Francisco Cabezuelo Lorenzo
Fuente
La Convención sobre los Derechos del Niño recoge en su
articulado varias referencias a los derechos de la infancia en relación
con los medios de comunicación. El Comité de los Derechos del Niño
consagró en 1996 uno de sus debates a la cuestión del niño y los medios
de comunicación y planteó que debería reunirse documentación sobre
experiencias prácticas positivas de participación infantil activa en los
medios de comunicación para promover la idea de medios de comunicación
de los niños. Apenas existe literatura relevante en relación con esa
recomendación del Comité de los Derechos del Niño. Nuestro objetivo es
contribuir a cubrir ese vacío y recopilar información sobre iniciativas
de participación infantil y juvenil real y efectiva en la producción de
contenidos para medios de comunicación en el ámbito municipal español.
1. INTRODUCCION (1)
El Programa Ciudades Amigas de la Infancia (Programa CAI) es una
iniciativa de UNICEF España cuyo principal objetivo es impulsar y
promover la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño
(CDN) en el ámbito de las Entidades Locales españolas. No obstante, se
trata de un Programa de UNICEF de carácter internacional, cuya
implantación y desarrollo tiene lugar en varios países del mundo.
Uno de los principios básicos de la CDN, y por lo tanto también del
Programa CAI, es promover el derecho a la participación ciudadana de
toda la infancia en la vida pública, un derecho recogido también
explícitamente en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección
Jurídica del Menor (2). En este sentido, los medios de comunicación
social presentan un gran potencial como espacio abierto a tal
participación.
Como ya puso de manifiesto en 2001 el Anuario de Nordicom Outlooks on Children and Media, la participación infantil y juvenil en medios de comunicación genera grandes beneficios para este sector social, porque:
- Refuerza el orgullo y la autoestima de los jóvenes, ya que sienten
que sus voces son escuchadas, que son comprendidos y que forman parte
activa de su comunidad.
- En su día a día real, sus anhelos y su cultura reflejados en los medios.
- Adquieren nuevos conocimientos (críticos), habilidades y competencias sobre el funcionamiento de los medios.
- Perciben mayor justicia social cuando se les permite acceder a
otras formas de expresión, como la producción audiovisual, distintas a
las escolares tradicionales.
- Aumenta su interés y su grado de implicación en los asuntos de la
comunidad a la que pertenecen y se ven más motivados para mejorar la
cobertura mediática de temas con los que se sienten especialmente
identificados.
En definitiva, la relación entre medios de comunicación e infancia es
importante
.- porque los medios son potentes agentes socializadores;
.- porque la infancia extrae de ellos modelos (tendencias de moda, ídolos,
formas de conducta, expresiones, temas de conversación, corrientes de
opinión aceptadas o rechazadas…);
.- porque los medios constituyen una
ventana al mundo con la que forjarse toda una concepción del mismo y
.- porque son un ámbito más en el que ejercer la libertad de expresión y el
derecho a la participación ciudadana.
En demasiadas ocasiones, cuando
aparecen en los medios, los niños no lo hacen de las formas más
adecuadas, o en sus apariciones desempeñan un papel de carácter
simbólico, decorativo o, incluso, sesgado, con lo que se crean
frecuentemente imágenes públicas distorsionadas o inapropiadas de este
colectivo social o se desaprovecha su gran potencial creativo en
términos de aportación democrática a su sociedad.
Dentro de la escala de niveles de actividad del niño frente a los
medios, existen varios estadios. Martínez de Toda (1998) propone una
teoría multidimensional que alberga un proceso en el que el sujeto pasa
por diferentes niveles (“alfabetizado”, “consciente”, “activo”,
“crítico” y “social”) hasta convertirse, de manera integral, en un
“sujeto creativo” que pasa a ser productor de contenidos. Carmen Marta
Lazo (2005), a propósito de su línea de investigación sobre televisión e
infancia, plantea cuatro niveles de actividad del niño frente a este
medio: 1) el niño como espectador; 2) el niño como receptor; 3) el niño
como perceptor crítico y 4) el niño como perceptor participante. Aunque
la profesora de la Universidad de Zaragoza se centra en la televisión,
estos niveles podrían ser igualmente aplicables al resto de medios.
En el primero de los estadios aludidos por Marta Lazo, el niño como
espectador, éste se limita a establecer un simple proceso de
visualización, al igual que puede contemplar un cuadro o una obra
teatral, sin llegar a examinar sus significados. Se queda en la forma,
sin plantearse los aspectos del contenido. Si nos basamos en el
paralelismo entre “ver” y “mirar”, podemos afirmar que no mira, sino que
solo ve, sin que lo que está viendo llegue a captar plenamente su
atención. No obstante, aunque su nivel de actividad sea mínimo respecto a
otros ejercicios en los que se implica en mayor medida, no es nulo. Por
ello, no podemos hablar de pasividad en sentido absoluto, porque, de
hecho, a pesar del reducido nivel de procesamiento de la información que
realiza el niño en este estadio, los mensajes dejan su huella (cfr.
publicidad o contenidos violentos).
En el segundo escalón, el niño como receptor, éste recibe los
mensajes que el emisor le propone, pero continúa sin tener capacidad de
interpretarlos con cierto criterio o de leerlos de manera crítica. En
este nivel, el niño tan solo elige seguir un medio frente a otras
actividades que podría estar realizando, pero no tiene “competencia”
(Pérez Tornero, 1994) para argumentar sobre lo que está viendo.
Únicamente sabe distinguir entre lo que le gusta ver y lo que no,
manifiesta sus preferencias y responde con los monosílabos “sí”, “no”,
“mucho”, “bastante”, “poco” o mediante la simple descripción de lo que
mira.
El estadio del niño como perceptor crítico se produce, según Marta
Lazo, una vez que el niño recibe el aprendizaje de “educación para los
medios”, a partir del cual cuenta ya con pautas para analizar la forma y
el contenido de los mensajes. Entre otros aspectos, el niño sabrá
discernir entre realidad y ficción; dilucidar qué aspectos críticos
albergan los contenidos; o extraer los valores y contravalores
integrados en las imágenes. Desde la perspectiva de la corriente
crítica, se promueve el paso de un destinatario ingenuo ante los
mensajes a un perceptor que cuenta con capacidad de elección de
contenidos, que intenta comprender los lenguajes mediáticos y sabe
interpretar de manera relativamente crítica los significados de los
mensajes. Existen varios modelos de educación para los medios que parten
precisamente de este enfoque: el de la “educación para la recepción”
(Charles y Orozco, 1990), el de la “lectura crítica” (Masterman, 1994) o
el “dialéctico-inductivo-popular” (Giroux, 1994).En el ámbito de la
psicología del aprendizaje, este tercer nivel se correspondería con las
teorías cognitivas, que sostienen que las personas somos capaces de
realizar elecciones libres en el proceso de aprendizaje (3).
En el último de los estadios identificados por la profesora Marta
Lazo, el niño como perceptor participante, éste deja de ser un mero
espectador y recorre todos los estadios anteriores: 1) mira la
televisión, no se limita a verla como mero espectador; 2) puede
describir lo que mira como receptor; 3) interpreta la forma y el
contenido de los mensajes, porque posee las habilidades necesarias como
perceptor crítico y 4) establece comparaciones/relaciones con lo que ya
conoce, lo aplica a nuevas situaciones y actúa como perceptor
participante. Este perceptor participante, entendido como sujeto social,
se reapropia de los significados para llegar a reinterpretarlos, tras
un proceso de intercambio de ideas en los distintos contextos en los que
se relaciona. En estos contextos de significación (familia, escuela,
grupo de pares y medios de comunicación, entre otros) se producen una
serie de mediaciones que, unidas a la experiencia previa del niño, le
llevan a analizar, reflexionar y aplicar los significados, lo que le
dota de un cierto grado de control y autonomía (4). Es en esta cuarta
etapa, el niño como perceptor participante, en la que Marta Lazo sitúa
la figura del “sujeto creativo” productor de contenidos o “prosumidor”
(Toffler, 1980), acrónimo que compendia las iniciales de los términos
“productor” y “consumidor” y que alude a que el proceso de percepción
lleva al individuo a captar, interpretar y reelaborar todo tipo de
información, independientemente del código o sistema expresivo utilizado
y de la modalidad de soporte en la que se encuentre.
A la escala de niveles de actividad del niño frente a los medios
identificada por Marta Lazo, nosotros añadiríamos un quinto estadio que,
en parte y como acabamos de mencionar, la profesora incluye en la fase
de “perceptor participante”, pero que nosotros proponemos como estadio
autónomo: el niño como productor y emisor de mensajes, fase en la que
éste asumiría esa función activa de creación y difusión de contenidos.
Probablemente, dentro de la literatura científica y de la investigación
sobre medios de comunicación e infancia, éste es el estadio menos
estudiado. Y es precisamente el punto de la escala en el que
circunscribimos nuestra investigación.
La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la
Organización de las Naciones Unidas en 1989, establece en su artículo 17
que los Estados firmantes, España entre ellos, reconocen el derecho de
la infancia al “acceso a la información”:
“Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan
los medios de comunicación y velarán por que el niño tenga acceso a
información y material procedentes de diversas fuentes nacionales e
internacionales, en especial la información y el material que tengan por
finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud
física y mental”.
Y con tal objeto, se añade en el artículo 17, los Estados Partes proponen cinco medidas:
a) alentarán a los medios de comunicación a difundir información y
materiales de interés social y cultural para el niño, de conformidad con
el espíritu del artículo 29 [de la propia CDN];
b) promoverán la cooperación internacional en la producción, el
intercambio y la difusión de esa información y esos materiales
procedentes de diversas fuentes culturales, nacionales e
internacionales;
c) alentarán la producción y difusión de libros para niños;
d) alentarán a los medios de comunicación a que tengan
particularmente en cuenta las necesidades lingüísticas del niño
perteneciente a un grupo minoritario o que sea indígena;
e) promoverán la elaboración de directrices apropiadas para proteger
al niño contra toda información y material perjudicial para su
bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones de los artículos 13 y 18
[de la propia CDN].
Aunque quizá sí la principal, el artículo 17 no es la única
referencia en el conjunto del articulado de la CDN al papel que los
medios de comunicación deben desempeñar en el proceso de desarrollo de
los niños, no solo de los países más avanzados, sino de todo el mundo. A
los fines de la presente investigación, nos interesan especialmente las
relaciones del artículo 17 de la CDN con:
1) el artículo 13: derecho
del niño a la libertad de expresión, derecho que incluirá la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en
forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño;
2) el
artículo 6.2: derecho del niño a su desarrollo;
3) el artículo 12:
derecho del niño a formarse su propio juicio y a expresar su opinión
libremente en los asuntos que le afectan y a que sus opiniones sean
debidamente tenidas en cuenta.
Pese a la idea generalizada y comúnmente aceptada de que los niños
deben recibir una especial consideración y cuidados por parte de la
sociedad, rara vez esto se traduce en su inclusión activa como
protagonistas principales de ese proceso. Tampoco en los medios de
comunicación están adecuadamente incorporados este tipo de procesos
participativos para los niños, a pesar de su derecho (explicitado en
varias fuentes) a la publicación y difusión de sus opiniones, tal y como
recoge la normativa internacional y la propia Ley española de
Protección del Menor, antes citadas.
El Comité de los Derechos del Niño, órgano que supervisa la forma en
que los Estados cumplen (o no) sus obligaciones derivadas de la firma de
la CDN, consagró el 7 de octubre de 1996 uno de sus debates a la
cuestión del niño y los medios de comunicación. Siguiendo un esquema
preparado para guiar el debate general, el Comité, compuesto por 18
expertos independientes, expresó la opinión de que, al igual que en el
caso de los derechos humanos en general, la prensa y otros medios de
comunicación cumplen -o pueden cumplir- funciones esenciales en la
promoción y protección de los derechos fundamentales del niño y en la
puesta en práctica de los principios y las normas de la CDN. Además, el
Comité hizo especial alusión a la posibilidad de que los medios de
comunicación ofrecieran a los niños la oportunidad de expresarse.
Producto de los debates sobre las diversas cuestiones celebrados tanto
en sesión plenaria como en los tres grupos de trabajo formados al
efecto, el relator del debate temático sobre infancia y medios de
comunicación formuló, entre otras, las siguientes recomendaciones:
1. debería reunirse documentación sobre experiencias prácticas
positivas de participación infantil activa en medios de comunicación
para promover la idea de medios de comunicación de los niños;
2. debería promoverse el programa de UNICEF “La juventud opina” en la
World Wide Web como foro infantil en Internet para el debate
internacional sobre cuestiones relevantes para la juventud.
La investigación que aquí planteamos encuentra su justificación, en
primer lugar, en la antedicha ausencia de estudios científicos en
materia de participación infantil (no meramente simbólica) en medios de
comunicación. Son ya bastante numerosos los estudios sobre la influencia
que ejercen los medios de comunicación social sobre la infancia y la
juventud y también los estudios relativos a los usos que este sector
social hace de esos medios, pero no es tan profuso el caudal de
investigación sobre el papel de los niños como productores y emisores de
mensajes públicos canalizados a través de medios de comunicación. En
este sentido, el Programa CAI ha propuesto la presente investigación con
un doble objetivo: por una parte, contribuir a paliar ese relativo
vacío investigador y, por otro lado, cumplir con la finalidad del propio
Programa CAI en la defensa y promoción de los derechos de la infancia,
de la aplicación de la CDN y del cumplimiento con las recomendaciones
del Comité de los Derechos del Niño a las que aludíamos en el párrafo
anterior. Con ello, pretendemos también estimular nuevas líneas de
trabajo técnico (y político) a nivel municipal en el ámbito de la
participación infantil en medios de comunicación, poniendo a disposición
de los promotores de esas líneas documentación útil para tal labor de
promoción y para el desarrollo de proyectos de participación infantil y
juvenil en medios.
2. MATERIAL Y MÉTODOS
2.1. Población
La población objetivo del estudio han sido los 54 municipios
españoles reconocidos por UNICEF España como “Ciudades Amigas de la
Infancia” entre la primera convocatoria (año 2004) y la última (año
2011). En concreto: en la primera convocatoria de Reconocimiento de
Ciudades Amigas de la Infancia (año 2004), fueron reconocidos los
siguientes municipios españoles: Alcázar de San Juan, Alcobendas,
Alcorcón, Algete, Andújar, Arganda del Rey, Alzira, Collado Villalba,
Coslada, Daimiel, Fuenlabrada, Getafe, Lasarte Oria, Leganés, Lleida,
Marmolejo, Mejorada del Campo, Móstoles, Parla, Pinto, Puerto Real,
Rivas Vaciamadrid, San Fernando de Henares, San Sebastián de los Reyes,
Valdepeñas y Velilla de San Antonio.
En la segunda convocatoria de
Reconocimiento (año 2006), fueron reconocidos: Barcelona, Granada,
Palencia y Umbrete. En la tercera (año 2008), fueron reconocidos:
Humanes de Madrid, Madrid, Segovia y Vejer de la Frontera.Y, finalmente,
en la cuarta convocatoria (año 2010), fueron reconocidos: Alcalá de
Guadaíra, Avilés, Belmonte de Miranda, Cabra, Cáceres, Carrión de los
Céspedes, Conil, Cornellá de Llobregat, Laviana, Lora del Río, Málaga,
Olivares, Quart de Poblet, San Bartolomé de la Torre, San Cristóbal de
Segovia, Siero, Somiedo, Tineo, Vera y Villamayor (5).
2.2. Metodología
La presente investigación se ha llevado a cabo siguiendo una doble
metodología. Por una parte, se ha realizado un estudio cuantitativo
mediante encuesta y, por otra, hemos realizado un estudio cualitativo de
algunas iniciativas destacadas de participación infantil y juvenil
activa en medios de comunicación identificadas a partir del estudio
cuantitativo.
La fase cuantitativa se inició con el diseño y envío de un
cuestionario para recabar información sobre las iniciativas de
participación infantil en los medios de comunicación de ámbito municipal
y sobre los recursos municipales disponibles para estas actividades. La
recogida de información se completó mediante entrevistas telefónicas,
con las que recabamos información de aquellos municipios que no
remitieron el cuestionario o de los que fue necesario completar
información.
En una primera instancia, se envió un cuestionario, en marzo de 2011,
a los 54 municipios identificados en la población de interés. Del total
de municipios consultados, 27 (50%) respondieron al cuestionario
enviado y 27 (50%) no respondieron. Posteriormente, en septiembre de
2011, se contactó telefónicamente con los 27 municipios que no habían
respondido al cuestionario enviado en primera instancia. El cuestionario
enviado recoge los indicadores de participación infantil utilizados en
el Protocolo de Reconocimiento de Ciudades Amigas de la Infancia (6).
Tanto para el envío del cuestionario por correo electrónico como para la
consulta telefónica, se utilizó la base de datos de técnicos
municipales de la que dispone el Programa CAI. El procedimiento seguido,
una vez recabados los datos, consistió en el análisis descriptivo de
las iniciativas de participación infantil en medios mediante la
frecuencia de respuesta y el cruce de las distintas variables. Los
análisis se llevaron a cabo utilizando el programa informático IBM SPSS
Statistics versión 19.
Junto al estudio cuantitativo, se ha procedido también a un análisis
cualitativo de las iniciativas de participación infantil en medios de
comunicación alegadas en los cuestionarios. Para ello, se han
seleccionado algunas de ellas, las consideradas por los investigadores
como más destacadas. La parte cualitativa ha consistido en visitas
personales de los investigadores a los lugares donde se desarrollan esas
iniciativas para conocerlas sobre el terreno (7). Asimismo, y dada la
notable ausencia de literatura científica al respecto del asunto
concreto de nuestro interés, se ha utilizado la documentación presentada
por los municipios candidatos al proceso de Reconocimiento 2010-2014
del Programa CAI, las noticias publicadas sobre iniciativas de
participación infantil en medios de comunicación y la bibliografía
pertinente existente.
3. RESULTADOS
La distribución de municipios por criterio de población abarca todo
el rango de tamaños, cubriendo desde los municipios de menos de 5.000
habitantes (6%) hasta los de más de 250.000 habitantes (6%). El 32% de
los municipios cuenta con entre 5.000 y 20.000 habitantes; el 20%, con
entre 20.001 y 50.000 habitantes; el 22%, con entre 50.001 y 100.000
habitantes y el 15%, con entre 101.000 y 250.000 habitantes (véase
Figura 1).
De los 54 municipios consultados, 27 (50%) respondieron inicialmente
al cuestionario enviado y 27 (50%) no respondieron al cuestionario. Con
posterioridad, se constató telefónicamente que aquellos que no habían
respondido al cuestionario, no disponían de acciones de comunicación
dirigida a los niños. De los que contestaron, solo dos municipios no
disponían de ningún medio dirigido a los niños. En total, el 46% de los
municipios estudiados dispone de algún medio de comunicación dirigido a
la infancia y el 53% no dispone de medios dirigidos a la infancia
(Figura 2).
Como muestra la Figura 3, de los municipios que disponen de medios
con información dirigida a niños, un 29% dispone de secciones en Prensa;
un 13% dispone de este tipo de información en Radio; un 11%, en TV y un
35%, en alguno de los soportes relacionados con las últimas tecnologías
de la información y la comunicación (TICs). De los 25 municipios que
disponen de algún medio de comunicación dirigido a los niños, el medio
más frecuente en el que existe alguna sección dirigida a la infancia es
Internet (TICs), disponible en el 76% de los municipios, seguido de la
existencia de alguna sección en Prensa (64%). En el 28% de los
municipios existen secciones en Radio y en el 24%, en TV.
Como muestra la Figura 4, el 68% de los municipios estudiados no
dispone de medios en los que participen los niños en alguna medida,
frente a un 31% que sí dispone de ellos.
El medio en el que los niños participan con mayor frecuencia en
términos de elaboración de contenidos es Internet (TICs), en el que
participan en el 20% de los casos consultados, seguido de Prensa (17%),
Radio (11%) y TV (6%). En el 69% de los casos, los niños no participan
en la elaboración de los contenidos (ver Figura 5).
Centrándonos en la información medio a medio, cuando se participa en
prensa, la mayor parte de las veces lo hacen ambos grupos de edad (11%),
frente a un 6% en el que solo participan los jóvenes y un 9% en el que
solo participan los niños (8). En el caso de la radio, en el 7% de los
casos participan jóvenes, en el 7% participan niños y en un 3%
participan tanto niños como jóvenes. Cuando nos centramos en la TV, en
el 2% de los municipios participan niños y jóvenes, en el 4% participan
niños y en el 2% participan jóvenes. Por último, tal y como muestra la
Tabla 1, en las iniciativas de participación en TICs, en el 9% de los
municipios participan niños y jóvenes, en el 4% participan niños y en el
15% participan jóvenes.
La antigüedad de las iniciativas de participación infantil en medios
varía entre 2 meses y 180 meses (15 años). Atendiendo al promedio de las
antigüedades, las iniciativas más antiguas son las actividades de radio
dirigidas a ambos segmentos de edad, con una antigüedad promedio de 96
meses. En general, todas las iniciativas cuentan con una trayectoria de
más de año y medio. Agrupando las iniciativas para cubrir todos los
tipos de destinatarios (Tabla 2), la antigüedad media de las actividades
en prensa se sitúa en los 30 meses, siendo la más reciente de 6 meses
atrás y la más antigua de 72 meses atrás (respecto al momento de la
realización de la investigación). Las actividades de radio más modernas
son de hace 12 meses y las más antiguas de 180 meses, con un valor medio
de 26 meses. Las actividades de TV son escasas: la más moderna es de
hace 2 meses y la más antigua de hace 48 meses, con una mediana de 45
meses. Por su parte, las iniciativas de TICs más modernas solo cuentan
con 3 meses de actividad y las más antiguas son de hace 120 meses, con
un valor medio de 28 meses (9).
Respecto a la frecuencia de las iniciativas (Tabla 3), agrupando las
respuestas por medios de comunicación y sin tener en cuenta el segmento
al que van dirigidos, las actividades de prensa suelen ser mensuales o
trimestrales, las de radio son mayoritariamente semanales, las de TV
suelen ser diarias o semanales y las TICs son mayoritariamente diarias.
En general, pocos municipios han respondido al número de
participantes que colabora en cada una de las iniciativas de
comunicación, por lo que es difícil distinguir entre iniciativas. Las
TICs y la Prensa parecen ser las que dan pie a un mayor número de
participantes (Figura 6). Destaca el hecho de que ningún municipio
contesta al número de adultos que participan en las iniciativas de
comunicación orientadas en origen a niños y jóvenes.
Respecto al modo de financiación de las iniciativas, se ha respondido
en general mal a la pregunta sobre los medios de financiación. La
financiación más frecuente de las iniciativas es de tipo público. El
patrón cambia cuando se trata de la TV, donde parece predominar la
financiación mixta (en parte pública y en parte privada). En el caso de
las iniciativas de Prensa, el 76% son de financiación pública; en Radio,
el 50% de las iniciativas son de financiación pública y el 50% de
financiación mixta; en TV, predomina la financiación mixta (67%) y en el
caso de las TICs, el 100% de las iniciativas son de financiación
pública.
4. DISCUSIÓN
A la vista de los resultados estadísticos, se perciben escasas
iniciativas tanto de medios con información dirigida a niños y jóvenes
como de medios participados por estos. No conviene olvidar que el
estudio ha sido realizado tomando como universo los 54 municipios
españoles reconocidos por UNICEF como “Ciudades Amiga de la Infancia”,
es decir, municipios que se encuentran a la vanguardia en materia de
defensa y promoción de los derechos de la infancia. Es de esperar que si
ya en esta muestra se detectan carencias marcadas, una ampliación del
universo muestral a los 8.112 municipios españoles arrojaría datos con
mayores márgenes aún para la mejora. Por lo tanto, puede concluirse que
en España no hay un adecuado desarrollo de los principios contenidos en
la CDN y en otras normas respecto a medios de comunicación e infancia ni
se han atendido convenientemente las recomendaciones del Comité de los
Derechos del Niño al respecto.
Las iniciativas de participación infantil en TICs están
mayoritariamente protagonizadas por jóvenes de 13 años de edad en
adelante y cuentan con escasa participación de niños menores de 13 años.
En la era tecnológica en la que nos encontramos inmersos, resultaría
conveniente una mayor promoción de la implicación y familiarización de
los niños en edades tempranas con las últimas tecnologías.
Las actividades infantiles y juveniles en iniciativas de televisión
son escasas. A pesar de la creciente implantación y arraigo social de
los nuevos medios (Internet y dispositivos móviles), la televisión
continúa siendo el rey de los medios para toda la población, incluida la
infantil y adolescente, y sigue ejerciendo una mágica y poderosa
atracción y una gran capacidad de influencia.
Aunque ningún municipio contesta al número de adultos que participan
en las iniciativas de comunicación orientadas en origen a niños y
jóvenes, quizá por ello mismo (y por nuestras observaciones directas en
la fase cualitativa de la investigación), se detecta aún un excesivo
dirigismo adulto. Los niños deberían gozar de mayores grados de libertad
a la hora de proponer y desarrollar los temas de su interés, sin que
ello impida el pertinente, necesario y deseable apoyo de los técnicos.
La fuente de financiación de las iniciativas de participación
infantil en medios es mayoritariamente de carácter público. Sería
deseable una mayor presencia de financiación privada en la promoción y
desarrollo de este tipo de iniciativas. Las propias empresas de
comunicación, dentro de su compromiso en términos de función social,
podrían realizar aportaciones en este sentido sin menoscabo de sus
resultados económicos. Existe demasiada variabilidad en la frecuencia de
las iniciativas para poder extraer conclusiones. Las iniciativas de
prensa tienden a ser de carácter mensual o superior; las iniciativas de
radio tienden a ser de carácter semanal o mensual; las de televisión, de
carácter diario o semanal y las TICs son de carácter diario o mensual.
Deberían establecerse mecanismos de monitorización y seguimiento de
la evolución del mapa de iniciativas (estables) de participación
infantil y juvenil en medios de comunicación en España. Los
Observatorios de la Infancia y Adolescencia podrían incluir este
acometido entre sus labores.
Apenas existen estudios y reflexiones sobre participación infantil
real y efectiva en medios de comunicación. Se trata de una línea de
investigación, tanto en su vertiente cuantitativa como cualitativa, muy
escasamente desarrollada. En este sentido, y siguiendo las
recomendaciones hechas por el Comité de los Derechos del Niño ya en
1996, convendría profundizar en la producción de literatura científica
(y divulgativa) al respecto para ir consolidando un corpus de
documentación sobre buenas (y malas) prácticas en materia de
participación infantil y juvenil en medios. Asimismo sería muy
beneficioso para la proliferación de este tipo de iniciativas la
existencia de guías o documentos marco para la orientación y el
asesoramiento de los técnicos interesados en desarrollar este tipo de
trabajo con los niños.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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CHARLES, M. & OROZCO, G. (coords.) (1990). Educación para la recepción. Hacia una lectura crítica de los medios. México: Trillas. ISBN: 968-24-2962-5.
GIROUX, H. (1994). Jóvenes, diferencia y educación posmoderna. En VV.AA. Nuevas perspectivas críticas en educación. Barcelona: Paidós Ibérica, pp. 97-128. ISBN: 84-493-0045-2.
MARTA LAZO, C. (2005). Análisis de la audiencia infantil: de receptores de la televisión a perceptores participantes. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. ISBN: 84-669-2481-7.
MARTÍNEZ DE TODA, J. (1998). Metodología evaluativa de la Educación para los medios: su aplicación con un instrumento multidimensional. Tesis doctoral inédita. Roma: Pontificia Universitas Gregoriana.
MASTERMAN, L. (1994). La enseñanza de los medios de comunicación. Madrid: Ediciones de la Torre. ISBN: 84-7960-055-1.
PÉREZ TORNERO, J. M. (1994). El desafío educativo de la televisión. Para comprender y usar el medio. Barcelona: Paidós. ISBN: 978-84-493-0055-4.
TOFFLER, A. (1980). The third wave. New York: William Morrow. ISBN: 978-0553246988.
———–
(1) Esta investigación ha sido realizada gracias al apoyo económico y
técnico del Programa Ciudades Amigas de la Infancia, un Programa de
UNICEF España; el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad;
la Federación Española de Municipios y Provincias y el Instituto
Universitario de Necesidades y Derechos de la Infancia y Adolescencia de
la Universidad Autónoma de Madrid.
(2) Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, de
modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento
Civil. Artículo 7-1: “Los menores tienen derecho a participar plenamente
en la vida social, cultural, artística y recreativa de su entorno, así
como a una incorporación progresiva a la ciudadanía activa. Los poderes
públicos promoverán la constitución de órganos de participación de los
menores y de las organizaciones sociales de infancia”.
(3) Entre los enfoques surgidos desde la línea de investigación
cognitiva, encontramos la Teoría biológico-cognitiva, de María
Montessori; la Teoría de la Gestalt; el Modelo psicolingüista, de Noam
Chomsky; la Teoría de la formación del concepto y el aprendizaje verbal,
de Eli Saltz, y la Teoría del desarrollo cognitivo, de Jean Piaget.
(4) En relación con el ámbito de la comunicación, en este último
nivel podemos señalar, entre otras, las siguientes teorías y líneas de
estudio: la teoría de los “efectos limitados” (“teoría ecológica”, de
Urie Bronfenbrenner); la “teoría de los usos y las gratificaciones”, de
Elihu Katz y Paul Lazarsfeld, y los “estudios culturales”, de Stuart
Hall, David Morley, Dorothy Hobson y James Llull.
(5) El Reconocimiento de Ciudades Amigas de la Infancia por parte de
UNICEF España y sus socios de Programa (el Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad; la Federación Española de Municipios y
Provincias y el Instituto Universitario de Necesidades y Derechos de la
Infancia y Adolescencia) se produce cada dos años desde 2004. Se trata
de un proceso con el que UNICEF reconoce y premia la labor de los Entes
Locales españoles en relación con los derechos de la infancia. Para
obtener tal reconocimiento, se debe cumplir con el Protocolo
correspondiente (disponible en
http://www.ciudadesamigas.org/etc/CAI_protocolos_2010.pdf).
(6) El cuestionario puede consultarse en http://www.ciudadesamigas.org/etc/cuestionario.pdf
(7) Existen en España algunos casos destacados de planificación
municipal en materia de participación infantil y juvenil en medios de
comunicación que conocimos directamente sobre el terreno. Concretamente,
la iniciativa Paquenosescuchen, una revista promovida desde el
Observatorio de la Infancia y la Adolescencia del Principado de
Asturias; el programa de televisión “Un poco de kada”, promovido por el
Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) o La Pequeplaza,
publicación trimestral impulsada por la Concejalía de Infancia del
Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Se trata de
interesantes proyectos sobre los que, junto a otros, es nuestra
intención incidir en futuros escritos.
(8) En el cuestionario utilizado, se ha establecido la edad de 12
años para delimitar y discriminar la categoría “niños” (12 años de edad o
menos), frente a la categoría “jóvenes” (13 años de edad en adelante).
(9) Dada la gran disparidad entre las antigüedades máximas y mínimas
de las iniciativas, estadísticamente resulta más apropiado usar la
mediana como valor medio.
Breve semblanza de los autores
Joaquín Sotelo González es profesor de Periodismo en la
Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de
Madrid, institución por la que se doctoró con Premio Extraordinario en
2005. Ha realizado estancias de investigación y docencia en algunos de
los más prestigiosos centros internacionales (Oxford University,
European University Institute y University College of Cork) y cuenta con
más de setenta publicaciones en distintos soportes, muchas de ellas
relacionadas con los derechos de la infancia. Desde 2005, colabora con
UNICEF Comité Español en el desarrollo del Programa ‘Ciudades Amigas de
la Infancia’. Actualmente, forma parte de varios proyectos nacionales de
investigación financiados y es productor de contenidos audiovisuales.
Miguel Ángel Ruiz es doctor en Psicología y profesor titular
de Técnicas Multivariantes en la Facultad de Psicología de la
Universidad Autónoma de Madrid. Realizó su tesis doctoral sobre ‘El
problema de la estimación del número de factores en los métodos de
extracción del Análisis Factorial’ (1991) y desarrolla su investigación
sobre métodos estadísticos de análisis de datos, especialmente en el
campo de las Ciencias Sociales y de la Salud. Ha publicado más de
ochenta artículos en revistas nacionales e internacionales sobre
técnicas de análisis multivariante y su aplicación, el desarrollo y
adaptación de cuestionarios psicométricos y la evaluación de la calidad
percibida, en el ámbito sanitario y del consumidor. También ha
participado en más de diez libros académicos y manuales sobre análisis
de datos y modelos de ecuaciones estructurales. En el campo de la
atención a la infancia ha desarrollado investigaciones sobre el estudio
de las necesidades de la infancia, el establecimiento de las bases para
un Plan Nacional de Infancia, la evaluación de planes de infancia
regionales y municipales, el diseño de instrumentos de detección de
maltrato infantil, la elaboración de estadísticas de infancia y la
valoración de las políticas municipales dirigidas a la infancia. En la
actualidad, investiga sobre el desarrollo de sistemas de indicadores de
maltrato infantil. También fue el terminólogo de las traducciones al
castellano del programa de análisis estadístico SPSS (Chicago, EE.UU.)
desde 1994 hasta 2007.
Gregorio Aranda Bricio (Madrid, 1970) es Licenciado en
Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, donde
también cursó un Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación.
Desde 2006, es técnico de políticas de infancia en UNICEF Comité Español
y coordinador del Programa ‘Ciudades Amigas de la Infancia’. Cuenta con
experiencia en animación socio-cultural y en el trabajo con menores en
sistemas de protección y justicia juvenil en la Administración General,
local y autonómica. Ha participado en diversos programas de ayuda al
desarrollo, en procesos democráticos y de emergencia en varios países.
Ha colaborado en másteres de formación a educadores sociales y cuenta
con varias publicaciones relacionadas con los derechos de la infancia.
Francisco Cabezuelo-Lorenzo es profesor del área de Publicidad
y Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias Sociales,
Jurídicas y de la Comunicación del Campus Público ‘María Zambrano’ de
Segovia (Universidad de Valladolid). Es doctor europeo en ‘Tecnologías,
Estructuras y Tratamientos de la Información’ por la Universidad
Complutense de Madrid. Es Licenciado en Periodismo (Universidad
Complutense de Madrid) y Licenciado en Publicidad y RR.PP. (Universidad
Camilo José Cela). Cuenta con un sexenio de investigación reconocido por
la CNEAI para el período (2007-2012). Es autor de más de una treintena
de artículos en prestigiosas revistas españolas e internacionales y
coautor de más de setenta capítulos en obras conjuntas en el campo de
las Ciencias de la Comunicación. Ha participado en varios proyectos de
investigación de ámbito europeo, nacional y autonómico. Habla inglés,
francés e italiano.