El “abuso sexual infantil” no existe,
es la costumbre de hablar mal, de
simplificar.
No hay abuso sexual infantil, porque infantil es un
calificativo de abuso y el abuso no es calificable como infantil.
La
forma correcta es decir:
“Niños y niñas abusados sexualmente por
adultos”.
“Decir abuso sexual infantil es una simplificación que encubre al adulto”
El equipo de violencia sexual del Programa las Víctimas
contra las Violencias, que dirige la médica psicoanalista Eva Giberti, está formado sólo por mujeres y actúa cuando aparece una denuncia.
Eva Giberti
Las
llaman desde la comisaría y van, no se despegan de la víctima para
asegurar que no sea revictimizada en la comisaría, el hospital o su
casa.
Además de tener un registro de todos los casos según edad, tipo de
abuso y sexo,
Eva Giberti tiene claro que los casos no avanzan por
trabas de una Justicia que califica de patriarcal.
Eva Giberti |
Entrevista con Eva Giberti
¿En qué se diferencia el abuso sexual infantil de la violación?
El “abuso sexual infantil” no existe, es la costumbre de hablar mal,
de simplificar. No hay abuso sexual infantil, porque infantil es un
calificativo de abuso y el abuso no es calificable como infantil. La
forma correcta es decir: “Niños y niñas abusados sexualmente por
adultos”.
De la otra manera queda encubierto que el adulto es el
responsable. Dentro del abuso están los incestos, palabra que fue sacada
de nuestro Código Penal para lavar el acto con la expresión: “violación
agravada por el vínculo”. Violación o incesto es la penetración del
adulto a una criatura y se produce en el 90% de los casos por el padre a
su hijo o hija.
¿Qué pasa con esos chicos y chicas?
Lo
que sucede y cuesta entender y aceptar, es que este tipo de
“acariciamiento” puede ser placentero para la criatura, que cede porque
esas caricias estimulan sus resortes sexuales. Entonces el niño
encuentra, o la niña, que es placentero aquello que se le está haciendo y
éste es uno de los problemas más serios porque sostiene la práctica del
seductor, que no avanza con la fuerza física. Éstas son las formas de
iniciación del abuso, que suelen ser encubiertas en forma de “manoseo”.
En general los abusadores son hombres, lo que no excluye que a veces
haya mujeres que buscan ese tocamiento.
¿Es cierta la teoría del abusador abusado?
No
es una teoría, es un mito y es grandilocuente llamarlo así porque el
mito es algo serio. Esto es una pavada. Es una creencia interesada,
porque si el violador o abusador empezara por ser una víctima sería
entendido o perdonado, justificado. Si esto fuera así, las mujeres
seríamos violadoras, mucho más que los varones. Ésta es una de las
tantas trampas que utilizan los adultos: ese sujeto por haber atravesado
una situación dañina, a los 20, 35 o 43 años se transforma en violador.
No hay manera de justificarlo técnicamente. No hay ni teoría sexológica
ni psicológica que vaya a decir que una violación temprana conduce en
la adultez al desencadenamiento de la pulsión de poder, que en realidad
es la pulsión que moviliza el ataque sexual.
¿Qué es la pulsión de poder?
Es
una necesidad de utilizar a alguien indefenso y puede ser a través de
la seducción. La seducción también es un ataque. Quien está seducido o
atacado queda en manos y a disposición del seductor y es eso lo que lo
excita. La experiencia sexual viene en segundo lugar.
¿Cuáles son las consecuencias?
No
pueden clasificarse por sus efectos. No todas las criaturas que han
sido victimizadas por violación o por abuso van a tener 10 años después
síntomas acordes con ese episodio. Es mucha la gente que es abusada y
violada desde niña y sigue viviendo sin que este episodio le obstaculice
definitivamente la vida. En cambio hay otros seres humanos que quedan
mal marcados, por ejemplo aquellos que son sistemáticamente abusados o
violados. Entonces el efecto de los abusos depende del tipo de abuso, de
su reiteración y de los recursos que la criatura tenga para poder
resolver lo que se suele llamar resilencia, que es la capacidad de
reacción y superación que tenemos los seres humanos respecto de
situaciones traumáticas.
¿Cómo se ve el abuso en los chicos?
Muchas
cosas: que no se hacía pis y se hace, el insomnio, pesadillas, cambia
la conducta en la escuela. Las maestras se dan cuenta antes que los
padres, porque el chico cambia o la nena llora en los rincones, se pone
agresiva con las amigas, no quiere salir al recreo. Las maestras son
grandes colaboradoras. Los más chiquitos no quieren que los bañen.
¿De qué depende que el niño pueda contar o no?
De
cada niño o niña. Si la mamá o el papá son cuidadosos pueden advertir
que hay cambios en los juegos y en las conductas y muchas veces es útil
decirle: “Haceme un dibujo de lo que quieras”, o “un dibujo de cuando
vas a jugar con el abuelo”. Fijate la figura que elijo, porque es
reiterada, dejás al abuelo para que cuide a la nena y la mamá no sabe
por qué se toca la vulvita y se irrita. No se toca ella la vulvita.
¿Por qué las madres no nos damos cuenta?
¿Por
qué vas a garantizar que tu amor ha sido tan inteligente y sensible que
eligió a una persona respetable? Éstos son los mecanismos narcisistas
de cada uno. “Cómo me iba a imaginar que Fulano a quien yo amé”, “cómo
puede ser que la persona que yo elegí para amar y para tener un hijo le
hace esto”. Porque cuando vos te enamoraste no estaba a la vista, una no
pone al otro bajo sospecha. Lo digo para que las madres no se sientan
culpables, una no puede hacerle un test a cada novio.
¿Y una campaña?
No
sirven si no son permanentes porque se multiplican las denuncias y
después caen. Deberían ser sistemáticas, pero es muy doloroso. El juez
tiene que creer en la verosimilitud del chico y rápido, porque
defensivamente la criatura va deformando el recuerdo para salvarse del
horror. Los que llegan a la Justicia tienen que tener un buen abogado,
que empuje el expediente. Para no perder tiempo. Y tomarle el pulso al
juez, que si está muy preocupado por la “revinculación” del chico con el
padre, ahí es donde perdemos. Si el juez, ideológicamente, quiere que
el padre no sea acusado, ¿cómo voy a decir que el padre es un
delincuente? No puedo porque ataco a la familia y no puedo atacar a la
familia: ése es el discurso jurídico patriarcal.
DZ/rg
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