En el Día del Niño, especialistas analizaron para Infobae un fenómeno que se impone: los juegos y los juguetes están dejando de ser exclusivos para un sexo. "Los niños juegan con muñecas y las niñas con pelotas, y si no lo hacen es porque nadie les ofreció esa posibilidad", aseguran. El fenómeno de la literatura infantil con una perspectiva libre de prejuicios.
18/08/2018
Nenas jugando a las carreras con autos o a la pelota con sus amigos; varones que desean limpiar la casa, jugar a cocinar o cuidar un bebé. La imagen ya debería ser natural. Sin embargo, no lo es.
En las jugueterías, los sectores para niñas y para niños están separados, el color rosado se advierte a la distancia, bien lejos de los autos y las herramientas de construcción. Y pese a que -muy lento- el cambio en la sociedad se hace sentir, aún no es visto con buenos ojos que un varón pida una muñeca de regalo, o una nena quiera jugar al fútbol.
El siglo XXI avanza modificando algunos estereotipos que alejan a los niños y niñas de sus verdaderos intereses que limitan las oportunidades de desarrollo. Hoy esos límites tan rígidos se están borrando y surgen los espacio donde niñas y niños juegan con juguetes diversos más allá de su género.
"Si a un niño sólo se le ofrece determinado tipo de juguete o de juego, se lo limita, se inhibe su capacidad de inventar"
En épocas de búsqueda de equilibrio entre hombre y mujeres, Infobae abrió el debate y consultó a especialistas sobre el rol del juego y los juguetes en la infancia y cómo los estereotipos de género actúan como limitantes de la expresión y la creatividad.
"Creo que aún los juguetes no dejaron de ser de nena o varón, en una juguetería lo primero que te preguntan cuando pedís un juguete es si es para nena o varón; y si comprás un libro la consulta es si querés moño rosa o celeste". Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) "el nene que sólo juega con autos o la nena que únicamente juega con muñecas, se pierde de la posibilidad de elegir e investigar, de imaginar y jugar con libertad".
"Se los limita en la creatividad, se los reprime. El juego es natural, no impuesto. Los niños saben jugar sin que nadie les enseñe. Y si sólo se les ofrece determinado tipo de juguete o de juego, se los limita, se inhibe la capacidad de inventar", consideró la especialista en maternidad y crianza, en diálogo con Infobae.
Mónica Viñas es licenciada en Psicopedagogía, y opinó que "en esta búsqueda de igualdad entre géneros, los juegos y los juguetes también están dejando de ser exclusivos para un sexo". "Si un niño no juega con una muñeca, o una niña no usa herramientas para construir, seguramente es porque a nadie se le ocurrió ofrecérselos para jugar -reforzó a Infobae la responsable de compras en la juguetería Giro Didáctico-. Además, muchos padres tienen temor a esos juegos y reprimen la posibilidad que sólo apunta a reflejar lo que los chicos observan y viven cotidianamente y desean reproducir y elaborar a través del juego".
"Si un niño no juega con una muñeca, o una niña no usa herramientas para construir, seguramente es porque a nadie se le ocurrió ofrecérselos para jugar"
"Más bien habría que pensar que estos juguetes y juegos los enriquece en un mundo en el que hombres y mujeres trabajan, cocinan, cuidan a sus hijos, planchan y lavan, de la misma manera y por igual", ahondó.
Y tras asegurar que "los juguetes no son para niños o para niñas, son para jugar", Viñas bregó porque "los chicos jueguen con los juguetes que prefieran, sin distinciones".
Con ella coincidió Ruda, quien se preguntó: "¿Acaso las mujeres no manejan o los hombres no cuidan bebés?". "Los juegos simbólicos permiten representar el mundo interno de los niños y estos no nacen con las diferencias de géneros diferenciadas. Son mandatos culturales -analizó-. Recién ahora estamos viendo de a poco que a un varón se le regale una cocinita o a una nena un auto a control remoto. Para ellos los juguetes son juguetes, los colores son colores, no tienen género".
Para ella, "el prejuicio cae aún más fuerte sobre los varones". "Aún resulta chocante ver a un varón jugando a ser bailarina, no tanto es ver a una nena vestida de Batman, ella causa gracia; el varón da a gay", hipotetizó Ruda sobre los fantasmas de la homosexualidad que rondan en algunos adultos, con una carga negativa en el tema y la suposición de que se podría evitar, en caso de que eso sea lo que lleva al niño a jugar con juguetes de género "opuesto" al suyo.
"El miedo a la homosexualidad está presente en los adultos, aún en los que se creen 'progres'. Y son ignorantes por suponer que porque un varón juegue con muñecas será gay. Quizá lo sea, o no, pero no por los juegos que elige -argumentó la especialista-. Y si así fuere, qué mejor que pueda expresar mediante el juego lo que siente. En los juegos ellos actúan diferentes roles, roles que copian de la realidad también. Por suerte hay cada vez más padres que cocinan y más mujeres que cambian neumáticos".
Y sobre qué es lo que influye en los niños para que en un momento ellos también vean "mal" jugar con determinados juguetes, Ruda explicó: "Los juegos van cambiando según el crecimiento y quizá en la edad escolar empiezan a identificarse más a lo que hacen los niños de su mismo sexo. Es cierto que no les atraen los mismos juegos, sin embargo, no por eso es que son de nena o de varón. Seguimos siendo los adultos los que seleccionamos juguetes o juegos según el género".
"Los chicos tienen que jugar con los juguetes que prefieran, sin distinciones"
"Hay muchos juegos que responden a procesos madurativos y tienen que ver con la edad, otra vez, y no con el género", sintetizó.
Y luego de considerar que "jugar con libertad y sin prejuicios es lo ideal para que todos los niños puedan incursionar en su mundo simbólico según lo que necesiten y los divierta, según la etapa en la que estén", Ruda finalizó: "Los juguetes no tienen género, los adultos tenemos prejuicios".
La literatura infantil, a la par de los cambios
En los últimos años se observó un gran incremento en la venta de libros con una perspectiva más contemporánea de género, que busca no estigmatizar la construcción cultural de lo femenino y lo masculino.
Para Betina Cositorto, presidente de la Feria del Libro Infantil y Juvenil y coordinadora de la Comisión Infantil y Juvenil de la Cámara Argentina del Libro, el fenómeno "tiene más que ver con no encasillar a las niñas en construcciones culturales, como las que 'mandan' que las mujeres tienen que ser princesas, si no que puede ser médica, astronauta o abogada".
En diálogo con Infobae, Cositorto remarcó que "no tiene tanta relación con el sueño norteamericano de 'tú lo lograrás', sino con evitar caer en un encorsetamiento que tiene que ver con algo que está mucho más relacionado con la crianza y la primera infancia y que apunta a que los varones pueden jugar con muñecas, las chicas al fútbol, si sos nena no es necesario que restrinjas el movimiento de tu cuerpo y tenés la misma posibilidad de jugar, correr, jugar al deporte que quieras".
Una de las primeras colecciones la lanzó la Editorial Chirimbote, junto con la revista Sudestada, en 2015. La Colección Antiprincesas apunta a las más chicas y les enseña sobre distintas mujeres relevantes en la cultura y la historia argentina y latinoamericana, como Juana Azurduy, Violeta Parra y Frida Kahlo, entre otras.
Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes (Planeta, 2017) recopila biografías de mujeres que lograron dejar su huella en la historia. Similar a la Colección Antiprincesas, pero más largo y destinado a chicas de entre ocho y doce años.
Con el mismo formato, este año Emecé lanzó Mujeres insolentes de la historia, de Felipe Pigna, con biografías e ilustraciones de quienes, aun cuando muchas veces fueron ignoradas y menospreciadas, dejaron su huella en la historia argentina.
Bestiario Secreto de Niñas Malas (Planeta Junior, 2018), para las más chiquitas (cuatro a seis años) muestra a un montón de niñas totalmente distintas entre sí pero con algo en común: ninguna sigue lo que se espera que haga una chica de su edad.
"Es darle potestad a una crianza libre de prejuicios y estereotipos de género", valoró Cositorto la tendencia.
Jugar es un derecho, una fuente de riqueza y una actividad universal que trasciende categorías de género. Acompañar a esta generación para un desarrollo más abierto, inclusivo y respetuoso de la diversidad es el desafío que deberán afrontar, entonces, los padres. ¿A que sí?