Plantear un nuevo contrato intergeneracional.
Desde que estalló la crisis de la Covid-19, el espacio mediático y los discursos políticos han puesto bajo el punto de mira a las juventudes y el peligro que éstas suponen para la transmisión comunitaria del virus. Estos mensajes de alarma y preocupación respecto a los comportamientos de las personas jóvenes frente a las restricciones impuestas han reforzado la visión negativa sobre las y los jóvenes que ya predominaba en la sociedad en general. Se construye con ello la figura de la juventud, desde una falsa y peligrosa generalización, como un espacio de lo irresponsable, lo peligroso o lo incierto. Una construcción que finalmente reafirma el lugar subalterno que las nuevas generaciones ocupan en nuestras sociedades. Sin embargo, ¿nos hemos parado a pensar en el impacto real que esta crisis supone para las y los jóvenes de carne y huesos?
El campo educativo, como espacio de crecimiento personal y generacional, se ha visto trasvasado a la virtualidad, en muchos casos con pocos recursos.
El campo laboral, lleno de ERTE’s, despidos, paro o “no trabajo” ha impactado directamente en aquellos puestos precarios, temporales y/o esporádicos que solían ocupar las generaciones más jóvenes; además, las medidas implementadas han dejado al margen a las personas jóvenes, sus problemas y sus necesidades.
En el campo social, las restricciones de movilidad, de relación, de práctica deportiva o cultural y, en definitiva, de desarrollo grupal e individual, han encerrado a las juventudes en unos hogares volátiles que muchos no pueden pagar o que magnifican y hacen más gravosa su dependencia respecto de los adultos con los que conviven.
Aún así, contrariamente a esta imagen tan extendida y viral de las juventudes con connotaciones negativas, estudios recientes llevados a cabo por miembros de nuestra red indican que muchos jóvenes se han organizado, han participado en sus comunidades, han prestado apoyo a sus familiares en el uso de las TIC, han liderado proyectos de entretenimiento, han tejido lazos con grupos más desfavorecidos… iniciativas que, aunque en la mayoría de las ocasiones no han sido visibilizadas, nos muestran jóvenes diversos, empáticos, trabajadores, preocupados por la salud y comprometidos con su entorno. Por ello, el problema no estriba tanto en los comportamientos juveniles, que son diversos como sucede con todos los grupos de edad, sino en los espacios que les otorgamos de enunciación, de participación, de gestión y de intervención. Esta disociación entre cuánto se habla sobre jóvenes y cuán poco pueden hablar los propios jóvenes, evidencia el origen de la problemática, que todavía se agrava más entre las juventudes que tienen que enfrentarse a las consecuencias de las desigualdades sociales, de género y de origen étnico.
En este plano de preocupaciones, las III Jornadas de Investigación sobre Estudios de Juventud: “¿Hacia una segunda crisis en la juventud? Socialidades juveniles en tiempos de pandemia”, abren un espacio de diálogo a distintos niveles. Por un lado, constituyen una respuesta crítica que apuesta por el rol activo y comprometido de las personas jóvenes frente al inmovilismo de las políticas públicas, y pueden ser un termómetro capaz de medir las propuestas y evaluar escenarios que la juventud tensiona ante la pandemia. Por el otro, se aproximan a las y los jóvenes desde una perspectiva distinta, y menos habitual, escuchando qué tienen que aportarnos los estudios sobre juventud y, más importante aún, qué tienen que decirnos los propios jóvenes a través de estos estudios.
De igual modo que una sociedad mide su desarrollo por la manera que cuida a sus mayores, también ha de velar por el futuro, considerando irremediablemente a las personas jóvenes. Por ello, nos ponemos a disposición de los representantes políticos para impulsar e implementar políticas para el desarrollo colectivo donde la juventud lidere procesos corresponsables y sostenibles con el avance científico y el progreso humano.
Eduard Ballesté (Universitat Pompeu Fabra, vocal CI37 FES),
Jorge Benedicto (Universidad Nacional de Educación a Distancia),
Maria Àngels Cabasés (Universitat de Lleida),
Carles Feixa (Universitat Pompeu Fabra, coordinador de la REJS),
Mònica Figueras (Universitat Pompeu Fabra),
Rafael Merino (Universitat Autònoma de Barcelona),
Almudena Moreno (Universidad de Valladolid, presidenta CI37 FES),
José Javier Navarro (Universitat de València),
Alfredo Oliva (Universidad de Sevilla),
Juan Carlos Revilla (Universidad Complutense de Madrid),
Anna Sanmartín (Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad),
Ariadna Santos (Universitat Pompeu Fabra, coordinadora técnica de la REJS),
Pere Soler (Universitat de Girona),
Benjamín Tejerina (Euskal Herriko Unibertsitatea / Universidad del País Vasco).
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