Una comisión parlamentaria debatirá la posible ampliación del derecho al sufragio planteada por el Ministerio de Juventud
25 AGO 2024
La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, en un acto electoral el pasado junio en Valencia. BIEL ALINO (EFE) |
Permitir el voto a los 16 años está dejando de ser una rareza. En las pasadas elecciones europeas, los chicos de esa edad pudieron acudir a las urnas en cinco países: Alemania, Austria, Bélgica, Malta y Grecia, en este último siempre que cumpliesen 17 en 2024. En los dos mayores Estados de Sudamérica, Brasil y Argentina, está vigente desde hace años. En España el debate ha aparecido y desaparecido a lo largo del tiempo. Llegó en más de una ocasión al Congreso sin ningún éxito. Pero esta vez sus partidarios han conseguido avanzar un paso: la Cámara baja prevé crear una comisión que escuchará a expertos y organizaciones sociales sobre la posible reforma de la ley electoral para anticipar dos años el derecho al voto. La propuesta, impulsada por el Ministerio de Juventud e Infancia que comanda la dirigente de Izquierda Unida (IU) Sira Rego, fue aprobada antes de las vacaciones con el apoyo de los grupos de izquierda y Coalición Canaria.
En mayo pasado, en vísperas de las europeas, Rego apeló a la experiencia de países que han implantado la medida para ilustrar uno de los argumentos centrales de sus partidarios: anticipar la edad de voto incentiva la participación política posterior de los jóvenes. “Es una vieja reivindicación de IU y de sus juventudes”, recuerda Nahuel González, el diputado de esa formación, incluida en Sumar, que defendió la propuesta aprobada el 27 de junio en la Comisión de Juventud e Infancia del Congreso.
La iniciativa contó con el apoyo del PSOE, que hasta ahora se mostraba titubeante. En septiembre de 2022, los socialistas se abstuvieron ante una propuesta similar planteada por ERC, que, entre eso y el rechazo de la derecha, acabó fracasando. Ahora los socios de Gobierno han acordado llevar el asunto a una subcomisión que se ocupa de las reformas de la ley electoral. “Es un tema que suscita debate, no solo en el PSOE, incluso en las Juventudes Socialistas”, admite Víctor Camino, secretario general de la organización juvenil y el diputado que suscribió la medida en junio en nombre de su grupo. “Pero estoy convencido de que se acabará aceptando con el tiempo, aunque sea por una cuestión demográfica”.
Las dos formaciones en el Gobierno dan por hecho que a la iniciativa le espera un “recorrido largo”. “Abrir el debate ya supone una victoria”, coinciden González y Camino, que asumen que requeriría un “amplio consenso”. Por ahí surgen las dificultades. Dentro del bloque que apoya al Gobierno hay sectores reacios, como el PNV. Y la oposición de la derecha ha sido frontal. El PP aduce, entre otras cosas, que iría contra la disposición constitucional que fija la mayoría de edad a los 18 años. “Pero yo no desisto de intentar convencer al PP”, manifiesta González. Tanto él como Camino indican que en otros países la medida fue suscrita por los conservadores y cuenta con la opinión favorable de organismos como el Consejo de Europa o el Consejo de la Juventud de España. “No es una cuestión de derechas e izquierdas”, apostilla el responsable de Juventudes Socialistas, sino de “ampliar derechos”.
El argumento más repetido por los partidarios es que si un chico de 16 años puede trabajar o decidir sobre un tratamiento médico también debe poder votar. Y que esa medida mitigaría la desafección política entre los más jóvenes e incrementaría su compromiso con la democracia. Sobre la preparación de estos para tomar una decisión política, González no duda: “Hoy la juventud tiene una capacidad de acceso a la información como no se ha tenido nunca”. “¿No es absurdo que Lamine Yamal no pueda votar?”, remacha.
En esta discusión a menudo se han posicionado entre los detractores neurocientíficos que arguyen que a esa edad la persona es en exceso emocional y voluble, propensa a las decisiones poco meditadas. En el plano político, no falta quien se declare en contra desde la izquierda alegando que buena parte de la juventud se ha dejado conquistar por la ultraderecha. Argumentos muy similares, replica Camino, a los que “ya fueron empleados en su día para oponerse al voto de las mujeres”.
Si se tomase hoy la decisión, el censo electoral de casi 37,8 millones de votantes se acrecentaría con algo más de un millón. Supondría un aumento del 2,7%, probablemente poco significativo para alterar el resultado de las urnas, sobre todo si se mantuviese el alto grado de abstención que se registra entre los nuevos electores, “un clásico de siempre, de toda la democracia y de todos los países”, precisa Belén Barreiro, directora del instituto demoscópico 40dB. En sus estudios, Barreiro ha confirmado que esa franja de edad está “superderechizada”, con inclinaciones hacia la extrema derecha que alcanzan el 40%. “Vox se ha configurado para muchos jóvenes como un voto rebelde”, apunta. La socióloga señala que a los 16 años “la identidad está todavía forjándose”, mientras que a los 18 se aprecian opiniones más formadas. “Tener un contrato de trabajo y empezar a pagar impuestos suele conllevar un mayor interés por la política”, subraya.
Los chicos que hoy tienen 16 nacieron en 2008, “son la generación de la crisis, han vivido siempre en crisis y eso les confiere un perfil diferente”, destaca Oriol Bartomeus, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) de Barcelona. Bartomeus es autor de un libro reciente, El peso del tiempo, sobre el elemento generacional en las actitudes políticas. Su instituto está elaborando un estudio con adolescentes y anticipa algunas conclusiones: “Tienen una visión de la política muy práctica, nada dogmática. Participan o no si se sienten llamados. Tienen valores que podríamos llamar mercantilistas. Actúan pensando en lo que les interesa, no en lo que pueda pasar en los próximos cuatro años. Y no se identifican con un partido concreto, son fieles solo a sí mismos”.
Todos los estudios corroboran que en la juventud se ha ensanchado la brecha ideológica por sexos: las chicas se inclinan a la izquierda y los chicos a la extrema derecha. “Ellas tienen el impacto del Me Too y ellos están influidos por la manosfera [de man, hombre], un conjunto de medios y redes muy masculinos, con un discurso brutal contra el feminismo”, explica Bartomeus. El director del ICPS relativiza el debate sobre si se debe permitir el voto a los 16: “Lo relevante no es eso, lo relevante es que un elemento central de la democracia como la información ha perdido calidad y, en consecuencia, también la está perdiendo la democracia. Eso es lo que cuenta, tengas 16 o 76 años”.