"No, no existe ese 30% de fracaso escolar porque, por desgracia, tiene poco de escolar y mucho de contextual...
No, no existe ninguna medida efectiva para reducir dicho fracaso escolar que no pase por una actuación global sobre el entramado social...
Y, por cierto, los menos culpables del asunto son ese porcentaje de alumnos que abandonan los estudios o repiten"...
Vamos a tirarnos a la piscina con una
afirmación que, seguramente, generará controversia: afirmo rotundamente
que el fracaso escolar no existe.
No, no existe ese 30% de fracaso
escolar porque, por desgracia, tiene poco de escolar y mucho de
contextual.
No, no existe ninguna medida efectiva para reducir dicho
fracaso escolar que no pase por una actuación global sobre el entramado
social. No, no hay ningún responsable directo y único bajo dichas cifras
que deberían hacer sonrojar a más de uno.
Y, por cierto, los menos
culpables del asunto son ese porcentaje de alumnos que abandonan los
estudios o repiten de forma reiterada hasta que, por alguno de esos
mecanismos variopintos para disimular estadísticas, consiguen algún
determinado título.
Estoy
convencido de que, por desgracia ya hay alumnos desahuciados en nuestro
país por el simple hecho de haber nacido en una determinada casa. Estoy
más que convencido que, en determinadas familias, por desgracia es
imposible sin atajar el problema de fondo, evitar el fracaso escolar de
sus retoños.
Un fracaso escolar que, por desgracia, pondría la mano en
el fuego que van a heredar los hijos de estos hijos y sucesivas
generaciones. El fracaso escolar no se ataja exclusivamente con medidas
educativas y sociales tomadas de forma independiente. Ni tan sólo con
leyes educativas o recursos destinados parcialmente a determinadas
cuestiones menores.
Porque, por desgracia, la Educación es sólo una
cuestión menor dentro de algo muy complejo llamado contexto social.
Y
sí, la Educación puede hacer mucho para cambiar las cosas
siempre y
cuando cuente con la ayuda de todos.
Y todos son todos.
No hay medida
educativa que, tomada aisladamente, sirva para nada.
Los buenos, casi
siempre sin problemas familiares, van a seguir siendo buenos y, gracias a
muchas familias y al empuje de las mismas, muchos otros alumnos que,
quizás tengan más problemas a la hora de adquirir determinados
conocimientos, van a poder salir adelante. ¿Qué porcentaje de la
sociedad cubre esta tipología de alumnos? Sí, curiosamente, creo que
debe andar por el 70%. Qué triste ver que tres de cada diez niños no van
a poder salir del hoyo por culpa de que no haya nadie que se plantee
cubrir el hoyo de arena rodeándolo de medidas de seguridad para que
nadie pueda caer en él. Qué penoso observar, mirando a los ojos de
determinados chavales, circunstancias que poco ayudan a que puedan salir
adelante. Mucha pena y rabia. Pena por ellos y rabia por una sociedad
injusta que lo único que hace es perpetuar situaciones poco modélicas.
En
Primaria ya hay chavales desahuciados. Cuando las familias no pueden
ayudar a sus hijos e, incluso, potencian su perversión sentados en el
sofá viendo a todo volumen determinados programas muy poco educativos
mientras sus hijos intentan hacer las tareas que traen del colegio, algo
falla. Falla más aún cuando les venden que lo normal es lo que ellos
hacen. Qué estudiar sólo debe ser para los listos (qué triste otorgar
calificativos de “cortos” a tus propios hijos). Qué la Escuela debe
hacerlo todo y, aún así, tampoco importa demasiado porque, al igual que
ellos, ya van a encontrar estrategias para sobrevivir. No se dan cuenta
que sobrevivir no es el objetivo. El objetivo es que nuestros hijos
vivan muchísimo mejor que nosotros. Y en eso algo tiene que ver la
formación.
Quizás es que últimamente
en muchas conversaciones ya se habla del tema y, por desgracia, al igual
que niego la existencia del fracaso escolar, también niego la
posibilidad de que la Escuela, de forma aislada, solucione los problemas
sociales de cualquier país.
Docente desconcertado que intenta encontrar su lugar en un mundo que no entiende. O que prefiere no entender.