Por Alberto Morlachetti
Agencia Pelota de Trapo
(APe).- Los niños y jóvenes que decimos amar, la mayoría de ellos mastican en las ochavas el agrio pan de la agonía. Decimos niños aunque ya sabemos que no son del pasado ni de mañana, sino de nunca. La birra el Paco y la tristeza general danzan en las periferias rabiosamente, porque no le encuentran un “alma musical al alfabeto”.
En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que sus miembros son libres e iguales y votar a nuestros representantes implica tener afilado el discernimiento como una daga. En Democracia el Voto se convierte en nuestro mayor ritual que le otorga sentido al sistema político elegido para gobernarnos.
No podemos mas que festejar. Porque los muchachos con su nuevo protagonismo han de traer un poco de jazmín del aire, y las góndolas de los supermercados dejarán de ser el altar de estos sistemas que huelen a perro muerto.
Es casi obvio decir que si les otorgan el voto es porque tienen la mayor capacidad para elegir y ser elegidos. Yo apuesto a que sí, porque sería un sueño que nuestro presidente tenga 17 años, y que nuestros diputados de 16 años canten un Ángel para tu Soledad de los Redondos, mientras votan que el Hambre es un crimen.
Es casi obvio decir que si les otorgan el voto es porque tienen la mayor capacidad para elegir y ser elegidos. Yo apuesto a que sí, porque sería un sueño que nuestro presidente tenga 17 años, y que nuestros diputados de 16 años canten un Ángel para tu Soledad de los Redondos, mientras votan que el Hambre es un crimen.
De lo contrario diría Roque Dalton: Conozco perfectamente mi dolor: viene conmigo disfrazado en la sangre y se ha construido una risa especial
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