Entrevista André Stern,
“Cuando
era niño tenía una frase para presentarme: me llamo André, tengo cuatro
años, no me gustan los bombones y no voy a la escuela”. Hoy André Stern
-escritor, músico, lutier y compositor- sigue presentándose como un
niño de 47 años, al que siguen sin gustar los dulces y nunca fue
escolarizado. Tampoco sus dos hijos. Autor de libros como ‘Jugar’ y ‘Yo
nunca fui a la escuela’, el hijo del pensador e investigador Arno Stern
defiende un cambio de actitud hacia los niños, que llama “ecología de la
infancia”.
Director del Instituto Arno Stern (Laboratorio de observación y
preservación de las disposiciones espontáneas del niño) y de la
iniciativa ‘Hombres para mañana’, impulsada por el neurobiólogo Gerald
Hüther, André Stern propone una filosofía educativa que respete la
curiosidad y capacidades innatas de los niños, para permitir el
desarrollo de su potencial y autoaprendizaje. “La neurociencia ha
descubierto recientemente que el cerebro se desarrolla según el uso que
le demos, pero cuando lo usamos con entusiasmo. Es extraordinario que la
neurobiología nos dé la evidencia de lo que todo sabemos: el entusiasmo
nos vuelve genios. Esa emoción hace crecer cada vez más nuestro
conocimiento y, al final, somos extremadamente competentes. No
intentemos introducir conceptos en nuestros hijos; veamos qué sale de
ellos”, concluye.
Video de la entrevista
00:00
André Stern. Cuando era pequeño,
pensé una frase para presentarme porque me di cuenta de que las
personas preguntaban siempre lo mismo. Así que desarrollé la siguiente
frase: “Hola, me llamo André Stern, soy un chico, tengo cuatro años, no
me gustan los bombones y no voy al colegio”.
00:24
Esther Carolina. Soy Esther,
madre y profesora. Es un placer hablar contigo sobre temas en los que tú
y tu familia sois un referente mundial, como el juego libre y la
escolarización fuera de la escuela. En algunas conferencias te he
escuchado alguna presentación muy interesante de cuando eras pequeño con
tu infancia tan peculiar. ¿Podrías hablarnos un poco de los recuerdos
que tienes de esa etapa?
00:46
André Stern. Para mí, es una
etapa que continúa todavía. Yo no aprendí a diferenciar la infancia, la
edad adulta… Para mí, no es una etapa, es mi vida. A menudo, me presento
como un niño de cuarenta y siete años. Porque nunca he dejado la
infancia. Pero hablar de recuerdos de infancia… Pues hace mucho. Lo que
más recuerdo de mi infancia es que confiaban mucho en mí y podía jugar.
Es el principal recuerdo de mi infancia, podía jugar. Sí que paraba,
porque había cierto ritmo, ciertos rituales bastantes definidos que
estructuraban mi día a día y mi libertad. Las interrupciones no eran
definitivas, sabía que, si dejaba de jugar para ir a dormir porque era
la hora del ritual de dormir, sabía que, lo que interrumpía ahora,
continuaría mañana por la mañana sin transición, sin descanso hasta el
final del día, y eso da una gran confianza, una calma inmensa. Y ese es
el recuerdo de mi infancia.
01:46
Esther Carolina. ¿Podrías contarnos cómo era tu aprendizaje fuera de la escuela?
01:50
André Stern. A ver. Para mí, ir o
no ir al colegio, no son más que detalles de organización, esto me
concierne porque no fui a la escuela ni mis hijos tampoco. Podría haber
ido si hubiera querido, así como mis hijos irán si quieren. No se trata
de desarrollar ningún método. Mi trabajo no se basa ni en criticar un
método ni hacer apología de otro. No me gusta hablar de métodos. Hablo
de una actitud, de una actitud de confianza que lo cambia todo, sea el
que sea el método utilizado.
02:22
Pero en mi caso particular, es una pregunta que me hacen a
menudo, cuándo aprendemos estas cosas. Yo no fui a la escuela y me
preguntan: “¿Y cómo has aprendido, siempre tres cosas, a leer, a
escribir y a contar?”. Nunca me han preguntado cómo he aprendido a
cantar, a cocinar o a bailar. Y, sin embargo, para un niño son tan
importantes unas como otras. Yo no soy especial, no soy diferente,
aprendí lo que aprendí como tú, como todos los que están aquí. Como
todos aprendimos nuestra lengua materna, no aprendemos nuestra lengua
materna con una pedagogía determinada, no aprendemos nuestra lengua
materna a un ritmo impuesto, no aprendemos nuestra lengua materna en un
momento prefijado por la ley. Todos aprendimos la lengua materna a
nuestra manera, según una metodología, una didáctica personal, a un
ritmo que nos fue factible, en un momento que nos fue muy particular,
pero no la aprendimos solos. En la palabra “autodidacta” se entiende
mucha soledad, no significa aprender solo, no aprendemos nada solos,
solos no podemos aprender una lengua materna. Solos no aprendemos nada.
Aprendemos gracias a los demás.
03:40
Los que hablan con nosotros, los que hablan entre ellos. En un
mundo en el que se habla, aprendemos a hablar. En un mundo en el que se
escribe, aprendemos a escribir. En un mundo en el que se lee, no podemos
no aprender a leer. En un mundo en el que se cuenta, no podemos no
aprender a contar. Y es curioso que las tres cosas que siempre nos
preguntan, leer, escribir y contar, son las tres cosas que no se pueden
no aprender. Las vamos a aprender todos a nuestra manera, en un momento
que solamente nuestro desarrollo archipersonal podrá definir, así que
será distinto para cada uno. Así es cómo aprendí, de la manera más
natural, ni siquiera me acuerdo. Quizá tenemos que hablar sobre el
aprendizaje. Porque siempre hablan del aprendizaje como un… Nos lo
venden como algo que hay que hacer. Aprender no es algo que hagamos,
aprender es algo que nos ocurre. No es lo mismo.
04:36
Tengo la suerte de trabajar con neurobiólogos que demuestran
que no podemos aprender nada si no… Porque hoy en día confundimos
“aprender” y “aprender de memoria”. Memorizar. Memorizar y aprender no
son lo mismo. Aprender es algo que nos ocurre. La neurobiología ha
demostrado que solo podemos retener una información si se activan
nuestros centros emocionales. Si estos no se activan, si la información
no nos conmueve, no nos emociona, la información entra por un oído y
sale por el otro. Por eso vivimos en una sociedad que ha olvidado el
ochenta por ciento de lo de que debería haber aprendido. Es increíble,
olvidamos el ochenta por ciento de lo que deberíamos saber. Es
increíble. Y el veinte por ciento que recordamos es el veinte por ciento
que nos ha conmovido, que ha provocado una emoción. Cuando nos podemos
dedicar a lo que nos activa el centro emocional, aprender deja de ser un
esfuerzo, deja de ser un trabajo y deja de tener que ver con la
acumulación de saberes memorizados, sino que tiene que ver con algo muy
personal y natural que nunca olvidamos.
05:41
Esther Carolina. A mi hijo, que
le apasionan las matemáticas, yo no recuerdo cómo aprendió a restar.
Simplemente un día me vino y hacía las cuentas. De forma completamente
natural.
05:53
André Stern. ¿Sabes o sabéis
cuál es la frase más dicha en el mundo? La frase más frecuente es la
siguiente: “Soy nulo en mates”. ¿Has oído esa frase exacta alguna vez?
“Yo soy nulo”. Es un juicio sobre ti mismo. Es un juicio terrible. “Soy
nulo en matemáticas o en lo que sea”. Es horrible esta frase porque yo,
que trabajo con científicos, puedo afirmar, como ellos, esa frase no
tiene sentido. No hay nada cierto en esa frase. No hay ni una palabra
que sea cierta. Desde el punto de vista científico, cuando se dice “soy
nulo en mates”, la frase que realmente deberíamos decir sería distinta,
totalmente distinta, no es “soy nulo en mates”, sino “las matemáticas no
me interesan nada”. Es un gran alivio. Porque si las mates me
interesaran, sería bueno, sería excelente.
06:56
Es un gran problema de nuestro mundo, en lugar de preguntarnos
por lo que nos interesa, es decir, por lo que disfrutaríamos, nos piden
siempre que nos enfrentemos a lo que no nos interesa, bajo el pretexto
de que hay que trabajar y hacer esfuerzos en las asignaturas que no
somos buenos. Si no somos buenos, es porque no nos interesa. Y si no nos
interesa, no podemos aprender nada. Lo único que podemos aprender y
memorizar así es que somos malos, es que somos nulos. Y eso es malo para
la imagen propia y la del mundo y es malo para el aprendizaje. Porque,
el aprendizaje, el hecho de aprender, se convierte en una mala
experiencia. Y esa mala experiencia nos lleva a pensar sobre nosotros
que somos nulos. “Yo soy nulo en mates”. Es terrible porque nos
equivocamos de pregunta. En lugar de preguntarnos qué se nos da bien,
nos preguntamos qué se nos da mal.
07:58
Esther Carolina. Sí, esto me
afecta especialmente, soy profesora de matemáticas y anteayer me decía
una alumna: “Profe, es que soy nula en mates”. Y yo le decía: “No, no
digas que eres nula, no es cierto que eres nula”. Pero sí, lo repiten
constantemente. Es cierto, me creo que esa es la frase.
08:19
André Stern. La escuchas por
todas partes. En cuanto prestas un poco de atención, todos la dicen
constantemente. Y es una pena para las matemáticas. Es una pena porque
no es que seas nulo, sino que no te interesan hoy. Pero quizá te
interesen mañana. Si se tiene una relación traumática con las mates, si,
para ti, está escrito en alguna parte que las mates son algo que se te
da fatal y que te hace sufrir, no sé si podemos salvar tu relación con
las matemáticas. Y es una pena para ellas.
08:53
Esther Carolina. ¿Podrías
profundizar un poco más en todo este tema del aprendizaje natural y cómo
influye en el desarrollo del cerebro del niño?
09:01
André Stern. Pero ¿existe un
aprendizaje que no sea natural? El aprendizaje, cuando se trata de
aprender y no de aprender de memoria, es, automáticamente, natural. El
primer efecto que veo en el desarrollo de un niño se multiplica por dos o
por tres, el primer efecto es que no se va a olvidar, va a conectar las
cosas, va a conectar la información. A partir del momento en el que se
interesa en un tema, se vuelve maniático de ese tema, todos concordamos
en esto. Cuando vemos una palabra que nunca habíamos oído, todos parecen
usarla a nuestro alrededor, es una conspiración del universo. Es como
la acreción de un planeta. Toda la información llega y acumulamos cada
vez más información. Pero como es información que activa el centro
emocional, ya no las olvidamos. Las guardamos para nosotros, el
aprendizaje tiene un aspecto duradero cuando es, podemos llamarlo
natural, podemos llamarlo autónomo, pero, además de todo eso, son
denominaciones extrañas. El aprendizaje solo puede ser natural. Aprender
de memoria no lo es, pero el aprendizaje es natural. Otro efecto que
veo es que no desarrolla relaciones traumáticas ni con el hecho ni la
acción de aprender. Aprender se convierte, a causa del malentendido que
relaciona aprender con aprender de memoria cosas que no nos interesan,
en un trauma. Es decir, aprender se convierte en algo desagradable. Hay
un momento en la vida de los hijos en el que aprender pasa a ser algo
que les gustaría evitar. Eso es casi un crimen. El momento en el que
nuestros hijos pierden el deseo, el placer de aprender, es un momento
terrible en sus vidas. Si cada uno aprendiera a su ritmo, a su manera,
en su momento, siguiendo aquello que les interesa, que les entusiasma, y
ya hablaremos de esto también, no desarrollaría una relación traumática
con el aprendizaje. Aprender dejaría de ser algo desagradable, eso
cambia no solo el desarrollo de la infancia, cambia el desarrollo de una
vida. De toda una vida porque ser libre y feliz frente al deseo de
aprender, es una libertad enorme.
11:27
Esther Carolina. ¿Podrías contarnos, en tu opinión, qué nos aporta la educación en casa que no la aporte la educación en la escuela?
11:35
André Stern. Lo siento, no voy a
estar a la altura de esta pregunta, porque no es algo que me interese,
no tengo la respuesta a esta pregunta. Porque yo no comparo métodos,
porque no creo en los métodos. Para mí, los métodos son conceptos de
adultos, cosas de las que parten los adultos y que obligan al niño. Yo
no comparo los métodos. Pienso que no podemos juzgar la pertinencia,
porque es diferente para cada niño, porque es diferente para cada
familia, porque es diferente para cada situación y porque hay tantas
maneras de conocer el mundo y, para mí, no es una cuestión de métodos.
No es una cuestión de conceptos. Podríamos cambiar el método, podríamos
cambiar los conceptos, pero si no cambiamos de actitud hacia los niños,
de nada servirá cambiar el método.
12:26
Si cambiamos de actitud, el cambio de método es casi
complementario, casi marginal. Cuando digo un cambio de actitud, me
refiero a uno realmente radical, en el sentido de raíz. Tenemos una
sociedad montada en la que pensamos que el niño es la etapa cero. Es una
creencia antigua, es una creencia que nace a la vez que el darwinismo, a
la vez que el cartesianismo, es la idea de que el niño es la etapa cero
del desarrollo humano. Que el niño empieza como un cero, lo educamos,
si tiene oportunidades, se desarrolla, se va desarrollando hasta que un
día llega al estadio último del desarrollo humano, la versión premium
del humano, obviamente, el adulto. El problema es que, creyendo eso, nos
posicionamos ante el niño pensando: “Tú eres un cero y yo soy el
estadio definitivo”. Es una relación de poder. Es una relación de sujeto
contra objeto. Los niños ven el mundo de sujeto a sujeto.
13:30
Y ese posicionamiento ha explotado porque la ciencia nos ha
demostrado, y es muy interesante que en un mundo en el que toda
evidencia científica es más importante que el resto, es importante que
la prueba de lo contrario venga de la ciencia, pues ha demostrado que
los niños vienen al mundo como unas bombas de potencial. Los niños
pueden aprenderlo todo y convertirse todo aquello que el ser humano
puede aprender y convertirse. Es decir, que la genética no sabe ni dónde
ni cuándo vendremos al mundo, y, como no lo sabe, nos equipa de todo el
potencial posible con el fin de que, en todo caso, en ese exceso, esté
el potencial que nos hará falta para sobrevivir en nuestro ambiente.
Pero el potencial, como nos hacen falta pocas cosas, el resto se
desvanece, desaparece. Por eso, en los primeros años de nuestra vida,
perdemos la inmensa mayoría de nuestro potencial. Al final del
desarrollo, cuando hemos perdido todo ese potencial, ¿sabe qué queda? Un
adulto. Cuando sabemos eso, todo cambia, cuando nos damos cuenta del
potencial, desde el punto de vista de la capacidad de aprenderlo todo,
nuestros niños pasan a ser gigantes, es una nueva manera de abordar la
infancia y eso es un cambio de paradigma. Es un cambio de actitud.
14:51
Y eso cambiará nuestra manera de dirigirnos a nuestros niños, a
día de hoy, nos dirigimos a ellos diciendo: “Te querría más si
correspondieras más a mis expectativas”. Por ejemplo, nos preguntan
mucho: “¿Duerme toda la noche?”. Creemos que es importante eso. Y, al
final, le hacemos sentir a nuestros hijos que los querríamos más si
durmieran más. Y es terrible, porque es decir: “Tal y como eres, no te
quiero tanto como te querría si correspondieras a mis expectativas”.
“Tal y como eres, no está bien, para estar bien tienes que corresponder a
lo que espero”. Eso es una herida, es una actitud antigua: “Te quiero,
pero”. Lo que el niño querría escuchar, lo que cualquiera querría
escuchar, lo que nos sienta bien, lo que cambia todo… Por eso no hablo
de cambio de método, sino de actitud, en lugar de decir: “te querría más
si…”, habría que decir: “Te quiero tal y como eres”. Eso, para mí, es
más importante que un cambio de método. Yo no comparo los métodos, ni
siquiera pienso que haya uno mejor que el otro. No quiero defender un
método ni hablar de las ventajas de uno con respecto al otro porque no
creo en ellos, no quiero verlos ni conocerlos.
16:05
Esther Carolina. ¿Y cómo socializan tus hijos si no van a la escuela?
16:08
André Stern. Los niños son unas
máquinas sociales. Están creados para ello. Los niños tienen la
disposición espontánea, es una noción muy relevante, además de todo ese
potencial con el que venimos al mundo, también venimos al mundo con una
disposición innata, espontánea, que consiste en abrirse al mundo entero
para conocer a los demás, a todos, sea cual sea la diferencia. Los niños
abren los ojos ante un mundo lleno de diferencias. Solo hay
diferencias. Diferencias de altura, de género, de color de piel, de
religión, de edad, diferencias de vestimenta, solo hay diferencias, el
niño solamente ve diferencias. Un niño posee un espíritu abierto que es
increíble, no juzga en absoluto, no conoce ningún “ismo” como racismo,
sexismo, especismo, edadismo, que es la discriminación por edad, un niño
no sabe nada de esto. Tampoco conoce ninguna jerarquía, para él, no hay
jerarquía entre las asignaturas.
17:09
Coser y aprender matemáticas son igual de importantes para la
mente de un niño. El niño no considera que un astronauta sea más
importante que un basurero o que un limpiacristales. Eso le permite
abrirse a los demás diciendo: “te quiero por lo que haces, por tal y
como eres”. Y a ellos eso les sorprende, les cambia la cara y les
provoca ganas de compartir eso con el niño. Eso es una unión social. Es
una unión sin comparación, lo que a mí me preocuparía, por supuesto,
esto no ocurre, pero a mí me preocuparía que juntáramos niños por
criterios absurdos, no sé, la talla de zapatillas… ¡o la edad! Imagina
que juntáramos niños en función de su edad. ¿Te imaginas? Juntamos a
gente que es similar. Y eso es lo que la naturaleza siempre intenta
evitar. Ponemos gente que es similar junta y, al ser similares, somos
comparables y cuando somos comparables, nos comparamos y cuando nos
comparamos, nace la competencia y la competitividad.
18:15
Es decir, la peor forma de socialización que podría existir.
Afortunadamente, estas situaciones no existen, claro. Si no, tendría
problemas. No hay que impedir a un niño abrirse al mundo entero, él es
ciudadano del mundo, no hay que socializarlo, no se trata de “socializar
a un niño”, sino de no ponerle barreras, de no impedirle su facultad
prodigiosa de ser social. Es algo que hace el niño de manera natural.
También porque el niño no tiene miedo a lo nuevo, no tiene miedo de lo
extraño ni de lo que no conoce. Más tarde es cuando nos entra el miedo a
lo extraño, el miedo a lo que no conocemos, de lo desconocido, porque
tememos que sea una trampa que nos reta a algo a lo que no sabemos
responder. Siempre ocurre lo mismo, cuando nos preguntan algo que no nos
interesa, no respondemos. Recientemente lo he visto en mi hijo,
Antonin, mi hijo mayor, le llama la atención un programa de televisión y
le dijo a una mujer: “¿Sabía que este programa se emitió entre 1993 y
2014?”. Y la mujer que, como siempre, tiende a preguntarle algo al niño
que no pueda responder, le dijo: “¿Cuántos años son esos?”. Cuando te
preguntan algo así, no puedes ni responder el nombre de tu padre. El
córtex prefrontal desconecta. Así que respondió diecinueve y ella dijo:
“Te queda todavía mucho por aprender”. Y eso es un juicio de poder.
19:58
La pregunta no le interesaba. Si la pregunta le hubiera
interesado, le habría respondido antes, en su primera frase, habría
dicho: “Señora, ¿sabía que este programa se ha emitido durante 21 años
entre 1993 y 2014?”. Cuando experimentamos eso de la pregunta trampa,
tenemos miedo a lo nuevo, a las nuevas personas, nos asusta que los
demás nos provoquen la sensación de que no somos buenos, que somos
malos. Y los niños siempre se sienten buenas personas, en el lugar y en
el momento adecuados. Lo peor que les podría pasar sería que se quedaran
en casa con sus padres. Sería lo peor. Por eso a mí no me gusta mucho
decir: “Educación en casa”. Porque ni yo educo, ni educo en casa. En
casa, solo se puede compartir lo que saben los padres. En casa, además,
compartimos el miedo de los padres. Si, por ejemplo, te da miedo escalar
un árbol, a mí me da miedo, no sé por qué, si Antonin solo se educara
conmigo, nunca podría escalar un árbol. Sin embargo, se adentra en el
mundo, a conocer a todo tipo de personas y, entre ellos, hay gente que
no tiene miedo de escalar árboles, esos son los que encuentra. Por eso,
esa propensión y deseo de salir al mundo, cuando no se la impedimos, es
la que le permite socializar de manera enorme. Es raro que tengan tanto
problema, para mí, yo nací en un baño, diferenciado del resto de la
sociedad y, sin embargo, nunca la he abandonado.
21:36
Esther Carolina. Entonces, este
tipo de educación, ¿lo ves viable para cualquier tipo de familia
independientemente de su nivel cultural, del dinero que tengan, del
tiempo que puedan disponer los padres para estar con los niños o hay
alguna limitación?
21:48
André Stern. Hablaba antes de
actitud, y sí, creo que esta actitud es posible para todo el mundo. Esa
es la primera cosa que suelo decir. No se trata de quedarse en casa y
que los padres se pasen el día en casa con el niño porque eso sería un
desastre para el niño y para los padres. He hablado antes de una nueva
actitud y un cambio de actitud es posible para todos. Todo lo demás es
una cuestión de organización material. No hay que pensar que mis padres
se levantaban por la mañana, diciendo: “Maravilloso, tenemos todas las
condiciones ideales, tenemos dinero, tenemos tiempo, lo sabemos todo,
tenemos medios financieros, intelectuales, tenemos tiempo, nada que
hacer, vamos a respetar el ritmo y los rituales de nuestro hijo”. No, no
es eso. Nada se vuelve posible por las circunstancias, no fueron ellas
las que lo hacen posible, sino mis padres, con una convicción fuerte. Es
muy simple, no estaban en contra de la escuela, no iban contra ella, no
tenían ningún problema con ella, no estaban en contra de nada, sino a
favor de otra cosa.
22:51
Estaban a favor del ritmo y del ritual del niño. Somos la única
especie que despierta a sus hijos. Ninguna otra especie despierta a sus
hijos. Para mis padres, era inconcebible. Para ellos, un niño que
duerme es un niño que necesita dormir. Cuando no lo necesite más, se
despertará. Para ellos, era inconcebible despertar al niño. Había que
encontrar soluciones para no despertarlo. Esa era su motivación, siempre
a favor de algo. Así que no se levantaron una mañana diciendo: “Guau,
tenemos todas las condiciones ideales, así que hagámoslo”. No, no tenían
ninguna condición, pero tomaron esa decisión. Y cuando tomaron esa
decisión, que no podía ser de otro modo, porque, para ellos, era
inconcebible hacerlo de otro modo, fueron ellos los que, día tras día,
euro a euro, inventaron las condiciones que lo hicieron posible. Y eso
puede hacerlo todo el mundo porque no es una cuestión de medios, porque
no lleva tiempo, no hace falta dinero ni energía, es solo una cuestión
de cambio de actitud.
23:51
Cuando tomamos una decisión así, nos volvemos increíblemente
creativos y encontramos miles de soluciones. Yo viajo mucho, escribo
libros, tengo muchas conferencias, mi mujer es cómica, trabaja mucho y,
sin embargo, siempre ha habido un método que hemos creado y que ha hecho
todo posible. Por eso no hay que empezar por las condiciones, si
esperamos hasta tener las condiciones ideales, esperaremos toda la vida.
24:21
Esther Carolina. ¿Puedes ponernos un ejemplo de cómo es esto en el día a día?
24:25
André Stern. Pero si cada día es
diferente. Cada día es diferente. Sin embargo, sí que hay estructuras y
rituales. Muchos. Por ejemplo, en la vida de mis hijos, aunque van
cambiando… Durante cinco años, mi hijo Antonin era un cohete. Se
levantaba por la mañana como cohete y se acostaba como cohete. Nuestra
vida estaba muy marcada por su pasión por los cohetes. Y, después, hace
seis meses se despertó como futuro campeón del mundo de Fórmula 1. Eso
ha cambiado muchísimo mi vida. Nuestra vida, a día de hoy, es diferente.
Nuestro hijo ha creado unas redes sociales nuevas porque llegó al
circuito de karting, tiene nueve años, practica karting, y llegó como
alguien que quería hacer de eso su trabajo. Se tomaba todo en serio, con
una actitud que decía: “Os quiero por lo que sois y hacéis”. Eso cambia
la vida de la gente porque, por una vez, en lugar de gente que hacía un
trabajo sin más, pasaban a ser socios del futuro de un niño.
25:33
Le permitían cumplir su sueño, eso les cambia la vida, y, de
repente, cada día era sorprendente. Porque… Ayer mismo. El coach de
Antonin dijo que fuéramos a comprar un casco profesional para Antonin
así que fuimos para allá, fuimos a un taller especializado donde le
tomaron medidas, le fabricaron un casco, había tres personas ocupándose
de Antonin y él, muy serio, todos estaban en un ambiente serio, un
ambiente de compartir. Estábamos haciendo algo importante. Todo eso es
una red social inesperada, si me hubieran dicho hace seis meses que
haría algo así, deporte, mecánica con mi hijo, me habría reído, no lo
habría creído posible. Así que me es difícil describir una jornada
típica porque cambia constantemente, pero te puedo decir algo que no
hemos hablado antes, te decía que nuestro centro emocional es lo que nos
permite aprender, si una información activa el centro emocional, la
podremos retener, si no, no podemos retenerla. Eso explica que olvidemos
casi todo lo que debamos aprender. Hay una actividad, solo una, que
activa el centro emocional permanentemente, hay una actividad que, desde
que la iniciamos, nuestro centro emocional se activa. ¿Sabes cuál es?
El juego. Jugar. Jugar activa permanentemente el centro emocional y ¿qué
es lo primero que hace un niño en cuanto le damos confianza y le
dejamos tranquilo? Jugar. Y si no se le interrumpiera, jugaría todo el
tiempo. En otras palabras, nuestros niños vienen al mundo en,
exactamente, su propio medio.
27:20
Cuando ves un pájaro en el aire, sabes que está en su medio,
cuando ves un pez en el mar, sabes que está en su medio. Cuando ves a un
niño jugar, sabes que está en su medio, el elemento del niño, el que
activa su centro emocional, lo que le permite retener la información
para siempre. Y nacimos así, vinimos al mundo así. Así que, en nuestro
día a día, jugamos muchísimo y nos tomamos el juego muy en serio y
cuando vemos a un niño jugar, sabemos que es un ser humano realizando la
actividad más importante y la más razonable que un ser humano puede
realizar. El día a día de mis hijos está lleno de juego, de encuentros,
de redes sociales intensas, vivas, tridimensionales, también de ritmos,
de rituales y de mucha confianza.
28:20
Esther Carolina. Por lo que nos
estás contando, con el tema de los deberes y las extraescolares que los
niños no tienen tiempo para jugar, nos estamos perdiendo cosas
importantes.
28:28
André Stern. Lo has dicho tú, no
yo… Yo nunca me permito juzgar a los demás, lo que sé es que cuando
impedimos jugar a un niño, cada vez que consideramos… Eso nos lleva a
cosas absurdas. Un niño no puede separar jugar de aprender. Para el
niño, es algo indivisible. Hay muchas cosas así, cosas que el niño no
puede separar porque las considera una entidad, como una unidad. Cuando
le decimos a un niño que deje de jugar para ponerse a aprender, no
entiende para nada lo que le pedimos.
29:02
Es imposible, es como si te pidiera respirar sin tomar aire. Lo
vemos como algo absurdo, el problema es que los adultos lo ven absurdo,
pero el niño nunca piensa en términos de que el adulto pueda estar
equivocado. Siempre piensa que es él el que tiene un problema, es otra
herida más. Todo lo que interrumpe el juego de un niño es desagradable
para él, pero el niño no tiene ningún problema en dejar de jugar si sabe
que puede seguir justo después. Yo no tenía ningún problema en irme a
dormir, es decir, dejar de jugar, porque sabía que, al día siguiente al
levantarme, podía volver a jugar directamente. No habrían conseguido
nada, nadie habría recogido mi granja de LEGO y yo podía dormir
tranquilo gracias a saber que la actividad se interrumpía porque llegaba
el momento de dormir y el momento de dormir llegaba a una hora
concreta. No era un problema de interrupción, sin embargo, si tengo el
temor de que la interrupción sea definitiva, que es el fin del juego,
entonces rechazo la idea de dormir para poder jugar más.
30:12
Por eso, algo peor que interrumpir el juego de un niño, es la
idea de que el juego del niño pueda interrumpirse, es decir, la idea de
que el juego del niño no sea tan importante como aprender. Eso es
terrible. Es terrible porque, a partir de ese momento, aprender se
vuelve desagradable y nuestros hijos pierden su deseo por aprender.
30:38
Esther Carolina. Tienes razón,
me estaba acordando ahora de cuando me hijo descubrió que sus muñecos de
LEGO se podían mover con los motores y hacer robots, podía estar hasta
las cuatro de la mañana intentando programarlo sin ningún problema, para
él era jugar, no aprender. De hecho, quiso ir al colegio porque pensaba
que no aprendía.
30:57
André Stern. Eso es nuestro
problema como adultos, un problema de adultos. Tenemos miles de
condiciones en este mundo. Tenemos miles de ideas que no son nuestras,
pero sabemos que nos convertimos en la forma en que nos vemos. Nuestros
niños acaban siendo como los vemos. Todavía nos vemos a día de hoy como
nos veían cuando éramos pequeños. Nos ponemos sobre nosotros mismos los
ojos que pusieron en nosotros cuando éramos niños. Eso es terrible,
porque, a menudo, son ojos críticos, son, principalmente: “soy nulo en
mates”. Y así es como nos dominan ese tipo de ideas que no nos hacen
ningún bien cuando nos podrían dominar todas aquellas que sí que nos
hacen sentir bien. Hay miles de creencias así.
31:42
Durante siglos hemos creído que la inteligencia venía
programada en la genética. Pensábamos que nuestro cerebro venía
programado genéticamente, que son los genes los que deciden si venimos
al mundo como una persona estúpida o como una inteligente. Eso fue antes
del descubrimiento de la epigenética, desde que descubrimos la
epigenética, sabemos que ni la genética es definitiva, que las cosas que
vivimos, todo lo que comemos, que las relaciones que nos enriquecen…
Todo ello modifica la genética, pero creíamos que la inteligencia estaba
programada genéticamente.
32:22
Además, no hace mucho, unos investigadores británicos, siempre
son los británicos los que descubren cosas, no sé por qué. Unos
investigadores británicos descubrieron que la zona del cerebro
responsable del movimiento del pulgar, esa zona en el cerebro de los
jóvenes de hoy en día es mucho más grande que la misma zona del cerebro
de la gente de hace varios años, y sí, sí, viene del uso intensivo de
los SMS. Eso fue una revolución porque quería decir que el cerebro no
estaba programado genéticamente, sino que se desarrolla según el uso que
hacemos de él. Tengo la suerte de trabajar con un neurobiólogo alemán,
el profesor Gerald Hüther, que es de los más célebres en el mundo de la
neurobiología, y él nos cuenta que, en el momento en que descubrimos
que, porque cito sus trabajos, en el momento en que descubrimos que el
cerebro es como un músculo, el cerebro pasó a ser un órgano como los
demás, cambiante, que se puede desarrollar como un músculo. Había que
desarrollar programas de musculación del cerebro para tener todos unos
cerebros enormes.
33.34
Así que se crearon programas llamados “de estimulación precoz”
con sudokus en el desayuno para los niños, cinco idiomas en preescolar,
hablar chino al vientre de la madre a todas horas, un montón de cosas
que ahora nos hacen reír, pero que se hicieron, con resultados
espectaculares: Cero. Ningún resultado, no funcionó. Los que
desarrollaron estos programas estaban desesperados, decían: “Funcionó
genial con los SMS, ¿por qué no con las matemáticas? Habría sido muy
práctico”. Es porque se dejaron un pequeño descubrimiento, que es
reciente, de hace cinco o seis años, descubrimos que nuestro cerebro se
desarrolla según el uso que le demos, pero según el uso que le demos
cuando lo utilizamos con entusiasmo. Y esa es la noción, el
descubrimiento del milenio, es extraordinario que la neurobiología, la
ciencia, nos demostrara las evidencias de lo que todos sabemos, todos
sabemos que el entusiasmo nos vuelve genios.
34:40
Sabemos que el entusiasmo nos da alas, nos capacitan para mover
montañas. Pero hoy, la neurobiología nos demuestra lo que ocurre cuando
estamos entusiasmados. Se secretan en las terminaciones nerviosas un
cóctel de neurotransmisores neuroplásticos que actúan en el cerebro como
un abono. El entusiasmo es el abono del cerebro. Y tenemos que,
nuestros hijos, como no conocen jerarquía alguna entre trabajos ni
asignaturas, se entusiasman por todo. Y viven de la mañana a la noche en
un estado de abono cerebral. Es decir, que un niño es un temporal de
entusiasmo cada dos minutos. El niño, permanentemente, aumenta su
cerebro con el abono cerebral. Cuando sabemos eso, es absolutamente
extraordinario.
35:27
Por eso, para mí, el entusiasmo tiene un papel esencial en
nuestra existencia, porque es lo que nos vuelve genios y porque todas
las historias que nos gustan siempre son historias de gente entusiasta,
y, ojo, ese entusiasmo es innato, hemos nacido con él. No podemos ni
crearlo ni destruirlo, está en nosotros como un lago interior y, como en
la meditación, no se trata de crear nuevos estados, sino de volver a un
estado que está en nosotros y liberarlo de todas las capas, de todas
las nubes que tiene delante. Una vez que vemos el lago interior, no
podemos fingir no haberlo visto. Y lo cambia todo. Cambia el mundo, la
vida y surge el deseo de hablar de ello.
36:15
Esther Carolina. Escuchándote
ahora mismo estaba recordando la primera ver que oí hablar sobre la
teoría de formulación. Tu padre, Arno Stern, es un referente cultural en
el siglo veinte y a mí me impactó mucho su teoría, ¿podrías contarnos
algo sobre ella y cómo fue tu aprendizaje en su taller de pintura?
36:34
André Stern. No es una teoría,
¿eh? Mi padre, un poco como Newton, que inventó un utensilio, el
telescopio, mi padre descubrió una ciencia, no la inventó, no es una
teoría, Newton no inventó la gravedad, la descubrió gracias a su
invento; mi padre tuvo un invento, un poco al azar, que es lo que llamó
Le Closlieu, el taller del que hablas. Es una historia larga y sencilla,
él no era ningún investigador, sino que se lo encontró. Él no quería
encontrar nada. Así que no era una teoría, porque una teoría es un
concepto que intentamos probar en la realidad. Él, al acabar la guerra,
hizo que unos niños pintaran dibujos, vio que les hacía felices, así que
decidió continuar. Esa fue toda su investigación, su punto de vista. Se
dio cuenta de que dibujaban cosas comunes y se preguntaba si estaba
ligado a nuestra cultura y como nadie podía responderle, se fue a países
lejanos, conoció poblaciones no escolarizadas, que nunca habían
utilizado la herramienta que él inventó y descubrió que, evidentemente,
no eran las mismas imágenes, pero que había algunos símbolos que llamó
“formulación” que eran comunes a todo el mundo.
37:51
A día de hoy, hablamos de memoria celular, así que no nos
impresiona mucho, pero, en la época, fue un descubrimiento muy innovador
porque tiene un origen natural. Inventó un lugar, Le Closlieu, y
descubrió una ciencia, la formulación. Tuvo un gran impacto en su vida y
se dio cuenta de que no era necesario estar siempre enseñando cosas a
los niños, de introducir conceptos en los niños. La pregunta correcta
sería: “¿Qué nace de los niños?”. Esto tuvo un impacto considerable en
mi vida, porque, de esa forma, él y mi madre, juntos, tuvieron esa
convicción, esa confianza firme en la infancia. Le Closlieu, su taller,
es un lugar particular porque, cuanto atravesamos el umbral, todo lo que
es el paradigma de nuestra sociedad desaparece. Los “ismos”. Racismo,
sexismo, edadismo… Desaparecen. Es un lugar donde, al fin y al cabo, nos
queremos tal y como somos.
38:58
Es un lugar donde toda la presión del mundo: “tienes que ser
bueno en el colegio, tienes que atender en clase, porque, si no, no
sacarás buenas notas y, con malas notas, no podrás ir a la Universidad
y, si no puedes ir a la Universidad, no tendrás una buena titulación y,
sin una buena titulación, no podrás tener un buen empleo y, sin un buen
empleo, no tendrás dinero y, sin o tienes dinero, no podrás tener casa
ni marido ni hijos ni coche. Es una presión increíble. Allí, de repente,
podemos… Cruzamos el umbral y no hay nada que temer, no hay nada que
cambiar, nada que mejorar, no hay que ser diferente, no hay que
corresponder a las expectativas de nadie. Hay mucha gente diversa, solo
hay diferencias. No hay comparaciones. No es un lugar en el que se te
juzgue por lo que haces. Tu historia no le interesa a nadie, se toma en
serio, pero a nadie le importa, nadie la juzga, nadie le busca sentido
y, de repente, sientes la experiencia de una libertad increíble en medio
de la libertad de los demás, una libertad que, gracias a los demás, la
hace posible, normal. Eso es el paradigma de un nuevo mundo. Por eso,
efectivamente, él fue pionero de esa nueva actitud que llamo “la
ecología de la infancia”.
40:23
Fue pionero en la manera de acercarse a la infancia, con
confianza. Para mí, mi padre es un gran ejemplo a seguir. Pero no quiero
ser mi padre. Mi padre es tan él mismo, que me provoca tantas ganas de
ser yo mismo, como él es él mismo. Así es como los niños ven a las
personas que les inspiran y esas personas somos nosotros. Eso es una
invitación a no ser nunca demasiado prudente en lo que vivimos a ojos de
nuestros hijos. Antes decía que nuestros hijos se convierten en lo que
nosotros vemos. Tengo otra noticia al respecto. Los niños acaban siendo
tal y como ellos nos ven. En ambos casos, puede ser o una buena o una
mala noticia.
41:13
Esther Carolina. Si tus hijos no
tienen título porque no han ido a la escuela, ¿cómo van a poder
encontrar un trabajo en el que sean competentes?
41:20
André Stern. El antiguo mito de
la calificación, el cual nos aterra, lo he ilustrado antes, es una gran
presión. Es un mito que no se corresponde con la realidad. La prueba es
que la mayor parte de la población ejerce un empleo para el cual no está
formada. Y, sobre todo, la idea de que un título nos garantiza un
empleo está completamente anticuada y no es para nada realista. Basta
con ver la estadística. En España la estadística habla por sí sola. Es
un antiguo mito. La realidad prueba lo contrario, pero seguimos
pensándolo. Es el antiguo mito de la calificación que no corresponde a
ninguna realidad profesional. La realidad profesional es otra. En la
realidad profesional no se te pide una calificación, se te pide una
competencia. Es interesante porque antes hablaba del entusiasmo. Cuando
nos entusiasma algo, parece que el universo conspira. Empezamos a reunir
información, cualquiera que se haya entusiasmado por algo, lo
recordaría. Cuando nos interesamos por algo, encontramos información por
todas partes, en libros, en el cine, en un bar, en un cartel de
publicidad del metro, en el autobús, en una conversación. Pequeños
fragmentos de información que se aglutinan, como decía antes, como el
nacimiento de un planeta.
42:44
En realidad lo que hay es una acreción de la información y el
núcleo de información de base va creciendo con cada vez más información.
Vamos concentrando información y va creciendo cada vez más. Y nuestro
entusiasmo hace crecer cada vez más nuestro conocimiento y, al final,
somos extremadamente competentes. Y la competencia es el efecto
secundario, no es otra cosa que la consecuencia de nuestro entusiasmo.
Porque se desarrolla así. La competencia también tiene otra
consecuencia. Cuando tenemos esa competencia, ese entusiasmo, ese saber y
esa experiencia, habrá alguien que te necesitará a ti y tus
competencias. Ahora, aquí. No va a pedirte títulos. Te va a decir:
“Ayúdame”. Además, es así, porque, cuando te duelen los dientes y te
dicen: “Ve a mi dentista, es buenísimo”, tú vas al dentista que te han
recomendado y no le dices: “No me toque si no me enseña antes el
título”. No es así. No nos hace falta. Necesitamos ser competentes, pero
no un título. Entonces, esa persona que te necesita a ti y a tus
competencias te ofrecerá un trabajo. Y, de repente, tu éxito profesional
será la consecuencia de tu competencia.
44:20
Y tu competencia es la consecuencia de tu entusiasmo. ¿Y sabes
cuál es la consecuencia de tu éxito profesional? El dinero. El dinero,
que lo ponemos encima de todo. El dinero solo es la consecuencia de la
consecuencia de la consecuencia del entusiasmo. Mi pregunta es: “¿Qué
nos entusiasma?”. Entusiasmémonos y, estando entusiasmados, la
competencia, el éxito y el dinero vendrán como consecuencia.
44:57
Esther Carolina. Entonces, ¿tú
irías en el avión que te vas ahora con un piloto que no tuviera el
título o te dejarías operar por un cirujano que no tuviera el título?.
45:07
André Stern. Pero ¿tú estás
segura de que el piloto del avión tiene un título? ¿Se lo has pedido?
¿Le has pedido el título al cirujano? Sinceramente. Yo soy alguien que
vive en el entusiasmo y me rodean personas entusiastas y debo reconocer
que un cirujano entusiasta sin titulación me tranquiliza mucho más que
uno titulado no entusiasta. El ejemplo del piloto de avión es un mal
ejemplo porque los pilotos de avión son todos unos entusiastas.
45:45
Esther Carolina. Bueno, hemos hablado bastante sobre la infancia y la educación en casa, pero ¿cómo se vive de adolescente esa educación?
45:54
André Stern. Yo creo que la
crisis de la pubertad todavía la estoy pasando. No la he pasado. Mi
amigo neurobiólogo dice que esa es la excepción que destruye la regla.
Siempre nos dicen que Edipo… Me encanta retratar la sociedad posterior a
Edipo. Nos dicen en Edipo que la pubertad, la adolescencia, es un paso
obligatorio, un rito. Algo esperado, una crisis necesaria. Separarse,
ganar cierta independencia. El problema es que yo nunca he tenido que
rebelarme para obtener una libertad que siempre he tenido. No he tenido
que rebelarme para poder llevar responsabilidades, siempre las he
tenido. Nunca he tenido que conseguir atraer la atención sobre mí,
siempre fui el objeto de atención. Se dice que hay que rebelarse para
conseguirlo en la adolescencia, yo lo he tenido siempre, así que no he
tenido que rebelarme. Por eso todavía no me ha sucedido.
47:07
Tengo ya 47 años, puede que me ocurra en unos años, pero hasta
ahora, es otra de las razones por las que digo que todavía soy un niño.
Nunca he abandonado esa etapa primitiva. Esa relación tan simple de
confianza, de enriquecimiento mutuo, es justo decir también que mis
padres no esperaban ninguna crisis de adolescencia. Se suelen esperar
las crisis, así que cuando hay un concepto un poco… Voy a utilizar una
metáfora un poco fuerte, pero esa idea de que hay crisis y épocas es muy
cómoda. Y hace daño a las personas de nuestro entorno. Porque cuando un
niño pequeño protesta, decimos: “Ay, es la crisis de los dos años. La
crisis de los dos años, es una rabieta. Es una pataleta, cuando un niño…
Es una pataleta. Dos años, pataleta”. Cuando un adolescente protesta,
decimos: “Ay, crisis de la adolescencia”. Es tan vejatorio como cuando
una mujer protesta y un hombre dice: “Ay, tiene la regla”. Es muy
vejatorio. Y, sobre todo, eso crea fisuras. Nos permite mirar hacia otro
lado y no, la adolescencia no es obligatoria, la pubertad, desde el
punto de vista emocional o afectivo de las relaciones humanas, claro que
hay cambios fisiológicos, pero son naturales, son continuos y muy
lentos. Las rupturas sociales, familiares, etcétera, es un concepto de
adultos y, cuando lo esperamos, llega.
48:49
Y cuando no lo prevemos, cuando un niño no necesita rebelarse
para obtener su independencia, su libertad, para ser admirado ni para
llevar responsabilidades, entonces no llega. De nuevo, es otro mito que
creamos en nuestra mente que creo que no nos hace ningún bien. He de
decir que todo es más sencillo, siempre me gusta decir que todo es más
sencillo. Solemos decir que es muy difícil ser padres, ser buen padre,
ser buena madre, que es mucho trabajo, que requiere mucho esfuerzo,
muchas responsabilidades: “Cuidado, no pierdas el momento adecuado”.
“Cuidado que no se te pase el momento adecuado para esto o lo otro,
porque si te lo pasas, el futuro de tus niños depende de decisiones que
tomes a día de hoy”. Todo eso es muy duro, es mucha presión, menuda
tensión, qué difícil, cuántas cosas… No es cierto, no es difícil, porque
lo que buscan siempre nuestros hijos es lo que estoy diciendo todo el
rato.
49:52
El punto de seguridad, un lugar no geográfico, donde te digo de
manera no verbal: “te quiero tal y como eres”. Y cuando tienes ese
punto, sales al mundo a conocer a los demás con sus diferencias. Dicho
de otro modo, cuando se le da a un niño esa sensación, y es muy fácil
hacerlo, no es un método, no hay formación, no cuesta energía, no hace
falta tiempo ni dinero ni conocimientos ni un nivel intelectual alto,
cuando se le da a un niño esa sensación de “te quiero tal y como eres”,
¿sabes qué? Como padre, en cuanto hacemos eso, podemos tomarnos unas
vacaciones porque ya hemos sido un buen padre o una buena madre. Es así
de sencillo. Cada vez que alguien nos diga que no es fácil o que es muy
difícil, es muy sospechoso, no es normal, cuando alguien te diga que es
un trabajo que no es sencillo, huye de esos charlatanes porque en todos
les seres vivos, en la física, en todos los sistemas vivos, el único
sistema que sobrevive, que subsiste, que llega a desarrollar sus
funciones son aquellos que más ahorran en esfuerzo, que consumen la
menor energía posible, y es así también para nosotros.
51:17
Cada vez que nos digan que es difícil o nos digan que es muy
fácil, decimos: “Pues sí, es fácil, justo por eso, por eso es natural,
por eso no lo olvidamos, por eso nos emociona y por eso nos vuelve
geniales”. Sí, es muy sencillo hacer lo que nos entusiasma y, además,
nos convierte en genios. No intentemos introducir conceptos en nuestros
hijos, veamos qué sale de ellos. Y siempre, por esta historia, intento
pronunciar una invitación: “Venid, venid durante el tiempo de esta
historia, venid a este lado del espejo donde reina la confianza y quizá…
Porque cada vez que venís a este lado, cambia todo para la infancia. Y
quizá, entre todos vosotros habrá alguien que querrá pasar más tiempo en
este lado del espejo. Un poco más tiempo en el lado de la confianza.
Porque cuando cambiamos la actitud ante un niño, cambiamos de actitud
ante todos los niños del mundo, incluido ante el niño que llevamos
dentro”.
52:18
Y esa es la reconciliación con el niño que llevamos dentro y al
que le hemos dicho siempre: “No eres suficientemente bueno”. Eso cambia
el mundo. Mi esperanza cuando cuento todas estas historias y todo esto
tan natural y tan sencillo es que vengáis a este lado del espejo y puede
que algunos necesiten quedarse unos minutos más. Cada minuto que
pasamos en el lado de la confianza es una bendición para la infancia y
un beneficio para la humanidad. No habrá paz sobre la Tierra si no
estamos en paz con la infancia.
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