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"El eje de todas las asignaturas debe ser el medio ambiente"

Heike Freire,autora de "Educar en verde"/ Sergio Enriquez-Nistal

Heike Freire*, la educadora 'verde' y autora de "Educar en Verde": Antes que "salvar" el planeta, vamos a "amar" el planeta... 
Esa es la lección primordial que ha aprendido Heike Freire al cabo de dos largas décadas como pedagoga y comunicadora. La autora de "Educar en verde" recorre infatigable nuestra geografía (ayer en Galicia, hoy en Madrid, mañana en Alicante) intentando transmitir a los profesores esa pasión contagiosa que llevan en su propia naturaleza los niños.

Heike dirige un  Curso Superior de Pedagogía Verde, que inicia en estos días...

Carlos Fresneda,

A Heike Freire la conocimos en pleno bosque, poniendo en práctica todo lo leído en una escuela que se llamaba Madreselva, en la Vera cacereña. Los niños dejaban atrás las rigideces del entorno urbano, respiraban a pleno pulmón, aprendían todos los días algo nuevo en su entorno natural. Ellos mismos habían ayudado a construir la casita de madera que hacía las veces de aula. Tenían también un "tipi" indio y una vieja "lechera" que servía de biblioteca rodante.
La magia de aquella escuela emboscada quedó atrás. Pero la experiencia acumulada sobre el terreno le sirvió a Heike Freire para dar un nuevo impulso a su idea de "pedagogía verde", frente a los conceptos caducos de "pedagogía negra" (basada en los castigos) y la "pedagogía blanca" (apoyada en las recompensas).
"La pedagogía verde es un enfoque educativo basado en la confianza en la sabiduría innata con la que cada ser vivo está equipado", sostiene Heike Freire, que fue asesora del Gobierno francés desde el Instituto de Educación Permanente y siguió las enseñanzas de Ivan Illich y Paolo Freire. "Los niños y las niñas tienen dentro de sí todo lo que necesitan para crecer plenamente. Lo que necesitan en todo caso es un acompañamiento consciente de los procesos de naturales de desarrollo, autoconocimiento y aprendizaje".

Habla Heike Freire de la necesidad de una relación "triangular" entre el educador, el niño y el entorno natural... "La naturaleza es un espacio sabio y vivo del que nuestra especie emergió hace cientos de miles de años. Es a la vez madre y maestra. Nos ofrece vivencias y experiencias que se pueden emular, especialmente en la infancia. Integrarla en la educación es de alguna manera un reencuentro con nosotras mismas. Y también una manera de empezar a construir esa transición ecológica que tanto necesitamos".

Más que como una nueva "asignatura", Heike Freire propone que el medio ambiente sea "el eje de todo el edificio curricular, que debería ser mucho más concreto y flexible". "No tenemos mucha idea de cómo será el mercado de trabajo dentro de diez o quince años", advierte. "Lo que está claro es que necesitaremos buenas personas, buenos padres y madres... Y agricultores para producir alimentos de proximidad, no contaminados. Y biólogos capaces de recuperar los ecosistemas que estamos dañando. E ingenieros que puedan desarrollar tecnologías limpias, imitando la sabiduría de la naturaleza. Y artista e intelectuales que puedan crear historias e imágenes para simbolizar una nueva cultura centrada en la vida (no solo la humana) y enraizada en la tierra".

"¿Cómo "enseñar" a los niños el cambio climático?", le preguntamos a la educadora "verde". "Mejor no hacer demasiados discuros y empezar a apoyarnos en sus propias vivencias, que es como se aprende fudamentelmente hasta los 12 o 14 años. Las consecuencias del calientamiento global son tan evidentes que no es difícil encontrar hechos palpables, ya sea el aumento de las temperaturas, las olas de calor o la pérdida de biodiversidad".
"Lo importante en cualquier caso es acompañarles en el desarrollo de sus conciencia ecológica, partiendo de los instintos de amor y cuidado al planeta con los que todo niño y niña vienen al mundo", advierte Freire. "Si cargamos las tintas en la culpa por lo que está haciendo nuestra especie y en el miedo a las desastrosas consecuencias para nosotros, les trasmitiremos esos sentimientos, además de una sensación de impotencia y una tendencia a evitar la cuestión... Hay que favorcer en los niños el amor al planeta, antes de pedirles que lo salven".

Recalca también la pedagoga la necesidad de estrechar el vínculo con "una relación cotidiana y continua con la naturaleza". Las salidas semanales o mensuales al campo son "beneficiosas", pero lo que cuenta al final es el roce diaro con el entorno natural, "para desarrollar la sensorialidad y capacidad de movimiento, para observar, explorar, descubrir, arriesgarse, correr aventuras y vivir experiencias "mágicas"... Con el tiempo, integrarán todos los valores que han vivido y practicado y sentirán la Tierra como una extensión de ellos mismos. La cuidarán y la defenderán".

Habla también de Freire de un movimiento ya imparable para "renaturalizar" las escuelas, para susitituir los patios de hormigón por vergeles y huertos, o por áreas con agua y tierra, y extender eses proceso a las ciudades, y reverdecer los solares vacíos, "y crear espacios para la salud y el bienesta de sus ciudadanos".
"La semilla se ha extendido por todo nuestro territorio en los últimos seis años y son ya cientos, por no decir miles de escuelas, las que están implicadas en el proceso de transformación de los espacios exteriores", asegura Heike Freire, que habla con emoción del trabajo de sensibilización en el que se han embarcado "Carme i Pitu", dos maestros jubilados que han desarrollado el proyecto Safareig y han asesorado a cientos de centros en el proceso inaplazable de "renaturalización".

Heike Freire se siente deudora de dos "maestros" que visitarán próximamente Barcelona y que le ayudaron a forjar su propia visión de la pedagogía verde. De la mano de Qing Li, recorrió en Japón las áreas preparadas para el ritual del "Shinrin-Yoku" o "baños de bosque": "Nadie trasmite como él hasta qué punto nuestra vida, nuestra salud y nuestro bienestar dependen de los árboles".
El segundo "maestro" es el norteamericano Richar Louv, autor de "Los últimos niños en el bosque", que le ayudó a identificar un mal cada vez más extendido en la infancia: el déficit de naturaleza. De esa reflexión nació su segundo libro -Estate quieto y atiende (Herder)- en el que la autora critica el sobrediagnóstico del TDAH y se pregunta si no estamos ante un reflejo del "estilo de vida acelerado que tenemos" o ante una respuesta de los niños frente a la imposibilidad de satisfacer, por ejemplo "su necesidad natural de movimiento, fundamental para su desarrollo orgánico y neurológico, y también para la regulación emocional".

"Las dificultades de niños, niñas y jóvenes nos están indicando que necesitamos un cambio de rumbo", asevera Heike Freire, que reconoce su ambivalencia ante la tecnología y reclama un "uso consciente" de las pantallas. "Tenemos que construir una sociedad más amable, más humana, más lenta... y más conectada con el mundo natural".

“Un patio renaturalizado abre las puertas de la escuela, frente a un patio encementado que las cierra”, Entrevista Heike Freire.

Pablo Gutiérrez de Álamo,

Heike Freire es una de las mayores defensoras de que la infancia y la juventud tengan el mayor contacto posible con la naturaleza. No solo por sus beneficios para el aprendizaje, sino por la necesidad biológica que tenemos las personas de tener ese contacto. Hablamos de la renaturalización de los patios de centros educativos, un proceso muy heterogéneo en el que se han embarcado cientos de escuelas por todo el país.

Tengo la sensación de que la renaturalización de patios ha tenido un cierto protagonismo, antes incluso de la pandemia, aunque entiendo que después, más…
Hace 20 años a todo el mundo le parecían bien los patios; después va creciendo un porcentaje elevado de familias de escuelas, comunidades, de personas en la administración y docentes a quienes les parecen fatal. Parece que hayamos despertado de un sueño y hubiéramos visto que los patios eran feos. Ha explotado un espacio burbuja de los patios, que se ha reforzado con respecto al Covid. En las conferencias que doy paso algunas fotos de la pandemia, de gente que había sacado las aulas, las sillas, los encerados a los patios. Incluso gente que ha llevado el aula a la playa.

Heike Freire comenta que normalmente, cuando las comunidades educativas “se dan cuenta de que los patios son feos” y deciden transformarlos, realizan un primer proceso que ella califica como “del enanito”. Todo el mundo quiere poner bonito ese espacio, decorarlo. “La comisión de patio, las familias, los docentes quieren ponerlo bonito y sol falta el enanito de jardín” y dado que vivimos en una sociedad de consumo “vamos a comprar unos bancos o un rocódromo”, entre otras cosas, porque el patio es el escaparate del centro.

Sin que sean excluyentes, Freire describe que también se pasa por la etapa de hacer cosas educativas en relación a este espacio. Normalmente relacionadas con el género, con los juegos tradicionales o la diversidad. “Es un momento en el que algunos niños dicen: ‘Jolíncon lo bien que estábamos en el patio media hora sin tener que hacer nada'”, bromea la experta.
En cualquier caso, comenta que la renaturalización “es un proceso que puede ser largo, es una búsqueda de razones hasta alcanzar la madurez” que es, precisamente, “tener razones para hacer las cosas”.

Entre las razones que pueden esgrimirse para transformar un patio, si duda, están las educativas. Uno de los capítulos del libro, precisamente, lo escribe Jaume Martínez Bonafé y trata sobre la posibilidad de utilizar el patio para enseñar partes del currículo más o menos oficial. Hace el ejemplo de una clase de matemáticas.

Cambiar a un espacio natural restaura la atención y mejora las capacidades cognitivas y el rendimiento académico

Para Heike, “sin querer bajar a los usos concretos” una de las ventajas que se obtiene de tener un patio renaturalizado es “ganar un espacio que favorece un cambio de ritmo, un reequilibrar la atención”, asegura. “Estar muchas horas en un espacio no es natural para el humano, que necesita verse estimulado por el espacio. Cambiar de escenario al patio favrece la concentración… si ese espacio es natural”. La experta asegura que ya en los años 70 se estudió, en entornos laborales, el impacto que tenía, tan solo, tener cerca una ventana con vistas a un espacio natural en la atención de las personas. “Cambiar a un espacio natural restaura la atención y mejora las capacidades cognitivas y el rendimiento académico”.

A esto, Heike suma el cambio de metodología al que obliga trasladar una clase al espacio exterior de un patio renaturalizado. “Necesitamos probar otras formas”, asegura, “probar metodologías más participativas. Fuera no trabajas igual que dentro, necesitas que las personas participen mucho más”. Según la experta, el trabajar tanto dentro del centro como en el exterior favorece que se realicen “una proyección pedagógica” que “permite construir conocimientos mucho más interesantes que vayan de lo concreto a lo abstracto”.

“Se hace de todo para enriquecer las aulas cuando el espacio más rico está en el exterior: caben más seres vivos, más elementos, hay una riqueza mayor. Una maestra me reconoció que llevaba bolsas de arena a su clase”. “Matamos el aprendizaje de tanto querer que reviva, como un fuego que de tanto soplar, se apaga”, ejemplifica.

Según la experiencia y el conocimiento de Heike Freire, el salir del aula para trabajar en el exterior “hace que cambiemos la estructura del aula y que nos centremos más en las personas” puesto que, salir de clase “requiere acción y personalización”.
Además, educar en entornos renaturalizados fomenta la automotivación, “provocada por el sentido de asombro”, afirma Freire. “Esa capacidad de maravillarse, innata, es motor infinito de las ganas de aprender. El momento del asombro se pone en marcha con una fuerza enorme. Puede ser muy poderoso”.

El patio no es para amueblar sino para ver qué necesidades tenemos, qué tipo de espacios necesitamos, qué características tiene el espacio y qué le falta o sobra
Hacer del patio un espacio renaturalizado en el que sea posible estar sin necesidad de hacer o practicar algún deporte, lo habitual en los patios convencionales y sus canchas de fútbol y baloncesto, “abre la escuela al entorno físico, al social y cultura, es como una bisagra”. Hay centros en los que “las familias utilizan el patio por las tardes, como parque. Es un espacio que atraviesas, donde ves fauna y flora del entorno, que te invita”, afirma Freire, quien, además, señala que esto puede ayudar también a acercarse al barrio en el que se enclava el centro educativo. “Un patio renaturalizado abre las puertas de la escuela, frente a un patio encementado que las cierra”, puesto que en estos lugares suceden acontecimientos más sociales.

Para qué
“El patio no es para amueblar sino para ver qué necesidades tenemos, qué tipo de espacios necesitamos, qué características tiene el espacio y qué le falta o sobra.
 Reflexiones que no son en términos de objetos y cosas. Estos no cambian, quienes cambiamos somos las personas, como solía decir Thoureau. Las cosas están a nuestro servicio y, para eso, tenemos que reflexionar sobre lo que queremos que haya en el patio, por qué una cosa y no otra, qué queremos que suceda. Por qué y para qué”.
“Se están derrochando millones en patios, es una cosa exagerada”. Los patios de centros de nueva construcción se siguen diseñando como pistas cementadas. Estilo carcelario. “Es un gasto; en unos años la comunidad educativa pedirá renaturalizarlo”, con el consiguiente gasto “para ponerlo bonito”.

“No se trata de que sea bonito, sino de apropiarnos de ese patio para crecer, para que nuestro proyecto educativo se desarrolle más, para que. como docentes y alumnado. tengamos más bienestar, una mejor manera de trabajar, alternativa… de esto se trata”.

“Hablamos de un proceso vinculado al proyecto educativo del centro, a las necesidades de la comunidad educativa”. Algo que choca con varias cosas como, por un lado, los plazos de entrega de las constructoras y su manera de trabajar (a base de subcontratas) y, por otro, la burocracia de las administraciones autonómica y local. “La rigidez de la administración es brutal”.

En la Administración hay miedo, rigidez y cierta soberbia entre sus técnicos
Freire habla de un centro en el que el AMPA está en guerra con el técnico municipal porque “se niega” a quitar una de las dos canchas que tienen por cuestión de normativa. “U otras escuelas con zonas con caucho que quieren quitar porque se levanta por el calor y hay caídas, y el material es tóxico… no hay manera”.

“En la Administración, resume, hay miedo, rigidez y cierta soberbia” entre sus técnicos. “Pero la técnica tiene que estar al servicio de las personas y su bienestar”.
“Cuesta mucho hacer las cosas diferentes a como las hacían siempre, cuesta muchísimo.
 Pero en la administración debe haber una voluntad política, al menos, para dar una formación porque sus técnicos no pueden seguir agarrados a los mismos procedimientos. La sociedad ha cambiado; el clima, cambia; cambia todo. Vivimos en una sociedad caracterizada por la incertidumbre y la hace algunas cosas igual que en los 60 o los 70”.

Además de aligerar la rigidez de la Administración, es importante la participación en los procesos de diseño y transformación de los patios. Precisamente para responder a ese para qué del espacio. “La participación es fundamental porque no hay dos centros ni comunidades iguales”. Explica que ha trabajado en centros sin patio, escuelas llenas de canchas que quieren mantener para dar un cierto servicio a su comunidad, “en algunos momentos hemos anexionado un trozo del jardín de una finca colindante” o, como cuenta, “hemos trabajado con una escuela cuyo patio era la plaza del pueblo”.

Heike Freire asegura que en estos procesos debería contarse, como hizo ella en el libro, con perfiles diferentes. “Hay que trabajar así, con antropólogos, pedagógogos, filósofos, biologos, arquitectos, naturalistas”. Y hay que hacerlo así porque el patio “es un lugar de encuentro en el que se saltan las disciplinas”. Un lugar en el que puedes trabajar por proyectos, “lugar de encuentro de las familias, con la comunidad, el territorio, asociaciones, comerciantes, vecinos”.

Salud
Además de los beneficios que pueda reportar la renaturalización en el proceso de enseñanza aprendizaje, también impacta en la salud de las personas. “La naturaleza es fundamental hoy día para la infancia y la juventud porque es una herramienta preventiva”. Freire se refiere a algo que se ha podido ver durante la pandemia, el confinamiento y la vuelta a las aulas. “Han aumentado los problemas de salud mental, también los relacionados con el desarrollo y el aprendizaje”.
Según los estudios que la experta maneja, “las niñas y niños que pasan más tiempo al aire libre, enferman menos, tienen mejor salud, crecen mejor y mejora el bienestar, baja el estrés y mejora la resiliencia”. Asegura que quien más nota estos cambios son, precisamente, “quienes viven en entornos más desfavorecidos”.

La activista señala que, los entornos naturales o renaturalizados tienen un impacto positivo en las infancias que tienen un mayor contacto con la tecnología. “Hay entornos que son tóxicos y el tecnológico lo es”. Habla aquí de la denuncia, conocida hace unos días, de centros educativos en Estados Unidos contra grandes empresas tecnológicas por el impacto negativo en el desarrollo de niñas y niños; “esperamos replicar la denuncia en España”, asegura.

Necesitamos escuelas más naturales y menos robóticas

Para Freire, la presión de empresas y administraciones sobre la escuela es grande en el sentido de introducir la tecnología. “La naturaleza acoge, dice, al ser humano y la tecnología lo expulsa. Necesitamos escuelas más naturales y menos robóticas”.
Más allá de la tecnología, la naturaleza tiene impacto en el estrés. Según dice, el espacio libre, la naturaleza, los árboles e incluso el agua “equilibran el sistema nervioso”; “vivimos en una sociedad que va con el acelerador siempre pisado”. Los espacios naturales suavizan esas situaciones.

Miedo
“Hace años se hicieron estudios en parque renaturalizados en Alemania: había un poco más de accidentes leves de los que había en parques convencionales, pero los accidentes eran menos graves y los niños se ayudaban más: se fomentaba la autonomía, la resolución de problemas…”. Según Freire, este tipo de espacios más naturales ofrecen a la infantia la posibilidad “de enfrentarse a la vida, que es lo piden”. “La escuela es que les ofrece un condensado de la vida masticado elaborado y lo que piden es tener retos de verdad, ayudarse”.
Son precisamente las posibilidades de que niñas y niños tengan accidentes en los espacis exteriores, en los parques o patios escolares lo que ha promivido en los últimos años una serie de normativas a la hora de diseñar y construir estos espacios que generan una gran cantidad de dificultades a la hora de renaturalizarlos.

¿Por qué asustan tanto a los adultos?
“Hay una especie de campaña de miedo en torno a la infancia que va pareja a la reducción de la maternidad y quizá tenemos más miedos, que son estimulados por una industria de la seguridad”, afirma Freire, quien comenta, por ejemplo, el uso que algunas familias hacen de dispositivos GPS con los que conocer en cada momento dónde están sus hijas e hijos, cual capítulo de Black Mirror.
“La seguridad es una quimera, la vida siempre implica un riesgo. Además, la seguridad no se puede comprar, se desarrolla. La capacidad de cuidarte, la trabajas. Si la depositas en un dispositivo exterior, inhibes tus capacidades”. Además, opina, toxifica las relaciones entre padres e hijos, al reducir a los progenitores a un papel de controladores. “Niñas y niños no necesitan un adulto para controlarlos”.

¿Un patio renaturalizado es peligroso?
“Los miedos de los docentes están en el hecho de que no se les han enseñado a trabajar al aire libre. Les cuesta el cambio”. Enseñar en el exterior “hay que prepararlo, ponerse (como docente) retos que motiven. Si el reto es demasiado grande, hay un efecto rebote”.

Cambio cultural

Desde el principio de este texto se han apuntado diferentes razones para la renaturalización de los espacios. Razones que tiene que ver con la salud, con la mejora de la educación, con la autonomía y el bienestar. Pero Heike señala otra más que está en el centro de la actividad humana. “Allí donde se construye una escuela -como cualquier otro edificio- se ha destruido un ecosistema”.

“La renaturalización tiene un profundo sentido cultural”, asegura Freire quien cree, además, que la escuela ha de ser líder. “Es para lo que nació la escuela en su momento”.
Tiene un nuevo ejemplo. Un centro en cuya renaturalización participó. Una escuela de nueva construcción cuya constructora “entregó” con una zona de tierra. Tierra de la que habían eliminado cualquier manto de humus, quemada por el sol. La comunidad estaba en el proceso de pensar qué hacer con el patio. “Les invitamos a hacer algo con la tierra y han empezado un proceso de regeneración”. Supone un proceso de cambio cultural y de valores. “Este es el espíritu con el que hay que llevar estos procesos de renaturalización en lo posible”, asegura.
El objetivo de la renaturalización de los espacios es conseguir “un cambio de la cultura antropocéntrica a una biocéntrica, en la que los seres vivos no solo sean recursos para el humano, sino que este pueda aprender y convivir compartiendo espacio con otras especies”.

La seguridad es una quimera, la vida siempre implica un riesgo. Además, la seguridad no se puede comprar, se desarrolla.

*Heike Freire, fue socia de la Asociación GSIA y es una de las mayores defensoras de que la infancia y la juventud tengan el mayor contacto posible con la naturaleza
No solo por sus beneficios para el aprendizaje, sino por la necesidad biol´gica que tenemos las personas de tener ese contacto. Hablamos de la renaturalización de los patios de centros educativos, un proceso muy heterogéneo en el que se han embarcado cientos de escuelas por todo el país.
Freire coordinó casi justo hace dos años un libro de la editorial Octaedro en el que paraticipaban muy diferentes perfiles profesionales ligados no solo al ámbito educativo, sino a la arquitectura, la sociología, el paísajismo, etc. Se trata del libro Patios vivos para renaturalizar la escuela, un libro en el que, además de ofrcer los ejemplos de varios centros educativos en sus procesos de introducción de elementos naturales en el patios, se reflexiona sobre la necesidad y oportunidad de llevar a cabo este tipo de actuaciones.
Para Freire existen muy diversas razones para llevar a cabo la renaturalización de un patio. No solo porque fomenta la innovación educativa al salir del aula y tener que utilizar diversos materiales y herramientas poco habituales para enseñar; o porque el contacto con el espacio exterior y la naturaleza ayuda a atraer la atención, a mejorar la capacidad de concentración de niñas, niños y adolescentes, poco dados naturalmente a pasar tantas horas en un interior; o porque se puede realizar una reflexión sobre el uso del espacio en función del género de las personas y cómo es importante garantizar que todas las que forman parte de la comunidad educativa deben poder tener un hueco suficiente en ese patio. Tal vez, la razón más improtante para este tipo de actuaciones, en realidad, “va más allá del aprendizaje y el bienestar” del alumnado y sea necesario “un cambio de cultura, urgente, por el bienestar de todos y la continuidad de la vida en el planeta”.

 

 


 

Los niños y niñas sufren un déficit de naturaleza. Entrevista a Heike Freire







Eva Terol

Ecoavant



La pedagoga Heike Freire. / Foto: Heike Freire
Heike Freire, GSIA
Entrevista a la pedagoga Heike Freire. 
La autora del libro 'Educar en verde. Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza' reclama un cambio en la educación ambiental


Para Heike Freire, los niños de hoy pasan demasiadas horas entre cuatro paredes y sufren un déficit de naturaleza. "La educación, o es ecológica, o no estamos educando bien", asegura. Su propuesta pedagógica está recogida en Educar en verde: Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza (Editorial Graó, 2012).

¿Qué significa educar en verde?El título del libro juega con una imagen y un concepto. La imagen de los niños creciendo y aprendiendo en la naturaleza, y el concepto de una pedagogía verde. Es una idea que tomo de Alice Miller, psicoanalista suiza que distingue entre pedagogía blanca y negra, (la que somete al niño con la amenaza del castigo). Mi propuesta tiene que ver con buscar el acercamiento a la naturaleza y la relación con niños y niñas, que también forman parte de ella.

La principal conclusión a la que llega en el libro es que los niños necesitan naturaleza, pero la naturaleza también necesita a los niños...
Así es. Las circunstancias vitales de los niños y niñas han cambiado muchísimo. Hoy, la mayoría viven en ciudades y han perdido la posibilidad de salir de manera autónoma a la calle. Pasan muchas horas sentados y encerrados. Y para desarrollarse de forma sana necesitan moverse, jugar en espacios abiertos y tener mucho más contacto con las plantas, con los animales y con otros niños.                           Continúa

La educación tiene que ser holística,

 Tiene que incluir todas estas dimensiones: la física, la emocional, la social, la creativa y la intelectual. 
Necesitamos maestras y padres que sean capaces de educar y de pedir al sistema educativo 
que sea capaz de educar a sus hijos en al menos esas cinco dimensiones.

Heike Freire: «Separar a dos niños que necesitan abrazarse no es bueno, es maltrato»La docente e investigadora, autora de «Educar en verde», advierte: «La educación online no es educación, que dejen ya de llamarla educación»

Entrevista a Heike Freire.


Heike Freire, autora de «¡Estate quieto y atiende!»

El camino se hace andando, dice la docente e investigadora Heike Freire, sobre la estela del célebre poema de Antonio Machado. Docente, asesora y ponente internacional, la experta en infancia e innovación educativa, referente internacional de la pedagogía verde, aprendió de su abuela a cultivar el amor por la naturaleza. 
Hoy estudia los efectos del covid en menores de 20 años, junto al pediatra José María Paricio: «Desde febrero teníamos datos de otros países, como China e Italia, en los que se veía claramente que a los niños son prácticamente inmunes al coronavirus. 
 Hay estudios de seguimiento a niños que han dado positivo y han estado con 500 personas, y no han contagiado a nadie. La pregunta ahora empieza a ser: '¿Y esa inmunidad a los niños de dónde les viene?' 
Una de las tesis más consideradas es que, como son personas a las que les atacan los otros coronavirus, tienen lo que se llama inmunidad cruzada, por tener anticuerpos de otros virus de la misma familia».

-¿A los niños no se les consideró? ¿Se les puso una etiqueta a la ligera?
-A mí lo que aún me impacta es que el Gobierno no reconozca los errores que ha cometido; reconocerlos es la manera de no volver a hacer lo mismo en septiembre, porque no se puede. ¿Qué planteamiento hay de cara al futuro? Da la impresión de que no se revisan las actuaciones y se pretende caer en lo mismo.Y hay errores gordos, como no tener en cuenta los derechos y las necesidades de la infancia.

-¿Qué derechos se han vulnerado o pasado por alto?
-Podría decirte varios artículos de los derechos del niño que se han infringido, como no permitirles salir al aire libre sin base, o el derecho al juego, que tiene que ver con un desarrollo saludable. Son derechos y son necesidades, necesidades específicas de una población que está en crecimiento y que precisa unas condiciones para un desarrollo saludable. Lo que sucede en la infancia condiciona el futuro. Si comes comida basura y sufres obesidad en la infancia, ya no te digo los problemas cardiovasculares o de diabetes que puedes tener en la edad adulta. Y eso a todos los niveles, al de tus capacidades físicas, psíquicas, sociales, emocionales, creativas, intelectuales... Hay que proteger la infancia, porque necesitamos un período largo de cuidados y de contacto con el medio natural, que es donde maduramos y nos completamos como personas desde hace cientos de miles, millones, de años. No podemos pasar esto por alto: que el niño necesita estar al aire libre, necesita la luz del sol, necesita moverse y hacer ejercicio, tiene necesidades sociales imperativas. No son caprichos, son necesidades perentorias para su salud y su desarrollo global.


-¿Podemos distanciar a los niños pequeños, debemos evitar que dos niños de 5 años se den un abrazo?
-Ese tipo de comportamiento que se les pide, y que se ha exigido ya a las maestras con protocolos completamente propulsados sobre las escuelas desde una única perspectiva, no puede funcionar. Si aplicamos estos protocolos, no podemos hacer nuestro proyecto educativo. Es grave pensar los protocolos educativos solo desde la epidemiología, y desde una epidemiología que además no está actualizada con datos sobre la incidencia del covid en la población de los niños. Esto impide a las escuelas hacer su función y además está obligando a los profesionales de la educación y a algunos padres a cometer negligencias, e incluso, maltrato. Porque no permitir que dos niños se acerquen no puede ser considerado buen trato. Cuando la gente escucha la palabra maltrato piensa en malos tratos físicos... No sé cómo decirlo para que se entienda. Si a un niño o una niña se le impide satisfacer una necesidad fisiológica como comer o dormir, estás maltratando o siendo negligente. Si vas a separar a esos dos niños que necesitan abrazarse, yo a eso le llamaría maltrato activo. Esa necesidad psíquica imperiosa, tanto como la de comer, dormir o moverse, no debería impedirse. Yo escuché a una maestra de Perpiñán, la primera semana que abrieron los centros educativos en Francia tras el covid, que decía que el trabajo con esos nuevos protocolos es terrible, vergonzoso.  


-Pero las normas son las que son, y nos bombardean con mensajes oficiales en sentido contrario.
-Un director general de Asuntos Sociales me llegó a decir en su momento que el que los niños pudieran ir al supermercado o a la farmacia con sus padres iba a ser un balón de oxígeno... 

-La solución, por lo que se ha hecho este curso, ha pasado solo por la tecnología. ¿Puede ser una opción satisfactoria?
-Hay una cuestión de miedo en los padres y las madres. Es fácil asustarlos, porque el mayor miedo que tienen es perder a su hijo, y por no perder a nuestros hijos somos capaces de hacer cualquier cosa. Ese miedo es fácilmente manipulable, nos hace manipulables. Yo llevo 15 o 20 años precisamente trabajando sobre esos miedos y sobre cómo la industria está aprovechándose de ellos. Si te lees cualquier libro de márketing de 1930 ya te dice: «El miedo vende». Coges mis libros, Educar en verde y ¡Estate quieto y atiende!, y hablan de esto, de lo que está pasando con los niños y la tecnología, y de las consecuencias del encierro para el niño, el hecho de ser sedentario, de estar en casa frente a una pantalla y de los trastornos que puede provocar la máquina. Hay una cosa: se ha gestionado esta crisis desde el miedo, más que en otros países. ¿Por qué? Porque parece ser que nuestros gobernantes confían menos en nosotros. ¿Y quiénes son las personas más fáciles de asustar? Los padres y las madres. Aquí hay un tema con la tecnología que llevo tiempo viendo. En los últimos 30 años, hay estudios que demuestran que la distancia de juego a casa se ha reducido, por ejemplo, en un 80 %. Y esto ya en el 2011... Hace 30 o 40 años, como dice Tonucci, los niños llegaban de la escuela y jugaban en la calle y tenían una cierta libertad. Esto que pasaba en las ciudades y los pueblos ya no pasa. Esto se ha ido recortando a base de miedo...


-Y de tener, cada vez, menos niños. Cuantos menos hay, más sobreprotegidos están, ¿no? Son un «bien» que aquí comienza a ser escaso. 
-Sí, y es un miedo que la industria ha aprovechado para venderles a los padres un montón de gadgets. Hace unos años se vendían en EE.UU. unas rodilleras para que los bebés gatearan... Porque, claro, el ser humano en sus 250.000 años de existencia, se ha hecho muchísimo daño gateando... ¡por fin ha llegado el Homo sapiens sapiens con unas rodilleras!.  Detrás de todo esto, y de la tecnología, hay unos intereses de las empresas que quieren poner sus garras en el mundo de la educación. La educación online no es educación, te puedo asegurar que no lo es. Que dejen de llamarla educación. Y ahora, después de 20 años de conflicto, hay un consenso entre expertos sobre lo malas que son las pantallas por debajo de los 12-14 años. 
Hoy ningún experto lo niega. Y sin embargo lo que plantea el Gobierno como «solución» al problema del covid son las pantallas. Estamos totalmente en contra de que vuelvan a cerrarse las escuelas por coronavirus. No tiene sentido, efectos en la economía aparte.


-Los profesores de carne y hueso prácticamente han desaparecido estos meses. ¿Se han conjugado la comodidad y el miedo?
-Los profesores deberían estar preocupados, porque lo digital se carga su profesión, los hace prescindibles. Deberían estar temblando... no, deberían estar en la calle. Están como esperando que les digan pero no se dan cuenta de lo que hay: al final con un profesor van a poder manejar muchísimos más alumnos. La máquina permite abaratar costes en el mundo de la educación y en el de la sanidad. En EE.UU. ya hay servicios a domicilio para personas mayores que los hacen máquinas, que hacen compañía a los abuelos todo el día, les recuerdan que tienen que tomarse la pastilla. ¿Esto es lo que queremos para nuestros niños? Ahora tendría que estar habiendo un debate en la sociedad enorme. Hace años era capaz de contar las horas que un niño o una niña pasaban delante de una pantalla, ¡ahora soy incapaz! No sabemos cuántas horas están nuestros niños ante una pantalla. Yo les cuento los efectos cerebrales a los padres y se sienten fatal. Es adictivo, y cada vez nos vemos más invadidos. Puedes dar miles de argumentos... ¿Pero sabes lo que funciona? Enterarse de que los directivos de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas donde no hay tecnología.


-Nos cuesta rebelarnos contra lo que hace la mayoría...
-Pero tenemos que decidir qué vida queremos para nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos y si queremos que los seres humanos queremos seguir siendo algo humanos o que ya nos roboticemos completamente. Veo personas que con 14 años no saben mantener una conversación. La madurez tiene que ver con sentirte tú lo que quieres, lo que eres. Si no tienes sensaciones y emociones propias, no podrás saber lo que quieres, y esto es la madurez. Una persona que todo lo recibe de la tecnología no tiene experiencias de primera mano. El otro día, el filósofo Fernando Bárcena decía que vivimos en una sociedad infantilizada y sin imaginación. Lo primero que se está robando a la infancia, con las pantallas, es la sensibilidad y la imaginación. Creamos una infancia que no es, pero desde muchos años antes del covid. Parece que queremos que los niños sean pequeños adultos, porque cuanto antes sean adultos antes encontrarán trabajo... Esto es absurdo. Parece que el niño con corbata y ordenador a los 3 años va a ser un ejecutivo de éxito, y es mentira. Cuanto más viva la infancia, cuanto más en contacto esté con la naturaleza, más recursos tendrá para desarrollar su potencial en la etapa adulta. Hay estudios que lo prueban. El miedo de los padres lleva a la sobreprotección. Recuerdo una niña de 11 años que me decía: «Los padres quieren evitarnos el peligro, pero impiden que hagamos muchas cosas». Es complicado ese equilibrio. Pero yo no sé dónde están más en peligro los niños, si en el mundo real o en el virtual. A veces parece que preferimos a un niño planchado y limpio ¡que vivo! Yo quiero vivir en un lugar donde la infancia, sus derechos y necesidades, cuente, porque ese es un lugar con presente y futuro. Cuando se cuida de un niño, se cuida de un mayor; se cuida de la humanidad.


 -¿Hay que integrar la naturaleza en la educación de los niños desde el principio? Señalas que 40 años de investigación demuestran que los niños se desalloran mejor al aire libre a todos los niveles.

-Sí, es un derecho que tienen. Hay que dejar atrás ya la escuela que solo se fija en lo cognitivo y esos padres que piden solo que los niños que sepan la o, aprender pronto sumar, a restar... 
Todas las leyes hablan de que la educación tiene que ser holística, incluir todas estas dimensiones: la física, la emocional, la social, la creativa y la intelectual. Necesitamos maestras y padres que sean capaces de educar y de pedir al sistema educativo que sea capaz de educar a sus hijos en al menos esas cinco dimensiones. Cada escuela tendrá que analizar sus procesos y ver qué cosas se pueden hacer para incorporar acciones dentro de la salud, acciones educativas, pero una salud entendida como dice la Constitución de la OMS de 1946, entendida como bienestar físico, psiquíco, mental, social, y no solo como 'evitar el covid'. Esto no es salud, es evitar una enfermedad. Las comunidades educativas deben tener en cuenta que los niños y las niñas no son contagiadores. Estamos en un momento en que hay que cuidarse. No podemos volver en septiembre a la misma escuela, a las mismas ratios, sin hacer nada. Bajar las ratios es importante, desde mi punto de vista. Los niños españoles son los únicos europeos que durante mes y medio no han podido salir nada, cero, se ha cortado su vivencia escolar, se han visto privados de procesos importantes de desarrollo y de aprendizaje. Y además se han visto en un entorno en general dominado por el miedo y la ansiedad social. Son miedos y ansiedades que han absorbido sobre todo del mundo adulto. Lo más probable es que en la escuela, cuando salgan de sus entornos familiares, manifiesten cosas que están reteniendo. Ellos sueltan sus cosas de igual a igual en el colegio, en casa pueden tener miedo de que los padres discutan o de que mamá tenga miedo... Para ellos está bien un espacio alternativo siempre que sea un espacio pensado desde sus necesidades.

Curso Superior de Pedagogía Verde.


Heike Freire*.
Octubre 2018 - Junio 2019, 

Carretera Colmenar (M-607), 
salidas 14 y 15 vía de servicio, 
Madrid. 





¿Qué es la Pedagogía Verde? 
Es un enfoque educativo, creado por Heike Freire, que abarca un conjunto de ideas y estrategias cuya efectividad ha sido ampliamente demostrada, para acompañar el desarrollo y el aprendizaje de niños y jóvenes, en armonía con los procesos naturales, dentro y fuera de ellos.

¿Qué ofrece esta formación?
El Curso Superior de Pedagogía Verde es una formación acreditada por Florida Universitaria, un centro adscrito a la Universidad de Valencia. Te capacita para trabajar en y con la naturaleza, convirtiéndola en una valiosa aliada, una compañera insustituible de tu actividad profesional.
A lo largo de nueve módulos residenciales, profundizarás en tu relación con la infancia y el entorno, a distintos niveles. Mediante la reflexión personal, el análisis de las principales investigaciones y modelos teóricos, la vivencia de experiencias únicas y la práctica de habilidades concretas, construirás tu propia guía en un campo innovador y con futuro.


¿A quién va dirigida?
El curso está pensado para quienes desean implicarse activamente en una transformación personal, educativa, social y cultural con el objetivo de recuperar nuestra capacidad de vivir en equilibrio con la Tierra, y todos los seres que la habitan. Destinado a maestras y profesoras, educadores, psicólogas, pedagogos, arquitectas, antropólogas, sociólogos, biólogas, ingenieras, terapeutas, diseñadores, pediatras... y toda persona con interés en desarrollarse personal y profesionalmente en este ámbito.



Si deseas recibir el folleto en pdf y más información que se vaya compartiendo sobre el Curso Superior de Pedagogía Verde puedes rellenar el siguiente formulario: http://eepurl.com/dybz21 
o escribir a: secretariaheikefreire@gmail.com.






  Heike Freire

Estudió Psicología y Filosofía en París.
Desde hace más de 20 años se dedica a la investigación, la reflexión y la acción para la innovación social y educativa. Periodista y escritora, ha publicado más de un centenar de artículos sobre infancia y: naturaleza, espacio, ciudad, arte, tecnología, derechos humanos, democracia…
Es también autora de dos libros: “Educar en verde” (Graó, 2011) y “¿Hiperactividad y déficit de atención?” (RBA, 2013).
Actualmente dirige la revista Mente Sana.
Heike es miembro de la Asociación GSIA.

¿Hiperactividad y déficit de atención?, Libro de Heike Freire

¿Hiperactividad y déficit de atención?


Heike Freire
RBA Libros, Colección Integral

a la venta a primeros de Septiembre


La autora, miembro de GSIA, da un vuelco 
a los planteamientos convencionales 
se pregunta 
.- hasta qué punto el trastorno puede considerarse una enfermedad infantil 
.- o más bien es el resultado de las insanas condiciones de vida 
    que les impone la sociedad moderna

Sinopsis

Este no es un libro más sobre el TDAH
.- No ofrece mágicas recetas para conseguir que niños y niñas se adapten, rindan más, piensen y se comporten mejor, aprendan a controlar sus impulsos y expresen sus emociones de manera sana . 
.- No asume de entrada que los pequeños hagan las cosas mal porque carecen de recursos, tienen un defecto en sus cerebros o están mal programados genéticamente.

Partiendo de un enfoque verdaderamente preventivo, centrado en la promoción de la salud, y adoptando una perspectiva pluridisciplinar, la autora da un vuelco a los planteamientos convencionales y se pregunta hasta qué punto el trastorno puede considerarse una enfermedad infantil o bien el resultado de las insanas condiciones de vida que les impone la sociedad moderna.


Heike Freire se licenció en psicología y filosofía en la Universidad París X y más tarde se convirtió en pedagoga, mientras trabajaba como consultora del gobierno francés en el Instituto de Educación Permanente de la capital gala. Además de impartir talleres y conferencias, ha publicado casi un centenar de artículos. 
Es miembro de la Asociación GSIA

Elmenhorst: Una escuela bosque en Hamburgo y El jardín secreto: una escuela en los bosques escoceses: dos experiencias de niños y naturaleza.

Dos experiencias, dos escuelas en los Bosques.
Blog Educar en Verde,Heike Freire 

Acordándome de Joseba y su reciente experiencia
en Avellanosa de Rioja (Burgos), 
y su escuela de El Colmenar.




EN ELMENHORST

Mi amiga Elvira Pacheco, maestra de la escuela Trabenco y miembro del MRP "Escuela abierta" está realizando una estancia en Hamburgo, donde ha entrado en contacto con algunas Walkindergarten. Esta es la crónica que nos hace de Elmenhorst, un centro que ha visitado recientemente. 
Muchas gracias Elvira!


6:30 mañana.
Suena el despertador y me preparo, que hoy toca visita a una Escuela en el Bosque, o Bosque-Escuela, o como aquí les llaman: WALDKINDERGARTEN.
Hace un frío que pela.

Tenemos suerte y cuando llegamos, sólo nos espera la maestra y podemos charlar un rato con ella. Los niños todavía no han aparecido. Podemos ver la caseta de madera que hace de punto de encuentro y espacio para guardar materiales, libros y pertenencias de niños y maestras.
Como veis en las fotos, a fuera (siempre en el exterior), hay construido un espacio habilitado para la asamblea diaria en la que el grupo se saluda, canta y reparte sus responsabilidades (hoy se pedían voluntarios para: contar a los compañeros, abrir la puerta de camino al bosque, para mirar la carretera y asegurarse de que no vienen coches…). 

Poco a poco van llegando los niños acompañados de sus familias (casi todos en bici, claro..) y embutidos en sus ropas para el agua y el frío. Mi mayor sorpresa: es una escuela pública. Como todas las de este tipo en esta región. Nada de experiencia alternativa, elitista, al margen de… no, es una escuela municipal, ordinaria, oficial y al alcance de todos.

A ella acude un grupo de 26 niños de entre 2 y 6 años. Son tres maestras las que les acompañan cada mañana al bosque. El tiempo no las condiciona. Únicamente se suspende la salida si hay tormenta y fuertes vientos. La lluvia, la nieve y las bajas temperaturas, no las echan para atrás. “Si llueve, vamos a un lugar lleno de árboles que está completamente cubierto de hojas” dice una de ellas. No quiero ni imaginarme lo que tiene que ser una jornada en pleno invierno. Se ve que son mujeres fuertes, apasionadas con lo que hacen y…. muy abrigadas. jiji.

Niños y maestras se organizan y después de un rato de transición, comienza el paseo. Tras llevar a cabo la ceremonia de cruzar la “carretera” (un camino asfaltado entre árboles) los niños echan a correr libremente… se caen y se levantan solos, pisan charcos, se suben por los árboles, se tropiezan con raíces de árboles, canturrean, algunos caminan de la mano tranquilamente, otros chillan, se agachan para recoger palos y uno se detiene continuamente para recoger semillas y regalármelas (he acabado con el bolsillo…guarro). Al sonido de una campanilla, se reúnen rápidamente y se detienen para contarse, por si falta alguno. Esto lo hacen continuamente…Un paseo precioso.

Llegamos a uno de los puntos de referencia/trabajo (tienen varios dentro del bosque), lo llaman con un nombre mágico “la Dama de nosecuantitos” (no recuerdo el nombre). Allí se sientan a almorzar tranquilamente, las maestras también. Eso si, cada uno lo suyo…no colectivizan la comida y nosotras que no hemos llevado nada, nos hemos quedado a dos velas.Cuando terminan… juego libre. Y cada uno se aventura en lo que quiere, le surge…etc.

Llegamos a uno de los puntos de referencia/trabajo (tienen varios dentro del bosque), lo llaman con un nombre mágico “la Dama de nosecuantitos” (no recuerdo el nombre). Allí se sientan a almorzar tranquilamente, las maestras también. Eso si, cada uno lo suyo…no colectivizan la comida y nosotras que no hemos llevado nada, nos hemos quedado a dos velas. 

Mientras, las maestras, junto a un tipi que han construido otros niños mas mayores, preparan material para pintar, algo de números, de figuras geométricas… hoy se acercan quienes quieren, pero nos dicen que también preparan actividades dirigidas que realizan todos.
Entre los materiales…¡¡navajas!! Me da la risa. ¡Las utilizan todos, incluso un niño de 2 años!. Mis pies comienzan a entrar en 1ª fase de congelación. Charlamos sobre sus objetivos: contacto con el medio natural, la autonomía (tendríais que ver como ellos solos se quitan esos monos de nieve para hacer pis) y la competencia social.Les pregunto por el trabajo artístico, y me comentan que un profe de música trabaja con ellos un día a la semana y que una vez al mes, realizan una excursión a la ciudad (Jope! Al revés!) y visitan museos. Con una sonrisa y sin intención de justificarse, una de ellas comenta: “hay cosas que se hacen en las escuelas que nosotras no trabajamos, pero si otras muchas que ellos ni se plantean”

Luz, color, olores, temperaturas, sensaciones…Nuestros pies (los de mi acompañante y los míos) ya están congelados. Ellas se rien… Un trabajo precioso pero muy duro. Nos cuentan que a veces llegan agotadas a casa con ganas de irse a la cama (bueno, pues como nosotras… les decimos). Para nosotras ha sido suficiente. No queremos molestar mas (bueno, en realidad nos morimos por un café calentito…). Nos despedimos.

Una experiencia inspiradora.
Nada, que no me esperéis, que me quedo en los bosques. Eso si, mandadme buenos leotardos y bragas de cuello alto, que si no, es imposible…




Los pequeños pies de Allystor se mueven con agilidad por la tierra húmeda y tierna. Sortean los troncos de los árboles, saltan entre las piedras y las ramas caídas, se deslizan o “escalan” por las pendientes. Con su mochila al hombro, su anorak y su osito de peluche fuertemente agarrados, mi improvisado guía se vuelve, de vez en cuando, para vocear algún consejo: “¡cuidado con el agujero!”, “esto resbala”, “¡vamos, es por aquí!”. Perdida en el bosque, sin cobertura y a punto de abandonar mi proyectada visita al “Jardín Secreto”, (una escuela infantil, a dos horas de Edimburgo), Allystor y su madre, que llegaban tarde, me rescataron: “Hoy están en la zona del árbol hueco. Mi hijo conoce el camino”, dijo ella volviendo al coche. La experiencia de dejarme llevar por un niño de 6 años, en un territorio desconocido, fue un sorprendente ejercicio de confianza, muy recomendable para cualquier adulto.

La escuela nómada
¡Y llegamos!. En un claro del bosque, rodeado de robles, pinos, castaños, y fresnos, destaca un colorido grupo: son 14 niños y niñas (de 2 a 6 años) (hay 18 inscritos) y tres educadoras. Preside la reunión un viejo plátano con un enorme agujero en la base, por el que se asoman jugando algunos pequeños. Cathy Bache, una profesora de teatro que residió en Noruega, impulsó el proyecto  hace seis años, tras varias experiencias cuidando niños en la naturaleza. En cumplimiento de la legislación escocesa, que no permite crear una escuela sin un edificio, el centro comunitario de la pequeña aldea de Lethan sirve de punto de encuentro a las familias, al principio y al final de la jornada. Desde allí, los niños caminan diariamente a las colinas, en invierno (con temperaturas que rondan los 0 grados) como en verano: “El bosque es un entorno acogedor que ofrece muchas posibilidades, explica Cathy. “Hay zonas estupendas para resguardarse del viento o de la lluvia, donde la temperatura se mantiene constante”. Durante todo el año, la escuela transita, nómada, por más de 20 áreas distintas, acondicionadas y adaptadas a la climatología, con refugios naturales o tiendas. Sus pintorescos nombres expresan los juegos y la imaginación de los niños: “donde los tigres”, “el árbol de cocinar”, “la carpa amarilla”, “los columpios para pies”, “la gran hoguera” o “la tienda blanca”, que dispone además de un pequeño huerto y dos grandes arcones donde guardan material escolar y de jardinería. “Con buen tiempo, ellos eligen el lugar, según sus intereses. En caso contrario, lo decidimos nosotras”, vuelve a explicar Cathy. Aunque estamos casi a finales de junio, es el clima fresco y nublado de Escocia. Mary, otra de las educadoras, está montando un tejadillo con lona, “por si llueve”, mientras los pequeños continúan inmersos en sus juegos. En esta escuela sin paredes ni techo, los niños recuperan y desarrollan su conexión innata con la naturaleza; gracias a ella, refuerzan también el contacto consigo mismos, la claridad con que perciben su cuerpo, sus pensamientos, sentimientos y deseos. Mediante la exploración y el juego espontáneo, van construyendo vivencias y experiencias concretas y directas, en un entorno amplio y respetuoso.

Puedes continuar leyendo este artículo de Heike Freire en el nº 407 de la revista Cuadernos de Pedagogía (www.cuadernosdepedagogia.com) dedicado a la Infancia hoy.

También puedes publicar tus comentarios con las experiencias de escuelas que  favorezcan el juego al aire libre y en la naturaleza.

"Compromiso con la infancia y sus derechos de ciudadanía", Encuentros Complutense, Aportaciones y Vídeo.

Compromiso con la infancia y sus derechos de ciudadanía

“Los niños tienen que tener una libertad también en el ejercicio de sus propios derechos. 
Los límites que pongamos en el ejercicio de los derechos deberían ser para cualquiera, no valen para los niños solo por su condición de niños." Ignacio Campoy




Antonio López Fonseca, Jesús Leal, Paloma Román

Niños, niñas y adolescentes: ciudadanos sin participación y mirados desde arriba

¿Dejamos ejercer la ciudadanía a los niños y las niñas de forma activa, como ciudadanos de pleno derecho, en condiciones iguales que el resto de ciudadanos?”. La pregunta la lanza Carles López, presidente de CANAE y las respuestas nos devuelven una infancia que sufre la crisis, los umbrales de la pobreza, la adultocracia, el “mirar desde arriba” y a la que no se ofrece una forma participativa de ejercer sus derechos.
En el Encuentros Complutense Compromiso con la infancia y sus derechos de ciudadanía Jesús Leal (catedrático de Sociología UCM) apuntó que las “políticas de infancia es algo que hay que empujar por parte de la Universidad”, porque “el principal actor son los niños y niñas” y la comunicación que tienen entre sí. La oportunidad es también necesidad porque para Paloma Román “estamos en un momento necesario para cambiar una realidad que resulta algo injusta con la infancia y con sus derechos” aunque haya habido “una reducción del umbral de tolerancia”. Los datos nos devuelven una falta de recorrido en “ese compromiso con las personas de edad temprana” y Román nos recuerda que “la crisis ha sido especialmente dolorosa en niños y adolescentes”. En 2007, España se situaba en la quinta posición de los  21 países desarrollados en bienestar infantil; ahora la directora del CSEG complutense recuerda nuestras altas tasas de pobreza infantil, con sólo Rumanía y Grecia a la zaga.


De ahí la iniciativa de un master propio en Políticas sociales de infancia y adolescencia de próxima implantación o la Revista Sociedad e Infancias de acceso abierto y gratuito –con licencia Creative Commons-que publica Ediciones ComplutenseAntonio López Fonseca la enmarca en “el compromiso con los nuevos estudios de infancia”, una “infancia en la sociedad, frente a la sociedad y constructora de la sociedad”. “No nos basta con ser transmisores, el editor es un mediador con la sociedad”, afirma el director de la editorial complutense.
Una sociedad que tiene por “acotar qué estamos entendiendo por ciudadanía. Si los niños y niñas quieren ser ciudadanos”, el ámbito de esa “ciudadanía: legal o política, escuela, local, estatal, el ámbito de los cuidados y las familias”, nos explica la periodista y escritora Heike Freire. Quien lo conoce de primera mano es Carles López, preside la CANAE (Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes), cuando van a los centros y hablan del pacto educativo les plantean numerosas propuestas y cuando preguntan a esos mismos adolescentes de 15-16 años “por qué no participas”, la respuesta es “porque no me han enseñado. Se debe enseñar a participar. Es una condición básica para el ejercicio de la ciudadanía”. La paradoja es que, por ejemplo, no se pueden asociar si tienen menos de 14 años, “la sociedad le pide ser ciudadano activo, pero no le deja asociarse”-continúa-, de forma que “si son el futuro parece que ahora no tienen nada que decir. Y son el presente y, en el presente, tienen muchas cosas que decir”.


La raíz está para el profesor Ignacio Campoy en la incorporación de niños y niñas al “modelo de los derechos más como titularidad que como ejercicio”. “Los niños tienen que tener una libertad también en el ejercicio de sus propios derechos. Los límites que pongamos en el ejercicio de los derechos deberían ser para cualquiera, no valen para los niños solo por su condición de niños. Realmente limitar a un niño de 14 el derecho de asociación en su instituto sería una limitación injusta (¿va a dañarle?). Se acepta acríticamente por un sentido de protección”, explica Campoy al tiempo que reclama “empoderar a los niños para poder ejercer esos derechos. La solución: la educación inclusiva y de calidad ya que para este docente de la UC3M “la educación inclusiva sería el paso definitivo, una generación o dos de educación inclusiva… es un cambio enorme”.

El freno: “Vivimos en una adultocracia en la que ponemos barreras y nos da miedo que conquisten o avancen en cualquier esfera de poder”. Freno y diagnóstico de la socióloga Lourdes Gaitán que denuncia “un anacronismo histórico, los adultos nos agarramos a un modelo de infancia funcional para nuestros intereses”. Frente a una Convención de Derechos del Niño que “se ha contado como si fueran las escrituras y ha dado lugar a un modelo muy estático” o un “participas por el caminito que te llevo” porque “que se hable de la rebaja de la edad del voto parece una cosa folclórica”, Gaitán reivindica el “derecho a una vida decente, a que no te quedes sin casa,…” e incluso “a una muerte decente” mientras relata el reciente caso de un niño en Fuenlabrada que permaneció en casa 20 horas “sin llevar a enterrar los padres no tenían dinero. Eso está pasando aquí”

Ignacio Campoy, Heike Freire, Carles López, Lourdes Gaitán

Heike Freire incide en que “los niños y las niñas son ciudadanos, son agentes” frente a “los usos y costumbres de los adultos que quieren proteger su poder”. Y “recojo de Lourdes el derecho a una vida. Hoy en día niños y adolescentes atribuyen más al exterior lo que pasa en su vida”. Un paradigma que construye también desde el modelo en las aulas “desde lo débil”, reclama la profesora complutense Marta Domínguez, “devolver ese modelo público que equipara y hace equivalentes unos a otros y hace posible el encuentro”; porque según Domínguez nos encontramos un “niño orientado hacia un mundo pautado, como consumidor,…” y al que se mira desde arriba-una mirada que infantiliza y victimiza-, no se les escucha a nivel individual y social”.
Miradas atentas al cambio como la de Aldeas Infantiles colaboradora de la Revista complutense Sociedad e Infancias”, que observa que los niños y jóvenes que atendemos no tienen que ver con los de hace 27 años”, en la experiencia de su presidente Pedro Puig y “tenemos que ir adaptándonos a estas nuevas circunstancias de la infancia vulnerable”. Para ello la interacción con la Universidad es importante “necesitamos profesionales bien formados, preparados, profesionales con rostro. Si importante es saber hacia dónde vas, importante es con quién. Los adultos tienen que acompañarles y dejarles que vayan descubriendo lo que están llamados a ser”.

Pedro Puig, Marta Domínguez, Kepa Larrañaga.

La revista cuenta también con “parte de nuestro ADN en GSIA, dos cuestiones básicas: investigar y sensibilizar”. El ADN es el de la Asociación Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia y quien lo afirma el sociólogo Kepa Larrañaga, que añade: en el proceso de investigación los niños tienen que participar, a otros investigadores les parece extraño. Eso propicia o no propicia un acercamiento adecuado a la infancia, intentamos que los niños opinen y nos acerquen a su forma de ver el mundo”. Larrañaga critica el acento que se pone –citaba un estudio muy reciente- en presentar a los niños como “acosadores en Internet o practicantes de sexting,…” ya que “estamos aportando un mensaje no positivo”.
Texto: Celia Sánchez   
Fotografía: Diego García (DEIC)28 de febrero 2018 

El encuentro tuvo lugar Fecha: 
28 de febrero 2018, 19:00 horas
Lugar: Salón Actos Pabellón Gobierno UCM (c/ Isaac Peral s/n)