El cobalto se extrae de forma manual en las minas de la RDC y a menudo participan en el trabajo menores. Copy: AI y Afrewatch |
19 de enero de 2016
Hay grandes marcas de aparatos electrónicos, como Apple,
Samsung y Sony, que no hacen comprobaciones básicas para asegurarse de
que en sus productos no se utilice cobalto extraído con mano de obra
infantil, han manifestado Amnistía Internacional y Afrewatch en un informe publicado hoy.
Acceso a este Informe:
En el informe, titulado “This is what we die for: Human rights abuses in the Democratic Republic of the Congo power the global trade in cobalt”,
se rastrea la venta del cobalto, utilizado en las baterías de iones de
litio, que se extrae de minas donde trabajan en peligrosas condiciones
niños de hasta tan sólo siete años, además de adultos.
“Los fascinantes escaparates y anuncios de las tecnologías de
vanguardia contrastan acusadamente con los niños cargados con bolsas
llenas de piedras y los mineros que desfilan por estrechos túneles
excavados artificialmente, expuestos a sufrir daños pulmonares
permanentes”, señala Mark Dummett, investigador de Amnistía
Internacional sobre Empresas y Derechos Humanos.
En
el informe se documenta cómo se compra el cobalto en zonas donde el
trabajo infantil está muy extendido y se vende a Congo Dongfang Mining
(CDM), filial en propiedad exclusiva del gigante chino del comercio de
minerales Zhejiang Huayou Cobalt Ltd (Huayou Cobalt).
Amnistía
Internacional utiliza en su investigación documentos de inversores para
mostrar cómo Huayou Cobalt y su filial CDM procesan el cobalto antes de
venderlo a tres fabricantes de componentes para baterías en China y
Corea del Sur. Éstos lo venden a su vez a fabricantes de baterías que
aseguran abastecer a empresas de tecnología y automóviles, entre ellas
Apple, Microsoft, Samsung, Sony, Daimler y Volkswagen.
Amnistía Internacional se puso en contacto con 16 multinacionales que
figuraban en la lista de clientes de los fabricantes de baterías que se
abastecían de mineral procesado de Huayou Cobalt. Una empresa admitió
la relación, mientras que otras cuatro no supieron decir con seguridad
si compraban cobalto de la República Democrática del Congo (RDC) o
Huayou Cobalt. Seis afirmaron que estaban investigando el asunto. Cinco
negaron abastecerse de cobalto a través de Huayou Cobalt, pese a que
figuran como clientes en los documentos comerciales de los fabricantes
de baterías. Dos multinacionales negaron abastecerse de cobalto de la
RDC.
Un aspecto decisivo es que ninguna proporcionó datos suficientes con
que verificar de manera independiente de dónde procedía el cobalto de
sus productos.
“Es una gran paradoja de la era digital es que algunas de las
empresas más ricas e innovadoras del mundo puedan vender aparatos
increíblemente avanzados sin tener que demostrar dónde adquieren la
materia prima para sus componentes”, ha añadido Emmanuel Umpula, director ejecutivo de Afrewatch (Africa Resources Watch).
“Los abusos que se cometen en las minas son como el dicho de 'ojos
que no ven, corazón que no siente', porque en el mercado global de
nuestros días los consumidores no tienen ni idea de las condiciones
existentes en la mina, la fábrica y la cadena de montaje. Hemos
comprobado que se compra el cobalto sin hacer preguntas acerca de cómo y
dónde se ha extraído.”
Minas mortales y trabajo infantil
La RDC produce al menos el 50 por ciento del cobalto del mundo. Uno
de los mayores procesadores de mineral del país es la filial CDM de
Huayou Cobalt. Más del 40 por ciento del cobalto que adquiere Huayou
Cobalt es de la RDC.
Los mineros que trabajan en las zonas donde CDM compra el cobalto
corren riesgos para la salud a largo plazo y un alto riesgo de sufrir
accidentes mortales. Al menos 80 mineros artesanales murieron en los
túneles en el sur de la RDC sólo entre septiembre de 2014 y diciembre
2015. Se desconoce la verdadera cifra, pues muchos accidentes no se
registran, y se dejan los cadáveres enterrados bajo las rocas.
El equipo de investigación de Amnistía Internacional comprobó también
que la gran mayoría de los mineros pasan a diario largas horas
trabajando con cobalto sin el equipo de protección más básico, como
guantes, ropa de trabajo o mascarillas para prevenir enfermedades de
pulmón o de piel.
Los niños entrevistados por Amnistía Internacional dijeron que
trabajaban hasta 12 horas diarias en la mina, llevando pesadas cargas,
para ganar entre uno y dos dólares al día. En 2014 había alrededor de
40.000 niños trabajando en minas en todo el sur de la RDC, muchas de
ellas de cobalto, según UNICEF.
Paul, huérfano de 14 años, comenzó a trabajar en la minería a los 12.
Dijo al equipo de investigación que, como pasaba tanto tiempo bajo
tierra, estaba constantemente enfermo:
“Pasaba 24 horas allí abajo, en los túneles. Llegaba por la
mañana y me marchaba a la mañana siguiente [...] Tenía que hacer mis
necesidades allí abajo [...] Mi madre adoptiva quería que fuera al
colegio, pero mi padre adoptivo estaba en contra y me explotaba
haciéndome trabajar en la mina.”
“Los riesgos para la salud y la seguridad convierten la minería en
una de las peores formas de trabajo infantil. Unas empresas cuyas
ganancias globales ascienden a 125.000 millones de dólares no pueden
afirmar con credibilidad que les resulta imposible comprobar de dónde
proceden los minerales esenciales para sus productos”, ha manifestado
Mark Dummett.
“La extracción de los materiales básicos que ponen en funcionamiento
un automóvil eléctrico o un teléfono inteligente debería llevar
prosperidad a los mineros de la RDC. Pero lo cierto es que llevan una
vida miserable, trabajando hasta el agotamiento para no ganar casi nada.
Las grandes marcas pueden cambiar esta situación.”
Siguiendo la cadena de suministro: vergüenza empresarial
El equipo de investigación de Amnistía Internacional y Afrewatch
habló, en abril y mayo de 2015, con 87 mineros y ex mineros del cobalto,
17 de ellos niños, de cinco explotaciones mineras del sur de la RDC.
Entrevistó también a 19 comerciantes de cobalto y siguió los vehículos
de los mineros y comerciantes que llevan el mineral de cobalto de las
minas a los mercados donde lo compran empresas más grandes. La mayor de
éstas es la filial congolesa CDM de Huayou Cobalt.
Huayou Cobalt suministra cobalto a tres fabricantes de
componentes de baterías de iones de litio, Ningbo Shanshan y Tianjin
Bamo, de China, y L&F Materials, de Corea del Sur. En 2013,
estos tres fabricantes de componentes de baterías compraron cobalto a
Huayou Cobalt por valor de 90 millones de dólares estadounidenses.
Amnistía Internacional se puso luego en contacto con 16 marcas
comerciales multinacionales que figuran en la listas de clientes
directos o indirectos de los tres fabricantes de componentes de
baterías. Ninguna dijo haber tratado con Huayou Cobalt ni rastreado el
origen del cobalto de sus productos antes de que Amnistía Internacional
contactara con ella.
El informe recién publicado muestra que las empresas de la cadena de
suministro de cobalto no tienen en cuenta los riegos de está para los
derechos humanos.
No hay ninguna regulación en la actualidad del comercio global de
cobalto. Al cobalto no se le aplican las actuales normas sobre los
“minerales de zonas de conflicto” de Estados Unidos, que abarcan, el
oro, el coltán/tantalio, el estaño y el tungsteno extraídos en la RDC.
“Muchas de estas multinacionales afirman que tienen una política de
tolerancia cero con el trabajo infantil. Pero esta promesa no tienen
ningún valor si las empresas no investigan a sus proveedores.
Sencillamente, su afirmación no es creíble”, ha señalado Mark Dummett.
“Sin leyes que las obliguen a comprobar dónde consiguen los
minerales y a desvelar públicamente la información sobre ello y sobre
sus proveedores, las empresas pueden seguir beneficiándose de los abusos
contra los derechos humanos. Los gobiernos deben poner fin a esta falta
de transparencia, que permite a las empresas sacar provecho de la
miseria”.
Amnistía Internacional y Afrewatch piden a las empresas
multinacionales que utilicen la baterías de iones de litio de sus
productos para ejercer la diligencia debida en materia de derechos
humanos, investigar si el cobalto se extrae en condiciones peligrosas o
con trabajo infantil y ser más más transparentes con respecto a sus
proveedores.
Las organizaciones piden también a China que exija a las empresas
chinas del sector extractivo con operaciones en el extranjero que
investiguen sus cadenas de suministro y aborden los abusos contra los
derechos humanos en sus operaciones. Las organizaciones afirman que
Huayou Cobalt debe confirmar quiénes participan en la extracción y el
comercio de su cobalto (y dónde) y asegurarse de que no compra cobalto
extraído con trabajo infantil o en condiciones peligrosas.
“Las empresas no deben limitarse a interrumpir la relación comercial
con el proveedor o imponer un bloqueo al cobalto de la RDC una vez
identificados los riesgos para los derechos humanos en la cadena de
suministro. Deben también tomar medidas de reparación por el daño
sufrido por las personas contra cuyos derechos humanos se han cometidos
abusos”, ha añadido Mark Dummett.
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