Imma Marín,
Pero… ¿qué es la actitud lúdica?
Como ya os comenté hace unas semanas, el 5 de abril presenté mi último libro ¿Jugamos? Cómo el aprendizaje lúdico puede transformar la educación, un libro que he escrito pensando en los maestros y los equipos directivos que sienten inquietud por transformar la educación y curiosidad por conocer cómo el aprendizaje lúdico puede contribuir a esta transformación.
El libro se presenta mediante 10 puertas que el lector debe ir atravesando. Pero no lo hace solo… Durante todo este viaje va guiado por los personajes que acompañan a Alicia… sí, sí, recuerda… Alicia, la del País de las Maravillas. Vaya, que invito al lector a convertirse en la mismísima Alicia. Porque convirtiéndose en ella va a ser más fácil dejar salir a su niño interior y desde allí, el aprendizaje lúdico no solo se hace comprensible, sino que aparece como la única manera de aprender.
Como te decía, en cada puerta te acompaña un personaje, de forma que viajas por la historia del juego y los juegos, vas conociendo sus lógicas y también las lógicas de la motivación, y ves la importancia de marcar unos objetivos claros e indicadores para evaluarlos. Te adentras en el mundo de los «jugadores» y distingues entre estrategia, metodología y táctica. Pero el inicio y el punto de partida del libro, y de mi aproximación en general, como seguramente ya estás imaginando, está en la actitud lúdica.
Pero… ¿qué es la actitud lúdica?
Desde mi punto de vista, la actitud lúdica es aquella disposición del ánimo propia de la persona que juega. Y en ese estado de ánimo expresado se encuentra el alma del juego, su esencia. La actitud lúdica, tal y como yo la concibo, tiene que ver con la capacidad de asombrarnos, con la curiosidad, con las «ganas de…», con la creatividad y el tratamiento no convencional de ideas y objetos, vivir en el presente y saber disfrutar de la belleza. Es más que jugar, es una actitud ante la vida. ¡Puro apetito de vivir!*
Por eso, los propios juegos y juguetes no son sino puras herramientas al servicio de lo lúdico, del disfrute, del goce puro de jugar. ¿O acaso no nos hemos aburrido alguna vez jugando a una partida de cartas o al trivial y en cambio recordamos con intensa alegría aquella anécdota de uno de nuestros viajes o aquella primera excursión con botas de montaña? ¿Qué es lo que convierte a los juegos en juego y nos hace vivir una actividad como un juego? Mary Poppins era la reina de eso, y dejaba claro que el juego está en la persona y que ningún juego instituido garantiza en sí mismo el juego. Solo con nuestra capacidad de actitud lúdica podemos convertirnos en verdaderos facilitadores del juego. ¿Jugamos?
Imma Marín.
¿Jugamos?. Cómo el aprendizaje lúdico puede transformar la educación,
Ed. Paidós Educación.
En este libro propongo un viaje con Alicia —sí, sí, la del País de las Maravillas—, con quien recorreremos un camino lúdico en el que nos adentraremos a descubrir las claves para transformar la educación mediante el juego. Detrás de cada una de las diez puertas, un entrañable personaje del cuento de Lewis Carroll nos dará la bienvenida y encontraremos reflexiones teóricas, ejemplos prácticos y actividades para aplicar la transformación lúdica en los centros e incluso en casa y, principalmente, en cada uno de nosotros. Porque lo que os propongo es que os convirtáis en Alicia y que, con ella, descubráis el país de las maravillas y crucéis el espejo y así transformaréis vuestra mirada.
De hecho, la pregunta a la cual he querido responder con esta nueva publicación es por qué y cómo el juego puede contribuir sustancialmente a mejorar la educación y si realmente el juego es la mejor manera de aprender, como sabéis que postulo.
Parto de la idea de que la escuela, hoy en día, está saturada, estresada y llena de obligaciones. Y es precisamente en este entorno en el que estamos sumergidos donde el juego puede tener la clave que abra las puertas de la innovación y el cambio, la clave que puede ayudarnos a superar muchas de las dificultades a las que se enfrentan madres, padres, profesorado y alumnos.