donde cooperar es ganar.
El anti-Monopoly para desprivatizar la ciudad.
Marta Barandela,
Cultura de
Commonspoly, el anti-Monopoly para desprivatizar la ciudad |
*.- Adiós a la especulación y a intentar arruinar al contrario: en el
Commonspoly hay que cooperar para conseguir hacer una ciudad mejor
*.- "Busca, además
del entretenimiento, poner encima de la mesa que el sistema que tenemos
está roto", dice Felipe G. Gil, miembro del equipo de coordinación
*.- Detrás
de las cartas del juego hay escondidos guiños y bromas: "Arruinas la
cena de Navidad familiar hablando de los privilegios del resto. Pierdes
puntos".
Eres Daphne, una mujer de clase
media heterosexual. Tienes la nacionalidad y el resto del mundo te ve
como blanca, pero en realidad tu padre procede de Oriente Medio y tu
madre de un país centroeuropeo. En tu día a día, te dedicas a trabajar
para una ONG que ayuda a refugiados y migrantes. Te has unido a un grupo
de gente afín con una intención: desprivatizar los bienes y servicios
de tu ciudad.
Es uno de los posibles puntos de partida del Commonspoly, el
anti-Monopoly de los bienes comunes donde no hay ni banca, ni
especulación urbanística ni necesidad de dejar en la bancarrota al
contrario. Solo hay jugadores que deben cooperar para luchar contra los
especuladores y recuperar los bienes para el común. Este juego de
mesa, creado por activistas de diferentes procedencias y entornos, salió en preventa a finales de septiembre. Las primeras cien unidades se agotaron en diez días y de momento solo está disponible en inglés.
"De una manera lo más humilde posible, Commonspoly
celebra la cooperación, la solidaridad y la construcción de espacios de
apoyo mutuo", explica Felipe G. Gil, integrante de ZEMOS98 y miembro del
equipo de coordinación de la tercera versión del juego. "Hemos
intentado que sea jugable y utilizarlo en una tarde lluviosa, pero lo
que busca, además del entretenimiento, es poner encima de la mesa que el
sistema que tenemos está roto. Y ese sistema está rompiendo nuestros
cuerpos y nuestras vidas", añade. El juego tiene una licencia peer production [se puede versionar, reutilizar y se reconoce la autoría colectiva].
Ha desaparecido el icónico tablero con el callejero de Madrid −ahora
tiene su gracia ver a Lavapiés como el segundo barrio menos cotizado de
Madrid. La gentrificación no ha llegado al Monopoly− y las casillas son
los bienes disponibles, separados en cuatro categorías: cuidados (por
ejemplo, hospitales), urbanos (tranvías, infraestructuras
eléctricas...), intangibles (colegios) y medioambientales (parques). Se
subvierte la lógica tradicional de la competición para cooperar entre
jugadores y conseguir que en 20 rondas todos los bienes sean comunes o,
al menos, comunes y públicos.
Felipe G. Gil cita a
Marina Garcés para argumentar que el juego celebra "la interdependencia y
la vulnerabilidad" frente a un sistema que descuida y lanza a la
competición y la precariedad a los ciudadanos. Para Gil, en esa
facilidad "para entrar a través de lo lúdico" es donde hay una
oportunidad de generar "un paradigma que permita defender otros modos de
vivir que se enfrentan a esa visión machista, capitalista y
neoliberal". "Nuestra ilusión es que el juego pueda generar una
comunidad de usuarias que lo ponga en práctica en sus diferentes
contextos. Hay muchas personas que se han ofrecido a traducirlo e
incluso ha habido quien ha hecho sus propias versiones del tablero. Lo
hacen suyo y lo adaptan a su contexto".
Tablero del Commonspoly |
Arruinas la cena hablando de los privilegios del resto.
Recomendación: hay que leerse el librillo de instrucciones tres veces.
Cada jugador puede ser un perfil diferente, con más o menos privilegios.
El azar determina que seas, por ejemplo, Lucile, una mujer heterosexual
de clase media y estudiante de Urbanismo; o Martin, un hombre gay negro
y de clase baja. "Hemos intentado que haya diversidad en los perfiles
para que se entienda que las luchas por recuperar los espacios públicos o
espacios para el común están atravesadas por otras luchas", dice Gil.
"La diversidad y la lucha feminista, antirracista y etcétera no son ni
mucho menos incompatibles con una lucha más sistémica y global contra
contra este sistema".
De forma simplificada, en el
juego cada uno tiene puntos de tipos de habilidades que lo hacen mejor o
peor para desprivatizar un tipo de bien. El único rival para todos los
jugadores son los especuladores, que intentan privatizar los servicios y
obstaculizar a los personajes. Conocer bien las ventajas de cada
personaje ayuda a la estrategia compartida.
Commonspoly está aderezado con guiños, referencias culturales y
personajes contemporáneos. Entre los perfiles de jugadores encontrarás,
por ejemplo, a Chelsea, una mujer trans de clase media y blanca que
formaba parte de las Fuerzas Armadas hasta que fue expulsada por
manifestarse públicamente como trans. Por si no quedaba clara la
referencia, Chelsea se considera una activista porque filtró documentos
clasificados.
El germen del Commonspoly está en el festival ZEMOS98 organizado en
Sevilla en 2015 y que estuvo centrado en los bienes comunes. Durante
tres días, se trabajó en un prototipo de un juego bajo licencia libre
con la idea de subvertir el Monopoly tradicional. "Ese grupo generó un
primer prototipo y unas primeras reglas. Como la autoría es colectiva,
se elige una licencia peer production que también permite la generación
de obras derivadas", relata Gil. En la filosofía de ZEMOS está la
cultura de la remezcla, la cultura de la participación y el conocimiento
abierto.
La versión que salió en preventa es la
tercera, tras la implementación de mejoras para hacerlo más jugable, y
de momento está disponible solo en inglés. Las primeras 100 unidades
desaparecieron en diez días, mientras el colectivo continúa poniendo en
marcha la web en la que también estarán disponibles los archivos del
juego para descargar e imprimir. Según cuentan desde ZEMOS98, está
siendo "un boom" por el interés que hay en utilizar el juego "como una
herramienta para poner encima de la mesa un nuevo paradigma, el que se
opone al modelo neoliberal capitalista y machista".
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