Existe una correlación inversa
entre el altruismo y la educación en valores identificados con la fe.
Investigadores: Jean Decety,
Jason M. Cowell, Kang Lee, Randa Mahasneh,
Susan Malcolm-Smith, Bilge Selcuk, Xinyue Zhou **
“Es importante destacar que los niños más altruistas
vienen de familias ateas o no religiosas”.
"La religiosidad hace que los niños sean más severos
a la hora de condenar el daño interpersonal"
• Family religious identification decreases children’s altruistic behaviors
• Religiousness predicts parent-reported child sensitivity to injustices and empathy
• Children from religious households are harsher in their punitive tendencies.
Los niños y niñas criados en ambientes religiosos son menos proclives
a ser generosos,
según este estudio realizado con escolares de entre 5 y
12 años en colegios de seis países culturalmente muy diversos (Canadá,
EE UU, Jordania, Turquía, Sudáfrica y China), en el que se analizó el
comportamiento ante diversas pruebas de 1.170 niños y niñas.
En su experimento,
los investigadores encontraron que existe una correlación inversa entre
el altruismo y la educación en valores identificados con la fe: los
escolares que no reciben valores religiosos en su familia son
notablemente más generosos cuando se trata de compartir sus tesoros con
otros niños anónimos.
“Es importante destacar que los niños más altruistas vienen de
familias ateas o no religiosas”, destaca el líder del estudio, Jean
Decety, neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago.
“Espero que la gente empiece a entender que la religión no es una
garantía para la moralidad, y que la religión y la moralidad son dos
cosas diferentes”, afirma.
Además, en la investigación se preguntaba a los progenitores si sus
hijos eran más o menos generosos y, curiosamente, los padres y madres
más religiosos creen que están criando una prole más solidaria: los
creyentes dan por hecho que sus hijos son más altruistas, aunque a la
hora de la verdad compartían menos.
Otro hallazgo importante es que la religiosidad hace que los niños
sean más severos a la hora de condenar el daño interpersonal, como por
ejemplo los empujones. “Este último hallazgo encaja bien con
investigaciones previas con adultos: la religiosidad está directamente
relacionada con el aumento de la intolerancia y de las actitudes
punitivas hacia delitos interpersonales, incluyendo la probabilidad de
apoyar penas más duras”. En resumen, los menores criados en ambientes
religiosos serían algo menos generosos pero más proclives a castigar a
quien se porta mal.
Desde hace siglos, distintos autores han abordado el debate de si la
religión, creer o temer a Dios, provoca en los humanos una actitud más
bondadosa, más solidaria, más empática hacia el sufrimiento de los
demás.
No obstante, en los últimos años la investigación psicológica ha
revelado varias tendencias consistentes, como que los creyentes tienden
más a dirigir su empatía hacia su propio grupo, que religiosos y no
religiosos motivan su altruismo en valores diferentes y que usan
criterios distintos para determinar qué acciones son inmorales.
Lo difícil sería explicar por qué ateos y creyentes (o poco
religiosos frente a muy religiosos) actúan de forma distinta cuando se
trata de pensar en los demás. Aunque no hay respuestas concluyentes, los
investigadores aluden a una cierta licencia moral que se otorgan
aquellos que ya rezan por los demás: si ya cubro el cupo de generosidad
en mi parroquia, eso me exime de tener que ser altruistas con
desconocidos.
En la parábola de Jesús que recogió Lucas en los Evangelios, era un
sacerdote quien pasaba de largo ante el necesitado y únicamente se
detuvo el samaritano. Pero no sabemos quién era más religioso de los
dos, ni si eso tuvo algo que ver.
Gea Educadores
**© 2015 Elsevier Ltd. Published by Elsevier Inc. All rights reserved.
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