Arno Stern
Del Dibujo Infantil a las Semiología de la Expresión
Carena Editores, 2008 Valencia
Este libro, fruto de 60 años de exhaustiva investigación, ha llevado a su autor, Arno Stern, a recorrer el mundo en busca de respuestas que nos descubren un acercamiento completamente revolucionario al dibujo infantil, basado en el más profundo respeto por los demás. El autor nos invita a estar siempre al lado de los niños, a desconfiar de todo lo establecido. Sus páginas nos aportan un conocimiento sorprendente sobre la naturaleza humana, de una trascendencia tal, que modifica nuestra mirada y tiene la virtud de poder cambiar las relaciones entre las personas. Su lectura nos revelará capacidades insospechadas en cada uno de nosotros mismos, atribuidas, hasta ahora, a personas excepcionalmente dotadas.
Miguel Ludueña,
Blog: Quiero Pintar!
La increible historia de Arno Stern comienza al final de la Segunda Guerra Mundial cuando, con apenas veinte años, le ponen al cuidado de un grupo de niños, huerfanos de guerra, en un horfanato suízo. Debido, por suerte, a su inexperiencia y a su falta de cualquier formación sobre niños, no tiene mejor idea que ponerlos a dibujar de forma libre para mantenerlos entretenidos, resultando tal actividad con un éxito inesperado, que le anima a continuar con la experiencia abriendo un taller de pintura en París.
Los descubrimientos iniciales que Arno va haciendo en torno al dibujo infantil y los niños, le llevan a iniciar un periplo por todo el planeta, en busca de tribus que en pleno siglo XX no hayan tenido todavía contacto con la civilización occidental. Arno está buscando, con estas investigaciones, la confirmación de lo que él ha creído descubrir con sus experiencias iniciales en el horfanato suízo y en su taller de París, y que dará lugar a lo que él ha llamado la Formulación.
La idea que está detrás de la Formulación es que todos los seres humanos tenemos una “memoria orgánica” que es universal y que se expresa a través del dibujo libre y espontáneo. La constatación de esto vino dada por la comprobación realizada por Arno en estos viajes por todo el mundo, de que niños y adultos realizaban las mismas figuras y dibujos en todas partes.
Paralelamente a esto, sigue trabajando en su “Closlieu“, que es el espacio por excelencia donde se desarrolla la Formulación. El Closlieu es un lugar cerrado, preparado y diseñado para favorecer la emergencia de la Formulación en cada uno. Un espacio donde personas de diferentes edades, niños y adultos, se sienten libres para desarrollar el juego de pintar libremente, sin juicios, sin inhibiciones y sin competición. Sin pretender nada, con la pasión que produce realizar una actividad por el placer que proporciona la actividad en sí misma, sin esperar recompensa ni fruto alguno de dicha actividad. Arno reniega de que lo que allí se produce tenga nada que ver con el arte. Nada de lo que allí se hace, es hecho para ser exhibido ni pretende transmitir mensaje alguno. “Es importante, para su equilibro, que la persona tenga la posibilidad de escapar a la vigilancia de su razón para entregarse a un acto no intencional“, dice Arno.
Sus investigaciones en torno a la Formulación han dado paso a la creación de una nueva disciplina denominada Semiología de la Expresión, para lo que se ha creado el I.R.S.E. (Instituto para la Investigación de la Semiología de la Expresión). La Semiología de la Expresión busca indagar en el origen de la Formulación y sus implicaciones, y cuenta con la colaboración de biólogos, antropólogos, genetistas, psicólogos, neurofisiólogos, y prehistoriadores entre otros.
A finales de los 70, Miguel Castro, que trabajaba en Bilbao como profesor de pintura, descubre y conoce a Arno Stern, con el que inicia una relación y colaboración que dura hasta hoy mismo, y a la que se incorpora Vega Martín en el año 1993. Ambos forman el colectivo Diraya, que se dedica a la difusión de lo que Arno y ellos han llamado Educacion Creadora. Precisamente a finales de 2008 trajeron a Arno Stern a una minigira por Bilbao y San Sebastian, durante la que ofreció varias charlas y un curso, demostrando estar a sus 84 años en plena forma y con la misma ilusión por este trabajo que cuando comenzó.
No queremos terminar sin dejar constancia de nuestra admiración y agradecimiento por el trabajo de Arno Stern y por toda una vida dedicada a ofrecer al mundo una nueva mirada sobre los niños, una mirada de confianza, de esperanza, y de respeto, por ellos y por todo el que se aventura en el camino del aprendizaje. Un trabajo en el que se ha encontrado con la incompresión de los que desde sus pequeños pedestales de poder se creen destinados “a socorrer a los, a su juicio, limitados niños“