HDIA, Hablando de Infancia y Adolescencia: Blog GSIA con información y reflexión sobre la realidad que viven millones de niñas, niños y adolescentes en el mundo.
Un laboratorio de creación que
cuestiona la temática ecológica partiendo de la relación de las especies
con el entorno sonoro, estimulando las y los participantes a crear a
través del sonido una historia sonora sobre el futuro. Sonidos de campo,
dibujos, fotos, textos y voz serán los elementos que usaremos para
crear en colectivo esta historia que nos ayuda a pensar el mundo que
queremos habitamos.
El género de la ciencia ficción
nos ayuda a investigar nuestra realidad a través de un trabajo sobre el
imaginario como lugar de creación de posibilidades futuras produciendo
pensamiento crítico sobre la cuestión del cambio climático y ayudándonos
a pensar una forma de sociedad alterna abordando cuestiones como la
naturaleza, la energía, la vivienda, la alimentación, la comunicación,
las formas de gobierno…
Ecologías del Futuro es un proyectonómada que nace entre Alemania, Tunisia y México y crece
gracias a la colaboración de varios aliados, cómplices e instituciones:
Goethe Institut, Animasivo, Haus de Kulturen der Welt, Es Cine e
IN-SONORA.
El taller tiene la intención de
crear un proceso de reflexión y creación colectiva sobre el tema del
futuro. En esta emisión propondremos y compartiremos unas lecturas,
juegos y sonidos que nos sirvan para activar la conversación.
En cada sesión, se realizarán
ejercicios individuales y colectivos, la improvisación / producción de
algo (foto, dibujo, texto, sonido) y se compartirá entre el grupo lo
realizado. Dado que el taller se realiza en el marco de un Festival de
arte sonoro, hemos decidido abordar el tema del futuro partiendo de los
sonidos, el paisaje sonoro del mundo que habitamos será el punto de
partida para imaginar otros mundos, otros escenarios tanto sonoros como
visuales.
Antes del taller compartiremos con
los participantes instrucciones que comprenderán materiales o pequeños
inputs como instrucciones de un juego, que sirven para activar las
sesiones del taller.
La metodología que implementaremos
buscará fomentar, a través de la creación colectiva, la reapropiación de
la narración sobre el futuro, y por lo mismo, sobre nuestro presente.
Imparten:
Francesca Cogni (IT/DE) Cineasta y diseñadora. Tuline Gulgonen (FR/DE) Con formación en filosofía, desarrolla de forma colectiva proyectos pluridisciplinarios con niñxs y jóvenes. Hafid Velasco (MX/IT) Artista sonoro y programador autodidacta.
COLABORA CON NOSOTROS.
GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.
Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.
¡AYÚDANOS A MANTENER Y AMPLIAR NUESTROS PROYECTOS!.
Hasta hace relativamente poco tiempo, se consideraba que los niños y niñas menores de 8 o 10 años, y especialmente aquellos en edad preescolar, quedaban al margen de posibles efectos negativos de dichas informaciones, "protegidos" por su relativa inmadurez cognitiva. Pero estudios realizados en los últimos 10 años han demostrado justamente lo contrario y han permitido entender por qué.
Esta situación de sobreinformación reúne dos características importantes:
Está presente en todos los espacios de la vida: en las portadas de la diarios, que reproducen fotografías a gran tamaño y que se ven en cualquier quiosco, en la calle, camino de la escuela, del parque; en cualquier televisión, y no sólo a la hora de las noticias, sino de forma muy reiterada a casi cualquier hora; incluso en la radio, a la que habitualmente ni nosotros ni nuestros hijos prestan tanta atención, pero que estos días repiten una y otra vez la última hora y el balance de víctimas producidas y la evolución de los heridos.
Muestra imágenes e informaciones que suponen un reto cognitivo para los niños menores de 8 años y que, por este motivo, pueden resultar amenazadoras para ellos. Un niño en edad preescolar no sabe entender que, a pesar de que vea una y otra vez las imágenes de los restos del atentados y muy posiblemente las declaraciones de los heridos y supervivientes, éste sólo se produjo una sola vez. Tampoco sabe valorar qué es un atentado, ni dónde se ha producido, si cerca o lejos de su casa. Pero seguramente lo más importante es que las informaciones le confrontan con el dolor, con la idea de la muerte y del sufrimiento físico, algo que, dependiendo de su edad, quizá no había pensado aún.
Desde esta perspectiva, es más que aconsejable que las familias ofrezcan a los niños un marco de referencia para entender aquello que están viendo, para poder abordar sus dudas y sus miedos y para tranquilizarlos.
¿Cómo saber si es mejor hablar de lo ocurrido o no hacerlo?
Aunque improbable, puede ocurrir que nuestros hijos no hayan tenido contacto con las imágenes del atentado o no se hayan percatado de su gravedad. En esos casos, realmente sería contraproducente abordar el tema, porque podríamos generar una inquietud innecesaria.
Por tanto, aconsejamos preguntarles a los niños si últimamente han visto alguna cosa en la televisión o en los diarios que les ha llamado la atención. O, en el caso de niños de entre 6 y 8 años, si saben el incidente que ha ocurrido recientemente. En caso afirmativo, continuaremos hablando con ellos sobre lo ocurrido.
De lo contrario, no lo abordaremos directamente. Les diremos que ha habido unos problemas (sin especificar) y que algunos adultos y niños más mayores han estado viendo la televisión e informándose. Pero que estas informaciones a veces confunden a niños de su edad. Y que por ello les aconsejamos que siempre que alguna noticia les llame la atención nos pregunten para que así lo podamos hablar entre todos.
¿Cómo abordar el tema?
Preguntas como las siguientes pueden ayudarnos a guiar la conversación con nuestros hijos:
¿Qué crees que ha pasado?
¿Qué foto (imagen) te ha llamado la atención?
¿Tú sabes lo que es un atentado?
¿Y qué piensas por qué ocurren los atentados?
¿Sabes dónde ha ocurrido? ¿Eso está cerca o lejos de aquí?
La idea que subyace a estas preguntas es evaluar qué información tiene el niño y cómo la ha interpretado. Sólo así podremos tranquilizarle y corregir o complementar su visión sin añadir preocupaciones o informaciones que aún no ha entendido o pensado.
¿Cuál es la mejor forma de responder a las preguntas que nos formulan nuestros hijos?
La mejor manera de dar respuesta a las preguntas y a los comentarios de nuestros hijos supone respetar los siguientes principios:
Responder a todas las inquietudes y comentarios que nos hagan los niños, sin valorar su contenido y con máximo respeto por lo que han pensado y les inquieta.
Tratar, siempre que se pueda, de tranquilizar a nuestros hijos, haciéndoles ver que en nuestro país, por suerte, los atentados son muy infrecuentes, aunque en otros países, lejos de aquí, ocurren a menudo.
Subrayar siempre la disponibilidad de ayuda en nuestra sociedad: si nos ocurre algo hay muchas personas que nos ayudan (la policía, los bomberos, las ambulancias, etc.).
Ser absolutamente honestos con nuestras respuestas: si hacemos falsas promesas a nuestros hijos, éstos se van a sentir engañados.
Responder sólo a lo que ha preguntado o comentado nuestro hijo, sin ir más allá, ya que con esto podríamos estar generando nuevas dudas o miedos. Pero jamás debemos de dejar preguntas sin contestar.
Hay una pregunta que suele presentar dificultades cuando las familias abordan estos temas con sus hijos. Es la referida a los motivos, la pregunta acerca de por qué unas personas matan a otras. Es importante dar respuestas sencillas a esta pregunta, para que los niños no se asusten por la complejidad de nuestras explicaciones. En este sentido, una buena respuesta puede ser que nosotros tampoco lo entendemos, porque nunca una persona debería matar a otra.
¿Qué preguntas suelen ser las más habituales?
Para prepararnos para hablar con nuestros hijos, podemos reflexionar previamente sobre las siguientes preguntas que habitualmente formulan los niños:
¿Cómo se hacen los atentados?
¿Quién hace explotar las bombas?
¿Por qué la policía no ha evitado que hubiera un atentado?
¿Las personas que hacen esto (los autores de los atentados) van a la cárcel?
¿Cómo es que los médicos no pueden curar a los heridos?
¿Había niños en el atentado?
Quizá pueda parecernos algo amenazador hablar con nuestros hijos de sucesos tristes y traumáticos como los atentados. Y nos puede dar la sensación de que hablar de estas cuestiones genera miedos.
Tengamos en cuenta dos ideas al respecto:
Cuando un niño tiene preguntas y no sabe o no puede encontrar respuestas, se las da él mismo o lo habla con otros niños de su edad. Y las respuestas que construye sin ayuda de un adulto siempre son más amenazadoras que las que les vamos a brindar nosotros, los adultos, desde la comprensión de lo que les inquieta.
Si nuestro hijo es pequeño, ésta sea quizá la primera vez que se enfrenta al dolor humano. Pero no será la última. Acompañarle y ayudarle a entender qué ocurre cuando la vida nos plantea situaciones duras es modelar su respuesta ante la vida y prepararle para el futuro.
Ingeborg Porcar, directora de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB) nos detalla cómo debemos abordar todas las inquietudes de los niños al oír noticias o ver imágenes de conflictos bélicos o atentados terroristas.
Las
lectoras y lectores de nuestro Blog y nuestra revista de prensa HDIA conocen
que somos defensores de la eliminación de toda discriminación por motivo de
edad, lo que incluye la defensa de los derechos a la participación política de
niños, niñas y adolescentes, conforme a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Como primer paso en esta dirección proponemos que España se
sume a los países que ya tienen reconocido el derecho al voto a las personas de
16 y 17 años de edad.
A
partir de nuestro planteamiento, esperábamos expectantes que uno de los
principales periódicos de ámbito nacional abordara el tema del voto a los 16
que tenía anunciado con el fin de “adentrarse en un debate vivo en los países
con sufragio universal”. El esperado reportaje, que ha sido publicado ayer[1], no ha hecho otra cosa que
decepcionarnos, ya que, en nuestra opinión, lejos de ofrecer argumentos para el
debate, es un sumatorio de opiniones expertas y algunas referencias muy
superficiales al estado de la cuestión en los niveles académicos,
institucionales, de opinión pública y menos aún de los movimientos que
promueven la participación política de los más jóvenes, como condición de
ciudadanía inexcusable.
¿Están preparados los jóvenes de 16 años para votar?. El País, 2 de Marzo 2022
Ante
la falta de argumentaciones expresas (que no latentes, que las hay, y muchas) sobre
las que empezar a debatir hemos optado por hacer una aproximación al
análisis de este reportaje, a través de los términos en él utilizados, de la
frecuencia y del contexto en el que aparecen los mismos, con el fin de
visualizar más claramente su contenido.
Encabeza
el ranking el prefijo “Neuro” (neurociencia,
neuroeducación, neuropsicología, etc.) con 13
menciones. Muy lejos queda el término “Derecho/s”
que es citado 5 veces,
incluyendo la que aparece en esta frase, cuando menos curiosa: “…El hecho de que yo informe a mi hijo de
que nadie tiene derecho a tocarle el pene ni él a hacerlo, evitará que
sufra abusos sexuales o que él los ejerza”. Y así con todo…”.
La palabra “Niño” aparece en 3 ocasiones, relacionada con: cerebro,
educación, padres. Es lo que en los estudios sociales de infancia entendemos
hablar de un “universal niño” con características normativamente definidas. Por
el contrario, cuando la palabra utilizada es “Niños” el contexto se refiere a voto y participación política,
esto es, a los niños como grupo humano actuante. La palabra “Niña” está ausente en todo el
reportaje.
De modo semejante, el término “Adolescente”
(nótese, en singular) figura en las 3
frases siguientes: “…las ideas del adolescente son inestables…”, “las
habilidades cognitivas generales entre un adolescente de 14 o 15 años y un
adulto es prácticamente imperceptible”, “…el adolescente habrá crecido normalizando
ese comportamiento”. “Adolescentes” (en
plural) es palabra citada en 10
ocasiones. En la mayoría de ellas sirve para añadir atributos a la condición de
la adolescencia (“…menor capacidad para gestionar…”, “…son impulsivos y
emocionales…”, “…indicadores cognitivos…”, etc.) solo una vez que atisba su
protagonismo como grupo social: “…salen a las calles…”.
Lo “Emocional” (8 citas) y las “Emociones” (4 citas),
sumados, ocupan el segundo puesto del ranking encabezado por lo “neuro”.
Figuran en frases como: “…cerebro inmaduro y demasiado emocional…”, “falta de
maduración en los conceptos emocionales…”. Al contrario, hemos rastreado, sin
éxito, términos como razón, racionalidad, juicio, sensatez, discernimiento…
hasta llegar a “Razonamiento”, que
tiene 6 menciones, formuladas en
positivo y referidas al razonamiento lógico y moral, si bien ni siquiera aquí
se escapa algún condicionante (“…sin estímulos, no se activa…”).
En resumen, el artículo comentado escoge expresiones y opiniones diversas
para construir un relato que ahonda en los prejuicios sobre los adolescentes,
que les denigra (“los jóvenes votan con las tripas”) y les recluye en el grupo
de esos “otros” que aún-no-son-adultos.
El eje del relato es la supuesta capacidad/competencia para ejercer el derecho
al voto, lo cual no es otra cosa que la aplicación de los añejos criterios
aplicados en el pasado para limitar este derecho a colectivos como los no
propietarios o las mujeres. En último caso, se banaliza la importancia de su
participación para las políticas ya que “son pocos numéricamente”. Y se deja
“para otra conversación” la propuesta verdaderamente debatible: “que la edad
del voto sea 0”.
Con todo, el reportaje esconde una sorpresa. Se trata de un vídeo del que
nos informan así sus autoras: “Charlamos con cuatro adolescentes de 16 y 17
años para que nos cuenten si les apetece y si se ven capaces de votar”[2]. Planteado
en forma de preguntas y respuestas, estas son algunas de las que se pueden ver
y escuchar:
P. (A
sus amigos y amigas por chat) ¿Pensáis que estoy preparada para votar?
R. Me ha dicho que sí, porque estoy preparada y
sé pensar con cabeza.
P.
¿En qué se diferencian los partidos de derecha e izquierda?
R. Los de derechas tienen como ideas más
radicales, quieren ser más potentes y los de izquierda más de mente abierta.
P.
Con qué frecuencia lees noticias sobre política?
R. 1. Con poca frecuencia, si lo leo es más en
Twitter o en redes, más que en el propio periódico. En la tele a veces por las
noticias que ponen mis padres, por mí, no.
R.2. Periódicos suelo leer menos, veo mucho
noticias en la tele y también me informo a través de redes sociales, que
normalmente te suelen llevar a artículos de periódicos. Pero sí, procuro
mantenerme informada.
P.
¿Qué piensas de que quieran adelantar el voto a los 16 años y si te ves
preparada para elegir o no?
R. Pues yo pienso que sí estoy preparada,
porque ya te hacen tomar una decisión cuando tienes 14 años (para lo que
quieres estudiar) y eso es para toda la vida. Y esto es solo para 4 años, y
puedes cambiar. Ejercer el derecho al voto es muy importante.
P.
¿Influye el voto en lo que hace el gobierno? R.
Una persona que vote igual no tiene mucho poder, pero cuando, pero cuando son muchas y muchas personas, al final sí tiene gran influencia.
El visionado de esta pequeña parte del
reportaje nos ahorra a nosotros finalizar esta pieza con cualquier tipo de
conclusiones. Invitamos a nuestros lectores y lectoras a imaginar, después de
verlo, una conversación similar en algunos grupos de personas adultas, y
después reflexionar sobre si los chicos y chicas de 16 y 17 años tienen
semejante capacidad y preparación que los adultos para ejercer sus derechos
ciudadanos en este ámbito concreto.
GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 11 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.
Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.
¡AYÚDANOS A MANTENER Y AMPLIAR NUESTROS PROYECTOS!.
Todo empezó el 20 de septiembre de 1972, cuando el periódico De Tijd
publicó en su portada la crónica del periodista Vic Langenhoff con un
gran titular que rezaba "Stop de Kindermoord" (Parad el asesinato de los
niños), después de que su hija mayor muriera atropellada a los 6 años
de edad y la segunda resultara herida en otro impacto contra un
vehículo.
Denunció lo que muchos padres, de puertas para adentro, sufrían y
temían. De las 3.264 muertes por accidentes de tráfico registradas en
1972, el 14% era de menores de 15 años. Muchos de estos niños se
aventuraban a circular por su barrio en bici y, al igual que los
viandantes, los ciclistas se habían convertido en víctimas directas del
aumento del tráfico en las ciudades. Según la Asociación Nacional de
Ciclistas de los Países Bajos, Fietsersbond, en los años 70 se producían
de media 500 accidentes de bicis contra vehículos, una cifra que se
había reducido a 200 en 2013, a pesar del incremento constante del
parque móvil en todo el país.
"Todo el mundo podía reconocerse en ese artículo, en el drama
que estaba ocurriendo, porque todos sabíamos de alguien cuyo hijo había
sufrido un accidente de tráfico", explica Maartje van Putten, quien
fundó y dirigió el grupo activista nombrado igual que el titular del
artículo periodístico, "Stop de Kindermoord". Van Putten era una madre
joven de 20 años que vivía en una calle de Ámsterdam con
mucho tráfico. "El artículo fue lo que nos impulsó a crear un
movimiento de padres indignados por esta falta de seguridad", comenta.
"Y ningún político, de izquierda a derecha, podía estar en contra de
este mensaje, de frenar el número de niños víctimas de accidentes de
tráfico", indica.
Mientras el coche representaba el desarrollo económico y el
futuro en la Europa que se levantaba tras las Segunda Guerra Mundial, en
Holanda surgía un movimiento social sin cabeza, de anarquistas,
burgueses, madres de familia y estudiantes que reclamaban con fuerza el
espacio para la bici. Pero la conquista de las dos ruedas nunca fue algo
que pudiera darse por hecho. El azar, un contexto histórico favorable y
el pragmatismo que tanto caracteriza a los holandeses obraron el
milagro.
Durante los años que el movimiento permaneció activo, el grupo
de presión organizaba manifestaciones, recorridos multitudinarios en
bici y jornadas lúdicas en los barrios para promover el uso seguro de la
bicicleta. Padres con pancartas cortando el tráfico en las calles
principales de la ciudad empezaron a captar la atención mediática y a
obtener el apoyo improvisado de los que pasaban por allí de casualidad.
Al mismo tiempo, movimientos anarquistas como el de los Provos
denunciaban el protagonismo del coche, al que veían como la máxima
expresión de una sociedad de consumo dominada por la élite capitalista.
Para ellos, la bicicleta era un símbolo de igualdad social y de
libertad.
No muy lejos de las plazas donde unos y otros se manifestaban,
la élite burguesa y conservadora de Ámsterdam se alineaba con los padres
preocupados y con los jóvenes hippies para frenar la incursión del
coche en un casco histórico que debía ser protegido y que ellos sentían
la responsabilidad de preservar. "Holanda llegó tarde en la introducción
del coche y el movimiento hippy era muy fuerte, incluso con
representación política", comenta Gertjan Hulster, director del
documental Together We Cycle. "La presión social de aquellos
años logró frenar los nuevos planes urbanísticos de Ámsterdam, pero por
muy poco: la decisión final se aprobó por un solo voto de diferencia en
el pleno del ayuntamiento, lo que muestra el enorme apoyo que tenía la
otra manera de concebir la ciudad, donde el coche dominaba la movilidad
urbana", apunta.
Antes que el autobús, la bici
En los 50 y 60 la bici ya era el transporte prioritario en las
ciudades holandesas. Antes del desarrollo económico de finales de los
60, los holandeses preferían subirse a la bici para ir al trabajo en
lugar de esperar el autobús o el tranvía. "No tanto porque Holanda sea
un país llano, sino porque las distancias son cortas, muchos
trabajadores alquilaban su vivienda a la fábrica o a la empresa que les
empleaba y esta solía estar a pocos kilómetros del lugar de trabajo",
explica Gertjan Hulster. Los centros compactos y salpicados de canales
de ciudades antiguas como Ámsterdam o Delft se recorrían mejor en bici,
evitando los atascos habituales, mientras que los nuevos barrios obreros
distaban entre 15 y 20 minutos en bici, un medio de transporte que
además de ser más flexible que el colectivo, era completamente gratuito.
La historia también se encargó de popularizar la bicicleta en
estos años previos al coche. Desde la imagen de la reina Guillermina
subida en el sillín a finales de los años 30 a otras muchas posteriores
de la familia real pedaleando durante visitas oficiales por el país, la
casa de Orange se ha empleado a fondo en despojar la bicicleta de su
estigma marginal que impera en otros lugares del mundo. Era, además, un
símbolo de libertad y de resistencia. "Durante la Segunda Guerra
Mundial, la bici surgió como el medio de transporte de los holandeses
que rechazaban la ocupación nazi", relata el cineasta Gertjan, e indica
que "las bicis eran incontrolables y a los soldados alemanes les
irritaba mucho".
Cuando Holanda fue liberada en 1945, la bici pasó a ser el
emblema de la libertad ganada, una imagen que terminó de consolidarse
con la aparición de las llamadas Bicicletas Blancas (wittefietsenplan).
El proyecto, creado por el provo Luud Schimmelpennink, fue el precursor
de los sistemas de bicicletas compartidas que han proliferado en
numerosas ciudades: una bici que el usuario podía tomar prestada durante
media hora y de forma gratuita para realizar un trayecto corto dentro
del casco urbano, devolviéndola después en otro de sus estacionamientos.
En contra de lo que uno pueda pensar, el sistema fracasó en Holanda.
Porque todo el mundo ya tenía bici propia.
Los amantes de la bici se ponen en marcha
En su libro Bike City Amsterdam, el escritor y
periodista Fred Feddes desvela las claves que han convertido a la ciudad
holandesa en la capital mundial de las bicis. Y entre sus argumentos,
hay uno que cobra especial importancia porque ha definido el devenir de
la movilidad urbana en Holanda desde los años 70: la influencia de la
Asociación Nacional de Ciclistas (Fietsersbond) en la política
municipal. Fundada en 1975, contaba entonces con 600 miembros, un número
que se disparó hasta los 10.000 en tan solo cuatro años. Hoy suman
30.000. Nació para defender las mismas ideas que los distintos grupos
activistas: la bicicleta debía ser un transporte seguro y había que
fomentar su uso para hacer de la ciudad un espacio más amable y
habitable. "En cada reunión de los responsables municipales de
urbanismo, en cada nuevo plan que se diseñaba, la asociación de
ciclistas presentaba sus iniciativas para mejorar el uso de la bici",
comenta Gertjan Hulster, a la vez que indica que "sin ellos, Holanda no
sería el paraíso de las bicis que es hoy". La asociación se convirtió
así en un grupo influyente fuerte cuyo primer logro fue convencer a las
autoridades municipales de que la seguridad de los ciclistas pasaba por
la creación de una red de carriles bici.
Tras su creación hace más de cuatro décadas, la asociación ha
logrado pasos de gigante en la incorporación de la bici a la vida
diaria. Desde presionar para que los carriles bici se construyan de
manera independiente de la calzada por la que circulan los vehículos
hasta la creación de aparcamientos de bici en todas las estaciones de
tren, la movilidad que hoy existe en Holanda ha dejado espacio a las dos
ruedas, a pesar de que el número de vehículos particulares no ha dejado
de aumentar.
Un cambio que no fue visionario
Sorprende cómo las fuentes consultadas coinciden en la misma
idea de fondo al analizar el éxito de la bici: no había ningún plan. El
carácter universal del activismo de los años 70 fue posible gracias a
que antes de la llegada del coche no había ningún grupo social
determinado que se identificara con la bici más que otro. El sillín
valía tanto para el hombre de negocios que se desplazaba con su maletín
en la mano como para la madre que cuidaba de sus hijos y les llevaba en
bici al colegio o el joven estudiante para quien la bici era el primer
signo de emancipación. Sin una vestimenta específica, sin casco, sin un
culto al objeto, "la bici era y es para los holandeses como un
paraguas", define Fred Feddes en su libro. Y ese fue el secreto de su
éxito. "En Holanda siempre se ha considerado la bici un medio de
transporte, no un hobby ni un deporte", detalla Gertjan Hulster. "No hay
nada especial en ella, el culto a las marcas va por otro lado y,
además, siempre han montado en bici más mujeres que hombres porque era
la forma más rápida y sencilla de hacer los recados del día a día",
dice.
Si bien es de uso individual, la bici es también un instrumento
de socialización. Las primeras distancias que un chaval recorre solo
suelen ser para ir de casa al instituto, un camino por el que se va
encontrando con otros compañeros con los que acaba pedaleando en grupo.
La imagen es tan habitual y los holandeses están tan orgullosos de la
libertad que otorgan a sus adolescentes que la Asociación de Ciclistas
ha propuesto a la UNESCO incluir la figura del escolar en bici en el
Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad de los Países Bajos.
"La bici es algo tan natural para nosotros que se podría decir
que nacemos pedaleando", comenta Maartje van Putten y agrega: "Todos
tenemos un coche y una bici. Pero la bici siempre". A la pregunta de por
qué parecen las dos ruedas un elemento intrínseco del ADN holandés,
algunos de los entrevistados comienzan mencionando la superficie llana
del país como un factor determinante para que la introducción de la bici
en el siglo XIX se arraigara. Pero después reconocen que no es el único
motivo, ya que en otros países como China, donde este vehículo a
pedales vivió décadas de esplendor a comienzos del siglo XX, ha quedado
relegada al último escalón, por detrás del transporte público, los
coches y las motos.
A las distancias cortas que existen en Holanda, se sumaría otra
explicación sociocultural vinculada a la religión. Según Maarjte, "en la
cultura calvinista impera la no ostentación y el 'yo puedo solo'". Para
Gertjan "el igualitarismo y la cultura del esfuerzo que promueve el
calvinismo también puede haber influido" porque lo cierto es que a pesar
de ser un país llano, los Países Bajos son conocidos por su mal tiempo,
algo que no impide a los ciudadanos subirse a la bici a diario, contra
el viento y la lluvia.
Para que Ámsterdam se convirtiera en la capital mundial de las
bicis y la cultura del ciclismo se asentara en Holanda como lo ha hecho,
ha sido necesario más de un siglo de convivencia permanente con las dos
ruedas. Ha hecho falta también el drama de numerosas víctimas de
tráfico y la presión social de cientos de miles de personas que supieron
protestar a tiempo. Le ha beneficiado un cierto retraso en la
modernización de sus ciudades, todas de tamaño medio, y que a comienzos
del siglo XX seguían sin tener grandes bulevares y avenidas que poder
reconvertir después en arterias para los vehículos. Ha sido necesario
pasar la costumbre de pedalear de generación en generación y por último,
ha hecho falta el azar, como siempre, para hacer realidad la visión
bien encaminada de unos pocos. Y es que la crisis del petróleo provocó
que en 1973 y durante cuatro domingos consecutivos, la ciudad estuviera
prohibida para el tráfico de coches. Sus habitantes pudieron comprobar
lo que era vivir sin ellos por un día. Gracias a todo esto, los Países
Bajos cuentan hoy con más bicis que habitantes y 37.000 kilómetros de
ciclovías que se recorren a diario. "No fue fácil, pero se logró, ahora
hay que saber mantenerlo", concluye la activista y hoy abuela Maartje
van Putten.
COLABORA CON NOSOTROS.
GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.
Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.
¡AYÚDANOS A MANTENER Y AMPLIAR NUESTROS PROYECTOS!.
El informe sobre los suicidios de niños en los campos de refugiados de las islas griegas es muy triste. Los trabajadores humanitarios que han apoyado a los refugiados en todo el mundo describieron estos campamentos como los peores que han experimentado. ¡Y esto en la Unión Europea! Este es un escándalo europeo, y no se trata solo de Grecia.
El desastre humanitario en la frontera entre Polonia y Bielorrusia muestra cómo se utiliza cínicamente a los refugiados por intereses políticos y cómo se violan sus derechos humanos.
En 2015, 193 gobiernos, incluidos todos los Estados miembros de la UE, acordaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“No dejar a nadie atrás” es el principio central de la agenda e incluye la promesa de llegar “primero a los más rezagados”.
Hay mucho debate sobre “No dejar a nadie atrás”. En su mayor parte, sin embargo, los refugiados no figuran en este debate. Para mí está muy claro que la Agenda 2030 no se logrará si la UE no cambia sus políticas y prácticas sobre refugiados y reconoce y respeta sus derechos humanos. Los refugiados se encuentran entre los "más rezagados" de la UE y una respuesta positiva a ellos y su situación desesperada debe ser un tema de primera prioridad para la UE y los Estados miembros y no el último como lo es ahora.
Encargamos este informe para analizar con más detalle la conexión de los ODS y la situación de los refugiados en la UE. La base del documento es la perspectiva de los propios refugiados, especialmente en relación con los informes de seguimiento de seis países, dos del Sur de Europa (Grecia e Italia) y cuatro del Centro y Este de Europa (República Checa, Eslovaquia, Eslovenia y Bulgaria ). Esto es parte del proyecto “Rostros de la Migración”, que contribuye a la Campaña “Rostros de la Desigualdad” del GCAP.
Luchemos por un mundo humano, para detener la guerra y donde se respeten la dignidad y los derechos humanos de todos los refugiados.
.....
Estamos conmocionados por la decisión del presidente ruso de invadir Ucrania. Condenamos esta guerra con un gran número de víctimas civiles y exigimos un alto el fuego inmediato y la retirada de las tropas rusas .
Estamos con Ucrania. Expresamos nuestra solidaridad con Ucrania y el pueblo ucraniano que enfrenta un desastre humanitario. En particular, condenamos los ataques deliberados o accidentales contra instituciones civiles, como ha demostrado el bombardeo de un orfanato, un jardín de infancia y un hospital.
También expresamos nuestra solidaridad con el pueblo ruso y los rusos fuera de Rusia que también se verán muy afectados por esta guerra. Según los informes, la mayoría de los rusos no están a favor de la guerra. En más de 50 ciudades de Rusia la gente se manifestó en contra de la guerra.
Estamos muy preocupados de que esta grave violación del derecho internacional tenga un impacto extremadamente adverso en la seguridad y la democracia en Europa y el mundo. Los esfuerzos multilaterales para resolver la crisis social y económica causada por el COVID-19, la crisis climática actual y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se verán gravemente afectados por esta guerra, incluso por el aumento del gasto militar.
Habrá millones de refugiados, dentro de Ucrania y en los países vecinos. La UE declaró darles la bienvenida y apoyarlos. ¡Gracias a Polonia y otros países por esto!
Desafortunadamente, la UE creó una fortaleza para los refugiados de otros países afectados por la guerra como Siria, Irak y Afganistán, convirtiéndolos en uno de los grupos que más se quedaron atrás. Por lo tanto, GCAP Europa 2016 decidió trabajar en la situación de los refugiados y migrantes. Preparamos la campaña Rostros de la Migración junto con miembros y socios.
COLABORA CON NOSOTROS.
GSIA es una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, que fue creada hace 10 años por un pequeño pero apasionado grupo de profesionales de diferentes especialidades.
Su finalidad principal es la de contribuir al reconocimiento de los derechos humanos en la infancia y la adolescencia, a través del estudio, la formación, la sensibilización y la difusión de los mismos.
¡AYÚDANOS A MANTENER Y AMPLIAR NUESTROS PROYECTOS!.