¿Por qué hablar de Pobreza Infantil?.

 "Para llegar a ser invisible, 
un hombre no tiene manera más segura que caer en la pobreza".
Simone Weil en los años 1940.


Persona sin hogar, niño o niña viviendo en una chabola, hombre desempleado que no percibe ninguna prestación, madre soltera trabajando a tiempo parcial, pareja atrapada en la espiral del sobreendeudamiento… La pobreza tiene muchas caras, lejos de poder entenderse solamente por la falta de ingresos. En Save the Children, nuestra experiencia directa con la infancia más vulnerable nos permite reafirmar la complejidad de la pobreza infantil.
Natalia Quiroga/ Save the Children
Natalia Quiroga/ Save the Children
El pasado 20 de octubre el Congreso de los Diputados aprobó los Presupuestos Generales para el año 2016. En estos presupuestos la inversión en infancia sigue disminuyendo, y con ello, aumentando la desigualdad. En Save the Children mantenemos las exigencias presupuestarias de nuestra Agenda Política e insistimos en que es necesario que la inversión en infancia y familia aumente, para que disminuyan la desigualdad social y el número de familias y niños en riesgo de exclusión.

Ante el elevado número de personas en la Unión Europea en riesgo de pobreza y exclusión social, el 17 de junio de 2010 el Consejo Europeo aprobó para la siguiente década la estrategia de crecimiento de la UE: Europa 2020. El objetivo es conseguir que la UE posea una economía inteligente, sostenible e integradora. En esta nueva estrategia, la propia UE propuso ampliar el indicador de pobreza relativa utilizando el indicador AROPE, que engloba al grupo de personas en riesgo de pobreza o exclusión social. Sin embargo, este indicador agregado agrupa solo dimensiones económicas, como el nivel de ingresos, de precariedad laboral y privación material.

Así, la estadística oficial ofrece solamente una foto parcial de la situación de desventaja a la que se enfrenta un número cada vez mayor de personas en Europa. No consigue tanto dar cuenta de la profundidad de los mecanismos sociales, trayectorias y recorridos vitales individuales. La herramienta estadística oficial es inadaptada y contribuye a veces a esconder algunos fenómenos cuyo carácter multidimensional necesita de cruzar múltiples indicadores y promover enfoques más cualitativos e multidisciplinar. Solo disponemos de algunos indicadores (tasas de riesgo de pobreza y exclusión social, abandono escolar temprano o jóvenes que ni estudian ni trabajan), pero no prestan la debida atención a la infancia y sus especificidades. Para dibujar la realidad social de las niñas, niños y jóvenes, es necesario contar con información actualizada, pública, homogénea y disponible tanto a nivel europeo, nacional, regional o local para captar las causas profundas de la pobreza y las situaciones de vulnerabilidad. Requiere adoptar una amplia gama de indicadores, con el fin de explorar todos sus aspectos, desde una perspectiva material y no material.
Hablar de pobreza es hablar de personas pero también es hablar de sus derechos. Por eso, cuando hablamos de pobreza infantil estamos hablando de los derechos que niñas y niños tienen recogidos en la “ Convención sobre los derechos del Niño”, y que se ven mermados, vulnerados u olvidados cuando las políticas públicas son inadecuadas (o no existen) y no evitan o corrigen esas situaciones de pobreza o exclusión.

En España, el riesgo de pobreza o exclusión (tasa AROPE) para menores de 18 años ha aumentado en el último año más de 3 puntos respecto al año anterior (3,2 p.p). Actualmente, más de 1 de cada 3 menores de 18 años que se encuentran en esta situación; es decir, al 35,8% de los niños ven vulnerado su derecho a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual y social al encontrarse en riesgo de pobreza o exclusión.

Por ejemplo, otro derecho recogido en la Convención - el derecho al más alto nivel posible de salud- se ve directamente afectado por los efectos de la pobreza energética o la malnutrición. Un 11,5% de los niños vive en hogares donde sus familias no pueden mantener la vivienda con una temperatura adecuada, y un porcentaje muy significativo (4,3%) no pueden permitirse una comida de carne, pollo, pescado o equivalente vegetariano 3 veces a la semana.

Derechos aparentemente insignificantes en el imaginario social, como el núm. 31 de la Convención que reconoce a los niños el derecho al descanso, al ocio, el esparcimiento, etc. se incumple sistemáticamente por parte de los Estados, cuando casi la mitad de los niños de nuestro país no pueden ir de vacaciones al menos una semana al año (48,2%) por los problemas económicos que atraviesan sus familias. Es necesario en este sentido recordar cómo el nivel de ingresos medios por hogar ha ido disminuyendo sistemáticamente en los últimos siete años, un 2,3% en el último.

Los datos solo ejemplifican cómo la pobreza está afectando a los derechos que los niños tienen reconocidos nacional e internacionalmente. Es por este motivo, que para nosotros es importante hablar explícitamente de pobreza infantil. Más allá de los datos, cada día como organización miramos de frente las realidades que viven los niños y sus familias, y observamos desde el trabajo directo con ellos cómo el adecuado desarrollo y crecimiento  se ve quebrado y limitado injustamente por las realidades de pobreza en las que viven.

Es necesario dar visibilidad social, institucional y administrativa a situaciones hasta ahora desconocidas. Poner a los niños en el centro de las políticas y desarrollar (de forma urgente) una estrategia integral de lucha contra la pobreza infantil que se base en el acceso a recursos o adecuados, servicios asequibles y de calidad.

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