Escucha proactiva de los adultos como base de los derechos de la Infancia
Cuando
no sé quién soy, regreso a tu pupitre, a tu agitado afán de descubrir un
alfabeto
y guardar entre sus signos tus memorias.
(Carmen
Castellote en Cartas a mí misma.)
Parece interesante señalar, previamente a la lectura de las noticias seleccionadas, la necesidad de pensar en las posibles contradicciones a las que nos lleva una posible confusión (error o equivocación causados por entender, utilizar o tomar una cosa por otra) a la hora de interpretar nuestras palabras.
A
tal efecto, puede ser didáctico contrastar la reiterada y reivindicada escucha
hacia las niñas, niños y adolescentes que se recogen en discursos, normativas,
programas y proyectos de instituciones o Entidades y una percepción subjetiva
muy compartida sobre su escasa realización cotidiana tanto en lo familiar y social
como en lo institucional.
Sería
saludable que sin caer en minimizar la importancia de los logros en la mejora
del bienestar infantil, que de forma progresiva se van produciendo, fuésemos
capaces de responsabilizarnos de nuestro papel adulto en los procesos. Y
asumir, que la necesaria escucha
- oír y prestar atención a lo que se oye- ha de incluir una actitud proactiva y un compromiso con
los cambios.
Los debates adultos y
localistas sobre la situación de la infancia en nuestros medios, no nos deben
despistar. Ni debemos olvidar, por vergonzosos y dolorosos que sean, los datos
sobre la infancia en el mundo extraídos de los últimos análisis globales
· .- 45 millones de
niños y niñas menores de 5 años sufren desnutrición aguda severa.
· .- 426 millones de niños y niñas viven actualmente en
zonas de conflicto armado, tratándose de la segunda mayor cifra de la historia.
· .- El número de niñas y niños en situación de trabajo
infantil ha aumentado a 160 millones en todo el mundo.
· .- 1 de cada 10 niños y niñas en el mundo crece sin el
cuidado de sus padres o está en riesgo de perderlo.
Sería saludable volver a
nuestros pupitres, y compartir con ellas y ellos el alfabeto del sentir y el
hacer, además del alfabeto del pensar y analizar.
Con esa realidad, y después de
un verano “calentito” literalmente, comienza un curso escolar marcado por
debates técnico-laborales, en algunas Comunidades Autónomas, sobre los horarios
y aplicaciones curriculares. Una vez más desde la necesidad adulta y sin la
consulta previa a las niñas, niños y adolescentes como protagonistas receptores
o sufridores de los posibles acuerdos.
Una realidad en la que la
necesaria escucha se invisibiliza. Pero en la que sí se manifiesta como noticia
la preocupación por afrontar y reducir la violencia infantil en las escuelas y
el interés en la figura del coordinador de bienestar ya obligatoria desde éste
curso escolar. Donde la desigual planificación y conocimiento previo de la
nueva figura se pone de manifiesto en la débil oferta de voluntarios y la falta
de concreción de la necesaria formación y apoyo al profesorado y a otros profesionales
implicados y en la falta de información generalizada a las familias.
Un contexto improvisado y poco
participado que no favorece la actitud proactiva global necesaria, y en el que
las afirmaciones de los adultos no generan la necesaria confianza y
credibilidad que las niñas, niños y adolescentes han de depositar en nosotras y
nosotros para compartir vida.
Recogen las noticias del mes el
énfasis desde la mirada sanitaria en los ya clásicos temas de salud mental, dependencias
a los videojuegos y la falta de recursos sanitarios infantiles. Datos sobre una
remarcada vulnerabilidad que pretenden señalar
las posibles carencias. Pero que no recogen ni la promoción ni la implicación ni
el compromiso para cambiarlas.
La mirada sobre el
protagonismo infantil se hace visible este mes en el rechazo del Congreso a bajar a los
16 años la edad para votar, mientras Carla Quílez, de 14 años, recibía la Concha
de Plata en el Festival de San Sebastián por su papel en la película 'La maternal’
y diferentes Consejos de
Participación de la Infancia y la Adolescencia, presentan sus propuestas al
Gobierno a partir de la Estrategia de Desarrollo Sostenible amigable con la infancia
conjuntamente con UNICEF. Diferentes miradas. Posiblemente, encontradas.
La nuestra, adulta y
preocupada, queda reflejada entre líneas en las noticias que dicen que los
niños confían más sus preocupaciones a un robot que al psicólogo, y en la
importancia de la inteligencia artificial en la ayuda de los adolescentes con
problemas. Una buena base para la reflexión sobre los lugares comunes y la escucha como camino vital, además de
como derecho compartido.
Paco
Herrero Azorín, reflexiona este mes desde El País sobre la colonización de la infancia y
las repercusiones de la adultocracia. Y nos convida, sino más, a una escucha cualificada.
“Necesitan presencia: personas que pongan su
tiempo y su cuerpo en disponibilidad para entrar en relación.”
“La respuesta a la colonización es habitar
la infancia. Habitar es
compatibilizar el hacer, el ser y el existir, es una concreción de la libertad
y del cuidado que necesitamos más que nunca como sociedad.”
Miradas poliédricas que pueden
facilitar nuevos enfoques a nuestros debates sobre las propuestas de temáticas
actuales. Entre otras, sobre la socialización, la base y los límites de la
conciliación familiar, el papel de la escuela y la educación formal a lo largo
de toda la vida y el tiempo libre, encaminado excesivas veces al vivido por
algunas y algunos niñas niños y adolescentes como el menos libre de todos los tiempos.
Cuesta
visualizar en las informaciones el convencimiento que tenemos de que los
derechos de las niñas, niños y adolescentes son nuestros deberes. Tal vez
porque hemos de incrementar nuestra responsabilidad en su cumplimiento, más
allá de la delegación y del señalamiento e implicación pedida a las instituciones
y al Gobierno. Como ya sabemos, al proceso de la delegación le acompaña a
menudo el desentendimiento.
Tal vez
porque atender, tanto a nivel
personal como profesional, debería estar cercano y fundamentado en la afirmación
reiterada por Jack P. Shonkoff “Los niños no son ayudados por
programas, sino por personas.”
Nosotras y nosotros seguimos
sumando voluntades.
Seguimos multiplicando la actitud proactiva.
¡Seguimos!