HDIA, Hablando de Infancia y Adolescencia: Blog GSIA con información y reflexión sobre la realidad que viven millones de niñas, niños y adolescentes en el mundo.
Amidst the latest noise about the latest outrage - treason and Ukraine
and extortion oh my - a grisly reminder: Crimes against small, brown
humanity are ongoing. Thousands of migrant kids are still imprisoned -
children as pawns, children in cages, sick, dirty, hungry, alone,
frightened, experiencing "trauma
after trauma" until "every heartbeat hurts." Does it need to be
repeated: Baby concentration camps "are the worst and the last place you
would ever want to put a child," say doctors and functioning human
beings. "You wouldn't want to live there. I wouldn't want to live there.
We wouldn't want our families to live there." Their horrors came to light again with a recent report
by the DHHS Inspector General on 45 detention facilities, just half of
this country's multiple abominations. In two separate House committee
hearings, lawmakers called the report's findings of "intense trauma" and
worsening mental health problems so "twisted and shameful" they constitute "deliberate, government-sanctioned child abuse.” The hearings also revealed that Florida's infamous Homestead facility, the largest, unlicensed, for-profit kiddie jail, which at is peak held over 3,000 children until public pressure emptied it in August, is still inexplicably paying 2,500
employees at a Trump-hotel cost of $600 to $775 a bed - $720,000 a day,
now approaching a total of $33 million - to house imaginary,
non-existent children. Officials explained
that "retaining bed capacity is necessary to provide care and services
as mandated," adding they "anticipate an uptick in the number of
referrals based on historical trends." English translation: Damn
straight we're still gonna make some bucks from this human tragedy.
Toward that end, soulless cretins for the "government," seeking to re-open Homestead as soon as October, argued
in court Friday that a judge should ignore experts' and doctors'
testimony about the ravages inflicted on children there because, c'mon,
what do experts and doctors know and what are a few human rights abuses
in the name of catching bad guys and profits? Opposing them, lawyers
seeking to close Homestead permanently cited many of those abuses:
They said children were subject to "prison-like rules," harmed by
too-lengthy detention, not advised of their rights or told they could
have visitors or given access to lawyers, and often waited days for
medical help. Their conclusion: "The government is causing irrevocable
mental and physical harm to every immigrant child held (in) detention.
Confronted with those harsh facts, desperate Trumpian lawyers went low, and played games.
They argued evidence should be inadmissible because multiple members of
visiting teams did interviews with children; evidence from a Texas
doctor and decade-long head of the American Academy of Pediatrics
Immigrant Health should be barred because she's not "an expert";
testimony from a Stanford psychiatrist of "clear ongoing psychological
harm directly attributable to detention and separation practices" should
be tossed out because he didn't adequately describe his methodology;
findings by a Stanford professor and expert in pediatric health,
emergency medicine and health services were not "relevant." To these
monsters, we offer one simple, relevant truth:
A child is a child is a child. In light of their atrocities, treason
charges pale. Put 'em all away for a long, long time, and may justice be
served.
El paso de los jóvenes activistas por la cumbre climática de la ONU en Nueva York, con Greta Thunberg a la cabeza, ha hecho historia.
Bajando considerablemente la media de edad de los asistentes habituales, los discursos y demandas de un grupo de chicos y chicas de entre 8 y 17 años llamando la atención a los líderes políticos por su falta de actuación frente a la situación de crisis y por la desprotección de los derechos de la infancia, han acaparado titulares.
Entre ellos, también los que recogen los insultos y vejaciones que algunos de esos líderes y personajes mediáticos les han dedicado.Donald Trump mofándose con un tuitdel discurso de Greta:“Una chica joven y feliz que espera un futuro brillante y maravilloso”-del que la propia activista sueca se reapropiaba ironizando usándolo a modo de biografía en Twitter-. Michael Knowles, comentarista deFox News, insultándola en directo con un“niña enferma mental sueca”por su condición de Asperger. O el periodista francésBernard Pivotescribiendo en Twitter: “En mi generación, los chicos buscaban a las muchachitas suecas, que tenían la reputación de ser menos estrechas que las francesas. Me imagino nuestro asombro, nuestro terror, si nos hubiéramos acercado a Greta Thunberg…”.
No es la primera vez que Greta y los chavales que abanderan diferentes causas de activismo de su generación se enfrentan a las críticas, descrédito y acoso de los poderosos.
Emma González, la joven superviviente del tiroteo de Parkland que desencadenó el movimiento anti armas March For Our Lives – a quien la propia Thunberg reconocía como influencia-, ya tuvo que encarar los comentarios homófobos que el candidato republicano estadounidense Leslie Gibson le dedicaba (“lesbiana cabeza rapada”). Las acusaciones sobre si los niños y jóvenes deberían estar en el colegio y no haciendo las huelgas escolares de los viernes (Fridays For Future), que han materializado universalmente el movimiento ecologista estudiantil, han sido constantes en redes sociales. Y las especulaciones sobre si estas huelgas no han surgido de manera espontánea entre los jóvenes sino que son marionetas de empresas, partidos políticos o sus propios padres, han tenido consecuencias: llevaron ala dimisión a la ministra belga de Medio Ambiente, Joke Schauvliege, que insinuó públicamente la existencia de intereses ocultos tras ellas.
Loscentennialsno se cortan en poner altavoz, en las calles y en internet, a su hartazgo por la falta de acción política y su preocupación por el presente y el futuro, sin miedo a señalar a los adultos responsables. «Irreverencia, inmediatez e incertidumbre» son las tres palabras que mejor les definen según Nuria Vilanova e Iñaki Ortega, autores deGeneración Z(Ed. Plataforma). Y esto es lo que, según explica aS ModaMyriam Fernández Nevado, socióloga, abogada y cofundadora deAsociación GSIA(Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia), inquieta a algunos.“Estos movimientos activistas de los jóvenes como Greta están apelando a su derecho a la supervivencia, recogido en la Convención de los Derechos del Niño. Esto supone un cambio brutal del statu quo. Y ese movimiento es visto por los líderes desde una posición amenazante, que rompe con su visión adultistaen la que solo este grupo [que excluye a los menores de edad y a los ancianos] toma las decisiones sin facilitar otros discursos y diálogos que incorporen otras voces más jóvenes. Lo ven como un ataque frontal a esas ideas obsoletas sobre cómo hacer políticas”.
Os caerá fatal Greta Thunberg, os podrá molestar que la patrocinen ciertos grupos, podréis pensar que con 16 años nadie debería estar liderando un movimiento así... Pero lo que está consiguiendo es alucinante.
Esos mismos niños que a los 16 años en España ya pueden trabajar, ir a la cárcel, heredar e incluso se plantea si deberían votar, como en otros países de la Unión Europea, son tachados en muchas ocasiones de incapaces e inmaduros cuando toca verlos como sujetos activos en la política, infantilizándolos para quitarles crédito.“Estamos acostumbrados a no reconocerles estas capacidades a los niños y adolescentes, que deben ejercerlas, con autonomía relativa, junto a los adultos. Necesitan su apoyo para cubrir esta necesidad”, explica Myriam Fernández Nevado. La edad del menor se juzga a conveniencia. Tradicionalmente se ha ensalzado a los pequeños prodigios que han despuntado jóvenes en el deporte o el espectáculo.Messicomenzó a jugar en clubes a los ocho años y a los 24 ya sumaba tres balones de oro.Rafa Nadalganó su primer partido de torneo oficial dentro de la ATP a los 15.Jodie Fostercomenzó a actuar a los dos años antes de debutar con 13 de la mano de Scorsese enTaxi Driver. YDrew Barrymore, que apareció por primera vez en pantalla a los siete, será reconocida eternamente como ‘la niña deE.T’.En estos casos, a diferencia de lo que ha ocurrido en los últimos días con los jóvenes activistas por el cambio climático, el relato sobre lo excepcional de sus logros y sus capacidades para soportar situaciones de presión, rutinas larguísimas e incluso estar separados de sus familias y no ir a la escuela tradicional, se ha aplaudido de forma unánime. Según explica la socióloga Fernández Nevado, no ocurre igual cuando hablamos de actividades relacionadas con el activismo y que instan a un movimiento en el orden establecido, por ejemplo:«El caso de un niño que triunfa haciendo deporte no les obliga a cambiar [a los políticos]».
Pero en 2019, incluso esos niños prodigio de la generación Z ya han incorporado el activismo a sus vidas y, en entrevistas, el discurso por el cambio.
Millie Bobby Brown decía a S Moda:“Creo que la generación más joven está tomando una posición activista, y pienso que se debe a que somos más conscientes de los problemas que existen (…) No nos quedaremos callados”, advertía. Las estrellas del audiovisual compiten hoy en fama y popularidad con los jóvenes activistas que, desde redes sociales acumulan también miles y millones de seguidores y han encontrado un importante altavoz para exponer sus ideas y conectar con otros que estén en sintonía y organizarse.
La afgana Sonita Alizadehviralizó en YouTube unrap contra el matrimonio infantilgracias al que consiguió eludir hasta dos veces los matrimonios de conveniencia a sus 16 años.Jazz Jenningscreó laTranskids Purple Rainbow Foundation, una fundación de apoyo para niños y niñas trans y para todo el colectivo LGTBIQ.
YEthan Lindenberger, al cumplir los 18 años se hizo famoso por contar en un hilo de Reddit quedecidía vacunarse en contra de las creencias antivacunas de su madre, infundadas, según él, por la información de mala calidad difundida a través de grupos de Facebook o webs sin evidencia científica. Y ahora abandera la lucha por un acceso a la información veraz y de calidad en internet al alcance de todos, contando su caso ante el Senado estadounidense.
La cumbre climática ha acabado y este 27 de septiembre tiene lugar la primera huelga mundial por el clima. Que las imágenes para el recuerdo que nos ha dejado esta semana por el clima no respondan a diplomacia y apretones de mano pensados para la foto, sino a pancartas reivindicativas que recogen el espíritu crítico e ingenioso de los jóvenes, o la cara de enfado y desaprobación del vídeo viral en el que Greta Thunberg se cruza con Trump y su discurso contundente sin un ápice de ira contenida -para mosqueo del patriarcado, como explica Begoña Gómez Urzáiz eneste artículoparaVogue-, es significativo.
Hay una figura que no suele faltar en cualquier empresa: el esquirol perfeccionista. Todas las protestas –no digamos las huelgas– le parecen mal planteadas, pero es medalla de oro en turra sobre lo mal que está todo, y con que si el encargado lleva menos tiempo que él y que vaya moto se ha comprado. Hace bromas con rajarle las ruedas, pero no cuentes con él para la asamblea del comité porque a esa hora su primo tiene dentista o juega el peeseyé.
A Greta Thunberg parece que le han salido unos cuantos fans de esa épica paralizante que nunca te llama a filas. Por blanda, por greenwasher, por histérica, por joven, por mujer, por estar ahí. Por todo, por ser, todo mal, Thunberg les pone del hígado.
Es que con 16 años no debería estar ahí. Es que los padres. Es que y el cole qué. Hagamos entonces un gulag en los Monegros y metamos ahí a quien organiza y se lucra con Masterchef Junior. Es que es una niña de 16 años. La militancia, y esto lo sabe cualquiera que haya sido adolescente, normalmente comienza en esa etapa de la vida. Solo el 15M –y los matrimonios procesistas que no iban a una manifestación desde la Transición– quebró eso movilizando por primera vez a gente de toda edad. Ya me hubiera gustado a mí estar en la ONU y no en las Juventudes Comunistas de mi barrio a esa edad. O sea, que en nuestro país Greta Thunberg tiene edad legal para trabajar, casarse o ir a la cárcel, ¿pero no para recordarte que nos vamos al carajo, que no hay planeta B y que comes demasiada carne?
Es que ella misma no está bien y además solo apela a lo emocional. Lo realmente molesto son algunas de las risas condescendientes que se escuchan de fondo cuando Thunberg advierte en Naciones Unidas que ‘we will be watching you’. Si su discurso no es anticapitalista, entonces ¿qué sí lo es? ¿Una camiseta del Sankt Pauli de 70 euros, un hilo de Twitter sobre cosmonautas soviéticos, stories sobre la precariedad?
Otra cosa es que lo que ella dice no lo quieras oír. Que Thunberg sea un espejo que te devuelve una imagen, la tuya propia, de inacción, de aceptación de la derrota.
En Blade Runner hacían un test, el Voight-Kampff, para averiguar si una persona aparentemente humana era un replicante. Si lo era, la ausencia de dilatación capilar –sonrojo– o del iris, delataba su carencia de empatía. Bajo una nueva versión del test, deberíamos considerar como replicantes –pero de los cutres, sin rastro de la romantización de las lágrimas en una lluvia que a este paso será ácida pasado mañana–, a aquellos que se emocionen con una victoria de Nadal, un cachopo o la fiesta de navidad de la empresa antes que viendo y escuchando a Thunberg.
El libro explora los
retratos de personajes adultos con autismo en novelas de E. M. Forster,
Douglas Coupland y Margaret Atwood; en poesía (Les Murray; Joanne
Limburg), en televisión (La Oficina; El puente) y en la música pop (el
Tommy de The Who). También
utiliza las herramientas de la crítica literaria para analizar algunos
textos científicos clave en relación con el autismo. A través de esta
técnica el autor pone de manifiesto algunos sesgos y errores tanto en
artículos científicos como en cuestionarios ampliamente utilizados (ver
abajo). Una de las conclusiones fundamentales de McGrath es que con
objeto de mejorar y avanzar en el conocimiento sobre el autismo es
necesario un mayor diálogo entre las ciencias y las humanidades. McGrath escribió en The Conversation sobre los estereotipos que afectan a las personas con autismo y uno de ellos es que son buenos en matemáticas y en ciencias. Para
los que les gusten estos campos académicos puede ser favorable, pues
puede generar respeto y una valoración positiva entre compañeros y
profesores pero para otros, que prefieran otras disciplinas, puede ser
algo contra lo que luchar, como que ni siquiera «hicieran bien» su
autismo.
McGrath decía «La literatura es mi camino en el mundo. Me ayuda a
entender mejor a las personas, incluido a mí mismo. Además, en las
novelas y los poemas, las palabras están libres del peso del lenguaje
corporal». El problema es que según los estereotipos actualmente
vigentes y los prejuicios sobre el autismo mucha gente pensará que
alguien con TEA es incapaz de entender ficción y mucho menos de hacer su
carrera profesional sobre ello. No es verdad, y McGrath es la prueba
viviente, pero puede ser interesante profundizar en esta idea, extendida
también entre bastantes profesionales. El Centro de Investigación sobre Autismo de la Universidad de
Cambridge es uno los institutos académicos más relevantes sobre los
trastornos del espectro del autismo (TEA) en el mundo, habiendo sido
clave para mejorar el conocimiento y la concienciación social sobre esta
condición. El director del centro, Simon Baron-Cohen ha
defendido valientemente el valor para la sociedad de las personas con
TEA y una de los argumentos usados es su capacidad superior a la media
para determinadas tareas. El problema es si su idea de que el autismo va
ligado a «mentes cableadas para la ciencia» implica que esas
mentes no sirven o no están cableadas para un pensamiento creativo, para
un pensamiento crítico o para un pensamiento artístico. Simon Baron-Cohen también diseñó, junto con Sally Wheelwright y tres estudiantes el llamado Cociente de Autismo
para Adultos, un cuestionario que permite medir el nivel de autismo de
una forma general. A mí me gusta y lo he usado en clase con mis alumnos
porque ayuda a aclarar algunas cosas: 1) que todos tenemos un tanto de
autismo, 2) que un diagnóstico es siempre arbitrario y establece un
límite en el cuál un punto más y tienes autismo (u otra condición) y un
punto menos y no lo tienes, concepto que es peligroso y 3) que el mundo
es neurodiverso y eso es una riqueza para toda la sociedad. El cuestionario busca «rasgos autistas» relacionados con las rutinas,
la comunicación y la socialización y ayuda a generar una sospecha a un
médico de familia, por ejemplo, que ayude a que ese paciente pueda ser
enviado a un especialista para determinar si realmente tiene un TEA y
que pueda recabar los servicios de apoyo a los que tiene derecho. Un
segundo propósito, científicamente cuestionable en opinión de McGrath,
es que da apoyo a la teoría de Baron-Cohen, muy «golosa» para los
periodistas, de que los matemáticos y los científicos en general
muestran más rasgos autistas que la población general. En realidad el
cuestionario incluye cuestiones, cada una con su puntuación en relación
con las matemáticas y las artes. Si tu contestas que te fascinan los
números, por ejemplo, entonces incrementa tu puntuación de autismo y si
dices que «Cuando leo un relato puedo imaginarme con claridad cómo
podrían ser los personajes», una característica típica del interés por
la ficción, entonces te puntúa hacia ser neurotípico. No es difícil
darse cuenta de que genera un sesgo, una profecía autocumplida, si
gustarte los números es un rasgo de autismo, entre los que tienen
autismo hay más probabilidades de que les gusten las matemáticas. Lo
contrario también será cierto, si tienes autismo pero te gusta leer
novelas, tu cociente de autismo se reducirá, con lo que disminuye la
probabilidad de ser enviado a un especialista para valoración. Esa idea permea en la sociedad general. De «Rain Man» a «The Good
Doctor» a la trilogía «Maddaddam» de Margaret Atwood, la persona con
autismo es un hombre blanco, sin una discapacidad observable y que es
excelente en ciencias o matemáticas. Es
una caricatura, restrictiva y con ribetes problemáticos para conseguir
una verdadera inclusión. Lleva a pensar que si tienes autismo y no eres
bueno en las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas) no puedes ser bueno en nada. Puede, por tanto, afectar
negativamente a las nuevas generaciones de personas con autismo que
según esa línea de pensamiento no deberían seguir un camino, aunque sea
el que les guste, porque en teoría no están «cableados» para ese futuro.
No es verdad, la neurodiversidad también se cumple para el colectivo de
personas con autismo. El futuro no está escrito en ninguna parte, no es
un sitio al que vamos, es un lugar que creamos, entre todos.
La
exposición pública de la joven activista, que se codea con jefes de
gobierno, soporta ataques de Trump y desafía el poder multinacional,
genera debate.
"Es
hora de que nos preguntemos si estamos usándola e incluso sacrificándola
por lo que percibimos como un bien mayor", afirma una periodista sueca.
"Si
es una niña con sus propias ideas, ¿por qué tendemos a pensar que la
están instrumentalizando?", dicen desde Save The Children.
-. "Caso claro que demuestra no solo el derecho, sino la capacidad de liderazgo y participación ciudadana que tienen los niños y adolescentes".
-. "Existe cierto debate sobre si hay instrumentalización en su figura. Pero creo que es una persona dueña de su discurso. Por el hecho de ser menor de edad, no tenemos que dar por hecho que está siendo instrumentalizada".
-. "Son mujeres muy jóvenes, demostrando que su opinión cuenta y que con su activismo llegan a más gente, rompiendo el prejuicio de que por el hecho de ser jóvenes no tienen capacidad de decisión ni nada que decir".
-. "Greta no sufre por estar expuesta. El sufrimiento es real, es suyo e individual. Lo tendría también en su habitación: sufre porque ese interés le afecta de verdad en su vida".
Greta Thunberg lo ha vuelto a hacer.
Durante su último discurso, uno de los más esperados en la cumbre del
clima de la ONU, reiteraba su alegato por una acción política urgente
contra la crisis climática. "Me habéis robado mis sueños y mi infancia
con vuestras palabras vacías", dijo la joven activista ante los líderes
mundiales. Lo hacía con enfado y los ojos llorosos.
Su
rostro y sus palabras volvían a acaparar titulares de todo el mundo. La
ovación recibida desde buena parte de la sala se trasladaba a las redes
sociales, donde una multitud compartía su contundente mensaje, llamando
a seguir su ejemplo y recordando por qué se ha convertido en un icono
del movimiento internacional contra el calentamiento global. También
regresaron los ataques desde algunos sectores conservadores o
negacionistas del cambio climático que la acusan, para desacreditar su
lucha, de ser una "marioneta" al servicio de otros intereses espurios.
Y entre esas dos posturas están quienes expresan su
preocupación ante la magnitud de la exposición mediática de una menor,
la responsabilidad que ha asumido con 16 años al codearse con dirigentes
internacionales y el poder multinacional y el posible coste personal
que puede acarrearle el fenómeno generado en torno a su figura.
Una
de las primeras voces en preguntarse si todo vale a la hora de impulsar
la causa contra el calentamiento global fue la periodista sueca Paulina
Neuding, recordando que a los 11 años la inquietud de Thunberg fue tan
grande que entró en una depresión y dejó de comer. "No deseo sugerir que
Greta es demasiado joven para comprender las consecuencias de sus
acciones (...) o incluso para liderar un movimiento global. Nadie que la
haya escuchado dirigirse a los líderes mundiales en un inglés impecable
puede dudar de que sea muy inteligente. La propia Greta ha dicho que
hacer algo contra el cambio climático la ayudó a recuperarse", sostiene en este artículo.
"Pero
los adultos tienen la obligación moral de seguir siendo adultos en
relación con los niños y no dejarse llevar por las emociones, iconos, selfies,
imágenes de protestas masivas o sueños revolucionarios. Greta ha sido
nombrada recientemente 'Mujer del Año' por un periódico sueco. Pero ella
no es una mujer, es una niña. Es hora de que nos paremos a preguntarnos
si la estamos usando, fallando e incluso sacrificándola por lo que
percibimos como un bien mayor", zanja la reportera sueca.
La
chispa que Thunberg encendió hace algo más de un año, manifestándose
sola a las puertas del Parlamento de Suecia para exigir medidas de
protección del planeta, ha acabado cristalizándose en movilizaciones
juveniles sin precedentes por todo el mundo. Por eso, desde Save The
Children consideran que el suyo es un "caso claro que demuestra no solo
el derecho, sino la capacidad de liderazgo y participación ciudadana que
tienen los niños y adolescentes" en una cuestión trascendental como el
cuidado del medio ambiente.
"Existe cierto debate
sobre si hay instrumentalización en su figura. Pero creo que es una
persona dueña de su discurso. Por el hecho de ser menor de edad, no
tenemos que dar por hecho que está siendo instrumentalizada. Greta ha
canalizado la rabia por la amenaza del cambio climático y ha conseguido
ser referente de este movimiento", explica a eldiario.es Carmela del
Moral, responsable de incidencia política de la ONG.
"A
veces, estas cuestiones no son más que consecuencias de nuestra visión
adultocéntrica y también patriarcal. Si es una niña con sus propias
ideas, ¿por qué tendemos a pensar que la están instrumentalizando?
Mientras sea de una forma consentida, razonada y voluntaria hay que
fomentar esta participación", afirma Del Moral, quien traza paralelismos
entre el caso de la menor sueca y otros como los de la pakistaní Malala
o la palestina Ahed Tamimi. "Son mujeres muy jóvenes, demostrando que
su opinión cuenta y que con su activismo llegan a más gente, rompiendo
el prejuicio de que por el hecho de ser jóvenes no tienen capacidad de
decisión ni nada que decir".
Otra de las aristas
presentes en el debate es que Thunberg, que se empezó a preocupar por la
situación del planeta hace años, tiene síndrome de Asperger. Desde la
Asociación Asperger Madrid recalcan la importancia de que la adolescente
esté "dando una visión diferente" sobre las personas con este síndrome y
destacan el hecho de que lo que suele ser un interés individual –la
preocupación profunda por un tema– se haya transformado en un interés
compartido con toda una generación. Sobre el discurso pronunciado este
lunes, Araceli Martín, trabajadora social y coordinadora de la
asociación, es clara: "Greta no sufre por estar expuesta. El sufrimiento
es real, es suyo e individual. Lo tendría también en su habitación:
sufre porque ese interés le afecta de verdad en su vida".
Los riesgos de la alta exposición pública
Para
la psiquiatra estadounidense Gail Saltz, el de Thunberg "es un gran
ejemplo de las extraordinarias habilidades que tienen muchas personas
con autismo". Sin embargo, en declaraciones a este medio, advierte de
las posibles consecuencias que puede tener un meteórico salto a la fama,
ya de por sí "difícil para cualquier persona, y especialmente para los
niños". "Hay riesgos para cualquier menor que de repente tiene
reconocimiento masivo, presencia en los medios de comunicación y,
particularmente, un mensaje que polariza. Por desgracia, la gente
comentará, atacará, será desagradable y le arrebatará su privacidad",
asevera Saltz.
En estos meses, la adolescente sueca se
ha sometido al escrutinio público y ha estado expuesta a todo tipo de
críticas y ataques, a menudo de políticos conservadores y de extrema
derecha. El último ha sido Donald Trump, que ha tirado de sarcasmo para
comentar su emocionado discurso: "Parece una chica joven muy feliz".
También partidos como Vox han arremetido contra ella, asegurando que "es
una impostora que se dedica a viajar a cuerpo de rey". La han llamado "gurú del apocalipsis",
"profetisa en pantalones cortos", "Justin Bieber de la ecología",
"profundamente perturbada". "Sí, de verdad estoy 'profundamente
perturbada' por que estas campañas de odio y conspiración se permitan
una y otra vez solo porque los niños nos comunicamos y actuamos sobre
base científica", respondió Thunberg en Twitter.
"Su
sobreexposición en las redes es consecuencia de su liderazgo y esto la
hace ser más vulnerable, por ejemplo al ciberacoso. Igual que decimos
que es una niña para decir lo que dice, también lo es para los ataques
que pueden tener consecuencias en su autoestima", señala la responsable
de Save The Children.
Sergi Banús, psicólogo
infanto-juvenil, explica también cómo la alta exposición y el ascenso a
la fama puede ser "un factor de riesgo" para el desarrollo de una
adolescente de 16 años. "La fama en sí no es mala, lo malo es cómo
funciona su estructura, lo de alrededor. Entrar en el mundo de adultos
puede forzar determinadas conductas y aún son personas en construcción
que en unos años pueden ver las cosas de otra manera", asegura el
especialista. También incide en que determinadas situaciones de
exposición permanente a mucha gente "no son buenas" para personas con
Asperger. "Pueden generarle un estrés importante, salvo que tenga un muy
buen acompañamiento profesional, que supongo que será así", prosigue
Banús.
Es aquí donde confluyen todas las voces
consultadas: en la importancia de que la adolescente cuente con un
entorno propicio que la proteja y amortigüe los efectos del fenómeno que
la rodea. "Tiene que haber un seguimiento profesional", zanja el
experto. "Un exceso de exhibición puede tener consecuencias en el
desarrollo, hay que ver cómo gestiona su popularidad a nivel
psicológico, con una buena red de apoyo familiar, un entorno
comprensivo, de apoyo, cariño y amor que asegure otros derechos como el
juego, la educación o la vida libre de violencia. Si la fama es algo
difícil para los adultos, hay que tener especial cuidado con los niños",
recalca Del Moral. En su activismo, Greta Thunberg cuenta con el apoyo
de sus padres y ha defendido varias veces que no forma parte de ninguna
organización, sino que se limita a apoyar y colaborar con ONG
ecologistas en determinadas ocasiones.
Desde la
asociación especializada en atender a personas con Asperger defienden lo
mismo. "Ella puede decidir si necesita apoyo de un especialista y en
qué acciones embarcarse con el sostén de una familia que impulsa esa
causa y la parte de la sociedad que la apoya. Creo que lo está teniendo.
Pero mi preocupación profesional es como garantizar que ese sostén se
va a mantener", argumenta Martín. "¿Qué va a pasar cuando deje de ser
noticia? Hay que trabajar en esa línea, explicarle que es el boom
mediático del momento, por qué se va aflojando y la gente se cansa, una
vez finalizado. El riesgo podría ser la no comprensión, que si para
todos ya es difícil, para una persona con Asperger más".
La inquietud por el fenómeno desatado en torno a la menor
sueca ha llevado al activista ambiental belga Félicien Bogaerts a rodar
un cortometraje de ficción, Anita, inspirado en la
figura de Thunberg, sobre una adolescente activista se ve sobrepasada
por la presión. En varias entrevistas, el autor ha defendido la
importancia de los matices en casos como este. "Podemos admirar el
coraje y la inteligencia de Greta Thunberg, a la vez que criticamos las
derivas del fenómeno mediático que se ha construido a su alrededor.
También queríamos mostrar la violencia del sistema, que pone la carga de
la lucha ecológica sobre los más jóvenes", ha asegurado.
"El
problema no es ni que Greta se quiera hacer oír, ni que sus padres le
dejen hacerlo. Para mí, el problema es que hayamos decidido darle toda
la responsabilidad de esta causa a una adolescente, cuando hay
organizaciones enteras que llevan tiempo diciendo lo mismo. (...) Los
miles y miles de estudios detrás de su rabia no merecían nuestra
atención, parece", ha opinado en Twitter la politóloga Berta
Barbet. "Creo, sinceramente, que tenemos que empezar a afrontar los
debates desde antes y sin necesidad de que nadie se sacrifique por la
causa", agrega.
Por su parte, Irene Milleiro,
directora global de campañas de Change.org, resalta que la adolescente
sueca se ha convertido en un "referente positivo" que ha llevado a otros
jóvenes a cuestionar a "un sistema 'de adultos' que continuamente
excluye las voces de las personas jóvenes". "Un ejemplo son los
comentarios que leo estos días del estilo: 'Esa niña debería estar
estudiando', 'le están manipulando'. Yo no conozco a Greta y no sé si es
así, pero con 16 años –y también con menos– una chica ya puede tener
criterio para hablar y decidir qué quiere hacer con su vida. Nadie acusa
de estar manipulados a los chicos de 16 o 17 que juegan en equipos
profesionales de la liga de fútbol, ¿no? Creo de verdad que si Greta no
tuviese 16 años, sino 30, nadie le hubiera hecho ni caso", sentencia.
Los niños, niñas y adolescentes, en todo el mundo, constituyen de por sí un grupo social y poblacional vulnerable. Lo son por su constitución física (más débiles, más pequeños) por su más corta experiencia de vida y por su posición social de dependencia y falta de poder. Pero a pesar de sus limitaciones personales y de las circunstancias adversas, las investigaciones de infancia vienen demostrando que, bajo ciertas condiciones, las capacidades de los niños, niñas y adolescentes pueden convertir su vulnerabilidad en fortaleza. Así, la sección monográfica de este volumen contiene artículos que, desde la investigación sociológica, etnográfica o histórica, dan muestra de la actuación protagónica de niñas y niños, bien de forma individual, bien de forma colectiva. A la vez, este volumen contiene una Sección especial dedicada a recordar el 30 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, a través de la figura de Janusz Korczak, que representa tanto la defensa de los derechos humanos en la infancia, como la dedicación a los niños y niñas que se encuentra en situaciones de máxima vulnerabilidad.
Participación infantil en la Costa de Chiapas durante el desastre por terremoto nocturno del 7 de septiembre del 2017 y en la reconstrucción con bibliotecas.
Hacia la visibilidad de la infancia. Análisis jurídico y social de expedientes de adopción o prohijamiento en el siglo XIX en España (Murcia, 1850-1900).
Korczak, J. (1976). "Cómo hay que amar a un niño". Traducción de la presente edición de Joan Leita. Madrid: Sociedad de Educación de Atenas, 331 páginas. ISBN: 84-7020-169-7.
Korczak, J. (2019). "Diario del gueto y otros escritos". Con epílogo de Jacek Leociak. Traducción del polaco de Jerzy Sławomirski y Anna Rubió Rodon. Barcelona: Seix Barral, 2018, 371 páginas, ISBN: 978-84-322-3342-5.
Rosen, R., Twamley, K. (Eds.) (2018). "Feminism and the politics of childhood. Friends or foes?" London: UCL Press, 314 páginas. ISBN: 978-1-78735-063-2 (PDF).
Rausky, M. E., Chaves, M. (Eds.) (2019). "Living and working in poverty in Latin America. Trajectories of Children, Youth, and Adults". Palgrave Macmillan, 187 páginas. ISSN: 978-3-030-00900-7.
Rodríguez García de Cortázar, A., Gimeno Monterde, C. (2019). "Las migraciones de jóvenes y adolescentes no acompañados. Una mirada internacional". Granada: Editorial Universidad de Granada, 295 páginas. ISBN: 978 243930-246220.
"Si yo fuera juez": una intervención para promover el diálogo entre niños y niñas con familiares significativos encarcelados y el sistema judicial en Chile.