abrir la puerta. Eso en sí mismo es peligroso. Las condiciones materiales: los cristales estaban rotos, las duchas estaban arrancadas en varios de los locales, el andar entre esos hogares, de un lado a otro, era peligroso también, porque había unas especies de zanjas en las que si te caías te podías hacer mucho daño. Es decir, las condiciones materiales era lo más alejado a un hogar que uno pueda imaginarse y bastante cercano a una prisión.

¿No había forma de arreglar esa estructura?

—Aunque no era una prisión, es un lugar que debe de ser destruido, no se puede arreglar. Me encontré con que había varios trabajadores pintando las paredes e intentando arreglar la situación y es un centro que sólo por su propia estructura debe de desaparecer. Lo que vi sólo de infraestructura era malo, pero el propio diseño intelectual hace que sea imposible la rehabilitación de los niños que llegan ahí. Con 100 niños y niñas heterogéneos, con niños con discapacidades respecto a los que no había ningún tipo de medida especial, donde estaban mezclados niños y niñas con patologías y con problemas que traían muy diferentes. Por lo tanto también como idea, como concepción, el centro era lo contrario a lo que debe ser un centro para la recuperación, rehabilitación y reinserción de niños y niñas vulnerados en sus derechos.

Ustedes también aseguran que el Estado se comprometió a cerrarlo.

—El Estado aceptó la solicitud del comité en 48 horas, porque conocía esa situación, pero se ve que necesitaba que alguien se lo pidiera. Se respondió diciéndonos que estaba de acuerdo y que se comprometía a cerrarlo en tres meses, cosa que se cumplía en el mes de abril. Y no lo han cerrado. El problema es que el Comité de Derechos del Niño tiene la autoridad de realizar investigaciones y hacer recomendaciones sobre lo que hay que hacer, pero no tiene la potestad para obligarlo a hacerlo. Sólo tenemos la autoridad y desde esa autoridad le volvemos a decir al Estado que debe adoptar medidas urgentes para sacar a los niños y niñas que allí se encuentran.

¿Qué le parece que en su respuesta el Estado haya dicho que lo cerrará en enero de 2019?

—Yo visité también el centro de Galvarino en Santiago, donde murió Lissette Villa. Cuando yo lo visité sólo tenía 20 y algo niños, porque estaban en trabajos de reforma y sí encontraron otros centros para llevar a los niños mientras se terminaban las obras. ¿Y por qué no hacen lo mismo con el centro de Playa Ancha? Tienen que buscar dónde llevar esos niños y niñas, analizando cuál es la situación de cada uno de ellos, y sacar a esos niños de ahí porque lo niños no están bien allí. Porque en cada hora de cada día los niños que se encuentran ahí están viendo violados sus derechos por encontrarse en ese centro. Y cuando a uno le están vulnerando sus derechos no se puede esperar a que se desarrolle, como he leído yo en prensa, un plan piloto de acogimientos familiares en Valparaíso que se llevará a cabo en 2019. Yo creo que con tres meses hubiera sido suficiente para encontrar soluciones alternativas. Al comité le pareció razonable, pero no le parece que se esté hablando de un año desde que se comprometieron a cerrarlo.

Según trascendidos, el presidente Piñera se va a comprometer el domingo a cerrar el Cread de Playa Ancha en cuestión de días.

—Me alegraré. Ahora, lo importante también es que no se cierre en falso, es decir, que los niños y niñas que se encuentran en el centro de Playa Ancha tengan soluciones alternativas que sean respetuosas de sus derechos. Que no se les envíe a centros que no cumplan con los requisitos o se les devuelva a sus familias si sus familias no se encuentran en condiciones de poderlos volver a acoger.

Hace algunos meses se conoció un caso en que un compañero violó a otro y en que fue el mismo Estado el que los devolvió a ambos al Cread de Playa Ancha.

—Eso es una aberración. Cualquiera que tenga el más mínimo sentido común sabe que eso es una aberración.

Después de todo el análisis, ¿de qué forma cree que se debe proseguir para cambiar la situación de los centros?

—Es importante comprender que no todos los NNA que han estado en el sistema durante los últimos 40 años han sido violados en sus derechos. Muchos de ellos son niños y niñas, y ahora adultos, que han tenido un buen trato, y que hay centros en que los profesionales son excelentes. Lo que ocurre que depende de la voluntad de esas personas el hacerlo bien, y muchas veces luchando contra el propio sistema. De ahí la importancia de que lo que hay que cambiar es la estructura, hay que cambiar todo el sistema de protección. No se puede achacar sólo a las personas que han violado los derechos los hechos dramáticos vividos durante todos estos años. Hay que darse cuenta de que hay que cambiar toda la estructura y, en segundo lugar, los NNA que durante todos estos años han sido vulnerados sus derechos tienen derecho a ser reparados, porque el Estado ha violado sus derechos y tienen derecho a reparación y deben ser reparados. Así lo dice el informe del comité.

Se habla en el informe que se debe reparar a quienes han sido vulnerados en sus derechos bajo el cuidado del Estado, ¿de qué forma se debería hacer?


—Hablaba en primer lugar de poder contar lo que has vivido. Por otro lado tener una reparación psicológica, moral y de educación, porque muchos de ellos no han tenido siquiera educación, porque no les daban clases dentro de la residencia, porque no podían ir al colegio ordinario. Pero también hay que plantearse en muchos casos una reparación económica. Si hay un responsable ese responsable, que no es la persona que lo atendió, sino quien creó el sistema que lo atendió, debe de pagar por lo que ha hecho

Malditos bastardos.

Sin embargo, o además, la convocatoria de esta Conferencia es un buen momento para hacer otra invitación: la de reflexionar sobre cuál es la situación de los menores extranjeros no acompañados dentro y fuera de los centros. No es una realidad nueva, lo de los MENA viene de los años 90. Así que, ya tenemos perspectiva suficiente como para evaluar si las políticas migratorias sobre niños y adolescentes extranjeros no acompañados han sido eficaces. Y si no lo han sido, analizar hasta qué punto ha podido afectar que estás políticas hayan sido lideradas por los ministerios de Interior y de Trabajo, en vez de por el ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social como parece que ahora podría llegar a pasar por el protagonismo que está cogiendo en el tema, por primera vez, Carmen Montón.
Puestos a reflexionar, sería bueno que un grupo de expertos que se crea esto de los derechos, evaluase cómo está siendo la intervención socio educativa para definir cómo debería llegar a ser. Quienes hemos trabajado con chavales en situaciones vulnerables, sabemos que nuestro sistema de protección no se ha adaptado a situaciones extremas que requieren un alto grado de cualificación y especialización no solo del personal, sino del dispositivo y lo más importante, del proyecto educativo. No solo por las situaciones que puedan plantear los chavales extranjeros no acompañados sino también por otras también dramáticas como las de las niñas víctimas de la trata o las de chavales que sufren abusos sexuales por parte de alguno de sus progenitores. Los centros de protección a día de hoy, si están desbordados no es por los problemas y conflictos que plantean los chavales sino por la falta de recursos, apoyos, motivación y herramientas para abordar esas situaciones límites, que si las plantean es de lo más normal, porque por algo están donde están, porque necesitan ordenar su mundo emocional, el de los apegos, los límites, la autoestima y sentido vital.

No creo que sea mucho pedir que más allá de repartir niños y adolescentes extranjeros no acompañados por toda España, haya intervenciones de calidad y respuestas acordes a los derechos que todos los niños, niñas y adolescentes tienen reconocidos sin distinción. Incluso quien sabe si es momento para empezar a exigir responsabilidad civil y penal por las vulneraciones de derechos que se están dando y son reflejadas en diferentes informes del Defensor del Pueblo y otras organizaciones. Si las administraciones públicas asumen la tutela de estos y otros chavales en situación de desprotección, debe existir una supervisión independiente que informe sobre cómo su actividad está repercutiendo en el bienestar del menor. Por tanto, el camino que se empiece a recorrer a partir de esta Conferencia no puede ser desde la emergencia y la necesidad de las CCAA que ‘sufren’ el problema, desde su propio interés. La respuesta ha de ser integral y velar por otro interés, el superior del menor. Si son niños además de inmigrantes, es imprescindible hacer valer sus derechos como tales.

Es verdad que, además, hay un tema de fondo que va más allá del problema migratorio. En nuestro país existe un gravísimo déficit a la hora de establecer criterios de calidad que garanticen las respuestas socio educativa que se ofrecen desde los centros de protección de menores. No existe de forma uniforme, sino más bien de modo excepcional, un enfoque de trabajo que parta del respeto de cuatro principios rectores clave en materia de protección: el derecho a que sea el interés superior la consideración primordial a la hora de tomar cualquier decisión que afecte a su vida; el derecho a que sea oído y escuchado; el derecho a vivir en un entorno familiar que le brinde cuidados acordes a su edad y madurez, y el derecho a no sufrir violencia. “El éxito de los recursos de protección ( decía el director de un centro en una investigación de Espirales para UNICEF), no se va a medir por la capacidad de control sino por generar espacios protectores, cálidos y contenedores de las emociones de los niños, niñas y adolescentes”.
Si a las deficiencias del sistema de protección le sumamos la alarma, el victimismo y el racismo con que algunos responsables políticos despliegan su retórica hostil hacia los mal llamados MENAS en los puntos calientes de la Frontera Sur y la ineficacia de la figura del Fiscal de Menor para velar por los intereses de estos niños y adolescentes, nos encontramos con situaciones en las que se les abandona completamente y hay una total impunidad hacia quienes, dentro de la sociedad, tienden a abusar, aprovecharse y utilizar a los niños para fines y propósitos que dañan su integridad física y emocional, que ejerce violencia sobre ellos.

A quien le extrañe por qué un chaval prefiere dormir en la calle, en unas escolleras o en un parque en vez de sobre el colchón de un centro de protección, le invito a que repase la prensa local de ciudades como Melilla que, junto con Ceuta, es la principal puerta de entrada de muchos de estos chavales que (efectivamente) luego van a parar a los centros de Andalucía. Quizá en estos espacios de comunicación masiva encuentre algunas respuestas al ver como determinados políticos (principalmente del PP) pueden llegar a crear un estado de opinión hostil que criminaliza a los mal llamados MENA y los expulsa de sociedades de por sí complejas, empobrecidas, muy desiguales y completamente olvidadas por el resto de España.

Fue el presidente de Melilla, Juan José Imbroda, el que llegó a decir que aquellos (por los MENAS) eran hijos de Marruecos y que, solo por eso, no había obligación de hacerse cargo de ellos. Cuando ser niño, extranjero y no estar acompañado significa para un responsable político no merecer ningún esfuerzo institucional, creo que deberíamos plantarnos y decirle a ese tipo de líder que no se merece otra oportunidad. Más allá del reparto equitativo, de los problemas de espacio y de la carencia de recursos económicos, hay una responsabilidad moral y otra legal: atender a los niños, niñas y adolescentes como menores de edad. Sean nuestros o bastardos tienen derechos innegociables e irrenunciables, como cualquier hijo de vecino, también el marroquí.

Solos contra el Afuera.

Investigación sobre las trayectorias de los jóvenes posteriores 
a que vivieron bajo la tutela en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.




Doncel (fuente) investigó cómo es el trayecto hacia la vida independiente para jóvenes que vivieron en hogares y otros dispositivos de cuidado de la Ciudad de Buenos Aires. Los resultados demuestran que la mayoría enfrenta ese proceso sin preparación suficiente y con escaso apoyo económico ni emocional, generando así situaciones de vulnerabilidad extrema.

“Estamos solos contra el afuera”, graficó una joven entrevistada sobre el complejo proceso que se abre al momento del egreso de la institución de cuidado. Su frase se consolidó como título para la publicación, que puede descargarse completa aquí.

Cómo se hizo la investigación
El estudio fue realizado con la metodología entre pares, liderada por Guía E, el colectivo que agrupa a jóvenes que vivieron bajo el sistema de protección y que participó en todas las etapas de trabajo: desde la definición de indicadores, hasta las entrevistas a sus pares y la identificación de hallazgos. Las entrevistas se concretaron durante 2017 a 71 jóvenes de entre 18 y 30 años ya egresados del sistema de protección, a quienes se les preguntó sobre la experiencia de egreso y su situación actual en Educación, Trabajo, Vivienda y Salud. La publicación contó con el apoyo de la Dirección de Fortalecimiento de la Sociedad Civil del Ministerio de Desarrollo Urbano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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International Development and Early Learning Assessment: IDELA.

 Potenciando la evidencia centrada en los niños 
para cambiar las políticas, las prácticas y la inversión. 

Sara Poehlman Directora sénior de desarrollo y cuidado de la primera infancia
Amy Jo Dowd Directora sénior de investigación sobre educación
Lauren Pisani Especialista en  investigación sénior 
Save the Children, Washington D. C. (EE. UU.)
Fuente Revista Espacio para la Infancia

Cada vez se invierte más en la primera infancia, pero quedan por resolver preguntas fundamentales sobre qué sistemas brindarán los mayores beneficios para la mayor cantidad de niños posible.

Se necesitan parámetros comunes y holísticos para comparar de forma significativa los resultados de distintos contextos  nacionales y culturales.
La Evaluación Internacional sobre Aprendizaje Temprano y Desarrollo (IDELA), con su cuestionario para cuidadores, analiza de forma directa la situación de la infancia mediante la recopilación  de información sobre el estado de desarrollo y aprendizaje temprano y los factores que influyen en él.
Los datos de la IDELA proceden directamente de los niños, no de lo que perciben sus progenitores o docentes. Se trata de un instrumento que han utilizado varias instituciones de investigación, organizaciones de ayuda internacional o de la sociedad civil, y entidades gubernamentales de 54 países.

Según The Lancet, ha marcado un hito por su influencia en las prácticas y políticas sobre desarrollo de la primera infancia (Black y otros, 2016). Varios países, desde Colombia hasta Bután, ya han implantado la IDELA a escala nacional para mejorar la equidad en la primera infancia.

Con un impecable rigor psicométrico y una gran sensibilidad (Wolf, 2017), la  IDELA ofrece información para la mejora continua de los programas, garantiza  una mayor rendición de cuentas en las iniciativas sobre educación infantil y proporciona datos holísticos sobre el desarrollo y el aprendizaje de los niños en diferentes países. Todo esto facilita que los gobiernos y los actores globales implanten a gran escala programas para la primera infancia que prioricen la calidad y la equidad, unos programas de todo tipo cuyo punto en común sea el hecho de estar centrados en los niños. 

En los siete años de andadura de la IDELA, se ha llegado a dos grandes conclusiones. 
.- En primer lugar, no hay una receta válida en todo el mundo  cuando se trata de elaborar programas para garantizar la equidad y el buen  desarrollo de los niños. En el fondo, todos ellos necesitan educación, cuidados y salud para prosperar, pero las lagunas más graves son diferentes en cada contexto, por lo que el tipo de actuación y los mecanismos necesarios en cada caso son distintos. Por ejemplo, incluso en los países de la OCDE, donde el 83,8%  de los niños tienen acceso a servicios de enseñanza reglada para la primera infancia, los  que viven en contextos marginales (como los de las comunidades romaníes)  necesitan más ayuda para desarrollarse bien en sus primeros años de vida.

Las organizaciones que trabajan en favor de este sector de la población utilizan la IDELA para probar soluciones como las transferencias de efectivo condicionales en Bulgaria o la sensibilización cultural adicional y el apoyo con el segundo idioma en Ucrania. Asimismo, en EE. UU. se utiliza la IDELA para analizar la eficacia de los programas de visitas al hogar para niños desfavorecidos. 

Además, los programas para la primera infancia también tienen que ocuparse  de los niños que se han visto obligados a abandonar sus hogares debido a guerras o desastres naturales, o que han estado expuestos a graves situaciones de violencia en su comunidad. En estos casos, la IDELA se está utilizando para valorar programas de ayuda socioemocional a los niños que se crían en campos de refugiados del Líbano y a los que viven en comunidades  colombianas sometidas desde hace generaciones a guerras y violencia (Save the Children, 2017). 



.- En segundo lugar, para los millones de niños de los países de renta media y baja que en 2030 seguirán sin acceso a escuelas de educación infantil, los programas que ofrecen alternativas a la enseñanza preescolar reglada ayudan a lograr un desarrollo óptimo.
Por ejemplo, mediante los estudios realizados con la IDELA sobre los campos de educación infantil acelerada de Tanzania y grupos de encuentros de padres y madres en las zonas rurales de Etiopía, se ha comprobado que estos sistemas alternativos mejoran de forma considerable el desarrollo y el aprendizaje temprano de los niños (Borisova, 2017). En otros casos, se recurre a la IDELA para valorar soluciones tecnológicas utilizadas con niños sin escolarizar o como complemento de los programas escolares  (Borzekowski, 2018).


A medida que se difunde la IDELA en todo el mundo, se obtiene más información sobre la viabilidad y rentabilidad de diversos programas en contextos diferentes, lo cual estimula el apoyo de distintas partes interesadas y los cambios tanto a nivel programático como sistémico. Los datos multidimensionales que aporta ayudan a saber cuáles son las soluciones que merecen inversiones a escala nacional, regional y global. 


Referencias

Black, M.M., Walker, S.P., Fernald, L.C.H., Andersen, C., Di Girolamo, A., Lu, C. y otros. (2016). Early childhood development coming of age: Science through the life course.
The Lancet 389(10064): 77–90. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(16)31389-7 (último acceso en marzo de 2018).


Borisova, I., Pisani, L., Dowd, A.J. y Lin, H.C. (2017). Effective interventions to strengthen early language and literacy skills in low-income countries: comparison of a family-focused

approach and a pre-primary programme in Ethiopia. Early Child Development and Care 187(3–4): 655–71. Disponible en: https://doi. org/10.1080/03004430.2016.1255607 (último
acceso en marzo de 2018).


Borzekowski, D.L.G. (2018). A quasi-experiment examining the impact of educational cartoons on Tanzanian children. Journal of Applied Developmental Psychology  54: 53–9. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.appdev.2017.11.007 (último acceso en marzo de 2018).



Save the Children. (2017). IDELA: Fostering common solutions for young children.  Londres: Save the Children Disponible en: https://idela-network.org/resource/idela-fosteringcommon-solutions-for-young-children/ (último acceso en marzo de 2018).



Wolf, S., Halpin, P., Yoshikawa, H., Dowd, A.J., Pisani, L. y Borisova, I. (2017). Measuring school readiness globally: assessing the construct validity and measurement invariance of the International Development and Early Learning Learning Assessment (IDELA) in Ethiopia. Early Childhood Research Quarterly  41: 21–36.




Las otras Ahed Tamimi


Su lucha, y la de su familia, es todo un símbolo de la resistencia pacífica del pueblo palestino ante la ocupación y la colonización por parte de Israel.

“El problema no es sólo la ocupación sino la colonización en toda Palestina. Israel no es un problema en sí mismo, pero lo que supone Israel es la puerta de entrada para el capitalismo, para la venta de armas y el colonialismo en todo el mundo. Nuestra lucha es parte de la lucha de la humanidad por los derechos de todos”, afirmó recientemente Bassem Tamimi, padre de Ahed, en el encuentro organizado en Ramala, a finales de junio, por la oenegé Sodepaz en el participé.

En aquellos días, tanto Ahed, como su madre, Nariman (también recientemente puesta en libertad), y el hijo mayor de la familia estaban aún en la cárcel. “Están bien. Pero están en prisión, en una prisión israelí. Las condiciones son muy duras. Sólo les he visto dos veces, porque soy expreso y no tengo permiso, pero sé que están bien. Mis dos hijos han hecho los exámenes finales del instituto, están leyendo libros, estudiando Derecho Internacional y hacen deporte”, resumió Bassem en nuestra cita, que duró alrededor de una hora.
La fortaleza de la joven palestina, que cumplió 17 años en prisión, ha dado la vuelta al mundo y su imagen es más que reconocible. De hecho, hace unos días dos artistas fueron detenidos por ilustrar su rostro en el muro, a su paso por Belén. Ese muro ilegal de 870 kilómetros que Israel ha construido en Cisjordania, en territorio palestino, y que no se puede ignorar cuando se habla de este conflicto. Tampoco hay que olvidar, cuando se habla de Israel, que mantiene a la población de Gaza sin movilidad, con apenas cuatro horas de luz al día, entre otras calamidades. Ni que mantiene a Cisjordania llena de checkpoints que limitan de una manera atroz la movilidad y la libertad de la población palestina; ni que Israel ha construido alrededor de 600 colonias, declaradas ilegales por cualquier normativa internacional que se consulte.
El mismo Israel que mantiene en prisión a 442 personas en detención administrativa, lo que implica que no se les comunica qué cargos se le imputan. Es decir, no tienen opción a ningún tipo de defensa; simplemente a esperar a que ese Israel, que se acaba de declarar como “el hogar nacional del pueblo judío” y calificar a Jerusalén como su capital, decida cuándo les deja libres. Porque cuando se habla de Israel la lista de abusos es extensa.

El caso de Ahed es un ejemplo: fue detenida en una prisión militar siendo todavía una niña, y tras sufrir un durísimo interrogatorio. Pero hay decenas de casos que demuestran que su historia no es una excepción pese a la viralidad y el eco mediático. Según las cifras de la asociación de apoyo a los presos y por los derechos humanos Addameer, hay casi 300 niños y niñas en palestinos, de entre 12 y 18 años, juzgados bajo leyes militares en cárceles de Israel.
“Son interrogados como los adultos, sin abogados, sin sus padres. Y se usa la tortura para que hablen. Y el sistema les funciona”, explica la directora de Addameer, Sahar Francis. La abogada recuerda que Ahed Tamimi no confesó nada durante su interrogatorio, pero sí lo hizo otro niño que no aguantó la presión y, tras sus palabras, detuvieron a otros 25 menores. La experta ofrece cifras que sirven de comparativa: por tirar piedras a soldados israelíes pueden caer condenas de hasta 20 años de prisión y Ahed Tamimi ha estado ocho meses por un bofetón, mientras que el soldado de Israel que mató a un palestino fue condenado a 18 meses de cárcel.
Cuando liberaban a Ahed Tamimi también se conoció la condena a prisión de Dareen Tatour. Su ‘delito’: publicar en 2015, en la red social Facebook, un poema titulado ‘Resiste, Mi Pueblo, Resiste’. Fue calificado por los tribunales israelíes como una incitación a la violencia, como un acto de terrorismo. De esta historia, que poco tiene de verdad poética, se ha publicado menos y tampoco es excepcional. “Hay gente detenida por colgar comentarios en las redes sociales”, añade Francis, en una cita en la sede de Addameer.

Durante la visita a Cisjordania tuvimos ocasión de visitar el tribunal militar israelí de Ofer, muy cerquita de Ramala, es decir, en territorio cisjordano. Como si de una grotesca obra de teatro se tratara, presenciamos un par de juicios a jóvenes palestinos que llevaban en prisión varios meses por unas publicaciones en redes sociales. Con grilletes en los pies, los jóvenes detenidos vestían monos marrones; sus miradas se iluminaban y la sonrisa aparecía al entrar en el barracón y reconocer a algún familiar. El juicio, que tuvo lugar en una especie de casetas de obras, transcurría en hebreo, así que los jóvenes no se enteraban de nada, a excepción de lo que un soldado israelí les traducía con visible desgana y de lo poco que podían trasladarles los abogados de Addameer. Por cierto, algún familiar fue echado a empujones de la sala por intentar comunicarse. ¿La sentencia? Un año y medio de prisión.

Tamimi, ahora en libertad, ha logrado una visibilidad que debe ayudar a recordar a todas las personas que sufren la colonización y la ocupación israelí y que luchan de manera pacífica contra ella. “Espero que las campañas que se realizaron en mi nombre continúen para todos los otros presos políticos, especialmente los menores” o “mi felicidad no está completa porque tengo hermanas que permanecen en prisión” son algunas de las afirmaciones de la joven tras salir de prisión.

Bassem Tamimi lo tiene claro: “ Ella se ha convertido un símbolo para las generaciones jóvenes en Palestina y necesitamos que éstas sean fuertes y estén listas para liberar a Palestina, para ser parte de la lucha por los derechos humanos. Hemos elegido nuestro camino de lucha no violenta porque tenemos el poder moral frente al poder material de nuestro enemigo; esto unifica a toda la sociedad palestina y construye una cultura de resistencia en todo el mundo”. Tamimi recuerda uno de los aprendizajes que le ha dejado su hija: “Estando en Sudáfrica, tras una proyección del documental ‘ Radiance of Resistent’, Ahed se levantó y dijo: ‘Gracias por vuestras lágrimas, pero ya tenemos muchas provocadas por los gases lacrimógenos. No somos víctimas, tenemos la dignidad de nuestra tierra y no quiero que tengáis caras tristes o sintáis pena porque no somos víctimas, somos luchadores por la libertad’”.

El padre de la familia Tamimi habla con fortaleza, entereza y tranquilidad, a pesar de saber que cualquier día su hijo de 15 años también puede ser detenido: “Cuando detuvieron al hijo mayor dijeron al otro: ‘Mohamed, la próxima vez vamos a por ti’. Estamos esperando, es una cuestión de tiempo. Así es la ocupación”.


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"Lucho a favor de la libertad. No me convertiré en la víctima". Entrevista a Ahed Tamimi.

"Si Dios quiere, haré lo posible por estudiar Derecho", explica la joven de 17 años en una entrevista que concedió a The Guardian tan solo un día después de salir de la prisión. Vive en Nabi Saleh, en la Cisjordania ocupada. "Denunciaré las violaciones contra los palestinos ante los tribunales internacionales. Y espero que Israel tenga que rendir cuentas por estos crímenes, ser una buena abogada y conseguir que mi país vuelva a tener derechos".

Tamimi, que alcanzó fama mundial siendo una niña que vivía bajo ocupación militar, indica que ella y otras palestinas de su módulo carcelario se sentaban y estudiaban durante horas textos legales. "Logramos transformar la cárcel en una escuela", afirma.

En medio de las protestas de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, la adolescente fue detenida en diciembre  tras abofetear y dar patadas a soldados israelíes delante de su casa mientras una cámara registraba estas imágenes. Los soldados seguían una de las protestas semanales de Nabi Saleh. Los residentes suelen arrojar piedras a los soldados, que responden con gases lacrimógenos, detenciones y, a veces, con armas.

La joven llegó a un acuerdo con el tribunal y se declaró culpable de agresión, incitación y dos cargos de obstrucción a la labor de los soldados. "La experiencia en la cárcel fue durísima. Por mucho que lo intente, no puedo describirla", indica Ahed. Puntualiza que "esta experiencia ha hecho que mi vida sea más rica, tal vez me ha ayudado a madurar, ser más consciente".

El juicio se celebró a puerta cerrada. La preocupación en torno al trato que recibió la joven de 16 años fue en aumento cuando salió a la luz un vídeo en el que un interrogador israelí la amenazaba y hacía comentarios sobre su cuerpo y su "mirada angelical". Ahed indica que el trato que recibió no fue inusual. "No es la primera vez que hacen este tipo de comentarios y no fue una coincidencia. Es su forma de interrogar", afirma.

Su caso ha hecho que se vuelva a hablar sobre las detenciones de menores palestinos. Según los grupos locales de defensa de los derechos humanos la cifra de menores detenidos asciende a 300.
Ahed explica que su experiencia en la cárcel ha hecho aumentar sus deseos de convertirse en una abogada especializada en derecho internacional. "Me interrogaron, por ejemplo. Vulneraron el derecho internacional, que establece claramente que a un menor no se lo debe tratar así", indica. Cree que en otra vida hubiera sido jugadora de fútbol profesional.

En Nabi Saleh habitan casi exclusivamente miembros de su extensa familia y es un importante foco contra la ocupación. A lo largo de su infancia, Ahed ha protagonizado imágenes o vídeos, mirando o interactuando con los soldados durante las protestas en las aldeas, que se han vuelto virales.

Tras una detención que ha recibido atención mundial, la familia Tamimi dice que a su hija le han ofrecido becas para estudiar en universidades en el extranjero, pero que todavía no ha tomado una decisión sobre su futuro.
El Gobierno palestino ha abierto varios procedimientos internacionales contra Israel, incluso por supuestos crímenes de guerra y en contra de lo que en su opinión es un sistema de gobierno parecido al apartheid. Israel ha negado vehementemente las acusaciones.
Bienvenda del presidente palestino Mahmoud Abbas a la joven Ahed Tamimi, tras salir de prisión.
El presidente palestino Mahmoud Abbas y Ahed Tamimi, tras salir de prisión. EFE
El hogar de Ahed siempre está lleno de activistas y funcionarios palestinos, que se sientan en taburetes de plástico en el exterior a tomar café en pequeñas tazas. Unas cuantas horas después de salir de la cárcel, la adolescente se reunió con el presidente palestino, Mahmoud Abbas. Las autoridades israelíes detuvieron a dos artistas italianos que pintaban un mural con la cara de Ahed en las barreras de separación israelíes que dividen los territorios palestinos.

La joven cree que su relevancia internacional indigna al Gobierno israelí. "Tienen miedo a la verdad. Si no estuvieran tan equivocados no tendrían miedo a la verdad. La verdad les aterra. Y he conseguido explicar la verdad al mundo. Y es evidente que la repercusión que he tenido les da miedo. Les aterra la verdad, son los ocupantes y nosotros, los que sufrimos la ocupación".

Algunos israelíes creen que darle tanta importancia a la adolescente y detenerla ha sido contraproducente para el país, mientras que otros han elogiado la aparente moderación de los soldados y han acusado a los residentes de Nabi Saleh de provocarlos.
Ahed no se arrepiente de haber golpeado a un soldado, ya que creía que se trataba del hombre que durante un enfrentamiento había disparado a su primo de 15 años en la cabeza con una bala de goma. Tras su liberación, pudo ver a su primo. El joven, que tiene una gran cicatriz en la cara, fue a la casa de Ahed el lunes.
Sin embargo, la joven, que antes de empezar secundaria ya era una heroína local, también ha tenido que pagar un duro precio por la fama. "Me enorgullece haberme convertido en un símbolo de la causa palestina y haber podido explicar nuestra situación al mundo. Evidentemente, es una gran responsabilidad y carga pero creo que soy capaz de hacerlo".

De momento, espera poder descansar y luego decidirá qué hace a partir de ahora. Aun disfruta de su recién recuperada libertad. "Ahora puedo ver el cielo sin que me tape una valla. Puedo caminar por la calle sin esposas. Puedo ver las estrellas y la luna. No las he visto durante mucho tiempo. Ahora puedo disfrutar de la compañía de mil familia".
Su hermano, Wa’ed Tamimi, de 22 años, está en la cárcel, a la espera de una sentencia; también por enfrentamientos con los soldados. Nunca se alejan del conflicto. De hecho, desde el jardín donde se hizo la entrevista se podía ver un centro de vigilancia militar.
"No me considero víctima de la ocupación", señala Ahed: "Las víctimas son el judío o el hijo del colono que ya lleva un arma con 15 años. Yo soy capaz de distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Él no. No ve la realidad. Su corazón está lleno de odio y resentimiento hacia los palestinos. Él es la víctima, no yo. Siempre digo que yo lucho por la libertad así que yo no me convertiré en la víctima".

Traducido por Emma Reverter

“Convertimos problemas cotidianos en trastornos mentales”.


Entrevista a ALLEN FRANCES,
Catedrático emérito de la Universidad de Duke, 
dirigió la considerada 'biblia' de los psiquiatras


Allen Frances, el pasado septiembre en Barcelona.
Allen Frances, el pasado septiembre en Barcelona. JUAN BARBOSA
Allen Frances (Nueva York, 1942) dirigió durante años el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), en el que se definen y describen las diferentes patologías mentales. Este manual, considerado la biblia de los psiquiatras, es revisado periódicamente para adaptarlo a los avances del conocimiento científico. El doctor Frances dirigió el equipo que redactó el DSM IV, a la que siguió una quinta revisión que amplió considerablemente el número de entidades patológicas. En su libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) hace autocrítica y cuestiona que el considerado como principal referente académico de la psiquiatría colabore en la creciente medicalización de la vida.

Pregunta. En el libro entona un mea culpa, pero aún es más duro con el trabajo de sus colegas en el DSM V. ¿Por qué?
Respuesta. Nosotros fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los 94 nuevos trastornos mentales que se habían sugerido. Al acabar, nos felicitamos, convencidos de que habíamos hecho un buen trabajo. Pero el DSM IV resultó ser un dique demasiado endeble para frenar el empuje agresivo y diabólicamente astuto de las empresas farmacéuticas para introducir nuevas entidades patológicas. No supimos anticiparnos al poder de las farmacéuticas para hacer creer a médicos, padres y pacientes que el trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución. El resultado ha sido una inflación diagnóstica que produce mucho daño, especialmente en psiquiatría infantil. Ahora, la ampliación de síndromes y patologías en el DSM V va a convertir la actual inflación diagnóstica en hiperinflación.

P. ¿Todos vamos a ser considerados enfermos mentales?
R. Algo así. Hace seis años coincidí con amigos y colegas que habían participado en la última revisión y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a la ironía: habéis ampliado tanto la lista de patologías, les dije, que yo mismo me reconozco en muchos de esos trastornos. Con frecuencia me olvido de las cosas, de modo que seguramente tengo una predemencia; de cuando en cuando como mucho, así que probablemente tengo el síndrome del comedor compulsivo, y puesto que al morir mi mujer, la tristeza me duró más de una semana y aún me duele, debo haber caído en una depresión. Es absurdo. Hemos creado un sistema diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales.

P. Con la colaboración de la industria farmacéutica...
R. Por supuesto. Gracias a que se les permitió hacer publicidad de sus productos, las farmacéuticas están engañando al público haciendo creer que los problemas se resuelven con píldoras. Pero no es así. Los fármacos son necesarios y muy útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios. No existe el tratamiento mágico contra el malestar.

P. ¿Qué propone para frenar esta tendencia?
R. Controlar mejor a la industria y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de fármacos psiquiátricos muy peligroso. En mi país, el 30% de los estudiantes universitarios y el 10% de los de secundaria compran fármacos en el mercado ilegal. Hay un tipo de narcóticos que crean mucha adicción y pueden dar lugar a casos de sobredosis y muerte. En estos momentos hay ya más muertes por abuso de medicamentos que por consumo de drogas.

P. En 2009, un estudio realizado en Holanda encontró que el 34% de los niños de entre 5 y 15 años eran tratados de hiperactividad y déficit de atención. ¿Es creíble que uno de cada tres niños sea hiperactivo?
R. Claro que no. La incidencia real está en torno al 2%-3% de la población infantil y sin embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos. Otro dato sorprendente: entre los niños en tratamiento, hay más de 10.000 que tienen ¡menos de tres años! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patología, están horrorizados. Se ha perdido el control.

P. ¿Y hay tanto síndrome de Asperger como indican las estadísticas sobre tratamientos psiquiátricos?
R. Ese fue uno de los dos nuevos trastornos que incorporamos en el DSM IV y al poco tiempo el diagnóstico de autismo se triplicó. Lo mismo ocurrió con la hiperactividad. Nosotros calculamos que con los nuevos criterios, los diagnósticos aumentarían en un 15%, pero se produjo un cambio brusco a partir de 1997, cuando las farmacéuticas lanzaron al mercado fármacos nuevos y muy caros y además pudieron hacer publicidad. El diagnóstico se multiplicó por 40.

P. La influencia de las farmacéuticas es evidente, pero un psiquiatra difícilmente prescribirá psicoestimulantes a un niño sin unos padres angustiados que corren a su consulta porque el profesor les ha dicho que el niño no progresa adecuadamente, y temen que pierda oportunidades de competir en la vida. ¿Hasta qué punto influyen estos factores culturales?
R. Sobre esto he de decir tres cosas. Primero, no hay evidencia a largo plazo de que la medicación contribuya a mejorar los resultados escolares. A corto plazo, puede calmar al niño, incluso ayudar a que se centre mejor en sus tareas. Pero a largo plazo no ha demostrado esos beneficios. Segundo: estamos haciendo un experimento a gran escala con estos niños, porque no sabemos qué efectos adversos pueden tener con el tiempo esos fármacos. Igual que no se nos ocurre recetar testosterona a un niño para que rinda más en el fútbol, tampoco tiene sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con fármacos. Tercero: tenemos que aceptar que hay diferencias entre los niños y que no todos caben en un molde de normalidad que cada vez hacemos más estrecho. Es muy importante que los padres protejan a sus hijos, pero del exceso de medicación.

P. ¿En la medicalización de la vida, no influye también la cultura hedonista que busca el bienestar a cualquier precio?
R. Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella. Ahora mismo, en Irak o en Siria, la vida puede ser un infierno. Y sin embargo, la gente lucha por sobrevivir. Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad. Además, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.

P. Y ser etiquetado como alguien que sufre un trastorno mental, ¿no tiene también consecuencias?
R. Muchas, y de hecho cada semana recibo correos de padres cuyos hijos han sido diagnosticados de un trastorno mental y están desesperados por el perjuicio que les causa la etiqueta. Es muy fácil hacer un diagnóstico erróneo, pero muy difícil revertir los daños que ello conlleva. Tanto en lo social como por los efectos adversos que puede tener el tratamiento. Afortunadamente, está creciendo una corriente crítica con estas prácticas. El próximo paso es concienciar a la gente de que demasiada medicina es mala para la salud.

P. No va a ser fácil…
R. Cierto, pero el cambio cultural es posible. Tenemos un magnífico ejemplo: hace 25 años, en EE UU el 65% de la población fumaba. Ahora, lo hace menos del 20%. Es uno de los mayores avances en salud de la historia reciente, y se ha conseguido por un cambio cultural. Las tabacaleras gastaban enormes sumas de dinero en desinformar. Lo mismo que ocurre ahora con ciertos medicamentos psiquiátricos. Costó mucho hacer prosperar la evidencia científica sobre el tabaco, pero cuando se consiguió, el cambio fue muy rápido.

P. En los últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente.
R. Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del médico. En Australia, algunos laboratorios requerían para el puesto de visitador médico a personas muy agraciadas, porque habían comprobado que los guapos entraban con más facilidad en las consultas. Hasta ese punto hemos llegado. Ahora hemos de trabajar para lograr un cambio de actitud en la gente.

P. ¿En qué sentido?
R. Que en vez de ir al médico en busca de la píldora mágica para cualquier cosa, tengamos una actitud más precavida. Que lo normal sea que el paciente interrogue al médico cada vez que le receta algo. Preguntar por qué se lo prescribe, qué beneficios aporta, qué efectos adversos tendrá, si hay otras alternativas. Si el paciente muestra una actitud resistente, es más probable que los fármacos que le receten estén justificados.


P. Y también tendrán que cambiar hábitos.
R. Sí, y déjeme decirle un problema que he observado. ¡Tienen que cambiar los hábitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos.