Entrevista a los creadores de la Editorial NUBEOCHO.
En los mejores sistemas educativos no hay deberes para casa.
Con relatos sencillos como el de Daniela pirata, se puede tratar muy bien qué sea el machismo o las exigencias del trato en igualdad.
A las chicas se les sigue comiendo el coco para que vayan a carreras o profesiones tradicionalmente femeninas.
Para suprimir estereotipos se avanzaría mucho revisando los libros de texto… y la preparación del profesorado.
Desde los dos o tres años, hay que tratar editorialmente el respeto a la diversidad..."
Fotos: Teresa Rodríguez |
NUBEOCHO
es una editorial madrileña, de carácter infantil sobre todo,
cuyos
primeros libros aparecieron en 2012.
Su trayectoria tiene especial
interés para cuantos entienden
que la lectura temprana es un buen
vehículo para desmontar prejuicios
en las nuevas generaciones de
ciudadanas y ciudadanos.
En su catálogo hay títulos de autores e
ilustradores comprometidos con ese patrón,
que combinan calidad
editorial y calidez humana.
Miryam Aguirre y Luis Amavisca son los creadores de Nubeocho.
El nombre –dicen– es un juego de palabras y podía ser algo muy dadá: es Nubeocho
como podía ser “pera-siete” o “elefante-cuatro”. Pero también es un
concepto muy anglo –pues trabajan mucho en inglés–, idioma en que la
expresión “nubenueve” –on cloud nine– se dice cuando se está de maravilla, en el éxtasis, en el paraíso. Aclaran que ellos están un pasito antes, en Nubeocho, en preparación para.
¿Cómo surgió?
L(uis): Nosotros venimos del mundo del arte
y las revistas de arte. Yo había trabajado como artista plástico para
una galería, y en cosas de marketing…, me gustaba mucho el álbum
ilustrado, la ilustración. Los dos teníamos mucha relación con ese mundo
artístico que conocíamos y trabajábamos. Pensábamos que faltaban por
cubrir ciertos aspectos: que hablaran de igualdad, por ejemplo, de
diversidad o temas difíciles como la muerte. Pensábamos que había ahí un
nicho de asuntos que no se estaban ofreciendo…
M(iryam): Enfocar aspectos nuevos nos
parecía muy interesante: fomentar siempre la lectura, pero tratando
temas importantes. La lectura genera personas –personitas también–
que cambien el mundo, para lo cual debíamos tocar temas que no se
suelen tratar en la literatura infantil. Estábamos hartos de las
princesas rosas de Disney y de los niños estereotipados. Había que
revisitar esos cánones que se transmitían de manera mala, transmitir
otros valores sin olvidar la calidad literaria y la ilustración, que es
tan importante. De paso, generar esa curiosidad al niño. No plantear
estos asuntos como una cosa pesada, porque se pueden tratar de manera
divertidísima y despertar ganas de seguir leyendo.
¿Los autores, cómo los buscáis?
(Hablan indistintamente Miryam y Luis)
Vienen mucho y los buscamos. Ahora mismo, vienen demasiados;
recibimos unas 300 propuestas solo en este verano. Vamos viendo: ya
tenemos autores de referencia, y también internacionales. Escritores,
sobre todo, hemos trabajado con españoles, pero también hemos publicado
autores suizos, británicos y algún francés. Muchos son muy conocidos. En
este momento, nos suelen llamar más ellos a nosotros, aunque a veces
los contactamos para ciertos temas. Cuando empezábamos como editorial,
que no nos conocían, éramos más nosotros los que les escribíamos.
¿Y los ilustradores?
Es un poco parecido. Trabajamos con muchos; de todos los países,
aunque más mezclados. Son en un 25% o un 30% españoles, pero el resto
son franceses, italianos, alemanes, argentinos, de Irán ahora,
americanos… Conocemos dosieres, trabajamos con agencias, vamos a las
ferias… Sobre todo la de Bolonia, el mayor referente en libros
infantiles. Cuando tienes un texto, piensas en el contexto, la ironía
con que trabaja, y piensas en quién te va a encajar más; si son
personajes animales, si son humanos, buscas y siempre barajas dos o tres
nombres…
¿El texto es primero?
Se suele trabajar a partir de un texto que se les da, pero luego
siempre hay un trabajo en que se pule, se modifica, se cambia, y el
ilustrador, a veces, lo trabaja. Los editores somos más los que
dividimos ese texto, según el número de pliegos que tenga el libro, en
12, 14 o 16 pequeños fragmentos, pero siempre el ilustrador puede
cambiarlos, a veces se implica y da su opinión, porque el texto dice
algo que ya cuenta la ilustración y entonces se quita para la edición…
Es un trabajo mano a mano, codo con codo, entre escritor, ilustrador y
editores.
¿Qué proyectos tenéis entre manos?
A medio plazo, tenemos una programación segura de casi tres años.
Publicamos en EEUU, donde nos piden una anticipación enorme. Ahora
estamos preparando los libros que salen allí dentro de un año, en otoño.
Hay algunos ilustradores de renombre, además, que te piden un año como
mínimo para trabajar sus proyectos, y ya te pones en dos años. Juntas
los tiempos de producción, de trabajo sobre el libro, sumas y te pones
en casi tres años.
Pero a corto plazo, para esta próxima primavera, tenemos Clara Campoamor, que es un libro en que tenemos mucho interés, con Raquel Díaz Reguera, una de las autoras –que además ilustra– más valoradas en España con libros muy emblemáticos como: ¡Qué aburrido ser una princesa rosa! Es una autora muy destacada. Y tenemos otros libros. Uno, por ejemplo, de mucho humor y muy divertido: Yo no he sido, a propósito de los niños cuando hacen una chapuza: si lo reconocen o no, si acusan a otro de al lado.
También tenemos un libro para hablar de la adopción, escrito por una autora norteamericana, la autora de Las princesas más valientes,
que suele tocar temas más sensibles. Será un libro ilustrado por un
iraní. No es un libro que hemos comprado, sino producido por nosotros
desde un principio. Se llama El día en que llegaste y es otra
de esas cosas en que las familias con niños adoptados no tienen
referentes buenos de literatura infantil, hay muy poco. Es un intento,
un libro de ternura sobre la espera de ese niño que, aunque no haya
crecido en una barriga de la familia, ha sido deseado y querido, y
cuando llega a la familia los vínculos afectivos son los mismos,
idéntica la relación de amor de la familia con el niño adoptado. Ya te
hemos dicho tres. ¡Hay más!
¿Tenéis en vuestro catálogo Las princesas más valientes?
Es un libro de Dolores Brown, autora americana medio mejicana. Lo
trabajamos hace mucho tiempo. Su primer texto llegó hace unos tres años.
Era una especie de catálogo de princesas. El álbum ilustrado más
vendido de la historia es Las princesas olvidadas, de Rébbeca
Dautremer, que ha vendido millones de libros; un catálogo de princesas,
que es poético, pero que sigue manteniendo ciertos estereotipos que en
un momento dado rozan incluso el machismo. Dolores Brown nos presentó su
texto –que era más un catálogo– de
diferentes princesas con diferentes años y características, razas e
incluso con una princesa en silla de ruedas. Había, también, una
princesa anciana que era viuda, se había echado un nuevo novio y,
además, Dolores tenía mucho interés en que en la ilustración no
apareciera con nietos; no, era una señora mayor que tenía un nuevo novio
y no quería vincularla como la abuelita. Además de esta princesa mayor
con novio, había una divorciada, una soltera madre…, una princesa que
estaba gordita. Era romper con todos esos estereotipos.
Disney nos ha enseñado todos estos años que la princesa debe ser
rubia, de ojos azules, de 60-90-60, cinturita de avispa y, por supuesto,
modosita y calladita, que está en casa bordando… y no era eso lo que
proponía Brown. Era romper con eso. Hay que pensar que la primera
princesa negra Disney, Tiana, es de hace apenas diez años, y la otra
representación racial, Pocahontas, es de 1995. En este libro de nuestra
autora también hay una princesa india que es abogada y que lucha por los
derechos y la igualdad.
¿Y La pirata Daniela?
Es la primera pirata niña, porque realmente no hay casi ninguna. Es una pirata que surca los mares en su velero, Araña saltarina, pero lo que quiere es ser pirata en el Caimán negro,
el barco más temible de todos los mares: todo el mundo cambia las rutas
para no encontrarlo. Ella quiere ser pirata en este barco. Lo busca, lo
busca, lo busca, hasta que un día por fin lo encuentra. Sube a bordo y
se encuentra a toda la tripulación, capitaneada por el malvadísimo Oreja
cortada, y le dice: “Yo quiero ser pirata en vuestro barco”. Toda la
tripulación se parte de risa por el suelo: “¡Qué niña! ¿Cómo vas a ser
tú pirata? Para ser pirata en este barco hacen falta muchos requisitos”.
Entonces, tiene que superar una serie de pruebas demostrando que es
velocísima, que sabe pescar, sabe cocinar y que tiene todos los
atributos que le piden para ser pirata allí. Cuando ya lo supera todo,
Daniela dice que por fin puede ser pirata en aquel barco, pero Oreja
cortada dice que no. “No puedes ser pirata en este barco porque te falta
lo más importante, que no eres niño, los únicos piratas son niños”.
Entonces Daniela se dice: “Si hubiera sabido llorar, lo habría hecho a
mares”. Pero no podía ante una injusticia tan grande. Entonces, hay un
motín de la tripulación contra Oreja cortada, lo echan y aclaman a
Daniela como la capitana.
Lo maravillosos de este libro es que consiga, a través de ese referente –Daniela capitana de piratas niña, que no las hay–
explicar a niños y a niñas de una manera muy sencilla qué es el
machismo y qué es la igualdad. Eso explica también el exitazo del libro,
que va ya por la sexta edición. Tanto que tenemos en baile el libro 2,
que saldrá para el otoño de 2019.
¿Sobre violencia infantil qué tenéis?
Tenemos algunas cosas. El acoso escolar es uno de los pilares que queremos trabajar de diferentes formas. El más reciente es Hoy no juegas.
Una niña entre 3 y 6 años, que es acosadora: quita la comida a los
demás niños, les dice quién juega y quién no, les aparta y les hace la
vida imposible. Una acosadora. El libro da una serie de estrategias ante
el acoso.
Además de este, hemos trabajado Qué le pasa a uno, también
de la tan reconocida Raquel Díaz Reguera. Habla del acoso que se le hace
a una niña a la que la excluyen. Es para una franja de 5 a 8 años.
Paralelamente, trabajamos una novela preciosa, muy delicada, Qué le pasa a Nicolás,
para la franja de 9 a 10 años. Es ya más bien novela infantil,
ilustrada por la propia escritora, que habla de ese acoso de patio de
colegio, del niño que sufre el acoso y va perdiendo todos los colores,
el color de su pelo, de su ropa, de sus ojos, hasta que se diagnostica
ese acoso escolar, y muestra herramientas para trabajar educativamente
ese problema.
Incluso para niños pequeñitos lo hemos trabajado, sin emplear la
palabra “acoso” como tal; para niños chiquititos, desde los 2 o 3 años,
hay que hablar del respeto a la diversidad. Es lo que trata Eso no es normal. Va
de un elefante que tiene una trompa muy, muy larga, y se meten con él
por eso. Es un asunto que ha de iniciarse desde muy pequeños e irlo
trabajando para no encontrarnos luego con la sorpresa –esa de muchos
padres que dicen que su niño no tiene ese problema pasivo–,
de que a lo mejor lo está provocando. Es muy triste que tu niño sea
acosador o que esté presenciando un acoso y no haga nada por ayudar a
sus compañeros.
¿De violencia doméstica?
En esa línea no tenemos nada, aunque lo hemos pensado. La verdad es
que estos temas, cuando los abordas, lo haces como editorial de
compromiso. Los asuntos de acoso no venden igual, aparte de que es una
temática difícil. Por justicia con los derechos de los niños sí nos
gustaría sacar algún libro..
¿Y sobre los derechos del menor?
Lo tenemos en contenidos, pero no tenemos nada explícito. Habrá que
volver sobre ello, porque es un asunto profundo de gran interés y al que
no es fácil darle el enfoque debido. En la propia Constitución creemos
que no están debidamente recogidos.
¿Las mujeres artistas o científicas tendrán espacio en vuestro catálogo?
Quizá, porque nos interesa mucho, como todas las cuestiones de
igualdad de la mujer. Este año acabamos de lanzar un concurso sobre
igualdad junto con la Fundación italiana Woman to be y
una editorial también italiana, que premiará un relato que se
convertirá en álbum ilustrado, y se publicará en otoño; en él tienen
cabida diversos elementos de igualdad. No tenemos nada específico
todavía sobre mujeres artistas o científicas. La línea de mujeres
referentes es más conocida, la de mujeres escritoras también, pero la de
artistas –pintoras, escultoras, etc.– habrá que desarrollarla bastante más.
¿Hay abandono social?
Hay un ambiente cultural todavía contrario a que la mujer aparezca en
funciones técnicas y científicas, con instrumentos laborales que han
sido más propios de los hombres. Desde los 18 años, a las chicas se les
sigue comiendo el coco para que vayan a carreras o profesiones
tradicionales de mujeres. Tendremos que editar algo sobre profesiones en
igualdad. El problema es crear referentes, que apenas hay.
¿Tienen responsabilidad las editoriales?
Las grandes, de gran presencia en librerías y demás, pueden generar
opinión. No es normal que no haya mujeres en otros ámbitos distintos de
los estereotipados, que sirvan de referente a los pequeños lectores. El
camino es ese. Se va hacer. Ciertos temas que trabajábamos las
editoriales pequeñas sobre la igualdad se van abriendo paso. Es una
dirección que no puede ser solo una moda, sino algo más profundo que
vaya contribuyendo a cambiar actitudes.
¿Y los libros de texto?
Claro, también es muy importante que se revisen los libros de texto.
Ese sí que sería un buen camino. Porque nosotros, al final, estamos en
unos tiempos distintos; son mucho más importantes y esenciales los
tiempos de la escuela. Todas estas iniciativas tienen que hacer mella en
la educación y sus modos. A lo mejor habría que suprimir los libros de
texto y que los profesores tuvieran la formación adecuada para generar
buenos contenidos de aula. La política actual de libros de texto es muy
poco coherente, por el coste que representan para las familias y por
cómo suelen condicionar todavía la pedagogía y el aprendizaje. Es
curioso, por ejemplo, que para algunos libros nuestros de posible
lectura en las escuelas, si no se les facilita una ficha a los maestros
no les interesen…
¿Es un corsé el libro de texto?
Es muchas cosas, en que confluyen padres, las evaluaciones habituales
del currículo, la preparación del profesorado… Muchos padres, con la
ansiedad de las notas y demás, suelen ver en ellos una referencia
segura… e, incluso, un elemento de control de los hijos. De ahí la
obsesión por los deberes, cuando en los mejores sistemas educativos no
hay deberes para casa. Mal asunto cuando, en las reuniones escolares,
para hablar del ambiente del aula, la preocupación familiar se centra en
que no sea que mi niño, “que es muy listo”, no vaya bien “por culpa de
los torpes”. Lo de la “culpa”, los “torpes” y la falta de empatía que
ello denota no es lo más deseable educativamente, y el querer tener un
lumbreras a base de estar el padre o la madre con los deberes indica una
falta de todo muy fuerte.
¿No vendría bien un libro sobre los deberes?
No estaría mal, y que los padres pudieran aclarar mejor sus opiniones
al respecto y adoptar posiciones más fundadas. Pero probablemente
tendría mucha oposición de bastantes padres y maestros, por lo cual, en
caso de plantearlo, tal vez hubiera que publicarlo con otro logo
editorial y que el crédito que hayamos podido acumular con Nubeocho no
resultara afectado. Es un tema muy fuerte, pero recordamos que incluso
una asociación de padres y madres planteó un gran debate a causa de los
deberes escolares en diciembre de 2015, que llevaría a la primera huelga
por este motivo casi un año más tarde. Tengo la sensación de que hay
muchas asociaciones de madres y padres así…
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