Santiago de Chile
La movilización nacional, la primera de 2013, fue convocada por los
universitarios y apoyada por alumnos de instituciones privadas,
organizaciones de secundarios, el Colegio de Profesores, asociaciones de
padres y funcionarios de la salud. Los estudiantes marcharon por las
principales ciudades del país, sin que se registraran enfrentamientos
importantes con la policía, en demanda de una educación pública gratuita
y de calidad.
La consigna de los jóvenes fue similar a la de hace dos años: “La educación no se vende, se defiende”. Un vídeo de un conocido comentarista deportivo chileno sirvió para la convocatoria, una de las más masivas desde el regreso a la democracia en 1990.
Los problemas que enfrenta la educación pública se han instalado con
fuerza en la agenda política de Chile desde hace un par de semanas. La expresidenta socialista Michelle Bachelet
regresó a Santiago a fines de marzo y su anuncio de repostulación a La
Moneda marcó el comienzo de la carrera presidencial. En su primera
actividad como candidata, después de dos años sin referirse a la
contingencia local, la ex directora de ONU Mujeres se adelantó a la
marcha de los estudiantes y anunció que su prioridad será la educación
en caso de ser reelecta.
“Es el momento de cambios estructurales (…) El primer proyecto que
voy a enviar al Congreso pondrá fin al lucro y avanzará en la gratuidad
de la educación en todos sus niveles”, señaló la expresidenta, que
presume de una intención de voto de un 52%. La ex jefa de Estado, sin
embargo, precisó días después que los estudiantes que provengan de
familias de altos ingresos deberán costear sus estudios: “Personalmente,
creo que yo puedo pagar la universidad de mi hija. Esa es mi opinión
personal”.
La definición de Bachelet encendió el debate y los otros candidatos a
La Moneda reaccionaron con sus propios anuncios en materia educativa.
Los estudiantes, sin embargo, mostraron su desconfianza hacia la
expresidenta:
como un derecho para todos los niños y jóvenes,
independientemente de la situación socioeconómica de sus padres.
Los dirigentes han procurado mantenerse distantes de la clase
política. Bachelet anunció una reforma tributaria el lunes pasado, sobre
todo para financiar el sistema público de educación, pero la medida
tampoco fue suficiente para seducir a los líderes estudiantiles. Los
jóvenes marcaron una nueva señal de independencia en la protesta de este
jueves: salieron a las calles con carteles contra la exmandataria (“Ya
no te creo Michelle) y el presidente (“Me declaro inocente. Yo no voté
por Piñera”).
Los protestantes aprovecharon la movilización para criticar la
utilización electoral del problema. “El movimiento no va a permitir que
sus demandas sean modificadas y que la discusión sea manoseada”, dijo
Andrés Fielbaum, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh),
la principal universidad pública del país. “La marcha ratifica la
autonomía política frente a los últimos ofertones electorales”, agregó
Gabriel Boric, ex titular de la FECh.
Los líderes estudiantiles también observan con escepticismo el camino que han tomado sus antecesores. Camila Vallejo y Giorgio Jackson, figuras de las movilizaciones de 2011, decidieron postular al Parlamento en las elecciones de noviembre.
El movimiento mostró su fortaleza en un momento político crucial: el Senado decidirá el miércoles próximo si destituye al ministro de Educación, Harald Beyer.
La Cámara Alta será jurado de una acusación constitucional aprobada por
los diputados que le imputa no haber ejercido su papel de fiscalizador
contra el lucro. De acuerdo a la ley chilena, las instituciones que se
dedican a la enseñanza no pueden ganar dinero con su labor, aunque
durante 30 años las autoridades permitieron que la educación se
transformara en un excelente negocio.
La oposición aprobó la acusación por la presión de los estudiantes y
todo indica que los senadores de la coalición harpan valer su mayoría y
sacarán del Gobierno al ministro Beyer, un investigador respetado
transversalmente. El caso tiene precedentes: en 2008, la titular de
Educación de Bachelet, Yasna Provoste, fue destituida por el Parlamento,
acusada de negligencia por irregularidades.
El Gobierno definirá este fin de semana el futuro de Beyer, que está
suspendido de sus funciones mientras los parlamentarios resuelven su
caso. Una de las alternativas que baraja La Moneda, que prevé que la
oposición está dispuesta a botar a su secretario de Estado, es pedirle
al ministro que renuncie anticipadamente para evitar someterlo a una
sesión compleja. La destitución propinaría un golpe complejo para
Piñera, que ha perdido a dos ministros de Educación desde que estalló el
conflicto estudiantil en 2011.
En estos dos años, después de las protestas de los escolares y
universitarios, la justicia abrió una causa para investigar las
irregularidades cometidas en el Consejo Nacional de Acreditación (CNA),
el organismo encargado de autorizar el funcionamiento de las
universidades privadas. En diciembre de 2012, el ministerio de Educación
decretó el cierre de la Universidad del Mar, una institución privada
que vulneraba la legislación y lucraba con sus estudiantes.
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