Las otras Ahed Tamimi


Su lucha, y la de su familia, es todo un símbolo de la resistencia pacífica del pueblo palestino ante la ocupación y la colonización por parte de Israel.

“El problema no es sólo la ocupación sino la colonización en toda Palestina. Israel no es un problema en sí mismo, pero lo que supone Israel es la puerta de entrada para el capitalismo, para la venta de armas y el colonialismo en todo el mundo. Nuestra lucha es parte de la lucha de la humanidad por los derechos de todos”, afirmó recientemente Bassem Tamimi, padre de Ahed, en el encuentro organizado en Ramala, a finales de junio, por la oenegé Sodepaz en el participé.

En aquellos días, tanto Ahed, como su madre, Nariman (también recientemente puesta en libertad), y el hijo mayor de la familia estaban aún en la cárcel. “Están bien. Pero están en prisión, en una prisión israelí. Las condiciones son muy duras. Sólo les he visto dos veces, porque soy expreso y no tengo permiso, pero sé que están bien. Mis dos hijos han hecho los exámenes finales del instituto, están leyendo libros, estudiando Derecho Internacional y hacen deporte”, resumió Bassem en nuestra cita, que duró alrededor de una hora.
La fortaleza de la joven palestina, que cumplió 17 años en prisión, ha dado la vuelta al mundo y su imagen es más que reconocible. De hecho, hace unos días dos artistas fueron detenidos por ilustrar su rostro en el muro, a su paso por Belén. Ese muro ilegal de 870 kilómetros que Israel ha construido en Cisjordania, en territorio palestino, y que no se puede ignorar cuando se habla de este conflicto. Tampoco hay que olvidar, cuando se habla de Israel, que mantiene a la población de Gaza sin movilidad, con apenas cuatro horas de luz al día, entre otras calamidades. Ni que mantiene a Cisjordania llena de checkpoints que limitan de una manera atroz la movilidad y la libertad de la población palestina; ni que Israel ha construido alrededor de 600 colonias, declaradas ilegales por cualquier normativa internacional que se consulte.
El mismo Israel que mantiene en prisión a 442 personas en detención administrativa, lo que implica que no se les comunica qué cargos se le imputan. Es decir, no tienen opción a ningún tipo de defensa; simplemente a esperar a que ese Israel, que se acaba de declarar como “el hogar nacional del pueblo judío” y calificar a Jerusalén como su capital, decida cuándo les deja libres. Porque cuando se habla de Israel la lista de abusos es extensa.

El caso de Ahed es un ejemplo: fue detenida en una prisión militar siendo todavía una niña, y tras sufrir un durísimo interrogatorio. Pero hay decenas de casos que demuestran que su historia no es una excepción pese a la viralidad y el eco mediático. Según las cifras de la asociación de apoyo a los presos y por los derechos humanos Addameer, hay casi 300 niños y niñas en palestinos, de entre 12 y 18 años, juzgados bajo leyes militares en cárceles de Israel.
“Son interrogados como los adultos, sin abogados, sin sus padres. Y se usa la tortura para que hablen. Y el sistema les funciona”, explica la directora de Addameer, Sahar Francis. La abogada recuerda que Ahed Tamimi no confesó nada durante su interrogatorio, pero sí lo hizo otro niño que no aguantó la presión y, tras sus palabras, detuvieron a otros 25 menores. La experta ofrece cifras que sirven de comparativa: por tirar piedras a soldados israelíes pueden caer condenas de hasta 20 años de prisión y Ahed Tamimi ha estado ocho meses por un bofetón, mientras que el soldado de Israel que mató a un palestino fue condenado a 18 meses de cárcel.
Cuando liberaban a Ahed Tamimi también se conoció la condena a prisión de Dareen Tatour. Su ‘delito’: publicar en 2015, en la red social Facebook, un poema titulado ‘Resiste, Mi Pueblo, Resiste’. Fue calificado por los tribunales israelíes como una incitación a la violencia, como un acto de terrorismo. De esta historia, que poco tiene de verdad poética, se ha publicado menos y tampoco es excepcional. “Hay gente detenida por colgar comentarios en las redes sociales”, añade Francis, en una cita en la sede de Addameer.

Durante la visita a Cisjordania tuvimos ocasión de visitar el tribunal militar israelí de Ofer, muy cerquita de Ramala, es decir, en territorio cisjordano. Como si de una grotesca obra de teatro se tratara, presenciamos un par de juicios a jóvenes palestinos que llevaban en prisión varios meses por unas publicaciones en redes sociales. Con grilletes en los pies, los jóvenes detenidos vestían monos marrones; sus miradas se iluminaban y la sonrisa aparecía al entrar en el barracón y reconocer a algún familiar. El juicio, que tuvo lugar en una especie de casetas de obras, transcurría en hebreo, así que los jóvenes no se enteraban de nada, a excepción de lo que un soldado israelí les traducía con visible desgana y de lo poco que podían trasladarles los abogados de Addameer. Por cierto, algún familiar fue echado a empujones de la sala por intentar comunicarse. ¿La sentencia? Un año y medio de prisión.

Tamimi, ahora en libertad, ha logrado una visibilidad que debe ayudar a recordar a todas las personas que sufren la colonización y la ocupación israelí y que luchan de manera pacífica contra ella. “Espero que las campañas que se realizaron en mi nombre continúen para todos los otros presos políticos, especialmente los menores” o “mi felicidad no está completa porque tengo hermanas que permanecen en prisión” son algunas de las afirmaciones de la joven tras salir de prisión.

Bassem Tamimi lo tiene claro: “ Ella se ha convertido un símbolo para las generaciones jóvenes en Palestina y necesitamos que éstas sean fuertes y estén listas para liberar a Palestina, para ser parte de la lucha por los derechos humanos. Hemos elegido nuestro camino de lucha no violenta porque tenemos el poder moral frente al poder material de nuestro enemigo; esto unifica a toda la sociedad palestina y construye una cultura de resistencia en todo el mundo”. Tamimi recuerda uno de los aprendizajes que le ha dejado su hija: “Estando en Sudáfrica, tras una proyección del documental ‘ Radiance of Resistent’, Ahed se levantó y dijo: ‘Gracias por vuestras lágrimas, pero ya tenemos muchas provocadas por los gases lacrimógenos. No somos víctimas, tenemos la dignidad de nuestra tierra y no quiero que tengáis caras tristes o sintáis pena porque no somos víctimas, somos luchadores por la libertad’”.

El padre de la familia Tamimi habla con fortaleza, entereza y tranquilidad, a pesar de saber que cualquier día su hijo de 15 años también puede ser detenido: “Cuando detuvieron al hijo mayor dijeron al otro: ‘Mohamed, la próxima vez vamos a por ti’. Estamos esperando, es una cuestión de tiempo. Así es la ocupación”.


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